Samuel Sánchez Gálvez
fueguera uno de sus escenarios más difíciles. Debido a las ri-
quezas crecientes de la región y a sus potencialidades econó-
micas, el gobierno español situó en ella, de forma permanente,
una de las mayores concentraciones de soldados por kilómetro
cuadrado. Los grandes propietarios cienfuegueros costearon
una de las guerrillas más numerosas y efectivas de toda Cuba.
No obstante, se mantuvieron núcleos armados y la región fue
escenario de importantes combates. En su territorio caería el
jefe de la vanguardia invasora de Máximo Gómez, el estadou-
nidense Henry Reeve.
A partir de la década de los sesentas del siglo XIX, Cienfuegos
se convirtió en una de las regiones azucareras más importantes
de Cuba. Sus condiciones naturales y las características de su
bahía permitieron desarrollar, con una fuerte inmigración for-
zada y libre, una economía que integró con éxito la producción
azucarera, con la de los pequeños campesinos y una importante
red comercial que unía las distintas zonas productivas con pue-
blos y villas que convergían en la naciente ciudad puerto de Ci-
enfuegos. El constante aumento de la producción hizo emigrar
a ella a numerosos artesanos y comerciantes, lo cual fortaleció
una clase media urbana de pequeños y medianos comerciantes,
artesanos, técnicos y profesionales. Importantes empresas die-
ron origen a las fortunas del período, como la de los Terry y la
de los Del Valle. Entre 1880 y 1902, la ciudad, vivió décadas de
esplendor, lo cual se reflejó en su desarrollo urbanístico, cultu-
ral y arquitectónico.62 Fue tal el progreso de la villa que, en 1880,
Cienfuegos recibió el título de ciudad.
En el período, coexistió en Cienfuegos un número apreciable
62 Se edificaron el Teatro Terry, el edificio escuela de los Padres Jesuitas, un
edificio para la estación de viajeros, el Cuartel de Bomberos, el edificio del
Casino Español, el Matadero, la Casa de Socorros. Se agrandaron el Hospital
y la Cárcel. Se crearon el primer Colegio Médico del país, en 1874, y el Centro
Médico Farmacéutico en 1881. Se comenzó a planear la ampliación del
acueducto y se presentaron proyectos para nuevos cementerios.
51
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
de imprentas, periódicos y revistas. Enrique Edo y Llop dio
a conocer en dos ediciones diferentes, la primera en 1862 y la
segunda en 1888, una de las primeras historias de la región.63
Se multiplicó la creación literaria. En el teatro emergieron
figuras de relevancia nacional e internacional y fue profusa
la producción musical.64 Surgieron sociedades culturales y
diversas sociedades negras como Minerva y El Progreso. La-
boraron en la ciudad pintores como Camilo Salaya y varios
escultores de origen italiano.
Se desarrolló la enseñanza con la creación de colegios reli-
giosos y privados. Dentro de los primeros, los fundamen-
tales fueron el de los Jesuitas, los Colegios de Primera y Se-
gunda Enseñanzas Virgen de Monserrate y el de Colegio de
Niñas, este último el segundo en la Isla de su tipo. Los do-
minicos establecieron en Cienfuegos dos colegios, en uno de
ellos radicaría la primera Escuela de Química Azucarera del
país. Aun así escaseaban las escuelas y era muy alto el índice
de analfabetismo. Abundaban males sociales de la colonia,
como la discriminación racial, la prostitución y la vagancia.
A partir de 1878, se crearon los partidos políticos en la ciu-
dad. El conflicto entre autonomistas e integristas tuvo un es-
cenario público. La dirección de ambos partidos consideró a
63 Enrique Edo y Llop: Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdicción, Imprenta
Nueva de J. Andreuy Gp., Cienfuegos, 1888.
64 Es el momento en que Mercedes Matamoros escribe su poesía y colabora con los
principales periódicos de Cuba. Martí la elogia. Poetas y novelistas publican
sus principales obras en esta etapa, dentro de ellos Miguel Z. Arruebarruena,
Juan Manuel Planas e Isidoro Castiñeira Carbó. En el teatro se destaca Luisa
Martínez Casado. Tienen los actores plaza de trabajo en los Teatros Avellaneda,
Terry, El Pabellón Campo, Zorrilla y Cervantes. Se establece un teatro para
asiáticos. En la música y el canto figuras como Ana Aguado y Andreu,
Guillermo Manuel Tomás Bourffartigue y Agustín Sánchez Planas, entre otros,
gozaron del favor del público local. Bandas de música como la de Batallón de
Bailén y la del Batallón de Cazadores de San Quintín daban retretas en la Plaza
de Armas.
52
Samuel Sánchez Gálvez
Cienfuegos una plaza política importante. A las reuniones y
mítines de sus simpatizantes acudieron destacadas figuras
de las direcciones nacionales de estos partidos, como fueron
los casos de Rafael Montoro y Antonio Govín por el Partido
Autonomista.
Es notable cómo en la región se mantuvo y fue adquiriendo
mayor organización el movimiento revolucionario. Maceo
visitó Cienfuegos y delegados del Partido Revolucionario
Cubano fueron enviados por Martí a realizar labor proseli-
tista entre los cienfuegueros y a crear clubes revolucionarios.
Al estallar la Guerra del 95, esos hombres tendrían una acti-
va labor, tanto en la manigua como en la ciudad.
Durante la ocupación estadounidense fue Cienfuegos lugar
importante de discusión sobre el destino político de Cuba.
Con el advenimiento de la República y el establecimiento de
distintos mecanismos de control y dominación por parte de
los Estados Unidos, comenzó a modificarse la estructura cla-
sista de la ciudad. Se acrecentó el ya dinámico movimiento
económico y de comercio con ese país y se consolidó la plan-
tación capitalista cienfueguera, lo cual viabilizó el fortaleci-
miento de la clase obrera.
Entre 1899 y 1902, se extendió el movimiento cultural y polí-
tico en la ciudad. Ello se expresó de manera particular en el
desarrollo urbanístico, la reinterpretación de las historias lo-
cales, cierta americanización de la enseñanza, el incremento
de actividades en las principales sociedades de instrucción y
recreo que comenzaron a desarrollarse a partir de 1901, así
como la acentuada actividad pública de varias de las figuras
que habían participado en las guerras de independencia. En
estos años surgieron los partidos políticos burgueses y tu-
vieron lugar álgidas contradicciones y contiendas en la lucha
por el poder.
53
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
Antecedentes de la masonería en Cienfuegos. Pasos irregulares
(1819-1868)
El estudio de la masonería en Cienfuegos obliga a establecer
una periodización que permita analizar históricamente la ac-
tividad de la institución en la localidad, y derivado de ella
en la región. La historia de la masonería en la ciudad, desde
1819 hasta 1902, se secciona en dos períodos.
El primero, demarcado por los años 1819-1865, se inicia con
la fundación de la Colonia Fernandina de Jagua por el masón
francés Don Luis Juan Lorenzo De Clouet. Los estudiosos de
la masonería cubana no han podido establecer las caracterís-
ticas, intenciones y actividades del cuerpo masónico antes
referido, creado por De Clouet en La Habana en 1818.
Una interrogante sería si se asentaron en la primero colo-
nia y luego villa, masones procedentes de distintos cuerpos
masónicos. En la investigación encontramos un documento
que podría relacionar las actividades de organización de la
Colonia Fernandina de Jagua con las actividades masónicas
de De Clouet. En un informe del francés Félix Lemaur, comi-
sionado del Gobierno Superior de la Isla, dirigido al Capitán
General Dionisio Vives, el 17 de marzo de 1826. En uno de
sus párrafos se denuncian algunas irregularidades cometi-
das por De Clouet en el gobierno de la Colonia: “Por esto no
quería, ni quiere (De Clouet) y hace tantos esfuerzos para
evitar qe una persona intachable qe diga la verdad sin la me-
nor consideración tomase conocimiento e informase de lo qe
pasara en la Logia de la Colonia de Jagua, qe así podría lla-
marse la reunión de los empleados en Fernandina, y hasta de
muchos de aquellos vecinos, si vien no todos iniciados en
los secretos de ella…”. (sic)65
65 Archivo Nacional de Cuba. Gobierno Superior Civil, Legajo 692, Nº de orden
19956.
54
Samuel Sánchez Gálvez
¿A qué logia se refiere Lemaur? ¿Llamarle logia fue un eufe-
mismo suyo? De haber sido una logia de carácter masónico,
¿qué características tenía ese taller al que Lemaur le da un
peso decisivo en el funcionamiento de la Colonia? ¿Cuáles
eran las intenciones de De Clouet al fundar un alto cuerpo
primero en La Habana y después, una vez creada la colonia
Fernandina de Jagua, establecer una logia en ella? Esta nue-
va información, así como las interrogantes que abre sobre
el tema de los orígenes de Cienfuegos y de las actividades
del grupo de franceses que rodearon a De Clouet, quedan
pendientes de respuesta. Quede aquí planteada esta nueva
dirección de trabajo para futuras investigaciones.
Avala el criterio de mantener la búsqueda en tal dirección
que fuera el mismo De Clouet, un masón grado 33º, quien
realizó la tarea de captar a los primeros hombres para la Co-
lonia, así como el origen de los colonos que trajo consigo:
franceses de Burdeos y criollos de la Luisiana y otros sitios
de los Estados Unidos, lugares todos con una sobresaliente
actividad masónica.
De la presencia de masones en la villa en la década de los
sesentas es prueba la composición de los talleres que a partir
de 1865 se fundaron en Cienfuegos. Aparecen militando en
ellos naturales de la localidad y otros sitios, residentes en
la ciudad con anterioridad a esa fecha. La creación del ta-
ller masónico Unión Nº 5 da paso a un segundo período de
la institucionalización de la masonería en la localidad, que
abarca desde 1865 hasta 1902.
Unión Nº 5, una logia del GOCA
El historiador Francisco Ponte Domínguez asevera que en
Cienfuegos actuó un taller, de nombre Unión Nº 5, perte-
55
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
neciente al GOCA.66 Eduardo Torres-Cuevas por su parte,
encontró fuentes originales que confirman su existencia en
el año 1867. 67 Unión Nº 5 aparece enumerado en un listado
de logias que Aurelio Almeida envió ese año, en una carta, al
Gran Oriente de Francia. 68 En ella relaciona con sus nombres
simbólicos a tres de sus miembros directivos.69
Eduardo Torres-Cuevas y Óscar Loyola Vega70 mencionan
como Venerable Maestro de Unión Nº 5, a Adolfo Fernández
Cavada y Howard,71 destacado miembro de la Junta Revolu-
cionaria Independentista del Centro, órgano de dirección del
proceso conspirativo que inició la Guerra de los Diez Años
en Las Villas. Adolfo alcanzaría en la manigua el grado de
general y fallecería, a consecuencia de fiebres palúdicas en
la Ciénaga de Zapata en 1870, siendo jefe de la jurisdicción
Cienfuegos. Había alcanzado los grados de teniente coronel,
sirviendo en el Ejército Federal durante la Guerra de Sece-
sión en los Estados Unidos. Tras su fin, fue nombrado cónsul
de ese país en La Habana, “donde prestó numerosos servi-
cios a los conspiradores cubanos”.72
El número que tomaba la logia a continuación de su nombre
66 Francisco J. Ponte Domínguez: Historia de la masonería del Rito Escocés en Cuba,
Imprenta “Institución M. Inclan”, La Habana, 1961, p. 99.
67 Eduardo Torres-Cuevas: “El Gran Oriente de Cuba y las Antillas y la ruptura
del 68”, en Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Imagen Contemporánea,
La Habana, 2005, pp. 113-160.
68 “Carta de Aurelio Almeida al Gran Oriente de Francia”, Fotocopia en poder del
Dr. Eduardo Torres-Cuevas.
69 Ibídem.
70 Eduardo Torres-Cuevas y Oscar Loyola Vega: Historia de Cuba: 1492-1898:
formación y liberación de la nación, Editorial Pueblo y Educación, La Habana,
2001, p. 211.
71 Luis J. Bustamante: Diccionario Biográfico Cienfueguero, Imp. R. Bustamante,
Cienfuegos, 1931, p. 78.
72 Ibídem, p. 78.
56
Samuel Sánchez Gálvez
indicaba el orden cronológico de fundación dentro del cuer-
po masónico bajo el que nacía. Por tanto, Unión Nº 5 fue el
quinto taller del GOCA en Cuba. 73 Este elemento, por una
parte confirma la existencia previa de una población masóni-
ca en la ciudad y por otra, señala la temprana presencia del
ideario asumido y propugnado por ese cuerpo masónico, y
cuanto el significó, en la ciudad.
