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Published by mauroluri, 2023-04-03 08:36:24

antologia2009_10

antologia2009_10

149 “La poesía es un arma cargada de futuro…” Gabriel Celaya Cantos Iberos. 1976 Misiones -tierra indómita- (a esta tierra, que es mi tierra) Indómita tierra verde de montes tierra de sangre, roja como tus hombres campesinos, colonos, obrajeros de selva adentro dura madera grito en el viento suelo rebelde raíz y tiempo simiente en la memoria fecunda arcilla de nuestros sueños. Obrajeros: Trabajadores del obraje. / Obraje: Asentamiento precario en el monte dedicado a la extracción “minera” de los recursos naturales, por ejemplo, de rollos de especies maderables. Martín CORNELL Hombre de la tierra Raíz de la tierra el hombre campesino conocedor de la greda, de la historia que brota en la simiente para dar vida al fruto generoso… la mandioca, el trigo… hunde su mano callosa en la entraña de la Patria para extraer el pan que comerán los pobres cuando germine -como el cantola vida nueva.


150 Abuelita Doblada por el tiempo por la lucha cotidiana para ganarte el pan, monte adentro. Vas cargada de sueños con tu leñita para calentar el mate que acompaña en las frías mañanas junto a la cocina a leña. Manos callosas curtidas de trabajo en la tierra… sembrando la simiente, carpiendo en el rozado, cantando la memoria, contando nuestra historia, hilando el porvenir. “Empezó la zafra y la madrugada te ha de encontrar allá en el yerbal…” Héctor y Félix Chávez Tareferos Suben al camión cargados de esperanzas, de sus pequeños ataditos de ropa, la vieja pava, alguna olla donde cocer el guiso… son un manojo de sueños rumbo al obraje. Quince días de campamento en el yerbal dejando atrás el rancho, los perros y un puñado de gurises -de todas las edadesque llorando saludan la mano como un pañuelo al camión que se va. Sudor, trabajo de sol a sol tarefeando… y cuando por fin regresan llegan como antes pobres ataditos de ropa, manojo de sueños. Gurí: (gurisitos / gurises) Voz guaraní. Niño. Tarefa: Regionalismo, es la recolección o cosecha de la yerba mate. / Tareferos: Personas que cosechan la yerba mate a mano o valiéndose de una tijera. Yerbal: Plantación de yerba mate. / Yerba mate: Planta de hojas codiciadas por su comercialización ya que sirven para realizar una infusión muy típica en algunos de los países de Sudamérica: el mate.


151 “No somos los extranjeros, los extranjeros son otros…” Daniel Viglietti Milonga de andar lejos Uruguay Río arriba el Alto Uruguay baja en su derrotero rumbo al mar… correderas donde el portugués y el castellano se funden en un mismo idioma, una misma senda de tierra y sangre. Allá… en el confín el suelo es el mismo, el maíz, el monte y los pequeños sueños del hombre que quiere vivir, que quiere volar mariposa, borboleta, panambí… Borboleta: Voz portuguesa. Mariposa. Panambí: Voz guaraní. Mariposa. Por la picada (a todos quienes, día a día, desafían al destino en los rincones más remotos de la Patria… buscando aprender y enseñar) Clarea el monte… El sol se asoma sobre la verde selva y con él se eleva un blanco mar de neblinas. Por la picada un par de gurises -guardapolvo blancocaminan rumbo a la escuela con su atadito, manojo de útiles bajo el brazo. Allí -en la escuelales espera la maestra con el mate cocido calentito y un puñado de sueños, de esperanzas para comenzar la ardua tarea cotidiana de aprender y enseñar. Picada: Camino o túnel en el monte.


152 Manos callosas rudas manos campesinas acostumbradas a abrazar la azada, el machete para que brote la vida manos callosas que deciden con esfuerzo y gran placer empuñar con coraje el lápiz para decir la palabra, su palabra y entonces sobreviene la magia la acción creadora de pensar y repensar críticamente el mundo y surge la voz del pueblo como espiga que se derrama llena de vida y de esperanzas manos callosas que escriben -por fincon trazos temblorosos y seguros la palabra Libertad. “Nosotros soñamos con primaveras y alfabetizaciones…” Mario Benedetti Antología Poética. 1994 Alfabetización Inéditos


153 Misiones - terra indômita- (a esta terra, que é minha terra) Indômita terra Verde de matos Terra de sangue, vermelha Como teus homens Camponeses, colonos, obrajeros De selva adentro Dura madeira Grito no vento Terra rebelde Raiz e tempo Semente na memória Fecunda argila De nossos sonhos. O homem da terra Raiz da terra O homem camponês Conhecedor da greda, Da história Que brota na semente Para dar vida Ao fruto generoso… A mandioca, o trigo... Afunda sua mão calejada Na entranha da Pátria Para extrair o pão Que comerão os pobres Quando germine. -Como o cantoA vida nova. Poeta na semente Poeta na semente Avó Dobrada pelo tempo Pela luta cotidiana Para ganhar- te o pão, Mato adentro. Vais carregada de sonhos Com tua lenhinha Para esquentar o mate Que acompanha Nas frias manhãs Junto ao fogão a lenha. Mãos calejadas Curtidas de trabalho Na terra... Semeando a semente, Carpindo o roçado Cantando a memória, Contando nossa historia, Enlaçando o porvir.


154 Tareferos Sobem ao caminhão Carregados de esperanças, Com seus pequenos embrulhos de roupa, A velha chaleira, Alguma panela onde cozinhar o guisado... São um maço de sonhos Caminho ao obraje. Quinze dias De acampamento no erval Deixando para trás seu racho, Os cachorros E um punhado de gurizes - De todas as idadesQue chorando cumprimentam A mão como um lenço O caminhão que se vai. Suor, Trabalho de sol a sol Tarefeando… E quando por fim regressam Chegam como antes Pobres embrulho de roupa, Maço de sonhos. Tarefa: Regionalismo, é a colheita da erva mate. / Tarefero: pessoas colheitam a erva mate a mão ou com tesoura. Erval: plantação de erva mate/ Erva Mate: planta de folhas cobiçadas por sua comercialização já que serve para realizar uma infusão muito típica en alguns dos paises de Sudamerica. Uruguai Rio acima O Alto Uruguai baixa Em seu roteiro Rumo ao mar… Corredeiras Onde o português e o castelhano Se fundam Em um mesmo idioma, Uma mesma senda De terra e sangue. Ali… No confim O solo é o mesmo, O milho, O mato E os pequenos sonhos Do homem Que quer viver, Que quer voar, Mariposa, Borboleta, Panambi... Mariposa: Voz do espanhol. Borboleta. Panambí: Voz guarani. Borboleta.


155 Pela Picada* (A todos quens, dia a dia, desafiam ao destino Nos cantos mais distantes da Pátria... procurando aprender e ensinar) Ilumina o mato O sol se assoma Sobre a verde selva E com ele se eleva Um branco mar de neblinas. Pela picada Um par de gurizes -guarda-pó brancoCaminhando para a escola Com seu embrulhinho, Maço de materiais escolar Embaixo do braço. Ali -Na escolaEspera-lhes a professora Com chá de mate quentinho. E um punhado de sonhos, De esperanças Para começar A árdua tarefa cotidiana De aprender e ensinar. Alfabetização Mãos calejadas Rudes mãos camponesas Acostumadas a abraçar A enxada, O facão Para que brote a vida. Mãos calejadas Que decidem Com esforço e grande prazer Empunhar com coragem o lápis * Picada: Caminho ou túnel na mata.


156 Para dizer a palavra, Sua palavra. E então sobrevive a magia A ação criadora De pensar e pensar Criticamente o mundo. E surge a voz do povo Como espiga que se derrama Cheia de vida E de esperanças. Mãos calejadas Que escrevem - por fimCom traços trêmulos e certos A palavra Liberdade.


157 Los veintinueve de julio caen en pleno invierno, pero esta realidad no estaba siendo considerada por Julieta que esperaba con ansias sus próximos quince años. Aún faltaba un año y se estaban preparando para tal acontecimiento. Lo primero que se debía contratar era el salón. Una tarde de primavera salieron a recorrer las distintas opciones para las que tenían información ella y sus padres. El recorrido demandó más de una vez, uno a uno fueron tachados de la nómina. Se los desechaba por falta de iluminación, por escaso tamaño, porque le faltaba mármol a la escalera, porque el espacio era pequeño, por el estacionamiento, porque, en definitiva, no caían en las perspectivas de las ilusiones que se había creado Julieta para marco de su fiesta que debía ser maravillosa. Sus amigas y compañeras, amigas de colegio, una a una también pasaban por la misma experiencia, ella concurría a cada invitación para ver si de esa manera encontraba su espacio. Una tarde de domingo, ya con el ánimo alicaído y al borde de la desesperanza, llegaron hasta Ezeiza, lugar muy lejano a su domicilio. Allí estaba el edificio, el parque, las luces que soñó, donde ella resplandecería. Recorrieron los rincones y los planos. Era ése y no otro lo buscado. El trato quedó firmado. Seguía luego, buscar, elegir, confeccionar la ropa. Esta debía ser de acuerdo a sus anhelos de lucimiento. Revistas más revistas fueron pasando ante sus ojos. Ningún vestido la conformaba, siempre sobraba o faltaba algo. Pero, como todo tiene un fin, éste llegó de la manera más imprevista. En diciembre faltando pocos días para la navidad, lo vio en un programa televisivo. ¡Para qué! Hubo que conseguir Elsa Fabiana CANTERO


