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Published by feliperendon1976, 2020-05-20 00:01:32

La colonización Antioquena

154 La colonización antioqueña

gistra.2 Otras, que variaban de 250 a 25.000 hectáreas, se concentraron
especialmente en el norte de Antioquia y hacia el río Magdalena,
como aconteció en los municipios de Yolombó, Yarumal, Cáceres e
Ituango. En Caldas, el Tolima y el Valle, fueron en menor número.
Las dos porciones de diez mil hectáreas adjudicadas en las montañas
detrás de Ansermanuevo (1873-1880) están entre las más grandes. Estas
concesiones fueron obtenidas al parecer en previsión de la llegada de
los primeros colonos antioqueños a la Cordillera Occidental, en la sección
del Valle. En 1908, la ley fijó el límite máximo para tales compras en
cinco mil hectáreas, hoy reducidas a seiscientas y a ochocientas.

Muy pocas de las grandes porciones de tierras concedidas en estas
condiciones han permanecido intactas; han sido enajenadas por re-
galo, o por venta a herederos y nuevos colonos, de ordinario a precios
razonables.

La introducción del café, un cultivo que se adapta a las empresas
familiares en pequeña escala, ha contribuido de manera importante
a la formación de esta sociedad de propietarios en las tierras volcá-
nicas del sur de Antioquia, Caldas y el Tolima. Dondequiera que la
cría de ganado y la minería son de mayor importancia que el café,
han persistido las propiedades más grandes.

A las poblaciones antioqueñas fundadas entre 1835 y 1914 (ver
cuadro 6), se les otorgaron por lo menos veintiséis concesiones de
baldíos (de doce mil hectáreas en promedio cada una), en desarrollo
de la política tendiente a estimular la colonización de las tierras
ocupadas.3 Estas nuevas colonias, especialmente en Caldas y Tolima,

2. Memoria del Ministro de Industrias, 1931, vol. 5, págs. 249 y sgts.
3. El gobierno de la provincia de Antioquia estaba al principio más interesado en
el problema de la colonización que la misma Bogotá. En 1843 escribía el gobernador:
" ...con la nueva población de Neira... va a ser posible abrir comunicaciones con la
provincia del Cauca, que serán más cortas y más fáciles que la usada al presente a
través del Cantón de Supía... Estas empresas de colonización exigen la atención
preferentemente de la Legislatura, porque de ellas se derivan ventajas para toda la
provincia. La falta de fondos para el transporte de los colonos ... y para inspeccio-
narlas tierras, ha sido un obstáculo casi insuperable hasta hoy ... La colonización por
mucho tiempo va a permanecer como de iniciativa particular... Se necesita urgentemente
una nueva población en el Golfo de Urabá... y se está construyendo un camino ...".
Memorial del Gobernador de Antioquia a la Cámara Provincial (Medellín, 1843).

Política y plan de acción sobre tierras públicas 155

eran asociaciones agrarias unidas fraternal y sólidamente entre las
cuales se había desarrollado el cooperativismo en el desmonte, la
siembra y la cosecha, y un alto sentido de la responsabilidad comunal.

Las estipulaciones oficiales comprendidas en las concesiones va-
riaron en detalles pero siguieron una norma similar. El consejo nom-
brado tenía la responsabilidad de preparar la lista de las personas
elegibles, para lo cual designaba comúnmente una junta de tres in-
dividuos que llevaba a cabo las adjudicaciones. Las parcelas distri-
buidas se clasificaban entre 60 y 150 fanegadas4 para los colonos
más antiguos, de acuerdo con el número de miembros de la familia
y la calidad de las tierras. Más tarde, como ocurrió en El Líbano y
Manzanares, se reservaron 32 hectáreas para cada vecino elegible,
sin tener en cuenta las responsabilidades de familia. Si sobraban
tierras, éstas eran retenidas para los futuros aspirantes.

La venta de tierras generalmente se regía por estipulaciones res-
trictivas que prescribían que ellas no podían ser vendidas hasta que
se desmontasen, o hasta pasados cuatro años. La acumulación de
grandes porciones por unos mismos individuos se evitaba cuidado-
samente por medio de las restricciones en las ventas a propietarios que
ya tuvieran más de un número dado de hectáreas en el mismo sector.

Con cada concesión de propiedad rural iba también un lote urbano,
ordinariamente de ochocientos metros cuadrados, en la nueva pobla-
ción. Éstos eran también distribuidos por la junta repartidora, la cual
mantenía aparte la tierra común para la población y las calles y
reservaba los sitios para la plaza, la iglesia, la cárcel y las oficinas
públicas. Este sistema razonable y flexible, legado de los tiempos
coloniales, operó aquí al parecer con muy buen éxito, en notable
contraste con los experimentos contemporáneos en las great plains
de los Estados Unidos. Muy pocas fueron las quejas que se presen-
taron contra las juntas.

4. La fanega o fanegada colombiana, de 1.53 acres, se usó hasta 1850 para
delimitar las adjudicaciones, después de lo cual se hicieron en hectáreas (2.47 acres).
La Federación Nacional de Cafeteros todavía usa la fanegada en su censo de café.
La cuadra, empleada por los ganaderos, es comparable a la fanega.

156 La colonización antioqueña

Un tipo completamente distinto de adjudicación comunal fue el
que se aplicó en relación con las reservas de los indios y que fue
heredado del régimen colonial.S Uno de los primeros actos del nuevo
gobierno había sido descargar a los indios de las obligaciones tribu-
tarias, al propio tiempo que se les otorgaba el título de sus reservas.
Para protegerlos contra los abusos, se les prohibió temporalmente
disponer de sus propiedades. En Antioquia, en 1848, una ordenanza
autorizó al fin a los indios de la provincia para que pudieran indivi-
dualmente vender sus tierras como quisieran, y esto fue más tarde
confirmado por la Constitución de 1863. En pocos casos, aunque no
en Antioquia, al parecer, algunas reservas fueron declaradas "extin-
guidas", porque ya no existían indios que las reclamaran.

Las comunicaciones fueron siempre uno de los problemas máximos
de Colombia durante cuatrocientos años. Los empobrecidos gobier-
nos, nacional y seccionales, raras veces podían aplicar recursos a la
construcción o mejora, y a los contratistas, a los cuales se les ofre-
cieron tierras en pago una vez cumplido el contrato, también se les
autorizaba por lo regular para cobrar peajes durante cierto tiempo.
Entre tales concesiones, que excedieron de diez mil hectáreas, se
cuentan la que se otorgó por la construcción del llamado Puente de
Occidente, cerca de la ciudad de Antioquia, sobre el río Cauca, y la
de los caminos del Quindío, Nare, Dabeiba, El Ruiz, Urrao y Ayapel.6
Los contratos hechos después de 1900 generalmente estipulan con-
cesiones de mil hetáreas por cada legua de camino terminado. Los
ferrocarriles fueron también grandes beneficiarios de concesiones de
tierras, empezando por las cien mil hectáreas otorgadas por la repú-
blica al proyectado ferrocarril de Antioquia, de Puerto Berrío a Me-
dellín, en 1874. Entre 1905 y 1927 se le concedieron 19.618 hectáreas
al ferrocarril de Amagá, que gira al suroeste de Medellín hacia el
Cauca, sobre la base de trescientas hectáreas por cada kilómetro
construido.

5. Para el estudio de este problema, véase Diego Mendoza, Ensayo sobre la
Evolución de la Propiedad en Colombia (Bogotá, 1897), y más recientemente, Juan
Friede, El Indio en lucha por la tierra (Bogotá, 1944).

6. Memoria del Ministro de Industrias, 1931, vols. 4, 6.

Política y plan de acción sobre tierras públicas 157

CUADR06
CONCESIONES DE TIERRAS BALDÍAS PARA NUEVAS
POBLACIONES, HECHAS POR LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

EN ANTIOQUIA, CALDAS Y EL TOLIMA

AÑO ÁREA COLONIA
1835
1838 12.000 fanegadas Comiá (Concordia), Antioquia.
1840 9.000 Riochón (¿Amalfi ?), Antioquia.
1840 8.000 Turbo, Antioquia.
1844 9.000 Aguadas (ltuango), Antioquia.
1847 12.000 " Santa Rosa de Cabal, Caldas.
1849 12.000 , Neira, Caldas (a).
1849 Santa Rosa de Cabal, Caldas.
1849 (?) 12.000 " Victoria, Caldas
1853 12.000 " Murindó, Antioquia.
1858 12.000 " Chaldía (?)
1863 24.000 " Fresno, Tolima.
1863 12.000 " Santa Rosa de Cabal, Caldas.
1863 24.000 hectáreas Villamaría, Caldas.
1863 16.000 " San Francisco (Chinchiná), Caldas.
1866 12.000 " Palestina, Caldas.
1866 12.000 " Nueva Salento, Caldas.
1866 15.360 " Manzanares, Caldas.
1871 12.000 " Líbano, Tolima.
1871 16.000 " Pereira, Caldas.
1871 12.000 " Santo Domingo (Casabianca), Tolima.
1873 12.000 " Nare, Antioquia.
1873 9.000 Murillo, Tolima.
1876 12.000 " Soledad (Herveo), Tolima.
1879 10.000 " Marulanda, Caldas.
1907 12.000 " !bagué Viejo (¿Anaime?), Tolima.
1912 20.000 " Calarcá, Caldas (b).
1914 Santa Isabel, Tolima.
(?) Caldas (Corregimiento de Briceño),
~/ (Anzoátegui), Tolima.
10.000 "
8.000

a) La concesión a Neira dependía de las tierras que fueron declaradas baldíos. Por
el contrato ratificado entre el gobierno y González, Salazar y C. en 1853, la compañía
convino en asignar 12.000 fanegadas de tierra para el cabildo de cada una de las
poblaciones entre la concesión Aranzazu, incluyendo así además a Neira, Manizales,
Aranzazu, Salamina y Filadelfia.

b) Las reglas para la distribución de las tierras públicas de Calarcá fueron publicadas
en el Diario Oficial, enero 14 de 1908, pero parece que no se registró concesión
específica. El título a las tierras en cuestión estaba en pleito. Desde 1888 un grupo
de colonos había solicitado 14.000 hectáreas de baldíos, pero la petición había sido
archivada, porque estaba pendiente una investigación.

!58 La colonización antioqueña

Mr. Tyrell Moore, un ingeniero de minas inglés, muy influyente,
que había adoptado a Antioquia como su patria, presentó al congreso
de 1836 un plan singular para el establecimiento de una colonia
agrícola en la región de Valdivia, al norte de Santa Rosa de Osos, y
en 1836 se le cedieron hasta cien mil fanegadas en el cantón de Santa
Rosa, bajo las condiciones siguientes:

l. Que él poblaba el área con granjeros, artesanos y mineros
europeos, y que el gobierno dictaminaría acerca del número y el
tiempo del contrato.

2. Si el contrato no se cumplía dentro del tiempo estipulado, Moore
pagaría una multa de cuatro mil pesos y perdería una cantidad de
tierra proporcional al número de colonos que faltaran.

3. Que los nuevos colonos serían utilizados dentro de un período
de tiempo convenido.

4. Que los colonos estarían exentos por veinte años del pago de
diezmos eclesiásticos, y durante doce años del servicio militar, a
partir de la naturalización.?

Aunque se construyó un camino nuevo, a través de las selvas
vírgenes, para traer ganado de las sabanas de Ayapel, y algunas
mercancías eran transportadas en champanes en 1839, la empresa
murió de muerte natural.s Al parecer nunca llegaron al país ingleses
como resultado del proyecto, si bien es cierto que unos pocos inge-
nieros de minas, venidos hacía algún tiempo, permanecieron en la
provincia con el señor Moore. Parece que se abandonó el plan por
las objeciones que la Iglesia puso al establecimiento de una colonia
protestante en medio de la fortaleza católica de Antioquia.

Para resumir: la extrema parcelación de las tierras de la coloniza-
ción antioqueña reciente debe interpretarse a la luz de los orígenes
de su ocupación. Unicamente el antiguo macizo mediterráneo Rio-
negro-Medellín-Santa Rosa estaba efectivamente incorporado a la
estructura colonial; y aun allí mismo, la extrema insistencia en la
minería y la naturaleza esparcida de los depósitos no favorecían el

7. lbíd., vol. 4.
8. Estanislao Gómez Barrientos, "Extranjeros Beneméritos de Antioquia", Re-
pertorio Histórico (Medellín, septiembre de 1924), págs. 311-345.

Política y plan de acción sobre tierras públicas !59

desarrollo de las tradiciones profundamente arraigadas, que provenían
de las haciendas agrícolas y de ganado de levante en otras partes de
la Nueva Granada. En Antioquia, los derechos mineros tuvieron
siempre precedencia sobre los derechos agrícolas; de tal manera que,
en efecto, todas las tierras que no eran cultivadas inmediatamente,
quedaban abiertas a la explotación por los poseedores de derechos
de minas. 9 Y esta explotación, además, ha sido siempre en función
de trabajo libre; porque en los tiempos coloniales el suministro de
indios y de negros esclavos era insuficiente. El concepto de riqueza,
entonces, no estaba vinculado a determinados pueblos y al suelo, sino
más bien al trabajo duro y a la iniciativa. En las nuevas tierras
volcánicas al sur y al oeste, la naturaleza profundamente quebrada
de la región, junto con el orgullo de los cultivadores de café y con
el espíritu de autonomía libre e independiente, se combinaron para
producir este caso rarísimo de una sociedad democrática de pequeños
propietarios en un continente dominado por un latifundismo latino
tradicional.

9. La ley 30 de 1937 autoriza al Presidente de la República para prohibir las
solicitudes de denuncias de minas de aluvión en zonas agrícolas importantes, por
medio de decretos ejecutivos. Antioquia, los valles de Rionegro ( 1939) y Río Grande
(Entrerríos, 1944), han sido eximidos.

