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Published by vigcypug, 2018-10-26 13:26:28

EN TENIDA BLANCA

En Tenida Blanca

En Tenida Blanca

Masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819 - 1902)
Samuel Sánchez Gálvez



En Tenida Blanca

Masonería en una ciudad cubana.
Cienfuegos (1819 - 1902)

Samuel Sánchez Gálvez

En Tenida Blanca. Masonería en una ciudad cubana.
Cienfuegos (1819 - 1902)

Primera Edición: Abril 2017

Autor: Samuel Sánchez Gálvez
Universidad de Guayaquil, Facultad de Filosofía

Revisión Técnica:
El presente texto fue sometido a revisión y aprobación por pares ciegos externos.
Edición y diagramación:
Edición:
Equipo Editorial

Dirección de Investigación
Vicerrectorado de Investigación, Gestión del Conocimiento y Posgrado
Universidad de Guayaquil

Digramación
Portada: Plano de Cienfuegos de 1908

Carrera de Diseño Gráfico
Facultad de Comunicación Social

Universidad de Guayaquil

Registros
Derecho de autor IEPI: 2018-5916
ISBN: 978-9978-59-141-3

Quedan rigurosamente prohibidas, bajo las sanciones en las leyes, la producción
o almacenamiento total o parcial de la presente publicación, incluyendo el
diseño de la portada, así como la transmisión de la misma por cualquiera de sus
medios, tanto si es electrónico, como químico, mecánico, óptico, de grabación o
bien de fotocopia, sin la autorización de los titulares del copyright.

Guayaquil - Ecuador

Dedicatoria

Para:
La logia Fernandina de Jagua y sus miembros de

todas las épocas
Eduardo Torres-Cuevas
Yolanda y Ángel (+), Mei-ling y César, Claudia y
Yolanda, padres, hermanos y sobrinas
Samuel y Emmanuel, mis hijos y el todo



Agradecimiento

El trabajo para sacar a la luz un texto como el presente, hijo
casi total de mi tesis doctoral, implica contraer muchas y
agradables deudas. Quede aquí constancia de nuestro
agradecimiento para:

A Eduardo Torres-Cuevas, quien se consagró a la con-
secución de este trabajo, en una labor que desbordó, con
mucho, las habituales tareas y proceder de un tutor. Sus
enseñanzas científicas han sido la mejor y más privilegia-
da escuela. Él y su esposa Patricia González Díaz me pre-
miaron con un afecto familiar por mí correspondido.

La logia masónica Fernandina de Jagua y su membresía
que, orgullosa de su historia, me alentó y ayudó en este
empeño;

La logia masónica Asilo de la Virtud, dueña de un hermoso
pasado.

La Gran Logia de Cuba, la cual me abrió sus archivos y
biblioteca con largura fraternal.

La Universidad Carlos Rafael Rodríguez y en especial a
la Facultad de Humanidades, por el apoyo y el tiempo.
A mis compañeros de Departamento, quienes, desprendi-
dos, suplieron mi ausencia.

El Archivo Nacional de Cuba, la Biblioteca y el Archivo
provinciales de Cienfuegos, los cuales facilitaron con sus
fondos y atenciones el trabajo.

Los amigos de la Biblioteca Nacional José Martí, la Casa
de Altos Estudios Don Fernando Ortiz y el Departamento
de Historia de la Universidad de la Habana, siempre pres-

tos a un auxilio que aproveché cuanto fue preciso.

David Díaz Rivero, Juan Bautista Cogollo Martínez, Ne-
reyda Moya Padilla y David Soler Marchand, por sus
persistentes impulsos iniciales. Lesby Domínguez Fon-
seca, Haens Beltrán Alonso y Vero E. Rodríguez Orre-
go por sustituirme en mis responsabilidades. A Yazmín
Ydoy Ortiz, por sus repetidos auxilios.

Álvaro Cabrera Álvarez (+), por aquellas primeras leccio-
nes de Historia de Cuba, Osvaldo Ramírez Pérez, Octavio
Carrera González, Osvaldo Valdés Durán, Enrique Gon-
zález Alonso, por su preocupación y refuerzo.

A mi hermano Ángel Santiesteban Prats, por su probado
y vasto altruismo.

A mis padres, Yolanda y Ángel (+), por abrirme el camino
de la vida, la ética, la educación y la cultura. Ellos junto a
mis hermanos Mei-ling y César constituyen retaguardia,
de la que hice uso con frecuencia.

A Carmen, porque a su lado no hubo escollos ni trances
insalvables.

A mis hijos Samuel y Emmanuel; sin ellos todo hubiera
sido quimérico. Ambos conocieron, y toleraron, sacrificios
y carencias. Samuel, con una lucidez escasa de hallar a sus
años, derrochó su amor, tiempo y esfuerzos en aras de que
culminase la tarea. Los dos fueron el esencial aliciente. El
texto fue por, y para ellos.

Índice
Prólogo...................................................................................11
En el vestíbulo de los talleres masónicos...........................11

Capítulo I...............................................................................33
Levantando talleres. La masonería se institucionaliza en
Cienfuegos.............................................................................33

Orígenes y desarrollo de la masonería
en Cuba (1798-1902)...................................................................... 37
De Colonia Fernandina de Jagua a ciudad
de Cienfuegos.................................................................................. 47
Antecedentes de la masonería en Cienfuegos.
Pasos irregulares (1819-1868) ..................................................... 54
Unión Nº 5, una logia del GOCA.............................................. 55

Capítulo II..............................................................................85
Entre columnas. Las bases de funcionamiento
de las logias............................................................................85

Las logias y el pensamiento masónico..................................... 86
Mecanismos de iniciación, afiliación y separación............... 89
Los hombres del Cuadro ..........................................................103
Los visitantes ................................................................................115
La labor social, arista masónica más visible..........................121
Auxilios fraternales y beneficencia .........................................122
Labor social ...................................................................................130
Libros para edificar al Hombre ...............................................137
La Biblioteca Pública de Fernandina de Jagua.....................139

Capítulo III..........................................................................149
Puliendo la piedra bruta. Ciencia y cultura en
Fernandina y Asilo..............................................................149

Los debates científicos y culturales en las logias.................166
La educación, el centro del interés...........................................171
Otros debates significativos en Fernandina de Jagua........178
Dos ejemplos reveladores de la presencia del
discurso científico.........................................................................184

Capítulo IV..........................................................................195
Las posiciones ideológicas y políticas de
los masones cienfuegueros...............................................195

Manifestaciones del pensamiento social en
Fernandina y Asilo .....................................................................199
El Siglo: una voz masónica pública ........................................215
El pensamiento y la actuación política de los
miembros de Fernandina de Jagua.........................................221
Los nombres simbólicos.............................................................223
Masones y política........................................................................226
Fernandina de Jagua y Asilo de la Virtud durante
la ocupación militar de los Estados Unidos .........................244

Epílogo .................................................................................257
Sin golpes finales de mazo.................................................257
Fuentes documentales........................................................261
Fuentes periódicas..............................................................261
Fuentes bibliográficas.........................................................262
Anexos .................................................................................287
Samuel Sánchez Gálvez .....................................................415

Samuel Sánchez Gálvez

Prólogo

En el vestíbulo de los talleres masónicos

La historia de la masonería moderna, desde su constitu-
ción, hace justo trescientos años, hasta nuestros días,
ha sido objeto de la atención de numerosos investi-
gadores e historiadores, sin y con filiación masónica. En el
cúmulo de libros, ensayos y artículos elaborados sobre la
temática, se mezclan trabajos serios, rigurosos y científicos
con otros pseudocientíficos, virtualmente panfletarios o ma-
nipuladores de la verdad histórica. En los últimos años, el
tema de la masonería, debido, entre otras razones, a su uti-
lización como argumento de best-sellers y filmes ha ganado
el favor del gran público,1 y facilitado la aparición, tanto im-
presa como digital, de una copiosa producción de artículos
y libros. A gran parte de estos les caracteriza el empleo de
elementos fantasiosos y la ausencia de cientificidad.

Al propio tiempo, el desarrollo de las ciencias históricas du-
rante el siglo XX, combinado con la arraigada importancia de
la institución en muchos países, propició, desde las últimas
décadas, una continuada atención académica internacional a
la masonería. Tal interés, ha favorecido un proceso de socia-

1 Ver libros como El código Da Vinci, Hermanos de sangre y El enigma sagrado o
películas y documentales como Tesoro nacional; Secretos de la hermandad de
los francmasones; Misterios de los francmasones, el comienzo; Washington DC
y la masonería; Ilumiti y masones: el poder oculto; entre otros muchos. Todos en
su conjunto han contribuido a aumentar el interés por la institución y también,
en diferente medida, a desvirtuar determinados aspectos de su historia.

11

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

lización del conocimiento acerca de la misma, tanto a través
de libros y publicaciones especializadas como mediante la
celebración de simposios y eventos científicos.

La situación antes descrita obligó al autor de la presente in-
vestigación a realizar un trabajo de discriminación de las
fuentes a utilizar para su consecución, concentrando su es-
tudio en aquellas de carácter documental y científico. Entre
las obras consultadas que tienen como objeto la historia de la
masonería, resulta indispensable mencionar por su carácter
universal a Historia de la Francmasonería de Joseph Gabriel
Findel, Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas
en España, especialmente de la Francmasonería de Vicente de la
Fuente, Diccionario Enciclopédico de la Masonería de Lorenzo
Frau Abrines y Rosendo Arús, Thet Catedral Builders de Lea-
der Scout, History of Freemasonry de Hughan y Stilslson, Una
contribución a la Historia Masónica de México de Richard E.
Chism, y Storia Della Masonería italiana de Aldo Mola.

Especial atención se prestó a historiadores como José Antonio
Ferrer Benimeli, Manuel de Paz Sánchez, José Manuel Caste-
llanos Gil, Yván Pozuelo Andrés, Francisco López Casimiro y
Francisco Sánchez Montoya de España, Erick Saunier, Agnes
Renault y Dominique Soucy de Francia, Andreas Onnefors de
Inglaterra y José Eduardo Franco de Portugal, y por Latinoa-
mérica Miguel Guzmán-Stein de Costa Rica y María Eugenia
Vázquez Semadeni, Ismael Acosta García y Carlos Francisco
Martínez Moreno de México. La totalidad de ellos, con multi-
plicidad de enfoques historiográficos, ha realizado en los úl-
timos años valiosos estudios académicos sobre la masonería.

Parte de la obra de los historiadores antes mencionados -ci-
tada en la bibliografía de este estudio-, se halla en las me-
morias de los Simposiums Internacionales organizados por
el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española,
institución académica que une en la Universidad de Zara-

12

Samuel Sánchez Gálvez

goza, a los estudiosos del tema de distintas universidades
de ese país, de Europa y Latinoamérica. A otros autores se
accedió durante la celebración del I y II Simposios Interna-
cionales de Historia de la Masonería Latinoamericana y Ca-
ribeña, celebrados en la Universidad de La Habana, en 2007
y 2008. La lectura crítica de sus escritos permitió profundizar
en la historia universal de la institución, y en la de diferentes
países y regiones, así como distinguir los distintos enfoques
y metodologías de trabajo empleados por cada uno.