Determinar la identidad de la membrecía del cuadro74 de
Unión Nº 5 permitiría conocer quiénes de ellos tomaron par-
te en nuestras guerras libertarias y quiénes no, cuál fue su
actuación en la localidad y región, y, sobre todo, qué conti-
nuidad pudo haber entre estos y quienes militaron en las lo-
gias fundadas en la ciudad al finalizar la Guerra de los Diez
Años.
De la labor de Unión Nº 5, hasta la fecha escasean los datos
a niveles casi de nulidad. En las instituciones y fondos con-
sultados no había evidencia de su actuación. Sólo se cono-
cía, como antes se apuntó, gracias a la mencionada labor de
Torres-Cuevas, de su existencia en la ciudad en el año 1867,
junto a tres nombres simbólicos de sus miembros.
Sin embargo, nuestra labor con otras fuentes derivó en un
hallazgo que muestra huellas de su accionar en Cienfuegos.
Investigando en los archivos de la Gran Logia de Cuba, lo-
calizamos el expediente de la logia Luz del Sur, instalada en
la cercana a Cienfuegos ciudad de Trinidad,75 un taller que,
73 Según Francisco J. Ponte Domínguez en su obra El delito de la francmasonería en
Cuba, las logias que le antecedieron fueron: Discreción Nº 1, Concordia Nº 2,
Silencio Nº 3, de La Habana y Progreso Nº 4 de Trinidad. Ver p. 99 del citado
libro.
74 Cuadro: se le llama así en la masonería a la logia. Los hombres del cuadro, es
igual a decir los miembros del taller. El término se toma del símbolo gráfico con
que se representa la logia en actas y otros documentos masónicos.
75 Expediente de la logia Luz del Sur, en Archivo de la Gran Logia de Cuba.
57
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
como Unión Nº 5, también se incorporó a los procesos cons-
pirativos y del cual el propio Torres-Cuevas afirma76 que la-
boró dentro del GOCA.77 Entre otros documentos, hallamos
en dicho expediente el diploma de Maestro Masón de quien
fuera el primer Venerable Maestro de Luz del Sur.
Nos referimos al primogénito de los tres hermanos Fernán-
dez Cavada, el mayor general del Ejército Libertador Fede-
rico Fernández Cavada y Howard78 -uno de los fundadores
o refundadores del taller Luz del Sur, el 5 de enero de 1868,
entonces bajo el auspicio de la Gran Logia de Colón-.79 Era
Federico, a su vez, uno de los más destacados integrantes de
la Junta Revolucionaria Independentista del Centro, 80 junto
76 Eduardo Torres-Cuevas: “El Gran Oriente de Cuba y las Antillas y la ruptura
del 68”, en Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Imagen Contemporánea,
La Habana, 2005, p. 127.
77 La logia, que con este nombre aún hoy labora en Trinidad bajo los auspicios de
la Gran Logia de Cuba, obtuvo Carta Patente al Gran Oriente de Colón el 5 de
enero de 1868. ¿En el año 1867 renunció al GOCA? Expediente de la logia Luz
del Sur. Archivo de la Gran Logia de Cuba.
78 Ibídem, p. 79.
79 Infiriendo lo antes apuntado en la cita 77, es lícito preguntarse si ese día la logia
se fundó o se regularizó en el Gran Oriente de Colón.
80 Fue Fernández Cavada ingeniero civil, escritor, pintor destacado -clasificado
dentro de la Escuela Paisajística del Río Hudson, sus cuadros cuelgan
permanentemente en la las salas del Museo nacional de Bellas Artes de La
Habana-, coronel de los ejércitos del norte durante la Guerra de Secesión,
pionero en el empleo de los aeróstatos con fines de exploración militar. También
fue escritor, a él se debe la obra Libby life. En 1864 regresó a Cuba, rimero fue
a La Habana, luego a Cienfuegos y por último se radicó en Trinidad como
cónsul de los Estados Unidos en esa ciudad. Se levantó en armas en febrero de
1869. A propuesta suya, en el documento proclama de los alzados villareños
se incluyó el tema de la abolición de la esclavitud, como objetivo esencial de la
lucha, cuestión ratificada en la Asamblea de Guáimaro dos meses más tarde.
Ya en la manigua, con el grado de mayor general, fue jefe de la jurisdicción
trinitaria, luego de Las Villas, sustituyó a Ignacio Agramonte en Camagüey y
ocupó, -entre el 4 de abril de 1870 y el 1 de julio de 1871, cuando fue fusilado en
Nuevitas-, la jefatura del Estado Mayor del Ejército Libertador. Conocido como
el General Candela, fue él quien inició la política de incendiar los cañaverales,
en aras de privar al colonialismo de su base económica. De ahí su “Manifiesto a
58
Samuel Sánchez Gálvez
a otro constituyente de esa propia logia y luego tercer Pre-
sidente de la República en Armas: Juan Bautista Spotorno y
Georovich.
El diploma de Federico Fernández Cavada y Howard, de
nombre simbólico Salvador, colmado de información -que
conozcamos, hasta ahora no manejada por los historiadores
de la masonería cubana-, fue expedido por la logia Unión
Nº 5, el 24 de julio de 1865. Librado a nombre del Supremo
Consejo del Gran Oriente de Cuba y las Antillas,81 aparece
firmado, con su nombre simbólico, por el Venerable Maestro
de dicha logia, Anacreon, quien poseía el grado masónico
30º. Junto a él lo refrendan el Primer Vigilante, Graco Flavio
Bruto, con el grado 25º; el Segundo Vigilante, Potomac, gra-
do 5º. También rubrican el diploma el Tesorero de la logia,
de nombre simbólico Escipion, con el grado 29º, y el Secre-
tario Pro tempore del taller, de nombre simbólico Anahuac,
con el grado 5º.
Por último, más abajo, certifican el diploma Viriato Alfon-
so de Covadonga, nombre simbólico de Vicente Antonio de
Castro y Bermúdez, quien presidía el GOCA, con el grado
33º; Cauto, funcionario pro tempore de ese Gran Oriente, de
los hacendados cubanos que prestan su apoyo al gobierno español”, del 28 de
julio de 1869, y los 34 ingenios, 18 fincas 17 potreros arrasados por las llamas
en la región, entre esa fecha y el 31 de diciembre de ese propio año. Fundó un
periódico en la manigua: La Estrella de Jagua, en el cual publicó una “Cartilla
para Alfabetizar”, el “Manual de Instrucción de la Guerrilla” y la “Guía para
jefes y oficiales en campaña”, primeros documentos teóricos de las guerrillas
en Cuba. Cavada encomendó a su primo, el cienfueguero Félix Germán
Barrio Howard, la formación de un servicio al que denominó “de espionaje
y la exploración militar”. Este sería el pionero de los órganos de inteligencia,
mambises y cubanos. En Cienfuegos la Inteligencia Mambisa contaría con una
extensa red de la cual formaban parte, entre otros, los posteriores miembros de
la logia masónica local Fernandina de Jagua, Fernando Escobar, Enrique Edo y
Llop y Amelio de Luis Vela de los Reyes.
81 Diploma del Maestro Masón Federico Fernández Cavada y Howard. Expediente
de la logia Luz del Sur en Archivo de la Gran Logia de Cuba.
59
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
quien no conseguimos determinar su nombre, con grado 3º,
y el Secretario del cuerpo masónico, cuyo nombre simbólico
fuera Franklin de la Unión, con el grado 33º. 82 Al confrontar el
nombre simbólico del Secretario, con el listado de funcionarios
del GOCA y sus seudónimos, ofrecido por Francisco J. Ponte
Domínguez en su obra El delito de la francmasonería en Cuba, tras
el aparece F. Escobar.
El historiador se pregunta si este último, F. Escobar, podría
ser el abogado Fernando Escobar y Castro,83 un cienfuegue-
ro -a quien aludimos en la cita 76, a pie de página-, quien,
con amplias relaciones en La Habana, en 1864, intentó es-
tablecer en Cienfuegos, un Colegio de Segunda Enseñanza,
incorporado a la Universidad de la Habana. El hecho es que
durante el año 1866, por poco tiempo, Fernando se estableció
Trinidad. Volvió a Cienfuegos, donde fue apresado el 10 de
febrero de 1868, junto con otros cincuenta vecinos, acusado
de infidente. Trasladados a la Cabaña, Fernando se salvó de
ir al presidio de Ceuta, por su amistad con el general español
Francisco Serrano, Regente del reino, casado con una trinita-
ria.84 Una tarea investigativa pendiente es por tanto, estable-
cer si Franklin de la Unión o F. Escobar, es el mismo Fernan-
do Escobar y Castro que recoge la historia cienfueguera. De
resultar ello cierto, se derivaría que no sólo en Cienfuegos
radicó una logia del GOCA sino que figuras locales ocupa-
ron puestos en la máxima dirección de ese cuerpo masónico.
Del anterior hallazgo emanan varias conclusiones. La prime-
ra, en la ciudad hubo presencia masónica desde años ante-
82 Francisco J. Ponte Domínguez: El delito de la francmasonería en Cuba, p. 152.
83 Fernando Escobar y Castro fue el padre del médico Fernando Escobar y Jova,
años más tarde miembro de la logia Fernandina de Jagua y, como su padre, de
probado ideal independentista. Escobar y Jova fue uno de los fundadores del
Club Revolucionario Panchito Gómez Toro, sobre el cual nos detendremos en
momento posterior de este libro.
84 Luis J. Bustamante: op. cit., 1931, p. 78.
60
Samuel Sánchez Gálvez
riores a los hasta ahora comprobados. La segunda, la exis-
tencia de dicha logia prueba que en Cienfuegos la masonería
se institucionalizó, aunque de manera irregular, al menos,
desde julio de 1865, lo que remite dos años atrás la fecha
hasta hoy acreditada de tal hecho. Preciso es dejar sentado
que tal límite anterior pudiera aún no ser concluyente. La
tercera, los masones cienfuegueros, para julio de 1865, ya lle-
vaban una vida masónica lo suficientemente precedente que
les permitió a varios de ellos alcanzar altos grados dentro de
la institución a nivel de la Isla toda.
Surgen las interrogantes: ¿cuál fue la fecha de fundación de
la logia Unión Nº 5? Preciso es no olvidar que tanto Federico
como Adolfo estaban en Cienfuegos desde 1864 y que ambos
habían tenido una presencia anterior en La Habana, lo cual
les dio la posibilidad de conocer y militar en alguna logia
del GOCA en esa ciudad. ¿Cuántos miembros integraron el
taller? ¿Quiénes eran ellos? ¿Qué figuras se esconden tras los
nombres simbólicos aparecidos en el diploma? ¿Qué labor
desarrolló el taller? ¿Hasta qué fecha laboró la logia? ¿Qué
relación concreta desplegó Unión Nº 5 en la preparación de
la guerra en la región? ¿En qué medida Unión Nº 5 centró o
no las tareas conspirativas regionales previo a la entrada de
los cienfuegueros en la guerra?
Por su parte, al examinar la membrecía de la logia Luz del
Sur en el mes de junio de 1868, aparece en ella militando otro
masón radicado en Cienfuegos: Carlos Fox, de nombre sim-
bólico Eureka. Éste, de 26 años, era el vicecónsul de los Esta-
dos Unidos en esa localidad. Lo significativo del dato estriba
en que, como ya se apuntó, para esa fecha la logia Luz del
Sur laboraba bajo los auspicios de la Gran Logia de Colón.
Ante el hecho de que los Venerables Maestros de una y otra
logias, amén de hermanos de fraternidad, lo fueran de san-
gre, ideas y accionar independentista, y conociendo las di-
61
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
ferentes posturas del GOCA y de la Gran Logia de Colón,
cabe preguntarse: ¿cómo funcionaron los evidentes vínculos
conspirativos entre ambos talleres?
En tal sentido, llama la atención del investigador una carta
del Gran Maestro de la Gran Logia de Colón, fechada en fe-
brero de 1879, leída en la logia Fernandina de Jagua, “dirigi-
da a un h:. miembro activo de este taller en la que alaba su
celo y desinteresado proceder por haber salvado antes de ver
la luz el archivo y Carta de la Respetable logia Luz del Sur al
Oriente de Trinidad; tributose al h:. aludido que es Samuel
una triple batería de júbilo”.85 El Gran Maestro firmante de la
carta era Antonio Govín.
