Dath alzó las cejas.
—¿Eso es importante?
—Para nosotros aquí dentro es importante —dije.
No podía recordar cuál había sido el siguiente paso de
Thelenes cuando había realizado la misma operación, en
el Plano, con el muchacho esclavo hacía seis mil años y
tuve que preguntárselo a Orolo.
Giré el pastel, ofreciéndole a Dath una esquina sin cortar.
—Corta un cuadrado lo suficientemente grande para
cuatro porciones. Pero no cortes las porciones
individuales.
—¿Puedo trazar líneas en el glaseado? —preguntó.
—Si eso te ayuda.
Con algunas indicaciones y pistas de Cord, Dath marcó
un cuadrado como éste:
1451
—Bien —dije—, ahora añade otros tres cuadrados como
ése. Extendiendo las líneas ya existentes y añadiendo
algunas nuevas, Dath lo amplió de la siguiente forma:
—Bien, ahora recuérdame, ¿cuántas porciones podemos
sacar de todo eso?
—Dieciséis.
—Vale. Bien, ahora mira el cuadrado en la esquina
inferior derecha.
1452
—¿Hay alguna forma de hacer un único corte y dividirlo
exactamente por la mitad?
Fue a cortar por una de las líneas de puntos, pero yo
negué con la cabeza.
—A Arsibalt, aquí presente, le importa mucho este pastel
y no quiere que nadie reciba un trozo más grande que el
suyo.
—Muchísimas gracias, sabio Thelenes —dijo Arsibalt.
Pasé de él.
—¿Puedes hacer un corte que lo satisfaga plenamente?
Los trozos no tienen que ser cuadrados. Se admiten otras
formas… como los triángulos.
Con dicha pista, Dath hizo un corte como éste:
1453
—Ahora hacemos lo mismo con los demás —dije. Lo
hizo:
—Al trazar la primera diagonal, cortaste un cuadrado
justo por la mitad, ¿no es así?
—Así es.
—¿Y lo mismo vale para los otros tres cortes diagonales
de los otros tres cuadrados?
1454
—Por supuesto.
—Bien, digamos que giro el pastel para dejarlo así:
—¿Qué ves en el centro?
—Un cuadrado.
—¿Y cuántas porciones hay en ese cuadrado?
—No lo sé.
—Bien, está formado por cuatro triángulos, ¿no es así?
—Sí.
—Cada uno de esos triángulos tiene la mitad de tamaño
que un cuadrado pequeño, ¿cierto?
1455
—Cierto.
—¿Y cuántas porciones hay en un cuadrado pequeño?
—Cuatro.
—Por tanto, ¿cada triángulo contiene suficiente pastel
para cuántas porciones?
—Dos.
—Y en el cuadrado formado por esos cuatro triángulos
hay pastel suficiente para…
—Ocho porciones —dijo, y luego se dio cuenta—: ¡Es el
problema que intentábamos resolver!
—No hemos dejado en ningún momento de intentar
resolverlo —le corregí—. No tardaremos más de un
minuto o dos. Bien, entonces, ¿puedes cortar ocho
porciones? Por favor.
—Eso es —dije.
—¿Ya podemos comer?
—Sí. ¿Comprendes lo que acaba de suceder?
1456
—Eh… ¿acabo de cortar ocho porciones iguales de
pastel?
—Haces que parezca fácil… pero en cierto modo ha sido
difícil —dije—. Recuerdas, hace unos minutos sabías
cortar cuatro porciones. Eso era fácil. Sabías cortar
dieciséis. También era fácil. Nueve, sin problemas. Pero no
sabías cortar ocho. Parecía imposible. Pero pensándolo
detenidamente, hemos encontrado una respuesta. Y no
sólo una respuesta aproximada, sino una perfectamente
correcta.
1457
CALCA 2: Espacio (de configuración) de Hemn
Un suplemento para Anatema de Neal Stephenson
Resultó que en nuestras idas y venidas habíamos tirado
una botella vacía de vino, que descansaba en el suelo de la
cocina de la siguiente forma:
El suelo era de tablones de madera dispuestos formando
una rejilla, lo que me recordó un plano de coordenadas.
—¡Trae un pizarrín y un trozo de tiza! —le dije a Barb.
Me sentí un poco culpable de darle órdenes, pero estaba
molesto con él por no haberme ayudado con el desagüe.
No pareció importarle y no le llevó mucho cumplir el
encargo: había pizarras y tiza por toda la cocina. Las
usábamos para apuntar recetas y listas de ingredientes.
1458
—Ahora, satisfáceme un segundo y escribe las
coordenadas de esa botella del suelo.
—¿Coordenadas?
—Sí. Imagina que este patrón es una rejilla de
coordenadas de Lesper. Digamos que cada cuadrado del
suelo es una unidad. Voy a poner una patata aquí para
indicar el origen.
—Bien, en ese caso la botella se encuentra más o menos
en (2,3) —dijo Barb, y se atareó un momento con la tiza.
Volvió la pizarra hacia mí:
1459
—Bien, esto ya es un espacio de configuración… el más
simple que puede haber —le dije—. Y la posición de la
botella, (2, 3), es un punto en ese espacio.
—Es lo mismo que el espacio bidimensional normal,
entonces —se quejó—. ¿Por qué no lo has dicho?
—¿Puedes añadir otra columna?
—Claro.
—Fíjate que la botella no está vertical. Está inclinada más
o menos una décima de p… o, en las unidades que solías
emplear extramuros, unos veinte grados. Esa rotación va
a ser una tercera coordenada del espacio de
configuración… una tercera columna en tu pizarra.