En el caso de Cuba, las investigaciones y estudios sobre la ma-
sonería resaltan por su cuantía y larga data. Se distinguen por
su número los debidos a miembros de la propia institución. La
producción de los historiadores masones conforma un varia-
do entramado bibliográfico, difícil de encontrar, en igual can-
tidad y rigor, en el resto de las instituciones del país así como
entre sus iguales latinoamericanas. Eduardo Torres-Cuevas
considera que tal realidad obedece a que: “la masonería cu-
bana mantuvo un esfuerzo serio en tratar de producir obras
que, presentando rigor en sus contenidos, informaciones e
interpretaciones, permitieran respaldar su papel dentro de la
sociedad, la cultura y el ámbito político nacional”.2

Sin embargo, al adentrarse en la obra de muchos de estos
historiadores masones, el investigador no debe soslayar que
gran parte de ellas se caracteriza por la exaltación de la insti-
tución, y que la interpretación del fenómeno de la masonería
“aparece velada por el prisma con que los autores asumen su
objeto de estudio, la época en que escribieron y las ideas fi-
losófico-político-morales que compartieron. La razón que los
motivaba no era sólo la del historiador que tiene como objeto
de estudio la incidencia de la masonería en el decursar de la
sociedad cubana, sino la del masón que, desde el interior de la

2 Eduardo Torres-Cuevas: Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Editorial
Imagen Contemporánea, La Habana, 2005, pp. 59 – 60.

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En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

institución, observa sólo aquello que la enaltece. Por tanto, la
ausencia está en que en la historiografía cubana no han exis-
tido estudios académicos en torno a la institución basados en
una búsqueda documental que permita reconstruir, de mane-
ra objetiva, el verdadero papel de la masonería en la historia
de Cuba desde una perspectiva no sólo institucional”.3

De los historiadores cubanos con filiación masónica son fun-
damentales las obras de Aurelio Almeida González,4 Francisco
de Paula Rodríguez y Gerardo L. Betancourt,5 Aurelio Miran-
da Álvarez,6 Roque Garrigó7 Francisco J. Ponte Domínguez8
y Roger Fernández Callejas,9 entre otros. A ellos se suma, en
una segunda línea, un nutrido grupo de investigadores e his-
toriadores miembros de la institución que, en publicaciones
internas de la misma y en la prensa masónica, han acumulado
una variada gama de artículos, notas, reseñas y crónicas de
heterogénea calidad y alcance.

De manera usual, los estudios históricos realizados por auto-
res cubanos con filiación masónica, tributan a tres líneas fun-
damentales. La primera se concentra en el estudio de hechos

3 Eduardo Torres-Cuevas: op. cit., p. 61.

4 Aurelio Almeida: El Consultor del masón, Puente Godoy y Loureiro Editores,
Madrid, 1883.

5 Francisco de Paula Rodríguez y Gerardo L. Betancourt: Manual masónico,
Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1919.

6 Aurelio Miranda Álvarez: Historia documentada de la masonería en Cuba, Molina,
La Habana, 1933.

7 Roque Garrigó: Historia documentada de la Conspiración de los Soles y Rayos de
Bolívar, Editorial El Siglo XX, La Habana, 1929.

8 Francisco J. Ponte Domínguez: El delito de la Francmasonería en Cuba, Editorial
Lex, La Habana, 1951; La masonería en la independencia de Cuba, Editorial Modas
Magazines, La Habana, 1954; Historia de la masonería del Rito Escocés en Cuba,
Editorial Siglo XX, La Habana, 1961.

9 Roger Fernández Callejas: Cien años de actividad masónica, Imprenta el Siglo XX,
La Habana, 1961.

14

Samuel Sánchez Gálvez

de la historia nacional en los cuales tuvieron un papel desta-
cado la masonería o los masones. Dichos estudios priorizan
los procesos independentistas, presentando como una notable
ausencia los estudios sobre la etapa republicana. La segunda
línea se dirige al análisis de la vida y la obra de figuras masó-
nicas ilustres, por ejemplo, Céspedes, Maceo, Martí. La tercera
estudia hechos institucionales tales como fundación de logias,
asilos y escuelas, entre otras.

Sin que constituya una generalización para todos los casos,
dichos trabajos se caracterizan por:
1) apologizar los hechos y figuras institucionales, limitándo-
se a describirlos o biografiarlos;
2) enfatizar en la historia institucional del siglo XIX y la pri-
mera mitad del XX;
3) no observar con frecuencia la necesaria objetividad en el
manejo de hechos y fuentes, prescindiendo en muchos casos
del ineludible respaldo documental, ni emplear, con el obli-
gado rigor, la crítica histórica; y
4) no enmarcar los estudios en una rigurosa periodización de
la historia institucional.
Pese a estas limitaciones teóricas y metodológicas, la obra
de los historiadores e investigadores masones, contiene altos
valores por su contribución al conocimiento y comprensión
de la historia de la institución en Cuba.

No obstante lo anterior, en los últimos cincuenta años la pro-
ducción de autores con filiación masónica, sobre la temática
institucional, ha sido más escasa, de muy variada calidad y
desconocida en los medios académicos. A ello ha contribuido
que la revista La Gran Logia10 -órgano oficial de la masonería cu-
bana-, en cuyos números es frecuente la aparición de artículos
sobre su historia, ha visto alterados sus ciclos de publicación.

10 La revista La Gran Logia fue fundada en 1881, publicándose ininterrumpidamente
desde entonces. Hoy es la revista cubana más antigua.

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En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

El tema de la masonería y de la filiación masónica de desta-
cadas figuras de la historia nacional, ha sido preocupación
de numerosos historiadores y literatos. Durante el período
neocolonial, autores como Vidal Morales, Roque Garrigó,
Adrián del Valle, José Luciano Franco y Ramiro Guerra, y,
luego de 1959, Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo,
entre otros, dedicaron espacios en sus obras para indicar la
presencia de la masonería en determinados hechos trascen-
dentales de nuestra historia. No obstante, casi todos ellos
señalaron la imposibilidad establecer un nexo más profun-
do con la materia por carecer de la documentación primaria
necesaria para ello.11 Esa situación los llevó, en ocasiones, a
imprecisiones. Mientras, en la literatura, obras como El siglo
de las luces, de Alejo Carpentier y La novela de mi vida, de Leo-
nardo Padura, entregan, desde la ficción, una problemática
masónica casi ausente en nuestras historias.

A partir de 1959, la necesidad de priorizar temáticas que ex-
pliquen los procesos de liberación y formación nacionales
y las incertidumbres ante la importancia del estudio de la
masonería para la comprensión de otros procesos vitales de
nuestra historia nacional, llevaron a una insuficiente aten-
ción a la institución masónica y a su relación e incidencia en
los distintos procesos culturales e ideológicos de la sociedad
cubana. Derivado de ello, con frecuencia, biógrafos de des-
tacadas figuras cubanas han soslayado la filiación masóni-
ca de estos, obviando el estudio de ese componente de sus

11 Precisaría de un estudio particular, que no es objeto del libro, analizar la
presencia de la masonería en la historiografía cubana. Intermitentemente
aparece en textos de muy variados autores y contextos. Sólo refiero aquí algunos
ejemplos. Fernando Portuondo y del Prado y Hortensia Pichardo Viñals: Carlos
Manuel de Céspedes. Escritos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974. T.
I, ver Introducción; Vidal Morales y Morales: Iniciadores y primeros mártires, La
Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963; Ramiro Guerra: Guerra de los Diez
Años, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1972, T.1; José Luciano Franco:
Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1975.

16

Samuel Sánchez Gálvez

ideologías y prácticas vitales.12 Tampoco se localizan estu-
dios regionales o locales sobre la historia de la institución
realizados por profesionales de la historia, tarea necesaria
a cumplir, dada la contribución que desde estos espacios es
posible realizar para el completamiento y explicación de he-
chos y procesos de la historia nacional.

Ante tal realidad, urge que los estudios sobre la masonería,
tradicional medio de asociación y socialización en Cuba,
ocupen el espacio que les corresponden, a fin de determinar
el alcance de la presencia de la institución en cada período
de la historia y la sociedad cubana, en todos sus niveles.

A juicio de Jorge Ibarra: “Los estudios históricos cubanos han
tendido a reseñar o explicar hechos o nociones económicas,
o bien a reconstruir y definir acontecimientos y procesos po-
líticos. Los esfuerzos por relacionar o integrar estos campos
se han efectuado, por lo general, vinculando sin medición
alguna lo económico y lo político. No se ha considerado que
lo social pudiera constituir un terreno intermedio”.13 El estudio
de la masonería forma parte de ese terreno intermedio a que se
refiere ese historiador.

En el proceso de nuestra investigación, identificamos a algo
más de una decena de investigadores e historiadores con-
temporáneos, autores de artículos y libros sobre la temática
de la historia de la masonería en Cuba: dos cubanos, una

12 La filiación masónica de Maceo apenas ha sido tratada por sus biógrafos. Sólo
Eduardo Torres-Cuevas la ha atendido en detalle, en su libro, citado en la
bibliografía del presente trabajo, Antonio Maceo. Las ideas que sostiene el arma.
Sucede lo mismo con la figura de José Martí cuya militancia en la institución
fue, durante largos años, puesta en entredicho tanto en algunas obras como
en la prensa. Ver, por ejemplo, de Luis Toledo Sande: Ideología y práctica en José
Martí: seis aproximaciones, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1982 y del
mismo autor “¿Martí masón?”, Granma, 8 de noviembre de 2003, p. 2.

13 Jorge Ibarra: “Historiografía y Revolución”, Temas, Nº 3, 1995, pp. 5-17.

17

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

francesa y once españoles.14 La desproporción entre el nú-
mero de nacionales y extranjeros es abismal. El fenómeno de
que la masonería cubana, de unos años a la fecha, sea escu-
driñada por especialistas foráneos y se carezca de la necesa-
ria contrapartida nacional a los mismos, reafirma cuánto la
temática precisa de la atención de los historiadores cubanos.
Vale apuntar como a la fecha de hoy el numero de historia-
dores e investigadores foráneos con obras sobre la historia
de la masonería cubana ha aumentado.

Ante tal contexto, los historiadores cubanos no se han cruza-
do de brazos. En julio del año 2003, propulsada por Eduardo
Torres-Cuevas, presidente de la Casa de Altos Estudios Don
Fernando Ortiz, adscrita a la Universidad de La Habana,
junto a Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de
La Habana, unidos a la Gran Logia de Cuba de A:. L:. y A:.
M:., se creó la Cátedra Transdisciplinaria de Estudios Histó-
ricos de la Masonería Cubana y Caribeña, Vicente Antonio
de Castro y Bermúdez.

