Ruta a Yavi. Actual territorio argentino colindante con Villazón, provincia Modesto Omiste - Bolivia Foto: Dirección de Turismo- Yavi Foto: MECH
Carruaje del Marqués de Tojo. Luce en el museo de Yavi. Pueblo de Yavi. En este territorio se hacía engordar el ganado durante ocho meses para abastecer a las minas de Chichas. Foto: Dirección de Turismo- Yavi Foto: Dirección de Turismo- Yavi
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 103 - Pablo remozó la hacienda de Yavi, su estancia de San Francisco de Acaite, que es donde vivía, Ciénaga y Guajra, que se hallaba en Humahuaca, con una superficie de 12.500 hectáreas. Durante su administración impidió que los indios fueran a la mita, arguyendo que serían útiles en el trabajo de esas tierras, desde la cría invernada de mulas, el engorde de ganado vacuno, hasta la siembra de trigo y cebada. Toda la producción de la agricultura, de carne, charque y tejido era fuente de abastecimiento de las minas de Chichas. Pablo Bernárdez de Obando se casó con Ana María Mogollón Orosco y heredó las propiedades de su padre en 1669. El abastecimiento de mano de obra para la labranza de las tierras lo proporcionaba su tío, Juan Ochoa de Zárate, quien se auxiliaba con los originarios de Sococha, ubicada a 25 kilómetros de Yavi. Sococha, que actualmente es parte de la provincia Modesto Omiste, siempre tuvo una conexión natural con el norte argentino, en ese entonces su población dependía del curato de Humahuaca y los indios asistían a la iglesia de esa jurisdicción. El reducido trayecto con la estancia de Yavi, tres leguas, promovió la subordinación del corregidor de 1652, Francisco de la Peña a la familia de terratenientes Obando. Bernárdez de Obando, murió en 1676 y heredó sus bienes a su primogénita y a su viuda, Ana María Mogollón, quien le hizo casar forzosamente a su hija, Juana Clemencia, de trece años, ella molesta por esa situación confesó haber llegado a su matrimonio, obligada por su madre y su abuelo materno123. La adolescente Juana Clemencia falleció en su alumbramiento, dejando sus bienes y propiedades a su viudo, Juan José Campero de Herrera. Éste se casó en segundas nupcias, con su reciente herencia adquirió el título de Marqués de Yavi, el 9 de agosto de 1708, luego de haberse sometido a una probanza de limpieza de sangre, con lo que se podía denominar hidalgo y llevaba el título de “Don”, se convirtió en marqués y sus tierras en marquesado. Lo que se sabe de Pedro Obando de Zárate, hermano de Pablo, es que desempeñó el cargo de corregidor de la Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija en 1630 y al mismo tiempo fue dueño de recua, de modo que era regular que sus burros fueran cargados de correas y costales llevados por arrieros a las minas de Tatasi y Santa Isabel, o al ingenio de Joan Pablo de Guzmán en Lípez, de donde retornaban también cargadas hacia Tarija.124 123 Quezada 2006. p.346. 124 Escobari 2014.p.331
María Elena Chambi Cáceres - 104 - Mojo Otro ejemplo de “composición” en Chichas, es la dotación de tierras que hizo el rey de España en 1570 a Diego de Robles Cornejo, quien presentó su solicitud “en mérito a sus largos servicios en las Cajas Reales de Potosí, cuando fue comisionado a España llevando las cuentas de dichas cajas reales” y el emperador Carlos V ordenó al Virrey Toledo otorgarle las tierras de Caloyo o Simporo en Charcas. Aprovechándose del cargo de tesorero de las cajas reales, Diego de Robles Cornejo arrebató a los nativos la hacienda de Mojo con ganado vacuno y los pueblos de Lonte y Selocha125 (provincia Modesto Omiste) con abundantes chacras de maíz126. Éste era un hombre conocedor de los procesos de explotación de nativos y de la producción agrícola en los valles chicheños, por ello es que en su afán de incrementar la productividad en las tierras que recientemente había adquirido, propuso dotar a los “indios flojos” de bueyes para la agricultura y encontrar mecanismos menos artesanales para el ingreso de trabajadores a las minas. Robles además de apropiarse de Mojo, Lonte y Selocha tenía entre sus bienes un ingenio en Potosí, dos chacras en Oroncota y Simporo (Charcas) con mil ovejas de castilla. Sin embargo, con el transcurso del tiempo y en el ejercicio de sus funciones, éste pasó a destacarse por sus actos de corrupción, que fueron denunciados ante el Virrey Toledo, quien al comprobar los malos manejos y malversación de fondos en las Cajas Reales, le inició un juicio de residencia con 71 cargos en su contra y aunque fue absuelto en algunos de ellos, recibió una condena con el remate de sus bienes y el pago de una multa a ser amortizada durante ocho años. Murió el hombre, heredando sus deudas a su hermana Elena, quien termina de pagarlas.127 125 “Tierras que nos han tomado los españoles contra nuestra voluntad...” Documento de las autoridades indígenas. En Palomeque p.51. 126 ABNB 1674. fs 31. “Las tierras con las que servimos a su Majestad. Siguiente”. “La estancia de Diego de Robles llamada Mojo tiene dos leguas hacia Talina y una hacia Suipacha las cuales tomó Diego de Robles forsiblemente. Ceden el derecho que tienen a Su Magestad. Al Rey” “Las tierras de Lunte y Serucha en el río Grande tiene Diego de Robles las cuales le vendieron” 127 Historia de una hacienda. Alberto Crespo. 1984.p 56-59
Chacra. Lonte y Selocha, codiciados por su abundante producción agrícola. Fueron arrebatadas a los indios por Diego de Robles Cornejo en la colonia. Ingreso a Lonte. Cuando llegaron los españoles estas tierras eran parte de la jurisdicción de Mojo. Foto: MECH Foto: MECH
Claudia Sosa. En toda la región actualmente hay bastante producción de quesos de cabra. Hacienda de Mojo. A esa jurisdicción pertenecía el tambo de Moraya que servía para el descanso y alimentación de pasajeros y animales en la ruta comercial Potosí – Tucumán en la colonia. Foto: MECH Foto: MECH
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 107 - Hacia el 9 de enero de 1597, Pedro de Mendieza, que llegó a ser propietario de la estancia de Mojo, ofertó 10.000 pesos ensayados por estas tierras, con todas las cabezas de ganado vacuno, casas, viviendas, canales y abrevadero, además de “cuatro piezas de esclavos”. En 1606 la hacienda de Mojo fue vendida a Juan Luis Flores de Burgos. Posteriormente pasó a manos del hacendado de Humahuaca, Juan Ochoa de Zárate128, luego lo heredó a Pedro Ochoa de Balda y Zárate. El sostenimiento de la estancia y las chacras que venían consigo les impedía a los españoles detentarla por mucho tiempo, de modo que se la vendieron a Juan de Urzagasti, después a Pedro Sans de Berroa y ulteriormente a Pedro Francisco de Iribarren, minero y miembro de la Compañía de Azogueros de Potosí, quien luego le cedió a su hermano, el cura de Talina, Antonio José de Iribarren, pese al impedimento legal de hacer ese tipo de negocios con sacerdotes.129 El cura de Talina y Josefa de Iribarren, usaron la estancia de Mojo y sus dependencias de Moraya, Lonte y Selocha, para la producción agrícola, valiéndose del trabajo de los nativos chicheños. Moraya era administrado como tambo, donde descansaban los pasajeros, se aprovisionaban de comida y recibían correspondencia. Posteriormente, durante las insurrecciones indígenas del siglo XVIII, esta residencia sirvió como un reducto de las tropas españolas. Sin duda, el oficio de hacendado se multiplicó en Chichas, de modo que otras haciendas importantes en este territorio son las ubicadas en Patirana-Cotagaita; en Buena Vista, Taraxi bajo; Tusquiña, Ayoma Baja, Palca de Flores, Concepción D y San Antonio Alto. 128 Tío abuelo materno de la joven Juana Clemencia, propietaria de las tierras de Yavi. 129 Idem. Libro IV. Título Doze. De la venta, composición y repartimiento de tierras, solares y aguas. Ley x. 1535. “Que las tierras se repartan a descubridores y pobladores y no las puedan vender a eclesiásticos”.
