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Published by Libros digitales, 2019-08-05 11:35:36

Relatos y poemas del valle y del alto

Relatos y poemas del valle y del alto

LASANA
RELATOS Y POEMAS
DEL VALLE Y DEL ALTO

OSVALDO ROJAS MONDACA
JANNICE ROJAS VASQUEZ

Registro de Propiedad Intelectual
N° 153221

I.S.B.N. N° 956-310-153-7

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Dedicado a mi madre Juana Mondaca
Galleguillos, quien en el Valle de Lasana forjó su vida,
y hoy, en los cielos de “Coquena”, las alas del cóndor
le permiten visiones de amplitud: para guiarnos, para
cuidarnos.

A mi familia, por su comprensión y compañía
en los senderos del Valle y de la vida.

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PORTAL

Escribir no me es nada fácil, más aún expresar
lo que se lleva guardado en un rincón del alma. Mi
caminar por el Valle en noches con luna, acompañado
por mil siluetas ocultas tras la “Chilca”, el viento en la
peña, el sonido del agua y sus rojos atardeceres con su
olor a humedad y leyenda, fueron mi compañía cuando
niño. Caminé por el Valle y descubrí, el cántaro roto,
la flecha abandonada, la “chulpa” caída y, sentado en
su sombra, me encontré con mis antiguos, caminé el
tiempo y aprendí a querer esta tierra generosa.

Las manos curtidas con el “desyerbe”, la
espalda curvada con el “aporcado” del maíz, los pies
con barro tras el ganado por bofedales y potreros, el
viento helado que baja en invierno por el Valle, mas
todo queda atrás con el caliente tazón de té junto al
fogón en la estancia, los cielos estrellados que nos
trasladan a otros mundos, y los cuentos de mi madre y
la tía que me hacían soñar. Trataba de ver que había
detrás del viento, más allá del portal del “Pukara”. Mi
recuerdo a “Marcoleta”, a su antiguo camión con
puertas de madera en que recorrimos el Valle, a las
orillas del Loa en que pescamos con luna, y en frías
mañanas bajamos a Calama cargados con zanahorias y
esperanzas. Hoy la bruma del tiempo nos cubre, no
obstante nuestros espíritus danzan juguetones en las
peñas del Valle, soñando con ese mañana que algún día
alcanzaremos.

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Evoco a mi madre con sus pies sumergidos en
las orillas del río, rodeada de mis hermanos, en una
danza de risas y gritos que no debió terminar, apurados
pasos a recibir el “carnaval”, ya se escucha el “tambor”
y nosotros con la carga de maíz y olor a chacra a
preparar los pagos, para nuestros “Viejos Carnavales”;
mis hermanos repasando sus coplas en una
comunicación profunda con la tradición, con la tierra.
En el presente, muchos personajes de estos cuadros de
la memoria no están, los sentimos en espíritu
caminando a nuestro lado, y hasta compartimos en la
“Mesa de todos los Santos” exquisitas “ofrendas”, les
brindamos grandes escalas, y pájaros de masa para que
en peldaños y alas alcancen el cielo.

Caminando el desierto forjé mi vida,
formé mi familia, estructuré las plataformas graníticas
que sustentan la fuerza y destino del hombre, nacen los
hijos iniciando la vida eterna, me protegen, me ayudan
en el fantástico rescate de la memoria, de la historia,
atesoran mis libros, mis cántaros, mis “aguallos”, y mis
“talegas”, elementos que sin voz, me cuentan de su
origen, de la tierra profunda, del volcán dormido, del
milenario camino del Loa, me traen leyendas, me traen
su historia, la cual, es la historia de todos.

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EL VALLE
PETROGLIFO
SECTOR PONA

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El Valle

El gran Dios, con la fuerza del origen, tensó su
arco y la flecha errante rasgó la tierra, el zumbido del
aire llenó los espacios, cubrió los Andes y su eco
sonoro se escuchó en el mundo.