Bajo la égida de dicha institución, y presididas por Eduar-
do Torres-Cuevas, se han desarrollado un grupo de acciones
académicas, dirigidas al estudio de la masonería. Destacan
entre ellas, la celebración de tres Simposios Internacionales
de Historia de la Masonería Latinoamericana y Caribeña,
celebrados en La Habana en los años 2007, 2008 y 2017, la
tutoría de maestrías y doctorados sobre la temática y la im-
partición de postgrados, entre otras.15

14 Ellos son: José Manuel Castellanos Gil, José Antonio Ferrer Benimeli, Manuel
de Paz Sánchez, José Leonardo Ruíz Sánchez, José Miguel Delgado Idarreta,
Antonio Morales Benítez, Fernando Sigler Silvera, José Martínez Millán, Pilar
Amador, María Dolores Domingo Acebrón, Manuel Hernández González y
Abilio Jorge Torres de España y Dominique Soucy de Francia.

15 Son fruto de la labor de dicha Cátedra, el co patrocinio académico por la Casa
de Altos Estudios Don Fernando Ortiz de la Revista de Estudios Históricos de la
Masonería Latinoamericana y Caribeña, la inclusión en la carrera de Historia de la

18

Samuel Sánchez Gálvez

En particular, los antes aludidos simposios permitieron el
intercambio académico en La Habana con varios de los fun-
damentales estudiosos de la masonería hoy en el mundo.
Derivado de estos encuentros surgió lo que el historiador es-
pañol Yván Pozuelo Andrés, ha dado en nombrar “el Grupo
de la Habana”, y la Revista de Estudios Históricos de la Masone-
ría Latinoamericana y Caribeña.16

Por su importancia científica, las perspectivas historiográfi-
cas empleadas y su relación con el trabajo que nos ocupa, es-
timamos necesario detenernos en la obra de seis estudiosos

Universidad de Cienfuegos de cursos optativos sobre Historia de la Masonería,
la publicación de varios artículos y libros de investigadores e historiadores
cubanos sobre la temática así como la labor en la tesis en opción al doctorado
en Ciencias Históricas “La logia masónica cienfueguera Fernandina de Jagua.
(1878-1902). Un estudio de caso”, de Samuel Sánchez Gálvez, defendida en el
año 2010; la tesis en opción a la categoría de Máster en Estudios Históricos y
Antropológicos “Aproximación al funcionamiento de la Gran Logia de la Isla
de Cuba desde la revista La Gran Logia (1929-1933), de Haens Beltrán Alonso, en
el año 2011; las tesis de pregrado “Significación sociocultural de los símbolos
empleados en las logias masónicas de la ciudad de Cienfuegos”, de Aimara
Olga Amador Alonso, en el año 2011 y “La logia masónica Francisco Sánchez
Curbelo de Cumanayagua (1939-1945)”, de la estudiante Claudia Bravo
Ramírez, todos de la Universidad de Cienfuegos “Carlos Rafael Rodríguez”.
En 2016, el Máster Haens Beltrán Alonso defendió su tesis doctoral en Ciencias
de la Educación “La propuesta educacional de la Universidad Nacional
Masónica”. En la actualidad, opta por el doctorado en Ciencias Históricas el
licenciado Yuniel Fonseca Pozo, profesor de la universidad de Granma, con una
tesis de título “La Gran Logia Oriental de Cuba: un caso de cisma masónico”.

16 Yván Pozuelo Andrés: Pozuelo Andrés, Yván: “La historiografía masónica
latinoamericanista actual. Presente y futuro”, 200 años de Iberoamérica (1810-
2010). Congreso Internacional. Actas del XIV Encuentro de Latinoamericanistas
Españoles, eds. Rey Tristán, Eduardo & Calvo González, Patricia (Santiago de
Compostela: Universidad de Santiago de Compostela, 2010), 281-288. halshs.
archives-ouvertes.fr/docs/00/52/92/98/PDF/AT4_Pozuelo.pdf. El Grupo
de La Habana está constituido por los profesores Ricardo Esquivel Martínez
y Miguel Guzmán-Stein, de Costa Rica; Carlos Francisco Martínez Moreno y
María Eugenia Vázquez Semadeni de México, José Antonio Ferrer Benimeli
e Yván Pozuelo Andrés de España; Roberto Valdés Valle, de El Salvador; y
Eduardo Torres-Cuevas, Samuel Sánchez Gálvez, Haens Beltrán Alonso, Janet
Iglesias Cruz y Javiher Gutiérrez Forte, de Cuba.

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En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

de la historia de la masonería cubana. La obra del primero
de ellos, José Antonio Ferrer Benimeli, se considera como
la más trascendente en la historia de los estudios científicos
de la masonería española y latinoamericana. A él se debe la
introducción del tema en los medios académicos españoles
y europeos; la elaboración sistemática de una rigurosa me-
todología para el estudio histórico de la masonería hispano
hablante y el aporte de una documentación y localización
bibliográfica acerca de la misma como no existió con ante-
rioridad. Desde 1983 a la fecha ha celebrado catorce simpo-
siums académicos internacionales sobre la masonería en la
historia de España y de América Latina. Las actas de trece de
esos simposiums fueron consultadas en aras de precisar los
métodos, la metodología, la información y las fuentes para
nuestro estudio. De su obra examinamos, Masonería, Iglesia
e Ilustración -cuatro tomos-, Bibliografía de la Masonería -dos
tomos-, y numerosos artículos.17

En el medio académico de nuestro país, caso único es el de
Eduardo Torres-Cuevas quien, desde 1968, ha dedicado im-
portante lugar en sus investigaciones a aspectos generales y
sistémicos de la historia de la institución masónica en Cuba,
con una marcada atención a hechos y figuras nacionales.18
Su esencial labor ha estado dirigida a estudiar los orígenes,
desarrollo e importancia del quehacer masónico en la histo-
ria de Cuba y la presencia e influencia de la masonería en el
pensamiento de algunas figuras de la historia nacional, como
José Martí y Antonio Maceo. Torres-Cuevas ha analizado y

17 José A. Ferrer Benimeli: Masonería, Iglesia e Ilustración. Un conflicto ideológico-
político-religioso, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1986; Bibliografía de
la Masonería, Fundación Universitaria Española, Madrid, 2004.

18 Eduardo Torres-Cuevas: “Vicente Antonio de Castro, el Gran Oriente de Cuba
y las Antillas y la ruptura del 68”, Santiago, Nº 32, diciembre de 1978, pp. 125-
180; Antonio Maceo. Las ideas que sostienen el arma, Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1995; Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Editorial Imagen
Contemporánea, 2005, segunda edición, entre otros.

20

Samuel Sánchez Gálvez

valorado el papel de las concepciones y el quehacer masóni-
cos en la conformación del pensamiento y la nación cubanos,
en los diversos períodos de nuestra historia nacional

De especial importancia resulta su crítica a la historiografía
masónica nacional y a los historiadores masones. Con ella,
ha favorecido el acercamiento contemporáneo a la obra de
esos autores, fijándoles en la dimensión merecida dentro del
total de los historiadores cubanos, sin distinción a partir de
filiación alguna. En su labor con las fuentes -limitada a docu-
mentación de consulta abiertamente pública-, ha rescatado
una bibliografía sobre la temática imposible de desdeñar por
quien se consagre a ella. Torres-Cuevas estableció la prime-
ra periodización científica de la historia masónica nacional,
realizada a partir de su estudio sobre el desarrollo de la ins-
titución en la sociedad cubana, con un punto focal en el año
1898. Sus resultados científicos demuestran la necesidad de
continuar los estudios sobre la masonería cubana en los ni-
veles regionales y locales del país y señalan, desde el orden
teórico-metodológico, algunos de los caminos a tomar por
quienes emprendan esa tarea.

El español José Manuel Castellanos Gil es autor del libro La
masonería española en Cuba.19 Caracteriza a su obra el estu-
dio de la presencia institucional de la masonería española en
Cuba. A las complejas relaciones entre la masonería españo-
la y la cubana, al interior de la sociedad de la Isla, no estu-
diadas con anterioridad, les dedica este autor su mayor aten-
ción. La obra, sin embargo, pese a la amplia documentación
utilizada, desconoce otras informaciones e intenta ponderar
a la masonería española sobre la cubana, en su accionar en
la Isla.20

19 José Manuel Castellanos Gil: La masonería española en Cuba, Centro de Cultura
Popular Canaria, S. Cruz de Tenerife, 1996.

20 Valga apuntar, con relación a dicha obra, que su autor, asume como masonería

21

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

Por su parte, la investigadora francesa Dominique Soucy pu-
blicó en el año 2006 el libro Masonería y Nación. Redes masóni-
cas y políticas en la construcción identitaria cubana (1811-1902).21
En él, Soucy dirige su análisis a revelar cómo el pensamiento
masónico-liberal se manifestó en la sociedad y las institu-
ciones cubanas. Para ello estudió la historia de la masonería
en el país, la relación del pensamiento masónico-liberal con
las corrientes ideológicas concurrentes en Cuba en el perío-
do y lo que el mismo representó para la conformación de la
nación. Uno de los más importantes aportes de esta autora
es haber trabajado y publicado la documentación masónica
cubana que obra en archivos del Gran Oriente de Francia, la
cual es reveladora de las diferencias ideológicas presentes
hacia lo interno de la masonería cubana.

Con una obra menos amplia, se encuentra el investigador
masón Eduardo Vázquez Pérez. En el año 2004 apareció, en
la revista Universidad de la Habana, el artículo “La iniciación
masónica de José Martí”.22 En él, paralelo a su crítica a un
grupo de fuentes testimoniales que sustentan la filiación ma-
sónica del Apóstol, reveló otro conjunto de fuentes prima-
rias y secundarias para el estudio de la masonería.

Por último, al también historiador masón Vicente Rumbaut
y Yanes se debe La masonería y el odfelismo en Cienfuegos. Pá-

española al total del grupo de logias que, durante el último tercio del siglo
XIX, laboraron en la Isla con Carta Patente de cuerpos masónicos de ese país.
Aceptar tal presupuesto podría llevar a considerar como francesa a la masonería
actuante en Cuba a inicios de ese propio siglo o como portuguesa a la masonería
actuante en España bajo los auspicios del Gran Oriente Lusitano Unido.

21 Dominique Soucy: Masonería y nación. Redes masónicas y políticas en la construcción
identitaria cubana (1811- 1902), Ediciones Idea, Las Palmas de Gran Canaria,
2005.

22 Eduardo Vázquez Pérez: “La iniciación Masónica de José Martí”, Revista
Universidad de la Habana, Nº 259, 2004, pp. 92-112.

22

Samuel Sánchez Gálvez

ginas Históricas 1878-1938, publicada en 1938.23 La obra, en-
caminada a historiar las logias masónicas en la ciudad de
Cienfuegos, es única por cuanto no se logró localizar en el
país ninguna otra con similares características. La masonería y
el… -enmarcada dentro de la corriente histórica positivista-,
resulta descriptiva y documental, carente de enlaces históri-
cos con los sucesos nacionales y locales, tanto en el ámbito
masónico como fuera de él, presenta a la institución confina-
da en sí misma y sin relación con el complejo sistema social
del cual formó parte. En consecuencia, es imposible consi-
derarla, a la luz de los avances de la ciencia histórica, como
un estudio completo del accionar de los talleres masónicos
cienfuegueros en el período del cual se ocupa. Pese a todo lo
anterior, constituye un invaluable documento histórico que
refleja información de muy difícil acceso para el historiador
no masón y alude, en oportunidades, a documentación ya
hoy día desaparecida.