Barb se puso a trabajar y produjo algo parecido a esto:
—Vale, ahora empieza a parecer algo diferente al viejo
espacio bidimensional —dijo—. Ahora tiene tres
dimensiones y la tercera no es normal. Es como algo que
una vez tuve que aprender en mi subvid…
1460
—¿Coordenadas polares? —pregunté, impresionado de
que lo supiese. Quin debía de haber invertido mucho
dinero en mandarle a una buena subvid.
—¡Sí! Un ángulo, en lugar de distancia.
—Vale, vamos a descubrir cosas sobre el
comportamiento de este espacio —le propuse—. Voy a
desplazar la botella y, cuando diga «ahora», tú apuntas las
coordenadas correspondientes.
Desplacé la botella un poco mientras la giraba.
—Ahora.
—Ahora. Ahora. Ahora…
1461
Dije:
—Bien, este conjunto de puntos en el espacio de
configuración es el que obtendríamos si yo
accidentalmente le diese una patada a la botella y la
mandase a dar vueltas por el suelo. ¿Cierto?
—Claro. ¡Era más o menos lo que pensaba!
—Pero la he movido despacio para que te resultase más
fácil anotar los datos.
Barb no supo cómo reaccionar al fallido intento de hacer
un chiste. Se produjo una pausa incómoda. Proseguí:
—¿Puedes representarlo? ¿Puedes hacer una gráfica
tridimensional de esos números?
—Claro —dijo Barb con cautela—, pero será muy rara.
1462
—La línea de puntos del fondo representa sólo las
coordenadas x e y —me explicó Barb—. Indica el
movimiento sobre el suelo.
—Está bien… si no fuese así sería confuso si no estás
acostumbrado al espacio de configuración —dije—.
Porque una parte, la línea x e y que dibujaste con una línea
de puntos, se parece a algo que podemos reconocer del
espacio adrakhónico; simplemente muestras la posición
de la botella en el suelo. Pero la tercera dimensión, que
muestra el ángulo, es totalmente diferente. No representa
una distancia literal en el espacio. Representa un
desplazamiento angular, una rotación, de la botella. Una
vez que lo entiendes, puedes leer directamente la gráfica y
decir «sí, ya veo, empezó en veinte grados y mientras se
1463
movía por el suelo giró hasta los trescientos». Pero, si no
conoces el código secreto, no tiene sentido.
—Entonces, ¿para qué sirve?
—Bien, imagina una situación más compleja que tener
una botella en el suelo. Supongamos que tenemos una
botella y una patata. En ese caso necesitarás un espació de
configuración de diez dimensiones para representar el
estado del sistema botella‐patata.
—¿¡Diez!?
—Cinco para la botella y cinco para la patata.
—¿¡Cómo que cinco!? ¡Para la botella sólo hemos usado
tres dimensiones!
—Sí, pero hemos estado haciendo trampas al dejar de
lado dos de sus grados de libertad rotacional —dije.
—¿Y eso significa…?
Me agaché y puse la mano sobre la botella. Resulta que
la etiqueta apuntaba al suelo. La giré.
—Mira, estoy haciéndola girar sobre su eje largo para
poder leer la etiqueta —dije—. Esa rotación es
completamente independiente de la rotación que has
anotado en la pizarra. Así que nos hace falta una
dimensión más. —Agarrando la botella y manteniendo el
fondo contra el suelo, la levanté para que el cuello formase
un ángulo con respecto al suelo, como una pieza de
artillería—. Y lo que hago ahora es otra rotación
totalmente independiente.
1464
—Así que ya tenemos cinco —dijo Barb—, sólo para la
botella.
—Sí. Para ser precisos, deberíamos añadir una sexta
dimensión para el movimiento vertical —dije, y levanté la
botella del suelo—. Así que son seis dimensiones en
nuestro espacio de configuración sólo para registrar la
posición y orientación de la botella. —Volví a dejarla—.
Pero si la dejamos en el suelo nos basta con cinco.
—Vale —dijo Barb. Sólo lo decía cuando comprendía
algo por completo.
—Me alegro. Pensar en seis dimensiones es difícil.
—Simplemente me imaginaba seis columnas en la
pizarra en lugar de tres —dijo—. Pero no comprendo por
qué hacen falta seis coordenadas completamente nuevas
para la patata. ¿Por qué no volver a utilizar las seis de la
botella?
—En cierta forma lo hacemos —dije—, pero ponemos los
números en columnas distintas. De esa forma, cada fila de
la tabla especifica todo lo que se puede saber sobre el
sistema botella/patata en un momento dado. Cada fila, la
serie de doce números que indican las posiciones x, y y z
de la botella, el ángulo de patada, el ángulo de lectura de
la etiqueta y el ángulo de inclinación, y esos mismos seis
números para la patata, es un punto en un espacio de
configuración de doce dimensiones. Y empieza a ser muy
conveniente para los teores cuando enlazamos puntos que
forman trayectorias en el espacio de configuración.
1465
—Cuando dices «trayectoria» pienso en algo volando por
el aire —dijo Barb—, pero no comprendo a qué te refieres
cuando empleas esa palabra en un espacio de doce
dimensiones que no se parece en nada al espacio.
—Bien, vamos a simplificarlo al máximo y a restringir la
botella y la patata al eje x —dije— y olvidemos las
rotaciones. —Coloqué los objetos de la siguiente forma:
—¿Puedes apuntar esas posiciones? —pregunté.
—Claro —dijo, y tras unos momentos me mostró lo
siguiente:
—Voy a hacer que choquen —dije—, muy despacio, claro
está. Ve registrando las posiciones. —Y, de forma similar
a la anterior, fui moviendo la patata y la botella en
pequeños incrementos, gritando «ahora» cada vez que
quería que añadiese una nueva línea a la tabla.