Pacha Mama está herida, un gran surco cubre su
faz, las tinieblas todo lo cubren, el polvo cósmico
domina la nada y el Dios Tiempo maneja los destinos
del universo, la soledad embarga el espíritu andino, no
puede existir quien nació para la vida, vivir entre
penumbras, su llanto todo lo cubre, comienzan los
surcos a llenarse de agua, el gran rajo rebasa en
lágrimas, se conmueve en Dios Tiempo nunca vio tanta
tristeza. Abre sus cielos a la luz, y los enviados de
Padre Sol en sus rayos de fuego recorren los cielos,
maravillados ante una tierra aún por entendimiento no
comprendida.

Comienza la vida, se desplaza la mancha verde
del génesis por las laderas y fondos del valle, cual
invasor en lucha contra el ocre y grises de las tierras
vírgenes, el gran escenario estaba preparado la densa
vegetación cubría los espacios, el agua y su canto
dulce que se eleva en el aire, pero se sentía el vació, la
nada disfrutaba su propia maravilla, los dioses discuten
su obra, es necesario tan magno trabajo animarlo, y las
hordas de aves bajan de los cielos, atraviesan el arco
iris, atrapan sus colores y los hacen terrenos, los
lagartos bajan corriendo las rocas huyendo de un
enemigo imaginario, los peces agitan las aguas, una

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chinchilla en lo alto del valle eleva sus manos al cielo,
una llama toma el agua del arroyo, este refleja su rostro
y un infinito azul, lugar donde busca a su creador.

Se impacienta el gran hacedor, que encarnado
en un cóndor, recorre su obra. El gran valle está bajo
sus alas, y el quiso también estar aquí, de la sagrada
greda se eleva el hombre, el espíritu de los Andes
encuentra en este cuerpo su abrigo, puebla el valle,
construye sus “Pukaras”, registra en las rocas su
historia.

Lalama, trueno; lalackma, aurora, Lasana, tierra
bendita, tierra de los “Likan antai”, donde el viento nos
envuelve en suave arrullo, donde el color de las rocas y
sus senderos sin tiempo nos cobijan, nos protegen,
donde nuestros padres nos miran, nos guían desde sus
“gentilares”, su cántaro dormido nos habla de milenios,
nos cuenta, nos revela el Valle profundo de donde
venimos.

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EL COMIENZO
PETROGLIFO
SECTOR PONA

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EL COMIENZO

Los hijos de la tierra caminábamos errantes
infinitos senderos por orillas de montañas, donde vivían
nuestros Dioses; grandes ríos nos recibían con frutos y
presas que la madre naturaleza nos proveía para nuestra
subsistencia; nuestros refugios, cálidas cuevas en las
entrañas de nuestra madre y sólidas estancias de pieles
y ramas en las ciénagas, bofedales, y lugares de
reunión, en las canteras de piedra donde fabricábamos
nuestras herramientas para el faenamiento de la caza y
nuestra defensa.

Los climas cambian, nos empujan a la búsqueda
de los valles bajos, lugares más cálidos y placenteros en
donde también busca refugio la fauna silvestre,
elemento básico para nuestra existencia, seguimos los
ríos, sus profundos valles y quebradas, muchos
hermanos buscan el descanso en el vientre de Pacha
Mama, son tiempos fríos, oscuros, las nubes bajas,
silentes, acompañadas por la sinfonía de los vientos,
nos aprietan el espíritu, nos presionan el alma. Madre
tierra nos cuida, nos enseña los caminos; después de
muchos soles, encontramos el más verde de los Valles,
lo exploramos, vivimos en lo alto, bajamos en la
búsqueda del maíz, alimento sagrado donde habita el
espíritu de la tierra. Nos maravillamos, al caerle agua a
sus finos granos estos comenzaban a florecer. Fue
necesario prepararle la tierra, y quedarse a la espera de
sus brotes, nuestros toldos de pieles y ramas fueron
reemplazados por piedras, formamos muros, unimos
fuerzas, creamos pueblo.

