–¿Cómo está mi apreciado General Jay?
–Usted un día me llama de Padre Divino, otro de
General, ¿por qué no me llama sólo Jay? Vamos a ahorrar
palabras innecesarias que sólo sirven para alimentar
vanidades.
–Tiene razón Jay, hábleme de cómo se siente y de lo
que más lo hace sufrir.
–La verdad es que me siento cada día mejor. Abrirme
con usted me hizo mucho bien. Mi alma se siente más
aliviada… Hoy quisiera hablarle de una esposa que mantuvo
amistad con Ankenesamón. Ella habrá escuchado muchas
veces que hablaban mal de mí y siguió frecuentando a mi
nuera. El único camino para nuestro matrimonio que se vaya
a servir a los templos, ya que por esa amistad hace tiempo
que siento un gran rechazo hacia mi esposa.
–Quisiera entender mejor...
Jay le explicó con detalles todo acerca de esa situación
y luego de saber cuáles eran sus verdaderos sentimientos
respecto a su esposa Shakhet, Hinum se retiró.
Al día siguiente, antes de ir a visitarlo, el sacerdote fue
a conversar con Shakhet y la encontró en la casa de
Ankenesamón. Habló con las dos y trató de llegar a sus
corazones y a sus mentes para darles luz. Fue muy positivo
ese encuentro. Se borraron los malentendidos y
Ankenesamón comprendió los errores que tuvo su esposo,
reconoció que era muy celoso, hasta del propio Jay.
Cuando llegó el viernes, las dos mujeres se presentaron
frente al Padre Divino y le pidieron perdón por la forma
en que ambas habían actuado.
Jay agradeció mucho a Hinum, por haber recuperado
su esposa y su nuera a la vez. Las dos mujeres empezaron
149
a visitarlo a diario siempre trayéndole dátiles, pasas de
uva y ricos pasteles.
–No sé si estoy mejor de verdad, pero usted hizo mucho
para que yo me sienta más feliz –dijo Jay a Hinum.
Ankenesamón se puso un vestido de lino como
símbolo de que mantendrá su pureza de viuda hasta la
eternidad. Desde entonces pasó a vivir en la casa de su
suegro y junto con otras mujeres de vestido de lino, se
dedicó a ayudar a niños y ancianos y a los soldados
heridos. Una hermosa misión para ganar un pedazo de
cielo en el corazón de Dios.
Un viernes Hinum visitó a Jay y tomaron juntos un té
con pasteles.
–¿Cómo está, apreciado Jay?
–Ahora que soy Faraón, creo que llegué al último de
mis sueños.
–¿Y cuál fue su penúltimo sueño?
–Ese fue cuando pude colocar en la tumba de mi hijo
Tutankamón, el Himno a Atón. Para mí no existe
eternidad sin verdad. Estoy seguro que un Dios Único
en la tumba de mi hijo le dará la fuerza de una verdad
que él en vida negó, pero en la muerte su padre se la
pudo acercar con amor. En realidad no tuve que poner
ahí el himno, como era mi tumba tenía derecho de dejar
lo que más quería. Yo no podré disfrutar del Himno a
Atón en mi tumba del desierto, pero siento una victoria
espiritual con mi hijo y estoy seguro de que me lo
agradecerá en la eternidad. Y también a mi escarabajo
de resina que lo dejé a sus pies para que él sepa que no
es necesario que sea de oro, la resina tampoco se
150
estropea. Era un escarabajo que simboliza el amor y
también lo había guardado para mi muerte. Si hay algo
que guardo como un tesoro es mi escarabajo nuevo de
resina, el que cualquiera puede tener, por muy humilde
que sea. Y así me transformé en un faraón del Egipto
pobre y Tebas quedó fuera de mi dominio. Allá están
los muy ricos que no tienen sensibilidad para con los
que pasan hambre y necesidades y lo único que les
importa es tener más oro y más riquezas. Mi Imperio es
de amor y más amor para todos los que lo necesitan. No
tenemos palacios, tenemos solamente casas de vida,
casas del alma, casas de albañiles, casas de pescadores,
casas de artesanos, casas y casas…
–Un faraón de pobres no tiene mucha vida –
interrumpió Hinum con tono de preocupación. ¿Cómo
se mantendrá?
–Tengo fe en mi Dios que es de justicia. Espero que Él
me ayude –respondió Jay.
–Usted Jay, espera que le ayude, pero Él creó al rico y
también al pobre y apoya más al rico que al pobre, porque
el pobre no puede dar ayuda y el rico puede demostrar
su gratitud.
–Con el tiempo convenceremos a Dios de que sea más
justo y apoye más a los desprotegidos. Tenemos que
meditar mucho.
–Mire, Padre Divino, Dios los tiene que ayudar también
en el ánimo y en la voluntad de trabajar y para que tengan
más responsabilidad con sus familias, con sus hijos. Si
ellos quieren de verdad no ser más pobres, hasta lo pueden
conseguir sin la ayuda de Dios, solamente amando a sus
esposas y a sus hijos.
151
–Bueno, eso no sé si Dios lo va a conseguir, eso será
lo más difícil –afirmó Jay.
–Lo que pasa es que la mayoría no tiene hábitos de
trabajo y cuando uno se acostumbra a no hacer nada es
difícil cambiar. Uno de los grandes problemas de la
pobreza está en la propia gente y no en el sistema.