Más allá del primero del inicial período de presencia ma-
sónica en Cienfuegos, en el proceso de definición de los
contenidos de la presente obra, se comprobó que entre los
años 1878-1902, la masonería cienfueguera jugó un papel de
primer orden dentro del movimiento masónico nacional. La
historia local refleja la fundación en Cienfuegos, a partir de
1878, de cinco talleres masónicos -Fernandina de Jagua, Asilo
de la Virtud, Obreros del Progreso, Convención y Hesperia-,
varios de los cuales, en determinado momento, funcionaron
de manera paralela. Tal prolijidad de talleres masónicos,
nunca más se repetiría en la localidad hasta la fecha.

Dichas logias tuvieron una significativa membrecía, tanto
por su número como por sus características individuales, y
patrocinaron numerosas iniciativas socio-culturales, algunas

23 Vicente Rumbaut y Yanes: La masonería y el odfelismo en Cienfuegos. Páginas
Históricas 1878-1938, Taller Tipográfico Rafael Caro, Cienfuegos, 1938.

23

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

de ellas de señalada repercusión para el desarrollo de la so-
ciedad cienfueguera. Entre los cinco talleres mencionados se
distinguen Fernandina de Jagua y Asilo de la Virtud, los cua-
les hasta hoy archivan, en regular estado de preservación,
todos sus libros de actas. Al propio tiempo, Fernandina de
Jagua archiva los expedientes de sus miembros, numerosa
papelería, parte de la correspondencia sostenida con otros
talleres y con personas naturales y jurídicas así como los li-
bros de asientos económicos, facturas y fotos, entre otros do-
cumentos de diversa índole.

Resultó definitoria para emprender la presente investigación
la conjunción de varios factores, como los siguientes:

1- El insuficiente estudio académico de la masonería en
Cuba.

2- La ausencia en el país de estudios históricos dirigidos
al análisis de la labor de las logias masónicas de una
ciudad, en un período histórico específico.

3- La relevancia de la actividad masónica en la ciudad
de Cienfuegos en el período 1878-1902.

4- La necesidad de analizar la influencia de dicha acti-
vidad en la historia de la ciudad, -sobre la base de las
formas en que en ella accionó y su vinculación con
la sociedad local e incluso, en ocasiones, regional y
nacional.

5- El volumen y significativo valor de las fuentes pri-
marias localizadas en los archivos de las logias cien-
fuegueras Fernandina de Jagua y Asilo de la Virtud.

La pretensión de determinar la significación de la presen-
cia de las logias masónicas en Cienfuegos, llevaba implíci-
to valorar los aportes de esas instituciones al desarrollo de
la sociedad local en esos años. El marco cronológico en que
nos enmarcamos obedece a tres elementos fundamentales.
Desde la propia fundación de la inicial colonia, hay entre

24

Samuel Sánchez Gálvez

sus fundadores masones. En 1878, se fundan en la ciudad
las dos principales logias del período, Asilo de la Virtud y
Fernandina de Jagua. Al propio tiempo, en ese año culmina
la Guerra de los Diez Años, iniciándose el complejo período
entre guerras -conocido en la historia nacional como la Tre-
gua Fecunda-, determinado por el marco social, político e
ideológico del régimen de la Restauración Española, y carac-
terizado, entre otras particularidades, por la creación y fun-
cionamiento de los primeros partidos políticos en Cuba. El
período entre 1878 y 1902, cubre además los trascendentales
procesos de las guerras de Independencia e Hispano-cuba-
no-americana y concluye con la etapa de gestación del siste-
ma neocolonial, es decir, la ocupación norteamericana entre
1899-1902.

A partir de 1902 la masonería cubana, y por ende la cienfue-
guera, se adentra en una dinámica de desarrollo, de ajustes y
reajustes, en el cual el movimiento masónico cierra un ciclo
y abre otro -que ya venía germinándose desde los años an-
teriores a la Guerra de Independencia-, en el cual se aprecia
cómo las fuerzas internas de la institución se debaten entre el
acercamiento y el alejamiento de la influencia de la masone-
ría estadounidense. Por último, y no de menor importancia,
entre 1899 y 1902, en la masonería cubana se llevaron a cabo
cambios y proyecciones que determinarían sus característi-
cas en el siglo XX, en particular en la etapa neocolonial.

A partir de ello, y contando con la amplia e inédita docu-
mentación existente en el taller Fernandina de Jagua, y a la
que pudo accederse de Asilo de la Virtud y Convención, así
como de otras fuentes, nos dimos a las tareas de analizar la
inicial presencia de la masonería en Cienfuegos, y el pro-
ceso de institucionalización de la masonería en la ciudad,
la relación entre la estructura de funcionamiento interno
de Fernandina de Jagua y Asilo de la Virtud y las acciones
sociales y culturales de los anteriores talleres durante el pe-

25

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

ríodo estudiado en la ciudad y región cienfuegueras, para
fundamentar su alcance, así como el examen del desempe-
ño de las logias Fernandina de Jagua y Asilo de la Virtud
y de sus membrecías durante los procesos políticos tras-
cendentales del período. Todo ello, en aras de establecer la
correspondencia de las actividades internas y externas de
las logias, con los procesos culturales, educativos, sociales,
científicos e ideológicos que tuvieron lugar en esos años en
la ciudad y región, considerando que la actividad de las
mismas tuvo una incidencia destacada en el desarrollo so-
cial, cultural y patriótico local y regional.

Para ello, fueron examinados los métodos contemporáneos
aplicados al estudio académico de la masonería. Debe des-
tacarse que en la actualidad son varios los autores con pro-
puestas de métodos específicos para el estudio histórico de
las masonerías nacionales. En Italia, el profesor de la uni-
versidad de Milán, Aldo Alessandro Mola, ha formulado su
método en el trabajo titulado “Orientaciones actuales de los
estudios de la historia de la masonería italiana”,24 el cual con-
creta en su libro Storia Della Masonería italiana. 25 En España,
José Antonio Ferrer Benimeli, también propone un método
en su libro El conde de Aranda y en sus obras ya citadas sobre
la historia de la masonería española.26

Por su parte, el profesor Eduardo Torres-Cuevas plantea un
método para el estudio de la masonería en el contexto nacio-
nal cubano, que tiene como fin la periodización de la historia
nacional masónica, precisa los contenidos y características
de la masonería en períodos históricos específicos, y define

24 Aldo Alessandro Mola: “Orientaciones actuales de los estudios de la historia de
la masonería italiana”, La masonería en la historia de España, Diputación General
de Aragón, Zaragoza, 1989, pp. 409-429.

25 Aldo Alessandro Mola: Storia Della Masonería italiana, Bompaini, Milano, 1994.

26 José A. Ferrer Benimeli: El conde de Aranda, Palacio de Sastago, Zaragoza, 1998.

26

Samuel Sánchez Gálvez

una técnica concreta para establecer el sentido epocal de los
conceptos masónicos.

La metodología aplicada en nuestro trabajo responde a las
propuestas teóricas de estos tres historiadores contemporá-
neos de la masonería universal. La eficiencia de las mismas
la avalan los resultados alcanzados por esos autores en sus
obras y se corresponde con los estudios actuales de Historia
de Instituciones, como, por ejemplo, la Iglesia Católica.
Tomando como referencia los estudios antes mencionados,
el trabajo inicial se dirigió al análisis, interpretación y crítica,
mediante procesos heurísticos, de las fuentes primarias de la
masonería cienfueguera. Esas fuentes en lo esencial fueron:
las actas de las sesiones de las logias cienfuegueras corres-
pondientes al período 1878-1902, los expedientes masónicos
de sus miembros, la correspondencia enviada y recibida y
los asientos económicos, entre otros.

Para la investigación se precisó de la localización, consulta y
examen de fuentes bibliográficas y periodísticas, amén de la
restauración, conservación rudimentaria, ordenamiento, cla-
sificación, lectura crítica, análisis y fichaje de fuentes docu-
mentales primarias y el procesamiento estadístico. Las fuen-
tes documentales primarias constituyeron el sustento de la
labor investigativa. Lamentablemente, tras beneficiarnos de
un inicial acceso a las actas de las sesiones masónicas de Asi-
lo de la Virtud, nos resultó imposible terminar el trabajo con
ellas. Para suplir tal carencia, y también para cruzar nece-
sarias referencias, acudimos a la obra La masonería y el odfe-
lismo en Cienfuegos. Páginas Históricas 1878-1938, de Vicente
Rumbaut y Yanes quien fue miembro de esa logia y dedicó
la mayor parte de ese libro a develar su labor.

Fueron revisadas más de 1500 actas de las sesiones de estas
tres logias, las cuales no habían sido consultadas con anterio-
ridad, excepto por Rumbaut, y no con metodologías y objeti-

27

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

vos similares a las nuestros. Tal revisión arrojó, en su conjun-
to, novedosa información. Sirva aquí de ejemplo el hallazgo,
en el expediente de Amelio de Luis Vela de los Reyes, de la
firma de José Martí en un documento masónico, con lo cual,
por primera vez, quedó probada su filiación a la institución. 27
No obstante, dichas fuentes primarias, de manera reiterada,
no brindan, ni explícita ni implícitamente, una información
suficiente sobre la vida interna de las logias que permita de-
tallar, con cientificidad, en un grupo de aspectos de interés a
examinar, o profundizar, por el investigador, ni tampoco los
diversos matices en que estos podían manifestarse. Valga,
por ejemplos señalar, la posición de las logias ante la cues-
tión racial, los debates científico-culturales. Sobre estos últi-
mos, los secretarios apenas enunciaron sus temas o tomaron
nota sólo en algunos casos muy particulares. Ello impidió,
con frecuencia, ubicar con el imprescindible rigor, el pensa-
miento de los masones locales en el lugar correspondiente,
con respecto a las corrientes de opinión y pensamiento im-
perantes en la ciudad y en el período. Tampoco fue posible
adentrarnos en las contradicciones entre los miembros rela-
tivas a la actividades internas de los talleres -las cuales, se
traslucen de forma indecisa o se intuyen por el investigador
pero resultan imposibles de establecer y examinar, sin incu-
rrir en la conjetura-, ni en las potenciales discrepancias entre
las membrecías de las logias por cuestiones ideológicas o po-
líticas o la posible manifestación de la acción de los partidos
políticos hacia el interior de las logias.

