en carne viva
"En Carne Viva" ha sido editado y
publicado en mayo de 2022. El diseño
de la portada ha sido realizado por
@carmendejahuella. Todos los derechos
de las obras quedan reservados a sus
respectives autores, que dieron su
consentimiento para que estas pudieran
ser reproducidas. El fanzine está
protegido por un registro de Safe
Creative que prohíbe el uso comercial
de cualquier porción del mismo.
2
Introducción
“Las personas con TLP son como pacientes con quemaduras de tercer
grado sobre el noventa por ciento de su cuerpo. Al faltarles la barrera
emocional para protegerlas, sienten agonía con el más mínimo toque o
movimiento”
Marsha Linehan, creadora de la terapia dialéctico conductual (la más usada para el tratamiento
del Trastorno Límite de Personalidad)
“En Carne Viva” es un fanzine colaborativo creado por personas con Trastorno Límite
de la Personalidad (TLP). Nuestro objetivo es darle visibilidad a este trastorno desde
una perspectiva no estigmatizante y poder narrar nuestras vivencias de malestar
psicológico así como hablar de las violencias psiquiátricas que hemos
experimentado.
Queremos que se sepa que somos mucho más que los criterios diagnósticos que
identifican al TLP, que hay tantas formas de vivir este trastorno como personas que
lo padecen y que todas son igual de válidas.
Debido a todo lo mencionado, este fanzine puede contener obras artísticas que
resulten duras o que puedan herir la sensibilidad de ciertas personas. Es por ello que
hemos escrito los avisos de contenido convenientes antes de cada obra, para
asegurarnos de que todas las personas que deseen leer nuestro fanzine puedan
sentirse cómodas haciéndolo.
Esperamos que este acercamiento al TLP consiga hacer que se reflexione sobre la
forma en la que se nos percibe a las personas que tenemos este trastorno y que
logremos darle más visibilidad, así como hacer que tanto les pacientes como las
personas que no lo padecen se sientan acompañadas en sus sentimientos y sepan
que no están solas.
3
Índice
Prólogo..................................................................................5
Alba.......................................................................................8
Bea Cicatriz.............................................................................9
Blanca Noguer.........................................................................10
Carmen (@azukr)......................................................................11
Carmen (@carmendejahuella).....................................................13
Devon Plaster.........................................................................14
Elio.......................................................................................17
Elle Cerezo............................................................................19
Flora Rial...............................................................................22
G0rg0nax..............................................................................25
Hugo....................................................................................29
Irati......................................................................................31
Juno.....................................................................................33
Kassia...................................................................................35
Krmen..................................................................................37
Laira.....................................................................................38
Litia......................................................................................41
Lu........................................................................................43
María....................................................................................45
Marta Oliver..........................................................................48
Ner......................................................................................51
Niren....................................................................................53
Núria/ Naiu............................................................................56
Paula Aparicio Cejudo.............................................................59
Paula Maseda.........................................................................61
Paula Serrano.........................................................................64
Paula/ Syd.............................................................................65
Raven...................................................................................67
Sara......................................................................................69
Tania.....................................................................................70
Información sobre les autores.....................................................71
Recursos................................................................................77
4
Prólogo
“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo
fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas
estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso.” El Guardián entre el
centeno, J.D. Salinger.
Un potencial amigo salió del abarrotado camuflaje atando fuerte sus zapatillas de correr y dibujando
espirales fugaces con su llavero. Me contaron que había decidido marcharse por la chapa que le
daba con mis cosas. Fue el primero de muches, más o menos cercanes que él, a les que cargaba
tanto que siempre acababan pensando en sus propias movidas.
La noticia aún no se había cimentado cuando la nevera de mi casa empezó a apestar. Mi madre
buscó y rebuscó empeñada en localizar qué se había puesto malo. La limpió a fondo sin percatarse
aún de cuál era el problema y, al agacharse para sacar un dulce del congelador, encontró una
caries sobre el descongelado nervio del electrodoméstico.
El día que volví a encontrarme con el chico la primicia le había llegado ya. Me miró como si hubiese
caducado, a lo largo de los años y del futuro, toda la comida que mi familia quisiera llevarse a la
boca. No fui capaz de mirar a sus estómagos a la cara durante los meses siguientes. Siempre me
invadía el mismo tufo culpabilizador a órgano recién lavado.