158 el tape, luego de largo peregrinar por el canal y con autorización del director del programa para que sea regrabado el sector donde aparecía el bellísimo vestido, que lucía nada más y nada menos que la hija de Daniela Cardone, una joven mayor que ella y por ende más alta, pero esos argumentos no hicieron mella en su espíritu batallador. El vestido está en el respaldo de un sillón en su cuarto esperando que pasen las horas que faltan para que lo luzca su dueña. El frío ronda la noche y todos duermen esperando la llegada del nuevo día. Todos duermen descargando tensiones, Julieta se levanta, insomne y en soledad se prueba el ropaje. Se mira en el gran espejo, se agranda y se ruboriza del placer. Su capricho está concluido, pretende sacarse pero no puede, las telas le ciñen la cintura, le envuelven los pies. Se desespera y grita a su madre pero nadie la rescata del terror que la aflige. Nuevamente intenta sacárselo, todo le aprieta aún más, le ahoga el pecho, no sólo no puede caminar, sino que ahora no le sale ni siquiera una sola voz. Lentamente se acerca a la cama de la que no está lejos, en un último esfuerzo se tira sobre ella e intenta nuevos movimientos, de arriba hacia abajo, apenas puede ver la punta de sus pies. En un desesperado movimiento calma la angustia del pecho, pero le aumenta en respuesta, el enorme peso que siente sobre las piernas que se inmovilizan por completo. Ante tal situación, piensa - ¡Tranquila! ¡Ya pasará! Pero afuera comienza a aclarar, la lluvia tintinea en el vidrio de la ventana. Han pasado seis horas de angustia y de una respiración cada vez más dificultosa. Oye un grito. Es la voz de su madre que la llama porque han llegado los parientes de Misiones, a verla bailar y lucir el hermoso vestido que conocen por las noticias en las conversaciones telefónicas. Abre los ojos, no lo puede creer, su vestido sigue donde la noche. Se calma, se vuelva a palpar, está encapsulada con los cobertores con los que se protegió del frío de la noche. Se ríe, cada vez más fuerte, la puerta se abre, nadie entiende nada. Esa noche, fue la princesa de la familia y sus quince años como ella soñó, pero despierta. De: “ Recreando huellas” antología


159 Os vinte nove de julho caem em pleno inverno, mas esta realidade não estava sendo considerada por Julieta que esperava com ânsias seus próximos quinze anos. Ainda faltava um ano e se estavam preparando para o grande acontecimento. O primeiro que se devia contratar era o salão. Uma tarde de primavera saíram a percorrer as diversas opções das que tinham informação ela e seus pais. O percorrido foi feito mais de uma vez, um a um foram riscados da lista. Os riscava-se por falta de iluminação, por escasso tamanho, porque lhe faltava mármore nas escadas, porque o espaço era pequeno, pelo estacionamento, porque, em definitiva, não convencia as expectativa das ilusões que se tinha criado Julieta para sua festa que tinha que ser maravilhosa. Suas amigas e colegas, amigas do colégio, uma a uma também passavam pela mesma experiência, ela aceitava cada convite para ver, se dessa maneira encontrava seu espaço. Uma tarde de domingo, já com desânimo e sem esperança, chegaram até Ezeiza, lugar muito longe da sua residência. Ali estava o edifício, o parque, as luzes que sonhou, onde ela resplandeceria. Recorreram os cantos e os planos. Era esse e não outro o que estavam procurando. O contrato foi assinado. Depois foi, buscar, escolher e confeccionar a roupa. Esta tinha que ser segundo seus desejos de luzimento. Revistas mais revistas foram passando perante seus olhos. Nenhum vestido a conformava, sempre sobrava ou faltava alguma coisa. Mas, como tudo tem fim, este chegou da maneira mais imprevista. Em dezembro faltando poucos dias para o natal, o viu em um programa televisivo. Houve que conseguir o vídeo, depois de peregrinar pelo canal e com a autorização do diretor do programa para que seja regravado o setor onde aparecia o belíssimo vestido, que exibia nada mais nada menos que a filha de Daniela Cardone, uma jovem maior do que ela e mais alta, mas esses argumentos não fizeram nada em seu espírito batalhador. O vestido está no encosto de um sofá em seu quarto esperando que passem as horas que faltam para que o exiba a dona. O frio ronda a noite e todos dormem esperando a chegada do novo dia. Julieta Julieta


160 Todos dormem descarregando as tensões, Julieta se levanta, insone e em solidão experimenta a roupa. Olha-se no grande espelho, agrada-lhe e se ruboriza do prazer. Seu capricho está concluído, pretende tirá-lo, mas não consegue os tecidos lhe cigem a cintura, lhe enrolam os pés. Desespera-se e grita para a sua mãe mas ninguém a resgata do terror que lhe aflige. Novamente, tenta tirá-lo, mas tudo lhe aperta ainda mais, afoga lhe o peito, não só não pode caminhar, mas também agora não lhe sai a voz. Lentamente chega perto da cama que não está longe, em um último esforço se atira sobre ela e tenta novos movimentos, de cima para baixo, apenas pode ver a ponta de seus pés. Em um desesperado movimento acalma a angustia do peito, mas lhe aumenta, em resposta, o enorme peso que sente sobre as pernas que se imobilizam por completo. Perante esta situação, pensa - tranqüila! Já passará! Mas lá fora começa clarear a chuva que salpica no vidro da janela. Já passaram seis horas de uma angustia e de uma respiração cada vez com mais dificultosa. Ouve um grito. É a voz de sua mãe que a chama porque chegaram os parentes de Misiones, para vê-la dançar e luzir o belíssimo vestido que conhecem pelas noticias nas conversas telefônicas. Abre os olhos, não pode acreditar, seu vestido continua onde a noite. Acalma-se, e volta a apalpar-se, está encapsulada com os cobertores com os que se protegeu do frio e da noite. Dá risadas, cada vez mais fortes, a porta se abre e ninguém entende nada. Essa noite, foi a princesa da família e seus quinze anos, como ela sonhou, mas acordada.


161 Había una vez una gata muy inteligente que no le gustaba vivir en los tejados porque había muchos gatos atorrantes que la molestaban con sus miradas indiscretas y además se trepaban por los lugares más insólitos, lo que le producía escalofrío a Felipa, por temor a que alguno se viniera abajo. Más de uno le maullaba al oído y le proponía matrimonio pero ella muy astuta caminaba elegantemente, siempre pulcra. Bien peinada y con las uñas pintadas. Le agradaba sentarse a la mesa con mantel blanco, platos de porcelana y vasos de cristal; comía pausadamente, pero antes daba gracias a Dios por la comida, apagaba el televisor y ponía música muy suave por lo que a veces, después de comer se quedaba dormida escuchando alguna melodía de Mozart o Beethoven. Tomaba clases de piano y danzas clásicas pues soñaba con actuar en el teatro Colón, sus profesores eran muy exigentes como los del jurado de bailando por un sueño y cuando hacía ejercicios en la barra volvía totalmente agotada a su departamento que estaba siempre ordenado y prolijo. Con mucho sacrificio obtuvo el título de profesora de danzas clásicas y música, luego pensó… me iré a vivir a la Casa Rosada, pues allí el ambiente está más acorde con mis pretensiones. Para cumplir con su proyecto, Felipa, toma clases de idioma, contrata a modistas, zapateros, sombrereros, pedicuros y peluqueros, a fin de que hicieran de ella una Moria Casán. Es así que un día, Felipa vistiendo sus mejores atuendos sale rumbo a la rosada. Allí pasan personajes de todo el mundo y puede que alguien me contrate para civilizar algunos gatos cafishio que no hacen más que maullar. Pensaba Felipa. Así fue que Felipa muy bien arreglada sale camino a la Casa Rosada. Una gata chismosa alertó a todos los gatos del Parque Palermo haciénJosé Mercedes GIMÉNEZ


162 doles saber que Felipa se trasladaría a su nueva residencia y la esperaron en la Plaza de Mayo porque por allí pasaría Felipa haciendo galas de su hermosura. Cuando Felipa ingresó a la Plaza de Mayo hubo un estruendoso aplauso y luego un emocionado silencio, muchos gatos se quedaron con un ojo cerrado de tanto hacerle guiños pero ella sonreía y con mucha elegancia caminaba hacia su destino. Los granaderos la dejaron pasar, y la saludaron haciéndole la venia, Felipa muy astuta buscó un lugar y se instaló cerca del despacho del Presidente. Esta aventura de Felipa inquieta a la Sociedad Protectora de Animales quienes quisieron desalojarla pero el Señor Presidente de los argentinos se opone al desalojo y ella se queda a vivir para siempre en la Rosada esperando encontrar algún gato príncipe con quien compartir sus días en tan hermosa mansión. Cuento inédito


163 Havia uma vez uma gata muito inteligente que não gostava de viver nos telhados por que tinha muitos gatos sem-vergonhas que lhe incomodavam com seus olhares indiscretos e além do mais se subiam pelos lugares mais insólitos, que produzia arrepios em Felipa, por temor a que algum deles caísse para baixo, Mais de um miava-lhe no ouvido e fazia-lhe proposta de casamento, mas ela muito astuta caminhava elegantemente, sempre delicada. Bem penteada e com as unhas pintadas. Gostava de sentar-se na mesa com toalha branca, pratos de porcelana e copos de cristal; comia pausadamente, mas antes agradecia a Deus pela comida, desligava a televisão e colocava musica muito suave, muitas vezes, depois de comer se dormia escutando alguma melodia de Mozart ou Beethoven. Tomava aulas de piano e danças clássicas, pois sonhavam com atuar no “Teatro Colón”, seus professores eram muito exigentes como os do jurado do “dançando por um sonho” e quando faziam exercícios na barra voltava totalmente esgotados a seu apartamento que estava sempre arrumado e limpo. Com muito sacrifício obteve o diploma de professora de danças clássicas e música, logo pensou... vou morar na “Casa Rosada”, porque ali o ambiente está mais de acordo com minhas pretensões. Para completar seu projeto, Felipa, vai a cursos de idiomas, contrata costureiras, sapateiros, fabricantes de chapéu, pedicura e cabeleireiros, a fim de transformá-la em “Moria Casan” É assim que um dia, Felipa vestindo suas melhores roupas vai até a Casa Rosada. Ali passam personagens de todo o mundo e talvez alguém me contrate para civilizar alguns gatos malandros que não fazem outra coisa, só miar. Pensava Felipa. Assim foi que Felipa muito bem arrumada sai caminho à Casa Rosada. Uma gata fofoqueira avisou a todos os gatos do Parque Palermo, fazendo-lhe saber que Felipa se mudaria para sua nova residência e estavam esperando-a na Praça de Maio porque ali ia passar Felipa fazendo exibições de sua beleza. Quando Felipa ingressou na Praça de Maio todos aplaudiram e depois se fez um longo silêncio, muitos gatos ficaram com um olho fechado de tanto piscar, mas ela sorria e com muita elegância caminhava para seu destino. Os soldados a deixaram passar, e a cumprimentaram fazendo continência, Felipa muito esperta buscou um lugar e se acomodou perto do escritório do Presidente. A gata Felipa A gata Felipa


164 Esta aventura de Felipa preocupa à Sociedade Protetora dos Animais que quiseram desaloja - lá mas o Senhor Presidente dos argentinos se nega ao desalojo e ela fica morando para sempre na Casa Rosada esperando encontrar algum gato que seja príncipe com quem compartilhar seus dias em tão linda mansão.


