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Published by Eric García Rivera, 2021-12-21 07:09:13

Triologia el poder de las hábitos

Triologia el poder de las hábitos

EL PODER DE LOS
HÁBITOS

RAIMON SAMSÓ

1.ª edición: febrero 2020
© 2020, Raimon Samsó (Reservados todos los derechos para la edición en audiolibro, e-book y papel)
Ningún fragmento de este texto puede ser reproducido, transmitido ni digitalizado sin la autorización
expresa del autor. La distribución de este libro a través de Internet o de cualquier otra vía sin el permiso
del autor es ilegal y perseguible por la ley.
Foto autor interior: Cristina Gabarró

Foto autor portadas ebooks: Berta Pahissa
Foto autor cubierta: Cristina Gabarro
Corrección: Enrique Fuentes
Diseño cubierta: Raimon Samsó

Impreso por: Amazon
Editado: Ediciones Instituto Expertos® C/ Principe de Vergara 109 2º2º Madrid 28002, España.

Dedicatoria

A todas las personas que sienten que ha llegado el momento de un gran
cambio.

La transformación es superior a la información. Escribo y publico libros que
transforman vidas.

No me conformo con libros que informen en lo que se olvidará - en su mayor
parte - a los pocos días. Pretendo la transformación del lector que, al
convertirse en lo aprendido, nunca olvidará lo leído.

No porque lo recuerde, sino porque lo es.

Raimon

Índice

I. EL PODER DE LA ALEGRÍA
Introducción
1. Contagio la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias
2. Los pequeños cambios son poderosos
3. Ahora decido practicar el desapego
4. Aunque a veces no me sienta feliz siempre puedo sentirme en paz
5. Las buenas preguntas me ayudan a despertar
6. Nunca fracaso, obtengo resultados mejorables
7. Siempre puedo elegir ver las cosas de otro modo
8. Hoy me siento alegre por todo y por nada
9. Extiendo la paz y la alegría a todo lo que me concierne
10. Mis preocupaciones son un autoataque encubierto
11. Ante todo, elijo aplicar el perdón con alegría
12. La risa despreocupada sana mi alma y mi cuerpo
13. Cuando sonrío manifiesto un milagro
14. Cuanto más amor doy, más amor recibo
15. Hoy decido no tomarme tan en serio y sonrío a todos
16. El amor envuelve todo lo que veo en el mundo

II. EL PODER DE LA DISCIPLINA
Introducción
17. AUTODISCIPLINA ILIMITADA
18. DISCIPLINA vs. ESFUERZO
19. LA DISCIPLINA ES UN HÁBITO
20. ACCIÓN INMEDIATA
21. VIVIR DESDE EL SIGNIFICADO
22. CLAVES PRÁCTICAS PARA SER DISCIPLINADO
23. DE LA TEORÍA A LA ACCIÓN

III. EL PODER DEL PERDÓN
Introducción
24. ¿Qué es el perdón verdadero?
25. Sólo hay una clase de perdón
26. El perdón te ofrece todo lo que deseas
27. El perdón verdadero en la práctica
28. Adiós a la culpa para siempre
29. Los 10 Principios del Perdón

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EL PODER DE LA
ALEGRÍA

Introducción

A menudo, nos hallamos tan ocupados en contrastar con otros lo aprendido,
que nos olvidamos de llevarlo a la práctica, sin caer en la cuenta de que lo
valioso de cualquier creencia es si nos apoya y nos hace sentir en paz.

Nos reafirmamos en nuestras creencias porque sentimos la necesidad de
identificarnos con algo pero no conocemos nuestras creencias como vivencia.
Vivimos en la era de la información mas no del conocimiento. Pasar de la
actitud de contrastar a la actitud de experimentar establece una gran
diferencia y produce cambios poderosos.

Es posible que sientas la tentación de buscar confirmación allí donde no se
encuentra: en las ilusiones que compartes y que parecen existir al margen de
ti. Pero no te engañes: tu realidad no cambiará si antes no cambias tú. Así es
como funciona. La vida no tiene que demostrarte nada, no necesita hacer
tratos, no precisa la aprobación para ser lo que es.

Recuerda que siempre se te presenta la misma elección: amor o temor. De
hecho, ésta es la única decisión posible que debes tomar aunque a menudo
venga disfrazada bajo otra apariencia.

Cuando no te hallas en paz es porque previamente, en tu pensamiento, la
sustituiste por el temor. En esta elección lo que cuenta es tu intención al
decidir. Si tu motivación es honesta, recibirás el apoyo de la Intención

Creadora. Por ello si caes en el error, éste no perdurará y sus efectos han de
corregirse.

La tarea de autocorrección consiste en observar los sentimientos que
elegimos poner en nuestro corazón y los pensamientos a los que entregamos
la atención de nuestra mente. Esto comporta un nivel de responsabilidad que
va a precisar de una gran disciplina y constancia.

La paz interior es el resultado de una actitud interior y no de unas
circunstancias exteriores favorables. No le eches la culpa de todo al mundo, a
la mala suerte, a los demás, cuando no a Dios; atribúyesela más bien a tu
urgente necesidad de autocorrección.

La paz interior es un trabajo de piel para adentro pues sólo tú puedes
proporcionártela. Tal vez te gustaría oír que es de otro modo, pero no sería
veraz. Nuestra gran tarea consiste en reconocernos y poner nuestra vida en
sintonía. Y ya no será necesario seguir inventando quién no somos. Este
trabajo interior es simple aunque no es fácil de llevar a la práctica debido a
nuestra gran habilidad para complicar lo sencillo.

Cuando elevamos la vibración de nuestras percepciones, el mundo que nos
rodea se transforma a su vez y se eleva con nuestra visión para adaptarse.
Sostener esa vibración elevada va a contagiar a todo el campo de influencia
para inspirarlo. Gandhi dijo: «¡Ustedes deben ser el cambio que desean ver en
el mundo!».

En nuestra travesía interior, que se produce a la velocidad del amor,
volvemos al amor y la alegría. Si nos alcanzara la comprensión para
contemplar nuestra naturaleza real, en un segundo de intuición,
comprenderíamos que Dios nunca nos abandonó; más bien fuimos nosotros
quienes le abandonamos a Él, víctimas de nuestra profunda amnesia
espiritual.

De regreso a la alegría, nos aguardan pequeños descubrimientos de
gigantescas magnitudes. Tanto es así que les llamaremos «milagros». Los
milagros son una corrección natural de las ilusiones de temor. En nuestra
mano no está obrarlos, pero sí solicitarlos y aceptarlos, para que deshagan lo
que nunca debimos intentar hacer a solas

El juego del dolor no es más que una versión emocional del conocido juego
del ego: «busca en el pasado, teme el futuro, pero no encuentres en el
presente y así estarás insatisfecho siempre». Hasta la fecha, no encontrar
aquello que buscabas, y que no existe, te sumió en la desesperación. Después
de jugar este juego doloroso, tomarás nuevas elecciones; ya que el único
riesgo real es que todo siga como antes.

Personalmente, cada día me recuerdo mi voluntad de levantarme con
agradecimiento. Se trata de la única obligación que me permito, pues ya no
alimento viejas exigencias. Ahora llamo «preferencias» a lo que en modo
alguno considero una necesidad.

Es obvio que mi corazón está lleno de sueños y mis horas de la pasión por
hacerlos realidad pero, a la vez, me permito vivir en la paradoja de sentirme
en paz aún si no los alcanzo. Me he desprendido del apego y de la duda
porque ahora sé que fueron lo único que me impedía alcanzar mis deseos del
corazón.

Es al alinear cada una de mis intenciones con mi propósito vital, cuando
recibo la perfecta, eficaz e inteligente colaboración del Universo en la
organización de los medios para convertir en realidades mis sueños.
Reconozco que la vida continuamente me apoya y, a la vez, me pone a
prueba. Y en cada ocasión me complace elegir el amor. Y como respuesta, es
amor lo que recibo.

A lo largo de las próximas páginas, se van a remover ciertas cosas en tu
interior pues éste es el objetivo de este libro. Con certeza, el ego se negará a
aceptar que él forma parte activa de todos tus conflictos.

También descubrirás que no tiene sentido pedirle a Dios que apoye y se haga
cargo de tus ilusiones, ni que sueñe tu sueño, pues Él no puede ver lo que no
existe ya que a sus ojos sólo el amor es real. Pero sí está en tu mano
entregárselas con el deseo de no conservarlas más.