Me entró un indeclinable miedo a resultar machacona, hasta tal punto que incluso me aterra la idea
de despojar de protagonismo a un lector. Este proyecto, sin embargo, fue más oportuno y
embaucador todavía. Llegó a mí liderando a un grupo de personas de sabiduría en expansión y
sentimientos sin confines. También se las había señalado violentamente, sin detenerse un ápice, hasta
que sus agresores se hiciesen con el permiso para poderlas internar. Yo ya me había tirado más de
media noche en un hospital esperando a que el psiquiatra de guardia me llamara. En ese desquicio
involuntario, mientras mi impaciencia se paría “sola”, ante mí circulaban decenas de bebés no
deseados de caminar altivo. Los cordones umbilicales de estos estigmas prematuros y roñosos se
encontraban increíblemente anudados a la psiquiatría. Tras tanta resurrección forzosa, previa a las
horas muertas que suceden entre sala y sala de espera, que acabase teorizando sobre los
diagnósticos no os parecerá tan raro. De tanto aguardar, al final concluí que muchas veces
preconciben nuestro futuro. Por eso, el tiempo entre cada visita desesperada a urgencias, se iba
reduciendo cuanto más contacto tenía con cierto personal especializado en salud mental. De ahí
viene que os pida ahora que nos leáis con las orejas abiertas, despejadas y receptivas para
escucharnos, que os vamos a contar un cuento de riesgo con pelos, lupas y señales. Un relato
peliagudo sobre como acabamos apropiándonos de la parte más mezquina de nuestra condición
sensible y aprensiva, transparente y temperamental.
Paula Maseda, pionera de este recopilatorio de pensamientos intrusivos y experiencias, nos generó
una fuerte necesidad de regresar a donde nacimos. En este “confesionario” tan particular que hemos
creado entre todes, más que señalarnos, delatamos directa o indirectamente al culpable legítimo.
Para ello, nos hemos reunido cada une desde cada capítulo de nuestra historia personal, para
hablaros desde qué nos conmueve y desquicia a cómo lo gestionamos y vivimos. También nos
referiremos a la alarmante decepción que vino después de que nos pidiesen, mientras engolaban sus
gritos, que por favor solicitásemos su ayuda en caso de necesitarla. Era como si, conteniendo la
respiración bajo el mar, el psistema se centrase en borrar las húmedas arrugas de las yemas de
nuestros dedos. 5
La genial creatividad de Paula nos ha dado el poder de denunciar esta circunstancia, para componer y
transmitir nuestra propia narrativa, a la vez que nos diferenciarnos y aliamos. Y es que, si todes
seguimos un mismo patrón, no es porque llevemos el pelo tintado o seamos egoístas irremediables y
manipuladores. Es porque todas las personas psiquiatrizadas seguimos un estándar de dolor similar.
Tenemos mucho en común, aunque nunca se reproduzca de igual forma y tampoco se cumpla cada
rasgo que representa a nuestro afligir propio. Sí es verdad que nuestros duelos encajan más entre
ellos que con otros, pero las vivencias nos hicieron atípiques. Es más, es justamente nuestra
personalidad la que nos hace distintes.
Fuimos emparejades injustamente unes con otres, como calcetines del mismo color y largo, que no
comparten estampado ni composición. Se puso nombre a lo que nos ocurría y a muches nos serenó.
Sospechábamos que algo iba mal en nosotres, desconociendo el qué y si tenía arreglo. Fue al
obtener una razón de por qué nos desbordaba todo, de por qué se nos complicaba tanto responder
de otra forma, cuando se reveló la primera prueba diferenciadora.
Aún con todo, enfocarnos como un colectivo nos reconfortaba porque nos hacía sentir menos soles.
Hoy en día, tenemos presente a cualquier psiquiatrizade al comprendernos como una comunidad,
independientemente del trastorno con el que se le relacione.
Esto nace de que sabemos que, lo que menos dista entre nosotres, son los choques que hemos tenido
con la psiquiatría y lo mal que nos integramos en el sistema capitalista.
Repudiamos la etiqueta, aun cuando replicamos y nos responsabilizamos ante la demonización de
esta. Algunes lo hacemos porque nos ha abierto los ojos y nos ha hecho asumir cosas muy duras sobre
nosotres mismes. Por ello, acabamos tomando medidas al perjudicarnos en sobremanera cómo se ve
a grandes rasgos el TLP.
Otres han sido encasillades en una sesión apresurada, imposibilitando que futuros supuestos
profesionales explorasen otros caminos. Desde que fuimos catalogades como borderline, este giro se
ha traducido sustancialmente en un trato en urgencias, en líneas generales, deleznable y penoso.
Dichos factores son los que imperan cuando comparo lo que está ocurriendo con este
sobrediagnóstico claramente misógino, con lo que en sus días tuvo lugar con la histeria femenina. De
forma semejante, el tratamiento vejatorio vigente, recuerda al que fue diseñado para contener a las
pacientes histéricas.
Nos repiten hasta la saciedad que sacamos lagrimales donde el ser humano no puede acceder,
tenemos lagrimales en cada topo, en cada injusticia que persiste en el mundo, en cada interacción
confusa, noticia desoladora, oportunidad de no explotar por frustración o impotencia, en toda
ocasión en la que los hechos no suceden como queremos o esperamos.