El hecho de resultar imposible acceder a todo el espectro de
pormenores de la vida interna de los talleres masónicos, im-
pidió establecer las diferencias confinadas al marco interno
de las logias, más allá de lo que podrá apreciarse. Tal pri-

27 A raíz de ello, en el año 2007, el autor de esta obra publicó Martí ciñó el mandil.
Prueba documental de su filiación masónica. Editorial Bachiller y Morales, Ciudad
de la Habana, 2007. En ese propio año, el libro fue reeditado por la editorial de
la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz en la Ciudad de La Habana.

28

Samuel Sánchez Gálvez

vación pudiera inferir en el lector una imagen de un sosiego
irreal en el funcionamiento de las mismas y una avenencia de
criterios inexistente entre sus miembros. Al anterior obstáculo
se sumó que las fuentes primarias y secundarias cienfuegueras
del período, tampoco permiten dilucidar en detalle el accionar
externo de las logias o la posición o actuación individual de los
masones cienfuegueros, ante diversas cuestiones relativas a la
vida social y política en la localidad.

Si a lo anterior se suma la necesidad de reconstruir históri-
camente la actuación de las logias masónicas cienfuegueras
y su membrecía -dada la inexistencia de antecedentes his-
toriográficos sobre el tema-, y la obligada síntesis a que el
investigador se vio compelido, se explica la dificultad de un
mayor despliegue interpretativo y analítico de nuestra parte.

Por diversos medios se recuperaron y/o reconstruyeron los
Registros de Miembros de las logias Fernandina de Jagua y
Asilo de la Virtud, y de manera incompleta los de los talleres
Obreros del Progreso, Convención y Hesperia. Para rescatar
el registro de la membrecía de Fernandina de Jagua, se re-
cuperaron, restauraron y procesaron 390 expedientes de los
405 miembros que tuvo la logia Fernandina de Jagua en el
período.

Mientras, la reconstrucción de la membrecía de Asilo de la
Virtud -inexistente en esa logia-, se realizó a partir de los da-
tos de los masones radicados en los libros económicos de ese
taller -siglo XIX e inicios del XX-, archivados en la Gran Lo-
gia de Cuba. El proceso de trabajo con dichos asientos resul-
tó engorroso por el estado que presenta la documentación.
Las reiteradas omisiones presentes en esos informes impi-
dieron toda la uniformidad deseada por el historiador para
conseguir una más detallada labor estadística. Con relación
a la membrecía de las logias Obreros del Progreso, Conven-
ción y Hesperia, estas se obtuvieron a partir de la obra de

29

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

Rumbaut, ampliada, y corroborada cuando fue el caso, por
la presencia como visitantes en Fernandina y Asilo de maso-
nes de esos talleres.

Se reconstruyeron y procesaron las estadísticas de las membre-
cías de Fernandina y Asilo y los usuarios y los movimientos de
los fondos de la biblioteca de la logia Fernandina de Jagua entre
1891 y 1902. Se identificaron además los títulos de algunas de
las donaciones recibidas por la biblioteca de ese taller.
Se localizaron en los archivos de las logias Fernandina de
Jagua y Asilo de la Virtud varios folletos raros o valiosos,
así como documentos varios, escritos sueltos y cartas inédi-
tas, la mayoría de los cuales sólo resultaron depositarios de
valores referenciales. No obstante, su lectura permitió centrar-
se en otras búsquedas o decantar presupuestos investigativos.
En Fernandina de Jagua se examinó la correspondencia que se
conserva, del total de la sostenida por la logia o sus miembros
con masones, otras personas e instituciones.

En el proceso de contraste y completamiento de la informa-
ción se indagó en los periódicos La Escuadra -años 1899-1901-,
y La Revista Masónica -año 1902-, órganos masónicos cienfue-
gueros en los cuales publicaron, en lo esencial, los miembros
de Fernandina de Jagua y Asilo de la Virtud y algunas auto-
ridades masónicas nacionales, así como en los ejemplares del
segundo semestre del año 1887 del periódico local El Siglo,28
entre otros.

Se revisaron todos los números de la revista La Gran Logia co-
rrespondientes a 1881, 1882, 1884, 1891, 1892, y los de 1894-1895
y 1899-1903, únicos atesorados del período. En ellos se halló
gran cantidad de información sobre el desarrollo de la masone-

28 Ni en la Biblioteca Provincial de Cienfuegos, el Archivo Provincial de
Cienfuegos, el Archivo Coronado de Santa Clara o en la Biblioteca Nacional
José Martí hallamos ejemplares de ese diario. Los únicos localizados se hallan
en poder del autor.

30

Samuel Sánchez Gálvez

ría cubana en esos años, así como datos específicos de las logias
de la ciudad.

En la biblioteca y archivos de la Gran Logia de Cuba se con-
sultó gran cantidad de bibliografía y se completó informa-
ción específica sobre la masonería cienfueguera. En la Biblio-
teca Provincial de Cienfuegos se examinaron el periódico La
Correspondencia y los números allí conservados de los perió-
dicos La República, La Tribuna y Libertad. En el Archivo Pro-
vincial cienfueguero se consultaron el Registro de Asociacio-
nes y documentos del período. En la Biblioteca Nacional se
accedió a varios títulos de valor.

Se hizo constante consulta de los libros dedicados a la his-
toria de Cienfuegos del siglo XIX e inicios del XX, todos de
extraordinario provecho por la gran cantidad de informa-
ción que aportan, el origen primario de las mismas y los da-
tos que ofrecen acerca de algunas figuras masónicas locales.
Estas obras son: Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdic-
ción29 de Enrique Edo y Llop, Memoria, descriptiva, histórica y
biográfica de Cienfuegos30 de Pablo Rousseau y Pablo Díaz de
Villegas y el Diccionario Biográfico Cienfueguero31 de Luis Juan
Bustamante.

Por sus contribuciones en la temática tratada, y por el he-
cho de que no existen antecedentes de este tipo de trabajo
en las ciencias históricas cubanas contemporáneas, consi-
deramos que la obra constituye una novedad científica. En
consecuencia, abre un espacio para el estudio de este tipo

29 Enrique Edo y Llop: Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdicción, Imprenta
Nueva de J. Andreuy Gp., Cienfuegos, 1888.

30 Pablo L Rousseau y Pablo Díaz de Villegas: Memoria, descriptiva, histórica y
biográfica de Cienfuegos. Establecimiento Tipográfico “El Siglo XX”, Habana,
1920.

31 Luis J. Bustamante: Diccionario Biográfico Cienfueguero, Imp. R Bustamante,
Cienfuegos, 1931.

31

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

de instituciones en Cuba, constituye una primera propues-
ta metodológica nacional para el estudio de las logias ma-
sónicas, contribuye al desarrollo de los estudios históricos
regionales e institucionales, precisa históricamente, y da a
conocer, el surgimiento, proyección, actividad y resultados
de la labor de las logias masónicas de la ciudad de Cienfue-
gos entre 1878 y 1902, evaluando sus acciones, y las de sus
miembros, en los planos culturales, ideológicos y sociales,
en un período trascendental de la formación del pueblo y la
nación cubanos. Por último, brinda información inédita, la
cual enriquece la historia social, cultural, científica e ideoló-
gica de Cienfuegos y ofrece nuevos elementos para el cono-
cimiento de la historia del movimiento independentista en la
región cienfueguera.

32

Samuel Sánchez Gálvez

Capítulo I

Levantando talleres. La masonería se
institucionaliza en Cienfuegos

En la primera mitad del siglo XVIII, en Londres se tenían
lugar las más profundas transformaciones en el campo
del saber, en la sociedad y en las estructuras políticas.
El 20 de septiembre de 1714, con la entrada del rey Jorge I
en la capital británica, triunfaban las tendencias burguesas
contrarias a la monarquía absoluta. Los nuevos cambios se
sostenían en una profunda renovación, promovida por las
ciencias y el pensamiento británicos. La división de poderes,
el aburguesamiento de la aristocracia y el desarrollo impe-
tuoso de las ciencias físicas -en particular de las teorías de
Newton-, penetraban en toda la vida y la sociedad de ese
país.

En tal contexto, las cervecerías, tabernas, cafeterías y posa-
das se constituían en punto de reunión de los más inquietos
hombres de pensamiento, junto a obreros, marinos y bus-
cavidas. El 24 de junio de 1717, en una de esas tabernas, El
Ganso y las Parrillas, cuatro logias o talleres de constructo-
res, en los cuales ya predominaban los llamados aceptados

33

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

masones -personas que no ejercían el oficio de constructores,
sino que eran miembros de la nobleza, oficiales del ejército
y de la marina-, decidieron constituir una nueva y original
organización: la Gran Logia de Inglaterra.32

La nueva institución tenía contenidos y objetivos distintos a
aquellos de la señalada como masonería operativa o de obreros
constructores de la Edad Media. Por esas razones, se dio en lla-
mar masonería filosófica o especulativa. Su nuevo objetivo de-
clarado era construir el edificio moral y espiritual del hombre.

Un mismo grupo de personajes estuvo asociado a la creación
de las dos instituciones más significativas del movimiento
sobre el cual se basó la Ilustración británica: el llamado Co-
legio Invisible de la Universidad de Oxford y la masonería
moderna. Destaca entre ellos Jean Teofilo Dessagulliers,
hombre vinculado a Newton y propagador de sus teorías,
capellán privado del príncipe heredero de la corona británi-
ca y reputado teólogo y físico.

Así, por un lado surgió una institución exotérica y científica:
la Royal Society. Por otro, una esotérica y selectiva: la ma-
sonería.33 Los creadores de la primera eran miembros de la
segunda, a la cual le formularon sus bases filosóficas.

32 Gran Logia: cuerpo rector de la masonería en un territorio dado. Se constituye
como una confederación, que agrupa, como mínimo, a tres logias. Entre
los derechos de una Gran Logia se halla la entrega de Cartas Patentes o
autorizaciones para la creación de nuevas logias o de una nueva Gran Logia.

33 Masón: término cuyos orígenes provienen del latín, para designar a los
obreros o artesanos constructores. Por esta razón, en la terminología
masónica, a los miembros de la institución se les denomina indistintamente
masones, constructores u obreros. Masonería: término con el cual se designa
a la institución universal que agrupa a los masones. Logia: con el estilo de
construcción gótico, en los terrenos anexos a la obra en al cual se trabajaba,
surgió un taller donde laboraban los obreros artesanos al cual se le denominó
logia. A los locales donde se reúnen o sesionan los masones se les denomina
indistintamente templos, logias o talleres.

34

Samuel Sánchez Gálvez

Partiendo del pensamiento filosófico y científico de la mo-
dernidad, los fundadores de la masonería moderna eran
partidarios decisivos del pensamiento racionalista y de las
consecuencias filosóficas de los principios de la física new-
toniana. Ello explica los preceptos en que se asentó la nueva
institución: la creencia en un Ser supremo y único, el Gran
Arquitecto del Universo, constructor del universo -al cual,
según las leyes de la inercia, había dejado a su propio des-
tino-; la libertad de conciencia, en tanto cada hombre puede
llegar por sí y en sí a elegir, en completa libertad, su propio
destino, junto con una serie de preceptos morales resumi-
dos en la idea de que “la religión del masón consiste en ser
buenos y leales, hombres de honor y probidad, cualquiera
que sea la posición social que tenga o sus convicciones indi-
viduales”.34 El masón debe ser, según dispone el Libro de las
Constituciones de 1723, un hombre pacífico y respetuoso de
las leyes del país donde actúa.

