las principales causas de angustia en el puesto de trabajo, de estancamiento
profesional e incluso de despido.
EL MIEDO PUEDE LLEGAR A DOMINAR TU VIDA
La preocupación desmedida, la ansiedad, el enojo, los celos y la timidez son los
primeros síntomas del miedo. Si estos síntomas no se identifican y no son
debidamente tratados, pueden devenir en miedo. El temor es una de las principales
causas de la infelicidad y de la ineficiencia; y más que cualquier otro motivo, ha
hecho a la gente cobarde, retraída y la ha sumido en la mediocridad.
Toda actividad o trabajo que se lleve a cabo bajo la influencia del miedo o el mal
presagio deja mucho que desear. El temor anula la originalidad, la osadía y la
audacia; además, extermina la personalidad y debilita todos los procesos mentales.
Las grandes proezas nunca se han hecho bajo una situación de temor o de peligro
inminente. El miedo es siempre indicio de debilidad y cobardía. Es un matarife de
los años, un exterminador de la felicidad y de las aspiraciones y un arruinador de
carreras profesionales.
El temor reduce la vivacidad mental normal y nos incapacita para actuar
adecuadamente en caso de emergencia, ya que nadie puede pensar con claridad y
comportarse como es debido si está de alguna manera disminuido por el miedo. Si
estás triste y desalentado viendo cómo van tus asuntos, si estás lleno de miedo por un
posible fracaso y si estás atemorizado ante la visión de una familia pobre y
sufridora, antes de que te des cuenta de ello te caerá encima todo lo que temes.
No hay razón para temer. Repítete esto todas la veces que puedas y poco a poco
tu subconsciente lo aceptará; y no sólo lo aceptará, sino que al creerlo tú mismo en tu
mente consciente y razonadora también lo creerá. Siempre que tu mente consciente
crea realmente en algo, tu subconsciente lo representará y lo pondrá de manifiesto.
No vaciles ni te equivoques. Tu mente subconsciente se da perfecta cuenta de si eres
sincero o no. Ella sabe cuándo realmente tú crees y responderá en consecuencia. Si
en lugar de dejarte vencer por el miedo procuras no borrar de tu pensamiento la
prosperidad, asumes una postura esperanzadora y optimista, y despachas tus
negocios de una manera sistemática, económica y con visión de futuro, será muy raro
que pruebes la amargura del fracaso.
CAMBIA TUS CESAMIENTOS DE TEMOR POR PENSAMIENTOS DE FE
Podemos desembarazarnos fácilmente del miedo; para ello sólo tenemos que
cambiar de pensamientos. El miedo deprime, suprime y ahoga. Si nos abandonamos a
él, transformará una actitud mental positiva y creativa en otra improductiva y
negativa, y esto es fatal para lograr algo. El efecto del miedo, particularmente
cuando éste no se nos quita de la cabeza, es secar la misma fuente de la vida.
Cuando la fe reemplaza al temor, se produce justo el efecto contrario sobre el
cuerpo y el cerebro. La fe engrandece y abre la naturaleza, da abundante vida a las
células y aumenta el poder del cerebro.
El temor causa terribles estragos en la imaginación, sobre todo porque hace que
ésta conciba toda clase de cosas horribles. La fe es su perfecto antídoto, y lo es
porque mientras el temor ve sólo la oscuridad y las sombras, la fe ve el
revestimiento de plata, el sol detrás de la nube. El temor baja la vista y espera lo
peor, mientras que la fe alza la vista y espera lo mejor. El temor es pesimista y la fe
es optimista. El temor siempre predice fracaso y la fe predice éxito. No puede haber
pobreza o fracaso si la fe domina la mente. La duda no puede existir en su presencia.
Está por encima de toda adversidad.
Andrew L. era un violinista de gran talento. Estaba considerado como el mejor
violinista de la orquesta del instituto de enseñanza media al que asistía, por lo que
sus profesores le animaban a que cursara la carrera musical de concertista. A
Andrew no le importaba tocar en una orquesta ni tampoco solo ante un reducido
auditorio. No obstante esto, llegó un día en que se le concedió el honor a la orquesta
del instituto de actuar en una gran sala de conciertos interpretando una obra de
Beethoven con un importante solo de violín. Como es natural, se escogió a Andrew
para que tocara el solo. En todos los ensayos interpretó su parte con gran
virtuosismo, pero cuando en la noche del concierto se asomó a la gran sala y la vio
llena a rebosar de gente, se quedó helado. Le entró tanto miedo en el cuerpo que le
fue imposible tocar y tuvo que ser sacado del escenario.
A partir de ese día, Andrew se negó a tocar. Aunque escogió otra carrera, siempre
soñó con una existencia en que la música lo fuese todo. ¿Podría haberse recuperado
la carrera musical de Andrew? Por supuesto que sí. Muchos otros hombres y mujeres
han superado el miedo escénico y han llegado a ser grandes actores, músicos,
cantantes y oradores. Eran personas que se empeñaron en que una derrota —o
incluso varias— no era suficiente para hacerlas desistir de sus propósitos. Tenían fe
en ellas mismas.
Una fe inquebrantable es sin duda alguna una buena aliada, sobre todo porque en
todo momento permanece incólume y no le afectan —siempre que sean pasajeros—
los contratiempos, las discordias y los inconvenientes. La fe ve el sol que ocultan las
nubes. Sabe que las cosas terminarán saliendo bien, y ello porque ve la meta que el
ojo no puede ver.
SUPERACIÓN DEL MIEDO
Si nos disponemos a superar el miedo, lo primero que debemos hacer es conocer
qué es lo que tememos. Por regla general, es algo que todavía no ha sucedido, algo
inexistente. El contratiempo es algo imaginario que se nos viene a la cabeza y cuya
posible ocurrencia nos acongoja.
Mucha gente teme andar por un pasillo estrecho si está a respetuosa altura y no
tiene la debida protección. Si ese mismo pasillo estuviese simplemente marcado en
el suelo o dentro de una vivienda, la gente circularía sin miedo por él y nunca
pensaría en una posible caída. El aspecto más determinante de recorrer andando un
pasillo de tales características es el miedo a perder el equilibrio y caer. Las
personas que tienen asentada la cabeza no suelen tener miedo, y no lo tienen porque
no permiten que el temor a un posible peligro las derrote y, en cambio, procuran
tener un perfecto control de todas sus facultades físicas. Para dejar atónitos a los
espectadores con sus piruetas, el acróbata sólo tiene que vencer al miedo.
Consideremos ahora un temor muy extendido: el de la posibilidad de perder el
empleo. cabe decir que la gente que se amarga la vida preocupándose por una
posible desgracia, en realidad no han perdido su trabajo. Sufren por nada. Hoy por
hoy, no están en peligro de pasar apuros y la situación, tal como ahora está, no deja
de ser satisfactoria. Si el despido finalmente se produjese, sería entonces demasiado
tarde para preocuparse de su eventual llegada, por lo que todas las preocupaciones
previas no habrían servido para nada ni tampoco nos habrían reportado nada bueno;
todo lo contrario, nos habrían debilitado para librar la batalla que supone la
búsqueda de un nuevo trabajo. En este punto, la nueva preocupación sería la de no
hallar un nuevo empleo. Preocupación, una vez más, baldía si llegáramos a
encontrarlo. Por regla general, la preocupación no suele estar justificada por una
situación existente en un momento determinado; no, la base de este tipo de
preocupación es siempre una situación imaginaria y futura.
Para superar tus varios temores, sigue a cada uno de ellos hasta su conclusión
lógica y convéncete a ti mismo de que, hasta ese momento, las cosas que temes sólo
existen en tu imaginación. independientemente de que en el futuro llegaran o no a
suceder, tus temores son un desperdicio de tiempo, de energía y de fortaleza mental y
corporal. Deja de preocuparte del mismo modo que dejarías de comer o de beber
algo que a ciencia cierta sabes que te ha estado haciendo daño. Si tienes que
preocuparte por algo, preocúpate del terrible perjuicio que causa la preocupación;
quizá este ejercicio mental te ayude a curarte.
El mero convencimiento por tu parte de que tu miedo es imaginario no
es suficiente para librarte de sus dañinos efectos; para conseguir esta
liberación, además de eso, tendrías que adoctrinar a tu mente para que
expulsara fuera de sí cualquier clase de sugestión que estuviese
relacionada con el miedo, así como combatir todo pensamiento que te lo
inspirase. Esto exige el esfuerzo mental de una vigilancia y un estado de
alerta continuos. Cuando los pensamientos portadores de
preocupaciones o presagios comiencen a manifestarse, atájalos
enseguida para no darles oportunidad a que crezcan y se hagan más
negros. Encauza tu modo de pensar hacia la realización de acciones
positivas y afirmativas.
En el supuesto de que el temor tuviese que ver con el fracaso personal, en vez de
pensar en lo torpe y débil que eres, en lo mal preparado que estás para emprender
tareas complejas y en lo predispuesto que estás para hacer mal las cosas, piensa en
lo fuerte y competente que eres, en lo bien que has realizado otras tareas similares y
en cómo vas a echar mano de toda tu experiencia para ponerte a la altura de las
circunstancias y realizar impecablemente la tarea que tienes ahora por delante; y no
sólo ésta, sino otras que pudiesen surgir aún más difíciles. Es una actitud como ésta,
y no otra, la que nos encumbra hasta los puestos más altos de cualquier organización.
Este mismo principio de desembarazarnos del miedo mediante un pensamiento
alegre, esperanzador y de confianza en uno mismo se puede aplicar a todas las demás
clases de miedos que nos asedian a todas horas.
Así como el miedo puede debilitarte, el hecho de superarlo te puede empujar a
grandes logros. Un día ventoso y lluvioso, un estudiante de medicina zanquilargo
estaba muy preocupado. Tenía que participar en una carrera pedestre y estaba muerto
de miedo. Alguien dijo que parecía un hombre a punto de sentarse en la silla
eléctrica o de ser torturado. Debido al mal tiempo que hacía, su entrenador
albergaba idénticos temores, pero se los guardó para sí, toda vez que iban sentados
en el tren uno frente al otro. El corredor temía que el viento, cuya intensidad había
aumentado, haría que tardase un precioso segundo más en cada una de las cuatro
vueltas que tenía que dar. El entrenador sabía el daño que un pensamiento de este
tipo podía hacerle a un atleta, así que se apresuró a asegurarle al corredor que sus
piernas estaban suficientemente preparadas para ganar de sobra esa carrera, pero
que sólo lo haría si tenía la motivación adecuada; o sea, una buena razón para querer
ganarla. Le dijo al desalentado corredor que su mente podía superar cualquier
adversidad; que conocía a un gran atleta irlandés que ganó una dura carrera sin estar
entrenado y sin estar debidamente alimentado, y que sólo tenía a su favor la voluntad
de vencer. «¿Qué pasaría si ésta fuese tu única oportunidad?», le preguntó el
entrenador. El corredor declararía más tarde que en esos momentos lo único que
necesitaba era que el preparador le dijese que podía ganar. Necesitaba oír una voz
profunda y fuerte que le corroborara lo que él creía en su fuero interno: que podía
salir triunfante de la prueba a pesar de las condiciones climáticas. El entrenador,
Fritz Stampfl, escribiría más adelante que, aparte de su forma física, la cualidad más
grande de un corredor es un cerebro frió y calculador acompañado de coraje y
confianza en sí mismo. No hay duda de que sabía de lo que hablaba, porque en ese
día y en ese tren le había proporcionado a Roger Bannister el coraje necesario para
que hiciera trizas la marca de cuatro minutos de la milla.
ENCÁRGATE DE TU MENTE
Debemos aprender a tener control de nuestros pensamientos, sentimientos y
reacciones. No debemos consentir que el miedo tome decisiones por nosotros.
Debemos hacernos cargo de la situación y decirles a nuestros temores: «Aquí quien
manda soy yo y, por tanto, quien da las órdenes, y por supuesto no tengo miedo de
tomar esta decisión.» Señálale a tu mente las cosas a las que tiene que prestarle
atención; si lo haces así, serás como un empleador (o empleadora) dándoles órdenes
a sus empleados para que ejecuten sus instrucciones.
Debes encargarte tú solo de tu propia mente; no permitas que otros la gobiernen en
tu lugar. El credo, el dogma, la tradición, la superstición, el miedo y la ignorancia
rigen la mente del individuo medio. El desierto más extenso del mundo no es el
Sahara, es la mente del individuo medio. Hay muchas personas que no son dueñas de
su propia mente; que no hacen esfuerzo alguno para pensar por sí mismas. Dejan que,
en el seno de la familia, su mente sea totalmente dirigida por uno o varios parientes
poseedores de un fuerte carácter y, en el ámbito de la empresa, por los jefes o por
compañeros de trabajo dados al mangoneo. Procura por todos los medios que no te
pase esto. Acrecienta el poder de tu mente subconsciente de modo que se resista al
dominio de los demás e imponga tu capacidad para controlar tu propio destino.