Nos culpamos en última instancia hasta el auxilio, nos culpamos por errores usualmente cometidos por
personas neurotípicas, no diagnosticadas,... Nos reprochamos de más porque es raro que nos
concedamos el derecho a equivocarnos. Parece que quieren convencernos de que todo
agravamiento que en nosotres entabla el mundo emana de nuestra “disfuncionalidad” y, con este, se
refuerza nuestra predilección por el autocastigo.
De sufrir malos tratos, reconstruimos lo ocurrido para corroborar que los hemos provocado. Si no
creemos esta mentira tan nociva, pensaremos casi en automático que no fueron reales, de tanto oír a
les demás que nos consideramos las víctimas de todo. Podrían abusar de su poder en psiquiatría de la
forma más explícita e innegable posible y no ocurriría nada si echasen la pelota en nuestro tejado,
con declarar que no les quedaba otra por cómo nos estábamos comportando bastaría.
No hay debilidad ni maldad. Os lo digo a vosotres que, justamente en la dicotomía blanco o negro
apoyáis al negro cuando os venimos a la mente. Por mucho que haya psicólogues que se nieguen a
tratarnos, no estamos perdides ni nuestro proceder es salvaje sistemáticamente. No necesitamos que
nos examinen, nos suspendan y nuestra tolerancia a medicación psiquiátrica ponga a prueba a nuestro
aguante a los experimentos farmacológicos.
6
Para mí, de ser en conjunto algo que no tenga que ver con el DSM-5, nos pareceríamos a la especie
de las aves planta bosques. Igual que ellas, guardamos nuestros frutos enterrándolos y, en caso de
desatenderlos hasta olvidar dónde estaban, estos pueden llegar a crecer en forma de árbol. Es cierto
que no siempre germinan y que podemos no acertar cuando buscamos sus escondrijos para
devorarlos, pero creo de verdad que entre las heridas nos aflora una recámara. En ella está el
refuerzo de nuestres allegades y del resto de psiquiatrizades, están los pasos que damos hacia atrás y
que pronto serán más sencillos de restablecer, pues la experiencia nos premia.
Podemos rendirnos y dejar de maniobrar, ceder al trato que nos da el mundo y poner en entredicho si
lo estamos haciendo bien o no, si lo que hacemos es suficiente o no. Podéis perder la esperanza y ver
bien lejos recuperarla que, pese a cada trama que pelea en contra vuestra, seguiréis siendo
admirables por vuestra conciencia y fortaleza vulnerable.
Ha existido vuestro esfuerzo, y las oportunidades con las que no habéis podido contar os las damos el
resto de compañeres. Confiamos en que nos las devolváis dándoos más a vosotres mismes, porque
somos aves planta bosques que reparten semillas, también en la desembocadura de los sudores
ajenos.
Nos debe tanto todo con lo que hemos lidiado, que nos seguirá haciendo fuertes incluso cuando no
estemos.
Sé bien que el problema llega cuando la sociedad edifica en nuestros cultivos, aleatorios o no, igual
que cuando lo hace en tierra quemada y el bosque no se regenera. Vemos como se salvan cada
depredador en potencia que se crea para “respetar” el ecosistema y vuelvo a un pensamiento que me
aísla pero nunca llega solo: ¿es mi verdadera naturaleza la antinatural?
Muches no nos hemos abierto con un sanitario tanto como lo hemos hecho entre nosotres y con otres
psiquiatrizades, precisamente porque experiencias pasadas e independientes no nos han podido
garantizar que intentándolo de nuevo estaríamos a salvo. Hemos comprobado por cómo se nos ha
ignorado que cuando se comparte un secreto, sea con una o más personas, en nuestro caso no deja
de serlo. De ahí surge este fanzine, planteado para que se corra la voz y, a ser posible, se quede
como un murmullo privado e imposible de contener ante el mundo.
Este cuento es más bien una carta de amor a les que no están, a les que no quieren
estar, a las que se sienten mejor o lo están intentando, a les que en alguna página del
fanzine se van a ver reflejades o a sentir empatía, a quienes han decidido sentarse a
escuchar, hayan pasado por algo parecido o no, conozcan a alguien que haya vivido
algo similar o no.
Esto también es una carta de agradecimiento a les terapeutas que habéis validado
nuestro discurso apoyándoos en vuestra autocrítica, que nos habéis ayudado a
encontrar herramientas para avanzar.
Pero, sobre todo, es una carta de despedida a les que no habéis tenido ninguna
consideración con nosotres y nos habéis llevado a esto.