A partir de lo anterior, y tomando en cuenta el hecho de que
para 1879, los miembros de Luz del Sur se asocian al inicio en
la región trinitaria de la entonces recién concluida Guerra de
los Diez Años, y que al momento de lanzarse a la manigua esa
logia laboraba bajo los auspicios de la Gran Logia de Colón,
resulta legítimo interrogarse: ¿la totalidad de las logias de la
Gran Logia de Colón estuvo, como se afirma, ajena y contraria
al ideario y accionar independentista? ¿Cómo entender que su
Gran Maestro, reconocido por su posición autonomista, felici-
tara a un miembro de Fernandina por salvaguardar la docu-
mentación de un taller cuyos miembros no sólo eran recono-
cidos por sus acciones políticas contrarias al gobierno español
sino que dos de sus figuras principales -Cavada y Spotorno-,
habían tenido roles protagónicos en ella?
Lo cierto es que, en octubre de 1868, tras el comienzo de la
Guerra de los Diez Años, las logias del GOCA fueron clau-
suradas en Cuba y con ello se interrumpió el, todavía en esa
fecha incipiente, proceso de institucionalización de la maso-
nería en Cienfuegos. Deberían transcurrir todavía diez años
85 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 2, p. 12.
62
Samuel Sánchez Gálvez
para que de nuevo resurgiera la masonería en la ciudad, otra
vez, en sus inicios, de manera irregular.
Institucionalización de la masonería en la ciudad. Las logias
entre 1878 y 1902
En los meses finales de 1877 y primera mitad de 1878, el ge-
neral español Arsenio Martínez Campos, Jefe de Operacio-
nes del Ejército español en la Isla, visitó las regiones cubanas
envueltas en la Guerra de los Diez Años. Como parte de su
política de pacificación realizó en ellas llamados a la consti-
tución de partidos políticos y de sociedades de diversos ti-
pos. La villa de Cienfuegos fue visitada por este general en
los meses de septiembre y noviembre de 1877, y en los de
enero, febrero, marzo, abril y junio de 1878.86
Su reiterada presencia en la localidad, demuestra la importan-
cia concedida a la región cienfueguera a los fines de terminar
la contienda. Sólo si se toma en cuenta que la masonería podía
constituirse en centro de unión y fraternidad para cubanos y
españoles, se comprende el sentido de ciertas acciones desple-
gadas por el general Martínez Campos en Cienfuegos. Según
Rumbaut, “en los meses de febrero y marzo de 1878 visitó esta
ciudad el General del Ejército Español, señor Arsenio Martí-
nez Campos, Gobernador Militar de Cuba, en aquella fecha,
el que con propósitos pacifistas reunía a los elementos socia-
les para que se agruparan o formaran Asociaciones diversas,
como consecuencias del pacto político antes referido. En estas
reuniones tomaron parte masones cienfuegueros, los que per-
tenecían a distintas nacionalidades y ritos.”87
86 Enrique Edo y Llop: Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdicción, Imprenta
Nueva de J. Andreuy Gp., Cienfuegos, 1888, pp. 752 y 756 y Pablo L. Rousseau
y Pablo Díaz de Villegas: Memoria, descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos,
Establecimiento Tipográfico “El Siglo XX”, La Habana, 1920, pp. 190-193.
87 Vicente Rumbaut y Yanes: La Masonería y el Odfelismo en Cienfuegos: páginas
históricas 1878-1938, Taller Tipográfico Rafael Caro, Cienfuegos, 1938, pp. 6-7.
63
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
La información que da Rumbaut, ratifica la intencionalidad
de Martínez Campos de propiciar el acercamiento de elemen-
tos de diversas tendencias políticas y sociales, la existencia
previa de masones en la ciudad y la diversidad de los mismos
en cuanto a nacionalidades y logias de procedencia.88
El documento que sirve de base a Rumbaut para estas pre-
cisiones data de 1899. En él se afirma además que, en varias
reuniones efectuadas entre los meses de marzo a mayo de
1878, un grupo de masones cienfuegueros acordó constituir
una logia en la villa. Para realizar las gestiones pertinentes
se comisionó a José Gregorio Verdaguer y Kiernan, quien
meses más tarde sería uno de los fundadores de la logia Fer-
nandina de Jagua.
Según documentos consultados por ese autor, no a todos los
masones de la ciudad se les invitó a participar en estas reu-
niones. Aun más, Rumbaut apunta que “surgieron ideas, se
señalaron nombres y, aunque hermanos fraternales, vinieron
las prevenciones políticas. España y Cuba acababan, aparen-
temente, de terminar una guerra que había durado diez años
y los masones aquí residentes eran en su mayoría españoles
y cubanos. Se inició una especie de recelo o rivalidad, muy
justificada, si nos retrocedemos a tal fecha”.89
Como consecuencia, los no convocados a esos encuentros
decidieron constituir su propia logia. Es ese el origen del
primero de los talleres surgidos de ese proceso: Asilo de la
Virtud, fundado el 21 de junio de 1878.90 Más tarde, el 16
88 Ibídem, pp. 10-11.
89 Ibídem, p. 10
90 Fueron los miembros fundadores de Asilo de la Virtud: José Fernández
Lamaza, de nombre simbólico -a partir de este n.s.-, Liebig, Grado 30, Rito
Escocés. Maquinista Naval. Casado, 40 años de edad. Natural de España,
Juan Pagés, n.s., Rafael. Grado 7. Rito York. Artista. Casado, 42 años de edad.
Natural de E. Unidos de América, José Comallonga, n.s., Manol. Grado 3. Rito
64
Samuel Sánchez Gálvez
de julio de 1878, se crearía otro taller masónico: Fernandi-
na de Jagua. Entre ambos hubo, desde el inicio, manifiestas
porfías. Al respecto acota otra vez Rumbaut: “Hace firme
nuestro informe de que hubo recelo o rivalidad entre esos
hermanos espirituales, la circunstancia de haber sido presi-
didas dichas logias, en su inicio, por individuos de distinta
nacionalidad: José Fernández Lamaza, Venerable Maestro
de “Asilo de la Virtud”, español y empleado en la armada
de su país y Leopoldo Díaz de Villegas, Venerable Maestro
de “Fernandina de Jagua”, cubano y hombre de ideas revo-
lucionarias, que como tal estaba señalado, y que gozaba de
alta reputación política”.91
La creación de Asilo de la Virtud tuvo carácter irregular en
todos los sentidos del hecho. Primero porque se fundó sin la
imprescindible autorización o Carta Patente que debe expe-
dir para ello un Gran Oriente o una Gran Logia y segundo
porque sólo cinco de sus nueve fundadores tenían el grado
de Maestro Masón.92 Corrobora el apresuramiento por echar
a andar el taller, el hecho de que, cuando la logia efectuó las
primeras elecciones de sus funcionarios,93 el 22 de Junio de
Escocés. Comercio. casado. 46 años de edad, natural de España, Benigno Eiriz,
n.s., Leonidas. Grado 24. Rito Escocés. Comercio. Soltero, de 26 años de edad,
Natural de España, Francisco F. de Sola, n.s., Thimon. Grado 1. Rito Escocés.
Hacendado. Casado. 33 años de edad. Natural de Estados Unidos de América,
Victoriano López, n.s., Abel. Grado 3. Rito Escocés. Sastre. 60 años de edad.
Natural de España, José María Calero, n.s., Santa Marta. Grado 2. Rito Escocés.
Relojero. Casado. 25 años de edad. Natural de España, Magin Font, n.s., Cid.
Grado 1. Rito Escocés. Artesano. Soltero. 29 años de edad. Natural de España y
Jaime Ros y Ferrer, n.s., Humilde. Grado 2. Rito Escocés. Artesano. Soltero. 34
años de edad. Natural de España.
91 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 10.
92 Ibídem, p. 13. Para fundar una logia se precisan siete Maestros Masones.
93 Quedó presidido el taller como sigue: Venerable Maestro, José Fernández
Lamaza. Primer Vigilante, Juan Pagés. Segundo Vigilante, José Comallonga.
Orador y tesorero, Benigno Eiriz. Secretario, Francisco F. de Sola. Limosnero
hospitalario, Victoriano López. Primer Diácono, Jaime Ros y Ferrer. Segundo
Diácono, Victoriano López. Guarda Templo Exterior, Magin Font.
65
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
1878, a tenor de su composición, los puestos de Secretario,
Guarda Templo Exterior y Primer Diácono fueron ocupados
por dos Aprendices (1º) y un Compañero masón (2º) respec-
tivamente, y no por Maestros Masones como está regulado.
Mientras, un Maestro Masón debió asumir la doble respon-
sabilidad de Segundo Diácono y Limosnero Hospitalario.
En demanda de la necesaria regularización la logia acudió
a la Gran Logia del Estado de Nueva York,94 la cual no le
respondió. Luego intentaron adherirse al Gran Oriente de
Albany,95 quien tampoco les contestó y por último acudie-
ron con idéntica petición al Serenísimo Gran Oriente de Es-
paña.96 Llama la atención que no se hayan dirigido en un
inicio al Gran Oriente Nacional de España (GONE), que por
entonces tantos esfuerzos hacía por dominar la masonería
en Cuba. Los intentos iníciales de regularización de la logia
dentro de un cuerpo masónico de los Estados Unidos reve-
lan, además de la búsqueda de afiliación a un cuerpo ma-
sónico reconocido universalmente, rechazo a la masonería
actuante en Cuba.
El repudio de quienes fundaron Asilo de la Virtud a la ma-
sonería cubana y el reconocimiento de las divisiones internas
entre los cuerpos españoles y cubanos actuantes en la Isla, se
aprecia en su petición de Carta Patente a la Gran Logia del
Estado de Nueva York, cuando afirmaban que: “la luz o fe
masónicas aquí difundidas nos inspira recelos…”, y “Que en
esta isla existen varios GG OO (Grandes Orientes) queriendo
cada cual asumir atribuciones que competen a uno solo”.97
Los mutismos de la Gran Logia de Nueva York y del Gran
94 Logia Asilo de la Virtud: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, p. 8.
95 Ibídem, p. 23.
96 Ibídem, p. 39
97 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 14.
66
Samuel Sánchez Gálvez
Oriente de Albany, podrían explicarse a partir del reconoci-
miento de la masonería estadounidense al Gran Oriente de
Colón y a la Gran Logia de la Isla de Cuba. Para los cuerpos
masónicos estadounidenses acoger a una logia establecida
en el territorio cubano implicaba invadir un espacio ya ma-
sónicamente ocupado.
Resultan reveladoras las razones que se arrogó Asilo de la
Virtud para solicitar regularización a un cuerpo español.
Ellas confirman que los recelos de sus miembros hacia quie-
nes constituyeron Fernandina de Jagua descansaban, en lo
fundamental, en diferencias políticas y no masónicas.
El 27 de junio de 1878, Asilo de la Virtud acordó solicitar re-
gularización al Serenísimo Gran Oriente de España. Enton-
ces, uno de los fundadores -el español Benigno Eiriz-, arguyó
que Cuba era “ una provincia de la Nación Española” y “en
una misma Nación, no puede haber más que un Or:.” Eiriz
aconsejó a todos “los hh:. que aceptaran al Or:. de España
por ser el único que consideraba con derecho para legalizar
nuestra situación”.98 Envuelto en una muy particular lógica,
olvidaba los pasos anteriores dados por su propia logia y la
división de los cuerpos masónicos españoles.99
Mientras los miembros de Fernandina de Jagua daban al-
gunos pasos en aras de lograr cierta unidad entre los ma-
sones de la ciudad, Asilo de la Virtud mantuvo su posición
no unitaria. Así, el 23 de Septiembre de 1878, declinó una
invitación hecha por Fernandina de Jagua, para asistir a una
reunión que se efectuaría con motivo de la visita del Gran
Maestro del Gran Oriente de Colón a la ciudad.
98 Logia Asilo de la Virtud: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, p. 39.
99 José A. Ferrer Benimeli: La masonería en la España del siglo XIX, Consejería de
Educación y Cultura, Junta de Castilla y León, 1987, p. 939.
67
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
En lo irónico que resulta el motivo esgrimido, “acordándose
no hacerlo por considerarla irregular”,100 afloran, otra vez,
consideraciones políticas, vinculadas a los cuerpos de que
dependían cada una de las logias. Los miembros de Fernan-
dina, en su mayoría, eran cubanos, el Gran Oriente de Colón
era cubano y la masonería española, que no reconocía a Cuba
sino como española, asumía como irregular a la de la Isla.
