Cuento BLOQUE 14
menos que uno sea rico, no sirve de nada ser una persona encantadora. Lo
A romántico es privilegio de los ricos, no profesión de los desempleados. Los pobres
debieran ser prácticos. Estas son las grandes verdades de la vida moderna que
Hughie Erskine nunca comprendió. ¡Pobre Hughie!
Nunca dijo en su vida una cosa brillante, ni siquiera una cosa mal intencionada. Pero era, en
cambio, asombrosamente bien parecido, con su pelo castaño rizado, su perfil bien recortado
y sus ojos grises.
Era popular entre las mujeres y tenía todas las cualidades, menos
la de hacer dinero. Vivía con las doscientas libras al año que le
proporcionaba una anciana tía.
Lo había intentado todo. Había sido comerciante de té algo más
de tiempo, pero pronto se había cansado del té chino negro
fuerte y del negro ligero. Luego, había intentado vender jerez
seco; aquello no resultó; el jerez era tal vez demasiado seco.
Por último, se dedicó a no hacer nada y a ser simplemente un
joven encantador, inútil y sin ninguna profesión.
Para colmo de males, estaba enamorado. La
muchacha que amaba era Laura Merton, hija
de un coronel retirado.
Sexto Grado 199
Laura lo adoraba. Hacían la más bonita pareja de Londres y no tenían ni un penique entre
los dos. Al coronel le parecía muy bien Hughie, pero no quería oír hablar de noviazgo.
—Muchacho —solía decirle—, ven a verme cuando tengas diez mil libras tuyas... y
veremos.
Una mañana, cuando se dirigía a Holland Park, donde vivían los Merton, entró a ver a un
gran amigo suyo, Alan Trevor. Este era pintor.
Como persona, era un individuo extraño y rudo, con una cara llena de pecas y una barba
roja descuidada. Sin embargo, cuando cogía el pincel era un verdadero maestro y sus
cuadros eran muy solicitados.
peni ue. Moneda británica de cobre.
200
Cuando llegó Hughie aquel día, encontró a Trevor dando los últimos toques a un magnífico
retrato de un mendigo en tamaño natural. El mendigo mismo estaba posando en pie, subido
a un estrado, en un ángulo del estudio. Era un anciano seco, con una cara semejante a un
pergamino arrugado y una expresión sumamente lastimera.
—¡Qué modelo tan asombroso! —susurró Hughie al estrechar la mano a su amigo.
—¿Un modelo asombroso? —gritó Trevor a plena voz—, ¡eso creo yo! No se encuentran
todos los días mendigos como él.
¡Velázquez en carne y hueso! ¡Rayos!, ¡qué obra maestra hubiera hecho Rembrandt con él!
—¡Pobre anciano! —dijo Hughie—, ¡qué aspecto tan triste tiene! Pero supongo que para
vosotros, los pintores, su cara vale una fortuna.
—Ciertamente —replicó Trevor—, no querrás que un mendigo parezca feliz, ¿verdad?
—¿Cuánto cobra un modelo por posar? —preguntó Hughie, mientras encontraba cómodo
asiento en un diván.
—Un chelín por hora.
—¿Y cuánto cobras tú por el cuadro, Alan?
—¡Oh, por este cobro dos mil!
—¿Libras?
—Guineas. Los pintores, los poetas y los médicos siempre cobramos en guineas.
guinea. Antigua moneda inglesa de oro.
Sexto Grado 201
—Bueno, yo creo que el modelo debiera llevar un tanto por ciento —exclamó
Hughie riendo—; trabaja tanto como ustedes.
—¡Tonterías, tonterías! ¡Mira, aunque solo sea la molestia de extender la
pintura y el estar de pie todo el santo día delante del caballete! Para ti es muy
fácil hablar, Hughie, pero te aseguro que hay momentos en que el arte alcanza
casi la dignidad del trabajo manual. Pero no debes charlar; estoy muy ocupado.
Acompáñame y permanece callado.
Al cabo de un rato, entró el sirviente y dijo a Trevor que el hombre que le hacía los
marcos quería hablar con él.
—No te vayas corriendo, Hughie —dijo al salir—; volveré dentro de un
momento.