Gracias a quienes vais a reflexionar a partir de aquí por animaros a leer nuestra
desventura a bocajarro. Bienvenides a nuestro cautiverio, a las lágrimas que se
precipitaron tan intenso que su escándalo nos facilitó escapar en reiteradas ocasiones.
Bienvenides a nuestra verdad.
7
Flora Rial
Alba García
(@aalbaricock)
AVISOS DE CONTENIDO: INSINUACIONES AL SUCIDIO, AUTOLESIONES Y
TCA
Mi problema es que nada es suficiente. Pensé que podría encontrar
consuelo en la podredumbre de un charco de sangre, vómito y colillas.
¿Acaso no abrazo la muerte como de chica abrazaba la almohada cuando
no podía dormir? Esperando largas horas al permiso de mi descanso. Estoy
cansada de vivir muriendo. ¿Como vas a llenar el vacío que tan dentro
llevas si solo existes para morir lentamente? No quiero que se acabe
siguiendo el principio de una existencia vacía.
Ver el hueco en la pared de mi cuarto donde debería haber un espejo es
suficiente para que se me salgan las lágrimas incansables de un grito
desesperado de ayuda. Yo grité. Y lloré. Más de lo que creía posible gritar
y llorar. Y hasta ahora solo me ha llevado a que haya un hueco en la pared
de mi habitación donde debería haber un espejo. He colgado ahí un cuadro
pequeñito, para al menos ver algo. Para llenar el espacio vacío. Si tan solo
fuera capaz de verme reflejada y reconocible, no estaría tan deprimida. Hay
veces que pienso que no estoy tan rota. Entonces veo ese maldito hueco, y
me recuerda a la mirada de preocupación de mi madre. Y veo ese cuadro y
pienso, joder, si al menos me hubiese esmerado mas en pintarlo, no sería
tan deprimente.
Quiero subirme a un escenario desnuda
y que me juzguen como yo no puedo.
Que me tiren flores y tomates podridos.
Llorar y reírme ante un foco cegador.
Entre el ruido no ser capaz de sentir.
Vivo para los aplausos.
¿O son abucheos?
Ya casi que no los distingo.
Busco escenarios cada vez más grandes.
Si salgo de esta tengo futuro como actriz.
¿O no comprarías una entrada a mi demora?
¿A mi inevitable e incipiente demora?
Si no de otra cosa, al menos sirvo de entretenimiento.
Así al menos sirvo.
Así al menos soy.
8
Bea Cicatriz (@beacicatriz)
ÚLTIMO POEMA
Quiero que se me caigan los dientes.
Quiero que se me pudran las tetas
y cada órgano de mi interior.
Poco a poco
volverme gelatina.
Quiero que mi cabeza no se aguante en sus hombros.
Quiero arrastrar los pies y dislocármelos.
Quiero tropezarme con todo y llenarme de arañazos y
heridas que no dejen de sangrar.
Quiero que mis ojos se salgan de las cuencas.
Que se me caiga el pelo.
Que mis uñas se ennegrezcan.
Quiero que mi piel se arrugue y huela como un pergamino.
Quiero que mi sistema nervioso practique el canibalismo.
Quiero no tener forma.
Quiero ser tierra.
Quiero salir de esta prisión.
Quiero desaparecer para siempre
y no haber existido nunca.
Quiero que mis lágrimas se evaporen
y se conviertan en tormentas.
Quiero que mis latidos se entierren muy profundo
y se transformen en magma de un volcán.
Quiero ser viento del sur en una noche de otoño, acariciaros a todas
y no volver nunca más.
9
Blanca Noguer (@hadadenieve)
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES A TCA
la no niña
A los doce años estaba unida a la realidad
por un tubo que descansaba
en mi estómago
- No pude ser niña
mucho antes me volví enferma.
mamá
La fecha en la que nos conocimos
está grabada en tu vientre y
me gustaría no dejarte ninguna otra marca
pero cada vez que te quejas
de tu espalda
me siento culpable
por lo mucho que debo pesarte.
10
Carmen (@azukr)
Pensamientos de una niña triste en navidad
Yo hoy iba tan guapa como para ir a una cena de navidad con todos
mis amigos y darles regalos y abrazos a todos, saltándome los
protocolos de sanidad. Sin embargo, mis amigos ya no son tan amigos
y ninguno se ha atrevido a decirme a la cara por qué no me han
invitado a ninguna de esas cenas. No necesito que me lo digan porque
yo ya sé la respuesta. Hoy me arrodillo y me confieso delante del que
quiera escuchar, porque tuve la audacia de buscar el problema en mi
cuerpo y mi cara asimétrica, me refugié en la evasión y en el
aislamiento. Recriminé que me tacharan de emocional por llorar en
todas las fiestas a las que iba y ahora toda la culpa cae sobre mí. Hoy
me libero de mis pecados y busco el perdón de todos los santos que
me abrazaron mientras me tiraba en un suelo frío, incapaz de arropar
mis propias emociones y sentimientos.