–Estoy de acuerdo con todo lo que me dice. Esto lo
hablamos todos los días y no es solamente la falta de hábito
de trabajo, los estados de disconformidad son constantes.
Siempre protestan, no hacen nada y exigen más y más. A
veces me pregunto quién exige más y quién quiere más,
¿el rico o el pobre? Creo que es muy difícil conformar al
hombre… únicamente que dejara de ser este hombre que
mira sólo lo que puede alimentar sus placeres y
necesidades. ¡Si pudiera pensar que su alma existe y
también necesita su alimento! Así podría llegar a cambiar.
Pero ¿cómo cambiamos al hombre si Dios hasta ahora
no lo consiguió?
–Apreciado Jay, la revolución la tendrá que hacer el
propio Dios. La nuestra fracasó y no sé si Él podrá tener
éxito con el hombre algún día…
Los dos entraron en un largo silencio y el sacerdote
médico Hinum decidió saludar e irse.
Jay quedó triste y silencioso. Preocupado como
siempre después de hablar de esos temas.
152
La caída de Neket Atón
y el surgimiento de un nuevo Egipto
Al día siguiente se levantó bien temprano y mientras
su esposa Thamis le servía el té de la mañana con
pequeños panes con miel, llegaron tres de sus esposas:
Shulatón, Nej Meth y Tefnu, que eran dirigentes de Casas
de Vida y traían asuntos para tratar.
Por antigüedad, la primera en dirigirse a él fue Shulatón.
–Amado Jay, estamos sufriendo deserciones. Muchas
mujeres que jamás me imaginé que pudieran
traicionarnos, después que las hemos ayudado en todos
los campos de la vida, nos abandonan… Estoy muy triste.
Es como poner harina en un saco roto, nunca se llena.
Quieren más comodidades, casas bonitas, que tengan
columnas y sillas cómodas. Quieren mejores comidas y
hasta una llegó a pedirme algunos sirvientes de la tercera
catarata para que la ayuden con los niños, alegando que
los ricos tienen gente que ayuda en sus casas. Además
dicen que si hay ricos que viven sin trabajar ¿por qué nos
obligan a nosotros a trabajar? Somos tan egipcios como
ellos y la ley tiene que ser justa para todos. Siempre se
dijo que nuestros Dos Países viven de las contribuciones
de los países vecinos. ¿Y ese oro adónde va? Se lo llevan
los ricos y nosotros no vemos nada. Si los países vecinos
nos mantienen, ¿por qué no llega a nosotros ese privilegio?
También sostienen que no es justo que los ricos tengan
153
escribas que van a sus casas a enseñar a sus hijos, mientras
que nosotros tenemos que mandar los nuestros por largos
caminos a las Casas de Vida y Enseñanza.
–¿Y no conseguiste ningún zulú para sirviente? –
preguntó Jay con sarcasmo. ¿Y una casa con columnas?
¿Tampoco le conseguiste un escriba que vaya a su casa a
enseñar a sus hijos? Así podría vivir como los ricos, sin
trabajar. Se debería sacar una ley de que nadie debe
trabajar y todos estamos obligados a vivir como los ricos.
Y que trabajen los países vecinos para nosotros. Pero me
pregunto qué pasaría si ellos también hacen una
revolución, igual a la nuestra. Bueno, tendrían que buscar
países vecinos que los mantengan. La desgracia sería que
nos toque a nosotros como vecinos, trabajar para ellos.
Todos rieron.
–Bueno –continuó Jay, tuviste deserciones porque no
pudiste satisfacerlas. ¿Y tú Nej Meth?
–Amado Jay Arí, también tengo los mismos problemas
en mi Casa de Vida y de Energía. Los sacerdotes médicos
se quejan. Primero porque los médicos de los templos de
Amón reciben dinero y privilegios que los nuestros no
tienen. Tuve deserciones de nueve sacerdotes médicos y
yo les pregunté antes de que se fueran, dónde estaba su
lado idealista y sus creencias. Me respondieron que en la
parte del estómago. El que más afirmó esa respuesta fue
un gran atoniano, el que más gritó en las reuniones
mostrando todo su idealismo. Hay enfermos que no dejan
de venir porque en los templos de Amón Ra no los
atienden y cuando van pobremente vestidos los mandan
para nuestras Casas de Vida. Los enfermos no pueden
154
desertar, pero los sacerdotes médicos, ellos sí pueden y
va a llegar un día en que los humildes no tendrán más
atención. Esa será la justicia que ellos pregonaban, son
muy idealistas con sus bolsos y la verdad es que no veo
la diferencia entre sus aspiraciones y las de los médicos
de Amón Ra. No sé por qué se llaman atonianos. Me
cuesta aceptar su falsedad y su cinismo… También te digo,
querido Jay, que mi Casa de Vida se está viniendo abajo,
hay grandes rajaduras en el techo y en ella atendemos
esposas de albañiles y también albañiles, pero nadie se
ofrece para arreglarlas, ni los defectos del piso. Sin
embargo reclaman ser atendidos sin pagar, porque son
atonianos. Así que nosotros tenemos que conseguir lo
necesario para arreglar la casa y fondos para pagar a los
sacerdotes médicos que quieren ganar igual que los
sacerdotes de Amón Ra. ¡Qué maravilla estoy
presentando! Resultado de nuestra revolución…
–¿Y tú Tefnu, qué me vas a contar o vas a cantar?
–Si quieres que cante, cantaré, pero creo que no es el
momento. Te contaré, amado Jay, que también tuvimos
bastantes deserciones en nuestra Casa de Vida del Alma.