El viejo mendigo aprovechó la ausencia de Trevor para descansar. Parecía tan
desamparado y tan desdichado que Hughie no pudo
por menos de compadecerse de él, y se palpó
los bolsillos para ver qué dinero tenía. Todo
lo que pudo encontrar fue una libra de
oro y algunas monedas de cobre.
—¡Pobre anciano! —pensó en su
interior, lo necesita más que yo; pero
esto supone que no podré tomar un
lonche en dos semanas.
dignidad. Cargo o empleo honorífico.
202
Cruzó el estudio y deslizó la moneda de oro en la mano del mendigo.
El anciano se sobresaltó y una débil sonrisa revoloteó en sus labios marchitos.
—Gracias, señor —dijo—; gracias.
Entonces llegó Trevor y Hughie se marchó. Pasó el día con Laura, recibió una
encantadora reprimenda por su extravagancia y tuvo que volver a casa andando.
Aquella noche, entró en el Palette Club hacia las once y encontró a Trevor sentado
solo en el salón bebiendo vino del Rin con agua de seltz.
—Bien, Alan, ¿terminaste el cuadro? —dijo, mientras bebía una copa.
reprimenda. Regaño, sermón.
Sexto Grado 203
—Está terminado —contestó Trevor—; y a propósito, has hecho una conquista.
El viejo modelo que viste te tiene verdadera devoción. He tenido que contarle todo
acerca de ti.
—Querido Alan —exclamó Hughie—, probablemente lo encontraré esperándome
cuando vaya a casa. ¡Pobre anciano! Tengo montones de ropa vieja en casa; ¿crees
que le interesaría algo de ella?
—Pero tiene un aspecto espléndido con ellos —dijo Trevor—. Lo que tú llamas
harapos, yo lo llamo atuendo romántico. Sin embargo, le hablaré de tu ofrecimiento.
Y ahora, dime, ¿cómo está Laura? El viejo modelo se interesó mucho por ella.
—¿Le hablaste de ella? —dijo Hughie.
—Desde luego que sí. Él sabe todo respecto al inexorable coronel, la bella Laura y
las diez mil libras.
—¿Contaste al viejo mendigo todos mis asuntos privados? —exclamó Hughie,
enrojeciendo y enfadándose mucho.
—Mi querido muchacho —dijo Trevor—, sonriendo, ese viejo
mendigo, como tú le llamas, es uno de los hombres más ricos de
Europa.
—¿Qué demonios quieres decir? —exclamó Hughie.
—Lo que digo —respondió Trevor—. El anciano que viste
hoy en el estudio era el barón Hausberg. Es un gran amigo
mío; compra todos mis cuadros y todas esas cosas, y
hace un mes me encargó que lo pintara de mendigo.
inexorable. Que no se puede evitar.
204
—¡El barón Hausberg! —exclamó Hughie—. ¡Cielo santo! ¡Y yo le di una libra!
—¿Qué? ¿Le diste una libra? —gritó Trevor, lanzando una carcajada—. Mi
querido muchacho, nunca volverás a verla.
—Creo que bien podías habérmelo dicho, Alan —dijo Hughie, malhumorado—,
y no haberme dejado que hiciera el ridículo.
A la mañana siguiente, vino un anciano con gafas de oro, pelo canoso y dijo con un
ligero acento francés:
—Vengo de parte del barón Hausberg monsieur Erskine. El barón... el barón
—dijo el anciano con una sonrisa— me ha encargado que le traiga esta carta. La
misiva decía:
Un regalo de boda para Hugh Erskine
y Laura Merton, de un viejo mendigo.
Y dentro había un cheque por diez mil libras.
Cuando se casaron, Alan Trevor fue
el padrino y el barón pronunció un
discurso en el desayuno de bodas.
Oscar Wilde
(adaptación)
Sexto Grado 205
Autoevaluate! 27
1 Encuentra las palabras en la siguiente sopa de letras.
B E S GO U MM I a. pintor
R A L OND R E S b. Londres
OL RANA I NP c. mendigo
T O T OAD P D I d. modelo
NMY B N U A I N e. barón
I AUE EV SGT
P R MOD E L OO
2 Escribe V si el enunciado es verdadero o F si es falso.
a. Hughie amaba a la hija del pintor Alan Trevor.
b. El viejo tenía una cara semejante a un pergamino arrugado.
c. Hughie entregó una libra de oro al mendigo viejo.
d. El barón Hausberg entregó un cheque por diez mil libras de oro.