1466
—La botella se mueve más rápido —comentó mientras
trabajaba.
—Sí. Dos veces más rápido. —En 3 acabé sosteniendo la
patata sobre la botella.
—Simplemente chocan —dije—, y por tanto ahora van a
rebotar. Pero van a moverse más despacio, porque la
patata se ha hecho puré en la colisión y se ha perdido algo
de energía. —Con algunas indicaciones por mi parte, Barb
añadió varias líneas pospuré a la tabla:
1467
—Listo —dije, soltando los proyectiles y poniéndome en
pie—. Bien, todo esto ha sucedido en línea recta. Por tanto,
se trata de una situación bidimensional si sigues pensando
en coordenadas de sante Lesper. Pero sante Hemn ahora
haría algo que te resultaría extraño. Hemn consideraría
que cada fila de la tabla especifica un punto en un espacio
de configuración de dos dimensiones.
—Cada par es un punto —tradujo Barb—, así que
empieza en el 7,1 y sigue.
—Así es. ¿Puedes representarlo?
—Claro. Es trivial.
1468
—¡Qué raro! —exclamó Barb—. Es como si sante Hemn
hubiese vuelto la situación del revés.
—Bien, déjame un minuto la pizarra y lo anotaré de
forma que te sea más fácil entenderlo —dije.
Y unos minutos más tarde la teníamos con este aspecto:
1469
—La línea de colisión —dije— no es más que el conjunto
de todos los puntos donde la botella y la patata coinciden
en el mismo lugar… donde las coordenadas son iguales
entre sí. Y cualquier teor, mirando esa gráfica, incluso sin
saber nada de la situación física de la botella, de la patata
ni del suelo vería de inmediato que esa línea tiene algo
especial. El estado del sistema avanza de forma ordenada
y predecible hasta que toca esa línea. Luego sucede algo
excepcional. La trayectoria da un giro cerrado. Los puntos
se acercan… lo que significa que los objetos se mueven
más despacio, lo que significa que de alguna forma el
sistema ha perdido energía. No espero convencerte de
esto, pero quizás así empieces a entender por qué a los
1470
teores les gusta usar el espacio de configuración como
método para describir los sistemas físicos.
—Tiene que haber más —dijo Barb—. Podríamos haber
construido una gráfica más simple.
—Esto es simple —insistí—. Está más cerca de la verdad.
—¿Ahora hablas del Mundo Teorético de Hylaea? —
preguntó Barb, medio susurrando y medio regodeándose,
como si ésa fuese la mayor travesura que pudiese cometer
un fra.
—Soy edhariano —respondí—. No importa lo que
piensen otras personas de este concento… eso es lo que
soy. Y naturalmente, aspiramos a expresar nuestro
pensamiento de la forma más simple y más elegante
posible. En muchos… no, en la mayoría de los casos que
interesan a los teores, el espacio de configuración de sante
Hemn lo logra mejor que las coordenadas x y z de sante
Lesper, con las que te has visto obligado a trabajar hasta
ahora.
A Barb se le ocurrió una idea.
—La botella y la patata tienen cada una seis números…
seis coordenadas en el espacio de Hemn.
—Sí. En general hacen falta seis números para
representar la posición de algo.
—¡Un satélite en órbita también requiere seis números!
—Sí… los elementos orbitales. Un satélite en órbita
siempre requiere un espacio de Hemn de seis
dimensiones, independientemente del sistema de
1471
coordenadas que uses. Si empleas las coordenadas de
sante Lesper, acabas con el problema del que te quejabas
antes…
—¡Que la sopa de letras no te dice nada!
—Sí. Pero si lo transformas a un espacio diferente de seis
dimensiones, empleando seis números diferentes, se
vuelve muy claro, de la misma forma que el caso de la
botella y la patata está muy claro cuando escogemos el
espacio apropiado en el que representarlo. Para un
satélite, esos seis números son la excentricidad, la
inclinación, el argumento del perihelio y otras tres cosas
con nombres complicados que no voy a mencionar. Pero
por comentar algunos: la excentricidad te dice, de un
vistazo, si la órbita es estable o no; la inclinación te indica
si es polar o ecuatorial, y así con todos los demás.
1472
1473
CALCA 3: Protismo Complejo frente a Protismo Simple
Un suplemento para Anatema de Neal Stephenson
—Aquí está el diagrama de dos cajas que hemos visto
todos:
—La flecha indica que las entidades del Mundo Teorético
de Hylaea provocan efectos en el dominio causal de Arbre,
pero no viceversa. Y si uno se molesta en analizar lo que
la gente afirma al dibujar uno de ésos en la pizarra, todo
se reduce a un conjunto mínimo de premisas que definen
lo que llamamos Protismo. Y sé que los dos las conocéis
muy bien, pero con vuestra indulgencia las voy a repasar
brevemente para garantizar que partimos del mismo
punto.
—Por favor, adelante —respondí.
—Gracias —dijo Lio.
—Bien. La primera afirmación es la siguiente: las
entidades que forman el objeto de la teorética existen
independientemente de las percepciones, definiciones y
construcciones humanas. Los teores no las crean; los teores
simplemente las descubren. Y la segunda premisa es que
1474
la mente humana es capaz de percibir tales entidades; que
es precisamente lo que hacen los teores al descubrirlas.
—Hasta ahora te seguimos —dije.