CAPÍTULO VIII

EL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN

El crecimiento del pueblo antioqueño desde 1778 se ha calculado
de los datos censales que aparecen en el cuadro 7, aunque su
dispersión sobre otros departamentos después de 1850 ha hecho
las últimas cifras un tanto arbitrarias. Actualmente hay más de
cuatro millones de colombianos que se llaman a sí mismos antio-
queños, incluyendo muchos "medio antioqueños" o que tienen" un
cuarto" pero todavía se jactan de ser paisas.

Desde 1828 la proporción de crecimiento había sido estable, con
un doblamiento de la población cada veintiocho años. Esta pro-
porción, que muestra el indicio de una disminución en el período
intercensall918-1938, está muy por encima de la vida en la república
en general y es una de las más altas en cualquier grupo latinoame-
ricano. El predominio del pueblo de cepa antioqueña sobre el resto
de sus conciudadanos es numérico y económico. En 1835 este pueblo
representaba el 10% de la población de la nueva república de Co-
lombia; pero en 1964, los antioqueños, tanto los del centro como
los de fuera del departamento, constituyeron un cuarto de los habi-
tantes de Colombia.

Este crecimiento vigoroso del núcleo antioqueño es aún más
extraordinario porque no ha sido ayudado por ninguna inmigra-
ción extranjera. El exclusivismo social y religioso, y de los matri-
monios, unido a un alto grado de aislamiento geográfico, han
constituido una barrera efectiva para la colonización por foras-
teros. Los pocos europeos que han tomado residencia en estas
montañas han sido contratistas de minas y profesionales (Bedout,

El crecimiento de la población 161

Cock, De Greiff, Eastman, Walker, White), y casi ninguno se ha
dedicado a la agricultura. 1

Las familias numerosas han sido desde largo tiempo tradiciona-
les entre los antioqueños, y la fecundidad de las mujeres maiceras
es exaltada con orgullo hasta los días actuales. Es un hecho signi-
ficativo que las familias numerosas han sido tan características de
las clases altas como de las populares. Boussingault, uno de los
primeros que llamaron la atención sobre este fenómeno, sospecha
que esto debe implicar una gran proporción anormal de gemelos;
pero esta hipótesis ha sido contradicha por estadísticas posteriores.
Este hecho se explica sin dificultad si se tiene en cuenta que se
trata de un medio social y religioso especialmente favorable a los
matrimonios jóvenes y a las familias numerosas. Especialmente
en los altiplanos fríos de Rionegro y Santa Rosa de Osos, las
condiciones de salubridad fueron y son sin duda superiores; y en
las tierras templadas probablemente fueron mucho mejores antes
de la introducción del cultivo del café. Las tierras nuevas labran-
tías, pobladas durante el siglo XIX, de seguro permanecieron tem-
poralmente libres del parasitismo intestinal y la disentería hasta
que la infección del suelo y el agua se pusieron al día con la
ocupación.

El ejemplo clásico de una gran familia antioqueña es aquel de la
mujer envigadeña que fue madre de treinta y cuatro hijos de un solo
matrimonio. La historia de este caso ha sido bosquejada por el notable
médico-geógrafo doctor Manuel Uribe Ánge1.2 Núbil a la edad de

l. Una relación de un grupo de suecos que vinieron a Antioquia en 1826, es la
de Rosa Nisser, Guld och Grana Skogar (Stockolm, 1939). Una colonia de dieciséis
familias polacas refugiadas se estableció hace algunos años en el municipio de La
Unión. Al cabo de dos meses, todos, excepto uno, habían abandonado sus nuevas
fincas, "debido a la esterilidad del suelo y a la actitud de la población local".
Mensaje del Gobernador de Antioquia a la H. Asamblea (Medellín, 1940), pág. 153.
La publicación londinense Colombian Trade Review, septiembre, 1927, avisaba:
"Una oportunidad para pequeños granjeros en la hacienda llamada 'Alaska', a tres
millas de Salento, Caldas". Parece que no hubo respuesta.

2. Uribe Ángel, op. cit., págs. 113-114.

162 La colonización antioqueña

once años y medio, ella tenía dos robustos hijos cuando andaba en
los catorce.

Esto no es raro en este distrito -escribe Uribe Ángel- donde se ven
hombres menores de cincuenta años sentados a la mesa con veinte o
más hijos, todos en salud floreciente y de buena conducta.

Los naturalistas suizos Führmann y Mayor3 detectaron en Titiribí
otra familia que tenía treinta y tres hijos, todos de la misma madre
y todos vivos.

Jorge Rodríguez,4 quien más que ningún otro se ha interesado por
el estudio del crecimiento y la fecundidad de su pueblo, ha calculado
que hoy, una antioqueña casada tiene un promedio de siete hijos
durante su período reproductivo, habiéndose producido un descenso
de dos en relación con el siglo último. Este descenso se atribuye al
aumento del promedio de edad de las mujeres para casarse, de die-
ciocho a veintidós años. La limitación del número de nacimientos es
practicada solamente por una porción insignificante de las clases más
altas. En 1965 el problema se debatió por primera vez en la prensa.

Gracias a estadísticas vitales inéditas referentes a ciertos munici-
pios antioqueños en 1840 ha sido posible hacer una comparación del
crecimiento "vegetativo" natural (excedente de nacimientos sobre
muertes) con el siglo posterior, para las tierras templadas de los valles
de Medellín y Amagá y las tierras frías del oriente (cuadro 10); estas
cifras no sólo indican un descenso sino también acentúan la mayor
proporción de supervivencia (¿o nacimientos?) de los altiplanos fríos
de oriente en comparación con las zonas templadas más bajas. La
gran fuerza vital de estos altiplanos arcillosos nos ayuda a explicar
lo que significa el oriente como un depósito de reservas vivas para
el poblamiento de las vertientes de Caldas y el Tolima. Esta misma
región hoy está enviando un crecido número de sus jóvenes a las
hilanderías de Medellín.

3. Führmann y Mayor, op. cit., pág. 43.
4. Jorge Rodríguez, "La Fecundidad en Antioquia", Boletín de Estadística
(Medellín, septiembre de 1927), págs. 29-33.

El crecimiento de la población 163

CUADRO 7

CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN ANTIOQUEÑA
EN COLOMBIA

AÑO DEL POBLACIÓN NOTAS
CENSO ANTIOQUEÑA
Incluye aproximadamente 30.000
1870 395.000 nuevos colonos en el Cauca grande
y el Tolima.
1883 525.000
1905 923.000 Incluye 60.000 en el Cauca grande
y el Tolima. Calculado
1918 1.377.000 por F. von Schenck (a).
Antioquia, 650.000, Caldas (b),
1938 2.220.000 (e) 185.000; Tolima (e), 56.000;
1964 4.210.000 (e) Cauca grande (d), 32.000.
Antioquia, 823.000; Caldas, 428.000;
Tolima (e), 81.000; Valle, 45.000.
Antioquia, 1.188.000; Caldas,
780.000; Tolima (e), 152.000;
Valle (f), 100.000.
Antioquia, 2.360.000 (g), Caldas,
1.425.000 (h); Valle, 227.000 (i),
Tolima, 200.000 (j); Chocó, 7.000.

a) "Reisen in Antioquia und im Cauca im Jahre 1880 und 1881", Petermanns
Mitteilungen (1883), pág. 441.

b) Al tiempo del censo de 1905 el nuevo departamento de Caldas no incluía ni la
región Pensilvania-Manzanares, ni la provincia del Quindío en Cauca.
e) Municipios de Fresno, Herveo, Casablanca, Villahermosa, Líbano, Santa Isabel,
Anzoátegui, Cajamarca y aproximadamente la mitad de la población de Ibagué.
d) Filandia, Armenia y Calarcá.
e) Esta cifra no toma en cuenta los grupos dispersos que viven en Bolívar, Cauca,
o los departamentos de la Cordillera Oriental. En Bogotá hay una numerosa colonia
antioqueña que incluye muchos de los jefes de negocios y profesionales de la capital,
en tanto que otros han participado en la colonización de las tierras cafeteras del
bajo Sumapaz y Fusagasugá. Los antioqueños de Bolívar, básicamente ganaderos,
han sido compensados en parte por la inmigración de aquel departamento y el Chocó
al bajo Cauca (Cáceres, Caucasia y Margento). Los cálculos para el Valle son

164 La colonización antioqueña

seguramente bajos, porque los límites municipales son impropios para definir las
zonas étnicas y culturales del pueblo. Por otra parte, las cifras de Caldas y Tolima
incluyen un número de colonos de Boyacá, Santander y Cundinamarca que se han
movido a las altas vertientes de la Cordillera Central, en los últimos años, como
cultivadores de trigo y papa.
f) Municipios de Caicedonia, Sevilla, Ulloa, Alcalá, Versalles y Ansermanuevo.
g) La población censada en el departamento de Antioquia en 1964 fue de 2.477 .000.
La cifra citada excluye tres cuartos de la población del Bajo Cauca, Urabá y los
municipios del Magdalena, donde la mayor parte de los habitantes son inmigrantes
de los departamentos vecinos.
h) Excluye el municipio de La Dorada, sobre el río Magdalena.
i) Municipios del Darién, El Cairo, Restrepo, Trujillo, Versalles y Ansermanuevo,
al occidente del río Cauca, y Sevilla, Caicedonia, Ulloa y Alcalá, al oriente del río.
j) Como en (e), además de Roncesvalles y Rioblanco.

La vitalidad de la comunidad antioqueña moderna, especialmen-
te en las tierras templadas y calientes, se halla afectada rigurosa-
mente por enfermedades debilitantes y endémicas tales como la
uncinariasis (tuntún), la disentería, el paludismo, la fiebre tifoidea,
la sífilis, la gonorrea, las cuales encuentran un medio ideal para
su propagación en las tierras húmedas isotermas de los bajos Andes
colombianos.

CUADRO 8

PODER NUMÉRICO DE LA POBLACIÓN ANTIOQUEÑA
EN COLOMBIA

CENSO DE CENSO DE
1835 1938

Población antioqueña 158.000 4.210.000
Población de Colombia 1.572.000(a) 17.484.000
Porcentaje antioqueño
10.0% 24.1%

a) Excluyendo a Panamá y Veragua.

El crecimiento de la población 165

CUADRO 9

PROMEDIO BRUTO DE PROPORCIÓN DE NACIMIENTOS
1915-1942 (a) Y 1964 (a)

(Número de nacidos vivos por cada 1.000 habitantes)

1915-1942 1964

Departamento de Antioquia 38.7 43.0
Departamento de Caldas 39.2 39.1
Colombia 30.1 36.9

a) Colombia: Summary of Biostatistics, preparado por el U.S. Department of Com-
merce, Bureau of the Census (Washington, 1944).
b) Computado del censo.

La más extendida y destructiva de dichas enfermedades es, sin
duda alguna, la anemia tropical o unciniariasis. La atmósfera hú-
meda, pútrida y colmada de insectos de las sombrías fincas de café
hace de éste y del parasitismo intestinal una asociación inseparable.
Estadísticas disponibles indican que probablemente el 95% de la
población rural de Colombia anda a pie limpio y está infectada.
El examen de las heces hecho al azar en municipios antioqueños,
divulgado por el Departamento Nacional de Higienes en 1938,
muestra lo total de la infestación: Abejorral, 80%; Angostura,
100%; Urrao, 97%, Valparaíso, 100%; Antioquia, 90%; Titiribí,
100%; Riosucio, 97%; Manizales, 99%; Armenia (Caldas), 97%;
Fresno, 93%; Líbano, 98%; !bagué, 98%. Todos los suelos y las
aguas superficiales de las regiones templadas hasta los 2.300 me-
tros de elevación, por lo menos, están infestados, pero muy espe-
cialmente en las tierras cafeteras densamente pobladas. La pulpa
descompuesta de los granos de café, y la casi total ausencia de
letrinas en las áreas rurales, contribuyen a la infección. Donde

5. La gastroenteritis es la causa más común de decesos en Antioquia y Caldas;
la neumonía es la segunda. (En 1965, en ambos departamentos, se dictaminaron
alrededor de 120.000 casos de diarrea y enteritis en niños menores de dos años de
edad).

166 La colonización antioqueña

penetran las larvas al torrente circulatorio, a través de los pies o las
manos (especialmente en las partes delicadas interdigitales), aparecen
unas lesiones repugnantes llamadas candelillas o mazamorras, que
frecuentemente van acompañadas de hinchazón de las piernas. En
Envigado, en Fredonia y en varias de las plazas de Antioquia (en
Caldas, donde el café es reciente, son raros), varios de esos seres
deformados lastimosamente suelen verse por lo común mendigando
en la plaza, causando disgusto a los transeúntes. Estas tragedias
conjuntas dan mayor amargura a la expresión que se oye frecuen-
temente: "Con cada grano de café, se exporta una gota de sangre

colombiana" .
Tanto la disentería como las demás manifestaciones del parasitis-

mo intestinal ejercen gran influencia en la mortalidad infantil. La
correlación estrecha entre el cultivo del café y estas afecciones6 está
demostrada fácilmente por las estadísticas.

En 1942 la mortalidad infantil (o sea, muertos menores de un año
de edad por cada mil nacidos vivos) en el muy cafetero departamento
de Caldas? fue de 193.4 (en 1965, 144.0). Ésta es una de las más altas
proporciones registradas en el mundo, mucho más alta que en cual-
quier otra región de Colombia. En el vecino departamento de Antio-
quia, cuya única región cafetera es la suroccidental, la mortalidad
fue de 146.7 en 1942 pero en 1965 ya había sido reducida a 86.2 (una
cifra más razonable si se tiene en cuenta que el promedio para
Colombia es de 83). En todo caso los municipios cafeteros tienen las
cifras más altas. Éstas son todavía más alarmantes si nos damos cuenta
de que el campesino de Caldas está probablemente mejor económi-
camente hablando, y mejor educado, que el de cualquiera otra parte
del país.