¿SUPONE ABRAZAR MIS SENTIMIENTOS MÁS INTENSOS ESTAR
SOLA? ¿QUÉ SERÁ DE MÍ SI ME DESHAGO DE TODA ESTA
CULPA?
Siempre tuve el miedo y la creencia de que aceptar mis sentimientos
conllevaba a mi soledad absoluta. Aceptar forma parte de la
autorregulación. Todo forma parte de un proceso el cual era muy
pequeña para poder entender. Siempre pensé que mi corazón era muy
grande para lo chiquitita que yo me sentía.
11
12
Carmen (@carmendejahuella)
13
Devon Plaster
(@devonplasterart)
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES AL ESTIGMA CONTRA PERSONAS CON TLP,
HOSPITALIZACIONES E IDEALICIÓN SUICIDA
"She's a raging borderline"
Traducción: "Es una borderline furiosa"
14
"Human first"
Traducción: "Humanx primero"
15
"To be continued"
Traducción: "Continuará"
16
Elio (@imnotcis)
17
18
Elle Cerezo
(@mecagoenmismuertos6)
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES AL SUICIDIO
Lloro tendida en un colchón viejo esperando una
aparición que me explique qué siento.
A que regrese mi madre y tras un beso en la
frente ordene mis pensamientos y sentimientos
solícitamente como solía hacer con mis juguetes.
Busco un samaritano que me cure.
Ser rosa sin pétalos conformada solo por espinas,obligada a recoger despojos de mi alma hecha
jirones y recomponerme para continuar como una pieza sin valor que avían por nostalgia.
Marchando derrotada por un derrotero de clavos ensangrentados, ojos deshabitados y como
pupilo el capricho pueril más enrabietado, mientras trato de gritar auxilio enmudecida. Obligada a
recorrer la senda donde yace una construida con mis súplicas del fin.
Vivo en un infierno donde piel y huesos son mi cárcel. Si al menos lograse que estas lágrimas no
fuesen en vano,que estas ojeras construyesen el mejor de los poemas,que liberasen las batallas
que se disputan en mi frente con Aquiles como único defensor abocada al fracaso, si lo
comprendiese quizás podría hablar de ello ¿Sería suficiente?
Todo lo que toco se marchita,
se envenena y reduce a polvo.
Mi sufrimiento en vano no construye versos que quedarán para la historia si quiera estos pueden ser
nombrados.
Mis dedos congelados se desprenden de mi cuerpo y los miro apesadumbrada.
Qué importan cuatro dedos si tu suerte está sellada.
19
voy a desatarme de la moral,voy a colgar un ladrillo en mi pie y voy a
lanzarme al mar, con odio, resentimiento y la esperanza vitoreando desde
la orilla para llevar a cabo la profecía que todos veíamos escrita en mis
entrañas, cuanto más turbio sea el mar mas feliz sería.
Nunca me han tocado las gotas de la lluvia mientras me sumergía en uno
de verdad, tendré que conformarme con esta piscina de odio en la que
pienso zambullirme de nuevo con el complemento de la apatía mas puro
que nunca. Como dos corrientes cuales ríos pueden acabar convergiendo
en algo gigante, desmesurado hasta que el dolor resulta casi poético.
20
21
Flora Rial (@xachevalemona)
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES AL SUICIDIO, ABUSO SEXUAL, Y HOSPITALIZACIONES
Traigo una lápida de parte de mi tumba. Me agarro al suelo con vistas a quedarme anclada
en un recuerdo, las raíces de mi sepulcro se atrofian: la muerte solicita mi custodia. Los
tiernos nutrientes que empapan a la vida los tiene a mano la más seca y ociosa tierra. Tras
una fortuna de riego y un alta psiquiátrica con relieve, estoy de vuelta en este poema.
Este es el testimonio de un shock petrificado en mi memoria, dulce como una pelea estéril.
Me ofrecieron trasplantarme a un bosque de cipreses, lejos del cementerio; lo rechacé
asintiendo con todas las cabezas de mis delirios infantiles. No podía levantarme
simplemente e irme… Abandonar ese pesar indefenso, me dolería más que si me lo hiciesen
a mí, que sé cómo retumba el eco de un “hasta luego”, encubriendo un “hasta siempre”
cobarde y considerado. Me ayudaría a poco más que mejorar, ¡se me partiría el cuello del
gusto de tanto negar su falta!
El primer adiós se haría capullo de pubertad prematura. Una serpiente emergería con la
bragueta de la boca abierta, rompería la cremallera al forzarla con la primera presa.