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LA FUERZA
PICTOGRAFIA
SECTOR PONA

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LA FUERZA

Nuestra gente, unida, serena, firme, pasaba el
tiempo, este se media con el florecer del maíz, nuestros
antiguos descansaban en lo alto, donde un día los
abuelos nos contaban: Llegaron los primeros, los
caminantes de la montaña, los hacedores de surcos,
ahora dormían mirando a los cerros sagrados, donde
cada día les visita el Dios de la vida, el dueño de la luz.
Nuestros gentiles, en su misión eterna, continúan
cuidando el valle, cuidando su pueblo.

Los viajeros que bajan al valle nos traen noticias
alarmantes: hombres de mas allá del confín de la
montaña, vienen orillando el río y creando refugios con
afán de conquista, son los hijos del Gran Lago, pueblo
con ejércitos creados para la expansión, con adelantos
culturales incomprensibles para nuestro pueblo
agrícola.

En el atardecer del quinto sol del brote del maíz,
el cielo se nubló en el oriente, no fueron nubes, era el
polvo que se levanta en el desierto producto del avance
de miles de hombres con sus animales que llegan a la
parte alta del valle. Cae la noche y el valle se ilumina
de rojo con los cientos de fogatas que alumbran el
infinito, en una danza de sombras que opaca la fría
noche de luna. Es “Tiahuanaku” en su plan de
conquista de las tierras del Sur; muy de mañana el
fuerte sonido de tambores retumba la quebrada, apura
la salida del astro rey, las aves callan y la brisa andina
se detiene. En el alto se dibuja la comitiva de nobles y

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guerreros, precedidos por una llama blanca, que bajan
los senderos de la quebrada a parlamentar, son hijos de
tierras lejanas, sus ropajes de vistosos colores, sus
armas y adornos metálicos los identifican, son los
dioses mitológicos que los antiguos anunciaron
llegarían, nuestros gobernantes acogen esta conquista,
es el precio que paga un pueblo no guerrero que solo
vive para la paz. Solo una colonia se asienta en el valle,
la denominan “La Torre”, (en la actualidad, solo queda
la gran pirámide de arena que la sepultó, como el
tiempo sepultó este pueblo, y su cementerio corroído
por centurias al otro lado del río). Esta ocupación de
tributo, se compensa con los aportes culturales que se
entregan a nuestro pueblo: el arte de teñir los tejidos, la
fabricación de finos cántaros con mágicas formas y
colores, el aprovechamiento de la tierra y del agua, el
fortalecimiento de la comunicación con nuestros dioses,
los cuales habitan las montañas, los ríos, el aire, la luz y
nuestros propios cuerpos.

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LOS ENVIADOS DEL SOL
PETROGLIFO
SECTOR PONA

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LOS ENVIADOS DEL SOL

Los Incas, en carros de fuego, surcaban los
Andes y, trasformados en piedra, caían por las noches
desde el firmamento. Algún caminante los encontró en
el lecho de algún río, le llamó oro y fue destinado a la
adoración de estos seres mitológicos enviados por el
sol.

Un día los hijos de padre sol quisieron poblar la
tierra; hechos hombres, cubrieron el mundo; regados
como las sombras de la noche, llegaron al confín de lo
conocido. Nuestra tierra fue conquistada, huestes
guerreras bajadas de otros tiempos, dominaron el valle,
nuestros hombres fueron enviados a tierras extrañas,
lejos de los suyos, lejos de su valle. El maíz de esta
tierra fue el elemento más importante en el
abastecimiento de los grupos dedicados a la conquista,
a la extracción de metales, a la mantención de las rutas,
al avance del imperio.

Nuestra aldea fue amurallada, trasformada en
“Pukara”; su defensa era primordial, las avanzadas, y la
conquista dependían de este valle, nuestros canales
fueron derivados a insospechadas latitudes. Los
conocimientos eran complejos, nuestro pueblo
asimilaba, aprendía, aplicaba.

