Nadie ha sabido integrar con tan buen gusto su pasión culinaria en el interior
de su obra escrita como Vázquez Montalbán. Páginas sublimes sobre el arte
del buen comer. Páginas de salivar, de mantelón y buen vino. Siempre me ha
fascinado que los excelentes pasajes culinarios de Vázquez Montalbán no
sólo sean un homenaje nietzscheano a todo aquello que nos hace vivir y
carece de historia, sino que, además, estén localizados en algunas de las mejo-
res criaturas engendradas por la novela negra de todos los tiempos. Como
Nietzsche, Manuel Vázquez Montalbán tampoco es un hombre. Es dinami-
ta, como lo es Carvalho, escuchen: «Dios ha muerto, el Hombre ha muerto,
Ava Gardner ha muerto, Marx ha muerto, Bromuro ha muerto y yo mismo
no me siento muy bien...».
Seamos humildes. La obra del maestro catalán es inabarcable. Olvíden-
se de Flaubert y de Joyce y de los siete volúmenes de Proust que dicen querer
llevarse a una isla desierta o a las vacaciones en la casa rural. Si quieren leer
como si estuvieran a punto de morir o como si fueran náufragos; si aún sien-
ten la necesidad infantil de responder a la preguntita por las lecturas que se
llevarían a una isla desierta, les propongo a don Manuel. Les propongo, ade-
más, las Reflexiones de Robinson ante un bacalao, para ir abriendo boca y burlar-
nos del destino como dios manda. Humildes, decía. Humildes y funcionales.
Es cierto que a Nietzsche no le gustaban en exceso los orígenes, pero vamos a
hablar de Pepe Carvalho, de modo que no me parece mala idea sugerirles
que, dado que van a entrar en las entrañas del omnívoro, lo haga con método
y concierto. Lo que se van a encontrar en la cueva es literatura con letras
mayúsculas, se lo advierto. Pero también encontrarán índices, símbolos y
termómetros; instrumentos de medición, detectores, comida, cultura a
borbotones, bibliocastia, tensión, suspense, ficción y mucha política. O,
como solía decir Montalbán, relatos de política-ficción. El vientre del omní-
voro está lleno de política ficción y Pepe Carvalho, además del detective
gallego más famoso del globo terráqueo, es, ha sido y será el barómetro de
los cincuenta últimos años de la España del siglo XX: «Los detectives privados
somos los termómetros de la moral establecida». Pocas veces el periodista y
el escritor radiografían y decapitan con tanta precisión el universo desde el
que escriben.
Tatuaje nos presenta el primer caso de Pepe Carvalho. De origen galle-
go, ex agente de la CIA y ex marxista, es un detective privado que vive y traba-
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ja en Barcelona, mantiene una estrecha relación con una fabulosa prostituta,
Charo, y habita una casa en Vallvidrera donde para encender la chimenea (en
verano), va quemando libros de la biblioteca (tiene tres mil libros, ¡y llega a
quemar el Quijote! Bien hecho, Pepe). Después de nueve años con la CIA,
Carvalho ha decidido comenzar a trabajar por libre. No tiene ahorros. No le
gusta intimar con la policía. Adora el vino casi tanto como a las mujeres y la
buena mesa y, en esta ocasión, se topa con un cadáver que el mar ya no quiere
conservar. El cuerpo de un joven desnudo y desfigurado aparece en la orilla
con un extraño tatuaje grabado en la piel: «he nacido para revolucionar el
infierno». (Era hermoso y rubio como la cerveza / el pecho tatuado con un corazón /
en su voz amarga había la tristeza /doliente y cansada del acordeón). El dueño de
una peluquería contrata a Carvalho para que averigüe la identidad del cadá-
ver. El caso llevará al detective desde Barcelona hasta Holanda tras la pista de
un hombre que siempre tuvo buen ojo con las mujeres y que, como el propio
Carvalho, no ha hecho más que andar y sobrevivir.