—Muy bien —dijo Criscan—. Ahora, si queremos hacer
algo más que afirmar esas dos premisas, debemos dar una
explicación de cómo es que la mente humana tiene la
capacidad de obtener conocimiento sobre entidades
teoréticas, que, según la primera premisa, no son
espaciotemporales ni tienen una relación causal normal
con las entidades que componen el cosmos que
conocemos. Los metateoréticos han propuesto a lo largo
de los milenios varios argumentos para explicarlo. Por
ejemplo, Halikaarn recibió muchos ataques de los
procianos por pensar que nuestro cerebro contenía un
órgano responsable de ese proceso.
—¿Un órgano? ¿Una glándula o algo así? —preguntó
Lio.
—Algunos lo interpretaron de esa forma, lo que ayuda a
explicar los ataques. Pero probablemente se tratase de un
error de traducción. Halikaarn vivió antes de la
Reconstitución, evidentemente, por lo que no escribía en
orto sino en una de las lenguas menores de la época. La
persona que tradujo su obra al flújico le hizo un flaco favor
escogiendo la palabra errónea. Halikaarn no pensaba en
una glándula. Pensaba en una facultad, una habilidad
inherente del cerebro, que no estaba localizada en un
conjunto concreto de tejidos.
1475
—Eso es un poco más fácil de aceptar —dije—. Vale. —
Porque me dio la impresión de que Criscan estaba a punto
de lanzarse a una larga y tediosa defensa de Halikaarn—.
Bien, ¿cómo le ayudaba esa facultad a explicar lo que
sucede en el diagrama?
—Hay otro tipo de hecho, diferente a los que podemos
detectar con ojos, oídos y demás, que de alguna forma
llega al dominio causal de Arbre y el órgano de Halikaarn
lo detecta —dijo Criscan.
—Eso casi plantea más preguntas de las que responde —
comentó Lio.
—No responde a ninguna pregunta —contestó Criscan—
. No se trata en realidad de un intento de responder a la
pregunta, sino de una forma de disponer las fichas sobre
el tablero, de ponerse de acuerdo en la terminología y
demás. Bien. Las entidades teoréticas del MTH, triángulos,
teoremas y otros conceptos puros, se llaman «Cnoönes».
—¡Cnoönes, vale! —dijo Lio.
—Entre nosotros y el MTH hay una relación, cuyos
detalles son objeto de debate y que Halikaarn no nombró,
pero que la flecha simboliza y, por tanto, la gente ha
acabado llamándola la Flecha de Halikaarn.
—¡Flecha de Halikaarn, vale!
—Una Flecha de Halikaarn es un canal de un solo sentido
para datos sobre los Cnoönes. Dichos datos llegan al
dominio causal de Arbre por medio de un proceso muy
mal entendido que se llama Flujo Hylaeano y alcanzan el
1476
órgano de Halikaarn, por medio del cual somos
conscientes de ellos.
—¡Flujo Hylaeano, vale!
Criscan había decidido que Lio no le caía muy bien, pero
era evidente que hacía el máximo esfuerzo por soportarlo.
Yo ocupé el puesto de interlocutor, apartando a Lio.
Lio reaccionó melodramáticamente, tirándose en la
cuneta del camino como si un transbor a toda velocidad le
hubiese arrollado.
—Bien —le dije a Criscan—, ahora que tenemos la
terminología, ¿adonde vamos?
—Ahora vamos a saltar milenio y medio —dijo Criscan—
, y hablaremos de la jugada de Erasmas y Uthentine,
cuando decidieron comprobar qué pasaba si consideraban
este diagrama como un ejemplo especialmente simple de
un Grafo Acíclico Dirigido o GAD. En este caso «dirigido»
significa de «flechas unidireccionales». El adjetivo
«acíclico» indica que las flechas no pueden ir en círculo, es
decir, que si tenemos una flecha de A a B no podemos
tener una flecha de B a A.
—¿Por qué estipular tal cosa?
—La propiedad de ser acíclico es necesaria para
preservar la doctrina fundamental del Protismo: que los
Cnoönes no cambian. Si fuese posible hacer ciclos de
flechas, entonces los sucesos de nuestro universo podrían
alterar la situación en el Mundo Teorético de Hylaea.
1477
—Efectivamente —dije—, disculpa, es evidente ahora
que lo has dicho.
—Este diagrama le parece erróneo a un metateorético —
dijo Criscan, indicándome el esquema de las dos cajas.
—¿Qué quieres decir con eso de que parece erróneo?
¿Cómo se puede afirmar algo así?
—Es un proceso legítimo en metateorética. Tienes que
estar preguntándote continuamente por qué son las cosas
así y no de alguna otra forma. Y si aplicas esa pregunta a
este diagrama, de inmediato ves el problema: hay
exactamente dos mundos. No uno, ni muchos, sino dos.
Uno podría dibujar ese diagrama con sólo un mundo, el
dominio causal de Arbre, y ninguna flecha. Lo que
provocaría muy pocas objeciones de los metateoréticos (al
menos, de los que no son protistas). Por otra parte, uno
podría afirmar que hay muchos mundos y defender por
qué es plausible que sea así. Pero decir que hay dos
mundos… ¡y sólo dos!, no parece más defendible que
afirmar que hay exactamente 173 mundos y que todos los
que afirman que hay 172 son unos lunáticos.
—Vale, expresado así, admito que parece una locura.
Como cuando los deólatras afirman que sus escrituras
están compuestas por treinta y siete libros y que
cualquiera que diga otro número debe morir.
—Sí, y eso explica, al menos en parte, las suspicacias que
en algunos despierta el Protismo. Así que la jugada de
Erasmas/Uthentine fue simplemente afirmar que lo que
1478
vale para un GAD debe valer para otro y considerar otros
Grafos Acíclicos Dirigidos con distintos números de
mundos.