ANALIZA TUS TEMORES
El jefe de ventas de una gran empresa multinacional contaba que cuando empezó a
trabajar como vendedor, tenía que dar primero varias vueltas a la manzana con el fin
de armarse de valor para llamar a la puerta del cliente de turno.
Su supervisora, persona de gran experiencia y muy observadora, le dijo un día:
«No tengas miedo del monstruo que se esconde detrás de la puerta; no hay tal
monstruo. Eres víctima de una falsa creencia.»
La supervisora añadió que en cuanto ella sentía los primeros embates del miedo,
se aprestaba a conjurarlo. Lo miraba de frente y directamente a los ojos, y con sólo
hacer esto su miedo se desvanecía hasta convertirse en una insignificancia.
Agnes, la jefa de Sarah M., era lo que se dice una tirana. Vigilaba y controlaba el
trabajo de todos sus empleados hasta el más mínimo detalle. Era dada a la crítica
mordaz y nunca apreciaba o elogiaba el trabajo bien hecho. A Sarah le aterrorizaba
ir al trabajo y temblaba cuando Agnes merodeaba por las cercanías de su puesto de
trabajo.
Sarah observó que a su compañera Rebecca no le hacían mella las broncas de la
jefa de ambas; le extrañó tanto, que llegó a preguntarle por qué permanecía tan
serena cuando Agnes la escogía como objeto de sus sarcasmos. Y ésta fue su
contestación: «Nada más llegar aquí, empecé a tenerle miedo a Agnes hasta el punto
de que pensé seriamente en dejar la empresa, pero no lo hice porque necesitaba el
trabajo. Me dije que ninguna de las Agnes de este mundo era quién para amargarme
la vida, a menos, claro está, que yo se lo consintiese. Me di cuenta de que la única
persona que podía hacerme desgraciada era yo misma. Si yo le permitía a mi jefa
que me hiciese sentirme inferior, yo sería de hecho inferior a ella como persona
humana. Así que cuando me recrimina algo, su recriminación me entra por un oído y
me sale por el otro. Su negatividad me resbala porque en ese momento me concentro
en las cosas bonitas que tiene la vida. Asiento con la cabeza, le digo “sí, señora”, y
sigo con mi trabajo. Pruébalo tú. No lo lograrás de inmediato, pero después de un
tiempo verás cómo todas las diatribas de Agnes te rebotan sin que te afecten lo más
mínimo.»
Sarah le hizo caso a Rebecca. Aunque el ambiente laboral fuese el mismo, su
modo de percibirlo y de reaccionar ante él hizo que el trabajo fuese más llevadero.
LA MOTIVACIÓN CONVERTIRÁ LA DERROTA EN VICTORIA
Puede ser que el pasado haya sido para ti una amarga experiencia. Si lo analizas
con detenimiento, incluso podrías llegar a pensar que has fracasado plenamente o, en
el mejor de los casos, que a lo largo de toda tu vida tu actividad ha estado marcada
por la mediocridad. Puede que no hayas tenido éxito en determinadas cosas en las
que esperabas tenerlo, puede que hayas perdido dinero cuando estabas convencido
de que lo ganarías o puede que hayan dejado este mundo amigos y parientes a los que
querías mucho. Puede que hayas tenido que cerrar tu negocio o, peor aún, que te
hayan embargado tu casa porque estás enfermo y, al no poder trabajar, te es
imposible pagar los plazos de la hipoteca. También puede suceder que un accidente
te haya arrebatado casi toda tu fuerza física. Puede que el nuevo año que está en
puertas tenga unas negras perspectivas para ti. Pues bien, aunque te hayan ocurrido
algunas o todas de estas desgracias, si te resistes a darte por vencido no te quepa
duda de que más tarde o más temprano conseguirás la victoria.
No hay razón alguna para que te sientas inferior si has perdido tu arrojo y tienes
miedo de enfrentarte con la vida sólo porque hayas cometido un error o un desliz,
porque hayas fracasado en los negocios, porque una catástrofe de grandes
dimensiones haya arrasado tu casa o porque te haya ocurrido cualquier otra
desgracia imposible de prevenir.
Para comprobar tu grado de arrojo sólo tienes que hacer un recuento de lo que te
queda dentro después de que hayas perdido todo lo que tenías fuera de ti. Si te
postras de rodillas, levantas las manos con desesperación y te consideras vencido,
es que no ha quedado mucho dentro de ti. Pero si, por el contrario, miras hacia
delante con determinación inquebrantable, si te resistes a «tirar la toalla» y a perder
la fe en ti mismo, o si odias retirarte «con el rabo entre las piernas», demostrarás
que estás por encima y eres más fuerte que cualquier pérdida, desgracia o derrota
que te ocurra.
Podrás decir que ya son muchos tus fracasos, que es inútil intentar rehacerte, que
es imposible que triunfes alguna vez y que ya te has caído tantas veces que no vale la
pena ponerte en pie una vez más. ¡Todo esto son tonterías! El fracaso no cuenta para
todas aquellas personas que posean un espíritu inexpugnable. Por muchos fallos que
hayamos tenido, nunca es tarde ni imposible triunfar de nuevo. con harta frecuencia
—a través de nuestras relaciones cotidianas, de los periódicos, de los programas de
televisión o de las biografías que leemos— nos enteramos de hombres y de mujeres
que se han redimido de sus errores del pasado, que han salido a flote después de
desembarazarse de la carga que supone la desesperanza y que, una vez más, han
mirado con determinación hacia delante.
Si estás hecho de la pasta de los ganadores, si tienes agallas y reciedumbre, tus
desgracias, tus pérdidas y tus derrotas sólo sacarán a relucir estas virtudes
haciéndote más fuerte si cabe. «Es la derrota —asegura el reverendo Henry Ward
Beecher— la que convierte el hueso en pedernal y el cartílago en músculo,
haciéndonos invencibles.»
Debemos levantarnos una y otra vez para poder así transmutar la derrota en
triunfo. Éste, y sólo éste, es el secreto de todas y cada una de las nobles y esforzadas
vidas que a lo largo de diferentes épocas nos han servido, y nos sirven, de ejemplo.
Ten en cuenta las veces que hemos sido víctimas de una crisis vital porque algún
obstáculo nos ha cerrado inesperadamente el camino; obstáculo al que le hemos dado
la consideración de calamidad terrible y del que hemos pensado que acabaría con
nosotros si no lográsemos superarlo. En estos casos, hay muchas personas que temen
que sus aspiraciones se malogren o que su vida corra el peligro de quebrarse para
siempre. El agobio que nos produce el hecho de acercarnos cada vez más al
obstáculo, y el convencimiento de que no tenemos posibilidad de soslayarlo, es algo
que causa pavor.
Hay gente que presenta muy buena cara cuando los asuntos le marchan bien.
Mientras acumula riquezas, adquiere una buena reputación y hace amigos, su carácter
es aparentemente fuerte y estable; pero desde el momento en que se presentan las
dificultades —una mala gestión comercial, unos momentos de pánico o una profunda
crisis que le haga perder todo lo que tenía—, es presa del desconcierto y el
nerviosismo. En estos casos, la gente se desespera y pierde ánimo, ímpetu, fe,
esperanza y ganas de comenzar de nuevo; es decir, lo pierde todo. El miedo se filtra
a través de las neuronas hasta su mente subconsciente y consigue dominar su
personalidad.
Si puedes, renuncia a todo lo demás, pero lo que nunca tienes que perder es el
control de ti mismo. No sucumbas al miedo. Sustitúyelo con la esperanza. Agárrate a
ella con todas tus fuerzas. Tú estás por encima de cualquier desgracia material que te
pueda sobrevenir. Una desgracia que seguramente no sería mencionada en tu
biografía y que sería considerada como un mero incidente en tu carrera; o sea, como
un inconveniente, aunque no muy importante.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
El miedo y la preocupación hacen que nos caigan encima las desgracias que
tanto tememos. El miedo sistemático es perjudicial para la salud, acorta la vida
y obstaculiza nuestra eficiencia. La duda y el temor son sinónimos de fracaso.
La fe es optimista, mientras que el temor es pesimista.
El temor causa terribles estragos en la imaginación, sobre todo porque hace que
conciba toda clase de cosas horribles. La fe es su perfecto antídoto, y lo es
porque mientras el temor ve sólo la oscuridad y las sombras, la fe ve el
revestimiento de plata, el sol detrás de la nube. El temor baja la vista y espera
lo peor, mientras que la fe alza la vista y espera lo mejor. El temor es pesimista
y la fe es optimista. El temor siempre predice fracaso y la fe predice éxito.
Borra de tu pensamiento todas las creencias falsas, prejuicios y supersticiones.
Ordena a tu mente y a tus pensamientos que acepten de buen grado que lo que
estás buscando ya existe en tu Mente Infinita y que todo lo que tienes que hacer
es identificarlo, tanto desde un punto de vista mental como emocional; si así lo
haces, encontrarás lo que buscas u ocurrirá lo que deseas.
Hay muchas personas que temen utilizar su propia mente. En el ámbito laboral,
dejan que su mente sea dirigida por las opiniones del jefe o por las de otros
compañeros poseedores de un carácter más fuerte. Procura por todos los
medios que no te pase esto. Acrecienta el poder de tu mente subconsciente, de
modo que se resista al dominio de los demás e imponga tu capacidad para
controlar tu particular destino.
Tú estás por encima de cualquier desgracia material que te pueda sobrevenir.
cualquiera que sea el revés, la desilusión o el fracaso que sufras, tendrás la
necesaria fortaleza para superarlo. Nunca pierdas tu ecuanimidad.
9
Perfecciona tus poderes creativos
La imaginación es tu cualidad más importante. Imagínate todo lo que
sea bueno y tenga connotaciones agradables. Eres lo que tú te imaginas
que eres.
La creatividad es el resultado de un proceso imaginativo. Hablamos de un proceso
imaginativo disciplinado, controlado y dirigido. imaginar es concebir algo e
impresionarlo en la mente subconsciente. Cualquier cosa que quede impresionada en
el subconsciente es luego expresada en la pantalla del espacio como forma, función,
experiencia y acontecimiento. Si deseas tener éxito, lo primero que tienes que hacer
es imaginarte a ti mismo como un hombre (o como una mujer) de éxito. Si deseas ser
rico, debes primero imaginarte como una persona rica.
Cuando la generalidad dice que «algo es imposible y que no puede hacerse», ahí
está la persona con imaginación para rebatirlo y decir que «ya está hecho». La
imaginación puede penetrar en las entrañas de la realidad y revelar los secretos de la
naturaleza.
CONFÍA EN TU IMAGINACIÓN
Un importante industrial explicaba que comenzó abriendo una pequeña tienda y
que, en esos tiempos, solía soñar con una gran empresa que tuviese sucursales
distribuidas por todo el país. Siguió explicando que de forma regular y sistemática
proyectaba en su mente gigantescos edificios, oficinas, factorías y tiendas, a
sabiendas de que a través de la transustanciación de la mente podría tejer el paño del
que estarían hechos sus sueños. Este industrial prosperó y comenzó atraer hacia sí —
según la ley universal de atracción— las ideas, el personal, los amigos, el dinero y
todo lo que necesitaba para la materialización de sus aspiraciones.
Vemos cómo este hombre hizo un uso real de su imaginación y vivió con estos
patrones mentales hasta que dicha imaginación los tejió de una forma determinada.
Al final nos confesó que «tan fácil es imaginarse a uno triunfando como fracasando;
y, por supuesto, lo primero es mucho más interesante.»
cualquier cosa que concibas tienes que conceptuarla, convertirla en idea. De este
modo impregnarás tu mente subconsciente con la imagen mental de la idea; es decir,
con el ideal. Ya en tiempos antiguos se decía que el alma puede ver en la mente
elementos invisibles. ¿Dónde está la invención? ¿Dónde está el nuevo
funcionamiento? ¿Dónde está ahora esa secreta invención tuya? Está en tu mente. Es
real. Tiene forma, contorno y sustancia en otra dimensión de la mente. convéncete de
que ya la tienes, y la recibirás.
IMAGINACIÓN: LA SEMILLA DE LA ACCIÓN
Un buen ejemplo de cómo la imaginación de una persona es capaz de crear uno de
los negocios de mayor éxito lo tenemos en Howard Schultz, el «hombre de
Starbucks», las tiendas expendedoras de bebidas de café. Para que un nuevo
concepto de negocio salga adelante, tiene que haber una persona con visión, fortaleza
de ánimo e inquebrantable confianza en sí misma.