Manuel Vázquez Montalbán es el referente de todos los referentes literarios
y periodísticos de este país. Un hombre que ha conseguido, además, cons-
truir un puente de décadas entre el auditorio y el personaje de Carvalho
elaborando una literatura deliciosa desde el punto de vista estético y cruda y
contundente desde el enfoque estrictamente social: desde el derrumbe del
Partido Comunista hasta la caída del felipismo pasando por los años de la
transición democrática, el auge del neoliberalismo o la anestesia generaliza-
da de los últimos lustros. Todo lo ha escrito, todo lo ha pensado. Carvalho no
ha sido más que uno de los canales que ha permitido al escritor catalán refle-
xionar sobre el statu quo y la condición humana. Vázquez Montalbán nació
en Barcelona en 1939 y murió de un ataque al corazón en el aeropuerto de
Bangkok, Tailandia, en 2003. Periodista, novelista, poeta, ensayista, antólogo,
prologuista, humorista, crítico, gastrónomo, culé y prolífico en general. Así
se definió en un par de ocasiones. Creció en un contexto familiarizado con la
cárcel y la represión intelectual. Su padre estuvo en prisión durante los pri-
meros cinco años de vida de Manuel por motivos políticos. Estudió Filosofía
y Letras y Periodismo en Barcelona. Fue condenado a tres años de cárcel por
sus colaboraciones con movimientos antifranquistas. En prisión escribió su
primer ensayo, Informe sobre la información, un texto insuperado hasta la fecha
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en este país sobre el oficio de escribir y hacer periodismo. Colaboró en nume-
rosas revistas, escribió decenas de ensayos, poemas sin límite, novelas negras
y de otros colores. Su nombre ha pasado a la historia de la literatura española
y europea (por el momento) por su creación en el ámbito de la novela negra y
por la serie de Pepe Carvalho. Me imagino a Montalbán muriendo en el
aeropuerto de Bangkok pensando que la vida es una mierda y que es maravi-
llosa, que la vida es absurda, literatura, chuletón, vino tinto, marisco, críme-
nes, democracia, el Bulli, tele-basura. Me imagino al titán cayendo arrodilla-
do frente al monitor de las salidas y llegadas, enumerando por última vez el
catálogo del cielo y el infierno y los títulos que ya nunca tendría la oportuni-
dad de escribir. Un aeropuerto en Tailandia… La vida es una mierda, pero
existe Montalbán. Descansa en paz, maestro.
Jim Thompson
El asesino dentro de mí (1952)
Les confieso que soy un hombre con tendencia a la exagera-
ción y al verbo. Un tipo de fábula fácil. Carne de diván, de narra-
ción, carne de fotograma: un hombre débil de imaginación desa-
tada con amistades extremadamente peligrosas. Lo que en casa de mi madre
se viene llamando desde hace años un «peliculero». Soy un peliculero. Y por
si aún no se habían dado cuenta, ahí va eso: la primera vez que leí el nombre
de Jim Thompson estaba atravesando lo que me pareció un escenario cine-
matográfico inolvidable. Una mezcla entre el México de Sam Peckinpah y
los moteles de Jim Jarmusch; una habitación similar a aquella en la que
Warren Oates, inmenso, borracho y devastado, con las gafas de sol puestas
todo el tiempo, mete bajo el agua de la ducha la cabeza decapitada de Alfredo
García. Había quedado con Diego para tomar unas cañas. Me acerqué a su
casa. La puerta estaba abierta de par en par. Todo lo demás era innombrable,
restos de comida y platos sucios, botellas vacías, cigarrillos, colillas, cd's
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blanquecinos, pelucas de mujer, Diego tirado en un sofá con una resaca de
proporciones bíblicas y sin la más mínima esperanza.
—¿Qué te pasa, Johny? —le dije.
—Jim Thompson, respondió.
—¿Quién?
—Jim fucking Thompson.
Tenía varios títulos del tal Thompson tirados junto al sofá. Uno de ellos
estaba pringado de pizza y de cerveza, daba asco mirarlo. El otro parecía más
limpio. Lo alcé del suelo y le pregunté al cadáver: ¿quién es Jim Thompson?
Diego salió corriendo hacia el baño, vomitó, se lavó la boca y las manos y
regresó al sofá. ¿Ves todo esto?, me dijo. Imagínate que Dios existe y que
acaba de crear el cielo y la tierra y toda esa mierda. Ha creado el universo
entero y a todos los animalitos y tal y cual. La cosa no está mal, pero hay un
problemilla. El problema es que Dios es un golfo y trasnocha, como decía
José Mercé, así que el día de la creación llevaba una curda que ni los Rolling,
¿me entiendes?, más ciego que Ramoncín. Así que el mundo existe, pero es
un desastre, un engendro prodigioso, el vómito cósmico de un borracho
omnipotente, omnisciente y moralmente perfecto. Respiró profundamente
y siguió hablando. Si uno aceptara estas premisas, tendría que aceptar tam-
bién que, dado que el borracho es Dios, algo habrá que podamos salvar de
este cocktail etílico que llamamos mundo. Al fin y al cabo, por muy borracho
que esté, es Dios, ¿no? Bien. ¿Y qué salvamos? Pues salvamos a Jim Thomp-
son. ¿Por qué? ¿Acaso porque es lo único puro que puede encontrarse en la
creación? ¡No, querido amigo! Lo salvamos porque no hay nada en este mun-
do que haya sido creado tan a imagen y semejanza de un borracho con pode-
res supremos como Jim Thompson.