6. En Titiribí no se conocía ningún caso de disentería hasta cuando se comenzó

a lavar el café en los manantiales y riachuelos de la región, en donde dejaban la

pulpa hasta podrirse, Jo cual contaminaba las aguas. ,

7. Los datos sobre enfermedades y mortalidad que aparecen en este capttulo son

de la Dirección Departamental de Estadística (Medellín), del Departamento Admi-

nistrativo de Estadística Nacional (Dane), en Bogotá, y del Departamento de Co-

mercio de Jos Estados Unidos (U. S. Department of Commerce), 1944.

El crecimiento de la población 167

CUADRO 10

NÚMERO DE NACIMIENTOS POR CADA lOO MUERTES (a)

1840 1941

Cantón de Medellín 315 219
Cantones de Rionegro 398 22
y Marinilla

a) Las estadísticas para 1840 (actualmente agosto 1°, a julio 31 de 1840) son del
Censo, tomo 17 (Biblioteca y Archivo de Antioquüc); para 1941, de Anuario Esta-
dístico, Medellín, 1941.

La fiebre tifoidea, que en el pasado no era reconocida con frecuen-
cia, también causa estragos y ha encontrado un medio muy favorable
en las tierras cafeteras. En 1965 se reportaron 3.700 casos en Antio-
quia y Caldas, equivalentes a la mitad de los reportados ese año en
Colombia. En los últimos años se han instalado acueductos y alcan-
tarillas en la mayor parte de los pueblos grandes, pero muy pocas
fincas cuentan con agua corriente o con excusados. El medio húmedo
de los cafetales es ideal para la permanencia y la propagación de la
fiebre tifoidea. Los excrementos humanos, el lavado de la ropa y la
ausencia total de higiene contribuyen a la contaminación del agua
potable, que es la fuente más común de infección. Sin embargo, los
avances en la ingeniería sanitaria de las grandes ciudades permiten
que el agua suministrada por el acueducto de esos lugares esté más
o menos libre de contaminación.

Gracias a la efectiva campaña de erradicación con DDT llevada a
cabo por el SEM (Servicio de Erradicación de la Malaria) se ha
logrado acabar con el paludismo en la mayor parte de la región
antioqueña. Sigue siendo un mal endémico, sin embargo, en Urabá,
el bajo Cauca y los valles del Magdalena. En tiempos no muy remotos
la malaria era un problema grave en casi todos los lugares de Colombia
que estuvieran por debajo de los 1.500 metros, y era especialmente
virulenta durante e inmediatamente después del desmonte. Por esta

168 La colonización antioqueña

razón, durante el siglo XIX los habitantes antioqueños de Caldas y
Tolima construían sus pueblos sobre lomas bien ventiladas, casi
siempre por encima de los 1.800 metros y por lo tanto del cinturón
anofélico.s Hace veinte años el paludismo era endémico inclusive en
las tierras bajas y pantanosas a lo largo del río Medellín, en los
suburbios occidentales de la ciudad. Hoy en día ha desaparecido
completamente.

Difícilmente puede separarse el desarrollo industrial y urbano de
Medellín, Pereira, Manizales y Armenia del aumento alarmante de
las enfermedades venéreas y la tuberculosis, lo cual ha llevado a las
autoridades sanitarias a adelantar activas campañas en los años re-
cientes. En 1965 se reportaron 3.700 casos de tuberculosis en Antio-
quia y Caldas y 25.000 casos de enfermedades venéreas, o sea el40%
del total para Colombia. Este fenómeno es en gran parte atribuible a
la proliferación de la prostitución entre los antioqueños. Cada pueblo
tiene su barrio de tolerancia con la debida reglamentación de las
autoridades municipales.9 En 1946 había en Medellín 4.260 mujeres
de vida pública registradas, o sea una por cada quince adultas. 10 En
ninguna otra parte del país, y probablemente de América Latina,
desempeña la prostitución un papel tan destacado.

8. En las minas del Pato, cerca a Zaragoza, había un 67 por ciento de casos de
malaria en 1937, que se redujo a un 6-7 por ciento en 1937 gracias a las medidas
preventivas tomadas por ingenieros extranjeros.

9. En La familia en Colombia (Bogotá, 1962, vol. I, págs. 265-358) Virginia
Gutiérrez de Pineda se refiere al papel de la prostitución en Antioquia durante la
Colonia. En el segundo volumen de este interesante estudio sociológico se examina
la situación actual.

10. El Colombiano (Medellín), enero 18 de 1947.

CAPÍTULO IX

LA BASE AGRÍCOLA
DE LA OCUPACIÓN

La técnica del cultivo agrícola entre los antioqueños siguió muy de
cerca el modelo que precedió a la Conquista. Al paso que los chibchas
serranos, al oriente, y los incas, al sur, habían hecho de la papa el
principal de sus productos feculentos, en Antioquia predominaban el
maíz, los fríjoles y la yuca o mandioca dulce. Reforzados por el
plátano y la caña de azúcar, hoy continúan siendo la base de la
alimentación ordinaria.

El sistema de rotación de los indígenas había sido bien adaptado
a las vertientes escarpadas y a los suelos ralos; pero fue también
naturalmente apto para establecerse en el medio semi-migratorio de
los campos mineros de la Antioquia colonial. Más tarde se crearon
las normas de las tierras limítrofes de Caldas y Tolima. Se usaron
siempre las quemas para hacer las labranzas, y después de dos o tres
cosechas de maíz o de yuca, la tierra labrantía se convertía en barbecho
lleno de árboles y malezas durante diez o más años. En dondequiera
que la tierra es barata, todavía subsiste el sistema.

Sólo recientemente, con la introducción del café y los pastizales,
se ha desarrollado una agricultura intensa y permanente más allá de
los valles aluviales privilegiados. Esto, a su vez, ha hecho posible el
aumento notable de la población rural en los últimos cincuenta años;
ha estimulado la parcelación de la tierra en pequeñas propiedades, y
el consiguiente aumento de una clase numerosa e independiente de
terratenientes menores.

Bajo el régimen colonial la producción agrícola estaba rigurosa-
mente ajustada a las necesidades de la provincia. En los años oca-

170 La colonización antioqueña

sionales de sequía, o en las invasiones de langosta, hubo escasez y
hambre; pero en los años buenos no había exportación por sobrepro-
ducción más allá del restringido mercado local.

Hasta fines del siglo XIX, fecha en que empezó la era del cultivo
del café, los caminos de herradura que conducían desde Medellín y
Rionegro hacia el río Magdalena sólo servían para transportar barras
de oro y cargamentos esporádicos de pieles, sombreros blancos y
corteza de quina.

Aun las medidas tomadas por el enérgico oidor Mon y Velarde en
1785 para estimular la producción agrícola habían sido concebidas más
bien como medio para revivir la industria minera. Con todo, tal dispo-
sición oficial en beneficio de la agricultura dentro de la provincia, unida
a la fundación de nuevas colonias agrícolas, debió haber aumentado
la capacidad de obtención de alimentos, factor que seguramente sirvió
de estímulo para que las familias fuesen bien numerosas.

José Manuel Restrepo escribía en 1808 que la agricultura y la
industria ofrecían a Antioquia la única esperanza para una economía
estable y una vida mejor. 1 En el Chocó y Barbacoas, decía, había
ricas minas para los que deseaban insistir en tales ocupaciones. Hasta
entonces había sido el comercio interior lo que había mantenido el
progreso de la Colonia, siendo Antioquia, Medellín y Rionegro los
proveedores de Santa Rosa, Yolombó y Cancán. Para comenzar,
recomendaba que fueran producidas en la provincia las quinientas
cargas de trigo y las 2.200 de cacao que se introducían anualmente.
Y agregaba que con la nueva caña de azúcar de Otahití, había buenas
perspectivas para desarrollar un comercio de exportación de panela.

Proféticamente observaba las ventajas que podían derivarse del
cultivo del índigo, algodón y café, "bebida, esta última, muy popular
en Europa, que ha enriquecido las Antillas y que prospera admira-
blemente en Medellín". A su juicio, las condiciones parecían ideales
para tal empresa en una tierra donde las dos terceras partes de los
ciudadanos eran terratenientes. Aquí no existían las grandes haciendas
y si no había vecinos verdaderamente ricos, había en cambio muy
pocos que fueran realmente pobres. Para la expansión futura de la

l. José Manuel Restrepo, op. cit., págs. 267 y sgts.

La base agrícola de la ocupación 171

producción agrícola, urgía la fundación de nuevas poblaciones en la
dirección del río Magdalena:

En las tierras fértiles de Nare, Guatapé y Samaná -dice- las minas
y fecundas selvas que riega el Nus convidan para ello. Del valle de
Medellín y de otras grandes poblaciones podrían extraer los colonos.

Antioquia se hallaba muy empeñada en la colonización de la
frontera del sur y en los nuevos hallazgos de oro en el norte para
participar en la histeria de prosperidad y ruina repentinas con la
exportación de productos agrícolas que se apoderó de otras partes de
la república en el siglo XIX. Sólo en 1869, cuando la Asamblea
departamental eximió las plantaciones de cacao, índigo y morera del
pago de impuestos locales, el gobierno de Medellín dio muestras de
interesarse por el desarrollo de una agricultura de exportación. En
1877 se tomaron providencias más avanzadas; se prometieron boni-
ficaciones de cincuenta pesos por cada rebaño de doscientas ovejas;
cien pesos para aquel que produjera cincuenta o más quintales de
algodón; quinientos pesos para la primera persona que fabricara al
menos mil litros anuales de buen vino; y finalmente, cuatro pesos
por cada cien arbustos de café plantados (máximo, cien pesos). Estas
ofertas se reafirmaron en 1881 y se extendieron para incluir en la
exención de impuestos las plantaciones de algodón, índigo, cacao,
café, morera, vainilla, uvas y sus derivados, los productos de las
minas, de la sericicultura, la cría de ovejas y la extracción de cera
de palma y de laurel. También se hicieron apropiaciones para la
introducción de semillas y de ganado de cría.

Desde la introducción del cultivo del café, el patrón de la ocupación
antioqueña ha cambiado aún más su primitiva orientación minera
hacia una escala agrícola en pequeño. La tradición de una clase de
hacendados independientes, cuyo título a unas pocas hectáreas de
tierra ha sido la ambición de todo campesino, se ha acomodado
admirablemente a la economía del cultivo del café. Muchos de los
cultivadores en pequeño han continuado proveyendo a su propia
subsistencia con parte de sus fincas, disponiendo a veces de ligera
sobreproducción de plátanos, maíz o de frutos del huerto, que llevan

172 La colonización antioqueña

al mercado vecino. El dicho común, "maíz comprado no engorda",
acentúa sencillamente el papel integral de la granja independiente.2

MAíZ

Cuando se compara el maíz de Antioquia con el de muchas otras
partes de América tropical, llama la atención su poca diversidad. 3
Las monótonas variedades de blancos y amarillos reemplazan los
colores brillantes del maíz indio de Guatemala y el Perú. Esto se
explica por la introducción relativamente reciente del maíz en esta
parte de Colombia, no obstante la posición estratégica de Antioquia
en el extremo superior de Suramérica, en lo que debió ser una vía de
tránsito para elementos culturales, inclusive para plantas domestica-
das, entre ambos continentes. Con todo, el maíz fue el producto
principal en todas partes de la Antioquia precolombina, como lo es
hoy. El antioqueño actual gusta de ser llamado maicero, y lo más
característico de los platos regionales de Antioquia se deriva de los
métodos indígenas de preparar el maíz.4 Entre éstos los más impor-

2. Aun en las tierras ocupadas de antigua data, cercanas a Medellín y Rionegro,
gran parte de la tierra arable está dividida en pequeñas suertes. La ondulada serranía
de 4.632 hectáreas de la parte alta de la Quebrada de Piedras Blancas (El Mazo), a
menos de dos horas trepando de Medellín, pertenecía hasta hace poco a 222 dueños
separados. Esto da un promedio de 20.9 hectáreas (52 acres) por familia, para tierra
rojiza, Grado C, de la parte alta, cerca al límite de la tierra fría, donde para buscar
medios de subsistencia hay que trabajar duramente. Recientemente este valle ha sido
cultivado con claveles para ser enviados por avión a los mercados de la zona del
Canal; pero las tierras están siendo compradas gradualmente por el Municipio de
Medellín, para ser colocadas bajo la acción de un programa de conservación de la
vertiente. Se ha emprendido una vigorosa campaña de reforestación para reemplazar
las malezas y robles misérrimos, y para reparar las viejas cicatrices que dejaron ahí
las primitivas operaciones mineras.

3. Complacidos manifestamos nuestro agradecimiento al Dr. Edgar Anderson,
del Jardín Botánico de Missouri, quien reconoció nuestra colección de maíces de
Antioquia. Sus comentarios acerca de su importancia general y sus relaciones, han
sido incorporados en los parágrafos siguientes.

4. A pesar de contradecirlo las autoridades, los antioqueños demasiado celosos
persisten en decir que el nombre latino binominal del maíz (Zea mais) le fue dado
en honor del estadista antioqueño Francisco A. Zea. En un altorrelieve de la estatua

La base agrícola de la ocupación 173

tantes son, sin duda, las insípidas bolas de pan de maíz (arepas), la
mazamorra, 5 especie de polenta, y su líquido acuoso, el claro. Los
granos de maíz son descortezados a la manera tradicional indígena,
golpeando con una pesarla mano en el extremo de un tronco hueco
o pilón, que se ve erguido al frente de toda habitación campesina.