Por su parte, un masón de Fernandina de Jagua, en la sesión
celebrada ese 23 de septiembre de 1878, devolvía con creces
el golpe. No sólo denunció la existencia en la villa de una
logia irregular, sino dijo además saber que esta “había pe-
dido su ingreso a un Oriente extranjero.”101 La calificación
de extranjero al Serenísimo Gran Oriente de España, ratifica
la esencia de la contradicción entre las dos logias: las ideas
políticas.
Los motivos por los cuales los cuerpos estadounidenses le
habían negado a Asilo de la Virtud la Carta Patente, no eran
considerados válidos por los españoles. A juicio de estos la
masonería cubana debía sometérseles. Cuba era española y
como derivación estaba inhabilitada para tener masonería
propia. En consecuencia el Serenísimo Gran Oriente de Espa-
ña les aceptó.
El 5 de octubre de 1878, le llegó a Asilo de la Virtud la Carta
Constitutiva Provisional, emitida por la Muy Respetable Lo-
gia Departamental de los Valles de Cuba en La Habana. Esa
logia Departamental respondía a una nueva estructura creada
en la masonería española. Fungía como un cuerpo intermedio
entre el Serenísimo Gran Oriente de España y las logias bajo
su obediencia instauradas en Cuba.
100 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., pp. 18-19.
101 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, p. 19.
68
Samuel Sánchez Gálvez
La llegada de la Carta Constitutiva Provisional constituyó un
alivio a la preocupación reinante en un taller que deseaba le-
galizar sus trabajos “para salvar la responsabilidad que los hh.
fundadores tenían para con los iniciados, y viendo al propio
tiempo la guerra suspicaz que constantemente nos hacía la
Logia local del titulado Oriente de Colon.”102 Dicha Carta la
llevó al taller Manuel Romero, de nombre simbólico Dantón,
quien lamentó el poderío del cuerpo masónico cubano, Gran
Oriente de Colón, reconocido por los grandes cuerpos masó-
nicos del mundo. Romero intentó ratificar la regularidad del
Serenísimo Gran Oriente de España para su quehacer en Cuba
y deploró las divisiones internas de la masonería española,
“causantes de su decaída actividad.”103
En efecto, caracterizaba a la masonería española la prolifera-
ción de cuerpos masónicos rivales entre sí y la corta existencia
de estos. Es el caso del propio Serenísimo Gran Oriente de
España. Por el contrario, como reconocía Dantón, los cuerpos
cubanos presentaban estabilidad en su funcionamiento y cre-
cimiento en número de miembros. Ello los llevaría a la unión
y a la total soberanía sobre el territorio masónico cubano. El 31
de marzo de 1879, Asilo de la Virtud obtendría su definitiva
Carta Constitutiva, expedida por la Gran Logia Simbólica de
Madrid.
La otra logia fundada en 1878, el 16 de julio, como ya se apun-
tó, fue Fernandina de Jagua. Ese propio día realizó sus pri-
meras elecciones. El taller obtuvo su Carta Patente de la Gran
Logia de Colón. Fue delegado para instaurarlo, el 8 de junio
de ese año, José Gregorio Verdaguer y Kiernan, pero, por ra-
zones que no logramos dilucidar, sólo lo hizo un mes y días
más tarde.
102 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 15.
103 Logia Asilo de la Virtud: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, pp. 41-44.
69
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
Quienes fundaron estos dos talleres masónicos, poseían ple-
na conciencia del significado de tal paso y disposición para la
labor a realizar. Entre los objetivos de constitución declarados
por ambos, apenas asoman diferencias. Vieron en la instaura-
ción de los mismos un símbolo de avance y apertura cultural
en la localidad. Así, en el texto de la primera acta de Asilo
de la Virtud, se justifica la necesidad de su creación “para la
prosperidad de la institución y para la propagación de los ver-
daderos principios de la masonería.”104
Mientras, el acta fundacional de Fernandina de Jagua eviden-
cia una proyección social de mayor trascendencia. En ella se
lee que el Venerable Maestro “dio lectura á una pieza arqui-
tectónica en la que con galantes frases y filosóficos conceptos
dio á entender el inmenso beneficio que a este Vall:. ofrecería
la fundación de un templo masónico reconociendo en este he-
cho un progreso y un adelanto en las vías de civilización.”105
Asilo de la Virtud, enfatizaba en el desarrollo institucional y
en la divulgación del ideario masónico. Fernandina de Jagua,
por su parte, asumía a las claras su fundación con una pers-
pectiva social y cultural de progreso y como una estrategia
para el desarrollo de la localidad.
Tres años después, el 7 de octubre de 1881, se fundó en Ci-
enfuegos la logia Obreros del Progreso. Su membrecía inicial
provino de Asilo de la Virtud, de la cual se retiró un grupo
de sus masones por desavenencias motivadas tras una elec-
ción realizada en abril de ese propio año. Su Carta Patente la
obtuvieron también del Serenísimo Gran Oriente de Espa-
ña.106 La logia trabajó unos siete años, hasta finales de 1888 ó
inicios de 1889. Dado que no logramos localizar la papelería
104 Logia Asilo de la Virtud: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, p.5.
105 Ibídem, p.3.
106 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 241.
70
Samuel Sánchez Gálvez
de Obreros del Progreso, no existe otra información sobre
ella que no sea la brindada por Rumbaut: parte de su mem-
brecía, su primera y última directivas y fragmentos de su
Reglamento interno.
El 24 de diciembre de 1883, se produjo el retiro de veintiún
miembros de Fernandina de Jagua. Entre ellos presentaron
su renuncia siete de los elegidos para ocupar puestos direc-
tivos en 1884.107 Días después, entre el 14 y el 21 de enero de
1884, se produjo la solicitud de baja de otro grupo.108 El 11 de
febrero de 1884, nueve de los masones retirados de Fernandi-
na de Jagua fundaron, bajo la jurisdicción de la Gran Logia de
Colón e Isla de Cuba, el taller Convención. Algo más de dos
años después, el 7 de julio de 1886, luego de la solución de las
desavenencias entre estos masones, Convención se fusionó con
Fernandina de Jagua, con el previo acuerdo de mantener el
nombre de esta última.
La última de las logias masónicas fundadas en la ciudad de
Cienfuegos, en la segunda mitad del siglo XIX, lo fue Hes-
peria Nº 367. Recibió su Carta Patente del Serenísimo Gran
Oriente de España. Fue creada a inicios de marzo de 1886,
por once masones retirados de Asilo de la Virtud y tuvo
como fecha de instalación definitiva el 29 de noviembre de
ese propio año. Cesaron sus trabajos a finales de 1887. En
la indagación en los archivos y papelerías de las logias ci-
enfuegueras no se halló ninguno de sus libros de actas, ni
tampoco listados de su membrecía. Todos los datos de que
se dispone provienen de la obra de Rumbaut y de las po-
cas referencias sobre ella que aparecen en los libros de ac-
tas de Asilo de la Virtud y Fernandina de Jagua. Rumbaut
asegura que la mayoría de su membrecía provenía de la
Guardia Civil y del Ejército Español y que su último Vene-
107 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 7, p. 186.
108 Ibídem, pp. 195 y 201-202.
71
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
rable Maestro lo fue un comandante de uno de esos cuerpos
militares.109
De las seis logias masónicas que funcionaron en la ciudad,
entre 1865 y 1902, una perteneció al Gran Oriente de Cuba
y las Antillas, dos nacieron bajo el mandato del Serenísimo
Gran Oriente de España -y otra, tras irregularidad inicial, se
adhirió a él-, una perteneció al Gran Oriente de Colón y otra
al Gran Oriente de Colón e Isla de Cuba. La variedad de sus
orígenes evidencia la representatividad en Cienfuegos de las
diversas tendencias que dividían a la masonería en el perío-
do. Una de las formas en que ello más se evidenciaba era en
el predominio de ciertas nacionalidades en la membrecía y
en las direcciones de las logias. No obstante, el período se ca-
racteriza por el proceso unificador de la masonería cubana,
la cual, incluso, atraería a logias pertenecientes en su origen
a cuerpos españoles.
Dos de los talleres que se fundaron en la ciudad en el perío-
do, se han mantenido laborando hasta el presente. Fernandi-
na de Jagua, que nació bajo la obediencia del cuerpo masóni-
co cubano Gran Oriente de Colón, fue fundadora, a su vez,
del cuerpo que unió a la masonería cubana, la Gran Logia de
Colón e Isla de Cuba. Asilo de la Virtud, el 21 de febrero de
1881, pasó bajo la jurisdicción de la Gran Logia Soberana de
los Valles de la Habana, supeditada al Gran Oriente Nacio-
nal de España. El 26 de septiembre de 1891, solicitó su incor-
poración a la Gran Logia de Colón e Isla de Cuba. Con ese
paso reconocía la soberanía de la masonería cubana sobre el
territorio masónico nacional, y se distanciaba de las pugnas
masónicas españolas.
Cada una de ellas ajustó sus labores a las legislaciones masóni-
cas vigentes en el período y a las disposiciones de las autorida-
109 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., pp. 251-252.
72
Samuel Sánchez Gálvez
des oficiales. No se hallaron, en ninguno de los años estudiados,
desavenencias con las autoridades que provocasen la amenaza
de clausura de alguno. Ambas interrumpieron sus labores en-
tre abril de 1895 y los primeros meses de 1899, debido a la pro-
hibición gubernamental del ejercicio de la masonería en la Isla.
Un análisis de la ubicación de las logias estudiadas sitúa a
estas en las arterias principales de la localidad y en el cen-
tro de la actividad pública. Ello permite aseverar un cono-
cimiento pleno por la población de la existencia de las mis-
mas. En la medida que adquirieron sus propias edificaciones
identificaron sus fachadas con la simbología masónica. En el
Reglamento de la logia Fernandina de Jagua, aprobado en
diciembre de 1899, aparece incluso la regulación para la ex-
hibición pública del estandarte masónico del taller.110
El empleo de los símbolos masónicos no se limitó a las edi-
ficaciones. En las actividades públicas las logias hicieron
gala de ellos. Ejemplo lo fue un desfile en 1888, en el cual
participaron las luvetonas111 de Asilo de la Virtud portando
al frente el estandarte del taller.112 Los símbolos masónicos
también aparecieron en la prensa masónica y no masónica
de la ciudad y en los monumentos funerarios.113
110 Reglamento de la logia Fernandina de Jagua, Imprenta de M. Mestre, Cienfuegos,
1919, p. 8. Artículo 12- Se izará en el asta del edificio de la Logia el estandarte
masónico en los días de sesión, el 5 de diciembre (aniversario de la Gran
Logia) y el 16 de julio (aniversario de la fundación de la Logia). Dicha bandera
se pondrá a media asta cuando se celebren honras fúnebres o esté de luto la
Logia. La bandera será cuadrada, de color verde, con una colmena dorada en
su centro.
111 Luvetona, el término procede de la palabra loweton. Se nombra así a los niños
y niñas hijos de masones a quienes se les bautiza en las logias. A partir de esa
ceremonia la logia apadrina al niño.
112 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 62.
113 El autor del presente trabajo halló en el Cementerio de Reina el primer
monumento funerario masónico de la ciudad, situado en el nicho Nº 300. Data
del año 1899.
73
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
El hecho de que, en el espacio de 35 años, la ciudad, con 21
589 habitantes y con 59 128 en el término municipal, según
los censos de 1887 y 1899 respectivamente,114 haya tenido
asentada en ella seis logias masónicas y que casi un millar de
hombres militara en ellas, teniendo en cuenta el carácter se-
lectivo de la masonería y las numerosas censuras a que esta
se vio sometida en esos años, es indicador de la dinámica
presencia de la institución y su pensamiento en la sociedad
cienfueguera.
La actividad de estos talleres en la comunidad local, permiti-
ría que a Cienfuegos, a finales del siglo XIX e inicios del XX,
se le identificase como uno de los centros masónicos más im-
portantes de la Isla. No era casual; la masonería, que resul-
taba entonces un elemento fundamental, entre aquellos que
intentaban conformar lo que hoy llamaríamos la sociedad ci-
vil cubana, en momentos de despegue del capitalismo en el
país, hallaba en Cienfuegos -región en desarrollo ascendente
y con fuertes inversiones yanquis-, plaza fecunda donde di-
fundir los ideales liberales, de modernidad, a que aspiraba.
Las fundamentales columnas masónicas de la ciudad: Asilo
de la Virtud y Fernandina de Jagua
La labor social y cultural de las logias cienfuegueras en el
período objeto de estudio tiene como eje fundamental a Fer-
nandina de Jagua y Asilo de la Virtud. Resulta determinante
para ofrecer tal conclusión un hecho: la labor de ambas entre
1878 y 1902.