Ya escuché las historias de mis hermanas y me sucede lo
mismo. Las deserciones son de los sacerdotes médicos
del alma que quieren privilegios, no se conforman con lo
que les pagamos. Es difícil aceptar esta realidad y la
desilusión que estamos viviendo.
–A veces me dan deseos de cerrar las Casas de Vida –
intervino Nej Meth. Y decir que esta revolución nació en
forma prematura, le falta tiempo para tener vida, pero no
unas pocas lunas, le faltan cientos de años…
155
–Estoy de acuerdo –dijo Jay, faltan siglos o milenios.
Nuestra revolución necesita madurar, está en los lienzos
de bebé. Nosotros esperamos que ese bebé nos
comprenda, que nos sienta y que luche al lado nuestro.
No puede hacerlo, es un bebé y no comprende nada.
Tendríamos que haber acompañado su crecimiento,
mostrarle el camino y cuando estuviera maduro y firme,
entonces sí presentarle la revolución y sus metas. Así
podría entender que no se trata solamente de un cambio
de dioses, de religión, sino de cambiar el sistema de vida,
de una moral diferente y de otra forma de pensar y de
sentir… Bueno, pero la semilla de la revolución quedará
y estoy seguro de que algún día germinará.
–Amado Jay –dijo Tefnu, tú siempre soñador. Gracias
a Atón que me dio un esposo soñador, con un corazón
lleno de mística hacia Dios y hacia la familia. En el futuro
habrán otros Jays y espero que tengan artesanos que
puedan llevar este sueño a la realidad y que perdure…
Pero hay algo muy triste, supimos que una sacerdotisa
fue descuartizada y su cuerpo tirado a los perros… Y varias
veces nos llegaron noticias de otras sacerdotisas que
tomaron el veneno de la cobra. Tal vez porque se sintieron
fracasadas en su misión, por no haber tenido éxito en sus
Casas de Vida, pero además por el miedo a mañana caer
en manos de Horemheb… A veces pienso qué será de
nosotros cuando tú te vayas para el occidente. Lo que
más me preocupa son nuestros hijos. No me importan
nuestras casas donde vivimos, eso nunca me preocupó,
pero sí el futuro de todos los que nos rodean. Los que
callan y no protestan, los que se resignan. Los que no
buscan privilegios ni monedas de oro. Los que realmente
156
sueñan con un mundo mejor donde el hombre tenga más
valores y luche por sus principios.
Déjame decirte, amado Jay, tú sabes que nosotros
obligamos a que cada concubina se transforme en esposa,
con los mismos derechos. Hace poco una mujer que había
sido concubina durante treinta años, como la mayoría de
las mujeres de los ricos que tienen una sola esposa y diez
concubinas, me vino a reclamar. Dijo que ella había sido
más feliz antes de ser esposa porque el hombre le prestaba
más atención.
Y yo pregunto, ¿para qué sirvió toda nuestra lucha y
la reforma que hicimos, si no la aprecian? Y todavía tratan
de afirmar que los dioses que tenían antes les favorecían
más. A su vez los hombres protestan porque cada esposa
quiere tener un vestido y sandalias, igual que la primera.
Preguntan por qué le tienen que dar derechos a una
concubina si no fue Destino. Todo lo que hicimos está
mal. Es imposible conformar al hombre y también a la
mujer. Ahora resulta que nosotros no tenemos principios
porque tenemos más que una esposa. Antes, con el
sistema de Amón, había una esposa que era como una
reina y muchas concubinas. Eso sí era lindo. Y como las
concubinas se pueden cambiar o vender y comprar, eso
sí era bueno. Ahí sí había principios. Amado Jay, estoy
muy cansada de luchar con esta gente… De noche
acaricio a mis hijos, les canto y lloro.
En ese momento entró Thamis, la primera esposa.
Todas se levantaron y saludaron con la mano en el
corazón.
–Amado Jay Arí –dijo Thamis, no te vengo a golpear
la cabeza con los dedos, menos con los puños, pero
157
tenemos que hacer algo. O paramos esta revolución y
negociamos con los de Amón para buscar soluciones para
Egipto o aplazamos esta revolución para otro tiempo.
–Lo que tú dices, yo hace ya tiempo que lo estoy
pensando, pero no se puede hacer un pacto sin mostrar
fuerza. Hace unos días el Rey Tustrahata me ofreció ayuda.
Veinte mil soldados y oro para apoyar nuestro gobierno,
pero no a la revolución. Yo igual lo acepté, pero tenemos
que esperar unos cuarenta días y no sé si nos podremos
mantener todo ese tiempo. Creo que nos quedan dos
semanas como máximo. Supe que Horemheb fue con
todo su ejército hacia Neket Atón con la consigna de que
“no quede piedra sobre piedra”. No tenemos fuerza para
enfrentarlo. Mi representante Shiwout está fracasando en
las conversaciones que ha tenido con Horemheb. Él está
muy firme pero no sabe lo que puede pasar dentro de
cuarenta días, cuál va a ser mi respuesta. No voy a andar
con hojas de laurel para victorear sus triunfos. También
pienso llamar a muchos jóvenes que tienen nuestro sueño
en su corazón, para que ingresen en el ejército. Pero me
preocupa lo que pueda pasar durante esos cuarenta días.