Schultz fue contratado para que se hiciese cargo de las ventas al por menor y de la
función de mercadotecnia de Starbucks, la cual, por aquel entonces, era sólo una
pequeña distribuidora de café en grano que tenía abiertos en Seattle varios puntos de
ventas al por menor. Tenía veintinueve años y estaba recién casado. La aceptación
del nuevo empleo supuso que el matrimonio tuviese que abandonar su casa en Nueva
York.
Aproximadamente un año más tarde, Schultz hizo un viaje de negocios a Italia.
Callejeando por Milán, se dio cuenta de lo importante que era el café para la
sociedad y el modo de vida italianos. Lo normal allí era comenzar la jornada de
trabajo tomando una taza de café cargado en cualquier cafetería. Después del trabajo
y antes de irse cada uno para su casa, amigos y colegas se reunían de nuevo en una
cafetería para tomar café y pasar un rato agradable. Estos actos constituyen el núcleo
de la vida social italiana. A Schultz se le cruzó por la imaginación la idea de
trasladar a los Estados Unidos cafeterías de este tipo. Era algo que nunca se había
hecho antes. No obstante, dada la buena calidad del café de Starbucks, él creía que
la idea podría funcionar.
Schultz se complacía en la visión de centenares de cafeterías Starbucks sirviendo
café a todo lo largo y ancho del territorio de Estados Unidos. A ellas acudirían
empleados y hombres de negocios en su camino al trabajo y también más tarde,
después de trabajar, para tener unos momentos de esparcimiento y relajación. Los
que estaban de compras harían un alto en ellas para reponer fuerzas. Asimismo,
serían lugares de encuentro para gente joven que en vez de esperar frente a una copa,
lo harían frente a un café. Las familias entrarían para tomar un refrigerio antes o
después de ver una película.
El proyecto se convirtió para Schultz en una obsesión. Estaba enormemente
interesado en la organización de una cadena nacional de cafés al estilo de las
cafeterías italianas, pero los propietarios de Starbucks eran reacios a darle luz
verde. La actividad principal de la empresa era la venta al por menor de granos de
café, ya que sus restaurantes suponían sólo una pequeña parte de sus operaciones.
Para llevar adelante su proyecto, Schultz dejó Starbucks para crear por su cuenta
una nueva compañía. En 1986 abrió su primera cafetería en Seattle, la cual, desde el
primer momento, tuvo un completo éxito. No tardó mucho tiempo para que abriese
otra en Seattle y una tercera en Vancouver. Al año siguiente, después de comprar la
Starbucks Coffee Company, se apropió de este nombre para su empresa. Al filo del
nuevo siglo, las cafeterías Starbucks se habían convertido ya en establecimientos
emblemáticos de la vida ciudadana estadounidense, ampliándose su presencia a
numerosos países de todo el mundo.
Richard D., un hombre de negocios de Los Ángeles, sufrió importantes pérdidas
financieras. A través de sus oraciones pidió alguna indicación de las medidas que
debería tomar para salir del atolladero en que se hallaba metido y seguir adelante en
la vida. Tenía la acuciante impresión de que debía retirarse a un desierto. Mientras
meditada en medio de una completa soledad, se le ocurrió una idea de la que hizo
partícipe a un antiguo conocido que regentaba una importante agencia inmobiliaria
de Los Ángeles. Le comunicó las tremendas posibilidades de hacer negocio que él
veía en esa zona desértica. Se imaginaba a personas dejando Los Ángeles, o
viniendo del este, para vivir en lo que en esos momentos era sólo un desierto. Con
los ojos de la mente veía cómo en ese lugar se construían casas, hospitales y
escuelas. Su amigo lo contrató como vendedor con la misión de promover el
desarrollo de esa parte del desierto. Le fueron tan bien las cosas que hasta le dieron
una participación en la empresa. En la actualidad se le considera un multimillonario
en lo que a propiedades inmobiliarias se refiere.
CREE Y RECIBIRÁS
Tu mente subconsciente posee una inteligencia y una sabiduría que, en cuanto se lo
pidas, pueden venir en tu ayuda en casos de emergencia. Hay muchos, pero que
muchos ejemplos de científicos que han recibido respuestas a sus plegarias cuando
no podían obtenerlas por otros conductos.
Nikola Tesla, un brillante científico y autor de numerosas innovaciones en el
campo de la electricidad, decía que cuando en su mente surgía una idea relacionada
con alguna invención, procuraba desarrollarla en su imaginación, ya que sabía que su
mente subconsciente, tras reconstruirla primero, revelaría después a su mente
consciente todas las piezas necesarias para su fabricación de acuerdo con un diseño
concreto. Puesto que era dado a introducir de antemano todas las posibles mejoras,
Tesla no empleaba tiempo alguno en corregir defectos, por lo que era capaz de poner
en manos de los técnicos de fabricación el prototipo definitivo del producto.
Escuchemos sus palabras: «Como siempre, mis aparatos funcionaban como yo me
imaginaba que debían de funcionar. A lo largo de veinte años no ha habido ni una
sola excepción.» Su mente subconsciente se encargaba de darle la respuesta para
todos sus inventos.
Platón les decía a sus alumnos que para que todo tenga una materialización
externa, debe haber existido antes en forma de ideas o imágenes pensadas. Hay ideas
falsas y verdaderas, así como formas de pensar acertadas y erróneas. Una idea falaz
o falsa se puede manifestar en el cuerpo bajo la forma de una enfermedad. La idea de
Robert Fulton se manifestó externamente como un barco de vapor, mientras que la de
Samuel Morse lo hizo como un telégrafo. Una fábrica o unos grandes almacenes no
es otra cosa que el pensamiento de un empresario condensado en una manifestación
objetiva.
Tanto la televisión como la radio, el radar, los aviones y todas los demás inventos
modernos han salido del ámbito de la imaginación. Tu imaginación es la cámara del
tesoro de la infinitud, toda vez que hace que de tu mente subconsciente se liberen
todas esas joyas valiosas que son la música, el arte, la poesía y los inventos. Con tan
sólo estudiar unas ruinas antiguas, un templo ancestral o una pirámide podemos
reconstruir las crónicas del pasado remoto. En las ruinas de un viejo cementerio de
una iglesia también podemos ver una ciudad menos antigua, resucitada en toda su
gloria y belleza.
Consideremos el caso, por ejemplo, de un distinguido y reputado arquitecto. Este
arquitecto construye en su mente una moderna y bella ciudad para personas mayores
sin olvidarse de nada: piscinas, acuario, centros recreativos, parques, etcétera. Él
puede construir en su mente el más hermoso palacio nunca visto por ojo humano
alguno. Él puede visualizar previa e íntegramente todos los edificios; es decir, los
puede erigir incluso antes que le dé los planos al maestro de obras. Sus riquezas
internas le hacen crear unas riquezas externas, tanto para él mismo como para
muchas otras personas.
Tú eres el arquitecto de tu futuro. Tan sólo tienes que mirar una bellota y, a partir
de este acto tan simple, puedes, con la ayuda de tus ojos imaginativos, construir un
magnífico bosque por el que discurra el agua de numerosos ríos, arroyos y
riachuelos. Puedes, asimismo, poblar este bosque con todas las clases de seres
vivos; y si me apuras un poco, incluso puedes ponerle un lazo rojo a cada nube.
Puedes contemplar mentalmente un desierto y verlo cómo de la noche a la mañana se
transforma en un vergel. La gente que posee el don de la intuición y de la
imaginación encuentra agua en el desierto y crea ciudades donde otros sólo ven
arena y sequedad.
Todo lo que te imagines como verdadero existe ya en tu mente, por lo que si
permaneces fiel a tu ideal llegará un día en que éste se materializará. El arquitecto
maestro que hay en ti proyectará en la pantalla de la visibilidad aquello que
previamente hayas impreso en tu mente.
LA IMAGINACIÓN FAVORECE LA CREATIVIDAD
Mario A., un joven químico, entró a trabajar en una empresa que había intentado,
sin conseguirlo, fabricar un cierto tinte. Nada más incorporarse a su trabajo, le
asignaron el proyecto del nuevo tinte. Haciendo caso omiso de lo que le contaron
sobre el fracaso previo, logró sintetizar el compuesto sin ninguna dificultad.
Sus superiores estaban asombrados y quisieron conocer su secreto. Cuando le
preguntaron, dijo que él se había imaginado que poseía la respuesta. instigado por
sus jefes, añadió que pudo ver con toda claridad cómo las letras R-E-S-P-U-E-S-T-A
resplandecían en rojo en el fondo de su mente; después de esto, creó un espacio
vacío debajo de las letras convencido de que, como él se había imaginado que la
fórmula química aparecería debajo de las letras, su subconsciente rellenaría ese
espacio. A la tercera noche tuvo un sueño por el que pudo enterarse perfectamente de
la fórmula completa y de la técnica necesaria para la obtención del compuesto. Esto
le supuso al joven químico un magnífico ascenso a un puesto directivo.
Ten una fe ciega a lo largo de todos los pasos del proceso, sé persistente sin
desmayo alguno y ten por seguro que se producirá el resultado final que deseas
porque tú lo has visto. Si has visto y sentido el resultado final, has dispuesto los
medios para su realización.
DESARROLLA TU PODER DE IMAGINACIÓN
La creatividad no es sólo un atributo de artistas, inventores o empresarios; todos
nosotros tenemos dentro un poder de esta naturaleza. Lo único que tenemos que hacer
es desarrollarlo y sacarlo a la superficie. Las siguientes sugerencias te ayudarán a
conseguirlo:
1. Imagínate a ti mismo haciendo lo que te gusta hacer y procura identificarte
plenamente con la acción; verás cuántas cosas buenas te ocurren en tu trabajo y
en tu carrera profesional.
2. Concíbete mentalmente como íntegro y perfecto, triunfador en tu trayectoria
profesional, propietario de una casa estupenda y miembro de una familia alegre
y feliz. Persevera en esta concepción mental y disfruta de sus milagrosos
resultados.
3. Imagínate que tu contribución a los objetivos de la compañía o del
departamento será debidamente reconocida y valorada por la dirección.
Imagínate, asimismo, que te felicitan por tu eficiente gestión.
4. Si fuera de la jornada laboral centras tu pensamiento en los problemas que
tienes planteados en tu trabajo, acudirán a tu mente las soluciones adecuadas sin
el más mínimo esfuerzo.
5. Visualiza en tu mente los pasos que tienes que dar para ascender en la línea
jerárquica de tu empresa o para poner en marcha el negocio que deseas
desarrollar. Hazlo de manera vívida, real, natural, espectacular y con
apasionamiento. Tu mente subconsciente aceptará y hará que ocurra cualquier
cosa que te imagines y sientas.
Edward Harriman se imaginó un ferrocarril que atravesase de parte a parte todo
Estados Unidos. Cogió una pluma y un papel y trazó una línea imaginaria a todo lo
ancho del país. La imagen que tenía en su mente estaba respaldada por la fe y la
confianza. Su sueño, una vez hecho realidad, revolucionó la industria y el comercio y
dio trabajo a millones de personas. Él hizo una gran fortuna, pero también contribuyó
a que muchas otras personas ganaran fabulosas cantidades de dinero.
Imagínate la realidad de tu deseo y vive esa realidad en tu imaginación. Tu acción
interna debe corresponderse con la acción que llevarías a cabo físicamente en el
caso de que se realizara tu deseo.
NUNCA DEJES DE SER INNOVADOR
No permitas que el miedo al rechazo te impida hacer sugerencias innovadoras. A
Gary F. se le ocurrió una idea que podía elevar la productividad mediante un simple
cambio de metodología. ¿Debería comunicársela a su jefe? La última vez que hizo
una sugerencia, su supervisor la rechazó alegando que no funcionaría. Y lo que es
peor, no le dio oportunidad alguna para defenderla. ¿Para qué molestarse ahora si va
a suceder lo mismo?
Aunque es muy fácil sumirse en el desánimo, conviene seguir generando nuevas
ideas, ya que de lo contrario se puede extinguir tu capacidad innovadora. Para que
esté en perfecto estado de funcionamiento, debe hacerse un uso constante de la
creatividad. La gente es proclive a autocensurarse porque le preocupa cómo los
demás acogerán su idea. La autocensura es mucho peor que la crítica que te puedan
hacer los demás, y ello porque se cuela en tu mente subconsciente y hace que te
sientas inadecuado. Ten por seguro de que cometerás errores, que sugerirás cambios
que no funcionen o que te pondrás en ridículo delante de tu jefe y de tus compañeros,
pero por muy desagradable que esto te resulte, no te quedes parado y no tengas
reparos en hacer partícipes a los demás de tus ideas. Piensa en que Einstein, Edison,
Whitney y Watt fueron ridiculizados muchas veces; así que dale siempre vía libre a
cualquier idea innovadora.
