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PREFACIO Este libro se escribió para que sirva como manual de cursos de estudio sobre el Antiguo Testamento en institutos bíblicos e instituciones análogas.

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Published by , 2017-04-15 00:10:03

EXPLORANDO EL ANTIGUO TESTAMENTO - Editorial CNP

PREFACIO Este libro se escribió para que sirva como manual de cursos de estudio sobre el Antiguo Testamento en institutos bíblicos e instituciones análogas.

192 Explorando el Antiguo Testamento

7. El lugar santísimo
Detrás del lugar santo estaba el sanctum sanctorum o lugar santísimo,
llamado a veces el oráculo. Era un cubo perfecto y tenía diez metros de largo
por diez de alto y diez de ancho. En este santuario interior había dos queru-
bines, labrados en madera recubierta de oro, que se alzaban hasta la mitad
de la altura del cuarto. Las alas de estos querubines estaban extendidas, de
manera que las puntas de las alas del lado de afuera tocaban las respectivas
paredes, y las puntas de las alas interiores se tocaban. Bajo las alas de estos
querubines y protegida por ellas descansaba una sencilla caja de madera, el
arca, que contenía las tablas de piedra de Moisés. Todo el esplendor del lugar
santísimo y del lugar santo, y del resto del templo fue diseñado para albergar
esta pequeña arca y las tablas de piedra.

B. La dedicación del templo (1 Reyes 8; 2 Crónicas 7)
El templo se dedicó durante el tiempo de la cosecha, cuando se cele-

braba la esta de los tabernáculos. A los ancianos de todas las tribus y a los
líderes del pueblo se los invitó a venir a Jerusalén. También hubo muchos
invitados de tierras extranjeras. Para recalcar la importancia nacional de este
acontecimiento histórico se dio énfasis a la organización tribal de Israel.

Cuando el arca al n descansó en su sitio de nitivo dentro del lugar
santísimo, se ofrecieron innumerables sacri cios. En el mismo instante, “la
casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar
allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había
llenado la casa de Dios” (2 Crónicas 5:13-14).

1. La oración de Salomón
Salomón, al igual que su padre David, asumió tanto el o cio de sumo
sacerdote como el de rey, y procedió a bendecir a la congregación de Israel
que estaba de pie reverentemente delante de él. Finalizadas sus palabras de
bendición, Salomón fue al macizo altar, y allí, en vez de la postura habitual
de pie que se usaba para la adoración, Salomón se arrodilló (1 Reyes 8:54), la
primera vez que se menciona esta postura en la Biblia.
Levantando sus manos al cielo, elevó una oración de rara sublimidad y
fervor. Pidió que cuando la nación o sus ciudadanos atravesaran por di cul-
tades, en su propia tierra o en tierras extranjeras, Dios oyera el clamor de su
pueblo desde su alta morada. Así se lee:

Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y con-
sumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. Y

Salomón y el Templo 193

no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de
Jehová había llenado la casa de Jehová (2 Crónicas 7:1-2).

2. Signi cado de la oración de Salomón
La oración que ofreció Salomón en la dedicación del templo es nota-
ble por la comprensión que revela de la grandeza e in nitud de Dios. Este
hombre sabio estaba consciente del hecho que Dios no puede habitar en
moradas terrenales, porque “... los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden
contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edi cado?” (1 Reyes 8:27). Este
conocimiento de la naturaleza de Dios es una prueba irrefutable contra las
aseveraciones de los críticos modernos que dicen que Israel no tuvo un con-
cepto claro de Dios como el Ser Supremo, sino hasta el siglo VIII a.C. Aquí
no hay una orgullosa referencia a un dios tribal, sino un humilde reconoci-
miento del Dios universal.
La oración de dedicación revela también un concepto exaltado de
compañerismo y comunión con Dios. Salomón se asombra de que el Dios
Todopoderoso, que es más grande que todo el universo, condescienda a
tener comunión con el hombre. Partiendo de este concepto de un Dios
benigno y universal, Salomón reconoce que cualquier alejamiento de los
preceptos de Dios ha de traer como consecuencia un pronto castigo y la
desaparición (1 Reyes 8:31-32).
3. La esta de dedicación
Como culminación de esta esta de dedicación, Salomón anunció una
esta que duraría 14 días, y que en realidad fue parte de una gran ofrenda de
animales. Se sacri caron en total 22,000 bueyes y 120,000 ovejas. Como solo
una pequeña parte de la carne de los animales se ofrecía en el altar, el resto se
repartía al pueblo para que participara y se regocijara en la esta sagrada.