Tal vez, no comprendas cómo todo lo que sigue puede ayudarte; o ni siquiera,
qué tiene que ver con tus problemas actuales. Sólo puedo decirte que lo
consideres de todos modos y experimentes con ello. Si resuena en ti, pero
crees que aplicarlo en tu vida cotidiana es imposible, entonces te estás

resistiendo una vez más. Sigues dándole tiempo y valor a tus dificultades
porque crees que sin ellas desaparecería tu imagen de víctima del mundo con
la que tal vez te has identificado tanto tiempo.

A lo largo de esta lectura, te recordaré que puedes no experimentar tus
problemas tal como tú mismo elegiste experimentarlos un día. Descubrirás
que la observación desapegada es tan poderosa que puede disolver todas tus
ilusiones.

También he de decirte que éste no es un libro para ayudar a resolver
problemas pues no existe ningún problema, salvo la creencia de que tus
problemas son reales. Cambiar el concepto de lo que entiendes por
«problema» es tu única dificultad.

Lo que sigue es lo que he aprendido, ahora lo comparto contigo, y
personalmente he decidido tenerlo presente cada día. Cambió mi vida y
desearía que apoyara la tuya. Me libró de todas mis pesadillas, quisiera que te
ayudara a librarte de las tuyas.

Raimon Samsó, autor.

UNO

Contagio la vibración de mi pensamiento a todas mis
experiencias

Traslado la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias
En nuestra mente diseñamos los planos por donde van a transcurrir las
próximas experiencias. Para que algo se manifieste antes tiene que «pasar»
por el pensamiento ya que la «solidificación» del pensamiento requiere de
tiempo y energía.
Nada queda en manos del azar en un Universo sensible y reactivo donde se
materializan las «decisiones» que hemos tomado, consciente o
inconscientemente. De modo que todo pensamiento actúa como un
pronóstico de futuro y una petición concedida de antemano.
Nuestra función no consiste en cambiar el mundo. Tampoco en cambiar a los
demás. Ambos objetivos están más allá de lo posible y pertenecen al ámbito
del ego. Lo único que podemos hacer por ellos es mostrarles con nuestro
ejemplo, mejor aún, con nuestra presencia, quienes son en realidad. Y así
ofrecerles la posibilidad de verse a sí mismos y corregirse si desean hacerlo.
Te propongo formularte esta sencilla pregunta tan a menudo como desees:

¿Qué pensé con anterioridad para que mi vida sea lo que es hoy?

Es una pregunta que implica un profundo conocimiento de cómo opera la
vida. En otras palabras: no debemos quejarnos al espejo por mostrarnos lo
que ponemos delante de él. Vigila tu mente, rastrea tu pensamiento, pues
podría hacerse real. Sabe que tu mente es la pantalla de proyección más
grande que puedas concebir, abarca todo tu mundo.

La vida funciona por acumulación: un poco hoy, otro poco mañana… y al
cabo de los años uno se pregunta cómo llegó donde está. El noventa por
ciento de los pensamientos e imágenes mentales se repiten uno y otro día, la
mayoría se expresan de modo negativo...

¿Comprendes por qué tantas cosas salen mal?

Creas pensamientos que te apoyan y otros que te perjudican. Es sencillo de
comprender si piensas en cuánta energía dedicas a quejarte de los problemas
y cuánta en aplicarte a solucionarlos. Muchas personas no cambian, ni sus
vidas se transforman, porque no toman la decisión de corregir su
pensamiento. Volviendo a elegir y escogiendo la paz en cada ocasión

Es una pérdida de tiempo esforzarse en modificar el resultado sin cambiar las
causas que lo crean. Sé de tu fascinación por los resultados fáciles y rápidos.
De eso se enamora cualquiera pero son las causas las que te han de apasionar.
Si amas la causa, y estás dispuesto a activarla, el efectoestá asegurado.

Corregirse tiene el mismo significado. Puedes cambiar tu entorno, huir al otro
lado del planeta, pero si tú mismo no cambias, a la larga tus asuntos no
tardarán en seguir funcionando del mismo modo allí donde vayas.

Si quieres sentirte de un modo distinto deberás hacer algo diferente. Si hasta
ahora lo que has probado no te sirvió, insistir no vale. Obstinarse en cocinar
las «viejas recetas» no va a darte ningún resultado diferente del que ya vienes
obteniendo. Si actúas desde la memoria repetirás el pasado –como una
fotocopiadora espiritual–; si actúas desde la imaginación –como un proyector
de cine–, tu vida será creativa e inspirarás un futuro diferente.

Una actitud creativa convoca el apoyo de la inteligencia del Universo que te
apoyará de un modo tan apropiado e impecable como no habrías sido capaz
por tus propios medios. De hecho, descubrirás que la mente no tiene en

absoluto la solución a tus problemas por la razón de que ella es parte activa
en ellos.

El Universo comprende tu confusión, pero no le da la credibilidad que tú le
das. Para que puedas ver con claridad que en realidad tus problemas no
existen como tal, te proporcionará los medios precisos para esclarecerte. Pero
como hay infinitas formas de contemplar lo que no existe, tú serás quien elija
finalmente corregir, o no, tus visiones desenfocadas.

En última instancia, reconocerás que no tienes problemas en absoluto; no
porque creas que ya los has resuelto sino porque descubrirás que nunca han
existido.

Aprende a entregar lo que no funciona en tu vida para que el amor lo
trasforme y lo bendiga, y después, te lo devuelva como una semilla de futuro.
Entrega tus pensamientos carentes de amor y reconoce tu necesidad de
transformarlos. Haberlos creado no supone una tacha, pero sí lo es el deseo
insano de conservarlos. Puede parecerte que manifiestan tu fortaleza pero son
un indicio de vulnerabilidad.

Salvaguardarlos en tu mente interrumpe la comunicación con la inteligencia
de la creación, no porque ésta los reconozca sino porque tú deseas tenerlos.
Recuerda que a solas, al margen de esa comunicación milagrosa, nunca
consigues nada que merezca la pena.

«El mundo físico es un gran regalo ya que nos devuelve el reflejo de
los aspectos internos que debemos corregir a cada momento.
Observar en él un efecto –y no una causa– hace una gran
diferencia.»

Ten presente que, cada vez más, tus pensamientos se convierten en tu
siguiente experiencia con mayor rapidez, necesitan de menos tiempo. Tus
deseos y sueños del corazón no egoístas cuentan con el poder para
materializarse; pues sólo con expresarlos generas la oportunidad.

En otras palabras, cuando tu intención se ajusta a la Intención Creadora del
ámbito consciente no hay nada que no puedas realizar. Todo lo que desees

está en lo posible porque cuentas con el apoyo del cosmos; es decir, del poder
del amor y su inteligencia infinita en acción.

DOS

Los pequeños cambios son
poderosos

Algunos problemas no requieren hacer nada, sino deshacer; o incluso, dejar
de hacer. Nada que aprender, sino desaprender; lo cual ya constituye toda una
enseñanza en sí misma. Nada de lo que aprendas incrementará tu significado
en el Universo, pues tu valor pertenece al ser y su graduación no sube ni baja
ya que es infinita desde el principio y no depende del nivel de conocimiento.
El proceso de corrección interior requiere la transformación previa a la de los
sucesos externos cuyo papel es recordar la necesidad de corrección interna. Si
no cambias tú, tarde o temprano volverás a las mismas lecciones bajo
apariencias distintas, ¡ya que aún necesitarás esa situación!
Si Dios lo creó todo, y lo hizo bien, los problemas deben consistir en una
«creación» humana; o mejor aún, en una «destrucción» humana. Nuestra
particular visión del mundo ha hecho creíble el sufrimiento cuando en el suyo
ni siquiera existe como posibilidad.
Él no puede reconocer el sueño que nosotros soñamos porque si lo hiciera le
daría credibilidad a lo que no la tiene y entraría a formar parte del sueño.
¿Entiendes su dificultad? Aun deseándolo, ¿cómo podría transformar aquello
que no existe?
El tamaño de tu problema depende de tu fe en la ilusión que lo sustenta

Los éxitos y los fracasos son apenas simples etiquetas que aplicamos a
resultados y circunstancias insignificantes dentro de una aventura espiritual
de mayor alcance. Prueba esto: declara que tanto lo que te gusta como lo que
te disgusta es una auténtica ilusión. Todo lo «bueno» y lo «malo» que parece
ocurrirte es una interpretación, un acto desesperado del ego para reivindicar
sus exigencias.