PON A PUNTO TU CREATIVIDAD
Hay muchas formas de desarrollar la creatividad. Lo primero que hay que hacer es
estudiar a fondo los métodos existentes y preguntarte luego si son susceptibles de
mejora. Si lo son, utiliza tu imaginación para encontrar maneras de llevar a cabo esta
mejora.
He aquí algunos métodos específicos para perfeccionar tus facultades creadoras:
1. Observación. Para ser creativo, uno no tiene que sacar las ideas de la nada.
Mediante la simple observación de lo que sucede a nuestro alrededor, y aplicando lo
que hemos aprendido en otras ocasiones, podemos ser tan innovadores como el que
más.
Stan L., directivo de Hooper Steel en Las Vegas, observó que a medida que crecía
el número de gasolineras que adoptaban el sistema de «autoservicio» y dejaban de
realizar cambios de aceite y engrases, empezaron a inaugurarse estaciones de
engrase rápido para atender esta necesidad. Stan utilizó una de estas nuevas
estaciones para su coche y quedó complacido de la rapidez y de la calidad del
trabajo.
Para sus cambios de aceite y sus engrases regulares, Hooper Steel había estado
enviando sus camiones, desde hacía muchos años, al departamento de servicio del
concesionario. Dado que el camión se quedaba un día entero en las instalaciones del
concesionario, la operación requería el concurso de dos personas (una para conducir
el camión hasta el concesionario y otra para que, utilizando su propio vehículo,
reintegrara al conductor a su lugar de procedencia). Para recoger el camión, una vez
engrasado y cambiado su aceite, se hacía la operación inversa, que necesitaba
también el tiempo y la dedicación de dos personas.
«¿Por qué no utilizar para nuestros camiones las estaciones de engrase rápido?»,
se preguntó Stan. Puesta en práctica su idea (esto es, enviando un conductor a la
estación de engrase rápido y permitiendo que esta persona esperara los treinta
minutos que duraba el servicio), Stan ahorró mensualmente a su compañía unos mil
seiscientos dólares en gastos de mantenimiento y en horas de trabajo. Además de
esto, el nuevo sistema hizo posible, en días de engrase, la utilización de los
camiones durante la mayor parte de la jornada de trabajo.
2 . Modificación. ¿Se puede modificar un producto o sistema ya existente para
crear algo diferente? Los fundadores de Think Big modificaron productos estándar
haciendo versiones agrandadas de ellos. Sus ejemplares gigantes de productos
corrientes, que abarcaban desde lápices y blocs para mensajes telefónicos hasta
animales y muebles, crearon mercados totalmente nuevos en el ámbito de la
publicidad, decoración y novedades.
3. Sustitución. Muchas veces, mediante la aplicación de nuevas tecnologías, se
pueden corregir ineficiencias y solucionar problemas. Sin embargo, hay numerosas
ocasiones en las que la imaginación puede enmendar situaciones de una forma más
fácil y efectiva. Darlene A., jefa administrativa de la firma Mass. Mailers, se
consideraba incapaz de retener al personal que desempeñaba un trabajo
extremadamente aburrido y rutinario: el ensobrado a mano de prospectos y muestras.
La mecánica del trabajo era de tal naturaleza que no podían realizarlo las máquinas
automáticas que normalmente se empleaban para esta actividad. No sólo era elevado
el coste marginal producido por esta excesiva rotación de personal, sino que,
además, nunca podía estar segura de disponer en el momento preciso de los
trabajadores necesarios. Reconociendo que este tipo de trabajo podría en verdad
resultar aburrido para el empleado medio, pensó que quizá sería una buena
oportunidad para una persona mentalmente disminuida que quisiese realizar una tarea
útil. Se puso en contacto con una entidad local de disminuidos físicos y, tras tratar el
asunto con varios de sus trabajadores sociales, acordaron ocupar varios puestos de
ensobradores con hombres y mujeres allí acogidos. Esta nueva forma de enfocar el
asunto permitió a la jefa de administración contratar empleados a quienes les gustaba
el trabajo, por lo que no tardaron en convertirse en elementos valiosos y estables de
la compañía.
4. Eliminación. Una de las principales causas de la lentitud de los procesos y de
la elevación de los costes es el papeleo excesivo. Cuando las empresas crecen se
produce un aumento paralelo de su burocracia —proliferación de formularios e
informes—, que puede llegar a obstaculizar la productividad. ¿Son todos estos
impresos realmente necesarios?
Gil W. estaba bastante enojado debido a que su compañía había decidido que el
personal de ventas cumplimentase un nuevo impreso, aparte de los varios que ya
tenía que rellenar. Estaba claro que no podía dedicarle a las ventas el tiempo
necesario porque se lo impedía el abundante papeleo. Cuando se quejó de esto a su
jefe, éste se encogió de hombros y se limitó a decirle que era una información que
necesitaban «arriba». Gil se hizo con un ejemplar de todos los impresos que tenía
que rellenar, los colocó encima de una mesa uno al lado del otro y analizó la
información que solicitaban. Pronto descubrió que muchos de los datos que se
pedían estaban duplicados. En vez de agarrarse a esto, Gil diseñó un nuevo impreso
que, además de ser fácil de cumplimentar, proporcionaba a la dirección todos los
datos que necesitaba. Esto no sólo simplificaba el trabajo de los vendedores, sino
que también le ahorraba a la compañía una considerable suma de tiempo y dinero. Y
no paró aquí la cosa: la iniciativa de Gil dio pie a que la compañía emprendiera una
revisión exhaustiva de todos los impresos y eliminara un buen número de ellos por
innecesarios y obsoletos.
5 . Adaptación. El hecho de ser innovador no está limitado a proponer ideas
totalmente originales. Con frecuencia, las personas creativas adaptan lo que ha
funcionado para otros —la mayoría de las veces en situaciones distintas— para
solucionar problemas propios.
El North Jersey Limousine Service proporciona transporte terrestre desde varias
ciudades de Nueva jersey hasta los principales aeropuertos del área metropolitana
de Nueva York. Una queja bastante generalizada de sus clientes habituales era la
cantidad de tiempo que perdían cuando llamaban para hacer las reservas. En cada
llamada tenían que dar el nombre, la dirección, el número de teléfono y el número de
la tarjeta de crédito, así como otros datos. Uno de los directivos de esta compañía
era un asiduo cliente de una gran empresa dedicada a la venta por correo. Esta
persona observó que después de su primer pedido, nunca más se le pidió otra
información que no fuese el producto o el servicio que quería comprar. Se enteró de
que la empresa tenía una base de datos informatizada que contenía toda la
información relacionada con sus clientes; de esta forma, cuando un cliente llamaba
era registrado por un identificador de llamadas y sus datos inmediatamente
mostrados en la pantalla del ordenador. La adopción de este sistema por parte de
North Jersey Limousine Service le ha supuesto acortar el tiempo de recepción de un
pedido desde más de tres minutos hasta veinticinco segundos.
Las mejoras anteriores son solamente unas pocas de las muchas formas que existen
para estimular los juicios creativos. Si ejercitas tu imaginación, si expandes tus
horizontes y si desechas los métodos convencionales para solucionar problemas, te
harás más inventivo, solucionarás problemas difíciles e iniciarás y llevarás a la
práctica ideas nuevas e interesantes. Esto no sólo beneficiará a tu compañía, sino
que además te proporcionará una gratificante sensación de logro cuando veas que tus
ideas han llegado a ser una realidad.
Es de lamentar que los juicios creativos, que surgen sin dificultad si reciben el
adecuado fomento, sean eliminados desde la infancia por la conformidad y la
consideración excesiva de las consecuencias que nos imponen nuestros profesores,
nuestros padres y, más adelante, nuestros jefes. Con harta frecuencia la creatividad
queda bloqueada por lo que podríamos llamar la «luz roja» de la prudencia:
«Quítate esa idea de la cabeza, va en contra de las normas de la compañía», o
«Nunca lo haríamos de esa manera porque...». Hay que tratar las nuevas ideas con
espíritu abierto y no buscar razones para no exponerlas. Encendamos la luz verde.
Abonemos nuestra mente para que en ella crezcan las ideas. Ampliemos igualmente
nuestro pensamiento más allá de lo obvio.
No todas las innovaciones tienen que funcionar o merecen que se les preste
excesiva consideración. No obstante, si tienes una idea, piensa al menos en ella o
coméntala con los demás; es una forma efectiva de averiguar su viabilidad. Si se
rechaza, entérate bien de los motivos. No te descorazones. Hay veces en que la idea,
por muy buena que parezca, no es idónea para una determinada aplicación o no es
apropiada en una circunstancia específica. Esto no quiere decir que no sea buena.
Tampoco hay que tomar el asunto como una afrenta personal. Es la idea la que se
rechaza, no tú.
LA CREATIVIDAD PUEDE SALVAR UNA EMPRESA MORIBUNDA
Hay incontables ejemplos de compañías que estaban al borde de la quiebra y que,
gracias al pensamiento creativo de sus líderes, además de ser salvadas, fueron
catapultadas hacia el éxito.
Durante más de cuarenta años, Pitney Bowes controló el cien por cien del
mercado relacionado con el pesaje y la medición de la correspondencia que
transportaba el servicio público de correos. Casi la mitad de toda la
correspondencia de Estados Unidos era procesada a través de las máquinas de esta
compañía. Esta situación terminó en el mismo instante en que el U.S. Postal Service
le retiró el monopolio. Esto dio lugar a una concurrencia de competidores con ideas
innovadoras; concurrencia ésta que redujo drásticamente la cuota de mercado de
Pitney Bowes.
Por fortuna, un líder llamado Fred Allen se incorporó a la empresa en calidad de
consejero delegado, llevando consigo una visión mucho más amplia de cómo debía
gestionarse su nueva empresa. En sus planes estaba conseguir que Pitney Bowes no
fuese vista solamente como una compañía de pesaje y medida de correspondencia,
sino también como una compañía que proporcionaba tecnología y servicios para la
mensajería en general. Allen se percató de que era inminente la llegada de la era de
los faxes y de las fotocopiadoras, como así mismo de que estos productos podían
beneficiarse de la competencia técnica de su compañía y de la buena reputación de
ésta en ventas y servicio técnico. Esta novedosa visión dio sus frutos, por lo que a
finales de los ochenta una mitad de los ingresos de Pitney Bowes procedían de
productos introducidos, más o menos, tres años antes. La puesta en marcha de la
innovadora concepción empresarial de Fred Allen dio lugar al desarrollo de una
nueva estrategia de mercadotecnia, así como de unos productos de oficina
actualizados que necesitaba el nuevo modelo comercial.
Otras grandes compañías han conservado su grandeza porque se han atrevido, no
sin cierta audacia, a reevaluar, revisar, realinear y replantear sus estrategias
comerciales. La cadena de tiendas de comestibles Kroger tuvo que llevar a cabo una
profunda y extensa remodelación con el fin de convertir sus tiendas en
supermercados, lo cual le permitió superar en ventas a sus principales competidores.
La gigantesca empresa farmacéutica Abbot se deshizo de todos sus competidores
concentrándose en la diagnosis y en productos nutricionales hospitalarios.
Para conseguir el éxito, estas empresas tienen muchas veces que superar la
oposición de directores y de otros directivos. Fred Allen nunca perdió la esperanza.
Estaba convencido de que su imaginación y creatividad, como también su
atrevimiento en llevar a cabo sus proyectos, darían a la postre resultados milagrosos.
Así que cuando tengas tus dudas, recuerda los logros alcanzados por líderes de la
pasta de Fred Allen. Entroniza en tu mente las imágenes mentales, ideas y
pensamientos que te sanan, ensalzan, alientan, motivan y fortalecen. Es verdad que
llegas a ser lo que tú te imaginas que eres. Tu siempre activa imaginación es
suficiente para rehacer el mundo a tu antojo. Confía en que las leyes de tu mente hará
que te ocurra lo mejor; de este modo podrás saborear todas las buenas cosas de la
vida.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
Todo el mundo puede ser creativo. No necesitas ser un Edison o un Bill Gates
para ser innovador. Tienes dentro de ti la facultad de echar a volar tu
imaginación. De ti depende el desarrollo de esta facultad.