3 Según el texto, ¿qué gesto mostró el barón Hausberg con el joven
Hughie? Colorea.
a. justicia b. generosidad c. amor
4 ¿Cuál es el propósito comunicativo del cuento leído? Colorea.
a. entretener b. informar c. instruir
206
5 Lee cada uno de los significados e identifica las palabras a la que
hace referencia. Luego, escríbelas en el casillero.
a. Persona que pide limosna.
b. Persona con un título nobiliario.
c. Piel de res que está estirada y sirve para escribir en ella.
a. M A M
b. E
c. P
6 Escribe las diferencias entre Hughie y el barón Hausberg?
Hughie Hausberg
7 ¿Consideras que el siguiente fragmento es cierto? ¿Por qué?
«A menos que sea rico, no sirve de nada ser una persona encantadora.
Lo romántico es privilegio de los ricos, no profesión de los desempleados».
Sexto Grado 207
8 ¿Crees que para ser feliz es necesario tener riquezas materiales?
Comenta.
9 Escribe un nuevo final para el cuento leído.
208
Manualidades
ALCANCÍA DE CHANCHITO 1
Procedimiento cDinoidbneubuljeaonbtlpoelelslulaeom.njoólsan
Materiales
• 1 botella de plástico grande o
mediana
• 2 plumones de tinta indeleble
(anaranjado y negro)
• p2incoturcrhaoascrílica o pintauñas
•
• pegamento
• papel de color
• alambre
2 209
efmocnCroimtloaarcradtbahroyollaotspesspéllpdaogaoraptlslaiaotarsas.
Sexto Grado
3 4
orCeppojaiatrartpaasehyul adnpceétregocrazoloallaosdsr.e cDoenocpopriinanttulaaruaañalaccsa.rínliccaía
5 6
epnCadrolaamertiaponlaantureorbnteddoaautsercusal.lpianr elu,arrisaor padUreasal ¡hcYeahllicasatenolarc!lmhaitbocr.oela
210
Cuento BLOQUE 15
El malabarista de Nuestra Señora
n los días soleados, un malabarista desenrollaba una vieja alfombra en la plaza
E pública y, repitiendo el jovial discurso que había aprendido de un viejo artista, reunía
a niños y curiosos, adoptaba posiciones extraordinarias y se colocaba en equilibrio
un plato de hojalata en la punta de la nariz.
Al principio, la multitud fingía indiferencia. Pero cuando se apoyaba en las manos y
tenía la cara hacia abajo, arrojaba al aire seis pelotas de cobre que titilaban al sol y
las atajaba con los pies; o cuando se arrojaba hacia atrás hasta juntar los talones
con la nuca, dando a su cuerpo la forma de una rueda perfecta, y en esta postura
hacía juegos y malabares con una docena de cuchillos, los espectadores
murmuraban de admiración y las monedas llovían sobre la alfombra.
titilar. Aligegritoartseembcloonr.
Sexto Grado 211
No obstante, como la mayoría de quienes viven de su ingenio, Bernabé tenía grandes
problemas para ganarse la vida, pues las penalidades parecían haberse convertido en
sus compañeras inseparables.
Nunca había meditado sobre el origen de la riqueza ni sobre la desigualdad de la
condición humana. Nunca blasfemaba con el nombre de Dios; vivía virtuosamente y,
aunque no tenía mujer propia, no codiciaba la mujer del prójimo. Era un hombre digno
y temeroso de Dios, y era muy devoto de la Santa Virgen.
Una noche, después de un día lluvioso, mientras el triste Bernabé seguía su camino,
llevando bajo el brazo sus pelotas y cuchillos envueltos en la vieja alfombra, vio a un
monje que iba en la misma dirección y lo saludó en forma amable. Como caminaban a
la misma velocidad, se pusieron a conversar.
—Compañero de viaje —dijo el monje—, ¿por qué estás todo vestido de verde?
¿Será para hacer el papel de bufón en alguna representación religiosa?