Ello se manifiesta en los objetivos de ambos talleres de per-
feccionar al hombre cienfueguero y prepararle ética, educa-
114 Enrique Edo y Llop: Memoria de Cienfuegos y su jurisdicción, Imprenta Nueva
de J. Andreuy Gp., Cienfuegos, 1888, pp. 752 y 756 y Pablo L. Rousseau y
Pablo Díaz de Villegas: Memoria, descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos,
Establecimiento Tipográfico “El Siglo XX”, La Habana, 1920, p. 193.
74
Samuel Sánchez Gálvez
cional, cultural y científicamente, para actuar eficaz y correc-
tamente en la sociedad; y en las personalidades que en ellas
interactuaron, quienes promovieron, desde una visión insti-
tucional y desde los diferentes sectores sociales a que perte-
necían, el lugar y las relaciones de ambos talleres dentro de
la sociedad cienfueguera.
La actividad de Fernandina de Jagua y Asilo de la Virtud,
entre 1878 y 1902, se divide para su estudio en dos etapas. La
primera abarca desde la fundación de ambas, en los meses
de junio y julio de 1878 hasta el 4 de abril de 1895, cuando
fue prohibida la masonería en la Isla. La segunda se inició
en enero de 1899, con la oficial ocupación de la Isla por los
Estados Unidos de Norteamérica, y culminó con la instaura-
ción y primeros pasos de la República de Cuba. No obstante
la división en dos etapas, en esos veinticuatro años, existió
una línea única de desarrollo que les consolidó como parte
notable del espacio social cienfueguero.
En la fundación de Fernandina estuvieron presentes dos es-
pañoles, un colombiano y seis cubanos. Mientras, Asilo fue
fundado por siete españoles y dos estadounidenses Desta-
can entre los fundadores de Fernandina, quienes serían ele-
gidos como su primer Venerable Maestro, Leopoldo Díaz de
Villegas y su Primer Vigilante, Enrique Buenaventura Bar-
net y Roque de Escobar. Es relevante que, Enrique B. Barnet,
provenía de la logia Moralidad Nº 72, perteneciente al Gran
Oriente Lusitano Unido, cuerpo masónico en el cual militó
José Martí junto con Fermín Valdés Domínguez, Francisco
Solano Ramos, Pedro Márquez y Rivas y Amelio de Luis
Vela de los Reyes. Este último, se afilió a Fernandina de Ja-
gua años más tarde.
La composición profesional de los fundadores de Fernandi-
na de Jagua -un abogado, cuatro pendolistas, dos médicos
cirujanos, un sastre y un fotógrafo-, contrasta con la de Asilo
75
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
de la Virtud. Entre quienes crearon a esta última se hallan
un oficial de la Armada española, un comerciante, un ha-
cendado, un artista, un sastre, un relojero y dos artesanos.115
En sus orígenes la membrecía Fernandina estuvo compuesta
por profesionales, artesanos y obreros. Por el contrario el se-
llo inicial de Asilo es el de un grupo vinculado a los intereses
económicos de la ciudad. Como ejemplo de esto, se observa
la diferencia entre las primeras recaudaciones realizadas en
ambas logias, llamado en la masonería “pase del saco de po-
bres”. Mientras en Fernandina esta fue de tres pesos y veinte
céntimos, en Asilo se recolectaron diez pesos oro.
Es de destacar la labor de captación que en apenas medio
año desarrollaron las dos logias. Hasta diciembre de 1878,
Fernandina y Asilo iniciaron en ellas a 29 nuevos miembros
cada una. Mientras, sin tomar en cuenta la afiliación de los
miembros que las fundaron, la primera recibió una afiliación
y la segunda dos. Las cifras, a la vez que muestran el fecun-
do terreno que en la ciudad encontró la masonería para su
institucionalización, descubren en ambas un similar poder
de convocatoria, en esos primeros meses de funcionamiento.
Destaca en el caso de Asilo de la Virtud, su pionero y mante-
nido accionar por extender la presencia masónica a otras locali-
dades. Así, por ejemplo, ya en enero 15 de 1879, la logia expidió
Carta de Retiro a varios de sus miembros a fin de que fundasen
el taller La Luz, en Santi Spíritus.116 El 31 de mayo de 1900, hizo
lo mismo para la creación de la logia Fidelidad, en Palmira117 y,
115 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 13.
116 Ibídem, pp. 37-38. Fueron ellos Luciano Carranza, César Fernández y Nicolás
Fort Roldán.
117 Ibídem, p. 113. Para ello comisionó a los masones: Ramón Morales Moya, Rafael
Marín García, Arturo Cepero Abreu, Juan Donéstevez Ibáñez, Mariano Sánchez
Cartas, Manuel Granados Granados, Esteban Aguiar de la Paz y Ricardo
Álvarez. El local y mobiliario para esa logia fue adquirido por los miembros de
las logias Asilo de la Virtud y Fernandina de Jagua.
76
Samuel Sánchez Gálvez
por último, el 19 de junio de 1901, en el taller causó baja un gru-
po de sus masones para establecer la logia Obreros del Damují,
en Rodas.118
De igual modo, a la iniciativa de Asilo se debió la instau-
ración a finales del siglo XIX, al menos en la ciudad, de los
llamados “trenes masónicos”, un novedoso procedimiento
entonces para la masonería de la Isla de hacerse presente en
logias de ciudades y pueblos vecinos. El primero de ellos
partió de Cienfuegos a Cruces, en agosto de 1900. Iba a la
fundación -Consagración en términos masónicos-, de la lo-
gia Girondinos.119
Ambos talleres usaron la prensa en aras de darse a conocer
públicamente, exponer el ideario masónico, ser reconocidas
y admitidas por la sociedad y defenderse, y atacar a quienes
le agredían cuando era preciso. Tuvieron en sus filas a due-
ños de periódicos que pusieron a disposición de sus talleres
las páginas de los mismos. En Fernandina de Jagua, el más
notable del período fue Ricardo E. García, director y dueño
del periódico El Siglo.120 También, a partir de 1898, militó en
esa logia Florencio Rafael Veliz y Mojena, fundador ese pro-
pio año del periódico La Correspondencia, uno de los más im-
portantes diarios del interior del país en la etapa republicana
-reconocido como “el decano de los diarios del interior del
país”-, en el cual aparecían con frecuencia noticias masóni-
cas.121
118 Ibídem, pp. 115-116. En este caso se dio baja del cuadro para que fundasen ese
taller a: Enrique Jiménez, Félix Antonio Rodríguez, Ramón Fernández, Rafael
W. Valdés, Justo R. Collantes, J. Francisco Mainegra y Perfecto Ponce de León.
119 Ibídem, p. 86. Para echar a andar un tren masónico los miembros de una logia o,
por lo general, de varias alquilaban vagones de ferrocarril o compraban pasajes
en grupo y se acudía en ellos a visitar talleres de localidades vecinas.
120 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 5, p. 12-15.
121 Luis J. Bustamante: op. cit., pp. 99-100 y 254-255.
77
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
A partir del 1 de julio de 1879, con carácter quincenal, Fer-
nandina de Jagua publicó un periódico propio: La Unión.122
Este se imprimió hasta mediados de 1883.123 Del mismo no
se localizaron ejemplares. Tampoco en la papelería de la
logia se encontró el manuscrito de alguno de sus artículos.
En La Unión se publicaban noticias de los trabajos del ta-
ller, artículos y poesías de sus miembros y se reproducían
otros aparecidos en revistas y periódicos masónicos y no
masónicos.124 La tirada de doscientos ejemplares, dice del
interés por su lectura y de la cuantía de sus lectores. Al
mismo se suscribían los masones cienfuegueros. Sus nú-
meros se canjeaban por otros de la Isla, y sus artículos se
comentaban y leían en los talleres, dándose el caso de que
logias de otras ciudades, enviaban artículos y memorias
de sus trabajos para su inserción en él.125
Por su parte, en Asilo de la Virtud, el 27 de julio de 1881, se
acordó también la fundación de un periódico, llamado a con-
vertirse en órgano oficial del taller. Se denominaría La Luz de
Jagua, y en él publicarían sus miembros. Tendría circulación
quincenal. No le consta a este autor que se haya publicado
algún número del mismo.126 El 19 de abril de 1882, la logia
recibió, y aceptó, la invitación de su convecina Obreros del
Progreso para que sus miembros escribiesen para una revis-
122 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 6, pp. 212-215.
Contradictoriamente, Rousseau y Villegas señalan como fecha de salida del
periódico, “finales de ese año (1881)”. Op. cit., p. 205.
123 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 4, p. 29.
124 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 4, p. 90, Logia
Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 5, pp. 104-105 y Logia
Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 6, p. 9.
125 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 4, p. 18. Un ejemplo:
“El h: Perseo da lectura a una poesía del hermano Rosales de la Respetable
Logia Hijos de la Fe Masónica de Sagua, que también ha sido publicada en el
periódico La Unión”.
126 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., pp. 54-56.
78
Samuel Sánchez Gálvez
ta que sostuvo ese taller, por poco tiempo, en la ciudad: El
Delta.
Asilo iniciaría, en 1899, la publicación del periódico La Escuadra,
el que en su primera época perduraría hasta el 20 de junio de
1901, cuando dejó de publicarse por razones económicas.127 El
1 de abril de 1902 daría a la luz La Revista Masónica.128 En esos
órganos masónicos publicaron los miembros de ambas logias y
de otros talleres cubanos, entre ellos algunos de los más desta-
cados masones de la Isla.
La labor cultural y social caracterizaría desde muy temprano
a una y otra logia, resultando una de las prioridades de su
trabajo. Era costumbre que los más destacados de sus miem-
bros realizasen discursos y conferencias culturales y científi-
cas en ella. Patrocinaron, solas, entre ambas, de conjunto con
otros talleres de la ciudad o con diferentes instituciones, di-
versas iniciativas sociales, educacionales, culturales, cívicas
y en el campo de la salud.
Preocupación constante de los talleres cienfuegueros fue
la adquisición de locales permanentes de trabajo. En los
inicios Fernandina sesionó en locales alquilados.129 En su
aspiración de adquirir un terreno para construir su propio
templo -alternativa, a la larga desde el punto de vista eco-
nómico, mucho más rentable que el alquiler-, subyacía la
necesidad de garantizar la estabilidad de sus trabajos y de
reafirmar públicamente su vigor y logros. Este anhelo se
cumpliría, en 1887, con la compra del terreno en que en la
127 Ibídem, p. 117.
128 Ibídem, p. 118.
129 La logia laboró en la Calle Castillo esquina a D´Clouet desde su fundación
hasta mediados de 1879; luego, entre 1880 y 1886 en la Calle Santa Cruz esquina
a Bouyón; por último lo hizo entre 1886 y 1889 en San Carlos 101 esquina a
Gacel, a pocos pasos de su actual ubicación, en la cual radica desde 1889.
79
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
actualidad radica la logia.130 La adquisición se hizo a nom-
bre de uno de sus miembros de mayor fortuna, Julio Le-
blanc y Hernández. 131
De inmediato a la compra del terreno, Fernandina de Jagua
propuso un proyecto de edificación y creó comisiones para
levantar fondos mediante recaudación, préstamos y donati-
vos para la construcción del templo. La logia arrendó a par-
ticulares las propiedades ubicadas en el terreno. El producto
de esos alquileres nutrió el capital para la edificación de su
edificio.132 Las acciones desarrolladas alrededor de la cons-
trucción del inmueble descubren el poder económico alcan-
zado por el taller.133 El edificio, inaugurado el 27 de marzo de
1889, fue el primer templo masónico construido en Cuba. El
mismo se reformó y amplió, en 1899, a un costo de 1 743.00
pesos oro español.134 En la actualidad, luego de 127 años, y
bajo el cuidado y protección de sus miembros, el templo si-
gue funcionando.
Por su parte, Asilo de la Virtud, ya en sesión del 29 de mayo
de 1885, acordó edificar el suyo. Con ese fin emitió acciones
por valor de 20.00 pesos cada una.135 Tal gestión no dio los
130 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 9, pp. 100-101.
131 El terreno está asentado como: “Finca 1263, actualmente 638”. Audiencia de
Santa Clara, Folio 64, Tomo 47, Tomo Talonario 3592, Tomo 14 del Ayuntamiento
de Cienfuegos. Registro de la Propiedad de Cienfuegos.
132 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 9, pp. 262-264.