Diego sabe lo que dice incluso muerto y yo soy peliculero, así que le
tapé con una manta, escribí una nota de agradecimiento y me llevé el libro
que mi amigo borracho y omnisciente acababa de recomendarme entre
arcadas y delirios: El asesino dentro de mí. Aquella escena sólo podía depararme
horas de placer ininterrumpido. Volví a casa y me senté a leer (nunca me
tumbo a leer, siempre me siento o camino). Si les soy sincero, nunca entendí
las palabras de Diego sobre el Dios ebrio y la creación. Lo único que entendí
aquella tarde es que hay muchas maneras de escupir y blasfemar sin rabia.
Aprendí que el hombre, más que un lobo, es un perro para el hombre: homo
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homini canis. Un perro callejero, además. Aprendí que Jim Thompson era un
pesimista redomado pero no un llorón, un hombre que ha perdido toda
esperanza en el género humano y sabe que la vida no es más que un atajo de
fieras hambrientas peleándose por un trozo de carne humana.
Lou Ford es el sheriff adjunto en una pequeña localidad de Texas. Sus
vecinos le quieren. Sus colegas le respetan. Nadie sabe que Lou esconde un
secreto del tamaño de una tormenta eléctrica. El zumbido. La tormenta está
a punto de desencadenarse de nuevo en la vida de Lou y ese zumbido que
anuncia un desastre vuelve a los oídos del sheriff, un hombre que cometió un
horrible crimen en su pasado a causa de una extraña enfermedad. La enfer-
medad que se acerca ahora como un gigante haciendo temblar el suelo bajo
los pies de un hombre aparentemente amable, sereno y apacible.
Jim Thompson ha sido ignorado durante décadas. Después murió y las
cosas empezaron a cambiar misteriosamente. Jim Thompson podría seguir
enterrado y desconocido, pero su obra seguiría siendo igualmente grandiosa,
más de una veintena de novelas en las que el escritor estadounidense recoge
el testigo del pulp de los años 40 y 50 y le dota de un extraño toque personal:
una visión desalentadora de la condición humana, un retrato espectacular y
tenebroso de la América profunda, pueblos pequeños, borrachos, policías
corruptos, solitarios, psicópatas, el desierto, un desierto moral sin límites,
como el infierno, decorado con el talento de uno de los grandes maestros del
género negro. Si Jim Thompson no hubiera sido elogiado y llevado a la panta-
lla por mi adorado Peckinpah, es posible que mis palabras tuvieran menos
credibilidad y menos peso, pero les aseguro que serían exactamente las mis-
mas: Jim Thompson no se arrepiente de sus pecados. Sus libros pertenecen ya
al orden de lo sagrado, a la más fiel de las perversiones de un Dios borracho y
omnipotente que juega a las peleas de gallos con sus pobres criaturas.
James Myers Thompson nació en Anadarko, Oklahoma, en 1906. Su padre
era el sheriff del condado de Caddo, un hombre con problemas de juego y
alcohol, dilapidador de fortunas. En casa de los Thompson se fumaba y bebía
desde los diez años. Jim creció bajo la influencia de su abuelo, quien lo inició
en la lectura de los clásicos. Con trece años lo llevaría secretamente a algunas
actuaciones del cabaret burlesque y guiaría sus primeras experiencias de adoles-
cente. Empieza a escribir muy joven y cuando se instalan en Texas, en los
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años 20, ya ha publicado algunos cuentos en revistas. Fue botones de hotel,
camionero, especialista en explosivos, camarero, vigilante. Afiliado al Parti-
do Comunista. Escribió mucho. Se alcoholizó rápido. Trabajó como guionis-
ta para Hollywood y fue traicionado por Stanley Kubrik en Atraco perfecto y
Senderos de gloria. Jim Thompson apenas recibió atención alguna por parte de
los ambientes literarios y la crítica de su tiempo. Murió en 1977. Una errata
en el anuncio de su funeral propició que no asistieran al sepelio más que un
par de gatos y algunos familiares y amigos.