—En absoluto, padre —repuso el otro—. Me llamo Bernabé y soy malabarista de
vocación. No podría haber vocación más agradable en el mundo.
blasfemar. Expresar injurias.
212
—Amigo Bernabé —respondió el monje—, ten cuidado con lo que dices. No hay
ocupación más agradable que la vida monástica. Los que se dedican a ella se ocupan
de alabar a Dios y encomendarse a la Santa Virgen y a los santos.
—Buen padre —dijo Bernabé—, sé que hablé como un hombre ignorante.
Con gusto, buen padre, yo cantaría mi oficio día a día, especialmente el oficio de
la Santísima Virgen, a quien he jurado singular devoción. Con tal de abrazar la
vida monástica, abandonaría con gusto el arte por el cual soy célebre en más de
seiscientos pueblos y aldeas.
El monje quedó conmovido por la sencillez del malabarista, y como no carecía de
discernimiento, reconoció en Bernabé a uno de esos hombres de quienes se dice en
las Escrituras: «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Por ello respondió:
discernimiento. Icrnitteerliigoe.ncia,
Sexto Grado 213
—Amigo Bernabé, ven conmigo y haré que te
admitan en el monasterio donde soy prior. El que
guio a Santa María de Egipto por el desierto me
puso en tu camino para guiarte por la senda de la
salvación.
Y así fue como Bernabé se metió a monje. En el
monasterio donde lo recibieron, los religiosos
competían por la veneración de la Virgen María, y,
en honor de ella, empleaban todos los conocimientos
y destrezas que Dios les había dado.
veneración. Honra, respeto.
214
El hermano Marbode pasaba todos sus días tallando imágenes
en piedra, de modo que tenía la barba, las cejas y los cabellos
blancos de polvo. Era evidente que la reina del Paraíso aún cuidaba
de su sirviente en su vejez. Marbode la representaba sentada en
su trono, la frente ceñida por una aureola esférica incrustada de
perlas.
Y cuidaba de que sus pliegues del vestido le cubrieran los pies, pues
el profeta declaraba: «Mi amada es como un jardín amurallado».
A veces también la pintaba semejante a una niña llena de gracia,
como si dijera:
—«Tú eres mi Dios desde el vientre de mi madre».
caaubreezoala.deCílracuslofilguumrinaosso detrás de la
sagradas.
Sexto Grado 215
En el priorato también había poetas que componían himnos en latín, tanto
en prosa como en verso, en honor de la Virgen María, y entre ellos había un
hermano de picardía que cantaba los milagros de Nuestra Señora en versos
rimados y en lengua vulgar.
priorato. Casa que habitan algunos monjes de un monasterio.
picardía. Gracia, humor.
216
Bernabé se maravilló una vez más de la bondad de la Virgen y ansiaba celebrar la
gloria de Nuestra Señora que está en los cielos.
No hallaba la manera de lograrlo y cada día estaba más abatido, hasta que una
mañana se despertó lleno de alegría. Fue a la capilla y permaneció solo allí por más de
una hora. Después de la cena, regresó nuevamente a la capilla.
A partir de ese momento, iba diariamente a la capilla en las horas en que estaba
desierta y pasaba allí gran parte del tiempo que los otros monjes consagraban a
las artes liberales y mecánicas. Su tristeza se disipó y dejó de lamentarse. Pero esa
extraña conducta despertó la curiosidad de los monjes.
El prior, cuyo deber es no permitir que nada se le escape en la conducta de sus hijos,
resolvió vigilar a Bernabé cuando iba a la capilla.
Y un día, el prior, acompañado por dos monjes ancianos, fue a espiar a través de
las hendijas de la puerta lo que sucedía dentro de la capilla.
Vieron a Bernabé ante el altar de la Santa Virgen, cabeza abajo, los pies en el
aire haciendo malabares con seis pelotas de cobre y doce cuchillos.
En honor de la Santa Madre de Dios realizaba esos actos, que antes
le habían ganado renombre. Sin comprender que ese sencillo sujeto
ponía así sus conocimientos y habilidades al servicio de la Santa
Virgen, los dos monjes más viejos protestaron por este sacrilegio.
disipar. Desaparecer. Rendija.
hendija.
sacrilegio. Profanar un lugar sagrado.