165 Agazapado entre los matorrales esperó con paciencia.”Yasy yateré le dicen y sale calladito en horas de la siesta. La gente lo distingue por sus rubios cabellos, un bastón en la mano y sus ojos de fuego, él espera a los niños que no hacen la siesta y los pierde en el monte, castigo a la desobediencia”. Iván era un niño muy inquieto, se había hecho amigo de otro niño también bello además de simpático, que vivía en un ranchito al lado del monte. Yuru-í, tal su apodo por tener una boca muy pequeñita, conocía palmo a palmo cada pedazo del monte. Lo recorría siempre en busca de caracoles, alguna piedrita vistosa de esas que abundan en Misiones, o también abono para el jardín de su mamá. Trepaba ágilmente a los árboles y sabía ubicar los panales de yateí para extraer su sabrosa miel, gentilmente sanadora. Iván lo acompañaba a todas partes y hasta eran compañeritos de banco en la escuela cercana. Sin embargo, aunque los dos eran chicos buenos, sus temperamentos eran muy distintos. Yuru-í, así como también su familia, eran respetuosos del monte. Nunca tiraban desperdicios ni abatían árboles, como tampoco cazaban innecesariamente a los animales que habitaban en él. De cuando en cuando, Iván hondeaba pajaritos, entonces, Yuru-í lo reprendía severamente y los llevaba a su casa para curarlos y darles de comer hasta que pudiesen volver a volar. Una mañana de verano en que el canto de la torcacita prometía un día caliente, caliente como el horno de pan de mamá, Yuru-í, seguido de su amiguito, entró con éste al monte a buscar miel de yateí para doña Helga, la mamá de Iván que se sentía algo enferma. Mientras Yuru-í extraía la miel, Iván observaba los árboles buscando pajaritos con la mirada y se percató de un raro y colorido pájaro que no había visto nunca. En tanto Yuru-í proseguía con su tarea, Iván estudiaba los movimientos del ave, los árboles en los que le gustaba posarse, las frutitas que comía, para volver a la hora de la siesta y atraparlo. Para él, los pajaritos podían convertirse en hermosos trofeos. Gina ESCOBAR


166 Yuru-í dejó la miel en casa de Iván y dejó a este cuidando a su madre puesto, que el padre de Iván se había ido a trabajar y tardaría en volver. Finalmente, llegó para Iván la ansiada hora de la siesta y se encaminó al monte. En el camino halló a Yuru-í que llevaba a su madre un balde de agua desde el pozo y lo saludó alegremente. -¿Tu mamá mejoró?- preguntó Yuru-í. Iván escondió como pudo la honda y contestó que estaba mucho mejor alejándose rápidamente para que su amigo no advirtiese su intención, porque le notó cara de preocupación. Claro, Yuru-í se preocupaba por la mamá de su amigo que al parecer había quedado sola en la casa. Iván apuró el paso rematando con un: -Ya vengo… Yuru-í se preguntaba una y otra vez qué habría sido de su amigo, porqué no se quedaba cuidando a su mamá:-¿Qué estaría haciendo solo en el monte? …a esa hora… Entretanto Iván miraba hacia los árboles buscando en cada uno las señales del hermoso pájaro que había visto en la mañana. Caminó internándose cada vez más en el monte sin advertirlo. De pronto, en una zona de follaje apretujado y oscuro, lo vio moverse como tentándolo. Se acercó para hacer puntería y el pájaro batió las alas cutucándolo; cuando lo tuvo bien cerca y levantó la honda para tirarle, el pájaro sacudió ruidosamente las alas y se alejó. Se acercó nuevamente hacia ella y el ave subió a otra rama más alta. Movía su hermosa cola y lo tentaba mientras lo miraba de reojo. Cada vez que Iván lograba acercarse, el pájaro batía violentamente las alas y lo asustaba mientras emprendía la huída. -¡No vas a poder conmigo!- decía Ivan y lo perseguía nuevamente. Tiró un hondazo y le erró. La cuarta vez que erró, Iván perdió la paciencia y le arrojó la honda sin acertarle, pateó el suelo y se dio vuelta muy enojado. Se sintió muy mal cuando pensó que ya hacía mucho rato que había dejado sola a su madre y que la pobre estaba enferma. Entonces vio al rubiecito parado frente a él y, con todo el calor del verano misionero, Iván tembló de frío. Yuru-í en tanto había ido a casa de Iván a ver si su amigo había regresado, encontrando sola a su madre tiritando de frío y con mucha fiebre: -¿Dónde está mi hijo? -repetía -¡Sé que algo le pasa! Iván se quedaba quietecito quietecito, mirando al rubio hombrecito de los ojos de fuego. Lo veía frente a él y no podía creerlo. Era casi como él de chiquito, pero claro, mucho más fuerte. Tanto que llevaba un enorme bastón en la mano que él no hubiese podido ni alzar. Era de oro según había escuchado decir a los mayores y brillaba tanto que le provocaban náuseas. Sin poder moverse, Iván recordó que oyó decir a la gente que el bastoncito de oro era mágico y hechizaba a los niños que se escapaban de su casa a la siesta. Quiso correr pero sus piernas estaban duras y frías. Temblaba como una hoja. Quiso


167 gritar y la voz, no le salió nunca. Entonces supo que estaba perdido sin remedio: ¿me pegará con ese bastón? ¿me dolerá mucho? ¡Ay, mamita! ¿porqué no me habré quedado con vos? ¡Ay, mamita! ¡Salvame! – gritaba asustado Iván apretando una plantita de picón de la que se había agarrado fuertemente hasta que ya sin fuerzas, se desmayó. Cuando despertó, antes de abrir los ojos, sintió que muchos ojos lo miraban, sintió muchas manos también. Ya no tenía frío, ¡qué extraño!, ya no tenía miedo tampoco. Abrió los ojos cuando sintió las voces suaves y confortantes de su mamá y su amigo que decían: ¡Te aliviaste, hijito! ¡Dale, Iván! ¡Mejorate que tenemos que jugar mucho todavía! Se miró las manos y en ellas tenía fuertemente apretada la remera de su amiguito y la soltó con vergüenza. - Perop, pero…-dijo sin poder creer lo que veía. - Perop, qué?- dijo su amigo. - Pero… ¿y el yasy que me llevó al monte para quitarme la honda? ¿el enanito del bastón que me tenía atrapado? Entonces todos se pusieron a reír a más no poder del sueño de Iván.- ¿Qué Yasy? ¿Qué monte, Iván? ¡Todo eso habrá sido una pesadilla! Nos tuviste muy preocupados a todos con la fiebre. Te comiste vos solito casi una olla entera de porotos y te hizo mal. Tenías mucho frío por la fiebre, pero nunca te fuiste de acá. -¡Claro, Iván! Es lo que dice tu mami… Estabas acá... Si vos nunca tuviste una honda ...y además, a nosotros, no nos gusta cazar pajaritos… ¿no te acordás? Y todos continuaron riendo alegremente de la pesadilla de Iván. Ahora , y por las dudas, Ivancito nunca se escapa a la hora de la siesta y por las dudas ,duditas, dudosas... a ninguna hora del día. Siempre, siempre, siempre, le hace mucho caso a su mamá.


168 Escondido entre os matagais esperou com paciência. “Saci-Pererê lhe dizem e sai caladinho na hora da sesta; as pessoas o reconhecem por seus loiros cabelos, uma bengala na mão e seus olhos de fogo, ele espera as crianças que não dorme a sesta e perde-os na mata, castigo pela desobediência” Ivan era um menino muito inquieto, ficou amigo de outra criança também belo além de simpático, que morava em um ranchinho ao lado da mata. Yuru-í, era seu apelido por ter uma boca muito pequena, conhecia canto por canto cada pedaço da mata; a recorria sempre em busca de caracóis, alguma pedrinha vistosa desta que tem abundância em Misiones, ou também adubo para o jardim de sua mamãe. Subi agilmente nas árvores e sabia encontrar os favos de mel de Yateí para extrair seu gostoso mel, gentilmente curativa. Ivan o acompanhava em todos os lugares e até sentavam-se juntos na escola próxima. No entanto, embora os dois meninos fossem bons, seus temperamentos eram muito diferentes. Yuru-í, assim como também sua família era respeitosa da mata. Nunca jogavam lixo nem abatiam as árvores, como também não caçavam desnecessariamente os animais que habitam nela. De quanto em quanto, Ivan caçava passarinhos com o estilingue, então Yuru-í o repreendia severamente e os levava para sua casa para curá-los e dar-lhes de comer até que pudessem voltar a voar. Uma manhã de verão em que o canto da rolinha prometia um dia quente, quente como o forno de fazer pão da mamãe, Yuru-í, junto com seu amiguinho, entrou com este na mata a buscar mel de yate-í para Dona Helga, a mamãe de Ivan que se sentia doente. Enquanto Yuru-í extraia o mel, Ivan observava as árvores buscando passarinhos e com o olhar e se encontrou um raro e colorido pássaro que não tinha visto nunca. Enquanto Yuru-í continuava com seu trabalho, Ivan estudava os movimentos da ave, as árvores que gostava pousar-se, as frutinhas que comia, para voltar na hora da sesta para pegálo. Para ele, os passarinhos podiam transformar-se em lindos troféus. Yuru-í deixou o mel na casa do Ivan e deixou-o também cuidando sua mãe porque o pai do Ivan tinha ido trabalhar e chegaria tarde. Finalmente, chegou para Ivan a tão esperada hora da sesta e foi para a mata. No caminho encontrou a Yuru-í que levava para sua mãe um balde de água do poço e o cumprimentou alegremente. - Tua mãe melhorou?- perguntou Yuru-í. Ivan escondeu como pode seu estilingue e respondeu que estava muito melhor distanciando-se rapidamente para que seu amigo não notasse sua Sesta de fogo Sesta de fogo