María Elena Chambi Cáceres - 108 - Chacras y pasturas La legislación colonial amparaba a los españoles que querían poseer tierras, estancias, chacras y pasturas, de modo que por orden del rey, los Virreyes y Gobernadores debían dotar terrenos, conminando a los nuevos propietarios a tomar posesión de ellas en el transcurso de tres meses y como primera tarea se les insistía en plantar árboles en una especie de delimitación del territorio obtenido, con la pena de perderlas si es que no se lo hiciera de ese modo.130 En ese marco, la mayor cantidad de tierras en los Chichas fueron tomadas por españoles influyentes que, como se mencionó en páginas anteriores, luego se convirtieron en grandes latifundistas transformando esos terrenos en haciendas, marquesados y condados, no se salvaron de la usurpación los tambos, como el de Calahoyo, que el siglo XVI fue administrado por los indios chichas y desde la época incaica fue tambo real. Las tierras de Calahoyo quedaron en manos de Joan de Cañizares, quien se proveyó de ganado de castilla mayor y menor en 1652. Este territorio fue el punto nodal de las disputas de los Arzobispados de la Plata y Tucumán, ya que sostenían que ese era el principio de su jurisdicción. Diego de Torres tomó Chayasa. Juan Montaño, Salo y Turque131 con chacra, papa y cebada, al mismo tiempo fueron arrebatadas varias chacras de los pueblos de Charaota, Chapaca, Livi Livi, Hasloca, Mitqui, Topihe, Escapana, Taraya, Licllica, Textapa, que aparecen como denuncia de haber sido dadas “Al rey”, en los documentos de las autoridades indígenas, igual que los pastos de Guarmache, Yuquina y Parhue.132 Con ese motivo los mineros españoles se convierten en terratenientes, mientras que los “componedores” de Chichas, José de la Vega Alvarado y Pedro Zores de 130 Congreso de la República del Perú. ALP. De la venta, composición y repartimiento de tierra, solares y aguas. Libro IV. Título Doze. Ley xj. 1536 131 Turque al norte de Palquiza en la provincia Sud Chichas. 132 “Memoria de las tierras adonde se sustentan y poseen los indios del pueblo de San Juan de Talina y pagan las tasas siguientes, en Palomeque.p.50.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 109 - Ulloa, cuyo rol era ubicar las propiedades y verificar que tomen posesión de ellas sus compatriotas, no desperdiciaron su oportunidad de ganar dinero a cualquier costa y asignaron esa labor a los corregidores, caciques o alcaldes sin darles retribución alguna. Sin embargo, el sustento de las haciendas era elevado por los gravámenes de la época, lo cual provocó la venta frecuente de estas propiedades y raras veces permanecían dentro de una misma familia por más de tres generaciones. Para el siglo XVII, cuando las composiciones estaban en su auge, los indios chichas continuaban divididos en tres parcialidades: Talina, Cotagaita y Calcha. Ver cuadros siguientes. Los que vivían en la parcialidad de Talina estaban agrupados en los ayllus de: Yoscaba, Iscaya, Sinsima, ubicados en tierras que abarcan desde La Quiaca hasta Nazareno y cuya labor preponderante era la agricultura y la ganadería, sobresalía la estancia de La Quiaca, que 1652 la ostentaba José de Burgos. A estos ayllus se sumaban los de Yurcuma, Espicaya y Esmoraca. AYLLUS DE LA PARCIALIDAD DE TALINA Padrón de visita realizado por el Marqués de Mansera 1645 Escaya Mana o Nazareno Esmoraca Yurcuma Espicaya o Chacopampa Yoscaba Sinsima CACIQUES E INDIOS PRINCIPALES Cacique Laime Cacique Juan Socpasa Suruvay Felipe Yupanqui Felipe Felipe Gobernador Diego Chuchulamas Andrés Quipildor Diego Espeloca (bisnieto) Lamas Pedro Tastaca Población total de hombres tributarios 100 CURACA Y GOBERNADOR de Talina en 1666 Pedro Churquina VICARIO Y JUEZ ECLESIÁSTICO de Talina en 1652 Juan de Cuevas CURA Y VICARIO de Talina en 1661 Domingo de Lasarte y Ovando A mediados del siglo XVII los indios de Sococha, que no se hallaban satisfechos
María Elena Chambi Cáceres - 110 - en la parcialidad de Talina, donde fueron trasladados para frenar el ingreso de los chiriguanos en el siglo anterior, no aguantaron vivir alejados y retornaron a su lugar de origen indicando que querían gozar de sus tierras y heredad paterna, de modo que se hicieron empadronar como “Valle de Sococha” y en 1745 reclamaron Sagnasti como tierras de su jurisdicción. Gobernador e Indios principales VALLE DE SOCOCHA Padrón de visita realizado por el Marqués de Mansera 1645 Churquina – Gobernador Socpassa Acalla Madrigal Chirica Surubay Total de hombres tributarios 36 AYLLUS DE LA PARCIALIDAD DE COTAGAITA Padrón de visita realizado por el Marqués de Mansera 1645 Caciques e indios principales Tulla Pancori Manasaia Quillaca Zora Arasaia Gobernador Umana Achala Vilcarana Tastaca Siltaba Aisama Población total de hombres tributarios 137 AYLLUS DE LA PARCIALIDAD DE CALCHA Padrón de visita realizado por el Marquéz de Mansera 1645 Caciques e indios principales Ara Espasla Tambalis Mitmiri Chontola Sitomacha Churumata Pacaxis Chilaca Segunda del Gobernador Yelma Gobernador Aco Condori Choque Condori Berquis Población total de hombres tributarios 187
Iglesia de Talina Foto: MECH
Plaza de La Quiaca. Fue una gran estancia de José de Burgos en 1652 Foto: MECH
QUINTA PARTE Oficios de los chichas y relaciones comerciales en la zona
María Elena Chambi Cáceres - 114 - Tributarios chicheños Los oficios que mayoritariamente ejercían los pobladores de los Chichas durante la colonia fueron: mitayos, yanaconas y arrieros. Sobre todo los últimos dos, ya que con el privilegio que tuvieron en determinada época, durante el siglo XVI, el grupo de mitayos era reducido en relación a las otras provincias que enviaban mayor cantidad de indios para esas labores. La actividad de arrieros y yanaconas les permitió tener mayor comunicación entre sus similares de otras poblaciones de los virreinatos de Perú y La Plata, para la construcción de lazos. Tuvo menos ventajas el trabajo en la mita, ya que los indios vivían aislados en los socavones de Potosí, aunque a mediados del siglo XVII tuvieron la posibilidad de escapar hacia Oruro, donde empezaba el auge la minería, y ya no eran sujetados con grilletes para trabajar. Mitayos El XVIII fue un siglo clave, ya que en sus inicios se evidenciaba que el idioma español era practicado de manera relativa por los indios, con lo que asimilaron el funcionamiento del sistema económico, político y social de la colonia. Había una fuerte disminución de masa poblacional indígena e incremento de mestizos mientras que la vigencia de despotismos era cada vez menos sostenible por las mayorías oprimidas. En España, la dinastía de los Habsburgo133 que gobernaba y dominaba América y se caracterizó por una mayor expansión territorial de España, culminó su régimen dando paso a la monarquía de los Borbones134 que corrigió varios aspectos de su 133 Reinado de los Habsburgo, gobernado por Carlos I de España (1516-1556). Felipe II (1556- 1598). Felipe III (1598-1621). Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700) en Wikipedia. 134 Idem. Borbones, caracterizado por el absolutismo y la centralización de España. Gobernó el rey
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 115 - legislación y se adecuó al absolutismo de Francia, con muchos problemas fiscales en su monarquía. En 1718 el Virrey del Perú, Caracciolo intenta abolir la mita, aunque no tiene éxito, pone en marcha otro sistema de pago a los mitayos a través de una orden del Superior Gobierno de Lima, que se dicta el 26 de marzo de 1754, donde establece que los mineros, azogueros adelanten el pago a los mitayos remitiéndoles el efectivo a los corregidores, para que ellos, con la intervención del cura del lugar, le haga constar por certificación que el indio debe dirigirse a Potosí para el trabajo en el cerro rico. Nunca se pudo evidenciar el pago de medio real por legua caminada hasta Potosí para ser mitayo, ni la remuneración justa que estaba instituida en la ley, menos que debían caminar sólo diez leguas desde sus casas. Lo cierto es que mitayos que iban rumbo a Potosí debían congregarse, por orden dada 25 de septiembre de 1771, en un lugar cercano a la Villa Imperial, sin importar que ellos sean nativos de parcialidades alejadas, sólo se les reconocía la cantidad de leguas de los asientos cercanos que los azogueros establecían. Los indios de la provincia Chichas, se concentraban en Santiago de Cotagaita, a 34 leguas de la Imperial Villa, se les debía pagar medio real por cada legua, empero según los cálculos de los azogueros sólo habían 30 leguas hasta Potosí. Era más complicado para los pobladores de Talina, ya que desde ese curato hasta el cerro rico sumaban 60 leguas, por tanto todos los caminantes talineños resultaban debiendo al azoguero por la caminata realizada; como no había alcaldes, veedores, ni otro juez que verifique el cumplimiento de las ordenanzas, las vejaciones era un común denominador en esas instancias. En muchos casos los curas denunciaron esas y otras ilegalidades, pero sólo sirvió para generarles rencillas con los corregidores. De Talina eran ocho mitayos, de Santiago de Cotagaita once y de Calcha seis, todos ellos estaban asignados al ingenio Agua de Castilla de la ribera de Potosí, al concluir sus labores en la mina, eran remunerados no con dinero, porque los azogueros consideraban que lo gastarían en borrachera y sería difícil juntarlos al trabajo, entonces su paga era en coca, charque, maíz y de todas formas, algo de aguardiente.135 Ese panorama nada alentador se extendía, ya que los mitayos repartidos en las Felipe V (1700-1746), Luis I de España en 1724. Fernando VI (1746-1759). Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808). 135 Historia Física y política de la provincia de Potosí. Pedro Ignacio Cañete y Domínguez. P.381 a 384.
María Elena Chambi Cáceres - 116 - minas debían pagar y cumplir obligaciones de los ausentes, huidos y muertos, sobre todo los hermanos, hijos o parientes de éstos. Hecho que si bien fue reformado en su legislación durante el siglo anterior, no se lo cumplía.136 Yanaconas Por otra parte, tras la redistribución de tierras y delimitación de la propiedad agrícola, realizada con las “mercedes de tierra”137 y con el proceso de composición desde el siglo precedente, el mayoritario sector de indios en la colonia era yanacona, que ejercía oficios en torno a la agricultura. O era arriero, dedicado al transporte de mercancías, cosechas u otras cosas en mulas. Los yanaconas eran sujetos que existían en el imperio incaico y tenían el oficio de artesanos, criados del rey y finalmente servidores perpetuos del cacique. Con el régimen hispánico fueron designados desde el siglo XVI como agricultores y empleados en encomiendas y haciendas. Ellos eran quienes labraban y cultivaban las tierras para los hacendados y para algunas comunidades libres. La masiva presencia de yanaconas produjo clasificaciones. Una primera variedad de yanaconas, aquellos que no podían ausentarse, ni pasar a otras chacras y los dueños de las mismas debían darles vestido, doctrina y lo necesario para sus sementeras138, a cambio los indios pagaban las tasas y tributos correspondientes, como asegura Laura Escobari. Los otros yanaconas, eran aquellos que huyeron de la opresión y en algunos casos deambulaban sembrando en las comunidades libres e incluso alquilaban tierras en menor proporción para trabajar en ella bajo propio beneficio y responsabilidad. Es precisamente en el siglo XVII que en Charcas y específicamente en Chichas se expanden las haciendas y chacras, administradas por españoles y en muchos casos por mayordomos o arrenderos. En este tiempo se intensifica la opresión a los indígenas, pues predominaban los yanaconas, ya sean permanentes o estacionales. El yanacona permanente, llamado en Talina “postillón”, era la mano de obra disponible 136 Congreso de la República del Perú. ALP. Libro VI. Título Quinto. De los Tributos y Tasas. Ley xv. 1609. 137 Cuando el rey confería determinado territorio a sus connacionales. 138 Sementera. Acción y efecto de sembrar
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 117 - para todas las faenas agrícolas y servidumbre doméstica en las haciendas, se trataba de indios que dejaron de ser encomendados y recibieron del hacendado un pequeño terreno, a cambio les tocaba ineludiblemente hacer ese trabajo a todos los hombres de cada familia de entre 18 y 50 años. En la mayoría de casos resultaban en deuda con el hacendado, lo que reforzaba su dependencia con él. Y el estacional, era el trabajo temporal de cosecha e incluía servidumbre prestada en la casa de hacienda del patrón, en muchos casos los indios alquilados por un tiempo determinado eran cedidos por sus patrones a otras personas, aunque la ley condenaba aquello. Ese trabajo lo realizaban los indios en distintas haciendas y comunidades libres. En ambos casos, tanto en el permanente como en el estacional, su salario era pagado en especie Aquellos yanaconas que poseían una pequeña parcela para su subsistencia, servían de manera prioritaria al hacendado y luego trabajaban lo suyo. En algunos casos se generaban ausencias durante el proceso de siembra, al comenzar la primavera, entonces en esta temporada los latifundistas contrataban a los yanaconas estacionales, sin embargo, las disposiciones legales amparaban a los españoles, pues indicaba que los indios debían trabajar en un solo sitio, lo que promovía la búsqueda constante de indios “huidos” y la caza de ellos. Y como era habitual en esa época, había represalias posteriores con duros castigos porque su ausencia provocaba la baja producción y rentabilidad de la hacienda. El momento de producción de su propia tierra era estratégico para los yanaconas, ya que mantenían vínculos con sus ayllus de origen y constituía la resistencia al sistema de opresión español. Según las disposiciones legales, las indias que trabajaban en las casas de los españoles debían ser casadas y trabajar junto con el marido en la chacra deshierbando y cosechando, por otro lado su labor en la hacienda era el trabajo doméstico en la casa del patrón, cocinando o amasando. Aunque las mismas disposiciones excluían a las indias solteras de esta labor, los patrones hacían caso omiso de aquello, pues cuando un indio soltero quería casarse, la futura esposa de éste debía ser sometida al derecho de pernada139 por parte el hacendado. Los yanaconas recibían doctrina católica y como pago a su labor les proporcionaban 139 “En Alto Perú los curas establecieron una costumbre parecida al derecho de pernada de los señores feudales. Que consistía en que una novia indígena era dejada al amparo de la casa del cura, quien instruía en prácticas religiosa y doctrinaria”. La vida social en el coloniaje. Gustavo Adolfo Otero. 1975. p50.