El ego que inventaste necesita precisamente identificarse con cualquier cosa
porque esa identificación es lo que le da vida. Has de saber que no hay
ilusiones buenas o malas, todas son lo mismo pues su único fin es mantener
el temor. No son una realidad en sí mismas pero sí la representación de tu
eterna pugna con el mundo que crees ver.

Tu inagotable necesidad de atacar necesita ilusiones en las que recrear la ira,
por eso crees en la defensa de tus ilusiones; sin embargo, la verdad no puede
ser atacada ni precisa defensa

Bien, te preguntarás entonces, ¿a qué darle credibilidad? Sabrás que algo es
real, cierto al cien por cien, porque ante su visión te sentirás en completa paz.
Tendrás la sensación de recordar y no la descubrir. Más adelante en el
tiempo, siéntete libre de pasar de esa verdad a otra, pues tu función es
mantener la paz interior y no tus opiniones

Todo lo que exijas desde la necesidad ansiosa no puede ocurrir, porque si así
fuera, confirmaría la ilusión de que tu necesidad es real. O que el temor puede
ayudarte a satisfacerla. Prueba a no tomarte tan en serio lo que parece
sucederte.

No te declares una persona especial en medio de una situación especial. No
proclames tu necesidad; y sólo así, ganarás la independencia interior y la paz,
sea cual sea la situación. Una vez desactivada una programación mental,
desactivarás las diferentes voces con las que se expresa el ego cuando toma el
mando. Y al desaparecer la causa ya no se repetirá el efecto.

Si no encuentras el modo de resolver tu problema, concédete la oportunidad
de observarlo, esta vez desde la visión del amor. Baja tu problema al corazón.
Aclara tus creencias irracionales. Pregúntate qué pensaría Dios en esas
mismas circunstancias. Concédete un instante de apertura y pregúntale cómo

puedes «no ver» lo que tanto te aflige. Las preguntas son muy poderosas
cuando son honestas y no contienen ninguna expectativa sobre la forma que
la respuesta debe adoptar.

Lleva a cabo pequeños cambios sostenidos en el tiempo y obtendrás
resultados extraordinarios. Los pequeños cambios son poderosos. Bendice tu
necesidad de transformación y el crecimiento que se estableció como tu
propósito. Puesto que una de las herramientas de trabajo es el tiempo, la
persistencia convertirá en posible lo que hasta un instante antes parecía
«imposible».

Pero el milagro no está en que sea una cosa u otra, posible o imposible, sino
en el cambio de mentalidad que no hace distinción

El amor busca expresarse en toda circunstancia, aunque invitarle y darle paso
es una elección voluntaria. El amor desplaza al temor allí donde le invitas y
corrige la absurda idea de que has sido abandonado a tu suerte. Toda elección
que no te ofrezca paz interior de inmediato es un mandato del ego, una nueva
petición de conflicto. El sentimiento de abandono y desconexión con la
inteligencia universal sólo puede obviarse cuando te adhieres a lo correcto.

Tu corazón sabe qué es lo correcto.

Mientras te mantengas alterado, alejado de tu centro, el apoyo del cosmos se
retirará respetando tu elección de vivir en la baja vibración de la agitación
mental. Pedirle que se sume a ese torbellino de negatividad está más allá de
lo posible

Tus estados de ánimo se originan en los pensamientos que albergas en tu
mente –donde, recuerda, sólo puedes pensar tú–. Todo pensamiento tiene un
efecto que nunca es neutro; de tal modo que este instante es la consecuencia
de lo que pensaste el anterior. Presumir que la vibración que impregna el
diálogo interior no va a trasladarse al mundo que nos envuelve es una gran
ilusión, tal vez la mayor.

Cambia el vocabulario que utilizas a diario, «háblate» de modo creativo, y
cambiará en consecuencia la vibración de tus pensamientos y todo lo que
éstos atraen. Eleva la calidad de las palabras que utilizas cuando te «hablas»

en tu mente y ascenderás a una realidad acorde

Un día renunciarás a cambiar a los demás y te centrarás en cambiarte a ti
mismo. Esa será tu única prioridad y entonces descubrirás, en lo que será el
final de la separación, que la conciencia del observador termina por modificar
lo observado de modo que tus vivencias son una conversación entre tú y la
realidad.

Cuando las cosas no salen de acuerdo a las expectativas podemos tacharlas de
injustas. Sin embargo, no nos damos cuenta que todo «nos lo hacemos a
nosotros mismos». Las circunstancias pueden cambiar de favorables a
desfavorables pero, en última instancia, eso no va a afectar al alma que lo
aprecia como una oportunidad de crecimiento.

Los sentimientos que albergamos en el corazón dependen más de la claridad
interior que de lo que hagan o dejen de hacer los otros; incluso de que nos
salgamos con la nuestra o no. Hay quien se obsesiona en tratar de interferir en
la vida de los demás por temor a perder el control sobre la suya propia.

Cuando estás triste te olvidas que no lo estabas poco antes de poner en tu
cabeza las ideas que te hacen sentir así. Tal vez la felicidad no consista en
preguntarnos si lo somos o no lo somos. Una actitud de despreocupación,
conduce a la verdadera felicidad al desapegarnos de la necesidad ansiosa de
experimentarla.

«No preciso de grandes cambios sino pequeños cambios pero
mantenidos en el tiempo. La disciplina y el compromiso conducen a
transformaciones definitivas.»

Libérate de la necesidad de ser feliz y lo serás. Ni siquiera te preguntes si lo
eres o no. La paz interior es un estado que no precisa justificaciones, y por
ello una mente en paz nunca se formularía esa pregunta ya que, en sí misma,
la paz es despreocupación y aceptación de lo que es.

TRES

Ahora decido practicar el
desapego

El apego es la vinculación ansiosa a las cosas, a los logros y a las personas; a
todo aquello sin lo que crees que no podrás sentirte feliz. A pesar de tu
adicción a establecer vínculos, te parecerá una ironía que para conseguir lo
que deseas debas desapegarte para atraerlo hacia ti. En realidad, todo aquello
de lo que prescindes te lo das a ti mismo. Dice el Curso de Milagros que los
regalos que ofreces te aguardan en el cielo.
La mente se entrega al apego sin adivinar que no encontrará la felicidad
adherida a las personas o las cosas. Buscar la felicidad a través de la
separación es contradecirla. Disfruta de las cosas, o de la compañía de las
personas, eso es tu bendición; pero si te atas a ellas, te conviertes en su
sirviente. Ya no hay placer, hay dependencia. De hecho, la elección que se te
plantea, una y otra vez, es bien clara: vínculo o independencia
Es tan paradójica como la del pez que nadando busca el agua. La dificultad
de librarte de tus programaciones mentales está en la identificación con ellas,
en creer que son «tú». De tal modo que la mente no percibe la necesidad de
desprogramarse, pues no ve su programa como tal.
Al no ser conscientes de las programaciones limitadoras, ni siquiera nos
planteamos cuestionarlas. Están tan asumidas que pensamos que son una

realidad. El engaño es tal que ni tan sólo se nos ocurre cuestionar su
legitimidad.

Examina todas las creencias de un modo desapasionado en primer lugar; y en
segundo lugar, observa los efectos que producen en tu vida. El simple acto de
llevar conciencia a tus ilusiones y verlas como lo que son, anula su poder
sobre ti. Retira el valor que les concediste un día y se disolverán, pues de eso
se alimentan.

Reconoce sus efectos devastadores, y ya no desearás seguir nutriendo las
vinculaciones que te inmovilizan. Es un gran privilegio poder ver aquello en
lo que has creído antes, máxime cuando además tienes concedido cambiarlo
de inmediato.

El modo de desprenderse de los apegos, no es la amarga renuncia pues eso
crearía un nuevo apego pero de signo contrario, sino viéndolos como lo que
son: programaciones de la mente dependiente y ansiosa. La renuncia, a la
larga, se convierte en resentimiento y eso ata aún más.

Desapegarse no consiste en una renuncia, sino en soltar las cadenas que te
atan al objeto del apego.

¿Por cuántas cosas y cuántas personas te sientes atado o poseído?

Disfrutar de las cosas y de la compañía de las personas es un regalo, pero
necesitarlos ansiosamente activa el sufrimiento.

Al observar las pautas de tu pensamiento, ya no eres la mente pensante, sino
el «yo» testigo. Cambias la ausencia de ti por la presencia de tu yo
consciente. Pasas de estar controlado a sentirte libre incluso de la necesidad
de controlar, de ser utilizado por la mente a utilizarla, de la inconsciencia a la
consciencia.

Una actitud desapegada e independiente esclarece tus asuntos al comprender
que en realidad nunca existieron tal como los contemplabas antes.