Yo usaría a la culebra como una cuerda. Saltaría y me tropezaría, no la tiraría al suelo
aunque el veneno flotase sin ánimo en su boca, aunque no fuese capaz de ponerme fin
estrangulándome con su cuerpo. Me la arrancarían igualmente de las manos, defendiendo
su valía. Acabaría, la pobre, en algún vertedero.
Yo terminaría entre la chatarra y los peñascos, tratando de recuperarla, de subir la
montaña sin caerme. Me encontraría con una víbora ajena, tramposa pero útil, sobre un
contenedor con los cuerpos de sus iguales.
Llamo a urgencias horrorizada ante tanto ser sufriente, tanta víctima que ahora se
amarra a mi memoria… Me recogen a mí cuando revisan si el hueco de tu lado de la cama
se ha propagado o no, si otro vacío ocupará mi lugar del colchón (también para siempre).
Este es el fiel reflejo que me llegó de tu trauma, en un espejo con cataratas. El recuerdo
(latente en tus alas) de que te hice daño curva las mías, adheriéndolas a mi cuerpo,
apretando el paso, volando solo como bala perdida pero no incógnita. Ese y no otro, no…
otro, fue el cúlmen de la paranoia. Tatúo su cara sobre ésta, mientras me río de la gente
que se deja marcar de por vida por quienes amaron. Tatúo mi relación más inútil sobre mis
hélices de carne. Las canas de mis plumas hablan en nombre de mi vuelo bajo, de mi forma
de caminar apretando las alas contra el suelo, como cuando quieres despertar un pie
dormido.
No me había visto aún el psiquiatra cuando me dieron una pastilla que no era la mía. Me
alcanzaron agua dura como una roca, se abrió paso desde mi garganta hasta mi estómago,
pasando por la rotonda laberíntica de mi hígado. Cuando nadie miraba, hice una
reverencia de lo volada que ya estaba. Me creía un artista de la calle cuando saca una
larga espada de su boca.
Me arrastraron frente a la dueña del circo. La psiquiatra me miró como si mi voz y mi
perspectiva fuesen un hueso roto vencidos por el sueño. Los ignoró confiando en su
intuición y en lo que sostenían los anteriores informes. Intentó enseñarme a chillar por
miedo a la muerte, me prescribió fármacos para acunar a mis averiadas palabras y
concepciones.
Acababa de superar un remolino aprovechando los últimos segundos de un túnel hacia la
luz. La corriente se tragó todo el biberón de carbón líquido que criaba a mi trenecito de
vapor. 22
A quien tenía la decencia de correr por su vida podía leerle los labios, buscar en ellos una
sílaba escupida que pudiese confundir con un beso de adiós al aire. No podía ver el final
del camino, pero sí que mis piernas enrojecidas eran leídas como nudillos magullados.
Me agarro el cuello en una tierra regada por sanitarios de piedad que se demora, que
nunca llega a tiempo a salvar almas. Ellos cierran en banda mi boca para que no emita
ruido alguno, mientras la sangre desiste de seguir abordándome. Sin librarse de las
manos que en su afán de pellizcar, arrancan, la sangre mana a dos manzanas de mi
cuerpo, a una baba de la costilla de hambre hombruna y de la que nació mi penuria.
La hemorragia es el preocupante y apestoso fluido amarillento en los campos de trigo. Es
la oleada carmesí de la oveja negra de los eucaliptos, que no era ignífuga pero tampoco
podía morir al momento. Que, como sus parientes, perdió 21 gramos cada día que osó
cuestionar la fé. Su lana, que era todo huesos, ardió como antorcha que alumbra a un
verdadero Dios viejo, verde y perturbado que se masturbaría, sin juzgarte, viéndote
gemir de dolor.
En un mundo en infernal estado, Nuestro Señor juega al ajedrez con guantes. En la
dentadura de mi enfermedad, hurga en la llaga que el aparato me formó. Hurga sin
guantes, ya que cuantas más vidas en juego hay en sus manos, menos tiene que ocultar.
En una capilla (clandestina y de espera) en la que se rogaba silencio, me dirijo al Señor
todopoderoso pero más anciano, más sabio y con pronunciadas lagunas de memoria. Me
agarro a mi endeble cuello porque así oramos las locas, velando porque cuando apoye su
cabeza en mi vientre, no se me salga el bullicio por la boca. Padre ignora mi solicitud de
parada, estoy a punto de vomitarlo
todo
Mi respiración en la oscuridad los días de frío, el sedante pienso de perro; insisto: todo
(menos el tiempo perdido)
No ayudan a que me salga la voz para pedirle que pare, que quiero estirar las piernas, que
me dé un poco el aire. Me despierto con una vía y con el corazón metido hacia dentro,
para verse más delgado a sí mismo. Peco luego, me desparramo en el gozo, me justifico:
por transfusión, en mis venas flota un eclipse, como un huevo incomible en un vaso de
agua. Por eso, cuando rompo la piel, los ojos, mundos abiertos que me miran, se abstienen
de explorar y, con los recuerdos hinchados y la batería a punto de expulsar jugo, fingen
su muerte en mi existencia.