La chicha, cerveza de maíz de los chibchas, ha sido siempre mucho
menos importante en Antioquia que en otras partes del altiplano
colombiano. En 1808 escribía Restrepo que el pueblo carecía de una
bebida fermentada popular y que la chicha se fabricaba ahora en la
provincia.6 Con todo, al tiempo de la Conquista se consumía en
grandes cantidades por los indios de Arma y las tribus del sur; y en
las guacas se han encontrado cántaros para la chicha.7 No hay prueba
de que la fermentación fuera producida aquí por la masticación de
los granos, como sucedía en el altiplano de Bogotá.

Aunque el cultivo del maíz se extiende desde las riberas del Mag-
dalena y el Cauca prácticamente hasta los límites de la colonización
en Antioquia y Caldas, es más extenso en las zonas bajas y ardientes,
donde se recogen dos cosechas al año. La variedad más común aquí
es un maíz blanco, duro, ligeramente dentado, de uniformidad grande,
con mazorcas de cinco a seis pulgadas de longitud. Los granos
aplanados y alargados, un aspecto característico de todo maíz que
procede de baja altura, son descortezados fácilmente y golpeados
para preparar la mazamorra o el arroz de maíz, del cual se hacen las
arepas. Estas variedades de la tierra caliente son conocidas por los
cultivadores antioqueños con los diversos nombres de diente de ca-
ballo, fino, maíz negro y cuba. Según Edgar Anderson, son muy
semejantes al maíz blanco común de la costa occidental de México,
siendo éste, sin embargo, de mazorca mucho más larga, pero que se

que se le erigió en Medellín, en la plazuela de su nombre, el artista grabó una
mazorca de maíz, perpetuando así un error.

5. La mazamorra antioqueña es enteramente distinta del guisado formado de
harina de maíz, frisoles, papas y carne que se conoce con ese nombre en Bogotá.

6. José Manuel Restrepo, op. cit., pág. 270.
7. J. B. Montoya y Flórez, "Titiribíes y sinufanáes", Repertorio Histórico,
(Medellín, agosto de 1992), pág. 560.

174 La colonización antioqueña

va acortando a medida que avanza hacia las regiones del sur. Un
aspecto común es la coloración purpúrea intensa de la tusa, que a
veces se transmite a la base de los granos, lo cual explica el calificativo
de maíz negro. Hacia el Magdalena, ese mismo género coloreado aparece
frecuentemente en los granos degenerados y duros del Caribe.8

Otro maíz completamente distinto de la tierra caliente es el pirú
o pirulera, que se encuentra difícilmente; de mazorca y granos pe-
queños, color blanco, muy semejante al antiguo maíz de palomitas
del occidente de México (maíz reventador). En Antioquia y Caldas
se encuentra sólo ocasionalmente en el mercado, pero se dice que es
más común entre los indios charníes, de la Cordillera Occidental. Se
le llama maíz de indios.

Por lo que respecta al maíz, la transición de la tierra caliente a la
tierra fría se hace en gradación lenta, y el tipo más común de las
tierras medias, corno el valle de Medellín, es la variedad blanca,
tradicional (blanquillo), a veces de granazón más tupida que el de la
tierra caliente. En general el maíz se cultiva menos en la tierra
templada que en las tierras altas o bajas, debido quizás en parte a la
competencia del café.

Los maíces de tierra fría tienen una marcada tendencia hacia la
mazorca más estrecha y los granos más grandes (es decir, más glo-
bulosos que acurninados), cuando se comparan con los de alturas
inferiores. En esta segunda característica, siguen el modelo de los
fríjoles arriñonados, que son también manifiestamente más grandes
que los que se cultivan en la tierra caliente. El maíz más común que
se cultiva hoy en los alrededores de Rionegro es un maíz amarillo,
de granos dentados y grandes (maíz criollo), muy apreciado para
hacer mazamorra. En los mercados de Medellín y Manizales es co-

8. Aunque yo no lo encontré, Joaquín Antonio Uribe, Flora de Antioquia (Me-
dellín, 1941), pág. 128, ha registrado un maíz tunicado para Antioquia. Mirado al
principio como un tipo primitivo, los genetistas saben que ese maíz es debido a una
simple genemutación que puede convertirse en cualquier género de maíz. Su ocu-
rrencia parece no ser de particular importancia. La relativa escasez del maíz dulce
nativo puede relacionarse con el muy curioso menor papel de la chicha y otras
bebidas fermentadas en Antioquia, pues el maíz dulce es más comúnmente usado
entre los naturales como base de bebidas alcohólicas superiores.

La base agrícola de la ocupación 175

nacido con el nombre de maíz de la montaña. Ésta es también la
región del maíz gigante de harina, de Antioquia, conocido con el
nombre quechua de capio; Anderson sugiere que es corno el lazo de
unión entre los maíces de harina similares del Perú y Bolivia, el
salpor de Guatemala y el cacahuazinthle de la meseta de México.
Todas estas variedades tienen granos blancos, grandes y hexagonales,
igualmente esparcidos en la tusa o zuro, con tendencia a cubrir la
extremidad.

En las cercanías de Rionegro el promedio de los zuros es de ocho
a diez pulgadas de longitud, y tienen una extremidad extraordinaria-
mente alargada. También se conoce una variedad negra. El maíz capio
es un cultivo mucho menos común en Antioquia que en otras partes
de Colombia (v. g. en la Cordillera de Bogotá), porque no se usa
nunca en la confección de las indispensables arepas y mazamorra,
renglones éstos en los que se gasta quizá el 90% del maíz que se
consume en el departamento. Dicho maíz se come tierno (choclo), y
la harina se emplea en la fabricación de buñuelos.

Con dudosas demostraciones filológicas se ha insinuado reciente-
mente que Colombia pudo haber sido la patria de origen de la do-
mesticación del rnaíz.9 Ciertamente, la gran variedad de condiciones
de medio ambiente en estos Andes más boreales, debieron ser apro-
piadas a los primeros esfuerzos del hombre por asegurar y regularizar
su provisión alimenticia mediante la domesticación de las plantas
económicas más prornisorias. Pero si Sauer10 está en lo cierto al
insistir en que la producción de las plantas por rizomas o transplante
implica una diferencia de las actitudes agrícolas, que contrasta con

9. Kay Birket-Smith, "The Origin of Maize Cultivation", Det Kg!. Danske
Videnskavernes, Selskab, Historisk-Filologiske Meddelelser (Copenhagen, 1943),
vol. 30, No 3. Birket-Smith cree que la extensa distribución de las palabras colom-
bianas para el maíz (desde Nicaragua al Uruguay), apoya fuertemente su opinión.
Para la crítica, la región Antioquia-Quimbaya no ha contado para las palabras
dedicadas al maíz; es evidente que todas ellas vienen de la Cordillera de Bogotá y
de la Amazonia. Varios términos, todavía corrientes en Antioquia, son de origen
indio peruano, incluso choclo, tusa y pisigallo.

10. C. O. Sauer, "The Cultivated Plants of South and Central America", Hand-
book of South American lndians, Bull, 143, Bureau of American Ethnology, vol. 6,
en prensa.

176 La colonización antioqueña

las incluidas en la reproducción por semillas, entonces Colombia está
comprendida por completo dentro del grupo de cultivos de raíces más
bien que en el de granos. Los estudios recientes de Reichel-Dolmatoff
y otros han demostrado que el maíz llegó tardíamente al área colom-
biana y es probable que fuera introducido desde Mesoamérica alre-
dedor del 700 a.C. Las pocas variedades de maíz en Antioquia, y la
monotonía de sus colores amarillo y blanco, pueden ser interpretados
como argumento favorable a esta opinión.

FRÍJOLES COMUNES

El fríjol común (phaseolus vulgaris) o fríjol riñón, es muy importante
en la alimentación del antioqueño actual. Teniendo en cuenta la
notable diversidad de forma y color, se puede inferir que era un
alimento muy preferido de los indios de la región, y posiblemente de
considerable antigüedad. En su distribución vertical es un compañero
fiel del maíz; y se extiende desde la tierra caliente a los límites más
altos del poblamiento, alrededor de 2.800 metros.

El uso común divide los fríjoles en dos categorías: los antiguos
fríjoles de árbol (cuarentanos), así llamados por la creencia de que
maduran en cuarenta días (el promedio es de sesenta a noventa días),
y los fríjoles de enredadera o de bejuco, que requieren más de seis
meses para ser cosechados. Ambos tienen un crecimiento vegetativo
excepcionalmente vigoroso. Los fríjoles de árbol son típicos de la
tierra caliente y de la tierra templada baja; los de bejuco están
confinados mayormente a la tierra fría. Aunque crecen bien en las
altas vertientes, arriba de Medellín, muchos de los últimos no florecen
bajo las altas temperaturas de la parte llana del valle.

En los mercados, los cuarentanos se pueden distinguir por la forma
aplanada y elíptica de las semillas. El más común, una variedad de
color rojo llamado sangre de toro, es también uno de los más peque-
ños. El color rojo es el que predomina en muchos de los cuarentanos
modificados por las vetas, las rayas y el punteado. El fríjol negro
común de México es de importancia muy secundaria, aunque no es
desconocido del todo.

La base agrícola de la ocupación 177

Los fríjoles de bejuco, tardíos en madurar, tienen unas semillas
mucho más grandes y de cuerpo más denso, que frecuentemente son
muy romas y como oblongos paralelogramos, por su apretamiento
dentro de la vaina. Esta última característica se halla especialmente
pronunciada en el frisol liborino, que se cotiza muy caro, y que es
amarillo brillante, con vetas rojas, suculento y hermoso, común cerca
de Rionegro, lo mismo que en los cargamantos, un grupo variado de
fríjoles gruesos, que se encuentran a alturas mayores que los liborinos.

El fríjol escarlata o andarín (phaseolus coccineous) se encuentra
como una enredadera lozana en las partes altas de las tierras templa-
das, cerca de Fredonia y Santa Bárbara, y se usa a la vez para alimentar
animales y para el consumo del hombre. Por lo menos hay tres
variedades conocidas: una amarilla, una violácea y otra violácea
veteada de negro. Los nombres locales de la especie son: petaca o
fríjol de vida.

Es de sorprender la escasez de los paliares (phaseolus lunatus) en
los mercados y en los campos, porque ellos son comunes en la
América Central y al sur hasta Popayán. De las cuarenta variedades
de fríjoles que coleccioné en Antioquia y Caldas durante el verano
de 1946, solamente uno, llamado carcha o huevo de pinche, era un
paliar.

CULTIVO DE RAÍCES Y TUBÉRCULOS

El maíz y los fríjoles han sido complementados con un grupo de
cinco especies, por lo menos, de plantas cultivadas por raíces fecu-
lentas y sus tubérculos, incluyendo la yuca dulce (manihot utilissima),
la arracacha (arracaccia zanthorrhiza), la mafafa (xanthosoma sp),
la batata dulce (ipomoea batata), y la papa pequeña, nativa de los
Andes (solanum andígenum). Esta serie impresionante de raíces co-
mestibles, que en las partes altas del sur y del este de Colombia se
ha acrecentado con la oca (oxalis tuberosa), el añu (tropaelum tube-
rosum), y el ulluco (ullucus tuberosus), notoriamente asocia estas
regiones de los Andes más septentrionales con el grupo de raíces
cultivadas en las altiplanicies de Sur América. Los cronistas primi-

178 La colonización antioqueña

tivos españoles en Antioquia y Caldas, quedaron todos admirados de
la variedad e importancia de las raíces en la alimentación indígena.

De las raíces tuberosas conocidas en Antioquia, la yuca dulce ha
sido siempre la más importante. Hay aquí una gran variedad y su
cultivo alcanza a 1.800 metros, o casi a la altura del café. Todavía
es uno de los artículos alimenticios principales, que se venden en los
mercados de Antioquia y Caldas; y en algunas partes de la tierra
caliente, es éste el feculento principal, sin exceptuar el maíz. Se usa
como ingrediente común en las sopas y también asado (pan de yuca).

Las otras dos raíces cultivadas de la tierra caliente, la mafafa y la
batata dulce, tienen poco cultivo, aunque quizá fueron de mayor
importancia antiguamente. Una explicación de esta supuesta deca-
dencia puede hallarse en las mejores cualidades de la yuca para
conservarse, lo que significa mucho en el abastecimiento de los
antiguos campos mineros. Esta última también da más rendimiento,
y es más resistente a la sequía. La mafafa, una arácea como oreja de
elefante, con un rizoma como tubérculo, es una especie cercana al
taro asiático, y todavía se cultiva ocasionalmente en los huertos,
debajo de 1.500 metros, más comúnmente en lugares húmedos. Una
variedad llamada Chunga, que se distingue por su fécula glauca,
carece de la acritud de la mafafa común.

Los investigadores rusos han demostrado que la papa blanca común
de Europa no tiene representante en Colombia; probablemente ella
no puede adaptarse al día corto de los trópicos. En su reemplazo han
sido halladas las variedades roja, azul y rayada de las papas menudas
de los Andes, que constituyeron la base alimenticia de las civiliza-
ciones chibchas. En Antioquia, la papa fue de menor importancia en
los tiempos coloniales, porque parece que faltaron las variedades
termófilas que podían haber crecido debajo de los 2.000 metros; pero
en el último siglo su cultivo ha aumentado en importancia, porque
la tierra fría ha cambiado la minería por la agricultura. Peñol, San
Vicente y Rionegro se han vuelto importantes cultivadores de papas
en Antioquia. En Caldas, un campamento para estimular el cultivo
aumentó cinco veces la producción de 1937 a 1942, en las partes más
altas de Manizales, Villamaría, Santa Rosa y Marulanda. Algunas de
las cosechas han sido vendidas en Bogotá.