169 intenção, porque percebeu seu rosto de preocupação. É Claro, Yuru-í se preocupava pela mãe do seu amigo que parecia ter ficado sozinha na casa. Ivan apurou o passo dizendo:- volto logo... Yuru-í perguntava-se uma e outra vez o que tinha acontecido com seu amigo, porque não ficou cuidando da sua mãe: - O que estaria fazendo sozinho na mata?... a essa hora... Enquanto isso Ivan olhava as árvores buscando em cada uma os sinais do lindo pássaro que tinha visto de manhã. Caminhou cada vez mais para adentro da mata sem pensar. De repente, em uma zona de folhagem apertada e escura encontrou-o mexendo-se como provocando-o. Chegou perto para ter mais pontaria e o pássaro mexeu as asas provocando-o; quando ficou mais perto e levantou o estilingue para atirar-lhe, o pássaro sacudiu ruidosamente as asas e se afastou. Chegou novamente mais perto dela e a ave subiu em outro galho mais alto. Mexia sua linda cauda e o tentava enquanto o olhava de soslaio. Cada vez que Ivan chegava mais perto, o pássaro mexia violentamente as asas e o assustava enquanto fugia novamente. - Não vai poder comigo!- dizia Ivan e a perseguia novamente. Atirou uma vez e errou. A quarta vez que errou, Ivan perdeu a paciência e atirou o estilingue mais não acertou, deu um pontapé na terra e se deu volta muito bravo. Sentiu-se muito mal quando pensou que já fazia muito tempo que tinha deixado sozinha sua mãe e que a coitada estava doente. Então viu ao loirinho na frente dele e, com todo o calor do verão missioneiro Ivan tremeu de frio. Yuru-í enquanto isso tinha ido à casa do Ivan ver se seu amigo tinha voltado, encontrou sozinha sua mãe tremendo de frio e com muita febre:- Onde está meu filho? – repetia- Sei que alguma coisa lhe aconteceu! Ivan ficou quietinho, quietinho, olhando ao loiro homenzinho de olhos de fogo. Estava na frente dele e não conseguia acreditar. Era quase como ele de pequeninho, mas claro, muito mais forte. Tanto que levava uma enorme bengala na mão que ele não houvesse podido segurar. Era de ouro, segundo tinha escutado dizer às pessoas mais velhas e brilhava tanto que lhe provocava náuseas. Sem poder mover-se, Ivan lembrou que escutou as pessoas dizer que a bengala de ouro era mágica e enfeitiçava as crianças que saiam de sua casa à sesta. Quis correr mas suas pernas estavam duras e frias. Caminhou cada vez mais dentro da mata sem percebê-lo. Tremia como uma folha. Quis gritar e a voz, não lhe saiu nunca. Então soube que estava perdido sem remédio: me baterá com essa bengala? doerá muito? Ai, mãezinha! Por que não fiquei com você? Ai, mãezinha! Me salva!- gritava assustado Ivan apertando uma plantinha da qual se


170 tinha segurado fortemente até que já sem forças, se desmaiou. Quando acordou, antes de abrir os olhos, sentiu que muitos olhos o olhavam, sentiu muitas mãos também. Já mão tinha frio, Que estranho! já não tinha medo também não. Abriu os olhos quando sentiu as vozes suaves e confortantes de sua mamãe e seu amigo que diziam: Te alivias-te filhinho! Vamos lá Ivan! Melhora que temos que brincar muito ainda! Olhou-se as mãos e nelas tinha fortemente apertada a camiseta de seu amiguinho e a soltou com vergonha. - Mas, mas... -disse sem poder acreditar no que via. - Mas, que? – disse seu amigo. - Mas... e o Sasí que me levou à mata para me tirar o estilingue? o anãozinho de bengala que me pegou? Então todos começaram a dar risada do sonho do Ivan.- Que Sasí? Que mata Ivan? Tudo isso foi um pesadelo! Você nos deixou muito preocupados com tua febre. Você comeu sozinho quase uma panela inteira de feijão e te fez mal. Tinhas muito frio por causa da febre, mas nunca você se foi daqui. -Claro Ivan! É o que diz tua mãe... você estava aqui... Se você nunca teve um estilingue... além disso, nós não gostamos de caçar passarinhos... Não lembra? E todos continuavam rindo do pesadelo do Ivan. Agora, e pelas dúvidas, Ivanzinho nunca foge na hora da sesta pelas dúvidas, dúvidas, duvidosas... a nenhuma hora do dia. Sempre, sempre, sempre, faz muito caso à sua mamãe. Yuru-í: Em guarani significa “boca pequena”. Yateí: mel de abelha


171 ¡Ah, la siesta! Ese retazo de tiempo en que los niños éramos los únicos dueños del mundo y donde todo era posible... Recuerdo aquellos veranos donde, en compañía de mis amigos, realizábamos expediciones históricas a lugares jamás conquistados por los adultos, descubríamos tesoros, luchábamos con monstruosas fieras -como el perro del vecino- o, convertidos en indios, atacábamos la chacra abandonada que estaba después del montecito, irrumpiendo en las dos casitas de madera habitadas por duendes maléficos a los que vencíamos con afiladas lanzas y feroces gritos. Las caras pintadas con carbón y algunas flores científicamente machacadas nos daban aspecto de temibles guerreros... Luego de éstas sangrientas batallas, eliminábamos las huellas de nuestros cuerpos en el fresco arroyo situado en el potrero, donde habíamos construido un tajamar (o embalse) con piedras y troncos, formando así una pileta natural en la cual podíamos nadar a gusto. A su lado estaba el refugio: un gran tronco hueco donde cabían hasta ocho integrantes de la tribu. El refugio era un lugar especial y de múltiples funciones: sobre él tendíamos nuestras ropas antes de entrar al tajamar a fin de no ser descubiertos por nuestros padres con las delatoras vestimentas húmedas; también nos protegía de algún repentino chaparrón y hasta llegó a convertirse en nave espacial, avión, helicóptero, ómnibus o barco. Una vez terminadas las agotadoras aventuras del día, regresábamos disfrazados de inocentes niños de mamá y papá, quienes nos abrazaban por las noches antes de ir a dormir sin imaginar siquiera a cuántos enemigos habíamos dado muerte ese día, resguardando la paz y la tranquilidad del pueblo... Y bueno, así son los héroes, no andan por el mundo contando sus hazañas... Mucha gente no lo entendería, especialmente nuestros padres... Una tarde de enero, luego de heroicas batallas en el monte, llegamos al tajamar agotados y sedientos, nos sacamos la ropa –como siempre- y con Jenny WASIUK


172 gran algarabía nos arrojamos a las frescas aguas. Mi hermanito, que por entonces tenía 5 años, se quedó en la orilla juntando piedritas de colores. Tenía prohibido el ingreso luego de haberse negado a colaborar en la construcción de tan preciada obra, decisión tomada por la Junta General de la Tribu, sin posibilidad de apelación. Se lo toleraba mientras su hermana, (o sea yo) perteneciera a la misma y tuviera que hacerse cargo de él por orden de la Superioridad... (Mamá y Papá). De pronto sus gritos asustados nos paralizaron: - ¡Miren los cebú! Descubrimos con horror que el potrero -nuestro territorio- se encontraba invadido por una tropa de gigantes con largos cuernos que, sabíamos bien, esta vez no podríamos vencer... Un silencio total cundió en la tribu, como no dando crédito a lo que nuestros ojos estaban presenciando. De pronto uno de los toros, -el más grande de todos- fijó sus negros ojos en el puñado de niños desnudos que lo miraban con las bocazas abiertas, agachó la cabeza, escarbó con la pata delantera en el pasto, y... - ¡Guarda el toooooro! Manden pataaaaaa!!! La voz de alarma provocó una estampida general hacia el alambrado, que estaba algo lejos, y al que yo jamás hubiera llegado con mi hermanito a cuestas, por lo que tomándolo de un brazo lo empujé dentro del refugio, ingresando tras él y cubriéndolo con mi cuerpo. La “puerta” quedaba bastante lejos, pero se acercó peligrosamente cuando en el redondo agujero apareció la cabeza cenicienta del cebú, babeando y haciendo vanos intentos por alcanzarnos... Pasó una eternidad, y durante todo ese tiempo estuve tratando de serenar a mi hermano quien, con sus llantos y gritos no hacía más que enfurecer al toro y mantenerlo allí, tratando de encontrar la forma de ingresar. Pero, por fortuna, el resto de la tribu no nos había abandonado. Luego de correr y ponerse a salvo en las copas de los árboles, comenzó a gritar todo tipo de improperios al invasor, logrando captar su atención hasta que desistió en el intento de atacarnos y fue por ellos. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, salimos temblando del refugio, juntamos la ropa que aún estaba sobre el tronco y corrimos hacia la libertad... Una vez repuestos del susto, -y vestidos- hicimos el Gran Pacto: No contar a nadie lo sucedido, ya que podrían pesar graves condenas sobre nuestras cabezas por parte de los incomprensivos adultos que nos gobernaban. Y llegamos a casa. Mamá y Papá tomaban tereré a la sombra de un árbol en el patio de atrás. Antes de acercarnos, miré amenazante a los azules ojos de mi hermanito, como última advertencia. Se dirigió hacia ellos despacito mientras yo los esquivaba, encaminando mi culpabilidad hacia a la casa.