IV. PIEDRAS DE TROPIEZO Y CAÍDA
Con la visita de la reina de Sabá, el esplendor externo del reino de
Salomón llegó a su apogeo. En esos días su estrella de rey parecía brillar
refulgente en un cielo sin nubes. Después de la visita de la soberana, el lujo
y el esplendor continuaron por un breve período. Sin embargo, dos males
mortales que conducían a otros, asechaban detrás del brillo super cial de la
corte. Esos dos males eran la maldición de la poligamia y la maldición de la
dictadura. Ambos trajeron la ruina espiritual del rey y de su pueblo.

194 Explorando el Antiguo Testamento

Sin duda alguna Salomón conocía las condiciones sobre las cuales des-
cansaba su prosperidad, porque recordó al pueblo, cuando hizo su oración:
“Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando
en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de hoy” (1
Reyes 8:61). Pero una cosa es conocer y otra es hacer. Como alguien dijo:
“Una cosa es tener una vívida comprensión de una verdad en la juventud,
o en circunstancias particularmente solemnes, y otra cosa es tenerla en los
años maduros de la existencia o en circunstancias ordinarias de la vida”11.
Las grandes verdades son generalmente olvidadas o ignoradas en medio de
las distracciones y seducciones de la vida.

A. Los pecados de Salomón (1 Reyes 10:23–11:8)
La ley de Moisés prohibía expresamente tres cosas al rey teocrático

(Deuteronomio 17:14-20). Salomón violó estas tres prohibiciones en forma
deliberada y contumaz, y en gran escala.

1. Se le había prohibido multiplicar caballos
Los caballos eran el símbolo y señal del militarismo. Israel estaba desti-
nado a ser un pueblo de paz. También, para adquirir caballos, era necesario
comerciar con Egipto, y Dios había dicho: “No volváis nunca por este ca-
mino” (Deuteronomio 17:16). El trá co de caballos que Salomón inició, y
las ganancias que obtuvo vendiéndolos a reyes heteos y sirios, es uno de los
hechos más notables de su comercio terrestre.

2. Se le había prohibido amasar plata y oro
Esto podía lograrse solo a costa del empobrecimiento del pueblo. Pero
como parte de su gloria Salomón hizo que la plata abundara en Jerusalén
tanto como las piedras de las calles.

3. Se le había prohibido tomar numerosas mujeres
Esto, por el peligro que desviaran su corazón (Deuteronomio 17:17). En
forma particular se prohibía el casamiento con mujeres extranjeras (Éxodo
34:11-16; Deuteronomio 7:3). “Pero el rey Salomón amó, además de la hija
de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las
de Edom, a las de Sidón, y a las heteas” (1 Reyes 11:1). Algunos han sugerido
que estos fueron matrimonios políticos, destinados a satisfacer la sed de po-
der y prestigio que devoraba a Salomón. Pero la Biblia dice: “A éstas, pues, se
juntó Salomón con amor” (1 Reyes 11:2).
El número de esposas que tuvo Salomón no solamente es sin para-
lelo en la historia, sino casi increíble. Se dice que tuvo 600 esposas y 300
concubinas. Fue probablemente en la última década de su reinado, cuando

Salomón y el Templo 195

Salomón tenía más de 50 años, que apoyó abiertamente la religión pagana
de sus esposas.

Se nos dice que Salomón “siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a
Milcom, ídolo abominable de los amonitas” (1 Reyes 11:5), y que edi có
dos lugares altos en el monte de los Olivos, uno para Quemos, y otro para
Moloc (1 Reyes 11:7). El descubrimiento de un sello en Bet-el, que repre-
senta a Astoret, demuestra cuán difundida estuvo la idolatría en ese tiem-
po12. También está comprobado que Salomón hizo arreglos similares para
sus otras mujeres extranjeras, que quemaban incienso a sus propios dioses
(1 Reyes 11:8).

B. El desagrado divino (1 Reyes 11:9-40)
Salomón podía quebrantar los mandamientos de Dios sin compunción,

pero no sin consecuencias. El lujo, la indolencia y la codicia habían hecho su
obra en el corazón de los israelitas. La tierra estaba llena de plata y oro, y su
tesorería rebosaba. El país estaba lleno de caballos y había una in nidad de
carros. Pero también había ídolos y altares paganos. El desagrado divino fue
el resultado inevitable.