Unos veinte años después de creada la Gran Logia de Ingla-
terra, como fraternidad entre los hombres de distintos cre-
dos, países o clase social, la masonería adquirió otra carac-
terística: su principio de ejercer la beneficencia y la ayuda a
ciertos individuos o instituciones necesitadas.

En el agitado mundo de las tabernas y posadas inglesas, entra-
ron en relación con la nueva institución destacadas personali-
dades de otras partes del mundo como el norteamericano Ben-
jamín Franklin, el francés François-Marie Arouet (Voltaire) y el
latinoamericano Francisco de Miranda. Con asombrosa rapidez
la institución se extendió por el mundo. Surgieron nuevos cuer-
pos masónicos. Tan de moda se puso la institución que pronto,
incluso, se crearon cuerpos espurios. Por toda Europa la noble-
za, la burguesía y sectores importantes del bajo clero entraron a
formar parte de logias, a veces, dudosamente masónicas.

34 Eduardo Torres-Cuevas: op. cit., p. 9.

35

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

Dos lugares donde se desarrolló con gran rapidez la masone-
ría fueron las Trece Colonias inglesas y Francia. Los Padres
Fundadores de Estados Unidos eran, en su mayoría, maso-
nes. La Revolución Francesa tuvo masones en todos los ban-
dos. El propio Napoleón Bonaparte supeditó el Gran Oriente
de Francia a los intereses de su imperio.

El siglo XIX, se inició con la presencia de varias tendencias
contrapuestas en el mundo masónico de entonces. La Gran
Logia Unida de Inglaterra y el Gran Oriente de Francia res-
pondían a concepciones e intereses diferentes. Mientras, en
los Estados Unidos una masonería legal y elitista crecía y le
iba acompañando en su expansión. La masonería cubana, se-
ría hija de las contraposiciones de estas tres grandes potencias
masónicas, pero a su vez generaría sus propias características.
En particular el Caribe, sería centro de expansión de esas po-
tencias masónicas. En él la institución vería surgir tendencias
significativas para el desarrollo ulterior de América Latina.

A mediados del siglo XIX, mientras la masonería inglesa se
aristocratizaba, la francesa se radicalizaba en una tendencia
que asumiría el principio de Libertad, Igualdad y Fraterni-
dad, como lema de sus logias. La masonería francesa también
adoptaría a la Mariana, al gorro frigio y a la bandera tricolor
como sus insignias. A diferencia de la inglesa, la masonería
francesa no sólo promovería el librepensamiento sino que ten-
dría entre sus estandartes, la defensa de la sociedad laica, la
separación de la iglesia y el estado, la enseñanza pública gra-
tuita y laica, las libertades individuales y el republicanismo.

El conflicto y la acusación mutua entre las dos instituciones ma-
sónicas de haber abandonado los preceptos masónicos, llevaría
a la ruptura de relaciones entre ambas. El hecho se produjo en
1871, cuando el Gran Oriente de Francia eliminó de sus litur-
gias la advocación al Gran Arquitecto del Universo (GADU).
Mientras estos enfrentamientos se producían en Europa, la ma-

36

Samuel Sánchez Gálvez

sonería estadounidense se fortalecía, ampliaba su influencia en
América Latina y se proclamaba como la primera potencia ma-
sónica del mundo.

Un aspecto decisivo a tomar en cuenta a la hora de analizar los
conflictos de la masonería universal, fue la sistemática condena
del papado a la misma. La primera de esas condenas la emitió
el Papa Clemente XII, el 28 de abril de 1738, y la última, Pío X,
el 20 de noviembre de 1911. La visión filosófica masónica y las
condenas papales explican los enfrentamientos dados entre la
masonería y la Iglesia Católica. Tales colisiones resultaron en
especial enconadas en los países pertenecientes al imperio his-
pano, toda vez que en las propias definiciones de las constitu-
ciones españolas se estipulaba a español como católico.

Fue con la Restauración de la monarquía española en 1876,
que el conflicto se agudizó entre un sector del clero, autodefi-
nido como antimasónico, y otro cultural, librepensador y an-
ticlerical. Precisamente, en un entorno social con tales carac-
terísticas, enmarcadas por el pensamiento de ese período, de
enconado enfrentamiento ideológico, se crean y funcionan en
Cienfuegos varias de sus fundamentales logias.

Orígenes y desarrollo de la masonería en Cuba (1798-1902)

Eduardo Torres-Cuevas, en su libro Historia de la masonería
cubana. Seis ensayos, establece una primera periodización
para el estudio de la masonería en el país. La misma se asume
a los fines del presente trabajo. Los períodos que considera este
autor son tres. El primero abarca los años 1798-1830, el segundo
los correspondientes a 1830-1868, y el tercero comprende desde
1868 hasta 1898.35

35 Eduardo Torres-Cuevas: “Los cuerpos masónicos cubanos durante el siglo XIX”,
Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Editorial Imagen Contemporánea,
La Habana, 2005, pp. 59-112.

37

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

La historia de la masonería en Cuba se remonta al siglo XVI-
II, punto de partida de la periodización de Torres-Cuevas. El
primer vínculo de la institución con la Isla aparece reflejado
en la Historia de la Francmasonería de Findel, quien señala que
entre los años 1751-1754, la Gran Logia de Inglaterra designó
un Gran Maestro Provincial para Cuba.36

Sin embargo, la primera huella de funcionamiento masónico
en el país se halla en un documento del 3 de mayo de 1763.
En esa fecha, el taller Nº 218 emitió un diploma otorgando el
grado de Maestro Masón a Alexander Cockburn. Dicha logia
pertenecía al Regimiento de Infantería Nº 48 del ejército de
ocupación inglés y sesionó en La Habana con Carta Patente de
la Gran Logia de Irlanda. No hay constancia histórica de que
en ella se iniciaran criollos. Con la retirada de los ingleses del
país cesó la actividad masónica en Cuba durante largos años.

El apresamiento y posterior destierro a la metrópoli del agente
británico en la Isla John Fitz Gerarld, entre otras causas por la
posesión de un título de francmasón,37 es, hasta el momento,
el único signo localizado de actividad masónica en Cuba entre
los años 1763-1798. Estos tres hechos, y el conocido vínculo de
la dirección de la Gran Logia de Inglaterra con la corona britá-
nica, ratifican el interés de los ingleses por Cuba.

Es en el período que abarca los años 1798-1830, cuando se in-
troduce, institucionaliza y organiza la masonería en el país,
se difunde su ideario y crece de forma paulatina su membre-
cía. Tras los levantamientos de esclavos en Santo Domingo y
las migraciones francesas hacia Cuba, en 1798, se establecie-
ron en la Isla cuatro logias previamente allí constituidas. Sus

36 J. G. Findel: Historia de la Francmasonería: versión española de Roger Fernández
Callejas, Editorial Acacia, La Habana, 1946. Tomo I, p. 168.

37 Francisco J. Ponte Domínguez: El delito de la Francmasonería en Cuba. Estudio
histórico de la alianza del altar y el trono en persecución de la francmasonería de Cuba,
Editorial Humanidad, México, D.F., 195, p. 30.

38

Samuel Sánchez Gálvez

Cartas Patentes38 habían sido emitidas por el Gran Oriente
de Francia.

El 17 de diciembre de 1804, la Gran Logia de Pensilvania
otorgó Carta Patente a la primera logia masónica cubana: El
Templo de las Virtudes Teologales. Aunque en sus inicios
su nombre figuraba en francés y la mayoría de sus miem-
bros eran de esa nacionalidad, en ella comenzaron a militar
destacadas personalidades de la sociedad criolla. Entre ellos,
Joseph Cerneau,39 Román de la Luz40 y Joaquín de Infante.41

En 1805, levantó columnas en Santiago de Cuba la Reunión
de Coeurs, otra logia emigrada de Haití. 42 En 1810, con pa-
tentes de la Gran Logia de Pensilvania, se fundaron Unión
de Regla y La Fidelidad Habanera.

Como se aprecia, las primeras logias establecidas en Cuba,
lo hicieron bajo la influencia del Gran Oriente de Francia.
Coincidió su fundación con una etapa crucial del desarrollo
azucarero cubano y de los primeros movimientos intelectuales
en el país. La juventud estudiosa de La Habana y Santiago de

38 Carta Patente: autorización que emite una Gran Logia, para la creación de
una nueva logia o la regularización del funcionamiento de otra previamente
establecida.

39 Joseph Cerneau: una de las figuras más controvertidas en la historia de la
masonería de Cuba y los EUA. De nacionalidad francesa fue acusado “de ideas
revolucionarias” por el marqués de Someruelos, Capitán General de Cuba.

40 Román de la Luz: perteneciente a una destacada familia criolla, fue detenido
y enviado a prisión por dirigir una de las conspiraciones separatistas en la
historia de Cuba.

41 Joaquín de Infante: participante en la conspiración de Román de la Luz, logró
escapar a Venezuela, donde escribió el primer proyecto, que se conozca, de una
constitución para una República de Cuba independiente.

42 Levantar columnas en lenguaje masónico es sinónimo de fundar un taller. Se
refiriere a las dos columnas que se levantan dentro de toda logia masónica.
Abatir columnas es cerrarla. La frase “entre columnas”, indica, entre otras
acepciones, estar dentro de la logia.

39

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

Cuba, sintió cierto atractivo por esa institución. Lo más destaca-
do de este proceso es que en el triángulo Haití, Cuba, la Luisia-
na, surgía una nueva visión de la masonería, luego sintetizada
en el llamado Rito Escocés.43

Para 1815 se fundó en La Habana, con Carta Patente de la
Gran Logia de la Luisiana, la logia Unión Fraternal, y en 1818
se crearon las logias Divina Pastora, en Matanzas y La Recti-
tud, en La Habana. En ese propio año, la Gran Logia de Pen-
silvania, autorizó la constitución de otros dos talleres: Las
Delicias de la Habana y La Recompensa de las Virtudes. Por
esos años, la Gran Logia de Carolina del Sur expidió Carta
Patente para la logia Constancia, en La Habana.

En 1820, al instaurarse en Cuba el segundo período constitucio-
nal, se crearon las condiciones legales para el surgimiento de
cuerpos masónicos rectores de las logias existentes en el país.
El 30 de noviembre de 1820, se fundó la Gran Logia del Rito
de York y el 14 de mayo de 1821, se constituyó el Gran Oriente
Territorial Español Americano del Rito de Escocia.

Entre esos cuerpos rectores surgieron diferencias, determi-
nadas en lo esencial por la composición de la membrecía de
los talleres de cada uno. Mientras que en las logias yorki-
nas prevalecían los criollos, en el Gran Oriente Territorial
predominaban los peninsulares. En este último, a partir de
1822, los criollos se constituirían en mayoría. A ambos cuer-
pos masónicos se les acusaría de incitar y participar en los
primeros procesos independentistas ocurridos en la Isla.