173 Cuando pisaba el último escalón, alcancé a oír: - ¡Papi, sabés, a nosotros no nos corrió ningún toro...! …Y nuevamente mi papá, -inexperto agrónomo- hizo otro fallido intento de injertar varitas de duraznero en mis piernas... ¡Ah, a sesta! Esse pedaço de tempo em que as crianças éramos os únicos donos do mundo e onde tudo era possível... Lembro daqueles verãos onde, em companhia dos meus amigos, realizávamos expedições históricas a lugares jamais conquistados pelos adultos, descobríamos tesouros, lutávamos com monstruosas feras - como o cachorro do vizinho- ou, convertidos em índios atacávamos a chácara abandonada que estava depois do matinho, irrompendo nas duas casinhas de madeira habitadas por duendes maléficos, aos que vencíamos com afiadas lanças e ferozes gritos. Rostos pintados com carvão e algumas flores cientificamente manchadas nos davam jeito de temíveis guerreiros... Depois destas sangrentas batalhas, tirávamos os vestígios dos nossos corpos, no fresco arroio que estava no potreiro, onde tínhamos construído um tanque (ou açude) com pedras e troncos, formando assim uma piscina natural na qual podíamos nadar a vontade. Ao lado dele estava o refúgio: um grande tronco oco onde cabiam até oito membros da tribo. O refugio era um lugar especial e de múltiplas funções: sobre ele pendurávamos as nossas roupas antes de entrar no tanque, a fim de evitar a detecção dos nossos pais com alguma roupa molhada; também nos protegia de qualquer chuva repentina e até chegou mesmo a tornar-se uma nave espacial, avião, helicóptero, ônibus ou navio. Uma vez concluída as cansativas aventuras do dia, voltávamos disfarçado de crianças inocentes de mãe e pai, quens nos abraçavam na noite antes de ir para a cama sem imaginar quantos inimigos matáramos naquele dia, protegendo a paz e tranqüilidade do povo... E bem, assim são os heróis, não andam pelo mundo contando suas façanhas... a maioria das pessoas não o entenderiam, principalmente os nossos pais. Uma tarde, de janeiro, após heróicas batalhas na mata, chegamos ao tanque exaustos e sedentos, tiramos a roupa – como sempre- e com grande alarde nos jogamos às frescas águas. Meu irmãozinho, que naquele tempo tinha 5 anos, ficou na beira juntando pedrinhas coloridas. Tinha proibido o ingresso depois de se recusar a Aventuras Desventuradas Aventuras Desventuradas Cuento inédito


174 cooperar na construção de tão preciosa obra, decisão tomada pela Assembléia Geral da tribo, sem possibilidade de apelação. O tolerava-se enquanto sua irmã (ou seja, eu) pertencesse à tribo, e tinha que cuidar dele, por ordem dos Superiores... (mamãe e papai). De repente seus gritos assustados nos paralisaram: - Olhem os zebus! Descobrimos com horror que o potreiro - nosso território- foi invadido por um exército de gigantes com longos chifres que, sabíamos bem, desta vez não poderíamos vencer... Um silêncio total cobriu a tribo, como não acreditando ao que os nossos olhos estavam testemunhando. De repente, um dos touros- o maior de todos- fixou seus olhos escuros em um punhado de crianças nuas que olhavam para ele com a boca aberta grande, inclinou a cabeça, cavou com a perna da frente na grama, e... - Guarda el toro! Manden pata! A voz de alarme provocou uma debandada geral para o alambrado, que estava muito longe, e ao que eu nunca teria chegado com o meu irmão a tiracolo, tomando-o pelo braço o empurrei para dentro do refugio, ingressando trás dele e cobrindo-o com meu corpo. A “porta” estava bastante longe, mas se aproximou perigosamente quando no buraco redondo apareceu a cabeça cinzenta do zebu, babando e fazendo vãs tentativas de chegar até nós... Passou uma eternidade, e durante esse tempo, tentei aclamar o meu irmão, quem, com seus choros e gritos, fazia enfurecer o touro e mantê-lo ali, tentando encontrar uma maneira de entrar. Mas, felizmente, o resto da tribo, não nos tinha abandonado. Depois de correr e ficar a salvo no topo das árvores começaram a gritar todo tipo de insultos ao invasor, conseguindo captar a sua atenção até que desistiu de tentar atacar-nos e foi por eles. Quando esteve o suficientemente longe, saímos tremendo do abrigo, juntamos a roupa que estava sobre o tronco e saímos tremendo do refugio, juntamos a roupa que ainda estava sobre o tronco e corremos para a liberdade... Uma vez refeitos do susto, - e vestidos- fizemos o Grande Pacto: não contar a ninguém o que aconteceu, já que poderia pesar graves condenas sobre nossas cabeças por parte dos incompreensíveis adultos que nos governavam. E chegamos a casa. Mamãe e papai tomavam tereré na sombra de uma árvore no quintal. Antes de nos aproximar, olhei ameaçadora para os olhos azuis do meu irmão, como um último aviso. Caminhou lentamente em direção a eles, enquanto eu os esquivava encaminhando minha culpa para a casa. Quando pisava o último degrau da escada pude ouvir: - Papai, você sabe, hoje não nos correu nenhum touro...! ... E mais uma vez meu pai – inexperiente agrônomo- fez outra tentativa frustrada de inserir galhos de pêssegos em minhas pernas.


175 Picarón Tengo un monito, negrito, bonito tanta acrobacia rompió el pantalón, en cada rodilla un parche marrón. Picarón se llama es buen imitador, todos los días come banana y mamón. Cuando quiere ser león camina sigiloso, se acuesta en el agua, cierra los ojos, dormido , ronrronea… Se despierta bostezando, estira las patas, sacude su melena, menea la cola, vigila la presa. Cuando viste enterito rayado y lleva bonete colorado, es artista de circo, sube al tejado, hace mil piruetas con la lengua afuera. ¡Vuelve muy cansado! Marcha, marcha y marcha como fiel soldado, con una mano en la cintura y colgado en el rabo, un sable encorvado. Acaricia con palmas desnudas una cabecita negra, peludita que confundida lo mira con ojitos de gatita. Elegante, cortés cuando come miel, en el plato. ¡Es para un cuadro, este retrato! Susana AMARAL


176 Hacia las alturas Sorpresas y alegrías diste a los chiquillos pandorguitas de diarios envejecidos, pancita de tacuara, larga cola de retazos coloridos ¡Cuántas veces quedaste atrapada entre los lirios florecidos y otras tantas, enredada entre las ramas encorvadas del legendario paraíso! Abatida por el furioso viento tu pellejo hecho jirones levantabas llamas/ a las brazas dormidas del rescoldo moribundo. En sueño, feliz, aún te veo alejarte jubilosa hacia los cielos desafiando las amarras poderosas de los vientos, y nosotros, desde abajo, con el pensamiento volamos con vos hacia otros firmamentos. Hoy, cuando veo/ a los niños elevando alto barrilete de colores, de formas diferentes, una fuerza incontenible abre la puerta de mi pecho elevo mi voz como entonces, y a los cuatro vientos, digo: ¡Hacia las alturas pandorguita! ¡Hacia arriba siempre! ¡A la cima sólo llegan los valientes! Espejo misterioso Es rojo el charco que hizo la lluvia una madrugada. El espejo misterioso, atrajo a la noche, a la luna, a las estrellas y a las ranas. Las estrellas fugaces, se miraban... jugaban felices, hacían acrobacia. La luna, vestida de plata, con su capelina blanca, encantada miraba. Desde el fondo del charco croaban, croaban las ranas... A carcajadas reían los sapos, dueños del parque. ¡Cuánta alegría en el charco! Espejo misterioso, que hizo la lluvia una madrugada. De: “Caminito de trébol”


177 Poeminhas de Susana Amaral Poeminhas de Susana Amaral Brincalhão Tenho um macaquinho, Negrinho, bonito Tanta acrobacia / Rasgou a calça, Em cada joelho Um remendo marrom. Brincalhão se chama É bom imitador, Todos os dias come Banana e mamão. Quando quer ser leão Caminha sigiloso, Deita-se na água, Fecha os olhos, Dormindo, ronrona... Acorde-se espreguiçando, Estica as pernas, Balança sua melena, Mexe o rabo, Vigia a presa. Quando veste macacão listrado E leva boné vermelho, É artista de circo, / Sobe ao telhado, Faz mil piruetas Com a língua para fora. Volta muito cansado! Marcha, marcha e marcha Como fiel soldado, Com uma mão na cintura E pendurado pelo rabo, Um sabre curvado. Acaricia com palmas peladas Uma cabecinha preta, peludinha Que confundida o olha Com olhinhos de gatinha. Elegante, cortês Quando come mel, No prato. / É para um quadro, este retrato!


178 Até as alturas Surpresas e alegrias que / deste às criancinhas Pipa de jornais envelhecidos Barriguinha de taquara, Comprimida cauda / de retalhos coloridos. Quantas vezes ficaste enroscada Entre os lírios florescidos E outras tantas, enredada Entre os galhos dobrados Do legendário paraíso! Abatida pelo furioso vento Tua pele feita farrapos Levantavas chamas / às brasas dormidas Do rescoldo moribundo. Em sonho, feliz, ainda te vejo Afastar-te jubilosa para os céus Desafiando as amarras poderosas Dos ventos, E nós, desde abaixo, Com o pensamento voamos com você Até outros firmamentos. Hoje, quando vejo / as crianças elevando alto Pipas de cores, De formas diferentes, Uma força incontida Abre a porta de meu peito Elevo minha voz como antes, E aos quatro ventos, digo: Até as alturas pipas! Até a cima sempre! À encima só chegam os valentes! Espelho misterioso É vermelha a poça Que fez a chuva uma madrugada. O espelho misterioso, Atraí à noite, À lua, às estrelas E às rãs… As estrelas cadentes, Olhavam-se… brincavam felizes, Faziam acrobacia. A lua, vestida de prata, Com seu chapéu branco, Encantada olhava… Desde o fundo da poça Coaxavam, coaxavam as rãs... A gargalhadas riam os sapos, Donos do parque. Quanta alegria na poça! Espelho misterioso, Que fez a chuva uma madrugada.


179 Petrona GONZÁLEZ Brote del árbol Brote del árbol al llegar tu día, me alegro y disfruto de la frescura. Mariposas dispersas entre las flores y los pájaros cantan desde el amanecer. Saludos a Uds. Hermanos míos. En este día Ñamandu nos Bendice a todos los que vivimos sobre esta Tierra sus obras hechas hasta hoy. Brote del árbol tú que perfumas todo el ambiente, y te introduces en lo más hondo de nuestro ser. Que nos sanas de diversas enfermedades, y así nos renueva a tu par. Brote del árbol hermoso como eres solamente la bendición de Dios te puede comparar. Y es por eso que cuando llega tu día. ¡Todo se renueva y vivifica nuestro andar!