133 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 10, pp. 4-7. El costo
de la edificación fue de & 2200.00 pesos oro, anticipándoseles al contratista
& 600.00 pesos. A tales fines se tomó un préstamo de & 1600.00 pesos oro, a
pagar en cuatro años con un 12 % de interés anual. A partir de 1888, se pidió
una contribución extraordinaria de treinta centavos mensuales a los miembros
del taller mientras no se liquidase la deuda. Igualmente se disminuyeron los
salarios de los funcionarios de la logia.
134 Datos económicos tomados de las facturas de pago por la reconstrucción del
templo. En: Papelería suelta en los archivos de la logia.
135 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 59.
80
Samuel Sánchez Gálvez
resultados esperados, como tampoco la tendría la efectuada a
partir de la tenida del 29 de abril de 1889, cuando se presentó
un proyecto de presupuesto para edificar dicho templo. Todo
indica que este último proyecto surgió estimulado por la inau-
guración del templo de Fernandina apenas un mes y dos días
antes. Con posteriorioridad se compró, en agosto de ese año,
un terreno para el mismo. 136
Más tarde, tras mudarse de su inicial domicilio, en septiem-
bre de 1892,137 la logia acordó vender el terreno adquirido
años atrás. En diciembre de 1894, compró otro solar.138 En él
edificó, ese propio año, una casa templo en la cual laboraría
hasta el año 1918, cuando se construyó y mudó para el ac-
tual. El presupuesto para la obra le llegaría por la gestión de
sus miembros y a través de donativos.139
La logia Obreros del Progreso, que en sus inicios no contó
con local propio, alquiló el de Asilo, a razón de una onza
mensual.140También Convención sesionó en el mencionado
local, por lo cual pagaba la suma de 17 pesos oro.141 Mientras,
a la logia Hesperia, Asilo no le facilitó sus locales alegando
136 Se acordó realizar una colecta, a base de cuotas de 40.00, 20.00, 10.00 y 5.00
pesos como mínimo. Ya el 6 de mayo de ese año había en la tesorería de la logia
una suma ascendente a 900.00 pesos. En agosto de ese año, el taller adquirió,
por la suma de 700.00 pesos, un terreno en la calle Santa Cruz, de 11 varas de
frente por 40 de fondo. Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 67.
137 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 72. El nuevo local se hallaba en lugar muy
céntrico en Cienfuegos: Calle Gacel -hoy calle 35-, Nº 10.
138 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit., p. 72. Este, situado en la calle Hourritiner
entre Santa Elena y Castillo hoy -33 entre 60 y 62-, contaba de 10 varas de frente
por 25 de fondo.
139 Ibídem.
140 Ibídem, p. 241. Dicho local se hallaba situado en la calle San Fernando, entre
Velasco y Bouyon -hoy calle 54 entre 23 y 25. Meses después de su creación, el
26 de junio de 1882, Obreros del Progreso alquiló ¿o compró? uno.
141 Ibídem, p. 58.
81
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
próximas reparaciones.142 A la par de la capacidad demostra-
da por Asilo de la Virtud para prestar auxilio a otras logias
para sus sesiones al alquilarles sus locales, en ello encontró
una vía para incrementar sus ingresos.
No logró determinarse si Asilo de la Virtud atravesó alguna
difícil situación económica en el período objeto de estudio.
No obstante, las características económicas de su membrecía
y el accionar de la logia en esos años no indican hubiese su-
frido problemas de tal índole.
Fernandina de Jagua por su parte, también garantizó las ne-
cesarias finanzas para ejecutar sus actividades con las cuotas
y donaciones de su membrecía. Este también fue su límite.
Por ejemplo, en 1879, después de pagar las sumas para el
mantenimiento de las actividades de la logia por la cantidad
de 2 762.12 1\2 pesos, en sus fondos quedó un remanente
de 400.36 pesos; en el año 1883 este fondo ya era de 2 383.16
pesos. En aras de engrosar sus fondos, el taller en diversas
oportunidades, como en julio de 1884, hizo por “colocar sus
fondos de modo tal que estos produzcan dividendos”, nom-
brando comisiones para ello. 143 Uno de los momentos en que
la economía de la logia estuvo en dificultades fue al cierre del
taller en 1895. Entonces este tenía en caja 22.87 pesos y una
deuda de 900.00 pesos sobre el edificio de su propiedad.144
Significativos resultan los gastos del Fernandina en soco-
rros y beneficencia. El promedio de las cantidades entre-
gadas cada año hasta 1895, fue de unos 200.00 pesos. Hubo
años, como 1881, en que la logia distribuyó 701.89 pesos
entre los necesitados de la ciudad y el país.145 Fue imposible
142 Ibídem, p. 251.
143 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 7, p. 278.
144 Datos económicos tomados de papelería suelta en los archivos de la logia.
145 Ibídem.
82
Samuel Sánchez Gálvez
obtener datos económicos similares en el caso de Asilo de
la Virtud.
Muestra del heterogéneo pensamiento de los miembros
de Fernandina de Jagua, fueron los nombramientos de sus
miembros de honor.146 Muy temprano, el 10 de enero de
1879, el taller designó los primeros. Destacan dentro de
ellos, los activos promotores del pensamiento liberal laico,
Antonio Govín, Juan Bautista Hernández Barreiro, Gavino J.
Barnet, Aurelio Almeida, así como el poeta y escritor román-
tico francés Víctor Hugo, paladín de los derechos civiles, de
reconocidas posiciones humanistas y a favor de la indepen-
dencia de los pueblos entonces colonizados.147
Fueron amplias las relaciones establecidas por Fernandina y
Asilo con sus iguales de la ciudad y el país, extendidas con
el paso de los años a otras de España, México y los Estados
Unidos. Es significativo que entre los primeros intercambios
de Garantes de Amistad148 de Fernandina estuviesen las lo-
gias Unidad de Barcelona y Afortunada de Las Palmas de
Gran Canaria, ambas pertenecientes al Gran Oriente Lusi-
tano Unido.149 Por su parte, entre las relaciones establecidas
por Asilo tras su fundación, se halla la instaurada con la lo-
gia Humanidad, de Albacete.150
Fernandina de Jagua laboró por la unificación de la masone-
ría cubana, criticó toda acción contra ello y celebró cualquier
paso que apresurase o reconociera esa necesidad. El 25 de
enero de 1880, fue uno de los talleres constituyentes de la
146 Miembro de Honor: como su nombre lo indica título honorario que entrega una
logia a un miembro efectivo de otra.
147 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 4, pp. 7-8.
148 Garante de amistad: masón que representa a su logia ante otra.
149 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 7, p. 13.
150 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit, p. 60
83
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
Gran Logia de Colón y la Isla de Cuba. Igual accionar sostu-
vo Asilo de la Virtud tras su mencionada incorporación en
1891, a la Gran Logia de Colón e Isla de Cuba. Varios miem-
bros de ambos talleres, en reiteradas ocasiones en esos años,
ocuparon altas responsabilidades en la masonería cubana. 151
El 1 de enero de 1899, cesó la soberanía española en Cuba.
Ocho días después Fernandina reinició sus labores. Asilo lo
haría justo un mes más tarde. Serían de las primeras logias
en el país en volver a funcionar con normalidad. Acogerían
como miembros y visitantes a algunos de los más sobresa-
lientes masones cubanos y sus trabajos sentarían pauta por
considerárseles modelo de la masonería del período en la
Isla. El ideal institucional coincidía en la etapa con el afán
público de la ciudad, en ese período laborando, aún en me-
dio de las dificultades de la posguerra, por el mejoramiento
económico, social y cultural.
151 Ibídem, pp. 62-63.
84
Samuel Sánchez Gálvez
Capítulo II
Entre columnas. Las bases de funcionamiento
de las logias
Una vez investigados los orígenes de la masonería en
Cienfuegos y definidas las formas y características
con que se crearon las logias locales, imprescindible
resulta analizar las peculiaridades de su ejercicio institucio-
nal y sus dinámicas de labor. Con tal fin, tomamos, en lo
fundamental, a las dos principales entre ellas: Fernandina de
Jagua y Asilo de la Virtud. Cuatro componentes importantes
permiten analizar tanto sus bases funcionamiento como su
proyección social.
En primer lugar, resulta esencial examinar la plataforma
conceptual e institucional que definió el quehacer de las lo-
gias en el período. En segundo lugar, nos detendremos a
analizar la composición y características de su membrecía.
El tercer elemento a tomar en cuenta, es la actuación de sus
presidencias, y, por último, consideraremos las relaciones
de ambos talleres con otras logias, personalidades e insti-
tuciones.
85
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
Las logias y el pensamiento masónico
La labor y potestades de las logias, junto al pensamiento que
las preside, es el primer elemento a analizar, en aras de com-
prender el funcionamiento y la labor de los talleres cienfue-
gueros. La logia es la entidad esencial de la actividad masó-
nica. A tenor de los Antiguos Límites, ella realiza el “trabajo
moralizador de la institución, y posee todos los derechos
generales de ella; admitir o rechazar candidatos; legislar so-
bre los asuntos de su particular competencia; administrar li-
bremente sus negocios y caudales; enjuiciar y castigar a sus
miembros; imponerles contribuciones; elegir e instalar sus
funcionarios; fijar las épocas de sus sesiones y el lugar de su
domicilio; apelar de las decisiones de su presidente al Gran
Maestro o a la Gran Logia; enviar a esta su representante
y darle instrucciones”.152 Las logias son iguales entre sí, no
pueden intervenir en los asuntos de otras, ni pueden conferir
grados a sus miembros fuera de la aprobación del taller. De-
ben reunirse con la periodicidad que cada una establezca sin
la presencia de extraños.153 Los talleres eligen a sus directivas
mediante el sufragio secreto y universal.
Con posterioridad a 1717, fecha de creación de la masonería
moderna, a los llamados Antiguos Límites o principios fun-
damentales que precisan el marco legal de toda institución
masónica, se fueron sumando las influencias de numerosas
corrientes científicas, filosóficas y políticas, tanto europeas
como americanas, desarrolladas en los siglos XVIII y XIX. Es-
tas influencias se reflejaron en los rituales, documentos, leyes,
códigos, y, en general, en la jurisprudencia y el pensamiento
institucional, enriqueciendo, y demarcando al propio tiempo,
los límites teóricos de la masonería.
152 Gran Logia de Cuba: Legislación Masónica Cubana, 1999. Artículo IX, p. 2.
153 Ibídem, Artículos X y XI, p. 2.
86
Samuel Sánchez Gálvez
Definimos el pensamiento masónico como un tipo específi-
co de pensamiento que conceptualiza a niveles teórico-prác-
ticos, las ideas que a partir de la Ilustración la institución
seleccionó en correspondencia con sus objetivos fundamen-
tales de existencia. El pensamiento masónico es objetivamen-
te idealista, tiene al Hombre como centro de su actividad y
aboga por su desarrollo individual y espiritual. La masone-
ría distingue a la ética como la base para la actuación de sus
miembros, reconoce a la ciencia como rectora del desarrollo
y a la educación como la vía para la superación de los vicios
y males sociales. Al concebir al Hombre como parte de la
naturaleza y la sociedad, inspira en sus miembros el amor a
ellas y la fraternidad por sus semejantes.
La masonería, según la definición de sus códigos y leyes, no
divide a los hombres por clase social, jerarquía, nacionali-
dad, sexo o raza, sino que los diferencia sólo sobre la base
de sus méritos sociales e individuales. La institución no debe
dar cabida dentro de sus talleres a debates políticos ni reli-
giosos y respeta toda creencia o juicio, aunque condena y
combate todos aquellos que atenten contra la esencia huma-
na del individuo.
Durante el siglo XIX, la masonería quedó divida en tenden-
cias, con tres grandes centros de irradiación: Inglaterra, Fran-
cia y Estados Unidos. Mientras la masonería inglesa se perfiló
como profundamente aristocrática, moderadamente liberal y
correlacionada con el protestantismo, la norteamericana, tuvo
más una concepción republicana y su carácter aristocrático es-
tuvo muy marcado por el desarrollo de su elite burguesa. La
masonería francesa, por su parte, no sólo enarboló las ideas
republicanas, sino que ellas sirvieron de base a la promoción
de la sociedad laica, a un liberalismo radical, al anticlericalis-
mo, al positivismo y al evolucionismo. Estas dos últimas ten-
dencias -norteamericana y francesa-, son las que influyeron
con mayor fuerza en la masonería cubana.
87
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
Para el período que estudiamos, la polémica científica y en
el campo de las ideas había adquirido nuevas dimensiones.