Después de Neket Atón irá sobre las Casas de Vida y en
especial a ustedes, donde más me puede hacer sufrir. Eso
no me deja conciliar el sueño, lo más triste es que no tengo
fuerzas para enfrentarlo. Shiwout estuvo con Tustrahata.
Creo que ayer empezó a marchar el ejército y vendrá con
el oro ya que necesita ser resguardado. Tustrahata mandó
decir que él no pide nada a cambio, que es un favor de
amigo, de hermano y de familia.
–Amado Jay, ¿cuánto demoró su viaje desde Mitanni
hasta aquí?
158
–Treinta y cuatro días.
–¿Y por qué ellos necesitan casi una semana más? –
preguntó Thamis.
–Porque se mueven con carretas y provisiones, con
sacerdotes médicos y mucha caballería. Además van a ir
a través de las montañas de Sivur desviando desiertos y
tratando de eludir los ríos –respondió Jay. Los caminos
se alargan y ese tiempo va contra nosotros. Horemheb
está ya con los últimos preparativos para su ataque a Neket
Atón.
–Él nos quiere dar un golpe espiritual, más que
material. Quiere destruir la ciudad modelo de la
revolución. Y no se anima a atacarte a ti personalmente.
–Es mucho peor, él sabe cómo herirme. Estuvo unido
a mi hijo y este plan no es nuevo, ya lo habían tramado
en vida de Tutankamón. Pero en aquel entonces la
revolución estaba más fuerte, ahora está desprestigiada
por tantos fracasos, está muy débil.
En ese momento entró la esposa Ank Atón,
acompañada de su hija Ra Ehor.
–Qué felices están mis ojos al verte tan bien, amado
Jay. Y a ti primera dama de mi alma y hermana de mi Ka.
Los dos respondieron al saludo, Thamis con la mano
en el corazón.
–La gente anda asustada por las calles –empezó a
contar Ank Atón. Es como si se acercara una tormenta de
arena. Todos comentan que el General está marchando
hacia Neket Atón con fines destructivos. Mucha gente que
vive allá se está yendo con todas sus pertenencias, es un
éxodo. Comentan que hubieron muchos suicidios porque
hay quienes no aceptan el fracaso o mejor dicho, la derrota.
159
Tampoco comprenden por qué el General Jay no se
propone defender una ciudad que fue construida como
modelo de vida inspirada en el Dios Atón, con tanta moral
y pureza. Cuesta comprenderlo, hasta a mí me cuesta. ¿Por
qué nuestro ejército está tan quieto? ¿Por qué no defiende
nuestras construcciones y los hogares atonianos? ¿Por qué
esta indiferencia frente a la agresión?
–Lo que te voy a hablar, amada esposa Ank Atón,
debe quedar dentro de los muros de esta casa y de nuestra
familia. Si en estos momentos nuestro ejército enfrenta a
Horemheb, habrá una masacre y perderemos todo el
poder. Estoy esperando que venga la ayuda de tu padre
y entonces lo enfrentaré y lo destruiré. Sin esa ayuda no
puedo moverme. También sé que sus espías le habrán
informado de ese ejército que viene desde Mitanni y por
eso él atacará antes y piensa que yo voy a responder a
ese ataque. Pero tengo muchos más años que él en el
ejército… Espero que Dios me comprenda. Lo que más
quiero es salvar vidas, no construcciones, una vida es
irreparable y las construcciones se pueden volver a hacer.
Para mí es más importante una vida, un soldado, que
todos los obeliscos y monumentos de Neket Atón, porque
la vida la hizo Dios y es sagrada. Posiblemente caerá más
nuestro ánimo, pero los que tienen fe y las ideas en su
corazón, éstos no se van a desmoralizar tan fácilmente,
seguirán en su lucha. Esta no es la última revolución del
hombre, habrán muchas más, hasta que llegue la
victoriosa y todos seremos iguales frente al sol de Atón,
seremos hermanos de verdad y el mundo será una gran
familia. Nos abrazaremos con los negros del sur, de la
tercera a la quinta catarata, también con los asiáticos que
160
hoy son nuestros enemigos. Comeremos en la misma
mesa y buscaremos en el mismo cielo un Dios justo. No
te angusties, esposa mía, ya vendrán tiempos mejores.
Espero que nuestros hijos y nietos empiecen a ver algún
brazo de Dios, haciendo milagros en los corazones de los
hombres.
Ank Atón estaba muy angustiada y con lágrimas gritó.
–¡Ay padre mío! ¿Por qué no apuras tu ayuda? Corre
con tu ejército, por favor… Trata de parar a este monstruo
de Shet.
Pasaron dos semanas y el ejército de Horemheb estuvo
en los portones de Neket Atón, amenazando y esperando
a que salieran todos los habitantes. Pero muchos no
quisieron escucharlo y se quedaron. Horemheb quería
mostrar una faceta humana posiblemente para conquistar
adeptos para su régimen y para los templos de Amón.
Aunque los sacerdotes de Tebas pedían que se decapite
a cada atoniano, que se corte la cabeza a cada uno de
esos revolucionarios, para que entiendan que no se debe
enfrentar al Dios Amón. Pero Horemheb buscaba ser
querido porque sus ambiciones no terminaban con
destruir la revolución, él quería gobernar y ser faraón. Por
eso les ofrecía perdón, otras viviendas y privilegios, si
abandonaban la ciudad. Sabía que el tiempo estaba en
su contra, estaba llegando un poderoso ejército de Mitanni
y tanto Nubia como Etiopía se habían unido apoyando
con varias tropas. Conocía el salvajismo de los nubios en
las guerras, ya los había enfrentado. Por todo esto sitió la
ciudad para obligar a que salieran, cortando la entrada
de comida y agua.