Criscan volvió a tomar el palo y esbozó un diagrama
como éste:
—Lo llamaron Tren de Carga —anunció Criscan—. En la
topología del Tren de Carga hay una pluralidad
(posiblemente infinita) de Mundos Teoréticos de Hylaea
dispuestos en relación jerárquica, cada uno «más protano»
que el anterior y «menos protano» que el siguiente. Lo que
introduce la idea de Protismo Analógico. En el Protismo
Simple, ser protano es una propiedad binaria, digital.
—Un mundo es protano o no lo es —traduje.
—Sí. Aquí, sin embargo, son posibles las gradaciones de
protaneidad. —No sólo posibles —dije—, sino necesarias.
—Sí —dijo Criscan, algo distraído, porque ya estaba
ocupado con otro diagrama.
1479
—Éste es el Pelotón de Ejecución —dijo—. En la
topología de Pelotón de Ejecución, cierto número de
Mundos Teoréticos de Hylaea están conectados
directamente con el dominio causal de Arbre. Lo que
introduce la idea de dominios protanos separados que no
tienen ninguna relación entre sí. En el Protismo Simple,
todas las entidades teoréticas posibles acaban en la misma
caja, etiquetada como «Mundo Teorético de Hylaea», lo
que parece dar a entender que dentro de esa caja pueden
mantener relaciones causales entre sí. Pero quizá no sea
así, y cada entidad matemática debería estar separada en
un mundo diferente, como pasa arriba.
Invirtió un rato en dibujar un diagrama mucho más
complicado:
1480
—El Delta Invertido —dijo Criscan—. Tiene la topología
de un delta fluvial, pero las flechas fluyen a la inversa, de
ahí el nombre. El Delta Invertido se resume con facilidad
diciendo que combina las propiedades de la topología del
Tren de Carga con las del Pelotón de Ejecución.
—Entiendo —dije, después de pensar un momento,
porque tenía la impresión de que Criscan me estaba
probando—. Incluye Protismo Analógico, muchas
1481
gradaciones de protaneidad, y la idea, adoptada del
Pelotón de Ejecución, de que Cnoönes diferentes podrían
estar completamente separados… podrían proceder de
Mundos Teoréticos diferentes.
Criscan no respondió. Estaba ocupado con el palo.
—El Tranco —proclamó.
1482
—¿Tranco? ¿Por qué? —pregunté.
—Recibe su nombre de una especie de árbol… una
especie tropical que se conecta al suelo con múltiples
sistemas de raíces. Como puedes ver, es similar a la
topología del Delta Invertido. La única diferencia es que el
1483
Tranco contiene más de un cosmos habitado. Te habrás
dado cuenta de que le he cambiado el nombre.
—Sí. Hasta ahora siempre terminaba con flechas
dirigiéndose al dominio causal de Arbre. Pero ahora estás
dando por sentada una situación policósmica: muchos
cosmos habitados, separados causalmente unos de otros.
—Así es. Separados causalmente, pero, y esto es
importante, correlacionados acausalmente, ya que
comparten el conocimiento de los mismos Cnoönes. Los
habitantes de esos otros cosmos recibieron el Flujo
Hylaeano de las mismas fuentes que nosotros. Y como
resultado, por ejemplo, podrían tener el Teorema
Adrakhónico por la misma razón que nosotros.
»Y finalmente llegamos a la Mecha:
1484
—La Mecha es un GAD general —dijo Criscan—. El Flujo
Hylaeano va de izquierda a derecha, de mundos más
protanos a mundos menos protanos, pero en este caso
llevamos el Protismo Analógico a su extremo lógico al no
hacer ninguna distinción entre tipos de mundos.
—Veo el nuestro —dije, señalando el llamado «dominio
causal de Arbre».
—Sí —respondió Criscan—. Lo he escrito para
distinguirlo de los demás. Pero no es diferente en
principio ni forma de los otros cosmos del diagrama; en
este caso todos los mundos son cosmos potencialmente
1485
habitables que tendrían un aspecto similar al que
ocupamos nosotros.
—Vale, así que te has deshecho por completo de la idea
de un MTH especial lleno de ideas puras —dije.
Criscan se encogió de hombros.
—Quizás haya algo así en algún lugar, muy a la
izquierda, pero básicamente tienes razón. Esto es una red
de cosmos como el nuestro. Y tiene una característica que
no aparecía en las otras topologías que he dibujado, a
saber…
—Creo que lo veo —dije, y toqué con el pie la caja de
«dominio causal de Arbre»—. En la Mecha aparecemos
como fuente de Flujo Hylaeano para otros mundos.
—Exacto —dijo Criscan—. La Mecha representa la idea
de que nuestro mundo podría ser, a todos los efectos, el
MTH de algún otro mundo.
—O podría parecerlo —le corrigió Lio—, si todavía no
hubiese en ese mundo alguien que hubiese considerado la
idea del Protismo Complejo.
—Sí —dijo Criscan, un tanto sorprendido de oír una
corrección tan acertada de boca de alguien a quien había
considerado un payaso aburrido.
—Hace que uno se pregunte por el caso de los primos —
dije, pensando de nuevo en la idea descabellada que
Arsibalt había expresado la noche anterior: que los primos
no viniesen de otro Sistema Solar, sino de otro cosmos.
1486
—Sí —dijo Criscan—, hace que uno se pregunte por el
caso de los primos.
1487
AGRADECIMIENTOS
No podría haber escrito Anatema si lo siguiente no
hubiese existido antes:
El proyecto Reloj del Milenio ejecutado por Danny Hillis
y sus colaboradores de la Long Now Foundation,
incluidos Stewart Brand y Alexander Rose.
Una corriente filosófica que se remonta a Tales y pasa por
Platón, Leibniz, Kant, Gödel y Husserl.