Con consecuencias especiales en todo el terreno del pensa-
miento social, había hecho su entrada la teoría de la evolu-
ción de Darwin. Una de sus derivaciones fundamentales, en
el campo del pensamiento social, fue el llamado darwinis-
mo social que presentó la evolución como contraposición a
la revolución. Otras corrientes importantes fueron el maltu-
sianismo y las teorías antropológicas y antropométricas que
fundamentaban las diferencias de razas, a la vez que permi-
tían un estudio del hombre físico. En el plano de la filosofía,
el positivismo, el pragmatismo y el espiritualismo habían
ganado terreno. Las dos primeras se convirtieron en los fun-
damentos de la sociedad laica y del anticlericalismo.
El papel de la enseñanza gratuita y laica y las reivindica-
ciones a la presencia de la mujer en la sociedad, constituían
novedades y centro de polémica a finales del siglo XIX. En
el plano de las teorías políticas y sociales, el pensamiento
socialista se materializaba en la creación de partidos y or-
ganizaciones obreras. Entre ellas destacan el marxismo y el
anarquismo que influirán en España y en Cuba. No debe de
quedar ausente de estas breves referencias otra tendencia
que tuvo especial repercusión en los debates del período. Me
refiero al espiritismo que, en su versión llamada científica,
del francés León Denis -Alan Kardec-, se entrecruzaba con
las inquietudes del momento.
Se destaca este ambiente de época porque, como uno de los
aspectos esenciales de las logias, y de Fernandina de Jagua
en particular, está su presencia en los debates internos del
período, así como las influencias de todas estas corrientes
en la renovación del pensamiento masónico en la segunda
mitad del siglo XIX.
88
Samuel Sánchez Gálvez
Mecanismos de iniciación, afiliación y separación
A fin de determinar la política de las logias con respecto a
la admisión de nuevos miembros, sólo pudieron examinarse
desde las actas, el funcionamiento de los mecanismos de ini-
ciación y afiliación en Fernandina de Jagua y, de manera par-
cial, los de Asilo de la Virtud. El primer elemento a señalar es
que en el período de estudio, las cifras anuales de ingreso a
ambos talleres se caracterizaron por la inestabilidad.
Entre 1878 y 1895, Fernandina tuvo una media anual de ini-
ciaciones de poco más de 12 nuevos miembros, con su punto
más alto en el año 1879, con 36, y el más bajo en 1891, cuando
no tuvo ni iniciaciones ni afiliaciones. Entre 1899 y 1902, el
promedio anual se aproximó a 34. Los datos referidos a 1899
y 1900, muestran un aumento inusual de las iniciaciones, 67
y 42 respectivamente. A partir de ese año, se inició un decli-
ve que llevaría a que en 1902, sólo ingresaran a la logia por esa
vía 9 nuevos miembros. (Anexo I)
En el caso de Asilo, entre 1878 y 1895 su media anual de ini-
ciaciones fue de casi 13 nuevos miembros, con su punto más
alto en el año 1879, con 46, y el más bajo en 1891, cuando sólo
tuvo dos iniciaciones. Entre 1899 y 1902, el promedio anual
de iniciaciones ascendió a 47, con dos años de un excepcional
y casi idéntico acrecentamiento de su número de iniciaciones,
1899, con 74, y 1900, con 78. En Asilo, fue a partir de 1901, que
la logia asistiría a semejante declive que Fernandina en cuanto
a la incorporación de nuevos miembros. Así, en 1902 sólo ini-
ció a 6 hombres. (Anexo I)
En cuanto a las afiliaciones, Fernandina recibió por esa vía 42
nuevos miembros entre 1878 y 1895, y 23, entre 1899 y 1902.
De manera análoga a las iniciaciones, las cifras de Asilo se-
rían casi idénticas a las de Fernandina entre 1878 y 1895, con
43, y superiores a entre 1899 y 1902, con 43.
89
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
Derivado de lo anterior, en los años que median entre 1878 y
1895, Fernandina recibió 252 miembros y entre 1899 y 1902,
153. Mientras, a Asilo se incorporaron 277 y 234, en iguales
plazos.154Como se observa, durante todo el período el mayor
poder de convocatoria, en lo que a la incorporación de nue-
vos miembros se refiere, siempre se mostró a favor de Asilo
de la Virtud.
Las cifras de incorporaciones a ambas logias muestran que
entre 1886 y 1893, el interés en la ciudad por ingresar a la
institución decayó a límites muy bajos -por ejemplo, como ya
se apreció en 1891, fue nulo en Fernandina e irrisorio en Asilo.
Dos elementos develan algunas de sus causas. El primero, los
vaivenes negativos de la situación económico-social a que se
vieron sometidos el país y, por ende, la localidad. El segundo,
precisamente en esos años se desarrolló, con secuelas para la
Isla, una campaña antimasónica en Europa, y en particular en
España. A ella nos referiremos en capítulo posterior. Valga sólo
adelantar que en 1884, el papa León XIII condenó a la masone-
ría, que al año siguiente comenzó León Taxíl su diatriba de casi
una década contra la institución y, por último, que en 1896 se
celebró el Congreso Antimasónico de Trento.
La censura, condena o persecución a que se veía someti-
da la masonería entonces no era nada nueva. De hecho su
despliegue siempre atentó contra el crecimiento del núme-
ro de miembros de los talleres masónicos. De las diferentes
realidades que en este sentido afrontaba la masonería en la
década de los setentas, deja constancia una carta, dirigida a
Fernandina de Jagua, por Felipe Arúz, el 23 de septiembre de
154 Dentro de estas cifras se incluyen a los iniciados por las logias, a los regularizados
y los afiliados. Un masón regularizado es aquel que proviene de un cuerpo
masónico sin el carácter legítimo que precisa una Gran Logia, Obediencia, o
Logia, por tanto no es reconocido por el resto como regular. Un afiliado es aquel
que tras causar baja de otra logia se presenta a militar en otra. Ver, en Glosario
mínimo en Anexo XV, Regularidad.
90
Samuel Sánchez Gálvez
1878, exponiendo “que á consecuencia de las persecuciones
que sufrían en este país los M:.M:. y temiendo ser atropella-
do por esta causa, destruyó cuando regresaba a la península
todos los documentos que acreditaban su carácter y grado
masónico”.155
En cuanto al elevado número de miembros con que se nu-
trirían ambas logias durante el año 1899, aspectos en cual
también nos detendremos más adelante, este respondió, en
lo fundamental, al prestigio con que emergió la masonería
tras la Guerra del 95.
En las bajas de las logias también influyó la situación econó-
mica de la ciudad y la región. Un año crítico para ella lo fue
1886. En el informe de los trabajos de ese año en Fernandina,
el secretario informaba de 32 bajas, de ellas dieciocho sepa-
raciones originadas por faltas reglamentarias. Mientras, sólo
se dieron cinco altas. La logia consideró como causas de tal
número de bajas y altas a: “Las primeras, al abandono de los
compromisos voluntariamente contraídos, y que dieron mo-
tivo á la separación, y á la crisis que se atraviesa en el país y
que á todos más o menos nos afecta. Las altas también á esta
misma crisis. Baste decir que 7 expedientes han tenido que
darse por caducados por carecer de recursos los candidatos
o necesitarlos para su subsistencia”.156 Durante ese período,
otras causas de bajas en Fernandina fueron los fallecimientos
y las solicitudes de retiro.
En esa logia, adquirió tal gravedad la escasez de interesa-
dos en iniciarse que el 13 de octubre de 1888, se aprobó la
entrada de candidatos durante dos meses sin pagar los dere-
chos de iniciación; decisión que mantuvieron todavía por un
155 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, p. 19.
156 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 9, pp. 88-94.
91
En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
tiempo mayor del aprobado en un inicio.157 Otra medida de
ese taller, esta vez en busca de garantizar la estabilidad de la
membrecía, se tomó el 3 de marzo de 1892, cuando aprobó
que “en atención de la situación económica porque atraviesa
el país se redujeran los derechos que se pagan al tesoro”.158
Años más tarde, el 9 de enero de 1889, su Segundo Vigilan-
te, Fidel Miró, resaltando la prioridad de la logia por nutrir
sus filas de maestros, y “extendiéndose en consideraciones
sobre la importancia del magisterio, a quien consideró un
fiel aliado de la institución masónica” propuso eximir a los
profesores que ingresaran en Fernandina “de cuantos de-
rechos pudieran corresponder por cualquier concepto a la
logia”.159
El escaso número de altas y el aumento de las bajas en Fer-
nandina y Asilo, tiene como razón que sus membrecías es-
taban constituidas en su mayoría de profesionales, comer-
ciantes, empleados y obreros, ubicaciones por lo común de
ingresos modestos. Esta imagen, real, pudiera contribuir a
eliminar el mito de que las logias masónicas eran una expre-
sión social de los grupos económicamente dominantes de la
región.
Las logias prestaron especial importancia al ingreso en ella
de hombres cuya presencia la prestigiaran. Fernandina se
sometió a la autocrítica cuando consideró que fracasaba en
el cumplimiento de esta premisa. En 1886, la asistencia al
taller era baja y su labor decayó. El 14 de julio de ese año, el
Venerable Maestro de ese taller, obviando el referido contex-
to exterior en que se desenvolvía la institución, culpó de tal
situación a la mala selección de los iniciados, refiriéndose a
157 Ibídem., pp. 304-306.
158 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 11, pp. 88-89.
159 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 10, p. 38.
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Samuel Sánchez Gálvez
“la poca o ninguna escrupulosidad que se observaba en la
admisión de candidatos”.160
Aún así, los casos de negativa de admisión a las logias fue-
ron escasos. El primer escalón para ser admitido en ellas era
el aval ofrecido por dos maestros masones de la calidad mo-
ral del candidato. Por esas razones, el presentado, por lo gene-
ral, era afín con la posición social y el pensamiento de quienes
lo presentaban.
Las negativas de admisión de algún aspirante a masón, como
regla son reflejadas en las actas a tenor de la carencia de la
capacidad económica necesaria para realizar las contribucio-
nes pecuniarias exigidas por la logia o por sostener una vida
inmoral, vicios o malas costumbres -jugadores, aficionados a
la bebida u hombres que vivieran en concubinato.
No hallamos ningún caso de denegación a entrar en la maso-
nería que se justificara a partir de idearios políticos. No obs-
tante, un caso llama nuestra atención. Se trata de la no ad-
misión, en mayo de 1879, del maestro, periodista y escritor
Ginés Escaverino de Linares.161 En las actas no se exponen
los motivos por los cuales se le negó el ingreso a Fernandina
de Jagua. Escaverino de Linares, un amigo personal del ma-
yor general mambí Bartolomé Masó, era reconocido en la ciu-
dad por sus originales métodos pedagógicos y por haber sido
“educador de una brillante generación” que “fue factor muy
importante en la Guerra de Independencia”.162
En relación con el concubinato, la actitud de los masones de
Fernandina evolucionó hacia formas más tolerantes. Ello se
ejemplifica con dos casos. En el primero, uno de los candi-
160 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 9, p. 22.
161 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 2, p. 84
162 Luis J. Bustamante, op.cit., pp. 72-73.
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En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
datos, sabedor de que se le negaría el ingreso a la masonería
por ese motivo, en marzo de 1879, le comunicó al taller su
disposición previa de casarse con la mujer con quien convi-
vía.163 El segundo, ocurrió en octubre de 1888, cuando, ante
la solicitud de afiliación de Manuel Reina, uno de los miem-
bros de la logia, Ravella, razonó que: “Él nunca echaría una
bola negra á un candidato porque, siendo soltero, viviese en
concubinato con una mujer”.164
De manera general, no se hallaron como razones manifiestas
de negativa para la admisión en las logias, argumentos rela-
cionados con la raza, nacionalidad, jerarquía social o edad
del solicitante. En las actas no apareció el rechazo a la presen-
cia de negros, mulatos o chinos. No fue posible determinar la
composición racial de ninguna de ellas en el período. No es
la raza un requisito que se pida o refleje en los expedientes
masónicos, no se habló de ello en las sesiones y las fotos lo-
calizadas en los archivos de la logia datan todas del siglo XX.
No obstante, las logias cienfuegueras se encontraban en un
contexto social en el que eran abundantes los fuertes prejui-
cios raciales. A ellos la totalidad de sus hombres no podían
ser ajenos. Lo prueba que, como más adelante se verá, varios
miembros de ambas fueron dueños de esclavos.
Argumenta la presencia de prejuicios raciales en Fernandina
de Jagua, la negativa a afiliar, en marzo 5 de 1890, a Nicolás
Valverde y Basó, un Maestro Masón negro, de profesión sas-
tre, esposo de la escritora también negra Úrsula Coímbra y
uno de los líderes de las llamadas sociedades de color cien-
fuegueras, que como delegado las representó en el congreso
de dichas sociedades convocado por Juan Gualberto Gómez
en la Habana, a principios de la década de los noventas. El
único argumento reflejado en acta como motivo para tal ne-
163 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 2, p. 31.