161
Frente a Neket Atón estaban tres grandes Sumas
Sacerdotisas, orando y pidiendo a cada hombre y a cada
mujer, mantener la firmeza en la lucha. Ellas: Meshu Maat,
Nefer Ru y Astenkeph, habían sacado a todos los niños
de la ciudad. Quedaron alrededor de cuatro mil personas,
eran más mujeres que hombres. A los veintiún días sin
comida y sin agua, entró el ejército y masacró a todos. En
medio de esa matanza, las tres grandes Sumas se suicidan
con el veneno de la cobra.
Cuando Jay supo la noticia, fueron miles de hombres
a sepultar los cuerpos con un ritual como el Dios Atón lo
hubiera exigido: simple, sin adornos y sin lujos,
únicamente con corazón, lágrimas y cánticos de fe y amor
con la meditación Maat Ameth Aka.
Jay declaró un ayuno de tres días, sin agua. Se pusieron
los bancos bajos para sentarse en duelo. Toda mujer
atoniana se rasgaba su vestido, mostrando que ella quedó
destruida y cada hombre rasgaba su delantal. Lo
importante es que muchos egipcios que no eran
atonianos, también entraron en este rito, en parte como
duelo y hasta como protesta.
Poco antes de cumplirse los cuarenta días de duelo,
entró el grueso del ejército de Mitanni, junto al nubio y el
de Etiopía. Pero Jay dijo “No se puede interrumpir el
duelo. El ejército que espere, mis muertos son más
importantes que una victoria en estos momentos”.
Los Generales aconsejaban a Jay que ya era momento
de atacar a Horemheb, para no darle tiempo de buscar
ayuda y armarse más. Pero Jay se negó a romper el duelo
diciendo que para él, era sagrado.
162
Los comentarios eran: “Se dio vuelta la tortuga. Ahora
las deserciones son en las filas de Horemheb”. Él estaba
desesperado porque debería enfrentar un ejército muy
superior en número, muy disciplinado y descansado.
Varios de sus Generales ya habían huido. Sentía el gusto
de las almendras amargas en su boca, temiendo su futura
derrota. Habrá pensado que si hubiera atacado a Jay, en
vez de destruir Neket Atón, podría haber ganado. Pero
seguramente Jay hubiera escapado para unirse con el
ejército de Mitanni. Horemheb se sintió perdido y él
también contaba cuántos días faltaban para terminar el
duelo. Cuando una de sus esposas, Izkeratet, le trajo un
collar y un amuleto hecho por un sacerdote de Amón,
Horemheb dijo “No creo, Izkeratet, que este amuleto me
salve el cuello”.
A los cuarenta y tres días después de la destrucción de
Neket Atón, empezó la marcha del gran ejército. El propio
Jay iba en un carro de guerra, cedido por su gran amigo
Tustrahata. Cuatro mil atonianos habían sido masacrados,
algunos cortados en pedazos y todos decapitados. La
barbarie de Horemheb no llegó a las tres Sumas
Sacerdotisas principales, que se habían escondido en una
cueva y ellas mismas se quitaron la vida.
Todos en Tebas estaban asustados pensando que Jay
iba a hacer lo mismo. Pero él no pensó en eso. Pidió la
vida del General Horemheb y del Sumo Sacerdote de
los templos de Amón. Dijo “Con dos vidas es suficiente.
Ellos son los responsables de la masacre de Neket Atón,
de la muerte de mis seres queridos. Los demás que
hicieron atrocidades, lo hicieron por orden de estos dos.
163
Espero que sean valientes y se entreguen. Así podremos
salvar Egipto de otra masacre que no quisiera que
suceda”.
La respuesta de Horemheb y del Sumo Sacerdote fue
negativa. “Únicamente sobre los cadáveres de mis
soldados” dijo Horemheb.
Entonces sucedió algo muy peculiar, sus propios
Oficiales llevaron a Horemheb y al Sumo Sacerdote frente
a Jay Arí. Cuando éste miró el colgante que llevaba
Horemheb le dijo “Hermoso colgante, pero ni su belleza
y menos su magia, salvarán tu cuello”.
Horemheb pide perdón y Jay responde: “Únicamente
tus dioses te pueden perdonar, ellos te han comprendido
siempre. Yo como hombre no puedo perdonar, porque
no puedo olvidar. Que tus dioses te perdonen por las
atrocidades que cometiste en tu vida”.
“Y usted Sumo Sacerdote, tiene más veneno en su
corazón, que sentimientos. Estar cerca de sus dioses le
hará bien”. Después de decir esto, Jay dio la orden a sus
propios Oficiales: “Ustedes los trajeron para la muerte,
entonces encárguense de cumplir con ella. Creo que ellos
se sentirán mejor con sus espadas, para ir al occidente, al
encuentro de sus dioses que los estarán esperando con
una balanza especial para juzgarlos”.
En los meses que siguieron el ejército de Horemheb
se desarmó totalmente. Muchos de sus Oficiales se
fueron al destierro. Les costaba vivir en un país donde
ellos mataron a sus propios hermanos y eran muy mal
vistos.