Las huestes Incas gobernaban desde el
“Pukara”, su dominio distribuido a lo largo de los
Andes alcanzaba adonde se ocultaba el sol, el tiempo
pasaba, noticias llegaban en su camino hacia el Inca, el

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imperio cada día mas se expandía, nuevas victorias
militares se agregaban a sus imponentes estandartes,
sus Amautas en sus Quipus, anudaban el tiempo,
anudaban la historia.

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LA CRUZ
PETROGLIFO
SECTOR CHACRAS VIEJAS

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LA CRUZ

Las bestias habían escapado de las entrañas de
Pacha Mama, bufaban fuego y sus movimientos eran
nerviosos y violentos, tenían cuatro patas como
nuestras llamas, como la vicuña, como el zorro; sus dos
cabezas no lograban coordinar sus movimientos, por
una expelía el humo de su fuego interior, por la otra
imitaba a los hombres, pero su cara estaba cubierta por
un denso pelaje del color del fuego, y su cuerpo
cubierto con el brillo del metal, eran los Dioses que
contaba la leyenda llegarían desde mas allá del mar.

Bajaron por los caminos y senderos al Valle,
cansados y sedientos por su desplazamiento por el
desierto, estaba escrito en la memoria de nuestros
antiguos que llegarían, nuestros “Chasquis” de
madrugada nos lo anunciaron, su presentación fue la
cruz, imagen muy parecida a nuestra representación de
las estrellas, no logramos imaginar lo poderoso de
aquel símbolo, la llave de un mundo, donde en casas
flotantes se viaja por las grandes aguas, con bastones
metálicos se gobierna el rayo de los Dioses de la
guerra, grandes troncos de metal capturan el trueno y
escupen la muerte, nos hablan de un Dios inmaterial,
único y poderoso, que gobierna los destinos de los
hombres y el mundo. No es como nuestros Dioses que
se presentan cada día ante sus hijos, se muestran en la
luz del sol, el correr del agua, el fuego sagrado y el
fruto de nuestra amada madre tierra.

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ESTE TIEMPO, EL
TIEMPO DE TODOS
PETROGLIFO
SECTOR PONA

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ESTE TIEMPO, EL TIEMPO DE TODOS

Los Amautas nos acompañan por los espacios
que son nuestros, los Gentiles caminan diáfanos,
transparentes en el viento de la Quebrada, el sereno, el
golpe del tambor, los evoca, se presentan en el maíz, en
el agua, en el crepitar del tostado, en el cántaro dormido
en un rincón del “cuarto”.

El Valle imponente, sus formas y colores
creados en la paleta del tiempo, pintado con la fuerza
de los Dioses que habitan las montañas, que viajan en
el relámpago, que mantiene viva la llama en nuestro
espíritu. A lo lejos baja la recua de llamas y corderos
con su pastora, el viento con su “Sikus” en el aire le
acompaña, su hijo a la espalda, juega con los niños
imaginarios, los que nacen de los cerros, entre ruinas,
en los “canchones”, los que juguetonamente se le
atraviesan por los caminos a una mente distraída, los
que vagan sin entender que pertenecen a otra época, a
otro espacio, detienen el tiempo, no cantan los pájaros,
el viento no sopla, solo el ladrido del perro quiebra la
magia, nos devuelve a la vida.

El Valle entregó sus tierras fértiles al hombre,
este todo lo cubre con cultivos, con caminos, sus casas,
dispersas como sus tierras, las anuncia muy de mañana
el humo de sus chimeneas, las voces alegres de sus
hijos camino a la escuela, el ladrido y brincos del perro
en su despedida: son los hombres del mañana, la vida
eterna de Pachamama, en la rueda eterna del destino de
los hijos de la tierra.