La observación rigurosa de los hábitos mentales que pertenecen al ámbito del
ego es tu única arma para desbaratar las suyas. La observación desapegada te
conduce a abandonar la protección que dispensaste a tu auto-imagen

creyendo que ésta te defendería.

Cuando pones en duda la credibilidad de las exigencias del ego, niegas su
realidad. Lo que en tu presencia no es creíble no puede ser real ni haber
existido nunca salvo como una ilusión.

En el juego de las energías, la elevación atrae lo noble y elevado; la sencillez,
lo fácil y sencillo. Al abandonar la resistencia a «lo que es», se transformará
su significado y el modo en cómo te «habla». Cuando sostienes una vibración
rápida y elevada no puedes permanecer en situaciones que no la reflejan.
Fluyes y avanzas, y todo tu entorno testifica esa mejoría.

Si por el contrario te resistes al curso de los acontecimientos, sostendrás los
conflictos de siempre, los mismos que ya han demostrado una y otra vez que
no te valen.

Di: «Puedo ser perfectamente feliz aun sin esto». Y lo serás. No apoyes el
juego del ego cuando te grita que eso es inaceptable. Ya conoces su loco
juego del «busca pero no encuentres». Entrégate a tu sueño con pasión, haz tu
vida mientras, ocúpate en tus asuntos incondicionalmente y sin expectativas,
y el logro acontecerá tarde o temprano

Tal vez califiques tus apegos como «necesidades», pero aun bajo ese disfraz
se trata del mismo vínculo adictivo. Entrega tus necesidades, no para que
sean satisfechas, sino para que se desactiven como tales. Desidentifícate de
tus apegos y contémplalos como lo que en realidad son: ataduras y vínculos.

Date cuenta de que los arreglos forzados son reformas superficiales y
provisionales que no cuentan con la conformidad del cosmos y que por lo
tanto no han de prosperar ni mantenerse en el tiempo. Una vez más, te diré
que no debes renunciar a lo que declaras «necesitar», sino que «renuncies» a
la necesidad misma y al control que ejerce sobre ti.

Puesto que eres un ser íntegro, nada te falta más que abandonar la ilusión de
carencia o necesidad que abrigas. Nada que no esté en tu vida puede
calificarse de necesidad, así como todo lo que recibes llega a ti por tu propia
petición no manifestada. Cada vez que declaras lo que te falta, o lo que
necesitas, estás declarando la pequeñez o la grandeza con que calificas a tu

ser.

El ego se expresa de muchos modos, utiliza infinitas estratagemas, por lo
común podrás oírle decir que tal cosa o tal otra estarían muy bien pero que en
cualquier caso «es muy difícil». En realidad lo que está diciendo es: «no
quiero cambiar».

«La paradoja de desear algo y despegarse del resultado crea El
milagro del logro. Aceptar que puedes ser feliz, aun sin conseguir lo
que más deseas, te lo concede.»

O argumenta el consabido: «sí, pero…» que consiste en acariciar la
posibilidad de cambio sin darle una oportunidad. Otras veces, el ego responde
a tus buenos propósitos con un lacónico: «lo intentaré», cuando en realidad te
está dando largas para que no insistas más.

Cambia el vocabulario que usas en tu diálogo interior –el modo en que te
«hablas»– y transformarás en profundidad tus percepciones.

CUATRO

Aunque a veces no me sienta feliz siempre puedo sentirme en
paz

La insatisfacción es el resultado de la desafortunada comparación entre lo que
es y lo que crees que debería ser. Mientras establezcas comparaciones,
mirando a los lados o hacia atrás, creerás que siempre hay una alternativa
mejor a lo que el momento presente ofrece.
Las creencias están tan arraigadas en el subconsciente que parecen una
verdad objetiva. Una vez establecidas, su única función es mantenerse. Tanto
es así que ni siquiera te planteas cuestionarlas pues no las consideras una
creencia, sino una evidencia con la que te identificas.
Esta ilusión perpetúa la percepción pues no hay conciencia de la necesidad de
su corrección. Expresado de otro modo: la mente que debe corregirse a sí
misma no es consciente de que en ella está el origen del problema. No sabe
que su medicina es modificar su visión hasta acercarla a la visión de Dios.
Identifica cuál es «tu peor pensamiento» sobre ti mismo, tu programación
más negativa y limitadora. Retírale todo el valor que le has dado. Acepta la
oportunidad de transmutarla en un pensamiento creativo.
Puesto que yo soy el pensador que pensó el peor de mis pensamientos,
también soy el pensador que decide corregirlo

Sustituye todos los pensamientos que te causan sufrimiento. En realidad, es
uno sólo aunque las formas de expresarlo son muchas.

Los apegos, las creencias limitadoras y los miedos son programaciones que
manipulan la mente desestructurada. Existen en el ámbito mental aunque tú
creas que su naturaleza es real. Deja pues de darles valor en tu pensamiento y
date cuenta de que son incompatibles con tu felicidad.

¿Cómo ser consciente de tus ataduras? Observa tus pensamientos recurrentes.
Sostén la luz en tu interior. La observación no reactiva revelará las ideas que
controlan tu mente. La acción reiterada crea la repetición de resultados,
observa lo que obtienes una y otra vez porque detrás hay una programación
que desactivar

Asumir hoy la responsabilidad del resto de toda una vida es demasiado para
la paz interior de este momento. Arrastrar la carga del pasado es un lastre
demasiado pesado para poder avanzar.

Con lavar los platos del día basta, dejemos los de mañana para mañana, y
olvidemos también cuántos lavamos ayer. No tiene sentido tratar de hacer del
pasado algo «mejor» de lo que fue. Si conoces el propósito de tu vida y te
comprometes con él, no es preciso nada más.

Las personas satisfechas viven con intensidad el momento presente, les
agrada ser quienes son y lo que hacen. Para ellas, las pequeñas dificultades
diarias nunca eclipsan el sentimiento de dicha que supone estar aquí y ahora.
Se saben «eternos» y por ello no les entristecen ni preocupan los carteles de
«pasado» y «futuro». Viven con la despreocupación que les absuelve de toda
culpa y despoja del temor. Saben que la paz interior sólo puede hallarse en el
momento presente porque ese es el instante que habita Dios.

Si te sientes preocupado y agitado significa que sufres un «empacho de
futuro». Si, por el contrario, te sientes culpable, deprimido, lleno de rencor
significa que sufres un «empacho de pasado». En ambos casos vives ausente
del momento presente, el único en el que puedes hallar la paz interior.

La paz es posible cuando te adhieres a lo verdadero y dejas de buscar en la
pasarela del tiempo lo que éste no puede brindarte. Al regresar a tu centro

recuperas la posición que nunca debiste abandonar.

Prueba esto: deja a un lado tus necesidades y observa la libertad que sentirías
si desapareciera la lista de exigencias del ego. Y repite para ti mismo aún en
la peor de las circunstancias: «Incluso en esta situación, elijo sentirme en
paz».

«Hay cosas que no podemos cambiar en el mundo. Algunas de ellas
nos hacen sentir mal, pero siempre es posible sentir paz interior en
las peores circunstancias porque la paz es una elección ante una
experiencia exterior.»

Sabe que en el caos hay un orden implícito capaz de regenerar cualquier
situación aparentemente destructiva y, sin embargo, para tu salvación.
Practica la independencia interior, la aceptación de lo que es, y la no
resistencia a lo que la vida te ofrece en cada momento. Y, paradójicamente,
todo lo obtendrás.

CINCO

Las buenas preguntas me ayudan a
despertar

Las preguntas son poderosas, te sacuden, actúan como un despertador… Tal
vez te incomoden pero ¿cómo podrías desear obtener respuestas si antes no
formulaste una pregunta? Una vez que las expresas, la vida se mueve para
ofrecerte respuestas. Acostúmbrate a trabajar con preguntas y a hacerlas
«flotar»; es decir, a sostenerlas en tu campo vibratorio personal.
Atraerás una respuesta inspirada cuándo y donde menos lo esperes. Quizás
pienses que oírla será difícil; no obstante, elaborar la respuesta no es tarea
que a ti te corresponda. Las soluciones a tus problemas no pueden tener
ninguna dificultad por el hecho de que se activan un instante antes de que tú
las solicites. Si te sientes insatisfecho sin saber cuál es la razón, recuerda qué
pensaste con anterioridad que te hizo sentir así.
En realidad, todos los estados de ánimo son resultado de esta única elección:
«Qué deseo experimentar en este momento, ¿paz o conflicto?, ¿amor o
temor?». La elección siempre te corresponde a ti, puede que tu indecisión la
retrase pero no puede evitar que la tomes
La idea de que «no sabes» no tiene sentido; di más bien que no recuerdas.
Una pregunta es la formulación de tu deseo de recordar. Al formularte una
pregunta no puedes albergar ninguna duda ya que una duda sólo puede

llevarte a otra duda; es decir, a perderte en la irrealidad de tus temores.
Confía en que tu alma «recordará» lo que ya sabe cuando sea preciso. El
medio a través del cual recibas ese «recuerdo» no está en tu mano definirlo y
tratar de hacerlo carece de importancia.