María Elena Chambi Cáceres - 118 - las herramientas necesarias para sus sementeras personales, una prenda de ropa al año, algo de coca y charque, pero aun así los amos siempre resultaban adeudándoles la vestimenta. Por otro lado, legalmente debían recibir un par de días para trabajar su pequeño terreno, sin embargo no siempre era cumplida esa ordenanza y en cambio eran obligados a trabajar en salud o en enfermedad y por más de los diez años consecutivos establecidos por ley, sin recibir cuidados cuando enfermaban140. Otro grupo de yanaconas eran los chacareros, encargados de sembrar y cuidar las chácaras (plantaciones de maíz), que construían sus chozas en cada propiedad con el objetivo de resguardarla. La legalidad indicaba que la labor de los yanaconas forasteros en una hacienda debía ser por una década y luego dejarles libres para que retornen a sus lugares de origen, con su mujer e hijos, pero el latifundista no lo permitía, pues cuando llegaban las visitas, que eran quienes hacían el recuento de indios y veían la regularidad en el trato a éstos, el dueño de tierras los ocultaba o enviaba a hacer cualquier diligencia y por conveniencia los declaraba huidos con lo que además de evitar el pago de la tasa correspondiente, los retenía forzosamente. Con esa misma actitud el amo, aunque sus yanaconas fueran forasteros, los registraba en las visitas, como originarios, hijo de otro originario, para de esa manera obligarle a quedarse en la chacra. Los indios estaban catalogados como: originarios, forasteros o reservados. Los primeros pertenecían al lugar y debían trabajar en ese sitio. Los segundos y terceros eran los que se habían inscrito en una comunidad pero que no pertenecían a ella y tenían familias en otros lugares y el reservado era el anciano de más de 50 años que no pagaba tributo. Existían también otro tipo de yanaconas, aquellos indios que no estaban incluidos en los repartimientos ni sujetos a jefes particulares, tenían como amos a los españoles y recibían un salario, aunque también pagaban tributos, igual que los chasquis y constructores de obras públicas. Finalmente, se identifica que en 1610, un grupo de indios chichas se fueron hasta Yotala a cultivar para los indios yamparas, que eran parte de la encomienda de Diego de Rojas en Esquiri, según lo que sostiene Escobari. El sometimiento a los indios llegaba al extremo que al patrón hacendado o al 140 Idem. Ley xxiij. “Que el indio enfermo pueda salir de la casa de su amo para curarse”
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 119 - minero le interesaba sólo el trabajo del hombre, más no daba remuneración para que posea un techo. Es así que recién en 1609 se emite la ley que establece que aquellos “ocupados en labores de campo, sea de mita, repartimiento o alquilados se les de libertad para que duerman en sus casas y a los que no tuvieren comodidad, acomode el dueño de la hacienda para que duerma debajo de techados”. 141 Arrieros Como se mencionó en páginas anteriores, el mayor oficio de los indios chichas era de arrieros, cuyos contratos eran hechos por los mercaderes, comerciantes y azogueros a los dueños de recua. Los arrieros eran yanaconas desligados de sus ayllus y su oficio era acarrear ganado mular y vacuno desde Buenos Aires, Tucumán, Córdoba, Salta y Jujuy hasta Potosí, los primeros animales servían para transportar el mineral y la mercadería que ingresaba y salía de la Villa Imperial y Charcas hasta Perú y los segundos eran usados como sustento para la alimentación de los pobladores. También se empleaban a las llamas como medio de transporte del comercio en la zona. El negocio de los mercaderes era importante y de alta influencia política y económica, de hecho pertenecían a un alto estrato social, se ubicaban debajo de los hidalgos y encima de los artesanos. Entre estos se hallaban los especializados en mercadería de castilla, cuyos productos eran de elevado precio y llegaban desde Buenos Aires, otras veces de Perú, igual que los productos de la tierra, que venían desde Cuzco. Los contratos a los arrieros, que eran la mano de obra de los dueños de recua, oscilaban de seis meses a dos años. Ellos se hacían cargo de una piara de nueve mulas, a las que tenían que cargar y descargar, además de viajar con la mercadería y a veces con el dueño de la recua, que solía ser español o mestizo. Ambos firmaban un contrato notarial, donde el arriero se comprometía a devolver los bienes recibidos, incluso en desmedro de sus pertenencias. La responsabilidad de la carga que llevaban recaía en ellos, si el animal moría por cansancio, vejez o enfermedad, debían reponerlo. Y si había que atravesar puentes, lajas, despeñaderos o lugares 141 “Libro VI. Título Treze. Del Servicio de Chacras, tambos. Ley xx. 1609”.
María Elena Chambi Cáceres - 120 - escabrosos para el animal, era habitual que los indios carguen aquello en sus hombros. La paga del arriero durante los siglos XVI y XVII era menor al dinero que necesitaba para su sustento y los viajes que solía realizar sólo eran remunerados de ida, pues era cuando se llevaba carga, el retorno corría por cuenta del indio. Si durante la travesía el arriero tenía alguna necesidad, el dueño de recua lo pagaba momentáneamente, ya que esta deuda se registraba en un libro que luego sería cobrada. Comercio Ser arriero, mercader y dueño de recua fueron trabajos usuales que se encontraban íntimamente ligados durante la colonia, los primeros solían ser indios, los segundos y terceros mestizos o españoles. Este faena es notable en el Virreinato de Charcas, ya que ingresaban grandes cantidades de ganado mular y vacuno que se importaba desde Tucumán, Córdoba, Salta y Jujuy, a través de la ruta que atravesaba los Chichas rumbo a Potosí, más aún durante el siglo XVII, que es cuando se explota con mayor intensidad las minas y la agricultura en las haciendas de esta zona. Las mulas no solo eran usadas como medio de carga de mercadería, sino también para transporte de las personas, a las que se las clasificaba como de caballería. Durante el siglo XVII Buenos Aires envió 15.850 cabezas de ganado vacuno a Charcas y 19.000 a Jujuy para ser llevado a Potosí, donde los precios eran más elevados. De Corrientes y Santa Fe, también enviaban ganado cimarrón, bovino y yeguarizo e inclusive mular hasta la Villa Imperial. Debido a la demanda de ganado mular, en la década posterior a 1610, Córdoba y Tucumán contaban con 15 compañías ganaderas con la especialización del híbrido. Para 1630 Córdoba exportaba a Potosí, 12.000 mulas anualmente, cantidad que permaneció hasta 1650 y luego se incrementó hasta finales del siglo llegando a 20.000 los animales que transitaban por la ruta de Chichas. Con este auge, en 1680 existían 800 estancias en Córdoba y aumentaron unas cinco empresas ganaderas.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 121 - Transportar ganado desde Buenos Aires hasta Salta duraba tres meses, de ahí a Potosí otro tiempo similar, más el período de engorde, entre cinco a ocho meses, se sumaba más de un año realizar la recorrido. Invernar ganado era un negocio lucrativo para los hacendados, sobre todo de Tucumán, Salta y Jujuy, ya que su costo era equivalente al ocho o incluso al diez por ciento del valor de la tropa. No eran nada despreciables las ganancias que obtenían por una mula, ya que si bien la compraban en 5 pesos en Buenos Aires, esta misma era vendida en Potosí en 40. Del ganado conducido a Potosí, una parte podía ser vendida en la provincia Chichas, donde existía mucha demanda y con autorización, los arrieros y dueños de recua, hacían ese negocio. El transporte en mulas usualmente se lo realizaba empleando recuas entre 50 o más animales que eran subdivididos en piaras de 9 mulas, asignando como responsables de éstas subdivisiones a dos arrieros. Al final de la manada iban mulas libres para alternar con las que llevaban peso, para que todas tengan descanso en algún momento. Las exportaciones de Buenos Aires a Charcas no sólo consistían en ganado vacuno y mular, sino ropa, mercadería de Castilla, yerba de Paraguay y tabaco, que era muy apetecido en Potosí y sus provincias del sur, aunque luego fueron abastecidas con tabaco tarijeño en la actual provincia O’Connor. La mercadería de Castilla era la que llegaba por mar desde España hasta Buenos Aires, con productos destinados a los mercaderes, en su mayoría portugueses, autorizados a comerciar, tanto en Buenos Aires como en Potosí. Para la importación de estos productos los oficiales reales daban el visto bueno de legalidad en cada una de las ciudades del camino. Es así que la mercadería que iría hasta Potosí era recogida en el puerto de Buenos Aires, pasaba por Córdoba, se internaba a Tucumán, luego a Salta y finalmente a Jujuy, donde se daba permiso para proseguir a las provincias de Charcas, recorriendo unos siete a ocho meses la ruta, dependiendo de la cantidad y peso de las mismas.