1. Un profeta de juicio
Fue en estos tiempos que hizo su aparición un profeta llamado Ahías,
conocido como el silonita. Dios envió a Ahías a Jeroboam, hijo de Nabat y
Zerúa. Como se dice de Jeroboam que era “valiente y esforzado”, se supone
que se distinguió grandemente en la edi cación de los baluartes alrededor
de Jerusalén. A causa de su diligencia y habilidad había sido elevado a un
alto cargo.
Cuando Jeroboam salía de Jerusalén lo abordó el profeta Ahías. El pro-
feta llevó al joven o cial a un campo cercano. Tomando su propio manto lo
rompió en doce pedazos de los que le dio diez a Jeroboam. Con esto que-
ría signi car que Dios iba a dividir el reino de Salomón, y que iba a dar a
Jeroboam el mando de diez tribus. Después de a rmar que esta ruptura no
sería en los días de Salomón, dijo que se debía a la idolatría del rey y de su
casa.
2. Traición en la corte
Al parecer, Jeroboam no tuvo paciencia para esperar la muerte del rey.
De algún modo “alzó su mano contra el rey”. Seguramente el ambicioso
Jeroboam había revelado a sus amigos la profecía de Ahías, y quiso apre-
surar la rebelión. El rey descubrió el complot y ordenó el inmediato arresto
del traidor. Jeroboam se puso a salvo huyendo a Egipto, donde permaneció
hasta la muerte de Salomón.

196 Explorando el Antiguo Testamento

C. La muerte de Salomón (1 Reyes 11:41-43)
Porque Salomón se había olvidado de Dios, Dios se olvidó de él. Le

advirtió que su hijo heredaría solo una pequeña porción de su reino. Pero
aunque la totalidad de su castigo no se realizó inmediatamente, Salomón no
escapó del castigo en su propia persona y este castigo vino en una forma que
fue especialmente una vejación para el rey.

Su comercio disminuyó, su popularidad estaba empañada, y su cuerpo
envejeció prematuramente. Entonces vino a ser presa fácil de enemigos que
había desdeñado en sus días de poder. Carecía de poder para castigar a los
que se levantaban contra él. Después de la rebelión de Jeroboam, la Escritura
no dice nada de importancia respecto de Salomón. La historia de su reinado
termina con las palabras: “Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepulta-
do en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar Roboam su hijo”. Tenía
probablemente 58 años cuando murió.

RESUMEN
La vida de Salomón puede dividirse en tres períodos. El primero, al
principio de su reinado, cuando todavía era, en todo el sentido de la palabra,
Jedidías el “amado de Jehová”, y digno de su doble destino de monarca y
edi cador del templo. Parecía que Dios había derramado sobre él todos sus
dones, especialmente sabiduría, belleza, gran inteligencia, nobles aspiracio-
nes y un corazón comprensivo. A esto se agregaba una brillante habilidad
para administrar todos los asuntos del reino.
En la segunda etapa de su vida, Salomón alcanzó la cumbre de su poder
y gloria terrenal. Edi có el templo, con la fragancia de maderas preciosas,
ornado de costosos metales y piedras preciosas. Edi có ciudades y palacios,
unos tras otros. Su nombre era conocido por todo el mundo. Aun la mag-
ní ca reina de Sabá quedó maravillada cuando llegó a Jerusalén y vio la
gloria de Salomón. En medio de todo este brillo, Salomón adquirió mujeres
extranjeras.
En la tercera etapa de su historia, la gloria se evaporó. Hubo un colapso
súbito. El oro se convirtió en escoria, la prosperidad se desvaneció, la pompa
y la ceremonia se marchitaron. El constructor del templo se volvió idólatra
y politeísta. El magní co joven se convirtió con el tiempo en un anciano
disoluto, débil y desilusionado. El príncipe bien amado se transformó en un
tirano detestable.
Salomón tuvo una oportunidad sin igual para guiar a la nación por
caminos de grandeza espiritual. Pero en lugar de aprovechar esas oportuni-
dades, malgastó sus talentos y la riqueza de la nación, y la dejó madura para
la división y el desastre.

Los Tomos de la Serie “Explorando”

Explorando el Antiguo Testamento
W. T. Purkiser, redactor
Explorando el Nuevo Testamento
Ralph Earle, redactor
Explorando la educación cristiana
A. Elwood Sanner y A. F. Harper, redactores
Explorando nuestra fe cristiana
W. T. Purkiser, redactor
Explorando la santidad cristiana (Tomo 1)
Los fundamentos bíblicos
W. T. Purkiser, redactor
Explorando la santidad cristiana (Tomo 2)
Los fundamentos históricos
Paul M. Bassett y William M. Greathouse, redactores
Explorando la santidad cristiana (Tomo 3)
Los fundamentos teológicos
Richard S. Taylor, redactor

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