Sexto Grado 217
El prior sabía que el alma de Bernabé era pura, pero llegó a la conclusión de que era
presa de la locura.
Los tres se disponían a sacarlo de la capilla cuando vieron que la Virgen María
bajaba la escalinata del altar y avanzaba para enjuagar con un pliegue de su
túnica azul el sudor que bañaba la frente del malabarista.
Y el prior, cayendo de bruces en el suelo, pronunció estas palabras:
«Benditos sean los simples de corazón, pues ellos verán a Dios».
—Amén —respondieron los viejos monjes, y besaron el suelo.
Anatole France
(adaptación)
218
Autoevaluate! 28
1 Escribe V si el enunciado es verdadero o F si es falso, según el contenido
del cuento «El malabarista de Nuestra Señora».
a. Bernabé vio a un monje en un día caluroso y lo saludó.
b. El monje afirmó que la vida monástica era la más agradable.
c. El monje se indignó por la sencillez del malabarista.
d. El hermano Marbode pasaba todos sus días tallando imágenes.
2 ¿Qué significado se relaciona más con la palabra subrayada? Subraya.
«Fue a espiar a través de las hendijas de la puerta.»
a. Edificio donde se jugaba a la pelota.
b. Terreno extenso fuera de poblado.
c. Hendidura, generalmente pequeña.
d. Galería con columnas en un muro.
3 ¿Qué crees que hubiera pasado si el prior no vigilaba a Bernabé?
Subraya.
a. El prior no hubiera admirado su habilidad como malabarista.
b. Los monjes no hubieran presenciado el milagro de la Virgen María.
c. Los monjes hubieran aprendido de las artes del malabarismo.
d. Los monjes hubieran pensado que no era creyente de la Virgen.
Sexto Grado 219
4 ¿Qué palabra podría reemplazar a «discernimiento»? Colorea.
«El monje quedó conmovido por la sencillez del malabarista, y
como no carecía de discernimiento, reconoció en Bernabé a …»
a. honestidad b. sabiduría c. tolerancia d. hermandad
5 Según el texto, ¿qué actitud del malabarista conmovió al monje al
inicio de su conversación? Colorea y justifica tu respuesta.
a. su alegría b. su sencillez c. su risa
6 Según el cuento leído, ¿qué entiendes por el siguiente enunciado?
Explica.
«Benditos sean los simples de corazón, pues ellos verán a Dios»
7 ¿Qué opinas de la actitud de los tres monjes que se disponían a sacar
a Bernabé de la capilla?
220
Origami 2
Pesebre de papel Dddoeibayslgadluoóepnbgoaloarlel,laasss.
Procedimiento
1
cuUcysoaoloruernvdaeorhsraoodjasoe.a
3 4 5
eesl qcDueoinnbtarloas hdlaaesclaia daephDruoleaenjcastihzapyqaliheudyaigoeclaburdiaelauagnl.aloaa, líneDdhaoeosbsjapplaluiyenplgutoeaeragluadonsa,as.
hoja.
221
Sexto Grado
Origami
6 7 8
Dobla por inDfeolaarbirorlpaibr ahaara.thecoiraa aDmloobsboldafsoigplbauolderracol.aes smddeitealad
pulanstelínaedaass.
10
9
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lhAoaqs cueiíaxdtraoebbmlaaojos .
222
Leyenda BLOQUE 16
Los muyins
n la época en que Kenzo Kobayashi vivía en Tokio y era todavía
E un niño, no existía la luz eléctrica. Ni calles ni carreteras
estaban iluminadas como hoy en día.
Por eso, a partir del anochecer, quienes salían fuera de las
casas debían hacerlo provistos de sus propias linternas. Y como
decían que la negrura era especialmente negra en las lomas de
Akasaka —cerca de donde vivía Kenzo— y que se oían por allí
durante las noches los más extraños quejidos, nadie se animaba a
atravesarlas si no era bajo la serena protección del sol.
Kenzo era una criatura muy
imaginativa. Le gustaban los cuentos de
hadas y cuanta historia solía narrarle
su abuela.
provisto. E uipado. 223
Sexto Grado
Por eso, cuando ella le contó las razones por las cuales nadie se atrevía a atravesar las
lomas durante la noche, Kenzo ya no pensó sino en ir a recorrerlas algún día.