La base agrícola de la ocupación 179

De mucha importancia es el rizoma de la arracacha, con su cima
como la del apio y sus largas tuberosidades comestibles, semejantes
a dedos, de color claro brillante por lo regular, pero a veces de color
amarillo o rojizo. Su sabor ha sido descrito como una combinación
del de la castaña, la chirivía, el apio, el espárrago. Su mayor tolerancia
a las altas temperaturas parece haberle dado una ventaja en la com-
petencia con la papa en Antioquia, en donde la colonización se ha
limitado casi enteramente a las tierras debajo de 2.500 metros de
altura. En algunos mercados de Antioquia, la arracacha es todavía el
tubérculo más importante que se exhibe. De todos los cultivos de
raíces y tubérculos, éste es generalmente considerado el más ge-
nuinamente colombiano, y Bukasov11 cree que es también uno de
los más antiguos. Es poco conocido de los europeos, porque su
extensión se halla limitada a los Andes, los yungas del Perú y
Chiriquí (Panamá).

MISCELÁNEA HORTÍCOLA

Las cucurbitáceas parece que tuvieron mucho menos importancia en
Antioquia que en muchas otras partes de la América Latina. Las más
comunes hoy son las dos gigantes calabazas: la ahuyama (cucúrbita
moschata), de semillas blancas, y la vitoria (c. ficifolia), de semillas
negras. La primera es una calabaza verrugosa, de carne amarilla, que
crece a baja altura y se come usualmente azucarada, hervida con
fríjoles. El tipo de semillas morenas registrado por Bukasov como
frecuente a lo largo del río Magdalena, no se encuentra en el interior
de Antioquia. La vitoria, que ha sido hallada en tumbas peruanas del
tercer milenio a.C., es una calabaza fibrosa, de carne blanca, con
hojas como de higuera, usadas en sopas como legumbre y a veces
como confitura. Es característica de la tierra fría, y en los huertos de

11. S. M. Bukasov, "The Cultivated Plants of México, Guatemala and Colom-
bia", Bulletin of Applied Botany, Genetics and Plant Breeding (Leningrad), suppl.
47, págs. 1-533 (manuscript translation in Department of Geography, Univ. of
California, Berkeley).

180 La colonización antioqueña

Rionegro se producen frutos que, cuando maduran, pesan más de cien
libras.

Se encuentra también en los mercados de Medellín una tercera
especie, de carne amarilla (c. máxima), aunque comúnmente consi-
derada como limitada al territorio de los incas en su distribución
precolombina. Crece a 2.200 metros de altura y alcanza gran tamaño,
como la vitoria. Ninguna de éstas se clasifica como hortaliza de
primera importancia en la alimentación, y se considera como un
alimento de las clases pobres, como la chayota o cidrayota (sechium
edule) y el pepino hueco (cyclanthera pedata).

Los ajíes de jardín (capsicum sp.) no son muy comunes ni tienen
la diversidad de los cápsicos de México.

El achiote (bixa ore/lana), árbol cuyas semillas rojas proveían a
los indios de una materia colorante a la vez para tinte y cosmético,
ha seguido siendo cultivado. Es usado hoy en toda fonda antioqueña
para dar color a los platos de arroz hervido, al queso y a las sopas.

Las totumas (Crescentia sp.) y las calabaceras (lagenaria) son
abundantes y ampliamente usadas por el pueblo como vasijas. Una
variedad de la última, el tarralí (posadaea spherocarpa), fue usada
por los naturales como vasija para llevar cal quemada hecha de
conchas de caracol, con la cual masticaban las hojas de coca (eryth-
roxylon sp.). La coca crecía silvestre, especialmente en la tierra
caliente del río Arma. 12 Antioquia parece haber estado cerca de los
límites más septentrionales de la masticación de la coca en la América
aborigen. Ambas, la planta y la costumbre, han desaparecido hace
tiempo de los rasgos de la cultura de la región. De manera semejante
su cultivo ha sido abandonado desde la llegada de los europeos.

Entre la legión de frutos naturales, comúnmente cultivados aún,
están las sandías de semillas rojas, tomates, aguacates, piñas, chiri-
moyas, guanábanas y ciruelas (spondias sp.). Otros son: el lulo, de
fruto anaranjado (solanum galeatum), el tomate de árbol (cyphoman-
dra betacea), y la curuba (passiflora sp.); el mamey (mammea ame-
ricana), el níspero (achras zapata), y el mamoncillo (melicocca

12. Montoya y Flórez, op. cit., págs. 556-571.

La base agrícola de la ocupación 181

bijuga) se considera que fueron introducidos de otras partes de la
América tropical durante el período colonial.

CAÑA DE AZÚCAR

En todas partes de Antioquia y Caldas, abajo de los 1.800 metros, la
caña de azúcar es hoy importante. La extensión de su cultivo es
aproximadamente la del maíz y el café. Se comprueba que su laboreo
es esencialmente una ocupación en pequeña escala, por el hecho de
los numerosos trapiches que existen en ambos departamentos. u

Las principales áreas de cultivo están en el valle de Medellín
(Barbosa, Girardota, Copacabana) y en Amagá; pero de Yolombó,
Campamento y Frontino también llega una gran cantidad para abas-
tecer a Medellín. En Caldas es especialmente importante en el valle
de Risaralda y al sur de Manizales, incluyendo el Quindío. La panela
es el producto principal por doquiera: es una especie de azúcar
morena, que se prepara hirviendo el jugo de la caña bajo la acción
del fuego producido por la combustión del bagazo de la misma caña
o de leña, hasta que el zumo o guarapo cristaliza. Se vacía en moldes
semejantes a medias toronjas, que venden por pares en el mercado.
La poca cantidad de azúcar blanco que se consume es importada de
las refinerías modernas del Valle del Cauca.

En la tierra caliente, la caña puede ser cosechada en ocho o nueve
meses, siendo cortadas las socas hasta ocho veces antes de la replan-
tación, pero en los límites superiores del cultivo, la planta suele
demorarse hasta veintiún meses para madurar. 14 En ninguna parte se
emplea la irrigación, y el cultivo en surcos que siguen las curvas de

13. En el departamento de Antioquia, en 1938, los 3.81 O trapiches en actividad
estaban distribuidos así: tracción animal, 1.656; manuales, 1.256; ruedas hidráulicas,
838; motorizados, 80.

14. En algunas partes de Colombia, la caña de azúcar es cultivada encima de los
2.000 metros. Caldas advierte haber visto creciendo a los 2.230 metros, cerca de
Ibarra, en el Ecuador, al mismo nivel que el trigo, "y bajo el mismo techo se hallaban
una trilladora de harina y un trapiche". Francisco José de Caldas, Memoria sobre
la Nivelación de las Planras, págs. 85-95.

182 La colonización antioqueña

nivel está limitado a unas pocas fincas. El rendimiento promedio es
de 1.1 tonelada de caña por hectárea.

La caña de Otahití, de vástago blanco, introducida en Antioquia
en 1804, fue invadida por primera vez por el mosaico de la hoja en
1933. Cuando Chardón visitó la región de Amagá en 1937, informó
que la devastación era peor que en los peores años de Puerto Rico,
con una reducción de la producción del 50% en la mayor parte de
las plantaciones. 15 En aquellos días se plantaron cañas del oriente de
la India, resistentes al mosaico, y desde entonces han reemplazado
ampliamente las más antiguas variedades.

Entre los antioqueños, la panela se acostumbra no sólo para en-
dulzar sino como un agradable hidrocarbonado, combustible humano
excesivamente barato (el dulce de la fuerza), probablemente la fuente
más barata de energía calorífica accesible al hombre moderno. Su
importancia en la dieta se manifiesta en el promedio de las raciones
alimenticias diarias de los trabajadores (ver cuadro 11). Otra medida
del patrón de la dieta antioqueña (así como el número de la familia),
es ofrecido por el índice del costo de la vida del municipio de
Medellín, 16 computado para una familia de diez personas, de la clase
media urbana, con las bases semanales siguientes: maíz, 46 libras;
frisoles, 5 112 libras; arroz, 3 libras; papas, 8 3/4 libras; panela, 20
libras; carne, 21 libras; chocolate, 2 libras y 50 huevos.

Gran parte de esta panela, semejante a caramelo, se toma disuelta
en agua como bebida, llamada agua de panela. También se come
como dulce, con mazamorra, leche o arroz. El aguardiente, tóxico
tradicional del hombre, es destilado de las melcochas; y los dese-
chos de la caña de azúcar son un alimento de primera para mulas
y caballos.

15. Carlos E. Chardón, Viajes y Naturaleza (Caracas, 1941).
16. Los artículos que se mencionan en la lista fueron tomados del índice del
costo de vida que se publica todos los años en el Anuario Estadístico de Antioquia.

La base agrícola de la ocupación 183

PLÁTANOS

La fecha de la introducción del plátano o banano para cocinar
(musa paradisíaca) es desconocida, pero parece haber obtenido
plena aceptación de los indios, a la vez que de los blancos, casi
desde los primeros días del establecimiento de los europeos. Era
éste un cultivo de clima cálido que producía generosamente con
el mínimo de cuidados y, además, los grandes racimos verdes se
manejaban fácilmente en animales de carga. Además, se conser-
vaban bien. Los documentos de los siglos XVII y XVIII indican

CUADRO 11

PROMEDIO DEL CONSUMO DIARIO DE ALIMENTOS
DE LOS OBREROS ANTIOQUEÑOS

(en gramos)

ALIMENTO TRABAJADORES ÜBREROS DEL MINEROS
EN AGRICULTURA FERROCARRIL DE CHARCÓN DEL
ANTIOQUIA (b).
(CALDAS) (a). NECHÍ (e).

Carne 180 320 340
Maíz 575 500 565
Frisoles 143 100 115
Panela 500 250 d) 345
Yuca o Plátano 500 400 e)
Manteca de cerdo o de res 15 15 (f)

40

a) Emilio Robledo. Geografía Médica... de Caldas, p. 302.
b) Juan B. Londoño, "Climas de Antioquia", en Anales de la Academia de Medicina
de Medellín. (1933-1934), pág. 1063 f.
e) El Colombiano [Medellín], noviembre 30, 1946.
d) En 1894 la ración de panela del F.C. de Antioquia era una libra (545 grms.).
e) Puede reemplazarse con 115 gramos de arroz.
t) 225 gramos de arroz.

que, aun en las tierras indígenas, el plátano era el alimento más
abundante y más accesible, especialmente en tierras debajo de los
1.500 metros. Las variedades más notables eran hartón, dominico y
guineo, que son todavía las más importantes en Antioquia y Caldas.
Platanales inmensos son un elemento importante como sombrío de
los cafetales antioqueños, y suministran la mayor parte de los

184 La colonización antioqueña

feculentos de la alimentación de los trabajadores cafeteros. El banano
dulce o comercial de los mercados de los Estados Unidos tiene un
consumo muy restringido; sólo se consigue desde hace muy poco
tiempo y lo traen de Urabá en camiones.

CACAO

La bebida tradicional del campesino antioqueño es el chocolate,
no el café. Comúnmente se le espesa con harina de maíz, se le
condimenta con pimienta, vainilla o canela, y se toma en grandes
tazas. De este modo suministra una fuente importante de nutrición
para los trabajadores de las fincas de café. El cultivo del cacao
parece haber sido practicado en escala muy reducida en los tiempos
coloniales, principalmente alrededor de la antigua capital, donde
la irrigación era fácil y la temperatura suficientemente alta. Las
importaciones de cacao en grano constituían aproximadamente un
cuarto del peso de todas las mercancías, introducidas a la provincia
al finalizar el siglo XVIII, procedentes de Timaná (alto Huila) y
Buga (Valle). Empero, Mon y Velarde había observado que el
cacao parecía medrar en Antioquia mejor que en cualquiera de
estas plazas; y aunque él intentó estimular su cultivo, las impor-
taciones continuaron en grande escala. En 1808, José Manuel Res-
trepo escribía que anualmente se importaban 2.200 cargas de cacao,
aunque "al presente los vecinos de Antioquia han comenzado a
practicar la primera experiencia y el cacao va prosperando rápida-
mente en sus campos" .t7

Después de 1850 se hicieron plantaciones de cacao en gran
escala en los alrededores de Antioquia y Sopetrán, sólo para ser
devastados por una enfermedad fungosa que causó la ruina de los
cultivadores. La mancha (escoba de bruja) apareció primero a fines
de 1851, en las plantaciones al este del río Cauca y al norte de
Sopetrán. 18 El fruto era cubierto con hongos como terciopelo,

17. José Manuel Restrepo, op. cit.
18. Ecos del Ruiz (Manizales, diciembre 5 de 1880).

La base agrícola de la ocupación 185

virulentos, que al secarse se convertían en polvo impalpable. Pronto
se esparció a todos los cacaotales a lo largo del Cauca, causando la
pérdida de la cosecha de 1852. En los primeros años se tuvieron
esperanzas de que se recuperaran los daños, puesto que se observó
que el follaje continuaba sano; pero posteriormente, cuando el cho-
colate servido a los trabajadores de los cacahuales tenía que ser
importado, se abandonó el cultivo. Esta calamidad fue la que dio
impulso al crecido comercio de cacao con la región de Cartago, que
fue más tarde un factor tan importante en el progreso de Manizales
como emporio comercial.