180 Mariposita Mariposita, Mariposita Tú, que vuelas en lo alto, cuando miras hacia el sol alumbras y centelleas. Mariposita, Mariposita Tú, que vuelas levemente, en momento que te observo mi corazón se adormece. Extasiada ante ti, olvido todo dolor. De repente como un niño, dispongo me una flor. Por si acaso Mariposita amanezco entristecida. Bájate por un momento abrazarme con un beso. Y así juntos, buscar un camino divino, hallar el amor y la paz. Mariposita, Mariposita Tú, que vuelas levemente de repente desciendes a libar de una flor. Mariposita, Mariposita Tú, que vuelas levemente de repente desciendes a beber del manantial. Zarandeas, girando entre los niños, buscando el más puro amor. Radiante como el día. Mariposita, Mariposita, Mariposita. Arroyo Mboka´i Corriente de Mboka’i Introduzco me dentro de ti. Siento tu frescura al abrazarme suavemente. Lava todo mi cuerpo Liberándome/ de tantas cosas malas. (bis) Llevándolos a tirar muy lejos. Llevándolos a tirar muy lejos. Cuando veo tu fluir, Mi corazón se alegra, ¡Te quiero, te enaltezco! Obra de mi ¡Señor! Cuando llega el verano Dentro de ti me tienes jugando alegremente. Ya termina la tristeza sonrío y me refresco, en tu corriente Mboka’i. Cuando llega el invierno, de tan lejos te observo. Viajas lentamente, Como si estuvieras cansado, Me parece que estás enojado. Puede ser que me equivoque. ¿Necesitas del Sol, para volver a sonreír?


181 Trabalengua La palma de la mano del conejo bien descuerado, cazado por un arma de fuego. La lagartija vibra de alegría Gira, gira sus labios Gira, gira su cuerpo. Se ríe continuamente. Tuni comió maíz pisado Ahogó a Tuni el polvo del maíz Es verdad lo que dices? Ahogó a Tuni el polvo del maíz. En la rama de un árbol seco el pichón del cuervo, flaco, pelado. El zorro de cola desalineada, lleva a la gallina de cabeza encrespada, para comérselas. Hace silbar prolongadamente el pito Pako? Hace silbar prolongadamente el pito, Pako. Para levantar a don Tito, Hace silbar prolongadamente el pito, Pako. Inéditos


182 Popo’i Popo’i, popo’i / Re vevéva amo yvate remañaro kuarahýre, re mimbi rehesape. Popo’i, popo’i / re vevéva vevuimi a mañaro nderehe che py’ámi ipirĩ. Nderehe ajesareko Opaitema py’aro Ha kyrĩcha pya’etente yvotýicha ajera. Peicha hágui Popo’i Che ko’ēro ndavy’ái Eguejy sapy’ami Che añua che retũmi Yvyra roky Oĝuahẽvo konde ára, cherekove ovy’a ha ipiro’y panambi isarambi yvotytýre, ha guyra opurahéi ko’ẽ guive. Che aguyjevéte peeme ryke’y kuéra Ko ‘árape Ñamandu ñande rovasa magmavekue yvy ári jaikovéva, hembiapokue oῖhaguéicha aĝa peve. Yvyra roky hỹakuambáva ñande rekoháre, Oikundaháva ñande rete iñapỹtu’ῦ guive. Ñane pohanóva opaite mba’asýgui. Ha upéicha ñanembopyahupáva ijave. Yvyra roky, Ndéicha iporãva, Nembojojaha Tupã rovasa. Upéicha rupi oguahẽvo konde ara. Ipyahupaitéva ha isarakíva orerekove! Ha upéicha oñondivei Ja heka tape porã, Mborayhu,pyaguapy. Popo’i, popo’i / Revevéva vevuimi Peichahágui reguejy Yvotýre ekarumi. Popo’i, popo’i Revevéva vevuimi Peicha hágui reguejy Yakãme ey’umi Sarakípe rejeréva / Kyrĩnguera apytépe rehekágui mborayhu Hesakãva arapýicha. Popo’i, Popo’i, Popo’i.


183 Ysyry Mboka’i Ysyry Mboka’i nde pype che aguejy. Añandu nero’ŷsa (jo’a) vevúimi che añua. Che rete rejohéipa, Ha heta mba’e vai (jo’a) mombyry remombopa mombyry remomobopa. Ahecháramo resyry che py’a mante hory ¡Rohayhu romomba’e! (jo’a) Ñamandu! rembiapokue. Oĝuahēara raku, nde pype che ajepoi aby’a añevanga. Opaitéma vy’a’ŷ, che rory che piro’y. Nde syrýpe mboka’i. Oĝuahēvo ara ro’y Mombyrýgui ama’ē, esyry mbeguekatu (jo’a) ha ete nekane’õ. Vaicha cheve nde pochy ikatunte ajavy. Reikotevēgui kuarahy (jo’a) nde rory mive haĝuã? Ñe’ējehai ha mba’epu: Petrona Gonzalez


184 Kujererã Tapiti popyte pire, piro, porã mbyre mbokápe ojejapi pyre. -Ambere ovy’a perere, Ojere, ojere hembe, Ojere, ojere hete, Opuka perere. Tuni ho’u avati tumi, Oipytŷ Tuníme avati ku’i. Añeteiko ere? Oahy’o api Tuníme avati ku’i. Yvyra piru rakãre Yryvu, piru, perõ, ra’y. Ogueraha aguara ruguái jara, Ho’u haĝuã ryguasu akãtyra. Opita puku piko, Pako pito? Opita puku pito, Pako Omopu’ã haĝuã karai Tito Opita puku, pito Pako. Kuaa jurugua: Rescate de la oralidad del pueblo guaraní. Mi padre Agustín Gonzalez. Petrona Gonzalez Petrona Gonzalez. Petrona Gonzalez. Petrona Gonzalez. Petrona Gonzalez. Anónimo Inéditos


185 Textos bilíngües Textos bilíngües Broto das árvores Quando chegar teu dia, Ao chegar teu dia, Alegro-me e desfruto do frescor. Borboletas dispersas entre as flores E os pássaros cantam / desde o amanhecer. Saudações a vocês, irmãos meus. Em este dia Ñamandu nos abençoa A todos os que vivemos / sobre esta terra Sua obra feita até hoje. Borboletinha Borboletinha, borboletinha Tu, que voas levemente De repente desces A beber do manancial. Voas, girando Entre as crianças, Buscando o mais puro amor. Radiante como o dia. Borboletinha, borboletinha, Borboletinha. Borboletinha, borboletinha Tu que voas no alto, Quando olhas para o sol Iluminas e cintilas. Borboletinha, borboletinha Tu, que voas levemente, No momento que te observo O coração se adormece. Extasiada frente a ti Esqueço toda a dor. De repente como uma criança Disponho-me uma flor. Por acaso borboletinha Amanheço entristecida. Baixa por um momento Abrace-me com um beijo. E assim juntos, Buscar um caminho divino, Encontrar o amor e a paz Borboletinha, borboletinha Tu, que voas lentamente De repente desces A libar de uma flor. Broto da árvore, / tu que perfumas todo o ambiente E te introduzes no mais fundo / do nosso ser. Que nos curas de diversas doenças, E assim nos renova a teu par. Brote da árvore /Lindo como és Somente a bênção de Deus Pode-te comparar. E é por isso que quando chega teu dia Tudo se renova e vivifica Nosso andar!


186 Kujerera Trava-língua A palma da mão do coelho Bem esfolada, caçado por uma arma de fogo. A lagartixa vibra de alegria. Gira, gira seus lábios, Gira, gira seu corpo Sorri continuamente. Tuni comeu milho moído Afoga a Tuni o pó do milho É verdade o que diz? Afogou a Tuni o pó do milho. No galho de uma árvore seca, O filhote do corvo, magro, pelado. Faz assobiar longamente o apito Pako? Faz assobiar longamente o apito Pako? Para levantar ao senhor Tito, Faz assobiar longamente o apito Pako? A raposa de rabo desalinhado, leva À galinha de cabeça encrespada Para comê-la. Arroi mboka´i Corrente de Mboka´i. Introduzo-me dentro de ti. Sinto teu frescor. Ao abraçar-me suavemente. Lava todo o meu corpo Liberando-me de tantas coisas más. (bis) Levando-os a atirar bem longe. Levando-os a atirar bem longe. Quando vejo teu fluir, Meu coração se alegra, Quero-te, te enalteço! Obra de meu Senhor! Quando chega o verão Dentro de ti me tens Brincando alegremente. Já termina a tristeza Sorrio e me refresco, Em tua corrente Mboka´i. Quando chega o inverno, De bem longe te observo. Viajas lentamente, Como se estivesses cansado, Parece-me que estás bravo, Pode ser que me engano. Precisas de sol, Para voltar a sorrir?


187 En casa había una costumbre: nos mordíamos. Cada mañana cumplíamos el rito. Y aunque esto traía inconvenientes, aceptábamos contentos la rutina. Éramos una familia tipo. Todos adultos, excepto Benjamín. Artistas y científicos. Clase media leída. Intelectuales. Nos llevábamos bien con los vecinos. Y cada uno bien en su lugar de trabajo. El mordernos fue una práctica que nació hace mucho, casi sola. Mamá buscaba un do bemol en el piano. Pensó que apretándole los dientes a papá en el cuello podría conseguirlo. Después papá, que es investigador molecular, hizo lo mismo con ella ante un problema en su laboratorio. Esto pasó hace años. Luego el gesto se fue extendiendo, hasta llegar al hábito. Rita, mi hermana, no conseguía una terracota acorde a sus pinturas y empezó a atacarnos con toda su ortodoncia. Y yo de periodista no quise sustraerme al sortilegio de probar mis incisivos en las notas de prensa sin antes picotear a los parientes. El que inventó la idea de mordisquear las cosas fue Benjamín, el niño. Es que mi hermano, nacido después de un descuidado tarascón nocturno de mis padres, fue prodigio en todo. En la casa no había enciclopedia que no fuera deglutida, ni había pata de mueble que no fuera marcada por su boca. Era fácil seguir su crecimiento por la altura de los bocados en los muros. Los problemas comenzaron pronto. En todos despertó una glotonería loca, una gula, una gastronomía voraz. Como una angurria. Era una fiebre, un ansia, un deseo instintivo de degustar objetos. Un impulso irrefrenable de carcomer mesadas y sillas, o de apresar con los caninos los artefactos de la casa. Mamá, concertista fina de academia, fue internada con una partitura cruzada en el estómago y estuvo grave, al borde de la muerte. Tal vez fue una obra de Schönberg, aun no sabemos. Si se salvó fue por falta de tratamiento, porque los médicos nunca entienden lo que no pueden ver, palpar, sentir, de acuerdo a sus esquemas; y en ella los estudios de sangre daban claves de sol, y las radiografías fa sostenidos, y del corazón salían trémulos suaves, timbales, Alberto SZRETTER (h)