164 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 9, pp. 304-306.
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Samuel Sánchez Gálvez
gativa lo expuso el Secretario de la logia, quien hizo saber
que un “rumor público le atribuía ser el autor de una co-
rrespondencia anti-masónica, publicada en un periódico de
Trinidad, en el que se atacaba a la raza blanca, cuando la
masonería solo consideraba en los hombres sus virtudes o
vicios; agregando que un M:. M:. inafiliado el H:. Luis Ar-
mada, le había dicho ser cierto el rumor público por constar-
le.”165 Era el Secretario de la logia Juan J. Entenza, un comer-
ciante, que junto a su hermano, Miguel, también miembro
de Fernandina poseía haciendas y negros esclavos. Era Luis
Armada Vázquez otro comerciante, afiliado en 1880 a Asilo
de la Virtud, logia de la cual llegó a ser Venerable Maestro.
Que conste, sólo en el año 1900, pudo afiliarse Basó a una
logia cienfueguera: Asilo de la Virtud.
No obstante lo anterior, fue posible identificar en la logia
Asilo de la Virtud la presencia de seis negros y mulatos, uno
afiliado en 1888,166 y cinco iniciados o afiliados con posterio-
ridad a 1899. Eran estos negros y mulatos el patriota Martín
Morúa Delgado, los músicos Agustín Sánchez Planas y Ma-
rino Coímbra, el antes mencionado Nicolás Valverde Basó,
el mambí Eloy González Pérez y José Guadalupe Ramírez,
uno de los fundadores años más tarde del Partido de los In-
dependientes de Color en la región. Destaca, como miembro
de esa propia logia, también con posterioridad a 1899, el úni-
co chino localizado en los talleres masónicos cienfuegueros
durante el período: José Bru. En Fernandina no se encontró
ningún miembro negro o mulato.
Aunque no se hallaron pruebas de que alguna logia cien-
fueguera condenara en público o en lo interno la esclavitud,
Fernandina no admitió en sus filas a quienes maltrataban fí-
sicamente a los esclavos. Lo ejemplifica el caso del candidato
165 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 10, pp. 168-169
166 Marino Coimbra Rodríguez.
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En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
a iniciarse Bernardo Diez. En sesión del día 1 de agosto de
1881, se leyó una carta de un miembro de la logia Hijos de
la Fe Masónica, acusándole de que “durante su residencia
como administrador en el ingenio Santa Clara procedió con
mucho rigor en castigar a los esclavos, crellendo que alguno
murió en el castigo”.167 La logia no lo inició. No consta tam-
poco que, con posterioridad, haya intentado ni sido acepta-
do por otra logia cienfueguera.
Fernandina adoptó ante la esclavitud una postura ambigua.
El hecho de que no admitiera a quien apaleara o matase a los
esclavos no excluía que varios de sus miembros no los pose-
yeran o tuviesen vínculos con esa ignominia. En tal sentido,
se determinó que al menos cinco de sus masones contaron
con dotaciones de esclavos. Entre ellos se hallan, Julio Le-
blanc Hernández, quien los heredó de su padre, junto con un
ingenio;168 Agustín Goitizolo Digat, hombre de gran fortuna
que construyó el ferrocarril Cartagena-Rodas, propietario
de ingenios como el San Agustín; Miguel y Juan Entenza,
hacendados que tuvieron esclavos en sus fincas y Jorge R.
Fowler Jímenez, dueño de dos ingenios: Parque Alto y Dos
Hermanos.
Mientras, en Asilo de la Virtud -taller que contó con mayor
número de miembros acaudalados, cabezas de fortunas de
más ascendencia y peso en la región-, fueron amos de escla-
vos los hermanos Evaristo y Hermenegildo Montalvo Rodrí-
guez, dueños de los ingenios Andreita y San Lino; Fermín
167 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 4, p. 127.
168 Una carta que hallamos en los fondos del Museo Provincial, abunda al respecto.
Firmada por el miembro de Fernandina Julio Leblanc Hernández y dirigida
a Manuel Blanco, la carta en cuestión dice: Cienfuegos, enero 20, 1881/Sr. Dn.
Manuel Blanco/Muy Sr. mio,/ el negro tiene la pretención(sic) que le devuelva el dinero,
y que ya no quiere ser libre, y me dice que quiere ir para el Ing. Suplico á y me diga lo
que debo de hacer, verdaderamente yo no se lo que quiere. de y SS QBSM/Julio Leblanc.
Fondos del Archivo del Museo Provincial de Cienfuegos.
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Samuel Sánchez Gálvez
Sola, propietario del ingenio Cieneguita, Martín Rodríguez
del Rey y Rodríguez del Rey, un hacendado; Agustín Serice
Medina, hijo del fundador del poblado de Palmira y herede-
ro de fincas y terrenos urbanos; Francisco Acea de los Ríos,
propietario de los ingenios Manuelita y Dos Hermanos, a los
que para 1884 convertía en centrales, y Wenceslao Cépero
González, un poderoso hacendado.
Aún así, la presencia de estos hombres en las logias junto a
otros que tomaron temprano partido por el independentis-
mo y el ideal de la abolición de la esclavitud, mantiene la po-
sibilidad de que contradicciones ideo-políticas se manifesta-
ran con mayor o menor crudeza en el interior de los talleres
masónicos cienfuegueros o, incluso, se hicieran notorias, de
manera subrepticia o transparente, en los diálogos sosteni-
dos en las tenidas. Sin embargo, al historiador no le fueron
reveladas. No aparecen ni una vez en las actas.
En las memorias de Fernandina se verifican, en ocasiones,
criterios pragmáticos para la aceptación de un candidato.
Los más comunes se relacionaban con el prestigio profesio-
nal, social, patriótico -luego de 1898-, o masónico del aspi-
rante a iniciarse o afiliarse. Resultan sui generis las razones
expuestas por el masón español José López Olmo, llamando
a aceptar la solicitud de iniciación de Don Luis Santander
Águila. El 31 de julio de 1878, este dijo apoyar la candidatura
“por los muchos e importantes servicios que como Inspector
de policía que es en la actualidad de esta villa puede prestar
á esta R:. logia y el beneficio material que le reprobaría á la
masonería en este valle la adquisición de dicho candidato;
encareciendo a la vez se le exima del pago de los derechos de
iniciación, en razón(sic) del mezquino sueldo de que disfruta
y este considerablemente atrasado como acontece con todos
los empleados”.169 Además, de la considerada utilidad para
169 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, p. 5.
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En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
la masonería de contar con un miembro de la policía en sus
filas, resalta en sus palabras, la crítica a la situación de los
empleados gubernamentales. De forma inusual la logia pro-
cedió al escrutinio directo para su aprobación.
Fernandina no inició a participantes en hechos de sangre. Lo
ejemplifica su rechazo a Andrew E. Fuller, soldado del ejér-
cito estadounidense, quien fuera “uno de los promovedores
del tumultuoso accidente ocurrido en esta ciudad el día 24
de junio de 1899, que culminó con la muerte del Sr. Santa-
maría”.170
Los talleres no admitieron querellas entre sus miembros. Lo
corrobora una decisión tomada en Asilo de la Virtud, el 1
de diciembre de 1879. Cuando uno de ellos, José Cruz Otero
Cossío, fue asesinado por otro, Hermenegildo Montalvo, el
taller de inmediato expulsó a este último y, a la búsqueda
de garantizar la paz interna, dio licencia a los hermanos de
ambos, quienes también eran miembros del taller.171
Las causas fundamentales de separación de masones -bajas-,
de las logias cienfuegueras durante el período investigado
fueron las faltas de pago y las ausencias continuadas a las se-
siones. Constituyeron raros los casos de expulsiones de los
talleres por motivos deshonrosos. Un hecho lo fue la sepa-
ración de un miembro de Fernandina “por fabricar moneda
170 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 10, p. 291 y Luis J.
Bustamante, op.cit., p. 220. El acta se refiere Pablo Santa María Hernández. El
25 de junio de 1899, éste paseaba con su esposa e hijos por una calle de la ciudad
cuando tres soldados del gobierno ocupante de EUA originaron un tumulto
y, al tratar de arrestarlos la policía municipal, un capitán estadounidense lo
impidió mientras varios soldados de ese país disparaban a mansalva contra los
cienfuegueros allí reunidos. Santa María Hernández fue muerto. Su asesinato
provocó la repulsa popular.
171 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit, pp. 43-46.
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Samuel Sánchez Gálvez
falsa”.172 Mientras, de Asilo de la Virtud, en fecha temprana,
el 2 de febrero de 1879, fue expulsado un masón, por “abuso
de la confianza en él depositada por el taller”. 173
Durante el período investigado no se encontró información
de que las logias cienfuegueras se vieran sometidas a algún
tipo de persecución oficial por parte del poder colonial es-
pañol. Sin embargo, dos situaciones diferentes llaman la
atención del investigador. La primera, se refiere a algunos
elementos hallados en las actas de Fernandina, correspon-
dientes al año 1878, que revelan el temor de sus miembros a
alguna acción del gobierno contra la normal labor del taller.
En el acta de la sesión del 17 de octubre de ese año se lee:
“Dio lectura el Venerable Maestro á una plancha174 que había
dirigido á todos los miembros de esta respetable logia en la
que les advertía lo que habían de hacer para el caso que des-
graciadamente fueramos(sic) sorprendidos por la policía en
nuestros augustos trabajos, cuya medida fue aprobada por
unanimidad”.175 No se determinaron las causas de estos te-
mores, tampoco las disposiciones que se tomaron. Es poco
probable considerar como causa de persecución por parte
de las autoridades el hecho de ser masón, mas cuando for-
maban parte de la institución policías, militares y personas
vinculadas a la burocracia estatal.
La segunda de las situaciones mencionadas es el cese de los
trabajos de Fernandina de Jagua entre el 24 de septiembre y
el 14 de diciembre de 1879. En la fecha inicial, el Venerable
Maestro explicó que: “por las circunstancias por todos cono-
cidas no se ha sesionado, que aunque estas persisten había
172 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 9, p. 287.
173 Vicente Rumbaut y Yanes: op. cit, p. 35.
174 Plancha: significa un trabajo escrito, ya sea un discurso, una correspondencia o
un artículo leído en logia.
175 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 1, p. 34.
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En Tenida Blanca. Historia de la masonería en una ciudad cubana. Cienfuegos (1819-1902)
convocado a un número de maestros masones, compañeros
masones y aprendices masones reducido a fin de evitar un
número crecido de concurrentes con la mayor circunspec-
ción y con todas las precauciones debidas”.176
Fue imposible fijar las razones por las que la logia no sesionó
en esos meses. Los acontecimientos a que se refería pudieran
estar relacionados con el inicio -el 24 de agosto de ese año-,
y desarrollo de la Guerra Chiquita en la región o más allá de
ella. De resultar esta la causa, tan pronto reiniciada la guerra,
el mando local pudo haber extremado las medidas de con-
trol sobre la institución y sobre algunos de sus miembros, de
reconocida postura contra España. Pese a ello, nada indica
que hubo algún tipo de acoso hacía los masones del taller.
Incluso, los años 1878 y 1879, se hallan entre los de más alto
número de iniciaciones en la historia de la logia. No consta
que igual medida fuera tomada por Asilo de la Virtud.
Durante el período de ocupación militar norteamericana
-1899-1902-, ya cesada la soberanía española en Cuba, el nú-
mero de solicitudes de iniciación y afiliación en ambas logias,
como ya vimos, aumentó de manera considerable en relación
con los años anteriores. Coincidió este período con un auge de
la institución en el país. Las condiciones políticas habían cam-
biado. Un gran número de miembros del ejército de ocupación
norteamericano, incluyendo a Brooke y Wood, eran masones.
Las regulaciones coloniales habían cesado, los antiguos parti-
dos políticos habían desaparecido. La Iglesia Católica, hasta
entonces única oficial en el país, se veía seriamente afectada
por la vinculación de su jerarquía eclesiástica con el poder co-
lonial; la presencia de las iglesias protestantes se reforzaba. En
contraposición, la masonería emergía como la sociedad laica
que había promovido el republicanismo, el liberalismo e in-
cluso, en destacados miembros, el independentismo.
176 Logia Fernandina de Jagua: Libro de Actas de las Sesiones, Nº 2, p. 137.
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