164
El Faraón Jay Arí, anunció frente a los grandes templos
de Tebas:
Queridos hermanos, me siento orgulloso de ser su
Faraón y de tener un Saneth Drín con tantos consejos
para llevar adelante el Alto y el Bajo Egipto. De que en
estas tierras, cada habitante pueda pensar y creer como
sienta y no va a existir una religión ni un sistema impuesto
por mí. Cada uno de ustedes viva con la libertad de su
conciencia y con las leyes que hemos establecido, pero la
revolución y sus ideas se las dejamos a las generaciones
venideras, cuando estén más preparadas para ella. Los
niños y los adolescentes deberán entrar en un camino
espiritual, no importa qué dios o qué dioses querrán tener
en sus corazones, pero sí que tengan espiritualidad y amor
al prójimo y que haya justicia entre los egipcios y respeto
hacia la verdad. Mientras yo viva y espero que sea igual
para los que me siguen, no quiero que existan ladrones y
mucho menos, asesinos. En nuestros países se vivirá con
respeto por la vida y el sacrificio del otro.
No aceptamos más concubinas y mujeres que sigan
viviendo con los padres, teniendo destinos de amor para
cumplir. Tampoco que se dediquen solamente a las Casas
de Vida o a los templos. Toda mujer tiene derecho a un
esposo, hijos y a tener un hogar y el Estado va a intervenir
para que esta ley se cumpla.
Reconozco el fracaso de nuestra revolución, pero se
ha sembrado una semilla y quedará para el futuro. No sé
quién me reemplazará, pero estoy seguro que conocerá
esta lección que aprendimos. Fue muy útil y llegará el
momento en que servirá. Tengo fe en el hombre, en la
justicia Divina y en que Dios ayudará a Egipto a vivir en
165
paz, con buenas cosechas de trigo y de cebada, para tener
pan y cerveza para festejar nuestras victorias.
“¡Larga vida para Jay Arí!” –fue el grito de la
muchedumbre al terminar el discurso.
Aquí finaliza el relato transmitido por el escriba Janushi
166
Epílogo
Jay Arí, una figura polémica dentro de la historia del
Antiguo Egipto, tuvo una extensa trayectoria dentro de
los altos mandos de la Dinastía XVIII. Su actividad militar
y política comienza en el reinado de Amenofis III.
A pesar de su amplia actuación y numerosas
conquistas, poco quedó registrado de sus triunfos. El odio
de sus enemigos borró su imagen de murales, estatuas,
monumentos y de todo lugar donde apareciese. Poco se
ha rescatado de un personaje que tanto tuvo para
destacarse. Su enfrentamiento con los grandes poderosos
de la época, por sus ideas de compartir la riqueza, lo
llevaron a convertirse en enemigo público, proclamado
como hereje y traidor a los dioses de Egipto.
Lo poco que ha trascendido acerca de Jay, a lo que
algunos egiptólogos se refieren, son las acusaciones de
asesinato, inmoralidad y oportunismo, necesarias para que
no se siga su ejemplo en el futuro. La irreverencia de la
que se le acusa, de ir contra los dioses, es nada más un
justificativo para no acusarlo de ir contra los ricos. Tal vez,
si Atón no hubiera sido un dios que se preocupa por los
humildes y proclama sus derechos, no hubiera sido tan
rechazado.
Lamentablemente las luchas de poder muchas veces
se enmascaran tras consignas religiosas para instigar a los
167
fieles a participar de ellas. A veces me pregunto si el
hombre miente a los demás o es que también se engaña
a sí mismo, convenciéndose del altruismo de su lucha y
ocultándose el verdadero motivo que lo lleva a pelear.
Lo cierto es que el clero de Amón supo elaborar muy
bien sus argumentos para rechazar los revolucionarios,
llamándolos “herejes” y basando su herejía en un aspecto
religioso, infundiendo el temor al pecado y al castigo
eterno para quienes se acercaban a ellos.
Por su lado, los revolucionarios, en su afán de ayudar,
de abrir Casas de Vida para curar y enseñar las bondades
de su dios Atón, no tuvieron tiempo para dedicarse a
comprender las profundas bases de la revolución que ellos
propagaban. Por lo tanto, quedaban en los extremos de
brindar ayuda a los necesitados o atacar los suntuosos
templos o a los altos funcionarios con insultos y actos
agresivos. Falta de madurez y de cultura sumadas a la
impulsividad propia de la rebeldía revolucionaria.
¿Quién comprendió o sintió realmente la esencia del
dios Atón? Un dios invisible que está en todas partes pero
que no tiene imagen, no hay una estatua para arrodillarse
frente a ella. Apenas el símbolo de un disco solar con
manos que ofrecen su bendición a todos aquellos a los
que el sol llega, sin hacer diferencias.
¿Akenatón lo sintió? Tal vez… Sin dudas lo buscó
desesperadamente en su exacerbada mística, también
porque necesitaba un dios diferente, un dios que pudiera
comprenderlo a él, que era un ser diferente a los demás…
Creo que cada uno de los grandes jefes, Sumos
Sacerdotes y Sumas Sacerdotisas que pertenecieron a las
filas atonianas, comprendió alguno de los brazos o de los
168
rayos que emanaban del Gran Creador. Para los demás
era un protector y una inspiración divina para las consignas
revolucionarias de “amor, justicia y verdad”.
Quien sintió realmente ese dios, fue Jay Arí, el gran
ideólogo, quien siempre fue el Corazón de la Revolución.