188 disonancias. Era inexplicable y desorientaba a expertos. Por eso no le hicieron nada y pudo continuar viviendo. Papá se atragantó con probetas de laboratorio. Y varias veces tuvo en la garganta -y pudieron ser rescatados- los números de la revista científica Avances. Ahora es más prudente con el microscopio. Dice que no le pone sal por la presión arterial, y en vez de azúcar le agrega edulcorante a las retortas, y a los mecheros, nada, porque –afirma- algunas cosas deben ser catadas con su sabor original, sin aditamentos. Rita pasó de comer témperas y acrílicos a –prácticamente- rumiar esculturas. Ella misma las hace y las tritura en un intento imparable de aprehender las formas. No importa que sean duras, de granito o mármol. Le da lo mismo. Es más, les dice a sus alumnos de taller, que el arte utiliza todos los sentidos, y hay que mascar arcillas y corroer madera de modo antojadizo para colocar en pedestales lo que queda, si queda. Yo pasé al departamento de Política en el Diario. Antes realizaba notas para la sección Policial, por eso no me cuesta tanto mi nuevo cometido: clavo los dientes en similar materia. Mi dificultad reside en que resulta difícil – a veces- atenazar las sombras de los personajes que entrevisto. Me interesan sus conductas, quiero decir, las actitudes que hay detrás de sus bellas palabras. Porque hay en los reportes premios y castigos, frases prefabricadas y respuestas sabidas, que son bolos que raspan, duelen, producen flatulencia. Y yo tengo que indagar en las promesas, fraccionar sus intenciones con la lengua. Y se dan días que me sangran las encías buscando la verdad; mientras deambulo por las oficinas o en la calle de movilero mostrando mis postizos, siguiendo a la realidad que suele huir por etérea, liviana, inatrapable. Y ahora viene Benjamín que es el problema mayor. A pesar de su mente esclarecida, él sufre. Y sufre porque todo lo intuye, lo analiza. Y come y está obeso y es infeliz, el pobre. Y a medida que sabe y reflexiona incorporando fórmulas, datos, teoremas, informes, fechas y carpetas se vuelve desgraciado. Como si corrieran paralelas ambas cosas. No posee un filtro a su curiosidad universal, a su intemperancia posesiva. Todo lo mete adentro como si le faltara un seleccionador a su hambre de conocimiento y a su intento de apresar de un solo bocadazo al mundo. Bajo su piel adolescente tiene tantos elementos, tanta bibliografía, que no es fácil prever los resultados. Hace tiempo devoró una computadora entera como si nada y anduvo eructando archivos de memoria, megabites, plaquetas de programas. Y ayer nos dijo, sin más trámite, que anhelaba de merienda una aldea global. Nos pareció un capricho excesivo. Un apetito exagerado. Bulimia sin para qué. Las cosas pueden complicarse. Estamos preocupados. Tenemos miedo de que un día, con tanto sobrepeso –sin avisar- estalle. Cuento Inédito


189 Em casa tinha um costume: nos mordíamos. Cada manhã cumpríamos o ritual. E embora isto trazia inconveniências, aceitamos contente a rotina. Éramos uma família tipo. Todos adultos, menos Benjamin. Artistas e científicos. Classe media instruida. Intelectuais. Davamos-nos bem com os vizinhos. E cada um bem em seu lugar de trabalho. A mordida foi uma prática que nasceu faz muito, quase sozinha. Mamãe buscava um dó bemol no piano. Pensou que se apertava os dentes no pescoço do papai podia conseguir. Depois papai, que é investigador molecular, fez o mesmo com ela por um problema em seu laboratório. Isto aconteceu há muitos anos. Depois se foi estendendo até transformar-se em hábito. Rita, minha Irmã, não conseguia, uma terracota de acordo com suas pinturas e começou a atacar-nos com sua ortodôncia. E eu de jornalista não quis fugir do feitiço e provar meus incisivos nas notas da imprensa sem antes morder os parentes. Quem inventou a idéia de morder as coisas foi Benjamin, o caçula. É que meu irmão, que nasceu depois de uma descuidada mordida noturna dos meus pais, foi prodigo em tudo. Na casa não tinha enciclopédia que não fosse engolida, nem tinha pé de movel que não fosse marcada por sua boca. Era fácil seguir seu crescimento pela altura de seus bocados nos muros. Os problemas começaram logo. Em todos se despertou uma glutonaria louca, uma gula, uma gastronomia voraz. Como uma voracidade. Era uma febre, uma ânsia, um desejo instintivo de provar objetos. Um impulso irreprimível de roer mesas e cadeiras, ou de apresar com os caninos os artefatos da casa. Mamãe, concertista fina de academia, foi internada com uma partitura cruzada no estômago e esteve grave, as portas da morte. Talvez foi uma obra de Schönberg, ainda não sabemos. Se salvou-se foi por falta de tratamento, porque os médicos nunca entenderam o que não podem ver, palpar, sentir, de acordo a seus esquemas; e nela os estudos de sangue davam claves de sol, segundo seus esquemas; e nela os exames de sangue davam clave de sol, as radiografias fá sustenido, e do coração saíam trêmulos suaves, timbales dissonâncias. Era inexplicável e desorientava aos experimentados. Por isso não fizeram nada e pôde continuar vivendo. Papai se engasgou com tubos de ensaio de laboratório. E várias vezes teve na garganta - e puderam ser resgatados- os números da revista científica Avances. Agora é mais prudente com o microscópio. Disse que não coloca sal pela pressão arterial, em vez de açúcar acrescenta adoçantes aos alambique, Em casa tinha um costume Em casa tinha um costume


190 e aos bico de Bunsen, nada, porque - afirma- algumas coisas devem ser provadas com seu sabor original, sem aditamentos. Rita passou de comer aquarelas e acrílicos a - praticamente- mastigar esculturas. Ela mesma as faz e as tritura em um intento imparável de aprender as formas. Não importa que sejam duras, de granito o mármore. Tanto faz. Piro ainda lhe diz a seus alunos da oficina que a arte utiliza todos os sentidos, e tem que mastigar argila e corroer madeira de modo caprichoso para colocar em pedestais o que ficar, se ficar. Eu passei ao departamento de política no Jornal. Antes escrevia notas para a seção policial, então não é tão difícil para mim o meu novo papel: prego os dentes em similar matéria. Minha dificuldade reside em que é difícilàs vezes- apertar as sombras dos personagens que entrevisto. Interessa-me suas condutas, quero dizer, as atitudes que tem detrás de suas belas palavras. Porque tem nos reportes prêmios e castigos, frases pré-fabricadas e respostas sabidas, que são bolos que raspam, e causam dor, produzem flatulência. E eu tenho que indagar nas promessas, fracionar suas intenções com a língua. E acontece que alguns dias me sangram as gengivas buscando a verdade; enquanto deambula pelos escritórios ou na rua de reporter mostrando minha dentadura, seguindo a realidade que foge etérea, leve, intocável. E agora vem Benjamin que é o problema maior. Apesar de sua mente esclarecida, ele sofre. E sofre porque todo o intui o analisa. E come e está obeso e é infeliz, o coitado. E à medida que sabe e reflexiona incorporando fórmulas, datos, teorias, informes, datas e cadernos se transforma em um desgraçado. Como se corressem paralelas ambas as coisas. Não possui um filtro para a sua curiosidade universal, a sua intemperança possessiva. Tudo o mete para adentro como se faltasse um selecionador para sua fome de conhecimento e a seu intento de apresar de um só bocado o mundo. Baixo sua pele adolescente tem tantos elementos, tanta bibliografia, que não é fácil prever os resultados. Faz tempo devorou um computador inteiro e caminhava como se nada arrotando arquivos de memória, megabytes, plaquetas de programas. E ontem nos disse, sem mais voltas, que queria de merenda uma aldeia global. Pareceu-nos um capricho excessivo. Um apetite exagerado. Bulimia sem para que. As coisas podem complicar-se. Estamos preocupados. Temos medos de que um dia com tanto sobrepeso- sem avisar- estoure.


191 Paraguay Cuando el sol toma su curva de regreso los pájaros se acomodan en su peregrinar de árboles y giran en los latidos de la noche ojos de miedo meses con cicatrices y sueños golpeados que colapsan las sinfonías de tus ríos y estrangulan el esplendor de tus espigas. De tanto en tanto sobre el vientre de la noche el viento enreda voces de amanecer que se agitan en los huesos realizando un rito de esperanza con resurgir de sol y agricultura. Yo soy la mujer Yo soy la mujer de esta geografía la de manos resecas por la tierra de tanto abrir los surcos y de solo cosechar un puñado de granos doloridos por la incomprensión de nuestro tiempo. Yo soy la mujer que habita cada día la pena de esta tierra en ver los ojos de los niños rasgados por el hambre y los techos de las letras cargados de defectos. Yo soy la mujer de esta geografía la que trabaja siempre la tierra de los otros. Numy SILVA


192 Hora cero del amor Hoy podríamos amarnos de una forma distinta con alas de pájaros y sueños de niños caminar por senderos con sabor a guayabas inundarnos con la lluvia torrencial de los lapachos latir con todas nuestras fuerzas cuando el verano arremete nuestros cuerpos y sentir el momento en que la tierra fecunda a la semilla y el reloj marca la hora 0 del amor. Volver a nacer Podríamos volver a nacer sin sentir la tarde que absorbe la sombra. Podríamos volver a sentir el rocío sutil de nuestra infancia con el sabor agridulce de las guayabas y nuestros ojos bebiendo en los arroyos. Podríamos volver a nacer pero han caído tantas guerras sobre nuestros párpados. Hemos librado batallas y no pudimos vencer a los dolores del tiempo. Solo logramos revolucionar nuestros besos en la piel caliente del verano. De: “Estación de lluvia y días oxidados”


193 Paraguai Quando sol toma sua curva De regresso Os pássaros se acomodam Em seus peregrinar das árvores E giram nos latidos Da noite Olhos de medo Meses com cicatrizes E sonhos batidos Que colapsam as sinfonias De teus rios E estrangulam o esplendor De tuas espigas. De tanto em tanto Sobre o vento da noite O vento enreda vozes do amanhecer Que se agitam nos ossos Realizando um rito de esperança Com ressurgir do sol e agricultura. Estações Eu sou a mulher Eu sou a mulher desta geografia A de mãos secas pela terra De tanto abrir buracos E de só fazer colheita Um punhado de grãos doloridos Pela incompreensão De nosso tempo. Eu sou a mulher Que habita cada dia A pena desta terra E ver os olhos das crianças Rasgados pela fome E os telhados das letras Carregadas de defeitos. Eu sou a mulher desta geografia A que trabalha sempre A terra dos outros.