El proyecto Orión de finales de los años cincuenta y
principios de los sesenta.
Por tanto, el autor está en deuda con más gente de la que
se puede nombrar cómodamente en una página
tradicional de agradecimientos.
1488
REFERENCIAS
Tomado de:
http://www.nealstephenson.com/anathem/acknow.htm
Relojes, planetarios, etcétera
A muchos lectores les resultará evidente que los Relojes
del Milenio mencionados en Anatema se inspiran en el
Reloj de 10.000 años, un proyecto concebido más o menos
en 1995 por Danny Hillis y que ahora mismo desarrolla
The Long Now Foundation. Conocí originalmente la idea,
y la discutí con Danny y con Stewart Brand, en una Hackers
Conference de mediados de los noventa. En la primavera
de 1999, a medida que la Long Now Foundation se
preparaba para presentar un nuevo prototipo del Reloj,
Danny nos pidió a mí y a otros que contribuyésemos con
esbozos preliminares para el sitio web de la Long Now
Foundation. No se pretendía que fuesen propuestas serias
de ingeniería, sino una forma de mostrar cómo personas
diferentes veían el Reloj. Mi propuesta era un sistema de
muros con aperturas que el mecanismo del Reloj abriría en
ciertos momentos. En esos esbozos se pueden apreciar
algunos otros elementos del mundo que se describe en
Anatema.
A finales de 1999, cuando los periódicos publicaban sus
resúmenes de final de año, así como sus resúmenes de
final de década, y en algunos casos de final de siglo y
1489
milenio, me puse a pensar más en serio en los «monjes del
reloj» mencionados en esos esbozos y a preguntarme si no
tendría ahí el germen de una novela. Pero en esa época
trabajaba en serio en El ciclo barroco y, por tanto, dejé
aparcada la idea y no la tuve demasiado en cuenta hasta
haber terminado El sistema del mundo, la última novela de
El ciclo barroco. Entonces vi algunas posibles conexiones
entre esa idea y algunas otras por las que me había
interesado, y por tanto la desempolvé para ponerme a
trabajar en serio con ella.
El diseño del Reloj, la exploración de posibles lugares
para instalarlo y el desarrollo de prototipos de
componentes —sobre todo un planetario, presentado en
octubre de 2005— han seguido avanzando durante los
últimos años, en gran parte gracias al apoyo generoso de
(por orden alfabético) Jeff Bezos, Bill Joy, Mitch Kapor,
Nathan Myhrvold, Jay Walker y un donante anónimo, así
como otros muchos que han aportado ayuda financiera,
ideas y conocimientos. Gracias a Stewart Brand,
Alexander Rose, Doug Carlston y Tomi Pierce, así como a
algunos de los mencionados antes, por sus conversaciones
sobre el Reloj.
Ideas científicas y filosóficas
Si Anatema fuese un ensayo, las partes donde se habla de
filosofía y ciencia estarían salpicadas de notas al pie en las
que expresaría mi agradecimiento a los pensadores de la
1490
Tierra que crearon las ideas que se comentan. Cada una de
esas notas estaría cuidadosamente escrita, más o menos de
la siguiente forma:
Si la Persona X no hubiese pensado en la Idea Y y no la
hubiese publicado en el Libro Z, entonces yo no podría
haber escrito esto; sin embargo, téngase en cuenta que (a)
no poseo el título de filósofo, matemático ni científico y (b)
ésta es una obra de ficción, no una monografía seria. Por
tanto, mi uso de la Idea Y podría no resistir un análisis
riguroso; la Persona X, si todavía viviera, al ver su nombre
mencionado en este contexto en lo que parece una nota al
pie de estilo académico, probablemente enviaría una nota
pública negando cualquier relación conmigo o con el libro,
y en caso contrario se revolvería en su tumba. Estimado
lector, ten en cuenta que esta nota sólo sirve para
reconocer una deuda intelectual y para conceder a la
Persona X el mérito que merece; si realmente quieres
comprender la Idea Y, por favor, compra y lee el Libro Z.
Teniendo eso en mente, aquí van las X, Y y Z.
El libro The Discovery of Dynamics de Julian Barbour fue
una de las fuentes de ideas más importantes de mi anterior
proyecto, El ciclo barroco. En casi todas las páginas de
Anatema hay rastros de su The End of Time.
1491
En la bibliografía y las notas al pie de Barbour hay
referencias suficientes para mantener ocupados a la
mayoría de los lectores durante muchos años. Sin
embargo, merece especial mención Speakable and
Unspeakable in Quantum Mechanics, de John Steward Bell,
una recopilación de artículos que incluye dos
explicaciones concisas y claras del tema que, en la
terminología de Anatema, son las «líneas de mundo» y los
«argumentos». Se pueden encontrar en el artículo «The
measurement theory of Everett and Broglieʹs pilot wave»
(que, por cierto, se opone a la interpretación de muchos
mundos) y en Quantum Mechanics for Cosmologists.
Cualquier parte de Anatema que tenga relación con líneas
de mundo, argumentos y «espacio de Hemn» (que no es
más que el término arbrano para lo que en la Tierra se
llama espacio de configuración, fase o estado) se encuentra
en las obras mencionadas anteriormente y sus
antecedentes en la literatura. La idea de espacios de
configuración se remonta al trabajo de Joseph Louis
Lagrange sobre coordenadas y a los refinamientos
posteriores de William Rowan Hamilton. Según
Wikipedia, el término «espacio de fase» lo usó por primera
vez Willard Gibbs en 1901; puede considerarse una
generalización posterior de la obra de Lagrange y
Hamilton.