Su sola presencia, así como alentaba al ejército para la
batalla, animaba a los revolucionarios en su lucha diaria,
donde sea que estuviera su misión, en una Casa de Vida
o construyendo la ciudad para una nueva forma de vivir
según los preceptos del dios Atón.
Jay fue el primer y verdadero revolucionario, porque
sintió la esencia de esa revolución y luchó por conseguir
los cambios que consideraba necesarios para mejorar la
vida de los habitantes del Alto y Bajo Egipto.
En algunas etapas tuvo que enfrentarse por la fuerza
con los poderosos de la época, porque sabía que sólo
con palabras no se convence al rico de dar parte de lo
que tiene para los necesitados. Pero, con el paso del tiempo
y luego de vivir y sufrir la experiencia revolucionaria,
comprendió que no se puede cambiar el mundo, sin
cambiar al hombre que forma parte de ese mundo;
entendió que se debe buscar un equilibrio que permita
evaluar el lado positivo y el negativo, tanto de los ricos
como de los necesitados.
Su idea visionaria de un gobierno representativo de
los distintos sectores sociales, con voz y voto para crear
leyes y normas, es asombrosa para la época. Un Saneth
Drín tan semejante a un senado actual; un socialismo que
presenta por primera vez en la historia la idea de
redistribución de tierras; la abolición de las castas, el
reconocimiento de los derechos de la mujer y de su
169
capacidad para ocupar lugares destacados, tanto políticos
como religiosos. Por primera vez los trabajadores se
organizan en grupos según su labor, formando lo que se
llamó Uniones (de albañiles, de pescadores, de
artesanos…) Creó una especie de seguro que daba al
trabajador la certeza de que si algo le sucedía durante su
tarea, el Estado se haría cargo de su familia.
Jay Arí, introdujo innumerables avances, sus ideas y
acciones dejaron una marca en la historia de Egipto. Fue
además el creador de la primera Logia que existió, nacida
en Neket Atón, transformando en Iniciados a obreros y
albañiles que trabajaban construyendo la ciudad para el
dios Atón. De ella derivan lo símbolos del martillo, la
escuadra y el compás que fueron luego adoptados por
otras escuelas iniciáticas.
Creo que el relato del escriba Janushi, quien
acompañó de cerca algunas etapas de la vida de Jay
Arí, busca justicia para un personaje que ha sido mal
juzgado por muchos historiadores, al no contar, como
dije antes, con registros de su verdadera actuación, ya
que fueron destruidos, al igual que la ciudad de Amarna
(Neket Atón).
Análisis de la Revolución
No solamente con ideas y con sangre se hacen las
revoluciones, tiene que involucrarse el plano cultural,
espiritual y un sentimiento humanista. Es una teoría muy
difícil de llevar a la práctica. ¿Cómo hacerlo? Ese el gran
interrogante que hasta hoy el hombre no ha logrado
170
responder. Así vemos el fracaso del comunismo, un
socialismo que se mantiene porque es tolerante y una
democracia que no es más que un sistema que da lugar y
derechos a todos y está amenazada de hundirse en un
caos de corrupción y libertinaje.
Todos los sistemas y las ideas fracasan porque el
hombre no está preparado, no tiene cimientos para
llevarlos adelante. Sin dudas, esto fue lo que sucedió en
la época atoniana. La revolución trató de conquistar una
solución para el necesitado, para la mujer que estaba muy
relegada dentro de la sociedad, trató de que hubieran
menos pobres y menos ricos. Buscó que aquellos que
tenían el poder, la riqueza y la sabiduría, desarrollaran
una conciencia de las necesidades de los demás y de sus
carencias y pudieran asumir una mayor responsabilidad
frente a la sociedad en general.
Fue una experiencia de la cual podemos extraer una
enseñanza, analizando su aspecto positivo y el negativo.
No debemos ser fanáticos y defender un sistema como
perfecto cuando el hombre que pretende llevarlo a cabo
es tan imperfecto. Por lo tanto, para mejorar nuestra
sociedad tenemos que mejorar primero al ser humano.
El camino es largo, muy largo, pero lo importante sería
poder estar dentro de él y mirar con fe y esperanza hacia
el horizonte de un mundo mejor, donde no existan tantas
diferencias sociales.
No podemos educar nuestros hijos solamente para
que sepan cómo ganar dinero, porque construimos así
una sociedad materialista donde el oro crea grandes
separaciones y termina destruyendo los valores que
queremos conservar.
171
Las escuelas y universidades deberían ser como las
antiguas Casas de Vida, donde además de aprender una
profesión, nuestros hijos aprendan a amar, a tener fe, a
sentir un hogar, a respetar valores morales y éticos y a
luchar por una sociedad más elevada espiritualmente, que
no se preste a la corrupción ni al engaño permanente. Es
necesario enseñarles a ser verdaderos y enfrentar la vida
con valentía para crecer como seres humanos.
No habrá justicia social ni soluciones para nuestro
mundo si no mejoramos al hombre, si no logramos sentir
al otro y respetarlo, si no abandonamos el egoísmo y la
búsqueda de placer y comodidades.
Como Maestro, mi responsabilidad es formar personas,
no ideas. Formar gente para que tenga conciencia
humana, para que no acepte mentiras ni corrupción, para
que no actúe con deshonestidad. Formar un hombre con
principios, con cimientos, no importa para qué idea o
partido, importa que su moral y su forma de actuar sean
beneficiosas para la sociedad.