194 Hora zero do amor Hoje poderíamos amar-nos De uma maneira diferente Com asas de pássaros E sonhos de crianças Caminhar por senderos Com sabor a goiabas Alagar-nos com a chuva Torrencial das carobeiras Bater com todas nossas forças Quando o verão Arremete nossos corpos E sentir o momento Em que a terra Fecunda a semente E o relógio marca A hora zero do amor. Voltar a nascer Poderiamos voltar a nascer Sem sentir a tarde Que absorve a sombra. Poderiamos voltar a sentir O orvalho sutil Da nossa infância Com o sabor agridoce Das goiabas E nossos olhos bebendo nos arroios. Poderiamos voltar a nascer Mas tem caido Tantas Guerras Sobre nossas pálpebras. Temos travado batalhas E não pudemos Vencer as dores do tempo. Só conseguimos revolucionar Nossos beijos Na pele quente do verão.


195 Arlequín, Chiquilín, Clin-clin, está acostadito con mucho, pero mucho calor. Él es, un gatito que a pesar de todo, calor y lluvia, agua por aquí y por todos lados es feliz; porque juguetea todo el día por la casa y de noche, realmente se convierte en un vivaracho y espabilado cazador de cuanto grillo, arañas, cucarachas y salta montes desprevenidos, salen como él de juerga. Salta y se voltea como desafiando a su presa, aunque, su madre y su tía lo observan con miradas críticas e implacables. Él hace de las suyas sin atender recomendaciones. Anoche, se tiró desde el muro lindante con mi terracita nocturna. Se permitió aventurar en terrenos desconocidos, para su precario dominio de sitios peligrosos recovecos que se presentan para su pequeña vida. Candela, y su tía Jazmín estaban desesperadas, ya no encontraban motivos para no dejarlos avanzar… Para dejarlo ir tan alto… Tan arriba, más de lo que sus cortas patitas, aunque súper ágiles lo podían impulsar. De a ratos parecía, un monito, colgado entre la rama de la rosa china, buscando algún imaginario pajarito perdido o yo que sé, porque levantaba su hociquito y lo orientaba cada vez más arriba, para continuar luego, subiendo, y subiendo, hasta balancearse en un vaivén que producía vértigo a las dos atentas observadoras que debajo lo instaban con movimientos de cabezas, de orejas, y de nerviosas colas. ¡Es que Chiquilín, parecía desconocer cuan importante era él para sus cuidadoras y protectoras! ¡Y antes que agobiarlo, parecían seducirlo! ¡Es un atorrante incorregible! Es hora de entrar a la casa y el expedicionario, pequeñajo, Clin-clin, intrépido, principiante de cacería… lo que menos desea es entrar a dormir. Eloy, Arlequín y vos, han logrado conquistar, mi corazón, para siempre. Ahora te cuento esto y creo que es importante que lo sepas, porque él ha querido ocupar el lugar que, este cuadernillo-epistolario, ocupa en mi mesita de cuentos y poemas; se ha instalado caprichoso y obstinado sobre él ¡y no me deja escribir!... Gigi ROBALES


196 Solamente desde sus ojitos traslucidos y vivaces, puedo adivinar la alegría, descubrir en sus picardías que, mi capacidad de asombro con él, y sus correrías, está intacta. Recién ha cambiado de parecer se dedica a la cacería de una desesperada cucaracha que sabiendo que ya nunca más podrá escapar de sus estrategias de caza, se confunde, se desorienta y se entrega. Ya no hay escapatoria. Y para asegurar su presa, la traslada en la boca, sin llegar a quitarle el aire, simplemente cuando ya esta parece expirar, sobre la alfombrita que resguarda la puerta él, la deja, se aleja, la ignora, y vuelve al ataque. Bueno, él es un cazador un poco audaz… Hasta la deja ir para poder distraídamente hacerse el tonto, el desentendido y provocar la huida de la pobre cucaracha. No hay alternativa, hoy fue pobre la recolección de cuanto insecto se le atreve a ponérsele delante, entonces no hay más remedio, no hay elección, su presa más segura y valiosa es la arriesgada cucaracha que pretendió dar un paseo nocturno en busca de algún dulce. Ya se quedó sin alas, sin patitas, sin bigotes… ¡sin nada!... Como si hubiera entrado a un desarmadero de insectos, para ser llevadas luego, seccionada, a ocupar un lugar, en otra vieja cucaracha a la que le falta una de sus piezas. ¿Qué extraño no? Los desarmaderos de insectos existen ¿lo sabías?... En realidad las que se ocupan de ellos son las hormiguitas; trabajan incansablemente, llevando a sus cuevitas innumerables cantidades de partecitas de insectos, y cuantas semillitas encuentren, que acumulan para tener como reserva, cuando el invierno siguiente las reúna en sus depósitos subterráneos. Algún día observaremos juntos, esto que estoy contando, porque aquí sucede esto en todo tiempo y lugar. A diario ¡hay muchos hormigueros! Abundan, hormiguitas por doquier. Negras. Rubias. Coloradas. Matizadas. Hay miles de laboriosas hormigas, verdaderas obreras silenciosas que saben de previsión para los tiempos malos de escasez. Bueno Eloycito, aquí termino este primer cuentagatos-cuentito para vos, recomendándote algo: ¡cuida de ellos cuando puedas! ¡Protegélos de los enemigos, de los desconocidos y más aun de los conocidos!... ¡Ten uno en cuanto puedas, te ayudará a ser más solidario, más humano, más sensitivo, más niño!... A pesar que el tiempo pasa. Serás también un joven, un adulto, un anciano, amante de los gatos. Son tus amigos, si los tratas con respeto; si los consideras criaturas de Dios, que fueron puestas para acompañarlos en este maravilloso viaje, por el Planeta Tierra. Tu abuelita Gigi. Que te hecha mucho de menos


197 Querido Eloycito: Quiero contarte algo, hoy desde aquí, el lugar o sitio que me vio nacer, abuelita es del interior de la provincia de Misiones. Vivo en la capital, o sea de Posadas, desde donde te escribí las cartas-cuentos anteriores, con cuentos míos interiores. Recién volví de un paseo no muy agradable. Fui en busca de lo que hubiera podido quedar, perdurar o resistir de lo que fuera mi amado Chiquilín, el gatito que vino al campo a vivir. Y dejó la ciudad, para siempre. Para partir… Para morir. Vino aquí y fue su fin aquí. Pensé llevarle flores. Recogí de paso tres campanillas violetas silvestres, una rosa del jardín de Gertrudis y un ramito de cresta de gallo o penacho de color oro rubí; Tuve que arrojarlas al hondo canal que deja el agua de lluvia, después de los torrenciales que caen por aquí. No encontré ni un rastro de lo que hubiera podido significar un último espacio en esta tierra que ocupará. Puede ser que se lo hayan llevado los ángeles gatos, a un lugar más bello que este… Puede ser, porque la belleza de esta galaxia, con sus cascadas, mares, ríos, océanos, montañas, valles, praderas, selvas y pampas, quebradas y sierras, cuestas y arroyos… Seguramente no pueden compararse con todo lo bello que el reino celestial nos tiene preparado para los que en el creemos y confiamos. Hoy estuve triste Eloycito, por momentos tengo ganas de llorar. Lo he hecho, mientras buscaba a Arlequín, hoy desde su cielo de gato, seguramente me tira besitos, con su lengüita áspera me acaricia los pies, con sus mullidas y regordetas patitas. Tu abuela que te extraña Cuento inédito


198 Arlequim, pequenino, plim-plim, está deitadinho com muito, mas muito calor. Ele é, um gatinho que apesar de tudo, calor e chuva, água por aqui e por todos lados é feliz; porque brinca todo o dia pela casa, e de noite realmente se transformava em um esperto caçador de muitos grilos, aranhas, baratas e gafanhotos que desprevenidos, saem como ele de diversão. Pula e se rola como desafiando a sua presa, embora sua mãe e sua tia o observem com olhar critico e implacável. Ele faz das suas sem atender recomendações. Ontem à noite se atirou desde o muro que divisa com o terraço noturno. Permitiu-se aventurar em terrenos desconhecidos, para seu precário domínio de lugares perigosos cantos que se apresentam para sua pequena vida. Candela, e sua tia Jasmim estavam desesperadas, já não encontravam motivos para não deixá-lo avançar... Para deixá-los ir tão alto... Tão alto, mais do que suas curtas patinhas, embora super ágeis. Podiam-lhe impulsionar. Por momentos parecia, um macaquinho, pendurado entre os galhos das rosas chinas, buscando algum imaginário passarinho perdido ou o que seja, porque levantava seu narizinho e o orientava cada vez mais para cima, para continuar depois subindo, subindo até balancear-se em um vai e vem que produzia vertigem às duas atentas observadoras que embaixo o instavam com movimentos de cabeça, de orelhas, e de nervosos rabos. É que Pequenino, parecia desconhecer o quanto era importante ele para suas cuidadoras e protetoras! E antes que oprimi-lo, pareciam seduzi-lo! É um malandro incorrigível! É hora de entrar à casa e o expedicionário, pequenino, plim-plim, intrépido, principiante caçador... o que menos deseja é entrar a dormir. Eloy, Arlequim e você, têm conseguido conquistar, meu coração, para sempre. Agora te conto isto e acredito que é importante que você saiba, porque ele quis ocupar o lugar que, este caderno de correspondência, ocupa na minha mesinha de contos e poemas; se instalou caprichoso e obstinado sobre ele, e não me deixa escrever!... Somente desde seus olhos translúcidos e vivos, posso adivinhar a alegria, descobrir em suas brincadeiras que, minha capacidade de assombro com ele, e suas correrias, está intata. Recém mudou de parecer se dedica à caça de uma desesperada barata que sabendo que já nunca mais poderá escapar de sua estratégia de caça, se confunde, se desorienta e se entrega. Já não tem escapatória. E para segurar sua presa, a leva na boca, sem chegar a tirar-lhe o ar, simplesmente quando Arlequim Arlequim


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