Para un relato excepcionalmente hermoso de la física
matemática con referencia en particular al principio de
1492
acción, hay que leer The Shaggy Steed of Physics, de David
Oliver.
La conexión filosófica de El ciclo barroco con Anatema
comienza con Monadología, de Gottfried Wilhelm Leibniz.
La idea permaneció sumergida durante gran parte de los
siglos XVIII y XIX, pero ganó posiciones en el XX como
inspiración de la formulación física sustrato‐
independiente, una historia que se cuenta, de una forma
accesible al lector profano, tanto en la obra de Barbour
como en Las dudas de la física en el siglo XXI: ¿es la teoría de
cuerdas un callejón sin salida? (978‐84‐8432‐941‐1) y en Three
Roads to Quantum Gravity, de Lee Smolin. Hay que
destacar también que su libro The Life of the Cosmos
presenta una de las exposiciones más comprensibles de lo
asombrosamente que está ajustado el universo para
permitir la vida, un tema del que se habla en uno de los
Mensales. Sin embargo, en Anatema no se comenta la
hipótesis de Lee Smolin sobre cómo habría podido darse
esa situación. Más aún, él se opondría a algunas de las
ideas que se exponen en los capítulos de los Mensales,
sobre todo a la postura de fra Jad de que el tiempo es una
ilusión. Dicho lo cual, me gustaría darle las gracias por
discutir conmigo algunos de esos temas mientras escribía
la novela.
David Deutsch es, para mí, el defensor más elocuente y
persuasivo de la Interpretación de Muchos Mundos de la
Mecánica Cuántica de Hugh Everett. Su libro La estructura
1493
de la realidad (978‐84‐339‐0584‐0) permaneció mucho
tiempo sin abrir junto a mi mesa, porque era reacio a
enfrentarme a la idea de la pluralidad de mundos. Pero
cuando finalmente reuní el valor para leerlo, descubrí que
sin él el proyecto Anatema no hubiese podido avanzar (lo
que Deutsch llama multiverso, mis personajes lo llaman
policosmos). Un detalle especialmente útil e interesante
del libro es una breve referencia a la obra del filósofo
David Lewis, sobre el que hablaré después.
Roger Penrose ha influido en Anatema de al menos cinco
formas:
Penrose postula, en La nueva mente del emperador (978‐84‐
8346‐117‐4) y Sombras de la mente (978‐84‐8432‐934‐3), que
el cerebro humano se aprovecha de efectos cuánticos.
Resulta una idea tan controvertida que me ha resultado
imposible mantener una conversación desapasionada
sobre ella con ningún académico. La disputa se puede
subdividir en varias controversias, algunas de las cuales
son más interesantes que otras. La premisa de ciencia
ficción de Anatema se basa en la suposición, relativamente
modesta, de que la selección natural ha encontrado alguna
forma de construir cerebros que, a pesar de ser calientes y
húmedos, son capaces de explotar los beneficios de la
computación cuántica. Los lectores que se sienten
incómodos con el mecanismo concreto propuesto por
Penrose puede que deseen leer Mind, Matter and Quantum
1494
Mechanics, de Henry Stapp, que propone un mecanismo
de cerebro cuántico completamente incompatible con el de
Penrose.
En un manuscrito sin publicar que circula libremente y
en su libro de 2004 El camino a la realidad (978‐84‐672‐2209‐
8), Penrose promulgaba un novedoso sistema de notación
diagramática para escribir expresiones matemáticas
referidas a tensores (entidades matemáticas muy usadas
por los teóricos en relatividad general y otras ramas de la
física moderna). Trabajando con ese manuscrito, Smolin y
Rovelli generalizaron los diagramas en forma de redes de
espín que se convirtieron en la base de su formulación de
la física sustrato‐independiente.
Penrose es un matemático platónico integral que piensa
y habla sobre su platonismo. En El camino a la realidad,
incluso escribió ficción (el volumen empieza y termina con
dos historias cortas). Cuando las descubrí, al inicio del
proyecto Anatema, tuve la cálida sensación de que yo no
estaba completamente loco al intentar escribir una novela
sobre el platonismo. Le agradezco la breve pero
informativa (para mí) conversación sobre el tema que
mantuvimos en Seattle en enero de 2007.
Realizó aportaciones pioneras a los problemas de
teselaciones aperiódicas. El problema del Decagón que
aparece en Anatema pertenece a esa clase. Eso sí, hay que
recordar que el problema descrito en la novela, aunque se
inspire en los trabajos de Peter J. Lu y Paul J. Steinhardt
1495
sobre las losetas geométricas en las mezquitas de Asia
Central, es, en todos sus detalles, completamente ficticio.
Probablemente un matemático podría demostrar que mi
versión no es sólo ficticia, sino también ridícula; sin
embargo, el mismo matemático probablemente admitiría
que las teselaciones aperiódicas son una rama importante
y fascinante de la matemática. No hay forma apropiada de
introducir este dato, pero vale la pena mencionar que Hao
Wang, del que hablaré en la sección sobre Gödel, también
trabajó en problemas relacionados, inventando un
conjunto de losetas o dominós que, empleados
adecuadamente, pueden funcionar como máquinas de
Turing y que, según se descubrió posteriormente,
recubrían aperiódicamente el plano.
En La nueva mente del emperador, Penrose ha dado una
explicación especialmente lúcida y comprensible del
concepto de espacio de fase que se mencionó antes.
Kurt Gödel es el pensador que engloba todas las
influencias mencionadas en este texto. Ahora tendré que
decir varias cosas sobre Gödel, tomadas de diversas
fuentes, y por tanto me parece más rápido indicarlas
ahora. Por tanto, aquí están:
Palle Yourgrau: Gödel meets Einstein: Time Travel in the
Gödel Universe (1999).