No hay graduación en el sueño: o estás despierto o estás dormido. Tampoco
hay diferencias en el tamaño de tus ilusiones, todas son iguales. Tu deseo de
paz es lo único que puede hacerse real; mejor dicho, conducirte por fin a la
realidad. Para percibirla es necesaria tu firme decisión de dejar de ver tus
ilusiones. Saber lo que ya no quieres es muy esclarecedor.

Por el contrario, tus deseos de conflicto sólo pueden mantenerte dormido.
Pero si crees que es posible diferenciar los sueños entre buenos y malos, es
que aún sigues dormido creyéndote despierto.

Un día ya no podrás elegir entre un sueño u otro; esto es, entre opciones que
no existen; sino más bien, entre despertar o seguir dormido. Ese día soñarás
que tu mayor anhelo es estar despierto y en ese momento morirá tu pesadilla
–ya no creerás en ella– y tú nacerás a una nueva realidad.

Formúlate preguntas y provocarás respuestas creativas aquí y allá, en todas
partes

Renuncia a soluciones forzadas y deja a lo creativo que haga su trabajo.
Formúlate preguntas y deja que éstas te acompañen durante el día. Dales el
tiempo de tu presencia y el espacio de tu silencio. Más pronto que tarde,
llegarán a ti respuestas del modo menos pensado y en el momento más
inesperado. Tanto es así que las llamarás «casualidades». También es posible
que te parezcan demasiado simples como para tener algún sentido dentro de
tu complejo problema.

Comprende que una respuesta compleja sólo contribuiría a la supuesta
complejidad del problema. Y eso lo haría más grande. Hacer «flotar» las
preguntas crea una nueva situación que la inteligencia reactiva del cosmos
corresponde elevándote al nivel de conocimiento que precisas. No temas ser
incapaz de dar con la respuesta, si puedes formular una pregunta, hay una
revelación para ti. De hecho, todo lo que necesitas saber ya te ha sido
mostrado con anterioridad bajo diferentes apariencias.

Haz tu pregunta y deshaz todas tus respuestas preconcebidas: las que crees
posibles y las que crees «imposibles». Cuando reconozcas tu respuesta,
considera si en realidad no la negaste antes porque no era de tu completo
agrado. Lo que cuenta no es el tiempo que te tomó recibirla sino los cambios
sufridos para aceptarla como tal. Ahora bien, es imposible que una pregunta
expresada desde el conflicto tenga una respuesta que conduzca a la paz, pues
en sí mismo el conflicto sólo desea extender su dolor.

Las propuestas del ego suelen ser las menos creativas, pues se repiten una y
otra vez, y encierran el deseo de no saber. Cuando formules tus preguntas y
entregues tu problema con confianza, la respuesta será inspirada y acorde con
esa vibración. Lo opuesto a la confianza, la duda, es todo lo que te separa de
lo que tú mismo has establecido para ti. Quisiera que vieras que detrás de
toda emoción hay un pensamiento que le da vida.

De hecho, las emociones no dejan de ser «pensamientos del corazón» y la
emotividad el tono del diálogo interior. Reconoces las emociones pero no
«ves» el pensamiento que las sostiene y entonces piensas que no guardan
relación alguna e incluso que las emociones tienen «vida propia». Pero ni se
producen al margen de tus pensamientos y creencias, ni ningún sentimiento
es objetivamente «cierto» por completo.

Prueba esto: elabora una lista con todo aquello que influye en tu estado de
ánimo. Establece dos columnas: a la primera, llámale «Lo que Dios no habría
pensado»; y a la segunda, «Pensamientos que comparto con Dios». Anota tus
pensamientos más repetitivos. Pregúntate por su efecto en tu estado de ánimo
y en cómo te apoyan o te perjudican en tu vida.

¿Reflejan tus miedos?

¿O lo que tú temes no ha tenido lugar más que en tu asustada creación?

¿Cuál de las dos listas es más larga? Si el dolor supera el amor, repasa tu lista
porque con seguridad olvidas algo importante. Las razones obvias con
frecuencia suelen ser las más valiosas. Imagina que, de pronto, no disfrutaras
de cuánto has conseguido, ¿con cuánto anhelo lo desearías entonces?
Alcanzar lo que deseas se llama éxito, disfrutar lo que ya lograste con
anterioridad se llama felicidad.

¿Has anotado causas que no dependen de ti? Si es así, recuerda que tu paz
interior depende nada más que de ti mismo y no de lo que ocurra, deje de
ocurrir, o hagan los demás. Debes saber que ceder la responsabilidad de
cómo te sientes a los demás es entregarles el control de tu estado emocional

¿Tu felicidad está condicionada a la obtención de logros? Supongo que sabes
que la felicidad no depende de lo que consigas durante tu estancia en el
planeta sino de que aprecies las cosas simples y valiosas que cada momento
te ofrece.

¿Tus estados de alegría son breves? Si la respuesta es sí, entonces harías bien
en revisar aquellos pensamientos que crean ese vaivén en el ánimo. Si tus
alegrías gravitan en torno a satisfacciones pasajeras, también será pasajera la
felicidad que te proporcionen.

«Más importantes que las respuestas son las preguntas que nos
formulamos; las preguntas ayudan a despertar y ponen en
movimiento, la energía que abre la conciencia.»

Reconoce tus pensamientos conflictivos más frecuentes. Su repetición
sostenida en el tiempo grabó su vibración en tu campo personal y los
convirtió en creencias en tu mente. Como tú fuiste quien los puso ahí, por esa
misma razón puedes sustituirlos por otros.

SEIS

Nunca fracaso, obtengo resultados
mejorables

Siempre puedes lamentarte porque tu pasado no resultó mejor de lo que
deseaste; pero en ningún caso, te será posible cambiarlo. Tal vez cometiste
errores, o mejor dicho: «resultados» mejorables. En realidad, estuviste
soñando tus faltas nada más; pues nunca fuiste imperfecto, salvo bajo un
decadente modo de contemplarte. Tal como te contempla el amor, declárate
perfecto aún sin conocer el aspecto de la perfección y se excluirán todas tus
supuestas imperfecciones
Los sentimientos de culpa y preocupación se valen de los supuestos pecados
del pasado y del temor a repetirlos en el futuro. El ser que eres no puede
adherirse a una interpretación de separación: correcto e incorrecto, bueno o
malo, error o acierto... sin malentenderse. Cuando entregues tu disminuida
percepción a lo perfecto, podrás llamarla conocimiento; a ese nivel, el error
no se contempla pues nunca ha existido
Cada «resultado» lleva adherida una oportunidad de transformación. Celebra
pues el proceso de aprendizaje llamado «prueba-error» como un medio para
la elevación de tu conciencia y no como el fastidioso juego de los castigos.
No necesitas no equivocarte nunca más, pero sí aprender a corregirte cada
vez que eso ocurra. Entrega tus supuestos errores y renuncia a la malsana
devoción por conservarlos.

Cada vez que declares una sentencia de culpa dirigida hacia ti mismo, o los
demás, ten presente que el Creador nunca os juzgó. Si quieres honrarle, como
Él honra su creación, entrégale todo lo que te hace sentir imperfecto; recuerda
que si respondes a la culpa y la imperfección, estropeas su obra al despojarla
de su inocencia.

Al éxito se llega después de obtener ciertos resultados que algunos llaman
fracasos

En el pasado conocimos ocasionalmente el sufrimiento, su recuerdo está
presente. Su proyección es la reposición de un programa caduco que ya no
tiene interés revisar.

Cuando damos un paso en la dirección que nos corresponde, la inteligencia
del Universo nos apoya, movilizándose para colaborar en nuestro bien más
elevado. Nuestra intención se adecua a la suya y entonces son una. Y lo que
habías esperado, a solas, por fin sucede en su compañía. ¿Cuántas veces
hemos sentido que un milagro nos bendecía? Quizás lo calificamos como un
golpe de suerte, casualidad, pero en el fondo sabíamos que era amor en
acción.