Puesto que tienes la capacidad de imaginarte el resultado final, tendrás control
sobre cualquier circunstancia o situación. Si deseas que se haga realidad un
deseo, anhelo, idea o plan, sólo tienes que formar en tu mente el retrato mental
de esta acción. imagínate constantemente la realización de tu deseo; de este
modo, harás que se infiltre en tu mente subconsciente y que verdaderamente
suceda.
Tu imaginación puede estructurar y materializar cualquier idea o deseo. Puedes
imaginar abundancia donde hay escasez, efectividad donde hay ineficiencia y
crecimiento donde impera el estancamiento.
observa lo que otras compañías han hecho en circunstancias parecidas. Si
adaptas las medidas que a ellas les han dado buen resultado, puedes ser capaz
de darle una solución adecuada a tu problema.
Utiliza tus facultades imaginativas. Descubre aspectos de tu trabajo o de tu
negocio que requieran mejora. No tengas reparos en utilizar nuevos métodos y
sistemas. Puede que surjan contratiempos, pero si echas mano de tus poderes
creativos tendrás éxito en todo lo que emprendas.
10
Suprime tus malos hábitos
Cualesquiera que sean tus malos hábitos y tus puntos débiles que
desees corregir, encontrarás el remedio dentro de ti mismo. Tanto si el
hábito es de índole depravada como si es algo tonto que te molesta de
alguna manera, puedes desembarazarte de él. Estás capacitado para
convertir tu debilidad en fortaleza. Asimismo, en tus manos está
neutralizar la acción de todos los enemigos de tu éxito y de tu felicidad;
para ello sólo tienes que recabar la ayuda de tu divinidad, de ese
sublime poder que permanece en estado latente dentro de ti.
Todos somos seres de hábitos. Cuando tenemos necesidad de hacer ciertas cosas
repetidas veces, tenemos propensión a hacerlas de la misma manera. El «hábito»
puede equipararse a la adicción, a la costumbre, al uso o a la adaptación. Hay
hábitos o rituales que son bastante útiles, toda vez que establecen una rutina o
uniformidad de comportamiento que le da a la vida sentido, medida del orden y
eficiencia. Sin embargo, hay otros que te encierran dentro de unos patrones
psicosomáticos e inhiben tu buena disposición a cambiar. Los hábitos constituyen
una forma de patrones vitales que seguimos porque estamos acostumbrados a
seguirlos. Algunos hábitos son buenos y otros, por el contrario, son malos. Los
hábitos que adquirimos al desempeñar nuestra profesión u oficio marcan a menudo la
diferencia entre un trabajo mediocre y otro excelente. En este capítulo analizaremos
el desarrollo de los hábitos y veremos qué es lo que tenemos que hacer para
desembarazarnos de los hábitos malos, reemplazarlos por otros buenos y, en general,
adoptar patrones de conducta que nos conduzcan al éxito.
EL DESARROLLO DE HÁBITOS BUENOS
El carácter dominante, creativo y positivo se forma mediante la constante
repetición de actos positivos y pensamientos innovadores hasta que se llega a un
punto en que estos procesos cerebrales se hacen habituales. Según sea nuestra línea
de pensamiento habitual, llegaremos a tener un carácter fuerte o débil. Si
mantenemos una clara actitud mental de naturaleza afirmativa y de confianza en
nosotros mismos, llegaremos a ser fuertes y creativos. Si, por el contrario,
albergamos pensamientos de duda, de indecisión, de incertidumbre, de dejadez, de
autodesprecio y de autocondena nos hacemos negativos e ineficaces. Todo depende
del modo en que tu pensamiento habitual configure tu cerebro.
Se habla mucho acerca de la trascendencia que tiene la suerte o las circunstancias
en el éxito o fracaso de una persona. No hay duda de que estos factores tienen algo
que ver en este asunto, si bien muchas veces son los hábitos que desarrollamos y
adoptamos los que determinan los resultados que obtenemos. Puesto que nunca
queremos tener resultados malos, para conseguir los buenos lo único que tenemos
que hacer es seguir nuestra inclinación, nuestra pasión, nuestras apetencias normales,
nuestra inercia mental y los hábitos harán el resto. Los hábitos nunca descansan;
estemos despiertos o dormidos, siempre están enrollando sus cuerdas invisibles
alrededor de nuestros pensamientos y carácter. Para bien o para mal, los hábitos se
encargan cada vez más de nosotros. Lo que voluntariamente hacemos hoy, lo haremos
mañana con mayor facilidad y pasado mañana con mayor facilidad todavía.
Lo mejor para desarrollar buenos hábitos es, en vez de erradicar directamente el
defecto o la cualidad nociva, cultivar la cualidad opuesta. Persiste en esto y verás
cómo la cualidad mala desaparecerá poco a poco. Mata lo negativo y cultiva lo
positivo.
Si deseas desprenderte de ellos, el anhelo de algo mejor y más edificante es el
antídoto o remedio más eficaz para eliminar las tendencias dañinas. Cuando se forme
en ti el hábito de ascender, de aspirar a cosas más altas y mejores, tus tendencias y
tus cualidades censurables dejarán de existir; morirán por falta de alimentación.
ELIMINACIÓN DE LOS MALOS HÁBITOS
No es fácil desembarazarse de un hábito muy antiguo y arraigado. A pesar de esto,
miles de hombres y mujeres han demostrado que puede hacerse, toda vez que han
podido quitarse de encima hábitos que casi destruyen sus carreras profesionales e
incluso arruinan sus vidas.
El problema que tiene la mayoría de la gente que trata de desprenderse de sus
malos hábitos, o de adoptar unos buenos, es que no tiene una clara idea de su fuerza
latente ni tampoco sabe llamar con la suficiente potencia de voz a sus yoes más altos
y fuertes. Se aprovecha a medias del poder de su mente subconsciente, la gran
palanca que nos ha dado Dios para que podamos elevarnos hasta un estado divino.
Sus resoluciones son débiles, insípidas. La gente no pone en ellas la suficiente
audacia y energía.
Un modo excelente de destruir un hábito es suprimirle la comida que lo alimenta.
No trates un hábito con suavidad ni intentes eliminarlo poco a poco. Ataca al
enemigo con audacia y contundencia. Sigue el procedimiento que recomienda el
profesor William James para liberarnos del poder de un viejo hábito y formar uno
nuevo.
El citado profesor nos recomendaba «que para poder apartarnos con éxito de la
servidumbre del viejo hábito, debemos ejercer una acción fuerte y decidida. Por otro
lado —seguía diciendo—, debemos recabar y acumular todas aquellas posibles
circunstancias que refuercen el motivo de la ruptura, por muy justificada que ésta
esté; debemos promocionar por todos los medios el nuevo hábito que queremos
crear; debemos adquirir compromisos que sean incompatibles con el viejo hábito, y
debemos desarrollar nuestra resolución recurriendo a todas las ayudas que
conozcamos».
La única forma de romper con un hábito es sencillamente dejarlo, aunque, eso sí,
tienes que tomar la firme resolución de no hacer nada que te ponga en peligro de
volver a él. Si no quebrantas esta resolución, si la cumples a rajatabla, ella misma
avivará, para que vengan en tu ayuda, unos ocultos y poderosos resortes cuya
existencia quizá ignorabas. Debes cerrar toda posibilidad de volver a las andadas,
porque cualquier recaída que tengas, aunque sea muy pequeña, hará que disminuyan
tus oportunidades de salir airoso.
Esto es aún más difícil de conseguir en el ámbito laboral, donde muchos de tus
«malos hábitos» están ya encajados en tu forma de enfrentarte con los problemas.
Con frecuencia utilizas unas técnicas que suelen darte buenos resultados, por lo que
llegas a la conclusión de que siempre se comportarán de este modo. Estas técnicas se
convierten, por tanto, en tu modo «habitual» de desempeñar las tareas y
responsabilidades de tu puesto de trabajo. Sin embargo, las circunstancias cambian,
y lo que hasta ahora ha funcionado bien puede que deje de hacerlo de repente. No sin
cierta tozudez, hay gente que se empeña en seguir con sus hábitos; piensa que su
método no fallará porque nunca lo ha hecho. Las personas inteligentes, sin embargo,
reconocen y aceptan que el procedimiento habitual no es ahora el mejor para la
solución del problema, por lo que lo abandonan y buscan otro nuevo.
Un veterano profesor de administración de empresas fue contratado por una firma
propietaria de una cadena nacional de tiendas al por menor. Su misión consistía en
organizar y administrar un programa de formación para gerentes de tienda. Pues bien,
este profesor planificó las sesiones formativas sobre la base de las mismas técnicas
de enseñanza que él había empleado con éxito en la universidad. No obstante,
enseguida se dio cuenta de que sus lecciones no calaban en los cursillistas.
Después de unas pocas sesiones, el profesor y el director de formación de la
compañía se reunieron para analizar la escasa efectividad didáctica del programa. El
director de formación alegó que los asistentes al curso era gente activa y, por ello,
dada a aburrirse en sesiones formativas de ese estilo. El profesor le respondió que
su forma de enseñar era exponer una lección en cada sesión, añadiendo que, dado el
tiempo de que disponía, era la única manera de transmitirles todos los conocimientos
que tenían que asimilar. Remató su argumento asegurando que su método siempre
había funcionado bien y que a los cursillistas no les costaría trabajo acostumbrarse a
él. El director de formación no aceptó el razonamiento del profesor, por lo que le
dijo que debía procurar que los asistentes tuvieran una participación más personal y
activa en el proceso formativo.
El profesor reflexionó largo y tendido sobre esta cuestión. Pensaba que había
aplicado en el programa de formación lo que él consideraba un método por lecciones
interesante y, a veces, hasta ameno; método por el que había recibido no pocos
elogios. Cambiar su estilo suponía romper con un hábito que para él era muy
cómodo. Pese a esto, decidió intentar algo nuevo: se mantendría en un segundo plano
—aun cuando sabía que le iba a costar trabajo renunciar al sistema de lecciones— y
haría que la clase fuese más participativa.
En la próxima sesión se iba a tocar el tema del reclutamiento de personal. En lugar
de dictar la lección que había preparado, comenzó preguntándoles a los gerentes de
tienda sobre los problemas que habían encontrado para captar y seleccionar nuevos
empleados. Uno tras otro, los cursillistas le fueron contando pormenores acerca de
sus métodos, de sus éxitos y fracasos, y de las preocupaciones que les originaba este
asunto en particular. El profesor estuvo tentado de darles unas respuestas largas y
académicas, pero se refrenó; recordó la resolución que había tomado de que los
asistentes se implicaran más en el proceso.
Con gran satisfacción por su parte, el profesor fue testigo de cómo un gerente tras
otro le contaba sus experiencias, ayudando así a otros gerentes al revelarles sus
claves para el éxito y alertarles sobre posibles problemas que podrían tener. El
profesor suplementaba sus relatos con breves comentarios y resúmenes. Al final de
la sesión, comprobó que gran parte de lo que él tenía intención de tocar en su lección
se había cubierto a través de las declaraciones personales de los cursillistas, quienes
abandonaron la clase llenos de animación y deseando asistir a la próxima sesión.
El profesor reconoció ante el director de formación que el hecho de abstenerse de
no emplear su propio criterio en el desarrollo de la clase fue una de las cosas más
difíciles que había hecho en toda su vida; pero que, sin embargo, su esfuerzo tuvo su
debida recompensa, porque tanto él como los cursillistas tuvieron un encuentro grato
y fructífero.
LA FALTA DE RESOLUCIÓN
Si hacemos un recuento de los malos hábitos laborales, comprobaremos que uno
de los más comunes es la negligencia o la dejadez.
«Mañana, mañana, hoy no», es la coletilla que suele usar la gente holgazana.
No hay que ser un holgazán para no hacer las cosas a su debido tiempo o hacerlas
a última hora. La mayoría de la gente lo hace. En efecto, solemos aplazar hasta el
último minuto la realización de aquellos trámites o tareas que no nos gustan o les
tenemos miedo. Hay muchas razones para este comportamiento. Puede que nos
incomode lo que tenemos que hacer y que prefiramos hacer otra tarea distinta,
aunque a menudo remoloneamos porque tenemos miedo de equivocarnos.
En cualquier parte podemos encontramos con que una meritoria habilidad está
mediatizada —y, por consiguiente, condenada a hacer un trabajo mediocre— por la
influencia entorpecedora y amedrentadora del miedo. Gracias a ese execrable
monstruo que es el miedo, hay gente competente en cualquier actividad humana cuyos
esfuerzos no sirven prácticamente para nada o cuya capacidad para conseguir algo
loable está casi anulada; con el tiempo, el miedo es capaz de convertir a la persona
más decidida en un ser irresoluto, indiferente e ineficaz.