Cuando destella el cuerpo, el contorno de su joroba parece que dibuja la ruta que seguirá
el Sol esa tarde. Eso les duele más que a mí, a quien atan la cabeza contra la camilla
porque le sabe la boca a sangre (a quien obligan a cagarse encima por si se desmaya en el
baño). La persiana se echa en la cama fría junto a mí en los días prometedores en los que
no quiero salir. La puerta, la mirilla, las ventanas, el parabrisas, los consuelos no natos,
están tintados de negro por mi lado, y no consigo ni forzar la vista. La persiana se abre de
par en par cuando estoy encerrada en un cubículo con una camisa de fuerza, se me echa
toda en cara, ¿puede ser que me comprenda?
El grifo, ya sea de hostal o de hospital, gotea por mucho que cueles el agua. Sale tan tibia
que evapora las ilusiones atascadas.
Claramente yo te dije: ¡No!
Otras veces te dije que no sabía, que no estaba segura, que mi regla estaba inquieta por si
la que venía detrás no se le caía encima bruscamente. Predicaba por coágulos viniéndose
abajo, uno tras otro, como niños colisionando al final del tobogán en una gran
colchoneta.
23
Tú no me dijiste que no, y la frente de nuestro hogar no estaba caliente pero mi termómetro
huérfano y celoso me incitaba a cambiar de prioridades. Tú confundías mi postillas con el
resplandor opaco que tomaba la calle y que te proveía de polvos de talco. Lo hacía para que
cuidases esa tez tan amarilla que tienes y que le mataba de envidia.
“Perdón si no te ofrezco nada para los ojos, es que yo no miro” se exculpo el eclipse
mientras te los taponaba de luz. Un día que nos visitó, también lo hizo la policía, y una
médico me acabó inyectando valium sin mi consentimiento. Desde el bunker, salté al
tsunami de mi sangre. Rezumaba, sin rumbo ni mañana.
Yo aullé
¡N O!
a los enfermeros cuando pararon la catástrofe con un torniquete.
Me derrotaron y volví a nacer. Crecí, no me reproduje, ordeñé los siguientes versos y me
morí: “Los psicofármacos, los ingresos involuntarios, el horizonte… Nunca previenen de
nada, solo anticipan la pérdida de un hijo."
No comencé a maquinar esa baja desde la cuna. La vida dejó de fascinarme cuando me
penetró la infancia, sin siquiera plantearse antes si yo quería.
Estoy saciada de mantener un invernadero a temperatura ambiente y sin más ventilación
que el aleteo del bicho que siempre come, se reproduce, ordeña, caga y se muere en mi
plato.
Para sorpresa de todos, he dejado de ignorar mi malestar, su razón de ser. Los informes que
hablaban de que no era colaborativa y la terapia. Tu razón de haber estado conmigo. Sabía
que no era eso lo que querías, pero creí que no te importaría soportarlo.
Siempre apostabas porque conseguiría subir la cuesta. Siempre ponías dinero por mí, que
por tener, no tenía ni el aliento, aunque solo me hubieras escuchado ahogarme mientras
pronunciaba extasiada el nombre de otro chico. Aunque solo me hubieras visto controlar la
respiración mientras gemía el nombre de otro chico.
Me pediste que te cerrase los ojos como a los muertos. Tardaste en decirme que no querías
seguir echándote sobre tu propio corazón, calentándolo para que luego mojase los labios y
me fuese a dormir a un colchón en el suelo. No me abandonaste, yo hice que te fueras.
¿Dejaré de vernos algún día
volando entre las paredes de un psiquiátrico?
En el menor de mis miedos me aseguras que, algún día, hasta yo volveré al mundo de los
cuerdos.
Saliendo por fin de este poema, de esta denuncia que aprisiona y cuenta el tiempo que me
queda, te respondo con las alas sin plegar (tampoco sin encoger):
-Aquí me quedo, con el hilarante pienso de perro en las sienes de los bolsillos o en el bolsillo
de mi cabeza, da igual. Sé que volando lejos tardaré más en huir de sus alarmas, de sus
rompedores garras y colmillos de perro, porque sé que entiendo más de lo que su funcional
hocico puede aspirar.
Tú mirarás el agujero que flota entre sus raíces, en ese punto muerto al que no llega su
riego y que ahora yace bajo el peso muerto de mis pies.
Yo haré un comentario tonto sobre lo alto que es su vuelo, lo flacas hormigas que somos
para ellos.