Un renacimiento gradual del cultivo ha sido estimulado por la
campaña oficial que urge el reemplazo de la calidad original, muy
buena pero de bajo rendimiento, llamada criollo, por el cacao cen-
troamericano, pajarito o forastero, que resiste a la enfermedad, y
también con cruces entre los dos. La producción se ha esparcido
dentro de la hoya del Atrato (Turbo, Urrao) y el bajo Cauca, donde
la irrigación no es necesaria. En Caldas, la mayor porción del cacao
se cultiva en el municipio de Pueblo Rico, en los límites del Chocó,
en gran parte por los indios chamíes.t9

ÍNDIGO

La quiebra de la industria del cacao de Santa Fe de Antioquia llevó
a la producción del índigo como sustituto. En 1869 el secretario de
Hacienda informaba que había seis establecimientos de explotación
de índigo en Antioquia, Sopetrán y Liborina, y otros cinco en pro-
yecto. Con el añil llevado a Francia a dos pesos la libra, la ganancia
anual podía calcularse estrictamente en un 50% del capital invertido;
pero la industria quedó arruinada por la competencia de los colores
de anilina.

19. Probablemente el mayor cultivo de cacao en Antioquia o Caldas es el de
Chinchiná, arriba de la Estación Experimental del Café, donde prospera una plan-
tación de cacao pajarito híbrido, a 1.500 metros sobre el nivel del mar.

186 La colonización antioqueña

VAINILLA

Otro breve entusiasmo se produjo debido a los esfuerzos para desa-
rrollar en la misma región el cultivo de la vainilla. En 1882 había
18.000 enredaderas cerca de Antioquia, y se habían plantado también
árboles de sombra para 50.000 más. 20 Se enviaron especímenes de
muestra a París y Burdeos, se vendieron a bajos precios y los esfuerzos
fueron pronto abandonados.

ANíS EN GRANOS

El gusto de los antioqueños por el anís es de origen español; pero
desde la introducción del azúcar de caña, es empleado para darle
condimento al aguardiente (o, en el lenguaje familiar, anisado, Pacho
o José Anís), exactamente como los granos de cominos han sido
populares para condimentar el alimento. Todo aguardiente produ-
cido en Antioquia aún es fuertemente anisado, y aparentemente lo
ha sido siempre, desde cuando se estableció el monopolio real,
hace cerca de ciento setenta y cinco años. Mon y Velarde intentó
estimular la producción de anís en un año, ofreciendo doce pesos
en oro al productor principal. Anota en su informe final que, "a
pesar del escepticismo característico", habían sido producidas ya
unas pocas arrobas, principalmente en los alrededores de Sopetrán.21
Esta especialidad de siembra menor, que aún se cultiva para las
exigencias locales, es totalmente vendida a la destilería oficial que

20. National Archives (Washington, D.C.), Consular Letters: Medellín, W 32,
from Néstor Castro, mayo 4, 1882.

21. Mon y Velarde observa que el cultivo del anís podía mantener la destilería
real de Medellín en actividad durante las estaciones de lluvias, cuando se interrum-
pían las introducciones de Bogotá por el camino de Nare, o el costo era excesivo,
de manera que no fuera posible mantener activa la destilación. Mon y Velarde, op.
cit. En 1788, año en que él escribía, la administración del monopolio de aguardiente
en Antíoquia compró 746 arrobas de anís, la mayor parte de las cuales venía de
cosecheros locales. El resto venía por Nare. El mismo año, la administración compró
3.118 cargas de miel y 1.866 de leña. Archivo de Antioquia, Medellín, Libros de
aguardiente, 1788.

La base agrícola de la ocupación 187

operaenMedellín.22 Su cultivo se ha localizado casi por completo
en el reducido municipio montañés de Giraldo, en los áridos flancos
de la Cordillera Occidental, en el camino entre Antioquia y Ca-
ñasgordas.

ARROZ

Entre los granos del viejo mundo, solamente el arroz ha hecho gran
progreso entre los antioqueños, colocado hoy con la caña de azúcar
y el plátano como el artículo alimenticio de mayor uso en la dieta
diaria. Es raro que el visitante, aun en la finca más aislada, no sea
obsequiado en las comidas con arroz cocinado. Su consumo ha au-
mentado mucho en los últimos años en que el patrón de vida ha
subido, especialmente en las ciudades, pues el arroz ha alcanzado el
prestigio de ser un alimento blanco de clase superior, igual al que
tiene el trigo en muchas otras regiones.

Dada la naturaleza quebrada en extremo de la topografía de An-
tioquia y Caldas, no es sorprendente que la mayor parte del arroz que
se consume en estos departamentos sea introducido de otras regiones,
especialmente de la costa del Caribe y del Valle del Cauca. A pesar
de que actualmente se está cultivando arroz en el bajo Cauca y en
Urabá, Antioquia produjo en 1965 sólo 35.000 toneladas, o sea el
6% de la producción total del país.23 Las importaciones de arroz a
los departamentos dichos probablemente exceden hoy a las de todos
los artículos alimenticios, excepción hecha del ganado.

El cultivo del arroz parece haber sido introducido en Antioquia
hacia la mitad del siglo XVIII por los jesuitas. En 1788 ya se había
concentrado alrededor de San Jerónimo, en las terrazas altas e im-
permeables donde el río Aburrá desemboca en medio de la baja

22. La producción de anís ha decaído agudamente en los últimos años. En 1945,
menos del 10% del anís comprado por las Rentas Departamentales de Antioquia era
cultivado en el departamento; el resto venía de la región Pasto-Popayán y del Perú,
Argentina y México. La producción de anís de Antioquia hacia fines del siglo XIX
era en promedio de 100.000 kilogramos anuales. ·

23. Revista Nacional de Agricultura (Bogotá, 1942), pág. 33.

188 La colonización antioqueña

planicie de Sopetrán. Mon y Velarde informa que aquí se producía
todo el arroz consumido en la provincia. San Jerónimo es todavía el
único municipio importante cultivador de arroz en el interior de
Antioquia. Aquí la irrigación es indispensable, pues aunque los cam-
pos son inundados cada cuatro días, durante las largas estaciones
secas el suave declive de la tierra no permite que el agua permanezca
por más de unas pocas horas. Ocasionalmente se colectan dos cose-
chas al año; pero la cosecha principal es la que se siembra en febrero
y se corta en junio. En los años recientes el arado y la segadora
mecánicos han sido usados con buen éxito en los campos más parejos,
los cuales, a diferencia de lo que sucede en muchas tierras de cultivo
en Antioquia, han sido arrendados a inquilinos sobre la base de
participación en los cultivos.

Recientemente las tierras lluviosas del bajo Cauca y Urabá han
sobrepasado a San Jerónimo como regiones productoras de arroz;
pero de estas secciones remotas, la mayor parte de las cosechas es
exportada a los puertos del bajo Magdalena o a Cartagena. La abun-
dante precipitación de lluvias y la única estación seca generalmente
hacen innecesaria la irrigación. Una extraordinaria adaptación del
cultivo se ha encontrado en las empinadas y rocosas vertientes de
Valdivia (1.200 metros de altura), donde grandes maizales han sido
entreverados con arroz (arroz de la montaña). Para aquellos que
asocian el cultivo del arroz de secano con las apartadas regiones
primitivas del sudeste de Asia, es una gran sorpresa encontrar a éste
prosperando en el límite de exploración antioqueña, a medio mundo
de distancia de su patria de origen. Pero la alusión de Fray Pedro
Simón en 1580 acerca del arroz en el valle del Magdalena, donde
crecía con el maíz, prueba que ésta era una antigua costumbre:

En Mariquita... arroz, que se da maravillosamente y sin los trabajos
que cuesta de criarlo en el reino d~ Murcia y Valencia, en España,
pues sólo lo siembran como el trigo, y sin beneficios ni riesgo, crece
y se sazona hasta cogerlo.24

24. Simón, op. cit., vol. 3, pág. 131.

La base agrícola de la ocupación 189

TABACO

El gran número de pipas que han sido halladas en las sepulturas
indígenas de Antioquia y Caldas prueba que el tabaco fue extensa-
mente usado en esta región antes de la Conquista. Durante el período
colonial era cultivado con alguna extensión en las comunidades in-
dígenas locales, pero desde temprano se convirtió en una de las
principales importaciones traídas por el camino de Nare. 25 El gober-
nador Silvestre observa en 1776 que aunque la hoja crecía bien en
la provincia, los habitantes generalmente ignoraban las técnicas ne-
cesarias para curarlo.

Antioquia no participó en el auge del tabaco de Ambalema que
siguió a la supresión del monopolio en 1850, pero la producción para
abastecer las necesidades locales se mantuvo siempre en las tierras
más bajas, a lo largo del río Cauca. Aquí la planta es perenne, y las
estadísticas publicadas se refieren a "árboles en producción", los
cuales, cuando están en la madurez, tienen la altura de un hombre o
aun mayor. En 1942 había 4.9 millones de árboles de tabaco regis-
trados en el departamento de Antioquia, en 1.067 plantaciones sepa-
radas, lo que representa un decrecimiento de dos tercios en relación
con los veinte años anteriores. 26

El consumo del tabaco, sin embargo, ha continuado en aumento.
Las mujeres de las clases bajas se han habituado a él tanto como los
hombres, y es muy frecuente verlas en los campos o plazas de mercado
disipando a soplos cigarros pequeños hechos en casa.

25. Las 246 cargas de importaciones declaradas como oficiales a la Corona en
Santa Fe de Antioquia, entre el 1o de febrero de 1685 y el 15 de septiembre de 1867,
incluían: telas y mercancías de Castilla 52; telas y mercancías de Quito 20; telas y
mercancías de Nueva Granada 9; tabaco 45; vino 37; cacao 27; cera (para bujías),
19; hierro 8; aguardiente 8; harina 4; aceite de olivas 2; lana 2; otras diversas 13.
Archivo de Antioquia, Medellín, Caminos, tomo 1, expediente l.

26. Los municipios de Santa Bárbara, Venecia y Bolívar son los principales
productores.

190 La colonización antioqueña

ALGODÓN

Parece que un algodonero leñoso había sido extraordinariamente
importante entre los aborígenes de Antioquia. Tanto los extensos
algodonales como las grandes cantidades de telas de algodón teji-
das con frecuencia son comentados por los primitivos cronistas.
En el Quindío han sido halladas miles de ruecas con husos de
barro. Al principio los españoles compraban sus telas a los indios,
u ordenaban su fabricación a los naturales de la encomienda; pero
a medida que desaparecía la técnica de los indios, y probablemente
también los campos de algodón, las telas del Socorro, de Quito y
de Castilla (ropas de Castilla) llegaron a constituir la más impor-
tante clase de las importaciones sencillas. Si el cultivo de los
artículos alimenticios parecía no halagar a una comunidad de mi-
neros, es comprensible que el del algodón hubiese sido abandonado
del todo. Observando las admirables calcetas y los sombreros
tejidos en la provincia, un agente oficial urgía que se aplicaran las
mujeres mismas al negocio de la fabricación de lienzos, a fin de
reducir las importaciones.27 Parece que su proposición de traer dos
familias de tejedores con telares y torno de hilar para enseñar a
las mujeres de Antioquia las técnic'as necesarias no tuvo efecto.

De tiempo en tiempo, olas de entusiasmo habían pasado por
Antioquia para el fomento del cultivo de algodón con el fin de
abastecer las hilanderías de Medellín; pero los resultados han sido
siempre frustrados. En 1880 la prensa de Manizales insinuaba que
una industria textil ofrecía la única esperanza de contener la emi-
gración hacia el Quindío; y solicitaba que el gobierno local diera
los pasos para distribuir semillas de algodón, para lo cual había
muchas solicitudes. Un editor escribía:

Nuestra misión ahora es plantar algodón y aumentar nuestros rebaños,
porque en cuanto se multipliquen las ovejas y sean extensos los
campos de algodón, las fábricas de textiles aumentarán, las clases

27. Mon y Velarde, op. cit.

La base agrícola de la ocupación 191

pobres encontrarán ocupación productiva, los precios bajarán y cesará
la emigración.28

Más tarde, en el siglo presente, las principales hilanderías del
valle de Medellín distribuyeron gratuitamente semillas de algodón
a los cultivadores con la esperanza de desarrollar una fuente más
barata de algodón en rama dentro del departamento; pero tuvieron
muy poco éxito. En 1908-1910 se distribuyeron más de 1.400
libras de semillas de algodón y se plantaron en el municipio de
Ebéjico, al margen meridional de la árida zona cerca de Santa Fe
de Antioquia, pero los cultivos se perdieron por el ataque de
gorgojos y orugas. Hubo dos fracasos más, y al fin se abandonó
el proyecto. 29

Hoy en día se pueden ver algodoneros en las huertas de la
mayoría de las casas en los pueblos pequeños a menos de 2.000
metros. Hasta 1940 el 2% del algodón para la creciente industria
textil de Medellín venía de una pequeña zona lluviosa en lejanas
vertientes de la Cordillera Occidental, arriba de Dabeiba. Ya no
existe allí ese cultivo. La textilería de Med.ellín depende del algo-
dón en rama suministrado por nuevas áreas productoras de la Costa
y del Tolima.

SERICICULTURA

En el último siglo se hizo también un ligero intento por establecer
en Antioquia la industria de la seda. Se introdujeron al departamento
gusanos de seda gracias al doctor Manuel Vicente de La Roche,
distinguido médico cartagüeño residente en Medellín, hijo de un
francés emigrado. En 1869 obsequió al gobernador con muestras de
telas fabricadas de la seda de dichos gusanos, y aquél ordenó se
retribuyera al fabricante con una medalla de oro.