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CARNAVAL
PETROGLIFO
SECTOR PONA

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CARNAVAL

Muy de mañana, con la luz que inunda el Valle,
se escucha el sonido del tambor; en caballos blancos
viajan quebrada arriba los antiguos, tambor en mano,
barbados y envueltos en polleras multicolores. “Los
viejos carnavales” se mezclan con el arco iris en su
danza con la tierra, en su danza sin tiempo.

Dicen que vieron al “Pollo” Demetrio ondeando
banderas, otros dirán que el caballo de la “Jovita” se
detuvo en algún maizal, que escucharon a la “Juanita
Mondaca” invitándolos a la rueda. Es la magia en el
aire, la presencia en la tierra de nuestros Dioses
ancestrales, tienen que estar presentes en los “Pagos”,
en las “Cospachadas”, con que sus hijos retribuyen un
buen año, se paga el agua que nos envían de nuestros
cerros guardianes, se paga el haber mantenido
encerrada “La helada” la que con su manto negro y sus
lagrimas pisotea la siembra y “El granizo”, que es
tuerto, cuando camina en los surcos lo hace a
tropezones, el “viento blanco”, carro en que viajan las
almas borrando sus pasos en la tierra.

Los viejos carnavales, ancestrales
reminiscencias de los hacendados Españoles que
gobernaron nuestras tierras, largas barbas que reflejan
una ancianidad de centurias, floreadas polleras
hispanas, saltos, gestos, y gritos de gargantas sin
memoria perdida en los recovecos del tiempo. La
representación la realizan dos barones; los pagos, el
culto a la tierra, deben hacerlo seres enteros, así lo
contó “La tía Saluca”, así es, en una mezcla de

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catolicismo y cultos de la cosmogonía andina, que la
razón no comprende, sino se siente en el alma, la cual
eleva nuestros espíritu, en un diálogo eterno con los que
ya no están materiales, pero nos acompañan, los
sentimos, a veces los vemos sentados en la roca,
cruzando un sendero, caminando a nuestro lado,
visitando nuestros sueños.

Carnaval alegre, ay, ay, ay
dicen que te vas,
Porqué no te quedas
ay. ay, ay quince días más

La “caja Challera” nos llama, la sentimos en
nuestra sangre, en lo profundo de nuestro corazón, está
allí como parte de nuestro ser, del canto de versos a
nuestros carnavales, la rueda, que rueda como nuestro
paso por Pacha Mama, pasan los años, caminamos otros
rumbos, caminamos otras tierras, pero volvemos a
nuestro Valle, la emoción nos envuelve, una lágrima
que corre, son nuestros orígenes los que evoca el lejano
sonido del tambor, que en manos de los “Viejos
Carnavales” se pierde en las penumbras del recuerdo.

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EL SERENO
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EL SERENO

Comparsa de almas que recorren el Valle, dicen
que les guía “Coquena”, revisan el ganado, visitan las
siembras, más de alguien lo ha visto, lo ha escuchado,
es un viento blanco, con mil murmullos, tambores, risas
y lamentos de las almas que llevan cautivas, los
escucha el caminante sorprendido, y el Valle se
ilumina cuando el “Sereno” baja por la quebrada.

En las noches con luna, cuando se camina de
vuelta a casa después del riego, de alguna fiesta, de
algún viaje, las estrellas, el viento, el frío, lo anuncian.
Comienza un murmullo lejano, nace de las rocas, de las
sombras, de nuestra mente. El maíz, las “Chilcas”, se
doblan ante el paso de una fuerza inmaterial, el polvo
se levanta ante el paso de las legiones de almas
milenarias, que recorren los espacios del tiempo.
Cuando viene triste, al día siguiente encuentras las
rocas húmedas, los tejados goteando, las hojas mojadas,
son sus lagrimas, (algunas almas nuevas no se resignan
a su destino).