No hay ningún otro momento como el presente. Olvidémonos de otros instantes,
sólo podemos encontrar fuerza y energía en el presente. La energía que gastamos en
retrasar las tareas de hoy para mañana, sería más que suficiente para hacer el
trabajo. Además, es mucho más pesado y desagradable llevar a cabo una tarea que
ha sido pospuesta. Un trabajo que podía haberse hecho a su debido tiempo con
agrado y verdadero entusiasmo, se nos hace más penoso y pesado cuando se realiza
con un retraso de días o semanas.
La prontitud borra la monotonía y la penalidad de cualquier ocupación.
Generalmente, aplazar la realización de algo significa dejar de hacerlo, y voy a
hacer algo se convierte en no voy a hacerlo. Emprender una acción es como sembrar
una semilla: si no se hace en el momento preciso, se perderá su fruto. En este caso,
el verano de la eternidad no será lo suficientemente largo como para hacer madurar
el fruto de una acción retrasada.
Las personas que siempre actúan con presteza, aun cometiendo errores
ocasionales, siempre llevarán las de ganar con respecto a los morosos, incluso
aunque éstos tengan un criterio mejor.
He aquí algunas sugerencias para luchar contra la falta de resolución:
La falta de resolución no sólo da lugar a que no se terminen los trabajos en la
fecha estipulada, sino también a que éstos no se inicien con la antelación
debida. Ten en cuenta, pues, los plazos acordados. Para esto, lo mejor es seguir
la sentencia de Ben Franklin de «no dejes para mañana lo que puedas hacer
hoy».
Deja a un lado el temor de hacer algo nuevo o diferente. investiga a fondo el
asunto y entra en acción sin demora alguna.
cuando tengas en tu agenda la realización de un proyecto complejo, no te dejes
abrumar por la situación. Lo mejor que puedes hacer en este caso es dividir el
proyecto en varias fases y establecer un plazo de finalización para cada uno de
ellos.
Haz las cosas que más temas o te desagraden cuando estés más despejado y
tengas más energías.
Establece puntos de consecución intermedios. Encontrar motivación para la
iniciación de un proyecto que no dará sus frutos hasta pasado un tiempo
considerable, es un tanto difícil. Sin embargo, si estableces fechas de
consecución intermedias para cada fase del proyecto, encontrarás motivos para
seguir adelante hasta el final del mismo a medida que vayas cumpliendo los
plazos parciales.
Realiza un comienzo arbitrario. Si no sabes cómo comenzar un proyecto
complejo, en vez de darle vueltas y más vueltas escoge una premisa preliminar
y empieza a trabajar. El propio trabajo estimulará y encauzará tu cerebro. Si
ves que no vas por buen camino, puedes empezar otra vez. Es mejor abordar
enseguida el proyecto con talante activo y emprendedor, que comenzar con
retraso por estar pensando de qué forma le metes mano.
cuando al margen de nuestro trabajo ordinario nos asignan la realización de un
proyecto especial, tendemos a apartarlo a un lado «hasta que dispongamos de
algún tiempo libre». En este caso, lo mejor es destinar cada día un tiempo
específico de tu jornada normal de trabajo a trabajar sobre el proyecto.
Date tú mismo un premio cuando culmines a tiempo una tarea que normalmente
sueles posponer.
SÉ CONSCIENTE DE TUS DEBILIDADES
En el supuesto de que tengas algún hábito censurable que te haga ir siempre
retrasado y te impida tener éxito en tu trabajo, reunirás más fuerza para desprenderte
de él si constantemente te dices a ti mismo lo siguiente:
«Sé que esta forma mía de ser y de actuar (descríbela con brevedad) es la causa
de que no tenga a tiempo mis trabajos. No soy lo eficiente que debiera ser. Si no
fuese por esta debilidad mía, pensaría con más claridad y controlaría mucho mejor
mi mente. Aborrezco mi hábito porque me retrasa y hace de mí un fracasado. Sé que
como no me desembarace de él, estaré cada vez más ligado a él, lo que hará mucho
más difícil la posibilidad de dejarlo.»
Siempre que te encuentres solo, háblate a ti mismo de esta manera; te sorprenderá
la rapidez con que esta audible sugestión aflojará el agarre del hábito en cuestión. En
poco tiempo, tus soliloquios le darán tanta fortaleza a tu compromiso que serás capaz
de erradicar enteramente tu debilidad.
Wally L. era uno de esos jefes que pensaba que debía controlar totalmente su
departamento. Tenía a su cargo doce técnicos, cuyos trabajos, a pesar de ser
personas muy competentes, comprobaba y requetecomprobaba a su terminación y, a
veces, también durante su realización. Debido a que la rotación de personal en este
departamento era superior a la de los demás, el jefe de Wally le llamó para debatir
esta cuestión.
«Wally, las entrevistas de salida señalan que todas las personas que dejan tu
departamento aducen la misma queja. Están molestas porque les supervisas el
trabajo con excesiva minuciosidad. Tienes buena gente a tu mando; déjales, pues,
que hagan sus tareas.»
«Pero —replicó Wally— yo soy el responsable del trabajo que se lleva a cabo en
mi departamento; por tanto, si no estoy encima de ellos, no cumplo con mi deber.»
«Wally, a los buenos empleados hay que dejarlos trabajar sin que haya alguien
que, por encima de su hombro, mire constantemente lo que están haciendo. Yo mismo
soy el responsable de tu trabajo y, porque confío en ti, no intento en absoluto de
enterarme de todo lo que haces. Confía, pues, en la gente que trabaja para ti.»
«Pero si los dejo que vayan a su aire, no podré detectar y corregir a tiempo sus
errores.»
«Existen otras formas de controlar que no implican una supervisión excesiva. Hay
técnicas de gran aceptación sobre cómo delegar el trabajo de manera efectiva;
entérate de ellas y aplícalas.»
El jefe de Wally le explicó varias de las técnicas que se analizan a fondo en el
capítulo 11 de este libro.
Nuestro hombre dedicó algún tiempo a pensar sobre lo que su jefe le había dicho.
Tenía miedo de dejar su riguroso control, aunque sabía que tenía que hacerlo. Era
duro para él renunciar de buenas a primeras a la supervisión constante y detallada
que hasta entonces había estado ejerciendo. Cuando se sentía tentado de mirar lo que
estaba haciendo uno de sus técnicos, se decía para sí: «No lo hagas; debes confiar en
él (o en ella).»
Con el tiempo, logró que todos y cada uno de sus empleados le inspirasen la
debida confianza, reconociendo además que, aunque de vez en cuando se cometían
errores, éstos eran fácilmente detectados y corregidos por el técnico encargado de la
inspección. El trabajo se hizo más llevadero para Wally, a la par que se redujo la
tensión existente en su departamento. La alta rotación de personas bajó a niveles
normales y Wally dispuso de más tiempo para dedicarse al trabajo propio de su
puesto.
Emily R. siempre lo ha hecho todo a la carrera. Incluso en su época de colegiala,
hacía a toda prisa sus deberes escolares y sus tareas caseras con el fin de terminarlas
lo antes posible y poder salir a la calle a jugar.
Cuando consiguió su primer trabajo como empleada registradora de datos, siguió
comportándose de la misma manera. Solía terminar sus trabajos en un santiamén, si
bien éstos estaban generalmente cuajados de errores y tenían que rehacerse con
frecuencia. Su supervisora le aconsejó que no se apresurase tanto y que fuese más
cuidadosa; sin embargo, fue incapaz de dejar la costumbre adquirida en sus días
escolares. A la vista de esto, su jefa la puso a prueba con estas palabras: «Emily,
eres una persona muy trabajadora, pero tu hábito de supeditar la exactitud a la
velocidad da lugar a que tu trabajo, por regla general, deje mucho que desear. Debes
suprimir de tu conducta este hábito, porque si no mejoras no tendremos más
remedido que prescindir de tus servicios.» Después de esto, le sugirió que la
próxima tarea que le asignaran la llevase a cabo pensando sólo en la precisión de la
misma; esto es, sin tener en cuenta para nada el tiempo.
Este incidente hizo pensar a Emily. Por una parte, estimaba que su jefa tenía razón,
aunque por otra se enorgullecía de su velocidad. Al final se decidió por intentar
dejar su hábito. En la siguiente tarea, estuvo durante un tiempo trabajando a una
velocidad más reducida, pero al cabo de un rato comenzó a incrementarla de nuevo.
De pronto se paró, comprobó el trabajo que había hecho hasta ese instante y observó
que la primera parte estaba completamente exenta de errores, mientras que la
segunda, aquella que había realizado a una mayor velocidad, adolecía de varias
equivocaciones. Corrigió las equivocaciones y siguió trabajando.
Tal como le estaban rodando las cosas, no pudo menos que pensar lo siguiente:
«Este mal hábito me está colocando dentro de la empresa en una situación delicada,
ya que si comparan mi trabajo con el de los demás, no hay duda de que salgo
perdiendo. Sé que soy más habilidosa que muchos de mis compañeros, pero lo cierto
es que, en definitiva, ellos hacen mucho más trabajo que yo. Voy a poner todo de mi
parte para acabar con este maldito defecto mío que está poniendo en peligro mi
futuro profesional. Me cueste lo que me cueste, voy a liberarme de este afán de
colocar la velocidad por encima de la exactitud.»
A Emily le costó varias semanas programar su mente subconsciente para que
aceptase su resolución de disminuir la velocidad en aras de una mayor exactitud, y
una vez conseguido esto nuestra amiga se convirtió en uno de los elementos más
productivos del departamento.
NO ELUDAS LA VERDAD
Reconoce tus malos hábitos. No trates de soslayar la cuestión. No podrás
erradicar un hábito malo si te niegas a admitirlo.
Vives en una prisión psicológica que tú mismo has construido. Estás sometido a la
influencia de tus creencias, opiniones, preparación académica y entorno. Al igual
que la mayoría de las personas, eres un ser de hábitos. Estás condicionado a
reaccionar de la forma que normalmente lo haces.
Puedes introducir en tu mentalidad la idea de mejorar tus hábitos de trabajo, de
forma que llegue hasta las profundidades de tu subconsciente. En este punto,
adquirirás un nuevo conocimiento de cómo funciona tu mente. Además de
demostrarte la verdad a ti mismo, descubrirás dentro de tu propio ser los infinitos
recursos que respaldan tu posicionamiento.
Si evidencias un vivo deseo de liberarte tú mismo de estos elementos que dañan
tus capacidades, es señal de que estás ya sanado en un cincuenta y uno por ciento.
Cuando tu deseo de abandonar un mal hábito sea mayor que tu necesidad de
continuar con él, te asombrará descubrir que su superación está sólo a un paso de
distancia.
Cualquiera que sea el pensamiento en el que aferres tu mente, ésta lo agrandará.
De aquí que sea conveniente involucrar a la mente en el concepto de éxito y logro.
Mantenla centrada en esta nueva dirección de la atención. Al hacerlo, generas
sentimientos que gradualmente impregnan el concepto de éxito y logro. Cualquier
idea a la que le des un carácter sentimental de esta manera, será aceptada por tu
subconsciente y hecha realidad.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
Nunca es fácil dejar los hábitos, aunque es posible hacerlo. A continuación te
hago diez recomendaciones que te deberían ayudar a liberarte de ciertos patrones de
conducta; patrones éstos que te impiden ser el hombre o la mujer que realmente te
gustaría ser:
1. Escoge el hábito que deseas cambiar. Pon en tu punto de mira un hábito que no
solamente sea un elemento perturbador en tu vida, sino que también sea causa
de que no logres a tiempo tus objetivos. Selecciona un patrón de conducta
contraproducente sobre el que descargar tu descontento; procura cambiarlo para
darle un carácter constructivo.
2. Evalúa el problema. Una vez que hayas seleccionado el hábito, determina qué
es lo que realmente haces y qué es lo que de verdad desearías hacer.
Desmenuza un problema grande en partes más pequeñas y manejables.
3. Establece una meta y unos plazos que, aun representando para ti un desafío,
sean al menos alcanzables. Así es como deben ser las metas y sus plazos de
consecución. Si de manera apropiada y gradual expandes tus aspiraciones y
acciones, con toda seguridad alcanzarás a su debido tiempo los objetivos
deseados.