43 Rito: nombre que asume una determinada tendencia en la masonería;
implica grados o niveles de iniciación en correspondencia con un contenido o
conocimiento específico. El Rito Escocés, compuesto por treinta y tres grados o
niveles de conocimiento y perfeccionamiento individual, surgió, en realidad,
en las zonas del Caribe y en el sur de Norteamérica, fundamentalmente en
la Luisiana, la cual, en la época, tenía una mayoría de población francesa y
española criollas.

40

Samuel Sánchez Gálvez

Durante el período constitucional español de 1820 a 1823, y los
años subsiguientes, resalta la variedad de influencias que recibió
la presencia masónica en Cuba. El influjo español fue mínimo.
Mientras preponderaron, el francés primero, y el norteamericano
después. Los disímiles orígenes de las Cartas Patentes de las logias
y el relativo cosmopolitismo de su membrecía, coadyuvaron a que
la masonería en la Isla, desde sus inicios, se nutriera de lo más di-
verso y avanzado del pensamiento masónico universal.

Los masones cubanos se vieron forzados a ajustar a su realidad ese
caudal de ideas, forjando su propia versión del ideario y quehacer
masónicos, condicionados ambos por el contexto en que actuaban
-caracterizado por la presencia de la esclavitud, la condición colo-
nial y la división en razas de la sociedad cubana. Interesa destacar
la ausencia de elementos probatorios que permitan identificar a la
masonería con la dirección y ejecución de los movimientos conspi-
rativos de esos años, como los Rayos y Soles de Bolívar y la Cons-
piración de la Gran Legión del Águila Negra.

A partir de 1824, con la prohibición de la masonería en Es-
paña y sus colonias, comenzó en Cuba un declive en el ejer-
cicio masónico, y tanto, que entre los años 1830-1857, -los
que abarcan gran parte del segundo período enunciado por
Torres-Cuevas, que comprende de 1830 a 1868-, no se conoce
la existencia de algún cuerpo regular o irregular en la Isla.

Para 1857, se establecen en Santiago de Cuba dos logias,
Fraternidad Nº 1 y Prudencia Nº 2, ambas con Carta Pa-
tente de la Gran Logia de Carolina del Sur. A ellas se sumó
en la misma ciudad, en noviembre de 1859, la Logia San
Andrés Nº 3. Las tres constituyeron, el 5 de diciembre de
1859, la Gran Logia de Colón. Con este paso el territorio
de la Isla quedó legalmente ocupado por un cuerpo masó-
nico autóctono. El 27 de diciembre de ese propio año, au-

41

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

torizado por Albert Pike44 a nombre del Supremo Consejo
Meridional de los Estados Unidos, con sede en Carolina
del Sur, Andrés Cassard45 creó el Supremo Consejo del
Grado 33º46 para Cuba y las Antillas españolas.47

44 Albert Pike: una de las figuras más importantes en la historia de la masonería
universal. Nacido en Charleston, Estados Unidos, se destacó como miembro del
ejército en la conquista de los territorios indianos. Se le atribuyen matanzas de
indios. Partidario de la esclavitud, se destacó durante la secesión de los estados
del sur y en la guerra subsiguiente. Finalizada la conflagración debió exiliarse
en Canadá, de donde regresó a Charleston, previo perdón del presidente de
los Estados Unidos y el juramento de Pike de fidelidad a la nación. Un extraño
personaje, con el sobrenombre de León Taxíl, desarrolló una de las campañas
antimasónicas más importantes de la segunda mitad del siglo XIX en Europa,
acusando a Pike, de ser la figura principal en una masonería luciferina que, a
su vez, controlaba a todas las masonerías del mundo en una conjuramentación
contra la Iglesia y los estados. Años después, el propio Taxíl, reconoció que le
había “tomado el pelo” a millones de personas con su fábula de la masonería
luciferina. La campaña de Taxíl contra Pike había tenido una gran repercusión
en España. El hecho de que Pike emitiera la Carta Patente para la constitución
del cuerpo masónico cubano, fue una de las bases del ataque del poder colonial
y la Iglesia Católica a la masonería en Cuba.

45 Andrés Cassard: una de las figuras más importantes de la masonería
latinoamericana. Nacido en Santiago de Cuba, de ascendencia francesa, tuvo
que exiliarse por haber participado en actividades contra el poder español y,
con Eduardo Facciolo, en la edición del periódico clandestino La Voz del Pueblo.
Fue autor de uno de los manuales masónicos de mayor circulación en América
Latina y fundador, en 1855, de la primera logia en Nueva York que trabajó
en idioma español, la famosa La Fraternidad Nº 387, a la cual pertenecieron
numerosos miembros del movimiento independentista cubano. Martí la visitó
con cierta frecuencia.

46 Mientras que las Grandes Logias agrupan los grados del 1º al 3º, los Supremos
Consejos son los cuerpos masónicos rectores de los grados desde el 4º hasta el
33º, en el caso del Rito Escocés. A estos últimos grados se les llama filosóficos
o altos grados. En sus comienzos la masonería sólo contaba con tres grados,
fue con su desarrollo que surgieron los altos grados. En un territorio masónico,
la mayoría de las logias son conocidas con el nombre de simbólicas y sólo
cuentan con los tres primeros grados, el último de los cuales otorga a plenitud
los derechos de la condición de masón. Por esas razones son las Grandes
Logias las que rigen la mayoría de las logias pertenecientes a una masonería
territorialmente delimitada.

47 Eduardo Torres-Cuevas: Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Editorial
Imagen Contemporánea, La Habana, 2005, p. 83.

42

Samuel Sánchez Gálvez

Tres años más tarde, en 1862, Vicente Antonio de Castro
y Bermúdez, fundó el Gran Oriente de Cuba y las Anti-
llas (GOCA). Este cuerpo masónico irregular48 dividiría
a la masonería cubana pero resultaría de extraordinaria
importancia en la historia nacional: “Su origen tuvo un ca-
rácter esencialmente patriótico, ético y de reforma social;
en él se gestó la Revolución cubana de octubre de 1868”.49
Bajo la dirección de Vicente Antonio de Castro, el GOCA
llegaría a establecer unas veinte logias distribuidas en La
Habana, Matanzas, Cienfuegos, Trinidad, Puerto Prínci-
pe, Bayamo, Manzanillo, Santiago de Cuba, Holguín, Las
Tunas y Jiguaní. En los talleres del GOCA militaron mu-
chos de los conspiradores del 68, en particular sus figuras
rectoras.

Desaprobado por Albert Pike, quien lo calificó como “club
central de jacobinos”, del GOCA diría el historiador ma-
són Aurelio Almeida: “Su sistema, saliendo del estrecho
círculo bíblico-moral en que giran los rituales ingleses y
americano, abrazó el vastísimo campo de las ciencias so-
ciales y políticas”.50

Con relación a las liturgias del GOCA, Torres-Cuevas con-
sidera que estas: “declaraban su carácter racionalista, ilumi-
nista, liberal, democrático, anticlerical, solidario internacio-
nalmente, laico, defensor de la enseñanza no religiosa, deísta

48 Cuando un cuerpo masónico o una logia masónica comienza a trabajar sin
cumplir con todas las ordenanzas estatuidas en los llamados Antiguos Limites
o incumplen con alguno de ellos luego de creados, se les califica de irregulares.

49 Eduardo Torres-Cuevas: op. cit., p. 85. Para ampliar sobre la temática del
GOCA ver su ensayo en el mismo libro “El Gran Oriente de Cuba y las Antillas
y la ruptura del 68”, pp. 113-157; y del mismo autor Antonio Maceo: las ideas que
sostienen el arma, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1995, pp. 25-48.

50 Aurelio Almeida: El Consultor del Masón. Colección de tratados sobre todas las
materias de la Francmasonería. Ed. Godoy, Puente Loureiro, Madrid, 1883, p. 75.

43

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

y, sobre todo, patriota”,51 y agrega que ese cuerpo masónico:
“generalizó una visión patriótica sobre las bases de un repu-
blicanismo democrático que sólo podía realizarse mediante
la creación de un estado independiente”.52 El GOCA desa-
pareció el 10 de octubre de 1868, pero en plena manigua se-
sionaron algunas logias trashumantes continuadoras de sus
postulados.53

Iniciada la Guerra de los Diez Años -comienzo a su vez de
un nuevo período en la historia de la masonería cubana-,
la institución y sus miembros sufrieron la represión de las
autoridades españolas llegando al caso de que José Andrés
Puente Badel, Gran Maestro de la Gran Logia de Colón, re-
sultase, junto con otras personalidades masónicas, asesinado
en el ingenio San Juan de Wilson en las cercanías del Cobre.
El 26 de mayo de 1870, un grupo de logias habaneras, bus-
cando autonomía con respecto a la Gran Logia de Colón y al
Supremo Consejo radicados en Santiago de Cuba, fundaron
la Madre Logia de la Habana, concepción que fracasó. Más
tarde, el 23 de mayo de 1875, se fundó la Madre Logia Pro-
vincial de Occidente.

También en ese año, el Supremo Consejo de Colón envió una
delegación a la Convención de los Supremos Consejos del
Rito Escocés en Lausana, Suiza. En contraste con la acepta-
ción de los dos delegados cubanos, a los de España no se les
admitió en Lausana por considerarse a su masonería insufi-
cientemente organizada.

El 1 de agosto de 1876, con Aurelio Almeida como promo-

51 Eduardo Torres-Cuevas: op. cit., p. 87.

52 Ibídem., p. 88.

53 Los más conocidos de estos Talleres trashumantes mambises fueron
Independencia, cuyo Venerable Maestro fuera Carlos Manuel de Céspedes, y
la logia Tínima que actuó en los campos del Camagüey.

44

Samuel Sánchez Gálvez

tor, y con el apoyo de los principales cuerpos masónicos es-
tadounidenses, se creó en La Habana la Gran Logia de la
Isla de Cuba, continuadora del GOCA de Vicente Antonio
de Castro.

El 28 de enero de 1880, dieciocho logias pertenecientes a
la Gran Logia de la Isla de Cuba y veintiocho de la Gran
Logia de Colón se fusionaron para crear la Gran Logia de
Colón e Isla de Cuba, la cual fue reconocida de inmediato
por la Gran Logia Unida de Inglaterra y ratificada por el
resto de las grandes logias con las cuales ambas sostenían
relaciones. Su dirección quedó, en lo fundamental, en ma-
nos de un grupo “vinculado al liberalismo insular de claras
proyecciones reformistas y que darían origen al Partido Li-
beral, que poco después se denominó Autonomista. Mas, el
carácter de las logias masónicas permitió que convergieran
en ellas, desde una inquietud común por el desarrollo y
transformación de la Cuba colonial, reformistas e indepen-
dentistas, en un trabajo común por el desarrollo cultural y
social del país”.54

En la dirección de la Gran Logia de Colón e Isla de Cuba
lugares protagónicos ocuparon los intelectuales Antonio Go-
vín Torres -Gran Maestro de la Gran Logia entre 1880 y 1891-
, Rafael Montoro -Venerable Maestro de Plus Ultra, una de
las logias de intelectuales más importantes del período-, José
María Gálvez, Aurelio Almeida y José Fernández Pellón.