María Elena Chambi Cáceres - 122 - Tabaco Otro de los negocios era expender tabaco, su venta era realizada en tiendas especializadas que generalmente se instalaban en las ciudades cabezas de provincias, llamadas estanco principal, o en pequeños poblados donde habitaban españoles; estas tiendas debían pagar el impuesto de alcabala al estanco de Tabaco y Naipes y tenía un responsable de las recaudaciones totales, que era el Director de Tabacos, para 1781 fue Francisco de Paula Sanz.142 El estanco era un recurso financiero constante para cubrir emergencias fiscales o recurrir al refuerzo de los gastos ordinarios sin que estos agravaran en demasía las poblaciones. Se practicó sobre la explotación, distribución y venta en distintos rubros, mineros, agrícolas o manufacturados. Los cargos menores eran de los estanquilleros, que tenían su negocio de venta de tabaco y naipes, recibían un sueldo del régimen, que muchas veces era reducido, por lo que se dieron muchos fraudes al recaudo por la venta de tabaco, naipes y papel sellado, sobre todo en Chichas, Tarija, Porco y Chayanta. El tabaco fue un producto muy solicitado en todas las provincias de la Audiencia de Charcas, tanto por españoles, mestizos e indios, durante el siglo XVIII y era parte de un círculo económico financiero, ya que muchos comerciantes cuzqueños lo compraban y con las ganancias reinvertían en otras mercaderías. Coca Un producto ampliamente comercializado en los mercados coloniales de Potosí, Porco, Oruro, Lípez y Chichas era la coca. Cuando llegaron los primeros colonizadores, los cronistas y los visitadores, 142 Francisco Paula Sans, años después, en 1810 fue Gobernador de la Intendencia de Potosí, íntimo colaborador de José Manuel Goyeneche, antagonista a la independencia de Bolivia y Argentina.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 123 - averiguaron sobre las características y usos de esta hoja e incluso se abrió un debate sobre la pertinencia de su cultivo, ya que era consumida sólo por los indígenas. La posición de continuar con su producción y comercialización se impuso con la visión de convertirla en fuente de obtención de riqueza, frente a la oposición de un grupo ligado al clero, que la consideraba “hoja del diablo”, debido a que era usada en prácticas mágico-religiosas, que la iglesia católica quería hacer desaparecer.143 A partir de la mita de Toledo el cultivo y el consumo de esta planta, se expandieron aceleradamente. Su alto valor nutritivo y su uso como sustitución del alimento para los trabajadores de las minas y el campo, fueron aspectos fundamentales para su vigencia y amplio consumo. La coca, descrita como arbusto para los indios, de uso precolonial, era masticada por éstos para aliviar sus dolores, fortificarse, llenarse de ánimos y energías, pero además combatir el hambre que tenían los aborígenes en las interminables jornadas de trabajo de mitayos, arrieros y yanaconas. Inicialmente la coca era transportada desde la provincia de Paucartambo en el Cuzco, cosechada en las haciendas: Cuaninapata, Mangaba, Mangabilla, Mogillo, Chamairo, Paucarbamba, Barranca, San Ildefonso, Naranjopata, Cosnepata y el Catca. Posteriormente, durante el siglo XVII, esta planta fue proveída desde la zona semitropical de los yungas de La Paz: Vilcabamba, La Plata, Chulumani, Huamangay, Huanuco, Tinquipaya, Sienegani y Machamarca, además de Yanacachi, Laja, Suri, Coroico y el valle de Sica Sica, que en su mayoría eran comunidades de indios que cosechaban para pagar su tributo en coca144. De hecho este producto a principios del siglo XVII, se consolidó tanto que involucró a distintos grupos de la sociedad virreinal. Los mayores comerciantes de coca fueron los sacerdotes jesuitas de Cuzco, quienes crearon vínculos económicos con sus similares en Potosí. Otro de los vendedores mayoristas de esta hoja, en Potosí y Lípez fue Antonio López de Quiroga, que lo usaba por un lado, para proveer a los grandes azogueros y hacendados, como parte del avío; y por otro para sus dependientes de sus minas en Lípez y estancias en Cinti. Para poder transportarla, era embalada con arpillera en cestos largos que pesaban 143 La coca en la historia de Bolivia. Fernando y Magdalena Cajías. Revista Boliviana de Cultura Encuentro. Nº 11. 1995. 144 Escobari 2014.p.202
María Elena Chambi Cáceres - 124 - alrededor de una arroba cada uno, estaba muy bien protegida de modo que no pudiera mojarse. Esta hierba fue tan cotizada, que inclusive formaba parte de la ganancia de los indios por los trabajos que realizaban. Según Cajías, en el siglo XVII, la coca fue utilizada también como valor de cambio y con ella se podía obtener ganado y otros productos altamente valorados. De hecho, muchos indígenas se convirtieron en comerciantes de coca y trasladaban este producto a lomo de bestias o en sus espaldas por caminos de herraduras desde los Yungas de La Paz hasta Potosí.
SEXTA PARTE La Iglesia Católica y los sacerdotes
María Elena Chambi Cáceres - 126 - Curas La presencia del ejército de clérigos fue determinante en la colonia, aunque la jerarquía eclesiástica no quiso trasladarse hasta la nueva tierra descubierta, la realeza se impuso sobre los jóvenes frailes, incluso los trajeron sin consentimiento de sus superiores, considerando importante la conversión de los indios naturales, para su posterior sometimiento. Sin embargo, una vez que se verificó la magnitud de su hazaña, la iglesia envió varias órdenes religiosas, así llegaron a América los dominicos en 1531; franciscanos en 1532; mercedarios en 1533; agustinos en 1551 y jesuitas en 1568, con el encargo de ejercer poder sobre las tierras descubiertas. En ese contexto, las leyes ordenaban que los indios construyan las iglesias y las casas de los curas anexadas a las parroquias, con las comodidades necesarias y sin otro uso que el de vivienda del sacerdote145. Una vez en territorio firme, iniciaron el proceso de evangelización para lo que tuvieron que aprender el idioma de los nativos. Su legislación146 establecía que los doctrineros debían entender la lengua de los indios, de lo contrario eran removidos de sus cargos por sus superiores, mientras que era su obligación enseñar en lengua española. De modo que el padre conversor les explicaba un punto de la doctrina en español y el alcalde repetía en su idioma a los indios. Por la mañana al salir el sol se llamaba a la iglesia y se enseñaba la doctrina cristiana, un día en castellano y otro en su idioma originario. Al principio todo lo rezaban los padres conversores y cuando ya estaban adoctrinados, después de años, los muchachos oraban en presencia del cura147. 145 Congreso de la República del Perú. ALP. Libro I. Título Segundo. De las De las iglesias, Catedrales y Parroquiales y de sus erecciones y fundaciones. Ley xix 1534. 146 Idem. Libro I. Título Quinze. De los religiosos doctrineros. Ley v, vj. 1603. Ley iiij, 1619. Ley v, 1634, 1636. 147 Colección de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las provincias del Río de la Plata. Pedro De Ángelis. T. Quinto 1836. P.43
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 127 - La enseñanza a los indios no sólo eran los preceptos de la religión, sino también reglas prácticas de la economía, el método de un gobierno político, para lograr la templanza, paz y quietud de los pueblos, entablando una vida civil para la sujeción, dependencia y reconocimiento a la autoridad respeto, veneración y obedecimiento. Lo hacían en dependencias anexas a las parroquias, donde esencialmente la instrucción era sobre el catecismo, lecturas religiosas, elementos de la historia sagrada y aritmética. La educación media y superior sólo fue instituida en las ciudades grandes como Lima, Cuzco o Charcas durante el siglo XVII, donde se crearon los primeros colegios mayores y universidades con nombres de santos y escuelas para caciques. Cabalmente fue el Colegio San Francisco de Borja del Cuzco de donde se graduó José Gabriel Condorcanqui - Tupac Amaru que después sería líder de la rebelión indígena. La ausencia de muchos clérigos en sus curatos era frecuente, generando preocupación en la Corona, que se encargó de dictar mediante ley que las ausencias de los doctrineros sean descontadas de sus sueldos y que ese dinero se gaste en arreglos de ornamentación en sus iglesias y en la construcción de una casa con tres llaves que debían compartir los corregidores, el cura o vicario y el mayordomo, quien se encargaba de la limpieza de la iglesia, para lograr una administración más segura148. Los doctrineros se interrelacionaron íntimamente con los indígenas. Eran administradores de las extensas tierras chicheñas y entre sus privilegios podían contar con dos muchachos de 14 años como ayuda, igual que con un indio mitayo y una india vieja149 para la cocina, a los que tenían que dar de comer y vestir. Esa reglamentación fue sobrepasada por los sacerdotes que obligaban a las indias, sobre todo viudas y solteras mayores de diez años, que no eran de su jurisdicción, a ir a sus doctrinas diariamente, para ocuparse de “servicios especiales” y a los hombres que tenían relación con ellas los enviaban a otro asiento. A raíz de esos atropellos la Corona decretó “remediar las vejaciones que los doctrineros hacen a los indios y a las indias viudas y solteras” 150, a quienes además no les pagaban por su trabajo y ocupación dejando de asistir en su casa a sus padres e hijos. No era raro que muchos sacerdotes vivan en pareja con las indias o que dejen los hábitos por ellas. Esta modalidad de vida, provocó que la jerarquía eclesiástica indignada determine el destierro de esos religiosos, “diz que no dan de si el exemplo que se requiere de Dios nuestro señor deservido. Que se vayan y no quede nada 148 Idem. Libro I. Título Treze. De los curas y doctrineros. Ley xviij. 1587. 149 Idem. Ley xxxxiiij. 1618. 150 Idem. Ley xj.1640