Hoy reconocemos la necesidad de modificar viejos esquemas que han
demostrado su inutilidad para llevarnos a la paz interior.

Descubrimos que un «error» es una respuesta correcta a una pregunta
equivocada. Y que nos extraviamos cuando el sentido de la dirección es
inoportuno para nuestro proceso de aprendizaje. Entonces, el Universo nos lo
hace notar –para que lo corrijamos– mostrándonos un «resultado mejorable»
–llamado comúnmente «error»– y acto seguido nos concede una oportunidad
para corregirlo de inmediato.

A lo largo de la vida, todos hemos cometido «errores» porque nos hacían
falta para seguir avanzando. Personalmente me alegro por haber cometido mi
propia cuota de «resultados mejorables» por lo mucho que me han ayudado a
crecer. Gracias a esta perspectiva compasiva me libro de la carga de la culpa
por lo que hice, o dejé de hacer en el pasado, y del temor a repetirlo en el
futuro.

Es hora de aprender que no existen «errores» ni «fracasos». Tan sólo existen
«resultados mejorables» en un caso, y «abandonos prematuros» en el otro.
Así que si no te gusta lo que obtienes, modifica tu actitud y el mundo que te
rodea se adaptará a ese cambio para ofrecerte algo diferente.

En el tiempo, un «error» no supone una negación, sino un resultado que lleva
adherida la información necesaria para el nuevo intento. Es más un retraso
que una negación. El Universo trabaja con la paradoja y con los caminos
lentos y zigzagueantes. Ten siempre presente que vivimos en un planeta de
gente perfecta, creyéndose imperfecta, volviendo a la perfección.

Si atacas los errores de tu semejante es que estás renunciando a su corrección
en ti mismo. Al negar la oportunidad que suponen, tanto para quien cree
verlos como para quién cree cometerlos, el efecto se pierde.

En realidad, buscas en sus errores los tuyos propios. Si no hubieses creído en
tu imperfección porque los cometiste no caerías en la falta de buscar la suya.
Sólo podrás aceptar tus errores cuando los suyos no te parezcan inaceptables.

«No existen los fracasos, sólo abandonos prematuros. Un error es el
espacio de tiempo entre un resultado y el siguiente: el del éxito. Por
eso nunca fracaso, sino que descarto modos de “no hacerlo”.»

Entonces, cuando percibas la irrealidad de toda falta, podrás librarte tú
también de tu imperfección. En ese instante de lucidez, ambos ingresaréis en
el estado de inocencia que nunca debisteis abandonar.

SIETE

Siempre puedo elegir ver las cosas de otro
modo

Las creencias te impiden aceptar nada que no esté de acuerdo con ellas, de tal
modo que «ves lo que eliges ver». Tanto es así, que llegas a ser «pensado»
por tus creencias. Y entonces, lejos de usar tus creencias pasas a ser «usado»
por ellas. Es decir, no utilizas tu mente como un instrumento a tu servicio
sino que tú eres «utilizado» por ella.
¿Ves por qué puede parecer que las cosas suceden en lugar de hacer que
sucedan?
Cuando las cosas no concuerden con lo que esperabas de ellas, repite para ti
mismo: «Puedo elegir ver las cosas de otro modo». No te quejes de lo que
ves, pregúntate por qué decidiste verlo alguna vez y después elige no verlo.
La auto corrección es tu función y tu práctica espiritual. Influyes en tu
entorno no planteando exigencias, sino manteniendo tu independencia de él.
Cada vez que te sientas en conflicto, considera qué elección equivocada te
condujo a la agitación. No le eches la culpa al mundo, ni a los otros, por lo
que elegiste; o mejor dicho, por no elegir experimentar la paz.
Mantener una visión inadecuada significa un retraso en el proceso de
aprendizaje; pues tarde o temprano, volverá a plantearse la misma situación
bajo una apariencia distinta hasta que sea vista bajo la mirada del amor. Con

frecuencia, buscarás la confirmación de tu ilusión en los demás y en ese
sueño colectivo harás aún más grande tu ficción.

Cuando, por fin, te decides a contemplar a tus semejantes sin hacerles pasar
por el filtro de tus moldes preconcebidos, entonces la distancia entre un
corazón y otro se anula. Y todas las consecuencias de aquella decisión
equivocada se disuelven. Puedes verles de verdad; y descubrir que tu visión
anterior era sólo una interpretación. El restablecimiento de vuestra estrecha
vinculación va a producirse con certeza, lo único que está en juego es el
momento en que se produce.

Cuando consideres un ataque como una petición desesperada de amor, te
librarás del dolor que supone participar en el juego del ego, donde alguien
debe perder para que otro pueda ganar. Pero ni el mundo es un campo de
batalla, ni nosotros guerreros en una contienda interminable donde es
necesario resolver una ganancia o una pérdida. Si les niegas algo, es a ti
mismo a quien privas.

Si inicias el juego de la pérdida, tarde o temprano te tocará jugar a perder. Si
piensas que puedes perderlo, es que nunca fue tuyo en realidad. Y es cierto
que lo que no te pertenece acabará por irse de tu lado. Concretamente, en tus
relaciones, no deberías querer estar con la persona que no te corresponde.
Insistir os privaría a ambos de una relación mejor

¿En cuál de mis pensamientos elegí sentir el conflicto en lugar de la paz?

Cada vez que experimentas el conflicto es porque tu visión está alejada de la
forma que tiene tu creador de contemplarte a ti y a la situación. Sabe que todo
lo que parece sucederte fue antes un pedido en tu mente y por esa razón
concedido de inmediato. ¿O permitir que un pensamiento ocupe tu mente no
es un pedido en firme? ¿O verbalizarlo no es emitir un decreto?

Tu único problema con la realidad consiste en creer que es real por sí misma,
al margen de ti. Abandonar tus ilusiones va a requerir de tu parte un salto a
un nuevo nivel de conciencia. Esto puede parecer difícil pero te aseguro que
no darlo no tardará en convertir la situación en insoportable. Toma el
compromiso de llevar paz a todo lo que emprendas y la recibirás de vuelta. Y
entonces, lejos de alentar el conflicto, extenderás la paz a tu alrededor

¿Cuándo una percepción es errónea?, cuando nace del deseo de algo distinto
a lo que se te ofrece. ¿Cómo saberlo?, reconociendo el sufrimiento que
conlleva. ¿Cómo corregirla?, añadiendo amor a todo pensamiento que
carezca de él. Puedes erradicar un pensamiento negativo sustituyéndolo de
inmediato por otro elevado. Sencillo pero no fácil. El método es la disciplina.

Tal vez, desearías un remedio mucho más complejo y sofisticado, además de
relajado, pero eso no entra en lo posible. La necesidad de una solución
compleja sólo alimentaría la ilusión de que es posible un problema difícil.

En realidad, todas las elecciones se reducen a ésta: amor o temor. En su
versión práctica: paz o conflicto. Absolutamente todas son una versión
disfrazada de esta decisión. El sufrimiento no puede existir sin ti, ni al
margen de tu visión, ni adherido a las situaciones, ya que precisa de tu
necesaria complicidad. Al admitirlo, lamentarás la inutilidad del dolor
pasado, pero también puedes alegrarte por los efectos de esta nueva visión en
lo sucesivo.

No te decepciones porque el mundo no se adapte a tus expectativas; por el
contrario, debes alegrarte de poder acomodar tus intenciones a la suya. No es
preciso que sacrifiques nada salvo la creencia en tu supuesta imperfección.

Es imposible mantenerse presente en el aquí y ahora y, a la vez, albergar una
actitud de resistencia y reacción a lo que es. Abandona la necesidad de tener
razón, de forzar el cómo y el cuándo, y entonces tanto el momento como el
modo se mostrarán impecables, más allá de lo que tú habrías sido capaz de
concebir por tus propios medios.

Ahora sabes que no es el mundo lo que vinimos a cambiar, sino a nosotros
mismos. Y sin embargo, nuestra transformación modifica el mundo ya que
éste es lo que todos hacemos de él.

«Siempre puedo elegir ver las cosas diferente. Cada vez que me
sienta mal recordaré qué elegí pensar que me provoca ese
sentimiento negativo. Y en ese mismo momento, me recordaré que
puedo elegir sentirme en paz.»