4. Prepárate para soportar la pena por la pérdida del hábito. Si antes o durante
el proceso del cambio del hábito sientes una punzante, aunque no profunda,
sensación de pérdida, no tienes por qué extrañarte. Quizá es que echas de
menos la satisfacción de encontrar errores en el trabajo de tus empleados
cuando los controlabas en demasía, o que te apena la perspectiva de dejar de
enorgullecerte —aunque tu trabajo estuviese plagado de equivocaciones— de
ser el empleado (o la empleada) más rápido de tu departamento. En realidad,
esto no tiene importancia alguna; con el tiempo, tu mente subconsciente se
adaptará a la nueva situación y dejarás de sentir la pérdida.
5. Consulta con un experto o asesor. Con objeto de aprovechar su experiencia y
conocimiento, pídele a un amigo o a un asesor profesional que actúe como tu
tutor en esta fase primaria del proceso. Este tutor te ayudará a establecer metas
y te proporcionará consejos y apoyo para manejar los molestos sentimientos
que posiblemente aflorarán en tu ánimo; además de esto, te hará sugerencias y te
estimulará si te quedas atrás.
6. Entra en acción. ¡Hazlo! No dudes en dar el primer paso. Enseguida empezarás
a recibir impresiones sobre lo que puedes o no puedes manejar junto con
información relativa a los recursos disponibles. Con toda seguridad lograrás
tener una idea bastante profunda del conocimiento, las aptitudes y los apoyos
que requieren una supervivencia vital.
7. Únete a grupos de personas que deseen romper con el mismo mal hábito o que
quieran desarrollar uno nuevo. Si varias personas tienen una meta común e
interactúan entre ellas, el apoyo que cada una presta a los restantes miembros
del grupo adquiere una dimensión añadida. Fíjate en esos grupos especialmente
organizados para ayudar a sus componentes a salir de determinadas situaciones
críticas. El grupo de los Alcohólicos Anónimos es un buen ejemplo de esto.
8. Actúa sistemáticamente. La modificación de la conducta es un proceso
evolutivo que, a menudo, tiene tres fases perfectamente diferenciadas. En la
primera fase tiene lugar la liberación por nuestra parte de ese patrón de
conducta que nos está perjudicando; en la segunda, se produce el cambio
propiamente dicho, mientras que en la tercera fase hacemos lo necesario para
aclimatarnos y dominar el patrón de conducta recién entrenado. La primera fase
implica el reconocimiento de los patrones de conducta perjudiciales y el inicio
de su abandono. La segunda fase está destinada a incorporar nuevas pericias,
herramientas, recursos y actividades positivas. Si el primer paso es depresivo,
la fase intermedia podría provocar ansiedad si aplicamos torpemente nuevas
ideas. La fase final se produce cuando por medio del ensayo y el error, y la
correspondiente práctica, conseguimos dominar el nuevo hábito. El cambio
comienza cuando nos sentimos más naturales.
9. ¡No tires la toalla! Una de las características más engañosas de la
modificación de la conducta es que, a veces, se produce un rápido aprendizaje
al principio del proceso, seguido de un preocupante estancamiento. Procura no
descorazonarte por esto. No seas demasiado optimista tras alcanzar rápidas
victorias, ni tampoco te desinfles a las primeras de cambio si tienes algún que
otro contratiempo. Se trata del natural flujo y reflujo de la vida; algo que te
mueve a levantarte y a seguir hacia delante cuando algún golpe traicionero te ha
hecho besar el suelo.
El éxito sólo se alcanza si siempre nos levantamos después de caernos, si
siempre recobramos nuestra presencia de ánimo después de tener miedo y si
siempre logramos tranquilizarnos después de sentir ansiedad.
10. Llega hasta el final. Llegar hasta el final del camino superando toda clase de
obstáculos y dificultades, es la característica esencial para terminar con
aprovechamiento cualquier proceso de aprendizaje. Romper, construir y
dominar una cadena intrincada de aprendizaje-conducta profundamente
arraigada es un proceso que se extiende a lo largo de toda la vida.
Segunda Parte
OBTENCIÓN DE LA COOPERACIÓN Y APOYO DE LOS DEMÁS
No pienses mal de tu prójimo porque, si lo haces, es como si tú mismo
te administraras veneno. El amor es la clave para llevarse bien con todo
el mundo. Amar es respetar la divinidad del otro.
El hecho de tener éxito en tu carrera profesional depende muchas veces de los
demás. Normalmente son jefes, subordinados y colegas que trabajan en tu misma
empresa. Aunque a veces, como pasa con los clientes o suministradores, son
personas de fuera de tu compañía
Por consiguiente, tendrás que motivar a tus empleados y jefes, incluso a tus
clientes y proveedores, para que colaboren contigo y poder así conseguir tus
objetivos. Y para lograrlo, tendrás que agudizar tus aptitudes comunicativas y tu
poder de persuasión a fin de lograr que los demás acepten tus ideas. Tendrás que
aprender a bregar con gente difícil, a disentir sin ser desagradable, a sacarle a tu
tiempo el mayor provecho posible y, en general, a ser un líder efectivo.
En los capítulos que siguen te enterarás de qué forma puedes conseguir todo lo
anterior; forma que esencialmente consiste en potenciar el poder de tu mente
subconsciente para obtener la cooperación y la colaboración de aquellos hombres y
mujeres que interactúan contigo en el camino hacia el éxito.
11
Conviértete en un líder
Para que tengas éxito en la dirección de los demás, tienes que estar
verdaderamente convencido de que tienes madera de líder. Para
convertirte en un dirigente, tienes que instilar en tu mente subconsciente
dos creencias muy simples: creer que lo que tú quieres puede suceder y
creer que sucederá.
No todas las personas de éxito son líderes; aunque, eso sí, todos los buenos
líderes son personas de éxito. No sólo son de por sí personas triunfadoras, sino que
al ser para los demás un ejemplo vivo, imbuyen en el ánimo de éstos el ansia de
triunfar. Los buenos triunfadores, además de saborear las mieles de su propio éxito,
se afanan en ayudar a los demás para que éstos, a su vez, tengan también éxito.
La creencia de que el líder nace y no se hace ha sido generalmente aceptada a lo
largo de las distintas épocas. De hecho, fue el fundamento del feudalismo y de la
monarquía absoluta. Incluso en América, en donde personas de origen muy humilde
han ocupado altos puestos, mucha gente todavía cree que estas personas llegaron tan
alto porque nacieron con los rasgos típicos del líder.
En la mayoría de las empresas hay ciertos hombres y mujeres que, tras escalar los
necesarios niveles jerárquicos, ocupan puestos de supervisión y alta dirección. ¿Son
todas estas personas «líderes natos»? La experiencia nos ha demostrado que no
tienen por qué serlo.
Las personas llegan a ser los titulares de un puesto de liderazgo y responsabilidad
por muchas y diversas razones: por antigüedad, por elección (en el sector público),
por nepotismo o porque desempeñan bien su trabajo. No suelen ser seleccionadas
por su experiencia o aptitudes para el liderazgo; de aquí que tengan que aprender a
ser líderes. El hecho de que una persona reúna las condiciones necesarias para
ocupar un puesto de mayor envergadura, no quiere decir que sea idónea para dirigir
el trabajo de otras personas. Esta persona tendrá que aprender a ejercer funciones de
liderazgo. Tendrá que estudiar técnicas de dirección, leer libros sobre el tema y
asistir a conferencias, así como poner en práctica lo que haya aprendido.
CARACTERÍSTICAS COMUNES DE LOS GRANDES LÍDERES
Aunque todos los grandes líderes, tanto del pasado como del presente, poseen
unos rasgos personales que los hicieron o los hacen grandes, hay ciertos aspectos de
sus personalidades que son comunes a todos ellos. En mi opinión, las cualidades que
poseen todos los dirigentes destacados son las siguientes.
1. Los grandes líderes identifican y cultivan a sus entusiastas seguidores y son
un ejemplo para éstos. Pocos negocios o empresas podrían sobrevivir o prosperar
si no tuviesen gente que se dedicara a llevar a cabo los programas de formación de
directivos. En todas las generaciones, en todos los países y en todos los aspectos de
la vida ha habido gente que ha conducido los ejércitos a la victoria, que ha influido
en las diversas artes o que ha fundado prósperas empresas y dinámicas
organizaciones. La habilidad más importante que un líder puede tener es medir a los
demás, aquilatarlos, sopesarlos, estimar su fortaleza y conocer su grado de
debilidad.
Los líderes suelen rodearse de gente con aptitudes que ellos no tienen; de gente
que, llegado el caso, pueda cubrir sus defectos y deficiencias con eficacia y
habilidad. De este modo, el líder logra formar un grupo al que la combinación
aunada de todas facultades y pericias de sus miembros le imprime una gran eficacia
y capacidad operativa. Para llegar a esto, un buen líder tendrá a veces que
reestructurar su organización e incluso apartarse para hacerle un hueco a otro (u otra)
más preparado que él.
Un buen ejemplo de esto lo encontramos en Sean Perich, fundador de Bakery Barn,
una empresa productora de galletas proteínicas. En menos de cinco años, Perich
encumbró a la compañía hasta el listón de los seis millones de dólares; cosa que
consiguió vendiendo sus productos en gimnasios y establecimientos 7-Eleven. Sin
embargo, en algún momento del año 2005, la subida de Bakery Barn hacia lo más
alto sufrió un parón, obligando a Perish a mirar con ojo crítico a su equipo, incluido
él mismo. Se daba la circunstancia de que, sobre la base de sus propias ideas, la
compañía había dado un golpe de timón y había empezado la comercialización de
nuevos productos; por ser Perish el instigador, este cambio de rumbo no encontró
objeción alguna. Su equipo de alta dirección (compuesto principalmente por
familiares) funcionó bien en un principio, pero ahora reconocía que tanto él como
ellos no poseían la experiencia dietética y empresarial necesaria para salvar la
compañía. Se necesitaba savia nueva. Contrató a un interventor a tiempo completo y
comenzó a entrevistar candidatos para el puesto de presidente. Asimismo, formó un
equipo de investigación y desarrollo de tres miembros con objeto de que propusiera
ideas nuevas y más objetivas que sirvieran de apoyo a las decisiones empresariales.
Una reorganización tan audaz y difícil como ésta, fue también requerida de un
fundador mucho más prominente, David Neeleman, en su día consejero delegado de
Jet Blue, unas líneas aéreas innovadoras y de bajo coste. Aunque siguió con el cargo
de presidente del consejo de administración, Neeleman se dio cuenta de que no tenía
suficiente pericia empresarial para colocar a Jet Blue en un peldaño más alto. Esto
no quería decir que él no fuese un gran visionario y un eminente hombre de empresa;
al contrario, lo que quería decir es que era todo esto y más; o sea, un verdadero
líder.
2. Los grandes líderes suelen dirigir sus esfuerzos. Los grandes líderes saben lo
que necesitan y dirigen sus esfuerzos para conseguirlo. Las personas que no aprenden
a dirigir sus esfuerzos desde su más temprana edad (o sea, a concentrar todo su
poder en algo) nunca alcanzarán un señalado éxito. La gente que posee el don de la
unificación, aquella cuyos esfuerzos están persistentemente ligados a un objetivo
central, es la que por regla general consigue llegar hasta lo alto del muro. Esta gente
sabe que lo que cuenta no es la cantidad de trabajo que puede hacerse de una sola
vez —sin parar—, sino la que se consigue mediante un esfuerzo persistente y bien
dosificado. Es el esfuerzo firme y constante, la finalidad inexpugnable y el
entusiasmo inquebrantable los que ganan la batalla de la vida.
3 . Los grandes líderes han afrontado y superado enormes dificultades. La
adversidad puede destruir a algunas personas; sin embargo, a todos los grandes
líderes la adversidad les ha servido para ganar nuevos laureles. Robert Fulton, el
creador del barco de vapor, fracasó en varias ocasiones. Antes de que hiciese con
éxito su primer viaje y revolucionara el transporte por mar, a su barco lo llamaban
en plan de burla el «disparate de Fulton». Helen Keller, ciega y sorda desde niña,
logró superar estas discapacidades y se convirtió en una respetada e idolatrada
escritora y educadora.
Un aparentemente apocado y modesto abogado llamado Darwin E. Smith,
perteneciente a la plantilla de Kimberly-Clark, por aquel entonces una antigua y
decadente compañía manufacturera de papel, se convirtió en 1971 en su consejero
delegado. En los últimos años, las acciones de Kimberly-Clark habían tenido una
cotización a la baja en el mercado de valores. Al menos uno de los directores no
tuvo reparos en decirle a Smith que no era el más cualificado para dirigir la
compañía; sin embargo, esto no fue óbice para que el nuevo consejero delegado
transformara a Kimberly-Clark, una empresa en esos momentos a la deriva y poco
motivada, en una marca puntera en el mercado mundial del papel. Smith era de
extracción muy humilde y esto le había dado un carácter fuertemente resolutivo. Dos
meses después de ser nombrado consejero delegado, le diagnosticaron un cáncer y le
aseguraron que sólo tenía un año de vida. Una vez más, su espíritu férreo le ayudo a
salir de una situación difícil. Programó su mente subconsciente de forma que creyese
que podía superar la enfermedad y no admitiera cualquier pensamiento o temor de
fracaso. Rechazó la idea de meterse en cama y morir. Continuó yendo al trabajo
durante el tratamiento radiológico y no sólo revitalizó su propia vida, sino que
reflotó la compañía.