María Elena Chambi Cáceres - 128 - dellos” 151. En otros casos se amancebaban con las nativas y sólo ellas eran las detenidas y vejadas por los alguaciles. Para evitar aquello se dispuso que no se las aprehenda, pero que si hubiera sospecha de que algunas indias sean mancebas de los clérigos, éstas sean confinadas.152 Las misiones de sacerdotes tenían estancias de ganado, plantaban, sembraban, se proveían de las limosnas de los fieles en las misas y se esmeraban en conseguir capataces leales inteligentes y cuidadosos. Se valían de indios para la producción de las chacras, exigiendo trabajo sin retribución, sólo después de esa labor podían encargarse de sus pequeñas parcelas, pese a que la ley prohibía contratar indios para que trabajen en granjerías y minas.153 El trabajo en las chacras radicaba en que el indígena debía arar la tierra utilizando mulas. Cuando ésta se hallaba preparada o ablandada se procedía, durante la primavera, a sembrar el maíz, para que el producto sea cosechado en verano, en los meses de febrero y marzo. El choclo como tal era utilizado para la alimentación cotidiana de esa temporada, sin embargo, este producto alimenticio debía sostener las mesas de todo el año, para lo cual se lo hacía secar y posteriormente se lo desgranaba del marlo y clasificaba según el tamaño del grano distribuyendo en las pirhues o cestas tejidas de caña. El grano grande era utilizado para la alimentación, mientras que el pequeño se lo usaba para hacer chicha. La propiedad de la tierra en manos de la iglesia también fue causa de juicios durante los siglos XVII y XVIII entre el Arzobispado de Charcas y el de Tucumán, porque traía como beneficio el pago de diezmos por parte de indios, hacendados y caballeros de las órdenes militares. Los administradores de esos diezmos eran, por un lado a los oficiales reales, que cobraban por las tierras pertenecientes al rey, mientras que por el otro estaban los prelados y cabildo eclesiástico, según el título dieciséis, de diezmos de las leyes de indias. Los diezmos y primicias consistían en el pago del diez por ciento de todo producto que generaba la tierra, que incluía la producción agrícola en todas sus variedades, entre las que se hallan maíz, trigo, cebada, yerbas y todo fruto de cualquier árbol, desde semillas de cualquier tipo. Hortalizas, legumbres, miel, 151 Documentos de Archivo de Indias. Organización de la Iglesia y órdenes católicas en el Virreinato del Perú en el siglo XVI. 1919. p.322. 152 Idem. Libro VII. Título Ocho. De los Delitos y Penas y su aplicación. Ley vij. 1596. Ley viiij 1618. 153 Pedro De Ángelis. T. Quinto 1836. P.45
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 129 - hasta toda la diversidad de ganado, sin importar que sean becerros, potros, mulos, ni borricos.154 De igual manera si las ovejas pastaban por medio año o menos de ese tiempo, el dueño del ganado debía pagar el diezmo en corderos, leche, mantequilla, queso y lana trasquilada a la parroquia del lugar. Los diezmos cobrados por cada iglesia se dividían en dos partes: una para los oficiales reales que se depositaba en las cajas reales, y la otra parte servía para el pago del prelado y cabildo, para la fábrica de iglesias, catedrales y hospitales, para el salario de los curas, para las dignidades canónigas y para el mayordomo o administrador del cabildo. La dignidad canóniga era un título de nivel superior y destacado de los sacerdotes, que se caracterizaban por contar con prebendas o dotes que el Consejo de Indias le otorgaba a quienes extirparon las idolatrías de los indios en sus doctrinas, sirvieron en catedrales o eran graduados de las universidades como teólogos o juristas.155 Así, las querellas entre los arzobispados de Charcas y Tucumán por los diezmos, se combinaban con intereses de los grandes hacendados como el capitán Luis Alfaro de Suipacha y Pablo Bernárdez de Ovando que residía en su estancia de San Francisco de Acaite, en Yavi. El mayor interés radicaba en la recaudación de diezmos, ya que ambas instituciones eclesiales creían que el territorio de los Chichas era de su propiedad. Una temporada los hacendados de la zona dejaron de pagar a Charcas y abonaron a Tucumán, con lo que fundamentaron nuevos litigios. Esos fueron intereses netamente económicos, que luego se alternaron con otros fenómenos político-sociales que caracterizaron las acciones de los curas de Chichas. Unos en la defensa de los oprimidos, que denunciaban las vulneraciones de normas. Otros con el apoyo comprometido al sistema imperante, sin admitir las anomalías como atenuantes y finalmente aquellos sacerdotes que sencillamente en el ámbito espiritual no tomaban parte activa de los procesos políticos, sin embargo asumían el rol de cristianización y evangelización con mucho ahínco. Una muestra de los prelado que defendieron a los indios, fueron las actitudes del teniente de cura de Chocaya, D. José Vásquez de Velasco, quien contribuyó en la elaboración de 154 Idem. Libro I. Título Diez y seis. De los diezmos. Ley xvj. 1523 - 1539 – 1559. Ley ij. 1572. Ley xxiij. Leyes de Indias. “… se pague diezmo enteramente de corderos, cabritos, lechones, pollos, ansarones, anadones, y palominos aunque se coman en la casa del que los cría. 155 Idem. Ley iiij. 1569. Ley v, 1574, 1620.
María Elena Chambi Cáceres - 130 - cartas insurrectas y tradujo en idioma nativo ante multitudes de indígenas los mensajes relativos a esa causa por orden del indio, Pedro de la Cruz Condori, gobernador de Cerrillos en Lípez.156 El cura presenciaba las aclamaciones que se hacían en nombre de Tupac Amaru en plazas públicas de su doctrina y daba la bendición a las tropas de rebeldes,157 mientras que los mensajeros transportaban las esquelas. En el otro extremo estaba el cura de Talina D. Antonio José de Iribarren, quien mandaba en la hacienda de Mojo, usó a los indios de la zona como mano de obra gratuita. Colaboró con el ejército español, enviado por el Virreinato de Buenos Aires a reprimir a los indios chichas durante su rebelión158 y finalmente se hizo merecedor de un ascenso como Dignidad del Coro Metropolitano del Arzobispado de la Plata, un título de nivel superior en la jerarquía eclesiástica, que lo llevó a instalarse los últimos años del coloniaje en Sucre. De hecho, los sacerdotes eran parte de la élite de la sociedad colonial ya que eran personas que habían recibido formación superior, por lo que se los remuneraba con altos sueldos por adoctrinar indios en una encomienda y la mayoría de los casos eran recompensados luego de una carrera destacada en sus objetivos evangelizadores, con vicarías o empleos urbanos estables, cargos a los que la mayoría de ellos aspiraba. Para el siglo XVIII ya los indígenas, que habían sido evangelizados desde hace dos siglos convivían con los sacerdotes, adecuados a sus reglas, quizás ese fue uno de esos motivos por los cuales se evidenciaba que éstos se ausentaban con frecuencia de sus iglesias dejando a los “indios descarriados”, lo que llevó a la emisión de la real cédula de 12 de junio de 1752, que indicaba que para evitar párrocos negligentes, no se tolere que ningún cura falte a las obligaciones de su residencia en la feligresía, ni se los dispense a menos que el Obispo o Arzobispo lo haya dispuesto para algún servicio a su dignidad. Los encargados de verificar el cumplimiento de aquello y en caso de ausencia del cura Intendentes y Vicepatrones eran los protectores temporales y espirituales de los indios y quienes al mismo tiempo debían elegir “curas idóneos”, ya que comprobaron dos tipos de éstos. Los caracterizados como virtuosos, humildes, ejemplares, doctos, celosos y timoratos, que eran los operarios que mantenían la religión; y los ambiciosos que después de no guardar los aranceles en cobrar 156 Cañete. 1952. P.233. Lípez dependía del partido de Chíchas en lo civil. 157 ABN 1781-SGI 201. Expediente seguido contra el presbítero José Vásquez de Velasco por cómplice en la sublevación en la provincia de Chichas. 158 De Ángelis. 1836. P.37, 39.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 131 - derechos indebidos a los indios, les quitaban por la fuerza a las viudas y herederos sus ganados y otros bienes al precio de dejarlos en estado de mendigos, sin que ellos reclamen por temor a los castigos.159 Aunque en algunas ocasiones intervenían el Corregidor y el Subdelgado de Partido, que a modo de defensa se encargaban de vengar sus particulares resentimientos con los curas. En ese tiempo los sacerdotes eran un referente de autoridad frente a los indígenas, por ello es que al concurrir los nativos a la doctrina de Calcha en Chichas, como una gratificación le entregaban, costales de su producción, sogas y algunas veces las raíces llamadas “airampo” que servía como tinte y al mismo tiempo la usaban para hacer una agradable bebida sobria, dulce en base al primer jugo que generaba la chicha. Sin embargo, cuando los indios no podían obsequiar todo aquello, los curas les castigaban públicamente cual si hubieran cometido grandes delitos.160 Por lo que los nativos preferían complacerlos, abasteciéndoles de todas las especies de mercancía, leña y otros menesteres que empleaban toda la semana en hilados y otros servicios particulares, sin recibir pago por esas dotaciones. En Talina los indios estaban impedidos de ingresar a la iglesia con abarcas, sólo lo podían hacer sin ellas, tras las celebraciones de las misas relativas a la muerte de Jesús. De hecho aquellos privilegiados formaban parte de las doctrinas, un grupo de personas que salía en semana santa formando veinticuatrías, doce personas con candelabros de plata que portaban las velas encendidas y distribuidas a ambos lados del santo sepulcro. Llevaban escapularios del mismo metal e iban cantando durante el recorrido de las estaciones que representaba el sufrimiento de Jesús y estos descansos eran armados por los ayllus. En la procesión la veinticuatría estaba compuesta de hombres, quienes vestían en la parte superior de negro y en la inferior de blanco, las mujeres sólo de blanco y absolutamente todos usaban cucuruchos blancos en sus cabezas. El mismo procedimiento se vivía en Mojo y Moraya donde además los curas les azotaban a los indios que no quisiesen cantar.161 De todas maneras los originarios presentaban como ofrenda, cargamentos dispuestos en el lomo de los burros, donde ostentaban jarras, cucharones, bandejas y candelabros, todo en plata labrada. Un modo de obligar a los indios herederos a que manden a decir misas cantadas o rezadas era que los curas enviaban a enterrar boca abajo a los muertos indicando a 159 Cañete. 1952.P.597 160 Ibidem. 161 Testimonios