Puesto que la sanación del mundo empieza en la mente que lo observa, elige
cómo vas a contemplarlo. Cada progreso individual, por pequeño que sea,
tiene un gran impacto en la conciencia compartida. Tal vez hoy no aprecies la
importancia de esa sutil contribución a la conciencia colectiva, pero el alma
atesora cada una de sus elecciones consciente de su participación en un plan
superior.

OCHO

Hoy me siento alegre por todo y por
nada

No hay un lugar más interesante en todo el Universo que el que tú ocupas,
nada en él más sagrado y valioso que un alma. Siempre estás a salvo,
apoyado por la inteligencia infinita del amor, incluso en los momentos
difíciles en los que creíste ciegamente en el miedo. Fue precisamente esa
creencia en el miedo lo que te inhabilitó para manifestar tus deseos.
Sin embargo, la visión que compartes con tu Creador carece de temor pues es
posible que inventes tu imperfección, pero sus pensamientos no pueden
reconocer lo que Él no ha creado y, por tanto, no existe.
Preocuparte encapsula el problema, sostiene la baja vibración de la ilusión, y
te impide elevarte al plano de la solución. Eliges soñar un problema y cuando
te cansas de él inventas otro: cambias unos sueños por otros pero lo que no
cambia es seguir dormido. Y así vas de uno a otro, y consientes una lucha de
ilusiones que rivalizan en tu mente por un instante de atención.
Una ilusión sólo puede luchar con otra ilusión, pero nunca con la verdad
porque la verdad no reconoce enemigos por la razón de que no existe nada
opuesto a ella.
Establece, como tu principal objetivo, dejar atrás tu increíble sistema de
ilusiones como paso previo a comprender que el mundo que respaldan no

existe. Iniciarás un proceso en el que el tiempo se adecuará a tus necesidades
ya que éste es un instrumento para el aprendizaje. Hay muchos modos de
ahorrar tiempo pero aceptarlos requiere un mayor esfuerzo en la instrucción.
Tú decides la velocidad en función de tu predisposición a soportar el dolor
que conlleva descubrir que lo que creíste verdad, ya no lo es.

Nada puedes saber del nuevo nivel de conciencia que se te abrirá; por el
momento, basta con declararlo posible y preferible a lo conocido. Lo más
importante de tu actual nivel de comprensión es su apertura y disposición a
entregar tus ilusiones. No algunas, sino todas. No sugiero pasar a buscar la
verdad, sino olvidarte de las ilusiones que te impiden verla.

Las experiencias han sido ajustadas por nuestras expectativas, de modo que
aun siendo irreales parecen convincentemente reales. En esto consiste el
juego de las ilusiones. Pero en la naturaleza no existe la tristeza, así que ésta
debe tratarse de una confusión de la mente humana

No existe nada real fuera de la mente humana que pueda llamarse tristeza

La tristeza es la creencia de que un error debe ser castigado pero no
corregido. La tristeza es ese castigo. Una vez que te lo has impuesto, no
puedes dejar de proyectar tu tristeza y convertir tu enfermedad en la del
mundo.

La insatisfacción es el resultado de una desacertada comparación. De la
reacción a una visión desesperanzada. A menudo, antepones la necesidad de
tener razón a la necesidad de sentirte en paz. Prueba a preguntarte: «¿Qué
prefiero: tener razón a costa del conflicto, o ser feliz sin ella?».

Estamos tan obsesionados en construir una vida «perfecta» que nos
olvidamos de si será capaz de proporcionarnos paz. Nos sumergimos en un
proceso de búsqueda de reconocimiento o satisfacciones pasajeras que nos
olvidamos de preguntarnos si todo esto satisface nuestra alma o si, por el
contrario, la adjudica en subasta.

Tarde o temprano, como las cosas o las personas no siempre se ajustarán a
nuestras expectativas, sentiremos la decepción una y otra vez…
lamentándonos de que todo es inútil después de tanto esfuerzo, y sin

comprender que la paz interior no es el resultado del esfuerzo sino del
abandono de la fuerza.

Si observásemos nuestros deseos con desapego, descubriríamos que algunos
de ellos son incompatibles entre sí; o aún peor, contradicen nuestros valores
personales. Tal vez se trate de los deseos de otros pero en absoluto de los
nuestros puesto que no tienen el poder de hacernos felices.

Entrega todos tus deseos a la luz para descubrir cuáles son auténticos. No
olvides que la inteligencia infinita del amor te creó y por ello conoce bien tus
verdaderos deseos del corazón.

No te lamentes porque no has encontrado la felicidad después de infructuosos
trabajos; más bien reconoce que has buscado donde no estaba o que has
malentendido su significado. Esa sensación de carencia no sólo contradice la
perfección de la creación entera, sino que también te hace presuntuoso al
pensar que tu «creación» sería mejor.

«Doy gracias por este nuevo día de mi vida. Y vivo mi jornada con
agradecimiento por todo lo que deseé y ya disfruto. Y por todo lo
que no deseo y, gracias a Dios, no está en mi vida.»

Prueba a deshacer los obstáculos que tú mismo levantaste alrededor de la
felicidad y la encontrarás. Tu paz interior, la ausencia de conflicto, no se
sostiene en nada, ni en nadie. No al menos esa sensación que te hace sentirte
en paz y agradecido por todo y por nada al mismo tiempo.

NUEVE

Extiendo la paz y la alegría a todo lo que me
concierne

Enseña aquello que quieres aprender para conocer su significado real. Te
preguntarás cómo es posible enseñar algo que no sabes. Aprender es un modo
de recordar; por eso al enseñar simplemente refrescas tu memoria. Si deseas
la paz, compártela como un medio de extenderla. Lleva la paz allí donde estés
hasta que envuelva todos tus problemas. Entrégaselos al amor para que te
esclarezca en tu indecisión.
No trates de inventar la manera en que se resolverán pues en tu mente no está
su solución, tan sólo entrégaselos a la inteligencia del Universo para que te
muestre cómo y cuándo. El problema dejará de existir, ya que al desaparecer
tus exigencias sobre qué forma debería adoptar la solución, ésta se
manifestará con claridad. Cuando cambiamos nuestra percepción de los
acontecimientos, todo lo que no encaja con esa nueva visión prescribe en
concordancia. En otras palabras, cuando eliges darle otro sentido al mundo
que ves, éste adquiere entonces otro sentido ante tus ojos.
Vive la vida sin resistencias para que te transforme y suavice como ser
humano. Escucha el problema, permítele que le hable a tu corazón y no al
ego. Obsérvalo sin adherirte a él. No eres tu problema, sólo lo has convocado.
Si eres capaz de desapegarte, ninguna otra cosa puede mantenerlo vigente; y
entonces, nada más te es necesario para alcanzar la paz interior.

Temor es la ausencia absoluta de amor

Sin más demora, descubrirás que en realidad el problema nunca existió de la
manera que pensabas, pues en él sólo la necesidad de tu transformación era
real. Aceptar esta verdad es tu práctica espiritual. De nuevo, te recordaré que
la tarea de corrección te corresponde únicamente a ti ya que eres tú quien lo
sostiene. Sabe que tus conflictos interiores se extienden a cómo te percibes, a
los demás, y al mundo.

Tal vez desearías que alguien solucionase todos tus problemas pero lo que te
propongo es más inmediato: comprende que en realidad el problema está en
el rechazo y la resistencia. Vives situaciones insoportables porque las has
hecho soportables debido a tu creencia en el sufrimiento.

Lo desolador es que la ignorancia no se advierte a sí misma y por ello se
proyecta degradando cuanto es incapaz de comprender. El efecto se confunde
con la causa y entonces la medicina se aplica al síntoma pero no a la
enfermedad. Mientras no identifiques las causas no podrás librarte de los
efectos que reaparecerán una y otra vez bajo otra forma. ¿Com-prendes por
qué darle credibilidad a tu propia ilusión sólo la hace mayor?

Somos lamas evolucionando a la «velocidad del amor» en un momento lleno
de cambios globales generados desde transformaciones de conciencias
individuales. Nunca antes como ahora tuvimos a nuestra disposición tantas
oportunidades para evolucionar espiritualmente. Cada vez más personas
abren su conciencia y eso tiene su reflejo en la conciencia compartida que
incorpora cada minúsculo progreso individual al grupal. Este efecto de abajo
a arriba provoca a su vez un efecto de arriba a abajo que hace que las
personas dispuestas a la apertura la consigan con mayor facilidad que las que
le precedieron.

Tal vez, aún no comprendemos nuestra auténtica dimensión espiritual, pero sí
intuimos una altura ajustada a nuestra talla de auténticos gigantes en
conocimiento.