28. Ecos del Ruiz (Manizales, octubre 31 de 1880).
29. Antonio José Restrepo, El moderno imperialismo (Barcelona, 1919).

192 La colonización antioqueña

Después de algunos desengaños, se estableció la Sociedad Sericí-
cola De La Rache en 1888, con un auxilio de 30.000 pesos votado
por la asamblea departamental.30 El auxilio exigía el establecimiento
de una granja modelo cerca de Santo Domingo, para "el cultivo de
árboles de morera y del gusano de seda; devanada de los capullos y
tejido de la seda"; así como también hacer experimentos con el gusano
de seda colombiano, attacus spondiae. Pero las prolongadas disputas
ociosas sobre la ayuda financiera dieron al traste con el proyecto,
aunque De la Rache, amargado y desilusionado, todavía conservaba
esperanza en él antes de morir en 1897.31

CABUYA

Cabuya (fique) es un nombre dado en Colombia tanto a la fibra como
a las plantas de varias especies de lafourcraea, semejantes al agave,
que son cultivadas en la parte alta de toda tierra templada, y en la
tierra fría. 32 Aunque rara vez se nombre en la literatura, la cabuya
desempeña un papel de igual importancia al menos que el algodón,
entre las fibras del campesino. De ella se hacen lazos, trenzas, ha-
macas, enjalmas, cinchas, cabestros, y, lo más importante, costales
para empacar café, cacao, maíz, panela, frisoles, etc. La fibra es más
fina en textura que el henequén; es lustrosa y de excelente calidad
cuando está limpia.

El método más común para preparar la fibra es el carrizo. Las
hojas son rajadas en tiras angostas y son desgarradas entre dos estacas
apretadas juntas, para raspar la pulpa. Su producción está muy loca-
lizada: en Antioquia, los municipios de San Vicente y de Guarne

30. Informe del Gobernador a la Asamblea (Medellín, 1892), vol. 2, págs. 33-42.
31. En 1922 el alto precio de la seda bruta en el mercado internacional causó
una breve agitación en Caldas. La producción allí alcanzó un máximo de 2.500
libras, en 1925; pero un alza en el mercado del café, pronto acabó con aquel negocio.
Antonio García, Geografía Económica de Colombia, IV, Caldas, pág. 504.
32. Lester H. Dewey, Fiber Production in the Western Hemisphere, United States
Department of Agriculture Mise. Pub!. 518 (Washington, 1934), contiene excelentes
ilustraciones sobre la cabuya colombiana.

La base agrícola de la ocupación 193

producen más del65% de los 3.5 millones de libras de fibra de cabuya
producidos anualmente en el departamento.

Como una subindustria de la del café ha surgido en Medellín una
moderna fábrica de costales que consume hoy en día casi toda la fibra
seca producida en el departamento; con esta fibra se elaboran los
conocidos costales con la tira verde y roja tejida a su alrededor en
los que se empaca el grano. Antes de que se creara la Compañía de
Empaques S.A., el tejido de la cabuya era una industria esencialmente
casera; los principales centros de telares estaban en Guarne, Rionegro
y La Estrella; este último es el único que queda en el valle de Medellín
y antaño hubo allí un resguardo indígena con el mismo nombre.

LA CRÍA DE GANADO

En todas partes el ganado europeo formó parte integrante del complejo
colonial español. Ganado vacuno, ovejas y cerdos traídos al Perú por
la vía de Panamá poco después de 1530 suministraron la provisión
que acompañó a los conquistadores en su marcha al norte hacia Quito,
Popayán y Antioquia.

Ganado adicional como caballos y asnos, introducidos por Be-
lalcázar, vinieron a ser la hacienda de los españoles del Valle del
Cauca. Todo parece indicar que este ganado fue el tronco principal
de todos los hatos de Antioquia.33 No hay noticia de ningún ganado
vacuno importado por el norte ni por las rutas fluviales del Mag-
dalena y el Cauca, o por el camino de Urabá, de los primeros
conquistadores, tan prontamente olvidado.

Cuando no era molestado por los animales expoliadores, el
ganado se multiplicaba rápidamente. Desde muy temprano, en
1569, el concejo municipal de la villa de Santa Fe de Antioquia
había ordenado que todo ganado vacuno fuera acorralado por la
noche, " ...porque ellos causan gran perjuicio a las estancias de
esta villa, comiéndose el maíz y los frisoles y otros cultivos que

33. Aurelio Mejía, "La Ganadería en Antioquia", Revista Nacional de Agricul-
tura (Bogotá, marzo 1944), pág. 47.

194 La colonización antioqueña

crecen en ellos" .34 Poco después, al ganado suelto que causara daños
a la propiedad privada podía dársele la muerte sin pena alguna. Al
propio tiempo se asignaron pastos comunes en el cerro de Buriticá
"para esta villa y su ganado" .

En toda la provincia creció también el número de ganado. De un
hato de quinientos que fue arreado de Arma a las minas de Remedios
en 1573, más de un centenar se extravió en el valle de Aburrá.35 En
1581, el yerno del primitivo dueño solicitó una concesión de dos
leguas cuadradas cerca de Guarne, "para una estancia en donde reunir
este ganado y establecer cultivos", y observaba que:

...ellos se han multiplicado de tal modo en estos ocho años en esta
región, que son ahora un gran número, y muchas personas, sin con-
ciencia ni temor de Dios, los matan con arcabuces o perros, o por
otros medios de que son capaces, y en consecuencia, incurren en mi
gran daño y perjuicio.

Los potreros pertenecientes a los vecinos de Santa Fe, en el valle
del río Negro, también se desarrollaron como un antiguo centro
ganadero. Los privilegios del pastaje fueron alquilados anualmente
a los forasteros, a cuatro pesos por cada cien cabezas; y entre 1644
y 1647, las cifras del colector de impuestos dan cuenta de 900 novillos,
1.666 de ganado vacuno y 480 cerdos registrados allí.36 La mayor
parte de éstos habían sido traídos de Arma, Buga y Popayán, para
engordarlos antes de venderlos en los campos mineros de Antioquia,
donde había gran demanda de carne de res y sebo, como también de
sogas y recipientes de cuero. Otros se vendían como bueyes de carga,
pues durante las estaciones lluviosas, los densos gredales de las
montañas hacían los caminos intransitables para mulas y caballos.

Aunque parece que no hay antiguas descripciones del ganado de
Antioquia que indiquen que éste poseía condiciones extraordinarias,
es lo cierto que tres siglos de aislamiento y selección han establecido

34. Archivo de Antioquia, Medellín, Tierras, tomo 37, Expediente 645.
35. Mejía, op. cit., pág. 49.
36. Archivo de Antioquia, Medellín, Minas, Sec. 2, tomo 19, W 4350.

La base agrfcola de la ocupación 195

una raza bovina única y bien fija, conocida en Colombia con los
diferentes nombres de blanco orejinegro, antioqueño o criollo. Su
inmunidad sobresaliente a la garrapata y al nuche, lo han hecho
eminentemente adecuado a las condiciones de Antioquia. Es éste un
animal frugal de pequeña talla, con pelo muy blanco, fino y corto,
excepto en las orejas, que son negras. El hocico es también negro y
ocasionalmente lo son las extremidades de los cuernos y la cola.

Como animal económico y desde el triple fin de la leche, la carne
y la carga, especialmente adaptado a las empinadas vertientes de la
tierra templada, el blanco orejinegro ha sido un compañero fiel de
los colonos antioqueños, de norte a oriente, tanto en las regiones
cafeteras como en las nuevas labranzas, en las altiplanicies brillantes.
Visto desde el aire sus formas, de un blanco de nieve, se destacan
vivamente en el rico verdor de las hermosas colinas. Le gusta agru-
parse en las cumbres de las lomas circulares y peladas de esta región.
Como la arepa y el carriel, este ganado es (o fue, hasta hace muy
poco tiempo) indicador seguro del poblamiento antioqueño. 37 Pero
el ganado criollo tiene sus días contados; actualmente está siendo
reemplazado por el cebú cruzado en las tierras bajas y medias y por
razas europeas lecheras en las zonas más altas.38

La creciente demanda de leche fresca ha dado lugar a una impor-
tante industria en Antioquia, pricipalmente en las tierras altas y frías
alrededor de Don Matías y en las vegas del alto río Negro, cerca de
La Ceja. Las parcelas de pasto Imperial o Guatemala dispuestas en
potreros para el corte le dan una apariencia peculiar al paisaje en
esos lugares. Una moderna planta pasteurizadora en Medellín (Pro-
leche) dispone de la mayor parte de la producción; la leche es reco-
lectada en las fincas por una flota de carro-tanques. El control de

37. Aunque el promedio de producción de leche para ganado nativo inculto es
de un litro y medio por día, un ganado ya seleccionado de la Granja Ganadera del
Nus, en San Roque, produce cerca de dos litros y medio al día, con 3.7% de grasa.
Los cruces con crías europeas han dado resultados promisorios.

38. La gradual desaparición del ganado blanco orejinegro puede ser atribuible,
en parte, al incremento del abigeato en los últimos años, debido quizás a la violencia.
El ganado criollo se mueve lentamente, es calmoso y fácil de manejar, en tanto que
el cebú es más bravo.

196 La colonización antioqueña

precios del líquido, en relación a los costos cada vez más altos, ha
frenado un poco el crecimiento de esta industria en los últimos años.

El blanco orejinegro, como el pueblo de Caldas, ha sido llamado
"más antioqueño que los antioqueños". Aunque se ha esparcido por
las tierras cafeteras de Cundinamarca y el valle de Popayán, su centro
continúa siendo el norte de la tierra templada de la Cordillera Central.
Su pelo blanco y piel negra, que lo hacen único en América Latina,
han dado lugar a conjeturas respecto de su origen. Posiblemente el
tipo procede del ganado que los romanos llevaron a España para
sacrificar hace dos mil años. Allí fue ampliamente mezclado con el
ganado autóctono, pero en los distritos montañosos aislados de la
Península, algún ganado blanco sobrevivió, a lo menos hasta fecha

reciente.39
Introducido en el norte de Sur América, su aislamiento subsiguiente

en las montañas de Antioquia dio por resultado una selección natural,
en relación con la frugalidad y la resistencia a los parásitos, acom-
pañados del renacimiento y estabilización de ciertos caracteres pri-
mitivos, que incluyen el pelo blanco y las orejas negras.

Hace setenta años Darwin observaba que "hay una tendencia gran-
de en el ganado salvaje o cimarrón, a volverse blanco con las orejas

°coloradas, bajo condiciones profundamente distintas" .4 Como ejem-

plo, cita el ganado park de Gran Bretaña, blanco y de orejas negras,
el buey común de Hungría y los cerdos registrados en las Islas
Falkland, las Islas Marianas y en Gales. El ganado inglés, especial-
mente, ha sido objeto de mucha atención. Los cuatro o cinco hatos
park que existen, y los que se extinguieron primeramente, eran todos
blancos, con orejas negras o rojas oscuras y puntos negros.41 A veces

39. Alvon H. Sanders, "The Taurine World", National Geographic Magazine,
diciembre 1925, págs. 591-710.

40. Charles Darwin, The Variation ofAnimals and Plants under Domestication,
(2 ed., New York, 1876), vol. 1, págs. 82 y sgts.

41. John Storer, The Wilde White Cattle of Great Britain (London, 1881). De
los ganados mejor preservados de Park, el de Chillingham Cattle (Northumberland)
había tenido las mismas orejas negras, las pezuñas y el hocico, en el siglo XVII,
pero bajo la acción de la selección del hombre, el color de la oreja al fin se convirtió
en rojo oscuro. El ganado Hamilton de Cadzow Perk, Lanarkshire, Escocia, tiene

La base agrícola de la ocupación 197

aparecen puntos negros en el cuello y sobre las ancas; esta última
característica es muy común entre el ganado nativo de Antioquia.
Aunque se dice que este ganado selvático blanco de Gran Bretaña es
descendiente del blanco silvestre bos primigenus de las islas, una
tesis más razonable parece ser que desciende del ganado traído por
los romanos del sur de Europa, y fue dejado como extraviado por
ellos cuando los invasores fueron expulsados de Inglaterra. Su acae-
cimiento en dos colonias españolas aisladas, por lo menos, y en
Inglaterra, favorece fuertemente la creencia en un antepasado romano
común para ambas ramas del tronco.

Las primeras crías de sangre extranjera fueron importadas a An-
tioquia en 1880, y su número ha continuado en aumento porque el
consumo de leche es cada vez mayor. Holstein, frisians y ayrshire
han sido los tipos introducidos con mejor éxito; el último comprende
casi tres cuartas partes del ganado de sangre en el departamento de
Antioquia. La hacienda Zuláibar (2.500 metros de altura), cerca de
Angostura, establecida en 1910 por Tulio Ospina, tiene más de mil
ayrshires, muchos de ellos de pura sangre. Otras razas europeas
incluyen red-polled, jerseys, durham y brown swiss. Los baños arse-
nicales y de otras clases han hecho posible la introducción de algunos
tipos lecheros europeos a las tierras más cálidas.

Mayor éxito han tenido los cruces de blanco orejinegro con otros
tipos importados. Uno de éstos, el criollo -durham cruzado-, se
halla extensamente esparcido en Caldas, donde se conoce con el
nombre de azul y pintado o caldense.

Aparentemente la cantidad de ganado en Antioquia ha disminuido
en los últimos años (en 1965 había 1.070.000 cabezas). Desde la
inauguración de la autopista Cartagena-Medellín, a mediados de
1950, el mercado interno de carne de res se abastece cada vez más
con la producción de las sabanas de Córdoba y Bolívar. El ganado

todavía orejas negras. Storer trae también referencias a varias descripciones de
ganado blanco con puntos negros en el sur de Europa (Hungría, Servia), de donde
él conjetura vienen los uros, progenitores del Chillingham y de otros ganados de
Park.

198 La colonización antioqueña

costeño (que tiene una fuerte mezcla de sangre cebú) predomina hoy
en día en las ventas semanales de la plaza de ferias de Medellín.

