de Aitken permaneció en barbecho hasta los años
veinte, cuando M. Z. Carriére lo recuperó y lo usó
en un artículo sobre la física de los látigos. Los
trabajos posteriores de W. Kucharski (1950) y R.
Grammel y K. Zoller (1949) refinaron los detalles.
Se trata de una cuestión interesante y poco
explorada dentro de la física clásica. Hablé sobre
ello en una conferencia con muy poco público en
Oxford Union en junio de 2014 y tengo intención
de publicar más sobre ese asunto, pero en el
momento de escribir esto (diciembre de 2014) no
hay nada definitivo.
Por último, me gustaría expresar mi gratitud a
mis agentes, Liz Darhansoff de Darhansoff &
Verrill y Richard Green de ICM Partners, y a mi
editora, Jen Brehl, por ser flexible mientras yo
dedicaba siete años a intentar descubrir qué
forma concreta quería dar a esta idea.
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