María Elena Chambi Cáceres - 132 - sus familiares que no se salvarían hasta volver la cara al cielo y que eso sucedería por medio de diez o doce misas pagadas por los dolientes.162 Entre de los excesos de los curas doctrineros era que tras la muerte de los indios, éstos tomaban posesión de sus propiedades y bienes impidiendo que se hagan los correspondientes testamentos163. O daban en calidad de contrato a los indios de sus jurisdicciones, para cualquier labor en minas o agricultura y aun sabiendo que era ilegal, usaban a los laicos para ejercitar aquello. Debido a este tipo de comportamiento la Corona emitió una ley aclarando que los sueldos de los presbíteros y prelados son bastantes y que no es necesario ni siquiera cobrar limosnas, ni ofrendas a los indios por la administración de sacramentos y que más bien éstos se constituyen en derechos. Además se reiteraba que los curas no estaban autorizados a hacer o dar en contratos a los indios164. Si bien una parte de los diezmos que cobraba la iglesia debía ser usado en la construcción de hospitales y adornos para los santuarios, los curas más bien le daban uso personal y después de años renunciaban a sus cargos y permutaban los beneficios, como lo sucedido en la iglesia de San Cristóbal de Lípez, que lucía plata labrada que los azogueros donaron, pero por orden de los vicarios se trasladó esa valiosa ornamentación a la Catedral de Chuquisaca. A consecuencia de este tipo de hechos generalizados, se instruye hacer inventarios de los bienes de las iglesias imponiendo que ningún doctrinero se los lleve cuando se mude a otro beneficio.165 Otra medida de vigilancia, tanto para los ministros de doctrina como para los indios consistía en que los primeros levanten libros de bautismos, entierros y registros de feligreses, que solía ser más extendida en semana santa. Esas certificaciones y padrones eran enviadas cada año al Virrey166 y gobernador. La misma base de datos servía para obligar a los indios a tributar y confesarse imponiéndoles penas167 si no lo hacían. Últimamente, formaron matrículas de indios para llamarlos por sus nombres y exigían a los ausentes de su jurisdicción, presentar un certificado del cura donde oyeron misa. Como una forma de garantizar el trabajo de los clérigos, sus sueldos eran remunerados solamente si presentaban una certificación del cacique principal del pueblo, con visto bueno del subdelegado de Partido. 162 Ibidem. 163 Idem. Libro I. Título Treze. De los curas y doctrineros. Ley IX, 1609,1632. 164 Idem. Ley xxiij, 1643. 165 Idem. Ley XXV de 1606. 166 Otra de las atribuciones del virrey era designar cargos eclesiásticos. 167 Idem. Ley xxv 1606.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 133 - Fray Vicente Bernedo Todas las anomalías protagonizadas por sacerdotes y autoridades españolas fueron evidenciadas por una tercera arista de sacerdotes que estaba representada por el dominico fray Vicente Bernedo, caracterizada por el ascetismo en la primera mitad del siglo XVII. Bernedo era uno de los pocos sacerdotes destacados de la época, era vasco. Nacido en Puente la Reyna, el 1 de febrero de 1562168. Estudió humanidades en Pamplona, luego en la Universidad de Alcalá de Henares y completó su formación intelectual en la Universidad de Salamanca, donde se graduó en 1586 a los 24 años, para ese tiempo llevaba seis años en la orden de los dominicos. Vivió en el convento madrileño de Atocha y se inscribió en una expedición misionera hacia el Perú, donde llegó en 1597 y fue profesor de la Universidad del Rosario en Santa Fe de Bogotá. A inicios de siglo XVII fue asignado a Lima, de allí a Potosí; y en cumplimiento de las normas de la época se trasladó a pie hasta su nuevo destino169, donde llegó el año 1601. Para ese período Potosí tenía erigidas varias iglesias para los españoles, de las órdenes de los domincos, agustinos, jesuitas y mercedarios, cerca de la plaza mayor y contaba con trece parroquias para indios en las periferias y una para esclavos negros:170 San Sebastián, Santiago, San Pedro, Copacabana, Santa Bárbara, San Benito, San Lorenzo, San Bernardo, San Martín, San Juan Bautista, La Concepción, San Francisco, San Pablo y San Cristóbal. Si bien a principios del siglo XVII se los separaba a los indios que llegaban de un 168 Sociedad geográfica y de historia de Potosí. 2007. Fray Vicente Bernedo en Potosí. Cristina Rodrigo Zárate. P.107 169 -«Como ir en cabalgadura repugne al estado de los mendicantes, que viven de limosnas, ningún hermano de nuestra Orden, sin necesidad, sin licencia (cuando haya aprelado a quien acudir) o sin grave necesidad, viaje en montura, sino vaya a pie» http://hispanidad.tripod.com/hechos27.htm 170 Teresa Gisbert. Historia de la Vivienda y los Conjuntos Urbanos en Bolivia. 1991 en Escobari 2012. P62.
María Elena Chambi Cáceres - 134 - partido para quitarles raigambre, Escobari sostiene que en la última mitad del mismo siglo se los mantuvo agrupados por etnia en diversas iglesias y rancherías, siempre alejados del centro de Potosí, ya que las disposiciones de indias establecían la separación residencial entre españoles, mestizos, criollos, indios, mulatos y negros, de modo que en los pueblos de indios no podían vivir españoles y viceversa con todas las segmentaciones. Las rancherías eran galpones de 60 metros de ancho, por 100 de largo, les servía de morada a los indios que trabajaban en las minas y estaba vigilada por un cura doctrinero que tenía la colaboración de los caciques o de un yanacona que encabezaban las listas de mitayos. Estas viviendas se ubicaban a lo largo de la ribera, donde funcionaban los ingenios y a su lado estaban erigidas las parroquias con un sacerdote principal, encargado de evangelizarlos. De modo que se presume que la iglesia de San Pedro fue asignada a los indios chichas. Fran Vicente Bernedo fue párroco de la iglesia para indios de San Pedro, dependiente de su orden, que se instaló en la Imperial Villa en 1553, donde se presume que se hallaban los mitayos chicheños171. Esta iglesia está ubicada a los pies del cerro rico, allí pudo conocer con mayor intensidad la vida cruel que llevaban los mitayos por lo que acentuó su refugió en la oración y penitencia con una vida semieremítica. En consecuencia el “padre de los pobres” como lo llamaban los indígenas en esa época, se adjudicaba los excesos que evidenciaba y se sometía a largos procesos de autoflagelación nocturna con una cadena de hierro de tres ramales, limados los eslabones para que pudiesen herir agudamente. Se aislaba en intensa soledad y su abstinencia era extremadamente penitente, pues su alimento consistía en un poco de pan y agua, además que se caracterizaba por una excesiva austeridad. El presbítero era asceta, buscaba la perfección, estaba comprometido con una vida austera y un enriquecimiento espiritual sometiéndose a rigurosas mortificaciones. También era místico ya que consideraba que tenía encuentros con Dios a través del amor que le profesaba a diario y sobre todo en su soledad donde expresaba su erudición teológica que se tradujo en escritos, sermonarios, cartas y comentarios a la Suma Teológica de Santo Tomás. Bernedo se inscribía en la corriente católica de los eremitas o padres del desierto que resurgió en la Edad Media debido al énfasis que puso el vaticano al ejercicio de las virtudes como requisito de santidad y por manifestaciones de hechos milagrosos que estaban los vinculados a la oración contemplativa y la firme castidad. 171 Entrevista con Rector del Templo de Santo Domingo de Potosí. Henry Tapia.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 135 - Fray Vicente Bernedo era parte de los predicadores y misioneros cuya labor principal consistió en realizar sus travesías misioneras a los poblados de la provincia de Chichas172, Vitichi, Caiza D, al curato de Santa Isabel en Lípez, e incluso llegó hasta la zona donde se hallaban los chiriguanos, a quienes no pudo convertirlos. El ejercicio de sus labores evangelizadoras le permitió ser testigo de las crueldades que vivían los indígenas y lo denunció tal cual establecía la legislación española, pero nada cambiaba. Predicaba donde podía, fundaba cofradías del Rosario y a veces se ponía junto al camino y viendo que pasaba alguna persona le preguntaba de dónde venía y el estado que tenía, y conforme a lo que le respondían contaba un ejemplo, instruyéndoles en la religión católica y los hechos para su salvación. Consecuente con su forma de vida, en su ruta evangelizadora simplemente llevaba una frazada, cuando no se transportaba a pie, lo hacía montado en un caballo. Dormía en el suelo, su celda en Potosí era el entretecho de la iglesia de Santo Domingo. Tras su conocimiento de los valles de los Chichas y debido a la cercanía con Potosí escogió el valle de Vitichi como uno de sus sitios preferidos para sus retiros espirituales, aunque se instaló en un lugar alejado del poblado, donde se puede llegar únicamente a pie, elevó de manera individual una capillita unipersonal de piedra y ubicó una ermita con apariencia de una cueva pequeña, donde se recluía para, orar, reflexionar y descansar. Su vida fue dedicada al servicio de la gente. Su prédica era acompañada con su forma de vida humilde, actitud ejemplar, capacidades extrasensoriales, de levitación y curación a los enfermos que fueron utilizadas para salvar a muchos indios de las atrocidades de la época que ejercía su orden católica con la santa inquisición173. Existen testimonios de chicheños como de Francisca Martínez de Quirós de Vitichi y del minero Alonso Vázquez Holgado de Lípez que aseguraron haber sido sanados de sus enfermedades por este cura, por lo que su beatificación aún está a la espera de ser aprobada por la Santa Sede, sin embargo, es denominado venerable, título previo a la declaratoria de santo.174 El 1 de enero de 1619 anunció su intención de viajar a España para hacer imprimir 172 Sociedad Geográfica y de Historia. 2007. P.107 173 Entrevista, historiadora Cristina A. Rodrígo Zárate. 174 http://hispanidad.tripod.com/hechos27.htm
María Elena Chambi Cáceres - 136 - sus escritos, pero el 19 de agosto de ese año murió, a los 57 años, tras una enfermedad que contrajo por la rigurosidad en su forma de vida que practicó con mayor intensidad durante sus últimos 18 años que vivió en Potosí y Chichas. Fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo en la Villa Imperial.