La importación del ganado data del primer período minero colonial
en Antioquia; pero la mayor parte fue traído del Valle del Cauca más
bien que del norte. Las posibilidades del ganado de Bolívar fueron
reconocidas por el gobernador Silvestre en 1776, cuando propuso la
apertura de una vía terrestre a Ayapel:

...considerada más útil para los transportes el que se abriesen también
por tierra desde allí para conducir ganados de las sabanas de Ayapel
y de Tolú, que es lo que abunda muy poco en este país, siendo tan
necesaria para los alimentos y para que se abaratasen las carnes a
beneficio de estos pobladores y de los trabajadores de minas, a más
de la cría y fomento de haciendas de campo.42

Parece, sin embargo, que las importaciones fueron en escala infe-
rior hasta fines del siglo XIX, cuando la sobreproducción del Valle
comenzó a ser enviada a los nuevos mercados de Manizales, el
Quindío y los centros urbanos del alto Cauca.

Antes de la construcción de la troncal del occidente había dos vías
para la expedición del ganado de las costas del-Caribe al interior.
Una era la vía terrestre (La Trocha), que partía de Montería, atrave-
saba Cáceres, Valdivia y Yarumal y llegaba a Medellín; la otra, más
corta, iba desde el Sinú hasta el puerto de Magangué (Yatí), sobre el
Magdalena; allí se embarcaba el ganado en grandes lanchones de tres
pisos hasta Puerto Berrío, donde lo transbordaban al ferrocarril para
Medellín; o hasta La Dorada y de allí, a través de la cordillera, a
Manizales.43

42. Francisco Silvestre, "Informe sobre la Apertura del Camino desde Antioquia
hasta Ayapel...", (junio 1, 1776), Archivo Historial (Manizales, julio de 1919), págs.
560-566.

43. En 1945 el movimiento de ganado desde las sabanas de Bolívar hacia el
interior fue como sigue: hacia Antioquia: vía "La Trocha", 30.859. Hacia Caldas:
vía Puerto Berrío, 35.000. Vía La Dorada, 34.726.

La base agrícola de la ocupación 199

Había también otra vía terrestre hasta Turbo (en el golfo de Urabá),
y de allí se debía embarcar las reses río arriba por el Atrato; ésta era,
sin embargo, muy poco utilizada.44

Se calcula que anualmente salían por La Trocha hasta 70.000
cabezas de ganado. Las pérdidas promedio en el peso o por muerte
durante esta viaje de 45 días desde Montería eran más o menos del
35%; en la vía fluvial por Puerto Berrío las pérdidas eran sólo del
12 o el 14% pero los costos eran mayores .

Hoy en día el transporte de ganado desde las tierras bajas del
Caribe hasta el mercado de Medellín es una gran industria que cuenta
con cientos de camiones. Los costos por cabeza son de 160 pesos
desde Montería y 130 pesos desde el bajo Cauca. Otro de los grandes
surtidores del mercado de Medellín es la región que comienza en el
distrito de Puerto Berrío y se extiende a todo lo largo del río Mag-
dalena; el ganado se transporta desde allí por tren, pero esto cambiará
pronto, cuando finalicen la carretera que comunica a este puerto
fluvial con la capital del departamento.

Las reses de Córdoba, Bolívar y el bajo Cauca son generalmente
flacas y deben ser engordadas durante 4 a 12 meses en pastizales
artificiales antes de ser vendidas al matadero como ganado gordo
(promedio, 500 kilogramos). La mayor parte de este ganado es cebado
en las tierras calientes con pasto Pará o India, ya sea en las tierras
bajas del Cauca medio (de La Pintada a Bolombolo) o en los pastizales
del bajo Nus y el Magdalena. Ambas regiones tienen facilidades de
transporte.

La revolución en el transporte del ganado coincidió con la inau-
guración, en 1956, de la feria ganadera, localizada a unos pocos
kilómetros de Medellín. Se dice que esta feria es la más grande y la
mejor provista de América Latina. En 1966 se negociaron allí 474.000
cabezas de ganado y las ventas totales fueron de 778 millones de
pesos (50 millones de dólares), una cifra muy similar a las de las
ventas de ese año de Coltejer, la mayor empresa textil de Colombia.

44. En 1915 se abrió la primera ruta por tierra para ganado entre el Sinú y Turbo.
Otra de las rutas iba desde el alto Sinú hasta Chigorodó y de allí el ganado se llevaba
por tierra hasta Dabeiba.

200 La colonización antioqueña

El ganado de las sabanas norteñas y las vegas del Magdalena pasa
por allí no sólo hacia el matadero municipal (cuya capacidad es de
55 cabezas por hora) y los pastizales de engorde de Antioquia, sino
también hacia los mercados de Caldas, Valle, Santander y Cundina-
marca. La feria de Medellín es el punto de reunión de los ganaderos
del occidente de Colombia y se desarrolla allí una intensa actividad,
especialmente a mediados de la semana. Alrededor de ella hay cinco
bancos, doce restaurantes y numerosos kioscos donde se venden
enjalmas, riatas, ropa y otros artículos necesarios para el ganadero.45

INTRODUCCIÓN DE PASTOS

La introducción de pastos, muchos de ellos especies de origen afri-
cano, traídos a Colombia por la vía del Brasil, ha permitido el desa-
rrollo en Antioquia de una industria próspera de ganado. Y lo que es
más importante, estos pastos están sirviendo para evitar la erosión
acelerada que amenaza la economía agrícola de la región.

La demanda de pastizales para el crecido número de ganado flaco
de Bolívar que venía por La Trocha dio por resultado el estableci-
miento de las primeras haciendas de tierra caliente para engorde de
ganado, en 1870. Estimulados por el buen éxito de las plantaciones
de yerba de Pará (panicum barbinode) en la hacienda de Túnez, casi
toda la selva virgen a lo largo del río Cauca antioqueño, entre el río
Arma y el Bolombolo, fue convertida en yerbales de Pará o de India
(panicum maximun) entre 1870 y 1900. A diferencia de las vertientes
templadas, aquí la tierra se conservó en grandes feudos y en manos
de terratenientes ricos y por lo general ausentistas. Tal desarrollo
difícilmente habría sido posible sin el alambre de púas para cercas
que fue introducido de los Estados Unidos durante este período y que
vino a reemplazar las tradicionales chambas con que anteriormente

45. La feria es administrada por las Empresas Públicas de Medellín; y supone
para la ciudad unas entradas mensuales de varios millones de pesos. Cubre un área
de 30.000 metros cuadrados y su capacidad es de 11.000 cabezas. Ver: E. Libardo
Ospina, op. cit., págs. 124-125.

La base agrícola de la ocupación 201

se hacía la delimitación de las propiedades campesinas. Tanto el Pará
como la India requieren un pastaje rotatorio. Un uso continuo durante
el año puede ser ruinoso, especialmente en suelos pobres; de tal manera
que era necesario dividir las haciendas en numerosos potreros más
pequeños, de 75 acres aproximadamente. Túnez, con más de tres mil
cabezas de ganado, tenía más de setenta de aquellos pastizales separados.

La yerba de Pará, que generalmente se halla limitada a las tierras
húmedas bajas, expuestas a la inundación, ha sido reemplazada más
y más en los últimos años con la yerba India (conocida a veces con
el nombre de pasto de Guinea). Dicha hierba es adaptable a las tierras
pobres de las alturas y no sufre por las sequías periódicas, como la
de Pará. Ambas hierbas son gruesas y excesivamente exuberantes;
crecen de tal manera que a veces es difícil, aun para los hombres a
caballo, encontrar el ganado que pasta en ellos. Tienen un valor
nutritivo similar, siendo generalmente calculada su capacidad de
sostenimiento en una cabeza por cuadra. Hay extensas regiones sel-
váticas a lo largo del bajo Cauca y el Magdalena que son adaptables
a estos pastos, como lo indica el buen éxito de su siembra en años
recientes cerca de Cáceres, Puerto Berrío y La Dorada. En este tipo
de rancho con extensas haciendas de ganado en grande escala no hay
puesto para los pequeños pegujales de los colonos antioqueños.

Aunque el Pará, la India y el recientemente introducido pasto
Pangola han hecho utilizables muchos miles de hectáreas de tierra
anteriormente improductiva en las regiones calientes, se debe dar
más importancia a la reciente invasión expansiva de la hierba africana
melosa (melinis minutiflora) en las empinadas y agotadas vertientes
de la tierra templada. Esta hierba, suave y verdeazul, que ha venido
a ser llamada en Antioquia pasto gordura o yaraguá, está cubierta de
pelos finos y tiene un olor característico como de limón, el cual,
después de la lluvia, penetra la atmósfera. De la base de cada pelo
se secreta una gota de un fluido dulce y viscoso (único entre las
gramináceas conocidas) que lo hace pegajoso al tacto y que se cree
rechaza los mosquitos y las garrapatas. Los animales colocados en
este pasto son indiferentes a él, pero una vez habituados a la yerba
la prefieren a todas las demás. Su capacidad de mantenimiento es de
dos tercios de la del Pará o India, pero a diferencia del último, puede

202 La colonización antioqueña

usarse para hatos lecheros, lo mismo que para el engorde del ganado.
Se dice también que da un lustre especial al pelaje del ganado ali-
mentado con él.

La importancia revolucionaria del Yaraguá para Antioquia, sin
embargo, está menos en estas cualidades que en sus propiedades
excepcionales de agarrarse fuertemente al suelo y por su tolerancia
a los suelos desgastados y empinados, de fertilidad inferior, que
caracterizan el macizo granítico antioqueño y algunas de las tierras
cafeteras abandonadas del suroeste. Sus largas sumidades rastreras,
que arraigan en los nudos, continúan creciendo en la parte superior
de la antigua vegetación, formando a veces un emparrillado flojo
y profundo de uno o más pies de espesor, a través del cual conti-
nuamente se están extendiendo nuevas raíces aéreas que brotan de
los nudos, para suministrar posteriores raigambres que la fijen al
suelo.

Este pasto, extraordinariamente adaptable, fue introducido en Co-
lombia en 1906, cuando unas pocas muestras fueron incluidas inad-
vertidamente en un embarque de semillas del pasto brasilero Jaragua
(hyperrhenia rufa), completamente distinto del anterior, enviado por
el ministro de Colombia en el Brasil, general Rafael Oribe Uribe.46
El Jaragua del Brasil prosperó muy lentamente y sin eficacia; y puesto
que habían resultado dos especies de pastos de las semillas enviadas
por el general, el público dio el nombre de "yaraguá" a la planta que
prosperó mejor, al melinis. La confusión de nombres que ha resultado
de esta circunstancia, está lejos de ser resuelta. Entre los términos
aplicados frecuentemente al melinis en Antioquia, los principales han
sido: común, gordura, peludo, melado, ospina y yaraguá de Colom-
bia; pero el más común de todos ha sido el erróneo yaraguá. La
misma equivocación se da extendido por Puerto Rico y Venezuela.47

Entre tantos, el Jaragua del Brasil, que según observaba el general
Oribe había reemplazado al pasto Melado en la mayor parte de Goyaz

46. Carta de Eusebio A. Jaramillo, citada por José Domingo Sierra, Estudios
sobre los pastos de Antioquia (Medellín, 1916).

47. Carlos E. Chardón, Reconocimiento agropecuario del Valle del Cauca (San
Juan, Puerto Rico, 1930), pág. 70.

La base agrícola de la ocupación 203

y había causado una revolución agrícola en el Brasil,48 fue conocido
en Antioquia popularmente como yaraguá Uribe, para distinguirlo
de su más vigoroso contendor.49 Ha sido extendido gradualmente su
dominio, especialmente en los sitios más secos y calientes, donde
otros pastos no van tan bien, tales como las vertientes montañosas
de Santa Fe de Antioquia y Anzá.

La asombrosa rapidez con que el Melinis yaraguá ha prendido en
las tierras templadas de Colombia tiene pocos ejemplos en la historia
agrícola. Es comparable, en igual sentido, a la invasión de la avena
silvestre del Mediterráneo en California. Al principio se sembraba
cuidadosamente, después de la preparación de un lecho de cenizas
en los nuevos desmontes; así se procedió largo tiempo, hasta que se
convirtió en voluntario, invadiendo los cafetales abandonados, las
orillas de los caminos, los terraplenes de los ferrocarriles y los mismos
pastizales nativos. Además, su grado de tolerancia se extiende bien
dentro de la tierra fría y caliente, siendo limitado aproximadamente
por las curvas isotermas de 17° y 24°. Solamente tres años después
de su introducción en la región de Amalfi (1921), una hacienda de
allí solicitaba más de 4.000 kilogramos de semillas, que vinieron de
todas partes de la república y del Ecuador, como respuesta a algunos
artículos publicados en un periódico de Bogotá.50 En 1926, justamente
veinte años después de que habían sido recibidas en el país las
primeras semillas, ya era llamado "la salvación de Antioquia". Hoy se
le puede hallar casi en todas partes del territorio antioqueño, desde
las orillas de los nuevos caminos cerca de Zaragoza hasta la encum-
brada cima del cerro de Tusa, esparciéndose sus semillas por la acción
del viento, de las aves y del hombre con una facilidad excepcional.
A medida que el café deja de ser el principal cultivo económico en

48. Carta escrita en 1907 por el general Rafael Uribe Uribe, citada en el Boletín
Agrícola (Medellín, mayo-junio de 1931 ), pág. 586.

49. La confusión sobre terminología ha sido apoyada por Enrique Pérez Arbeláez,
Plantas útiles de Colombia (Bogotá, 1947), pág. 118.

50. José Domingo Sierra S., op. cit. Al escribir en Medellín en 1916, dice: "Hoy
tenemos pastos magníficos en estas tierras, que por razón de un clima templado y
la poca fertilidad, han sido empleadas únicamente para unos pocos hatos en peque-
ño... Ellos han duplicado y triplicado la producción de leche".


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