Sin embargo, lo que en su momento admiró más el mundo empresarial de este
poco conocido Darwin Smith, fue una de sus primeras decisiones gestoras: vender
las fábricas. Smith y su equipo habían decidido que Kimberly-Clark debería dejar de
encauzarse hacia la fabricación de papel cuché o estucado y meterse de lleno en la
muy competitiva industria del papel común de consumo masivo; si esto sucedía, la
compañía se vería obligada a prosperar o morir. Fue una de las operaciones
empresariales más audaces nunca vista. La prensa especializada calificó la decisión
de estúpida y Wall Street le impuso un castigo a las acciones de la compañía. A
pesar de esto, la decisión de Smith siguió adelante. A los veinticinco años de pasar
esto, la situación era que Smith seguía viviendo, que hacía tiempo que había metido
en cintura a la competencia y que Kimberly-Clark seguía siendo líder en el sector.
Para explicar su éxito, decía que él lo que simplemente había hecho era no dejar
nunca de creer en él ni tampoco en la viabilidad de la compañía.
4. Los grandes líderes esperan más de ellos mismos que de los demás. El éxito
no depende exclusivamente de tu inquebrantable voluntad o de la confianza que
tengas en ti mismo, también depende de la confianza que inspires a los demás; ahora
bien, esta confianzaes en gran medida un reflejo de la que tú tengas contigo mismo,
ya que es producto del efecto que causa en ellos tu personalidad. Por consiguiente,
es tu propia actitud mental la que produce esta confianza en los demás. Tu impetuosa
afirmación es contagiosa. Se transmite a todo aquel con quien entres en contacto,
sobre todo a aquellos que tienes que dominar en calidad de profesor, orador,
abogado, agente de ventas, comerciante, posible empleado o de cualquier otra
manera. Hay algo casi mágico en el modo en que el sentido de la confianza se
transmite entre los humanos. Si lo adoptas o lo adquieres, te sorprenderá comprobar
lo rápido que se comunica a los demás; notarás cómo se incrementa su confianza en
tu capacidad para llevar a cabo cualquier cosa que te propongas.
Nunca pierdas la confianza en ti mismo. Si empiezas a dudar de tus capacidades y
de tus puntos fuertes, lee de nuevo el capítulo 2 de este libro y reforzarás el poder de
tu mente subconsciente en cuanto a mantener intacta tu autoconfianza.
5 . A los grandes líderes no les importa tomar decisiones difíciles. Tanto si
dirigen una nación como una empresa, los líderes se enfrentan cada día con
problemas que requieren la toma de decisiones específicas. En algunos casos,
cuentan con el tiempo suficiente para pensar o evaluar todas las circunstancias que
concurren en el problema, pero en otros no les queda otro remedio que tomar una
decisión sobre la marcha.
Un buen ejemplo de esto ocurrió en septiembre de 1982, cuando siete personas
murieron por ingerir Tylenol. Se descubrió que varios envases de este producto
habían sido fraudulentamente manipulados y la composición de sus tabletas
adulterada con cyanide, un veneno mortal. McNeil Laboratories —una división de
Johnson & Johnson—, los fabricantes del Tylenol, pusieron inmediatamente en
práctica una acción fulminante: retiraron todas las existencias del producto que
estaba a la venta en el mercado y las destruyeron. Y todavía hicieron algo más
importante: la alta dirección de la firma apareció en televisión y explicó la situación.
Aseguraron al público que Tylenol no se volvería a comercializar hasta que no se
tomaran todas las medidas pertinentes para hacerlo totalmente seguro.
El resultado inmediato fue catastrófico para la compañía. Su cuota de
participación en el mercado bajó de un treinta y cinco a un ochenta por ciento. No
obstante, debido a la rápida y sincera reacción de los dirigentes de McNeil y
Johnson & Johnson, bastó sólo un año para que la empresa recobrara la antigua cuota
de participación e incluso la excediera.
Otro ejemplo de un alto directivo que tuvo que tomar una decisión impopular lo
tenemos en Charles R. «Cork» Walgreen, quien en 1975 se hizo cargo de la cadena
de farmacias Walgreens. En esa época, la mayoría de las farmacias contaban con un
anexo en el que se servían comidas y que proporcionaba una parte importante de sus
ingresos. Cork Walgreen era de la opinión que el auge de las cadenas de comida
rápida había dejado un tanto anticuado el servicio alimentario de las farmacias, por
lo que decidió que el futuro de su compañía no estaba en este servicio, sino en la
venta de productos propiamente dicha. Fue una decisión controvertida si tenemos en
cuenta que la compañía poseía quinientos de estos pequeños restaurantes anejos.
Pero a pesar de esto, la resistencia que producía este cambio en la actividad
comercial del negocio tenía más de sentimental que económico. La división de
servicio alimentario de Walgreens se remontaba a los tiempos del abuelo de Cork
Walgreen, por lo que decretar su extinción suponía para su nieto una medida bastante
penosa. La decisión de Cork, sin embargo, dio buenos resultados; en efecto, sólo hay
que tener en cuenta que, a pesar de que los restaurantes anejos han desaparecido
prácticamente en todas sus farmacias, en la actualidad Walgreens es una de las
empresas más rentables entre las de su género.
6 . Cuando los grandes líderes tienen en perspectiva un proyecto, tienen
asimismo una inmensa fe en ellos mismos para llevarlo a cabo. Todos los grandes
líderes del mundo tienen en mente formidables proyectos. Saben perfectamente lo
que quieren conseguir, prevén los resultados y dedican toda su energía y voluntad en
pro de la consecución de cualquier proyecto. Y lo que es más importante: están
totalmente convencidos de que son capaces de llevarlo a cabo. Un convencimiento
de este tipo les proporciona la fuerza necesaria para fijarse cualquier objetivo.
El consejero delegado de American Express, Ken Chenault, tuvo que enfrentarse
en su vida con muchas sorpresas y vicisitudes, pero ninguna tan dramática como la
que sucedió el 11 de septiembre de 2001, justo al otro lado de la calle en donde
estaban enclavadas las oficinas centrales de la compañía. Cuando se refiere a esta
tragedia, dice que constituyó para él una experiencia formativa que engrosó su ya
enorme bagaje de habilidades gestoras. En el 11-S, Chenault vio lo que era evidente:
que se desencadenaría una crisis, y que esta crisis sería vista por muchos como un
importante peligro para su propio liderazgo (el de Chenault). Éste, sin embargo, no
titubeó lo más mínimo cuando tuvo que tomar decisiones clave. Su fe en su
capacidad para gestionar le permitió echar mano de sus innegables dotes de
dirigente. Convencido de que las experiencias más valiosas se tienen por regla
general en época de crisis, Chenault aconseja que es esencial en tales épocas utilizar
los atributos que son realmente importantes y centrarte en ellos de forma que no se
utilicen inconscientemente, sino más bien todo lo contrario; es decir,
conscientemente. Esto le proporciona al líder una ventaja. Asegura que cualquiera
puede hacer la consciente elección de ser un líder. Según Chenault, la clase de
destacados líderes con los que quiere trabajar son aquellos que él llama «gente
racional y emocionalmente comprometida».
7. Los grandes líderes son ambiciosos para ellos mismos, para su compañía y
para su gente. Por muy pobre que seas, por muy mal que te haya tratado la vida,
mira siempre hacia las alturas. No tengas miedo de apuntar demasiado alto. No
pierdas nunca de vista tu estrella. Deja que los demás te ridiculicen, si pueden, pero
no permitas que te hagan aflojar la fijeza de tu mirada. Es posar los ojos en una sola
estrella lo que ha distinguido a los grandes hombres y mujeres de todas las épocas.
Mary Kay Ash, la fundadora de cosméticos Mary Kay, atribuía su éxito a su
perenne ambición de llegar a lo más alto. Su carrera de ventas comenzó cuando se
asoció con Stanley Home Products, una firma dedicada a la mercadotecnia
domiciliaria. Mary Kay suele comentar que no tuvo éxito alguno en su primer año y
que estuvo a punto de abandonar. Esto cambió cuando asistió a su primer seminario
Stanley sobre ventas.
He aquí sus comentarios al respecto: «Allí vi cómo coronaban reina a esa alta,
esbelta, bonita y exitosa mujer por ser la mejor en un concurso de empresas, algo que
me hizo tomar la firme determinación —por muy imposible que pareciera— de ser la
reina el próximo año. Así que decidí subir y hablar con el presidente para decirle
que tenía la pretensión de ser la reina al año siguiente. No se rió de mí, sino que me
miró a los ojos, sostuvo mi mano y dijo: “Algo me dice lo que serás.” Esas palabras
me dieron aliento y, en efecto, fui la reina el año siguiente.»
Mary Kay abrió su propio negocio en 1963, en una tienda de Dallas de
escasamente cien metros cuadrados; y lo hizo con la ayuda de su familia, con cinco
mil dólares que eran los ahorros de toda su vida y con un equipo de vendedores de
sólo nueve miembros. A lo largo de los años y bajo su liderazgo, la compañía
experimentó un crecimiento continuo. Para demostrar su compromiso con ella misma
y con el éxito de su compañía, Mary Kay inculcó a sus vendedores la idea de fijarse
altos objetivos personales para luego trabajar duro con el fin de conseguirlos. En
2007, la organización Mary Kay contaba con más de un millón de agentes de ventas
autónomos y declaraba unas ventas brutas de más de dos mil cuatrocientos millones
de dólares.
LA DELEGACIÓN DE RESPONSABILIDADES
Uno de los requisitos básicos para triunfar como líder es la capacidad y la
disposición para delegar en tus subordinados la toma de decisiones. Hay muchos
directivos que son reacios a hacer esto y otros, sin embargo, admiten que no pueden
hacerlo todo. Estos últimos, generalmente los de mayor éxito como líderes, suelen
contratar y entrenar a la gente mejor preparada que encuentran y les permite tomar
decisiones en materias que entren dentro de su campo de especialización; de esta
forma abren un hueco en su agenda para dedicarlo a asuntos de una mayor
trascendencia.
La mayoría de los directivos tienen una carga de trabajo más grande que la que
pueden realizar en el transcurso de una jornada normal. Por tanto, para poder atender
a toda esta carga de trabajo, deben traspasar parte de ella a sus subordinados.
Delegar responsabilidades significa asignar a los subordinados deberes o tareas,
junto con los medios y la autoridad, para llevarlas a cabo. No se trata de que los
subordinados hagan las partes menos interesante y más desagradables de nuestro
trabajo. Para que una delegación sea como es debido, es necesario que se deleguen
aspectos significativos del trabajo. Esto no sólo libera al directivo de hacer algunas
tareas importantes, sino que también permite que los subordinados, al llevarlas a
cabo, adquieran más experiencia.
Algunos líderes empresariales me han confesado que están tan acostumbrados a
realizar muchas de las tareas que normalmente desempeñan, y a realizarlas tan bien,
que son reacios a asignárselas a otras personas. Unos de ellos me dijo: «Sin
quererlo, me sorprendo a mí mismo mirando por encima del hombro de mi gente para
ver cómo trabaja. No me siento cómodo delegando tareas.»
El punto de partida de esta cuestión es reconocer que, aunque puedas hacer el
trabajo con mayor rapidez y perfección que tus subordinados, tu tiempo es mucho
más valioso como para perderlo en asuntos de menor envergadura. A continuación te
doy algunas directrices que te permitirán delegar con efectividad y confianza:
Selecciona a gente preparada y capacitada. Al escoger a tus subordinados
clave, asegúrate de que no sólo sean capaces de hacer el trabajo para el que los
contratas, sino que además tengan el potencial necesario para que, tras la
pertinente formación, puedan ascender y ocupar puestos de una más alta
responsabilidad.
Explica con claridad y concisión las tareas que estás delegando. Para que el
subordinado (o la subordinada) sepa lo que exactamente se espera de él, no le
preguntes sin más si ha comprendido lo que tiene que hacer, ya que
normalmente te dirá que sí. En algunos casos puede ser que sí, que realmente lo
ha comprendido. En otros puede ser que piense que lo ha comprendido, aunque,