Entretecho del templo de los Dominicos en Potosí. Lugar donde dormía el milagroso Fray Vicente Bernedo. Ruta de ingreso al entretecho de la iglesia de los Dominicos. Foto: MECH Foto: MECH
Fray Vicente Bernedo. Aún es venerado por su aporte a favor de los indios en general y sobre todo chichas. Iglesia de indios-San Pedro en Potosí. Donde fue párroco Fray Vicente Bernedo, durante la colonia. Foto: MECH Foto: MECH
Actuales pobladoras viticheñas. Llevan el sombrero típico de la zona que produce chicha y rataphia. Foto: MECH
Interior de la iglesia de Vitichi, donde aún veneran a Bernedo, considerado Santo de los nativos chicheños. Foto: MECH
SEPTIMA PARTE Rebelión de “yndios chichas” en la Colonia
María Elena Chambi Cáceres - 142 - Primer levantamiento indígena chicheño Para el siglo XVIII, tras haber sufrido excesiva rigurosidad laboral que no repercutía en su remuneración, los indios planificaron durante aproximadamente diez años los levantamientos indígenas en el Virreinato de Lima, encabezados por José Gabriel Condorcanqui - Tupac Amaru, lo que se extendió hasta el Virreinato de La Plata. Entre sus principales rechazos estaban: el tributo a la Corona, el cumplimiento forzoso de la mita, la prohibición de elegir autoridades propias, el repartimiento de efectos de parte de los corregidores y aduaneros, además de las vejaciones y abusos de éstos. La mita y la elección de autoridades propias fueron ampliamente detalladas en páginas anteriores. El repartimiento de efectos consistía en la venta forzosa de cosas inútiles e innecesarias para los indígenas, con precios elevados, comercio que si era incumplido se penaba con la ejecución. Entre otras excesos, estaban los constantes viajes que hacían los corregidores llevando indios de una región a otra, para entregarlos como ayudantes a los mercaderes175, cobrando por ello, este hecho ocasionaba la muerte y enfermedad de éstos, que no podían ser cubiertos con las sumas irrisorias que les pagaban a los indígenas caminantes. Ante la frecuencia de estos casos, su legislación dispuso que únicamente los caciques fueran los encargados de hacer un solo viaje por año con sus indios.176 No estaban al margen los castigos que recibían de regidores y encomenderos, quienes les impedían a los indios comerciar con sus frutos y aunque fue regulado por las leyes de indias, no se acataba. Al mismo tiempo continuaban las prohibiciones de andar a caballo, aunque tengan que llevar mensajes de las autoridades177 175 Los mercaderes compraban piñas de plata de los ingenios para posteriormente fundirlas en barras y amonedarlas. 176 Congreso de la República del Perú. ALP. “Libro Sexto. Título Doze. De el servicio personal. Ley xviij. 1640”. 177 Idem. Título Primero. De los indios. Ley xxxiii, 1568, 1570. Ley xxxiiii.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 143 - La población que en su mayoría era de mitayos, yanaconas y arrieros no era remunerada por los servicios extras que prestaba a los corregidores, tenientes, caciques y curas. Los aduaneros y los administradores cobraban impuesto por todo, solo el agua quedaba libre de gravámenes, reinaba el régimen de usura, engaño y atropellamiento. Esa realidad vivían los indios chichas. La legislación colonial contribuyó a la práctica de esos excesos, pues si bien establecía que las autoridades avisen del recibo de cartas y despachos178, simultáneamente ordenaba que quien quiera dirigirse al rey sobre agravios e injusticias a indios, acuda primero a los presidentes, audiencias y virreyes,179 cosa que en muchos casos resultaba redundante hacerlo porque las autoridades conocían el detalle de los actos opresivos a través del llamado protector de indios, un letrado establecido en la Audiencia de Charcas, que se encargaba de las querellas entre nativos; él remitía periódicamente al Virrey, Presidente y Fiscal del Consejo de Indias, un informe de su trabajo y las denuncias sobre vejaciones, molestias, agravios y opresiones. A ello se sumaba la expresa orden que los delitos cometidos por indios sean castigados con mayor rigor que contra los españoles; y las condenas solían ser cárcel en galeras, destierros, azotes, penas pecuniarias, servicios personales perpetuos a personas particulares y pena de muerte. Las modificaciones del régimen en la aplicación de delitos y penas desde la segunda mitad del siglo XVI hasta el siglo XVII fue que los servicios personales a personas particulares de manera perpetua sean suspendidos a servicios personales “temporales” y no a personas particulares, sino a conventos y ministerios180 donde los indios debían aprender oficios y recibir un sueldo. Otro de los oficios de mayor explotación a los indios fue la arriería, que era practicada por ese grueso estamento social en los Chichas, Lípez y Cuzco, zona por donde posteriormente se extendieron las rebeliones indígenas. Los arrieros solían ser pagados mensualmente con 10 pesos, un par de alpargatas, uno o dos pesos para su alimento diario y cuerdas para que puedan amarrar la carga que transportaban sobre las mulas o llamas, desde el Cuzco hasta Lípez y Chichas o viceversa; trabajo que también era realizado de ida y vuelta entre los Chichas, Humahuaca, Yavi, Jujuy, Salta, Tucumán, Córdoba y Buenos Aires. Esta labor era 178 Idem. Libro III. Título Diez y seis. De las cartas, correos y indios chasquis. Ley ij, 1610. 179 Idem. Ley iij 1553. 180 Idem. Libro VII. Título Ocho. De los delitos y penas y su aplicación. Ley x 1555, 1559, 1618.
María Elena Chambi Cáceres - 144 - remunerada usualmente en la ruta de ida o únicamente en la de retorno, con una paga que siempre resultaba menor a lo que requerían para su mínimo sustento. Aunque la arriería fue otro tipo de mita, resultó siendo la forma más apta de encuentro y comunicación entre indígenas explotados de Cuzco, Lípez y Chichas, que compartían la vida de infortunio. Y el idioma originario que manejaban, fue otro elemento de utilidad para aislar a los españoles en su intercambio de ideas y germinar así la insurrección más grande que se produjo en el Virreinato de Perú desde finales de 1780.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 145 - La Gran Chocaya Así, nació el primer levantamiento indígena chicheño181 a principios de 1781, con varios líderes visibles, entre los que se hallan, Pedro de la Cruz Condori, Gobernador de Cerrillos en Lípez (dependiente del curato de Chichas) y su segunda Martín Aica; el Curaca de Chocaya, Cipriano Canchi, su hermano Franco y su segunda, Juan Vargas. Los alcaldes indios Diego Quespi y Andrés Cala, el Curaca de Esmoraca, Blas Mamani y su mujer Josefa Barrios. El Gobernador de San Pablo de Lípez, Lázaro Nina y el sargento de milicias de Tupiza, Luis Laso de la Vega. Los alcaldes indios y los regidores eran instituidos en pueblos o reducciones donde había más de cuarenta casas y eran elegidos anualmente en el siglo XVIII. Si las casas sumaban a ochenta se duplicaban estas autoridades.182 Las atribuciones de los alcaldes indios eran: indagar, aprehender y llevar delincuentes a las cárceles del pueblo de españoles del distrito correspondiente. Sólo podían castigar con un día de prisión, seis u ocho azotes a los indios que faltaren a misa o se embriagaren, si los embriagados eran numerosos los castigos eran más rigurosos.183 El cargo de regidor estaba en manos de un español, que lo obtenía en un remate donde primaba la mayor oferta económica,184 como muchos otros cargos públicos que eran vendidos como: corregidor, alcalde y oficiales de la Real Hacienda. Las facultades de un gobernador eran: velar por el orden en un asiento y aprehender a los malhechores, procurando expulsarlos de su jurisdicción haciendo todas las diligencias para remitirlos a las autoridades superiores.185 Entre los protagonistas de la insurrección de Chocaya se destacaron varios “indios principales” como el barretero, Pedro Pablo Cala, indio originario de Santiago de Cotagaita de carácter resuelto y con mucho liderazgo. Los hermanos José Valeriano, Mateo y Salvador Calavi que llegaron del norte e Isidro Taxachi, indio de Condo que hacía de escribano en Esmoraca. 181 ABNB.SGI 201.1781 ABNB ALP.SGI-92.1781 182 Idem. Libro VIII. De la venta de oficios. Ley xv, 1618. 183 Idem. Libro VII. Título Ocho. De los delitos y penas y su aplicación. Ley xvj 1618. 184 Idem. Libro VIII. Título Veinte. De la venta de oficios. Ley vij 1620. 185 Idem. Libro V. Título Segundo. Ley xxix 1530.
María Elena Chambi Cáceres - 146 - La revuelta chicheña recibió la anuencia de tres personas importantes que no eran indígenas. El cura José Vásquez de Velasco, español evangelizador, que puso en práctica lo establecido por ley, que era avisar al protector de los indios, qué autoridades, hacendados o mineros hispanos contravenían las leyes.186 El joven español Lorenzo Antezana, abogado y aparentemente protector de los indios.187 Según las leyes de indias, tenía dos grandes facultades: conocer y resolver los juicios entre indios e informar al Virrey sobre el aumento o disminución de la población indígena, los agravios y vejaciones a éstos, su falta de doctrina y si gozaban de libertad o eran oprimidos. Esta última información solía ser otorgada por el cura del partido, en este caso Vásquez de Velasco. El cargo de protector de indios era designado por el Virrey a un letrado español, jamás mestizo y cuyo salario salía de las contribuciones de la comunidad,188 su oficina se hallaba en Charcas. Por las características de su trabajo, este abogado remitía frecuentes informes y sostenía encuentros periódicos con quien le había nombrado. Y finalmente, otro que apoyó a los indígenas fue Ubaldo Dávila189, español de La Paz que vivía en Chocaya y que aparentemente era el procurador de Antezana. Estos personajes, que no estaban contabilizados entre los indígenas rebeldes, contribuyeron a esa causa por la fuerza de las incontrastables transgresiones a la ley, protagonizadas por las autoridades españolas, de las cuales fueron testigos mientras desempeñaban sus funciones. Pertenecer a la clase dominante e identificarse con el sufrimiento de los dominados provocó un ejercicio de actitudes duales, que fueron las que socavaron la confianza de indios y autoridades españolas simultáneamente. El conflicto se desató en Chocaya cuando llegaron los hermanos Calavi, “Baleriano, 186 Idem. Libro VI. Título Seis. De los protectores de indios. Ley xiiij. 1619, 1622. 187 BO ANBN ALP SGI 259. Tras la muerte del Lorenzo Antezana en 1781, su hermano, Pedro Antezana, cura de San Andrés de Caracollo, provincia Sica Sica y su madre Dña. María de Sotomayor, argumentando que el fallecido era abogado de la Real Audiencia de Charcas, piden a la Justicia, la restitución de bienes y dinero que se otorgó para que la expedición de Chichas ingresé a Lípez durante la revuelta indígena. El 4 de junio de 1784 la justicia le favorece a su pedido. Aunque Juan Jáuregui en “La rebelión indígena en el campo, el Corregimiento de La Paz y la provincia de Chichas 1781-1783”, 1987.p33, sostiene que Antezana era estudiante (27) y criollo. 188 Idem. Ley iij 1614. Ley vij. Ley xj. 1596. Ley x 1622. 189 De la casa de doña Ignacia Adrián sacó Ubaldo Dávila plata sellada de una cajuela, quebrándola y fue acompañado de Cipiano Canchi, Juan Bargas y Andrés Cala saquearon la casa de Gerónimo Alquisalate”. ABNB.SGI 201.1781.