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ÍNDICE DE AUTORES
Allingham, Margery.....31 Crais, Robert.....118
Ambler, Eric.....203 Cross, Amanda.....208
Aparicio Belmonte, Juan.....204 Dexter, Colin.....120
Atkinson, Kate.....73 Dibdin, Michael.....121
Bardin, John Franklin.....181 Dickens, Charles.....19
Beckett, Simon.....182 Dickson Carr, John.....33
Bioy Casares, Adolfo.....76 Duffy, Stella.....83
Black, Benjamin.....184 Doyle, Arthur Conan.....16
Blake, Nicholas.....32 Dürrenmatt, Friedrich.....122
Block, Lawrence.....74 Ellis, Bret Easton.....236
Borges, Jorge Luis.....76 Ellroy, James.....124,234
Brown, Fredric.....185 Escobar, Octavio.....237
Bufalino, Gesualdo.....209 Estleman, Loren D......85
Burke, James Lee.....78 Evanovich, Janet.....187
Burnett, William Riley.....51 Faulkner, William.....188
Bustos Domecq, Honorio.....76 Fois, Marcello.....126
Cain, James Mallahan.....53 Fossum, Karin.....128
Camilleri, Andrea.....111 Fuentes, Eugenio.....86
Campbell, Eddie.....250 Gaboriau, Èmile.....21
Caspary, Vera.....112 García Pavón, Francisco.....129
Chandler, Raymond.....55 Gardner, Erle Stanley.....39
Chase, James Hadley.....58 Gerritsen, Tess.....190
Chesterton, Gilbert Keith.....35 Giardinelli, Mempo.....191
Child, Lee.....80 Giménez Bartlett, Alicia.....131
Christie, Agatha.....37 González Ledesma, Francisco.....132
Coben, Harlan.....206 Goodis, David.....59
Collins, Wilkie.....15 Gores, Joe.....61
Connelly, Michael.....114 Grafton, Sue.....88
Connolly, John.....81 Greene, Graham.....240
Constantine, K. C......116 Guelbenzu, José María.....133
Cornwell, Patricia.....233 Gur, Batya.....136
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Hammett, Dashiell.....62 Nadel, Barbara.....155
Hiaasen, Carl.....192 Nesbø, Jo.....156
Highsmith, Patricia.....244 Nesser, Håkan.....157
Hill, Reginald.....137 Padura, Leonardo.....159
Hillerman, Tony.....138 Paretsky, Sara.....97
Himes, Chester.....141 Parker, Robert Brown.....99
Hornung, Ernest William.....22 Pelecanos, George.....101
Household, Geoffrey.....41 Poe, Edgar Allan.....25
Hume, Fergus.....23 Popp, Walter.....103
Indriðason, Arnaldur.....144 Rankin, Ian.....153
Innes, Michael.....42 Raymond, Dereck.....161
James, Phylis Dorothy.....145 Reichs, Kathy.....198
Kerr, Philip.....90 Reig, Rafael.....104
Khadra, Yasmina.....146 Rey Rosa, Rodrigo.....242
Larsson, Åsa.....196 Robinson, Peter.....163
Larsson, Stieg.....194 Sayers, Dorothy Leigh.....46
Leather, Stephen.....148 Schlink, Bernhard.....103
Leblanc, Maurice.....27 Sciascia, Leonardo.....164
Lehane, Dennis.....149 Silva, Lorenzo.....166
Leon, Donna.....151 Simenon, George.....167
Leonard, Elmore.....214 Sjöwall, Maj.....169
Levin, Ira.....246 Spillane, Mickey.....68
Levrero, Mario.....211 Subcomandante Marcos.....106
Macdonald, Ross.....65 Sullivan, Vernon.....221
Madrid, Juan.....92 Taibo II, Paco Ignacio.....106
Mailer, Norman.....216 Thompson, Jim.....256
Mankell, Henning.....152 Trapiello, Andrés.....224
Margolin, Phillip.....197 Vargas, Fred.....172
Márkaris, Petros.....153 Vázquez Montalbán, Manuel.....253
Marsh, Ngaio.....44 Vian, Boris.....221
Martín, Andreu.....248 Villar, Domingo.....173
McCall Smith, Alexander.....94 Wahlöö, Per.....169
McCoy, Horace.....67 Walsh, Rodolfo.....225
Mendoza, Eduardo.....218 Wambaugh, Joseph.....175
Millar, Margaret.....220 Wilson, Robert.....176
Moore, Alan.....250 Woolrich, Cornell.....228
Mosley, Walter.....95 Xiaolong, Qui.....177
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ÍNDICE DE TÍTULOS
A de adulterio.....88 El eco negro.....114
Aguas profundas.....155 El expediente Archer.....65
American Psycho.....236 El hombre al que le gustaban
Animal acorralado.....41 los tomates tardíos.....116
Arsenio Lupin, caballero ladrón.....27 El hombre hueco.....33
Black & Blue.....160 El infiltrado.....148
Brighton Rock.....240 El interior del bosque.....86