Epícteto escribió: «La uva verde, la uva madura, la uva pasa, todo es cambio,
pero no para dejar de ser, sino para que llegue a ser lo que todavía no es». Y
W. Shakespeare expresó: «Sabemos lo que somos pero no lo que podemos

llegar a ser»

« Mi función no es cambiar el mundo sino llevar la paz allí donde
me halle. Eso ya es modificar el mundo de algún modo. Cada vez
que elijo el conflicto, me olvido de mi propósito de extender el
amor.»

Ese potencial ya existe en el campo de las posibilidades como una intención
deseando hacerse real. Así es la vida, en lo más íntimo ya somos quienes en
un día nos convertiremos, albergamos el sueño completo en el corazón,
poseemos las cualidades que admiramos y tanto deseamos desarrollar...
Nuestro viaje parte del origen para regresar al origen. En él, no cuentan el
tiempo, ni la distancia, ni la velocidad, sólo la dirección hacia el amor.

DIEZ

Mis preocupaciones son un autoataque
encubierto

Asuntos, un día importantes, pasan al olvido al poco tiempo. Lo urgente
pierde prioridad por la demora. ¿Sucedieron realmente aquellas cosas que te
preocuparon? La gran mayoría de las veces, no. Prueba a formularte esta
sencilla pregunta: «¿Alguien va a acordarse de esto en unas pocas semanas?».
Si nadie va a hacerlo, adelántate el trabajo de olvidarlo.
Resulta asombroso descubrir cuánto tiempo le dedicamos a los problemas, no
para darles una solución, sino para recrear el conflicto una y otra vez, como si
columpiarnos en él pudiera arreglar las cosas.
Examinar lo temido, una y otra vez, es entregarle el tiempo y la credibilidad
que nunca ha tenido pero que necesita para parecer real.
Identifica tus preocupaciones, obsérvalas con distancia, comprenderás que no
son en absoluto «tú». Son más bien el filtro mental con el que eliges ver tus
experiencias. He de decirte que tu preocupación es tan irreal como tu
problema. De hecho proyectas en el mundo los conflictos que no has sanado
en ti. Con cada acusación aludes a ti, en cada condena te culpabilizas, y en
todo ataque te castigas a ti mismo. Sin duda, todo te lo haces a ti mismo,
nadie más que tú te puede vencer. Cuando reconozcas que la preocupación es
un ataque dirigido a ti, dejarás de lastimarte de esa manera.

Con probabilidad, tuviste un insensato instante en que te percibiste un ser
débil y abandonado a su suerte. Esa vulnerabilidad es el resultado de tu
creencia en la separación. La combinación de ambas ideas te condujo a
proyectar lo que antes tú te hiciste a ti mismo. Te atacaste y entonces atacaste
al mundo multiplicando el dolor. Ya sabemos cuánto empequeñece el temor,
cuánto debilita la duda, cuántas veces te impidió crear tu vida. La
desconfianza se cuela por la brecha que hay entre dos instantes de presencia
de tu ser. Como el temor y la duda no existen en la mente de Dios, darles
credibilidad significa alejar tu mente de la suya y dejar de compartir sus
pensamientos.

Es inevitable experimentar situaciones que nos desagradan, pero también es
cierto que tenemos la opción de reinterpretarlas de un modo distinto. Desde
luego, no es posible sentirse feliz bajo ciertas circunstancias, pero sin duda
siempre podemos mantener la paz interior. En ello reside nuestra inmutable
capacidad de elección.

La alternativa a la preocupación ya la conocemos y no dio ningún resultado.
Abandonarse a la lamentación nunca mejoró las cosas, sólo las complicó más.
Se trata más bien de una compulsiva adicción al sufrimiento y a un increíble
«placer» por sentirse infeliz

Los problemas nos hacen crecer, pero las preocupaciones nos empequeñecen

Si te sientes infeliz porque tienes algún problema por resolver, te engañas
pensado en una vida libre de ellos, porque una vez solucionado, afrontarás
con seguridad otros nuevos. Las personas que se sienten felices no afrontan
menos problemas que quienes se sienten insatisfechas, la única diferencia
entre ambos grupos de personas consiste en su visión de las cosas. Así es la
vida, no importa el problema sino la actitud al afrontarlo; de hecho,
simplemente canjeamos unas dificultades por otras.

En el trabajo recibimos un sueldo por solucionar problemas, y es gracias a
ellos que tenemos un empleo que pone a prueba nuestra capacidad y recursos.
Sin problemas no necesitarían emplear a quien los resolviera y entonces nos
quedaríamos sin ocupación. En la escuela de la vida ocurre lo mismo, se nos
proporciona un sinfín de oportunidades –a las que llamamos problemas– para
despertar nuestras capacidades, elevar nuestros límites, y sacar lo mejor de

nosotros.

La vida está llena de auténticas oportunidades de aprendizaje disfrazadas de
problemas. Tus dificultades son la lupa de tus facultades.

Todo problema puede resolverse al llevarlo al amor. De hecho, todos son
versiones del mismo problema y todas las soluciones son versiones de la
misma solución. Crees afrontar muchos conflictos en la vida pero todos son
uno y, por cierto, es contigo mismo. Aceptarlo puede enojarte, pero más
adelante celebrarás, por fin, que las cosas empiecen a aclararse dentro de ti.

Las supuestas limitaciones nunca fueron verdad, sólo representaban la
manifestación de ciertos miedos. Cuanto más tiempo mantenemos vigentes
nuestros temores, más creíble parece su ilusión. Y entonces ya no hay
diferencia entre lo que experimentamos y lo que creemos.

Mantener falsas percepciones requiere un esfuerzo considerable por la razón
de que no existen. Lo irreal necesita un entorno de irrealidad pues si dejas de
alimentarlo se desvanece. Lo grotesco de lo irreal es la imposibilidad de
llevarlo al amor salvo deshaciéndolo en la mente. Cuando elijas ver desde la
verdad, será esta visión la que te sostenga a ti sin esfuerzo alguno de tu parte.
Por paradójico que pueda parecer, el temor no te protege; bien al contrario, te
mantiene atado a aquello de lo que deseas librarte. No es una contradicción,
ni una locura, es el modo paradójico en que actúa el Universo.

Cuando te afirmas en lo que puedes y no puedes conseguir, sólo estás
reforzando el pronóstico de lo que va, o no va, a ocurrir en tu vida. No le des
credibilidad a tus supuestos límites, no los defiendas para evitar descubrir qué
hay más allá de su ilusión. Crees en un mundo de limitaciones y como te
identificas con lo material, te adjudicas los límites que ves en él. Pero por
naturaleza careces de todo límite.

Recupera tu poder y prueba a vivir una jornada en la no-limitación,
sosteniendo en todo momento no percibir ninguna carencia.

«Como una defensa no es más que un ataque encubierto, cada vez
que me escudo en la preocupación estoy, en realidad, atacándome a
mí mismo con el arma defensiva del temor.»

Tu supuesta limitación es una falta de amor hacia ti mismo, un ataque
enmascarado. Es una creencia irracional que no significa nada. En el instante
en que reconozcas los efectos desastrosos de tus supuestos límites y decidas
retirarles el valor que un día les otorgaste, te vislumbrarás como un ser
perfecto e ilimitado.

ONCE

Ante todo, elijo aplicar el perdón con
alegría

La culpa es la estratagema preferida del ego; según sea el control que ejerce
el ego, mayor será su fascinación por la culpa. El dolor del pasado, y el uso
que el ego hace de él, es el arma que tú pusiste en sus manos para castigarte.
De tal modo, la culpabilidad actúa como una goma de borrar sobre la
inocencia con la que llegaste al mundo. Y sin embargo, no existe un
sentimiento tan inútil como la culpa
Toda culpa lleva implícita una falta y la necesidad de una condena apropiada.
La culpa exige castigo. Otras veces, el ego utiliza la idea absurda del
«sacrificio» que consiste en negarse a uno mismo utilizando a los demás.
Sacrificarte es entender mal un acto de amor incondicional el cual, por su
naturaleza, nunca puede sugerir sacrificio. Prodigar amor no puede suponer
pérdida alguna para ninguno de los implicados, ya que el amor no contempla
el sacrificio.
Lo único que se te pide «sacrificar» es lo que carece de significado para que
al fin lo encuentres; es decir, que desistas de una vez y «sacrifiques» tus
viejos sueños de dolor a los que has estado abrazado tanto tiempo
Si no aceptas tu inocencia, estás negando la de los demás. Si les ves
culpables, es obligado que termines viéndote a ti también como tal. Si crees


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