Formar corazones inteligentes que se preocupen por
ese otro ser humano que es un hermano, aunque no lleve
su sangre. Formar Iniciados que demuestren hasta qué
punto siguen los principios iniciáticos…
172
CONSIDERACIONES
SOBRE KABASH
Y DABRAKÁ
173
174
Las enseñanzas del Maestro Rolland se basan en
conocimientos de Kabbalah y especialmente en una
sabiduría originaria del Antiguo Egipto denominada
Kabash. La misma, se considera origen de la poste-
rior Kabbalah hebrea.
Este saber guarda la magia de los Antiguos Sa-
cerdotes Hierofantes del Nilo. Sus conocimientos so-
bre el aura, su medicina, su videncia, sus prácticas
místicas, su humanismo y sensibilidad.
Su base práctica, una forma de meditación lla-
mada Dabraká, se aplica en diferentes planos de
autoayuda y ayuda a los demás.
Dabraká es una mística concentración donde se
unen la fuerza de la mente y del espíritu, para canali-
zar hacia el hombre las energías del Cosmos y lograr
así su propio equilibrio, principio de salud física y
psíquica.
Es una meditación muy profunda a través de la
cual nos conectamos con la esencia trascendente del
ser: su alma.
En su práctica, se realiza una concentración en
determinada palabra, que no posee una traducción,
sino que es una combinación de letras.
175
En esa combinación está su energía ya que las
letras corresponden a los ‘Números de la Creación’,
las fuerzas del Universo que actúan sobre el ser hu-
mano.
Esa ‘palabra’ a la que llamamos Dabraká, ema-
na, a través de su repetición mental, una vibración
que actúa sobre nuestra aura. Ordena nuestras ener-
gías, subsanando los desequilibrios que puedan estar
afectándonos en distintos planos.
El secreto o la llave del éxito es la integración de
la persona a la meditación, podemos hablar de una
actitud mental o simplemente de la fe. Ingrediente
indispensable para el éxito en todos nuestras iniciati-
vas.
Sólo a través de la fe es que la persona se ‘abre’ y
logra integrar la energía del Dabraká.
Esta práctica no tiene ninguna connotación reli-
giosa y es totalmente independiente de la fe que cada
uno profese.
176
SOBRE LA MEDITACIÓN
CON DABRAKÁ
177
178
Queridos lectores quiero que conozcan una de las
grandes esencias de la meditación.
Esta forma de ayuda proviene del Antiguo Egipto,
donde hace alrededor de tres mil quinientos años,
integraba las terapias y la mística de los templos.
Hay un concepto en especial que me gustaría
resaltar para todos aquellos que se dispongan a
practicar la meditación con Dabraká.
Mi Ka, ese maravilloso espíritu que en vida integró
los templos del dios Atón, me lo enseñó a través de un
ejemplo muy claro. Hay ocasiones en que una persona
viene a consultarme y se dispone a meditar para
solucionar la problemática que la aqueja, pero no se
integra a sus Dabraká. No logra concentración, se distrae
con detalles de la vida cotidiana... Una mente dispersa,
no logra centrarse en la meta que quiere alcanzar. Y esa
concentración en nuestras metas, es el pilar de la Dabraká.
Entonces mi Ka dice que esa persona “no entra al templo,
se queda afuera”. Viene en busca de ayuda, pero no
consigue entrar... Repite la palabra de la Dabraká, sin
‘entrar’ en la energía que ella puede desarrollar.
Astenkeph dice: “ Si no entras al templo, Dios no
te oye”.
179
Cuántas veces observo que a la meditación de una
persona le falta lo fundamental y espera resultados...
Por eso quiero que ustedes, cada vez que vayan a
practicar una Dabraká, tengan presente que es necesario
que se integren por completo a esa práctica. La mente
fija en la meta con todo su poder, para así dominar las
situaciones adversas. El espíritu, con fe entregado a la
meditación...
No quisiera que se confundan al ver que hablo de
templos y de sacerdotes. En la antiguedad las prácticas
del Kabash estaban inmersas en la religiosidad de la época,
pero la Dabraká en sí no tiene carácter religioso. Siempre
afirmo que al igual que lo hicieron los antiguos egipcios,
cada uno puede unir su meditación, a la fe que profese.
No importa cuál es su Dios, lo importante es la Fe, el
‘templo’ que cada uno lleva en su interior. Si ustedes
tienen fe, pueden crear el milagro...
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Índice
Al Lector .................................................................... 7
Prólogo ...................................................................... 9
Introducción ............................................................. 13
PARTE I
EL SUEÑO DE JAY ARÍ
La descendencia semita en Egipto ............................ 23
La influencia de Jay Arí en la familia Real ................. 31
Nuevo gobierno y revolución atoniana ..................... 41
Neket Atón y la primera escuela Iniciática ................. 47
La peste ataca el alma de la revolución ..................... 51
La muerte del niño Dios ........................................... 55
Tustrahata, rey de Mitanni ......................................... 65
PARTE II
JAY REGRESA A EGIPTO
Jay es coronado faraón............................................. 93
Las reformas del Estado y el Saneth Drín ................ 101
Crisis social y conspiración religiosa ........................ 115
181
El sacerdote Hinum ................................................ 133
La caída de Neket Atón y el surgimiento
de un nuevo Egipto ................................................ 153
Epílogo .................................................................. 167
Consideraciones sobre Kabash y Dabraká .............. 173
Sobre la meditación con Dabraka ........................... 177
182
Maestro Rolland
183