Cuando te sorprende, no debes mirar atrás, lo
sientes cada vez mas cercano, los sonidos parecen
dominar tus sentidos; con su mano fría y engarfiada
parece tocar tu espalda, debes buscar urgentemente en
tu huida un curso de agua, y en frenética carrera
cruzarla al lado opuesto, el no podrá seguirte, le está
vedado cruzar las corrientes de agua, pues son benditas,
y al llegar mojado a tu destino contaras con alegría y
emoción que escapaste del “Sereno”.

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EL CHABELO
PETROGLIFO
SECTOR PONA

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EL CHABELO

Caminando en el Valle se le encontraba, los
atardeceres eran sus favoritos, gustaba de ver cómo las
estrellas sutilmente se hacían presentes en el
firmamento, y cómo la luna se comenzaba a dibujar en
el infinito. Largas horas se quedaba en el mirador que
tenía su casa en las cercanías de “La Torre”, quedaba
cautivo de los embrujos de la luna, abandonaba su
cuerpo terreno, y viajaba por tierras extrañas, mundos
desconocidos, con formas y colores que no entendía,
absorto viajaba, olvidaba su valle, queriéndose quedar
en dimensiones inimaginables. La llegada del frío del
amanecer lo volvía a la realidad, su perro a su lado
dormía acompañándolo en sus viajes por los laberintos
de la fantasía.

Su vida de trabajador ocasional, empleándose
en faenas agrarias con diferentes lugareños, cuidando
propiedades y pasteando ganado ajeno, le fue
granjeando el cariño y la estimación de sus pares, como
un personaje trabajador y responsable, mas la soledad y
sus sueños le acompañaban, el viento en su cara, lo
elevaba a los cielos, donde era absorbido por remolinos
naranjas e infinitos escarlatas, alejándolo de sus
caminos y su realidad, quería contar sus viajes, sus
sueños; mas a quién, ¿No era acaso la locura para el
hombre cuerdo?, solo su perro lo miraba con una
mirada cómplice.

Una mañana, su necesidad de trasmitir
lo que veía lo lleva a dibujar, pues no conocía la

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escritura, como la mayoría de la gente de su época, en
que se vivía con lo que la tierra entregaba y el ganado
que se criaba, bajando a la ciudad muy rara vez en
busca de lo esencial, tratando de volver rápidamente al
pueblo, en un llamado que solo su espíritu comprende;
fue así como cueros, telas y los mismos muros de su
morada fueron llenándose de soles, lunas y estrellas,
imágenes que su mente retenía y se atropellaban por
salir a plasmarse en los improvisados lienzos que la
realidad le presentaba. Grandes soles con incontables
planetas, nacían de la tierra de color y grasas con que
sus manos guiadas por algún genio pintaban, adquirían
profundidad y vida a los ojos de una mente maravillada.
Quiso que todos vieran los mundos que el conocía, que
el rojo de los atardeceres invadiera el mundo. La
mezcla de tierras de colores no le entregaban el color
deseado, en su desesperación por lograr el tono y en su
desenfrenado afán al frotar las piedras, se hiere las
manos, brota la sangre, mancha los cueros, las piedras,
es el color que ha visto en sus viajes, el penetrante rojo
esta ahí, es necesario buscar mas sangre, recuerda el
rebaño que está a su cuidado, y en su inconsciencia
comienza a sacrificar los animales en busca del color
escarlata para pintar el mundo, y que muchos hombres
como el se maravillen con lo que presentan otros
espacios, otras dimensiones. Las paredes, la tierra, su
propio cuerpo comienzan la transformación, todo es
rojo, como el lo viera en sus viajes, como el lo viera en
sus sueños.

Su despertar fue violento, en su puerta un airado
grupo de lugareños le increpaban la grave falta que
cometiera con el sacrificio de sus animales, ninguno de
sus sueños eran compartidos, sus lienzos y cueros con

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la imagen de otras dimensiones eran arrojados al fuego,
sus muros eran destruidos, en su mirador se refugia,
mira al cielo en busca de los astros que le acompañaran
tantas jornadas, no están. Quienes demandan su locura,
se retiran en busca de la autoridad; cuando al atardecer
vuelven en busca de Chabelo con los representantes de
la ley, este ya no está, se marchó, se fue en busca de la
luna, siguió los senderos que lo llevan a su morada,
cruzó montañas y quebradas en un viaje al infinito, para
nunca mas volver al mundo material de los hombres.