—Por allá andan los muyins entre las sombras —le había contado su abuela—. Son
animales fantásticos de la montaña. Bajan para sembrar el espanto entre los hombres.
Les encanta burlarse mediante el terror. Aunque toman apariencias humanas, no hay
que dejarse engañar. Que no se te ocurra cruzar esa zona de noche, Kenzo, ¿entendiste?
Una tarde, Kenzo decidió que ya había crecido lo suficiente como para visitar las lomas
que tanto lo intrigaban.
Podría decirse que Kenzo quería ver a los muyins, a pesar de que le daban miedo.
Y con esa sensación partió, aquella tarde, rumbo a las famosas lomas de Akasaka, con el
propósito de recorrerlas sin otra compañía que la de su propia linterna.
intriga. Misterio, curiosidad.
224
Apenas comenzaba a esconderse el sol cuando Kenzo arribó a las lomas. Debió
aguardar un buen rato para encender su linterna. Cuando la encendió, ya se
encontraba en la mitad de aquella zona y de la oscuridad.
Se desplazaba lento, quizá por el temor de ser sorprendido por algún muyin o a causa
de que la lucecita de su linterna apenas le permitía ver a un metro de distancia.
De pronto, se sobresaltó. Unas pisadas ligeras parecían seguirlo. Kenzo se volteó
varias veces; pero apenas se daba vuelta, cesaban. Era como si alguien se ocultara en
el mismo instante en que intentaba tomarlo desprevenido con su luz.
Sin duda, alguien se escondía por los arbustos y le observaba.
Durante dos o tres días más, este episodio se repitió tal cual. ¿Sería un muyin quien lo
seguía y lo espiaba? Y si era así, ¿por qué se ocultaba?, ¿por qué no lo atacaba de una
buena vez?
sobresaltarse. Detenerse a causa de algo que produce susto o miedo.
Sexto Grado 225
Al fin, una noche, Kenzo iluminó a una niña que se mantenía agachada junto al canal, de
espaldas. Estaba sola y sollozaba. Parecía de la misma edad de Kenzo.
¿Qué hacía allí, sola, a esas horas de la noche?
De pronto, se animó y caminó hacia ella.
El muchacho le habló, pero ella ni se dio vuelta.
Ahora ocultaba su carita entre los pliegues de una de las mangas de su quimono y su llanto
había crecido. Kenzo le rozó apenas un hombro, muy suavemente.
—Pequeña dama —le dijo entonces—. No llore así, por favor. ¡Quiero ayudarla!
¡Cuénteme qué le sucede!
Ella seguía llorando y tapándose
el rostro.
—Distinguida señorita, le
suplico que me conteste.
Insistió, entonces:
—Al menos, dígame por qué
llora así.
226
La niña se dio vuelta muy lentamente, aunque mantenía su carita tapada por la manga
del quimono. Kenzo la alumbró de lleno con su linterna y fue en ese momento que ella
dejó deslizar la manga apenas.
El muchacho contempló entonces una frente perfecta, amplia, hermosa. Pero la niña
lloraba, seguía llorando. Ahora, su voz sonaba como la de un pájaro desamparado.
Kenzo reiteró su ruego; su corazón comenzaba a sentirse intensamente atraído por
esa voz. Lo invadía una sensación rara que jamás había experimentado antes.
—Cuénteme qué le sucede, por favor…
Salvo la frente —que mantenía descubierta— ella seguía ocultándose cuando —por fin—
le dijo:
—Oh… Lamento no poder contarte nada… Hice una promesa de guardar silencio
acerca de lo que me pasa… Pero fui yo quien te ha estado siguiendo durante estos días.
No me animaba a hablarte. Ahora siento que podemos ser amigos…
Kenzo le tocó apenitas el pelo: pura seda.
uimono. Bata o túnica oriunda del Japón.