1496
Palle Yourgrau: Un mundo sin tiempo: el legado
olvidado de Gödel y Einstein (978‐84‐8383‐020‐8).
Rebecca Goldstein: Gödel: paradoja y vida (978‐84‐95348‐
23‐4).
Hao Wang: A Logical Journey: from Gödel to Philosophy
(1997).
Kurt Gödel: Collected Works. Edición de Solomon
Feferman, John W. Dawson Jr. y colaboradores (1990).
Freeman Dyson: Comunicación privada, 2007.
Verena Huber‐Dyson: Comunicación privada, 2006.
La imagen que se extrae de las fuentes anteriores es que
Gödel (al igual que Penrose) era un platónico matemático
integral que dedicó gran parte de su tiempo y sus
esfuerzos a pensar sobre su platonismo y a buscar la forma
de sostenerlo sobre buenos cimientos metafísicos. Durante
la segunda mitad de su vida —todo el tiempo que pasó en
el Instituto de Estudios Avanzados, desde 1940 en
adelante— dedicó la mayoría de sus horas de trabajo a ese
proyecto. Tal y como explican Hao Wang en A Logical
Journey y Howard Stein en su nota a 1949a en el volumen
2 de las obras completas de Gödel, la planificación general
era construir una metafísica rigurosa sobre la
monadología de Leibniz. Como Kant había ofrecido
objeciones a la metafísica de Leibniz y como Gödel
respetaba a Kant, pero no estaba de acuerdo con él, Gödel
precisaba, a principios del programa, tratar y superar las
1497
objeciones de Kant. A finales de los años cuarenta Gödel
desarrolló una famosa solución a las ecuaciones de campo
de Einstein, demostrando que, en un universo en rotación,
sería físicamente posible viajar hacia atrás en el tiempo.
Parece que no sólo lo hizo porque fuese física interesante,
sino también para refutar la visión de Kant sobre el tiempo
y el espacio, casi como si el universo en rotación fuese un
simple lema que hubiese que tratar antes de seguir con el
proyecto principal. Freeman Dyson ha dicho que, a finales
de su vida, Gödel le telefoneaba de vez en cuando para
preguntarle: «¿Ya lo han encontrado?» Con lo que quería
decir: «¿Los astrónomos ya han encontrado pruebas de
que el universo rota?» Freeman Dyson, por supuesto, fue
uno de los principales impulsores del Proyecto Orión
(véase Project Orion: the True Story of the Atomic Spaceship).
Si el universo efectivamente rotase, uno podría
aprovecharse de la solución de Gödel para viajar hacia
atrás en el tiempo limitándose a construir una nave
espacial lo suficientemente poderosa. La única forma
plausible, en nuestra época, de construir tal nave sería por
medio de la tecnología Orión. Es extraordinario que Kurt
Gödel, el hombre que calculó que tal viaje era físicamente
posible si el universo rotase, trabajase en el mismo
Instituto que Freeman Dyson, el hombre que ayudó a
concebir la nave necesaria para realizar ese viaje, y que
Gödel de vez en cuando le preguntase a Dyson si el
universo efectivamente rotaba. Esa combinación de
1498
circunstancias es uno de los núcleos a partir de que se
desarrolla Anatema.
Como explicaba Hao Wang, el modelo general de Gödel
para pensar sobre el platonismo matemático era el
siguiente:
1. Las entidades que son objeto de la matemática
existen independientemente de la percepción,
definición y construcción humanas.
2. La mente humana es capaz de percibir tales
entidades.
El punto (1) a muchos no les parece controvertido y lo
creen, en mayor o menor medida, todos los matemáticos y
también muchos que adoptan la aproximación de «sentido
común» a esas preguntas; por ejemplo, cualquiera que
crea que 3 era un número primo hace mil millones de años,
está en cierta medida de acuerdo con el punto (1).
Cualquiera que defienda el punto (1) debe, sin embargo,
dar una explicación de cómo la mente humana es capaz de
obtener conocimiento sobre entidades matemáticas que,
según (1), no son espaciotemporales y no mantienen una
relación causal normal con las entidades que conforman el
universo físico. Se han propuesto varios argumentos para
explicar esa paradoja aparente; para un resumen útil,
véase la entrada de Mark Balaguer sobre «Platonism in
Metaphysics» en la Stanford Encyclopedia of Philosophy y,
1499
para un tratamiento más amplio, lo mejor es leer su
Platonism and Anti‐Platonism in Mathematics.
La aproximación de Gödel para (2) es la siguiente:
2a. «Se obtiene inmediatamente algo aparte de las
sensaciones físicas.» Gödel se refiere a lo obtenido
como «datos de segundo tipo».
2b. «De ninguna forma se sigue, sin embargo, que los
datos de segundo tipo, al no poder asociarse con las
acciones de ciertas cosas sobre nuestros órganos
sensoriales, sean puramente subjetivos. Más bien,
ellos también representan un aspecto de la realidad
objetiva, pero, en oposición a las sensaciones, su
presencia en nosotros puede deberse a otro tipo de
relación entre nosotros y la realidad.»
2c. «Conjeturo que algún órgano físico es necesario para
hacer posible el manejo de impresiones abstractas (en
oposición a las impresiones de los sentidos) … tal
órgano sensorial debe mantener una relación
estrecha con el centro neurológico del lenguaje.»
Las primeras dos citas son del artículo de Gödel, de 1964,
«What is Cantorʹs continuum problem?», y la tercera es de
A Logical Journey, de Hao Wang. Esos tres postulados a
partir de ahora se indicarán como el segundo tipo de
datos, el otro tipo de relación y el órgano de Gödel.
1500