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EL NIÑO VESTIDO DE BLANCO
PETROGLIFO
SECTOR CHACRAS VIEJAS

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El NIÑO VESTIDO DE BLANCO

El amanecer en el Valle comienza lentamente,
las sombras emprenden su retirada ante el dominio del
astro rey, los pájaros en alegre jolgorio nos anuncian el
inicio del nuevo día, quebrada abajo viene la abuela
María con Juanita a la espalda, quien en diálogos solo
por ella comprendidos, ríe y grita agitando sus brazos
en comunicación profunda con su mundo de niña, su
inseparable perro se adelanta, ladra a los pájaros,
vuelve brincando con la inocencia y la alegría de
quien se siente querido.

María ha tenido que hacerse cargo de su nieta,
su hija María de igual nombre volvió a cobijarse en
Pacha Mama cuando Juana nacía. Esta abuela no ha
conocido más mundo que su Valle, su vida ha
transcurrido trabajando la tierra, cuidando su incipiente
ganado, empleándose en potreros de otros Lasaneños,
dedicada a Juana como su compañera, su principio y
su fin.

Llegan a “Chacras Viejas”, las ovejas esperan
impacientes en sus amplios corrales y en loca carrera
ganan los pastos tiernos de las orillas del Loa, los
ladridos del perro las reúnen, las aquietan, María en los
altos, en el borde de una “era”, prepara un pequeño
aposento, quiebra las “breas”, prepara la sombra,
cobijará en este a Juana, guardara su “avio” , para
emprender sus largas jornadas de pastoreo, busca sus
lanas, sus “puskas”, para iniciar sus hilados, Juana
sentada en la sombra, entre la realidad y los sueños, ve
como su perro se cobija asustado al lado de María.

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Siente una presencia en el aire, ve como se comienza a
materializar un pequeño ser que le sonríe a la distancia,
su pequeño cuerpo vestido totalmente de blanco, su
gran gorro de copa parece pesar demasiado para su
frágil cabeza, mas con aire altanero se acerca, cruza
delante de María pero esta no le ve, solo el perro gime
y mas se apega a su ama. Se detiene frente a Juana, le
extiende sus manos cubiertas por guantes blancos, le
invita a jugar, se mezclan las risas, se conversan en
diálogos sin palabras, le cuenta que a el lo abandonaron
pequeño, que nunca fue bautizado, por eso no tiene
cielo, que su vida es muy solitaria, muy triste, muy
oscura, que compañías como Juanita le ayudan a
encontrar el camino a la luz, al lugar donde están sus
amigos. Le baila, el polvo se levanta al contacto de sus
blancas botas., “Patacón... Patacón... Pataquero... date
una vuelta como los carneros...Patacón... Patacón....
Pataquero...date una vuelta como los carneros”…
ciento de veces lo canta, ciento de veces lo danza, le
cuenta que como el existen también amigos malos, que
se presentan a los inocentes y en cantos y danzas se los
llevan por caminos tortuosos, lejos de los adultos y los
hacen caer a los abismos para llevarse sus almas, mas el
es blanco no tiene maldad.

María se inquieta, Juanita por mucho rato ríe,
juega, grita sola sentada en su sombra, el viento del
atardecer se hace presente, es necesario arroparla, darle
sus alimentos. Al acercarse, su compañero se aleja, lo
despide agitando sus manitos, y su amigo con su levita
al viento, se va cantando “Patacon... Patacon...
Pataquero... date una vuelta como los carneros” se va
en busca de nuevos amigos, y peña arriba se pierde en
los senderos del Valle.

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NUCUNOSE
PETROGLIFO
SECTOR PONA

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