El 21 de abril del año 1881, se fundó la revista La Gran Logia,
órgano oficial de la masonería cubana. En sus páginas es po-
sible hallar desde entonces la obra de muchos de los intelec-
tuales y pensadores cubanos de primera fila.

Finalizada la Guerra de los Diez Años, los masones obli-

54 Eduardo Torres-Cuevas: op. cit., p. 95.

45

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

gados a emigrar tras el Pacto del Zanjón, regularizaron sus
grados en talleres masónicos de otros países, uniéndose así
a quienes con anterioridad se habían establecido fuera de
Cuba. La emigración masónica cubana fundó talleres que
permitieron la iniciación de nuevos masones y se constituye-
ron en baluartes del independentismo allí donde se instaura-
ron. Sus locales, con la asistencia de masones y no masones,
acogieron reuniones y celebraciones patrióticas de diverso
tipo.55 Entre estas logias adquirieron renombre la Félix Va-
rela, la Francisco Vicente Aguilera y la Ignacio Agramonte,
las dos últimas en La Florida. Por otra parte, los masones
que permanecieron en Cuba o regresaron de la emigración
se incorporaron al desarrollo de las logias y de la Gran Logia
de Colón e Isla de Cuba.

El 15 de junio de 1891, la mayoría de las logias cubanas depen-
dientes de Grandes Orientes españoles se afiliaron a la Gran
Logia de Colón e Isla de Cuba. Tras este paso el nuevo cuerpo
masónico cubano adoptaría el nombre de Gran Logia de la Isla
de Cuba.

En la preparación de la guerra del 95, el lugar de la masone-
ría ya no sería el mismo que en el 68, pues: “Aunque sus tres
principales figuras, José Martí, Máximo Gómez y Antonio
Maceo eran masones, el nuevo movimiento se gestó en un
nuevo tipo de organización: el partido político”.56

El 4 de abril de 1895, con el inicio de la guerra independen-
tista, España prohibió el ejercicio de la masonería en Cuba.
Salvo muy contadas excepciones, las logias dejaron de fun-
cionar hasta finalizada la contienda.

55 En los años 1887 y 1888, por ejemplo, José Martí habló en las conmemoraciones
por el 10 de octubre en actos públicos celebrados en el Masonic Temple de la
ciudad de Nueva York.

56 Eduardo Torres-Cuevas: op. cit., p. 105.

46

Samuel Sánchez Gálvez

El 1 de enero de 1899, al asumir los Estados Unidos la admi-
nistración de Cuba, la masonería cubana reinició sus labores.
La dirección de la Gran Logia fue ocupada entonces por José
Fernández Pellón junto a Aurelio Miranda, Fernando Figue-
redo Socarrás, Francisco de Paula Rodríguez, Juan Bautista
Hernández Barreiro y Miguel Gener, entre otros. La maso-
nería cubana reajustó sus proyecciones y trabajos a la nueva
realidad y recibió, como nunca antes, una oleada de nuevos
miembros.

De Colonia Fernandina de Jagua a ciudad de Cienfuegos

Relacionada, grosso modo, la evolución de la masonería en
Cuba, preciso es analizar, siquiera brevemente, el espacio re-
gional específico en el cual surgirá la masonería en Cienfue-
gos. A finales del siglo XVIII e inicios del XIX, el incremento
de la inmigración forzada africana y la disminución de la po-
blación blanca en Cuba, constituyó una preocupación para las
autoridades españolas. Con el fin de incentivar la inmigración
libre europea hacia la Isla, contrarrestar los resultados de la
inmigración negra, servir como freno a los posibles alzamien-
tos de esclavos y desarrollar una economía complementaria a
la de plantación, desde finales del siglo XVIII, España ejecutó
varios proyectos de poblamiento en la Isla.57 La fundación de
Cienfuegos fue resultado de uno de esos proyectos.

Don Luis Juan Lorenzo De Clouet, Teniente Coronel agrega-
do en 1818 al Estado Mayor de La Habana, presentó al Capi-
tán General de la Isla, Don José Cienfuegos, y al Intendente
Don Alejandro Ramírez, el 1 de enero de 1819, la proposición
de colonizar la bahía de Jagua.58

57 Eduardo Torres-Cuevas: “La sociedad esclavista y sus contradicciones”,
Historia de Cuba. La Colonia, Editora Política, La Habana, Tomo I, Segunda parte,
p. 274.

58 Luis J. Bustamante: Diccionario Biográfico Cienfueguero, Imp. R Bustamante,

47

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

La figura de De Clouet resulta de especial importancia, tanto
para la historia regional de Cienfuegos como para la historia
de la masonería en Cuba. Nacido en Burdeos, Francia, ra-
dicaba en la Luisiana, formando parte del grupo de criollos
franceses de la región. Tras la venta de la Luisiana a los Esta-
dos Unidos, emigró a Cuba. Era De Clouet un hombre muy
vinculado a los comerciantes de Burdeos y a los gobernantes
cubanos, ello le permitió unir, en la creación de la Colonia
de Jagua, los intereses comerciales de ese puerto francés con
los emigrados de la Luisiana y los intereses de la aristocracia
cubana. Era también Burdeos uno de los centros más impor-
tantes de la expansión de la masonería francesa hacia la re-
gión del Caribe.

De Clouet, masón con grado 33º -el máximo del Rito Esco-
cés-, el 2 de abril de 1818, fundó en La Habana, valiéndose
de las facultades que le concedía el Gran Oriente de Francia
y de su grado, la primera Cámara de Altos Grados Masóni-
cos que existió en Cuba.59 Poco más de un año después, el
22 de abril de 1819, De Clouet, al mando de cuarenta y seis
colonos provenientes de Burdeos, fundó la Colonia Fernan-
dina de Jagua. Diversa fue en orígenes, de nacionalidades y
procedencia, la inicial composición de los habitantes de la
Colonia.60

Cienfuegos, 1931, pp. 58-61.

59 “crear Logias, Capítulos, Consejos de Caballeros Kadosh y Tribunales del
grado 31, así como a conferir por sí y por los Talleres de su jurisdicción los
treinta y dos grados del Rito Escocés, desde el de Aprendiz hasta el de Sublime
Príncipe del Real Secreto, ambos inclusive”. Francisco J. Ponte Domínguez:
Historia de la masonería del Rito Escocés en Cuba, Imprenta “Institución M. Inclán”,
La Habana, 1961, p. 46.

60 Pablo L. Rousseau y Pablo Díaz de Villegas: Memoria, descriptiva, histórica y
biográfica de Cienfuegos, Establecimiento Tipográfico “El Siglo XX”, Habana,
1920, pp. 42-50. A los colonos iníciales se sumarían ese mismo año otros 10
procedentes de Nueva Orleáns, 86 de Burdeos y 99 de Filadelfa. En 1820,
llegaron a Fernandina de Jagua 50 colonos de Filadelfia, 74 de Baltimore, 13 de
Nueva Orleáns, 12 de la Luisiana y 233 de diversos sitios de la Isla.

48

Samuel Sánchez Gálvez

Ante el crecimiento económico de Fernandina de Jagua, el
aumento de su población y del territorio ocupado, así como
el surgimiento de nuevos barrios, el 20 de mayo de 1829, el
rey Fernando VII le otorgó a la capital de la región el título
de Villa de Cienfuegos.

La excelente situación geográfica de Cienfuegos, su magnífi-
co puerto natural y fértiles tierras, el auge de la ganadería y
del comercio, el desarrollo intensivo de la industria del azú-
car y la rápida introducción de las más modernas y eficientes
tecnologías en sus procesos fabriles, favorecieron un acele-
rado, e ininterrumpido, desarrollo económico en la región,
durante todo el siglo XIX y primeras décadas del XX.

El desarrollo de la infraestructura económica cienfueguera
se sustentó en el capital comercial y el modelo político, social
y cultural esclavista. El desarrollo regional se vio favoreci-
do por el comercio al por mayor y por menor, a través de
grandes establecimientos, almacenes y variadas pequeñas
industrias manufactureras. Con la acumulación de capitales
comerciales surgieron las primeras medianas y grandes for-
tunas regionales.

Los ríos que desembocan a la bahía, su puerto, la construc-
ción de caminos y la temprana entrada y expansión del ferro-
carril, beneficiaron las comunicaciones y el comercio hacia el
exterior y el interior de la Isla. La exportación del azúcar y
de otros productos, así como los altos volúmenes de impor-
tación, convirtieron a Cienfuegos, en poco tiempo, en uno
de los centros económicos, productivos y comerciales más
importantes de la región central de Cuba.

La estructura clasista-estamental de la ciudad, como la
del resto de la Isla, estaba jerarquizada en blancos, “libres
de color” y negros esclavos. Las clases sociales en la ciu-
dad se hallaron representadas por la burguesía esclavista

49

En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)

agro-manufacturera, una fuerte burguesía comercial, gran
cantidad de pequeños y medianos comerciantes, profesio-
nales, una nada despreciable intelectualidad técnica, arte-
sanos de todo tipo y manifestación, y esclavos.

La ciudad, a partir de la década de los cuarenta del siglo XIX
y con el gobierno liberal de Ramón María de Labra, inició
un pujante desarrollo de la infraestructura social y cultural,
creándose en ella colegios, teatros y sociedades de recreo.

Se conoce que, desde el inicio de la Colonia Fernandina de
Jagua, latieron inquietudes políticas en la región. Durante la
llamada Conspiración de la Escalera, Placido menciona a Ci-
enfuegos de forma tal que puede interpretarse a la localidad
como un punto de conspiración.61 La primera confabulación
de Narciso López tiene a las regiones de Cienfuegos y Trini-
dad como uno de sus referentes. Sin embargo, solo a partir
de 1862 puede encontrarse e identificarse un activo núcleo
de conspiradores que forman parte de los iniciadores de la
Guerra de los Diez Años.

Los hermanos Federico y Adolfo Fernández Cavada y
Howard, crean logias del Gran Oriente de Cuba y las Anti-
llas, en las cuales se conjuramentan los hombres que se uni-
rán en los primeros meses de 1869 en el centro de la Isla,
a la revolución iniciada por Céspedes. Patriotas como José
González Guerra, Germán Barrios Howard, Luis de la Maza
Arredondo, Cecilio González y varios miembros de la fami-
lia Díaz de Villegas, entre otros, formarán parte de la con-
tribución cienfueguera a la primera de las guerras indepen-
dentistas.

La primera contienda independentista tuvo en la región cien-

61 Cfr. Daisy A. Cué Fernández: Plácido, el poeta conspirador, Editorial Oriente,
Santiago de Cuba, 2007.

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