Camino púrpura.....78 El lejano país de los estanques.....166
Cien dólares baby.....99 El loco de Bergerac.....167
Condenados al silencio.....176 El misterio de Edwin Drood.....19
Con las mujeres no hay manera.....221 El misterio del coche de punto.....23
Corpus delicti.....248 El mono bajo la lluvia.....118
Cuando el rojo es negro.....177 El percherón mortal.....181
Dejen todo en mis manos.....211 El secreto de Christine.....184
Di adiós al mañana.....67 El sueño eterno.....55
Disparen sobre el pianista.....59 El talento de Mr. Ripley.....244
Doble cuerpo.....190 El tigre de Londres.....31
El asesinato de Roger Ackroyd.....37 Estudio en escarlata.....16
El asesinato del sábado por la mañana.....136 Expedientes.....73
El asesino de la carretera.....234 From Hell.....250
El asesino dentro de mí.....256 ¡Hamlet, venganza!.....42
El caballero y la muerte.....164 Huye rápido, vete lejos.....172
El cadáver arrepentido.....133 Jackie Brown.....214
El camino difícil.....80 Jugando con fuego.....163
El cartero siempre llama dos veces.....53 La aventura del tocador de señoras.....218
El caso de la mecanógrafa asustada.....39 La bestia debe morir.....32
El caso Lerouge.....21 La chica del calendario.....83
El coche de bomberos que desapareció.....169 La chica del club.....137
El demonio vestido de azul.....95 La ciudad del motor.....85
El diablo vuelve a casa.....161 La dalia negra.....124
El disparatado círculo La falsa pista.....152
de los pájaros borrachos.....204 La inocencia del padre Brown.....35
263
La jungla de asfalto.....51 Muerte en un país extraño.....151
La justicia de Selb.....103 Muertos incómodos.....106
La lista negra.....97 Mystic River.....149
La llave de cristal.....62 Némesis.....156
La mujer del lunar.....157 No hay orquídeas para
La noche a través del espejo.....185 Miss Blandish.....58
La paciencia de la araña.....111 No se lo digas a nadie.....206
La piedra lunar.....15 Paisaje de otoño.....159
La playa de los ahogados.....173 Post mortem.....233
La primera águila.....138 Que me maten si… .....242
La primera detective de Botswana.....94 Qué vida esta.....187
La promesa.....122 Qui pro quo.....209
La química de la muerte.....182 Revolución en las calles.....101
La ventana indiscreta.....228 Ritos de muerte.....131
La voz.....144 Sabor a muerte.....145
Ladrón de guante blanco.....22 Saide.....237
Laguna muerta.....121 Sangre a borbotones.....104
Las hermanas coloradas.....129 Sangre derramada.....196
Laura.....112 Santuario.....188
Lazos mortales.....197 Seis problemas para
Los amigos del crimen perfecto.....224 don Isidro Parodi.....76
Los asesinatos de la calle Morgue.....25 Siempre caro.....126
Los atormentados.....81 Spade & Archer: antes de
Los hombres que no amaban «El halcón maltés».....61
a las mujeres.....194 Tatuaje.....253
Los muertos de Jericó.....120 Una historia sucia.....203
Los nuevos centuriones.....175 Una mujer en tu camino.....128
Los secretos de Oxford.....46 Una novela de barrio.....132
Los tipos duros no bailan.....216 Un beso antes de morir.....246
Luna caliente.....191 Un beso de amigo.....92
Lunes de ceniza.....198 Un caso perdido.....192
Más allá hay monstruos.....220 Un hombre ciego con una pistola.....141
Morituri.....146 Un paseo entre las tumbas.....74
Muerte de un payaso.....44 Variaciones en rojo.....225
Muerte en Estambul.....153 Violetas de marzo.....90
Muerte en la cátedra.....208 Yo, el jurado.....68
264
Guía de
la novela negra es un
libro editado fuera de colección.
Compuesto en tipos Dante, este texto
se terminó de imprimir en los talleres de
KADMOS por cuenta de ERRATA NATURAE
EDITORES en octubre de dos mil diez, poco más
de un siglo después de que Fernando Pessoa, que
con discreción abre y cierra este volumen,
pagara su primera cuota como socio del
Albatros Crime Club y comenzara a recibir
en contrapartida y por correo certifica-
do las últimas publicaciones inter-
nacionales de novela
detectivesca.