Sexto Grado 227
En ese instante, ella dejó caer la manga por completo y el chico —horrorizado— vio
que su rostro carecía de cejas, de pestañas y ojos; que le faltaba la nariz, la boca y el
mentón…
Cara lisa, muy lisa. Y desde esa especie de gran huevo inexpresivo partieron unos
chillidos burlones y una carcajada que parecía que no iba a tener fin. Kenzo dio un
grito y salió corriendo entre la negrura que volvía a empaquetarlo todo. Su linterna,
rota y apagada, quedó tirada junto al canal.
Y Kenzo corrió y corrió, mientras aquella carcajada seguía resonando en el silencio.
(…) De repente vio las luces de varias linternas a lo lejos, cerca del castillo imperial,
ahí donde terminaban las lomas. Desesperado, se dirigió hacia allí. Cayó de bruces
cerca de lo que parecía un
campamento de vendedores
ambulantes. Todos estaban de
espaldas cuando Kenzo llegó.
Parecían dormitar, sentados
de cara hacia el castillo.
228
—¡Socorro! ¡Socorro! —exclamó el muchacho.
—¿Qué te pasa? —le preguntó el que parecía el más viejo del grupo. Los demás,
permanecían en silencio.
—¡Qué espanto! Encontré una niña junto al canal y… ella… ¡Ah, no! ¡Nunca podré
contar lo que ella me mostró! …
Entonces, los integrantes del grupo miraron a Kenzo, con sus rostros iluminados desde
los mentones con las luces de las linternas. El viejo se reía a carcajadas, mientras le
decía:
—¿Era algo como esto lo que ella te mostró?
Las carcajadas de los demás acompañaron la pregunta.
Kenzo vio diez o doce caras tan lisas como la de la niña. Las vio solo un instante porque
todas las linternas se apagaron y el coro —como de pajarracos— cesó y el muchacho
quedó solo, prisionero de la oscuridad y del silencio, hasta que el sol del amanecer lo
devolvió a la vida y a su casa.
Los muyins jamás volvieron a recibir su visita.
pajarraco. Pájaro grande. Elsa Bornemann
(versión de Muyina)
Sexto Grado 229
Autoevaluate! 29
1 Enumera las acciones, según la secuencia del texto.
a. Unas pisaditas ligeras parecían seguirlo.
b. Encontró a una niña junto al canal.
c. Le gustaba oír las historias contadas por su abuela.
d. Vio diez o doce caras tan lisas como la de la niña.
2 ¿Qué lugar se relaciona con las acciones de la leyenda?
a. bosque b. playa c. río d. loma
3 ¿Por qué la abuela le advierte que no debe cruzar esa zona de noche?
230
4 ¿Cuál de las siguientes frases reemplazaría a las palabras resaltadas?
Colorea.
«Cayó de bruces cerca de lo que parecía un
campamento de vendedores ambulantes».
a. Con la cara hacia abajo c. Triste y desconsolado
b. Dormido profundamente d. Espantado y nervioso
5 Menciona características que describan a Kenzo.
6 ¿Que tipo de texto es «Los muyins»? Marca.
a. argumentativo b. instructivo c. narrativo
Sexto Grado 231
7 ¿Qué consejo le darías a Kenzo para que no vuelva a vivir una experiencia
similar?
8 Escribe una breve continuación del texto leído.
232
Anexos
ROBOT DE PAPERCRAFT
Indicaciones:
1. Recorta todas las piezas del robot por la línea roja.
2. Haz los dobleces por las líneas punteadas.
3. Con la cara del robot mirando hacia ti, toma el lateral izquierdo y el derecho y pliégalos de manera
que se junten por la parte posterior. Pega los extremos por las pestañas anaranjadas.
4. Repite los mismos pasos, ahora con el
cuerpo del robot.
5. Encaja los bordes C y D del cuerpo, en
los cortes C y D de la cabeza.
6. Encaja las piernas al cuerpo del robot
por los cortes A y B.
7. Unes los brazos en el cuerpo y la
antena. ¡Ya tienes listo tu robot!
CD
Sexto Grado
C
D
Sexto Grado
Origami - Guante de papel (págs. 59 - 60)
Sexto Grado
Origami - Corazón alado (págs. 121-122)
Sexto Grado
Origami - Ruiseñor de papel (págs. 173 - 174)
Sexto Grado
Origami - Pesebre de papel (págs. 221 - 222)
Sexto Grado