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 147 - Mateo y Salvador”190 de Tolapampa, los primeros días de marzo de 1781, anunciando el liderazgo de “Rey Tupac Amaru” que era de “sangre real”, que defendía los derechos de los indios y que prometía supresión de tributos e impuestos. Irradiaron esas demandas emergentes y lograron plena identificación de las poblaciones indígenas chicheñas. Más tarde tomaron la posta las autoridades indígenas como curacas, segundas y alcaldes cuyo método de comunicación y organización se expresó esencialmente en cartas enviadas entre los curacas de Chocaya, Cerrillos y Lípez con la participación de chasquis y amanuenses191 y el apoyo de algunos sacerdotes, que se sumaron a los movimientos de los revolucionarios. A su llegada a Chocaya, los Calavi, se alojaron en la casa del curaca, Cipriano Canchi, argumentaron ser los enviados de Tupac Amaru e indicaron que eran del grupo de los hermanos Katari192 de Oruro y Potosí, que ya estaban protagonizando alzamientos en sus regiones. Para no despertar sospechas se emplearon en la casa del Dr. Lorenzo Antezana, quien a su corta edad era poseedor de unos hornos de fundición en Vila Vila y una estancia donde criaba novillos. Así, los Calavi poco a poco fueron empapándose del movimiento de ese asiento y pidieron que al cura la celebración de una misa, después de la ceremonia se los nombró líderes de la revuelta con el cargo de capitanes. Con ese título se encargaron de reclutar gente para cumplir sus objetivos.193 En una reunión con los indios principales del pueblo, resolvieron detener al español, Gerónimo Alquisalate, administrador de la pulpería, que recibía provisiones de Juan Antonio de Alquisalate,194 un comerciante que vivía en Buenos Aires y que enviaba grandes cantidades de una diversidad de mercadería de castilla que iba desde petacas de papel, hasta cuchillos tanto a Potosí, al mercader Juan Felipe Arzadum, como a Chocaya. El pulpero Gerónimo Alquisalate, aprovechando su influencia con las autoridades, quienes verificaban el ingreso de sus productos habitualmente, envió a la cárcel a 190 Idem, los nombres de dos hermanos Calavi varían en las declaraciones de los testigos, el único que se repite es el de Valeriano. 191 Amanuense. Persona que por oficio pone en limpio escritos ajenos, o escribe al dictado. 192 La rebelión de Tupac Amaru y los orígenes de la independencia de Hispanoamérica. Boleslao Lewin 1967. P.569 193 Jáuregui. 1987. 34 194 C.R. 914-1748-1750. Libro donde se autoriza a comerciantes que llegan a la Villa de Potosí trayendo sus mercaderías de Buenos Aires.
María Elena Chambi Cáceres - 148 - muchos de sus deudores, la mayoría de ellos indios, que luego se convirtieron en sus enemigos. El día que estalló el motín, Valeriano Calavi, el mayor de ellos, se puso poncho, solapa y montera, lo que provocó que le rindieran obediencia195. Se juntó con sus hermanos, con el curaca Cipriano Canchi y su hermano Franco, con el segunda, Juan Vargas, además con Diego Quespi y Andrés Cala, todos fueron a asaltar y saquear la casa de Alquisalate y a rematar sus pertenencias. Cala distribuyó la coca, carne, tocuyo, vino y aguardiente a los sublevados y mandó encomienda a otras regiones alzadas. Al pulpero lo detuvieron, le pusieron en la cara un sable para que no se atreva a escapar, lo llevaron preso y luego lo exterminaron, la misma suerte corrió el Corregidor de Chocaya, Francisco Javier Carbonel. De inmediato fueron hasta la casa de otra española que tenía una tienda, Ignacia Arias, invadieron, quebraron la cajuela donde guardaba plata y extractaron de ella unos piñones, encontraron alhajas de oro y plata que desvalijaron, remataron la coca y vino de su bodega. Días después llegó Pedro de la Cruz Condori e hizo un inventario de todo aquello y encontró enterrados en dos talegas, avíos de los almacenes y en un pañuelo las alhajas. Posteriormente, Pedro Pablo Cala acompañado de otros indios sacó un convoy y se dirigió a los hornos de fundición en Vila Vila, (entre Chuquisaca y Potosí) a buscar al abogado Lorenzo Antezana, algunos líderes sabían que era éste apoyaba la causa de los indígenas, pero otros lo desconocían. Llegaron al lugar, no lo hallaron y detuvieron a los dos curas de Chocaya, José Vásquez de Velasco y Agustín Garcés. Les subieron en mulas ensilladas y los trasladaron a la casa de Ubaldo Dávila. Éste confeso que acogió a los párrocos prisioneros para que posteriormente ellos le escondan a él y a su mujer, cuando así lo necesiten. Pasada la noche, llegó Pedro Pablo Cala a la casa de Ubaldo, lo buscó desesperadamente amenazando que mataría a los que lo oculten, no lo halló, pero anunció que volvería a los hornos de Vila Vila a lapidar a Antezana. Anoticiado de esa advertencia, el cura José Vásquez de Velasco se postró a los pies de Cala para suplicar que evite la muerte anunciada del joven abogado.196 Dávila huyó de los indios que querían tenerlo de capitán y darle el bastón de mando, logró agazaparse en la casa de Antezana con la protección de mujeres españolas, 195 BO ABNB ALP SGI 92 196 Idem
LOS CHICHAS EN LA COLONIA - 149 - pero el tumulto de bravos chicheños conminó a dar pena de muerte a quienes lo protegieran; las mujeres no tuvieron otro remedio que entregarlo y de rodillas se rindió obedeciendo a los rebeldes y haciendo de amanuense. Los sublevados fueron a los hornos de Antezana, encabezados por Cala, lo sacaron tomándolo de sus brazos y lo mataron porque encontraron cartas en sus bolsillos, dirigidas al pulpero Alquisalate. La posición de Antezana fue complicada, ya que si bien tenía relación de relativa confianza con los hermanos Calavi y con Ubaldo Ávila, también sostenía una relación fluida con el pulpero, Gerónimo Alquisalate, el corregidor Francisco Javier Carbonel y el cura Vásquez de Velasco, quien luego confesó que recaudó fondos con las limosnas y su sueldo para darle a Antezana. Dávila, a tiempo de servir como amanuense197 de los rebeldes, también enviaba comunicaciones al Vicario de la Plata, José Ignacio Pantoja anunciándole los hechos que iban a protagonizar los indígenas, quienes advirtieron que españoles e indios morirían, es más, según confesión propia, realizada posterior al levantamiento, en un juicio instaurado en su contra, Ubaldo dijo haber pedido armas al corregidor de Chocaya, Francisco Javier Carbonel para hacer frente a los indios y éste se negó a darle ya que estaba tan aterrorizado que incluso temía escribir un solo papel dirigido al Dr. Antezana. Finalmente los indios fueron al encuentro de los dos curas de Chocaya, José Vásquez de Velasco y el Capellán, Agustín Garcés, que se hallaban en la casa de Dávila y los sacaron a la plaza donde se enfrentaron con una muchedumbre de mujeres que les rodearon y condujeron a la iglesia sometiéndolos a cumplir sus objetivos. Tras esos episodios salieron en busca de más europeos y hallaron al militar inglés y diestro en armas, Juan Dum encabezando a un grupo de extranjeros armados, quienes al ver el tumulto de indígenas, que les superaba en valor y número entregaron sus pertrechos, lo que les colocó en total indefensión y consecuentemente ajusticiaron al líder del grupo pese a las grandes demostraciones que hizo para salvar su vida. De inmediato el cura Vásquez salió de la Iglesia a calmar los ánimos de los rebeldes, pero no lo logró. Envalentonados fueron hasta el cementerio de Chocaya, ubicado al lado de la 197 Los indios estaban autorizados a tener intérpretes para sus juicios, siempre y cuando éstos no sean procuradores ni se introduzcan en los intereses de nativos, de lo contrario se les privaba de su oficio. Eran elegidos por examen, voto y aprobación del Cabildo. Congreso de la República del Perú. ALP. Libro II. Título Veinte y nueve. De los intérpretes. Ley vij. 1563. Ley xiij. 1630
María Elena Chambi Cáceres - 150 - iglesia,198 donde se hallaba enterrado el Corregidor, Francisco Javier Carbonel, lo sacaron de su tumba y le quitaron la cabeza; el sacerdote volvió a amonestarles y los reprendió durante media hora, por las muertes que estaban causando, diciéndoles que estaban excomulgados y los absolvió199. Por poco le sucede lo mismo al cura de Tatasi a quien le tuvieron de rodillas, amenazándolo con cuchillo en su garganta pero a fuerza de ruegos y clamores consiguió que lo dejaran con vida, tras ceder a sus ruegos le emplazaron que salga de aquella doctrina a destierro formal y que no administre espiritualidad a los feligreses, porque no lo merecía. Para concluir el otro cacique de Chocaya, Félix Yugra, llegó hasta la Audiencia de Charcas con la cabeza del español, Guillermo Arias y fue recibido por los indios con bastante algazara, ceremonia donde se expresaba alegría con cantos y danzas como muestra de rebelión.200 Una vez en la iglesia, el líder indígena, Pedro de la Cruz Condori, en presencia de una multitud le hizo leer al cura Vásquez de Velasco una carta201 enviada por el clérigo, Dr. Don Marcos José Ceballos202, presbítero de Macha, donde le recomendaba a su colega apoyar los movimientos indígenas. Condori le pidió que explique a los nativos en su idioma el contenido de la misma. El cura acató y finalmente les aplicó la absolución. La actitud de Pedro de la Cruz obedecía a ser reconocido como único líder de la rebelión indígena en rechazo de los hermanos Calavi, por lo que días después, publicó un edicto en el que decía: “…Hago saber a todos los vecinos de este pueblo de Chocaya asi estantes como habitantes de cualesquiera condiscion o calidad, que sean estos naturales criollos mestizos, y sambos, como yó soy el verdadero embajador a fin de tomar consentimiento de todos los individuos y particulares que componen este cuerpo”. “…asi mismo hago saber como José Valeriano, no ha sido el legítimo enviado acometido ni por su majestad ni por su teniente don Dámaso Catari sino un revoltoso que con título furtivo 198 Durante la Colonia, solían enterrar a los corregidores, autoridades, azogueros, nobles y gente que aportaba con plata para la ornamentación de los templos, alrededor de la iglesias e incluso dentro de ellas con la idea que estarían más cerca de Dios. 199 “después de las muertes, que habían ejecutado los tumultuados, en Chocaya y Atocha, instarán al dicho eclesiástico les absolviese por haber muerto a don Francisco Javier Carbonel entre del cementerio de la iglesia” SGI.201. 1781 200 Jáuregui 1987. p103. 201 “Pedro de la Cruz me dijo que había una carta recomendativa impulsiva e imperativa escrita y dirigida a mí por el cura Dr. Dn. Marcos Josef Ceballos cuyo contenido fue releer su auto en concurso general y que en su idioma se les explicase su contenido”. SGI 201.1781 202 El cura Ceballos fue perseguido y detenido en Macha, tras haberse opuesto a la llegada de algunos Ministros de la Iglesia Católica a ese pueblo.