En el menor de mis sueños, mis ojos no hacen de regadera colmada de una no tan infinita
misericordia, 24
no les importa más mi vida que mi sufrimiento,
y tú ríes.
g0rg0nax (@g0rg0nax)
25
Profecía autocumplida
AVISOS DE CONTENIDO: PENSAMIENTOS AUTODESTRUCTIVOS Y
MENCIONES A PENSAMIENTOS SUICIDAS
– Lo que yo pienso es que tienes una forma de ver el mundo muy rígida, unas ideas suicidas muy fijas
que te hacen sufrir. Pero no eres tú. Es la enfermedad.
– ¿Qué enfermedad?
– Qué más da cómo se llame. Pero no eres tú.
– ¿Qué soy yo? Siento que no tengo personalidad. Creo que ahora mismo no encuentro el modo de
decírtelo mejor.
– No te preocupes. La personalidad es un concepto tan amplio...
– En todo caso soy una vagabunda. Sí, una vagabunda. Encuentro ideas, expresiones, formas de
moldear el cuerpo y regularmente le muestro a quien se cruza conmigo esos tesoros inseguros, como
una impostora.
– ¿Por qué como una impostora?
– Porque no creo en el valor de lo que recogí por el camino, y mostré todo aquello a quienes se
dignaron a hablar con la vagabunda que soy, dando tal vez la impresión de que sí que tiene valor para
mi. E incluso parece que yo misma he hecho emanar esas cosas de mi. Pero no es verdad. Son
abalorios, ¡abalorios! Soy un fraude. Tal vez lleve encima - más bien llevase encima, porque ya no me
queda nada - todas aquellas cosas ‘para que se vea que las llevo puestas’. Algo parecido decía Kant de
las mujeres que llevaban libros consigo. Por otro lado, Kant es idiota. Acabo de mentir. No con lo de
Kant, sino con lo otro. Lo que llevo encima son cosas que tal vez tú dirías que no forman parte de mi,
pero que si he atesorado no recuerdo. Entonces tal vez ellas me atesorasen a mi, ¿comprendes? Pero si
yo no soy todas esas cosas horribles que me toman...
– Piensas demasiado.
– Yo no lo creo. Te juro que pienso la mayor parte del tiempo que me estoy atontando, pero muy en
serio. Me dedico principalmente a mirar el techo, dormir mucho y de poco más soy capaz. Eso es lo
que hago en mi cuarto, todos los días, y no pensar. La vida que tengo aparte de la terapia es eso. ¿Para
qué vengo aquí, por qué hago tantos esfuerzos, si al final estoy sola, en mi cuarto?
– Pero tu vida no va a ser siempre así. Intentaremos modificar la conducta, lo cual seguro que abrirá
paso a cambiar esos pensamientos que te hacen sufrir.
– Si yo estoy harta de mi vida, de mí, ¡Quiero agarrar al otro del cráneo y darle un buen cabezazo!
Aunque por otra parte soy un poco pesada. ¿Cómo puedo hablar tanto? Te juro que lo hago sin querer.
¡También interrumpo mucho! Creo que antes querías decir algo, ¿no? ¿qué decías?
– No importa, se me ha olvidado. Pero no te preocupes... ¿Qué has hecho estas semanas?
– La semana pasada fui al hospital. Me levanté a las doce, no había nadie en casa y guardé una tabla de
pastillas del mueble del salón. Me llevé también unos libros por si era capaz de leer en la sala de
espera. Las pastillas eran por si todo salía mal.
– Al parecer ha salido bien, ¿no? ¿A qué te referías con eso?
– Bueno, llevo años sin ir a urgencias. Una de las primeras veces fue cuando sencillamente no podía
dejar de llorar. Iba allí y salía muy decepcionada porque me decían: toma una pastilla, y si no te hace
efecto vienes a por otra. O directamente me preguntaban ‘¿Te ves gorda?’ Sin saber mi nombre. Ya
sabes.
– Ellos lo hacen lo mejor que pueden con las escasas herramientas que el sistema público les permite...
– No, si eso ya lo sé. No les echo la culpa. Pero el miedo estaba de nuevo ahí. También es mi problema
pensar que voy a llegar allí y todo se solucionará, aunque no quiera admitir que tengo ese tipo de
pensamientos mágicos. ¿Pero estudian en serio tantos años para leerme como una de aquellas veces,
una lista de preguntas por las que es más o menos legítimo querer quitarse la vida? ‘¿Murió tu padre?
¿Te dejó tu novio? ¿Tal vez te pega alguien?’ Digo entonces a todo que no, y me mandan a casa.
Concretamente aquella vez me dijeron ‘que son cosas de la edad.’ ¿Bueno, y si es así qué? ¿Por eso ya
no hay que preocuparse? ¿Espero a crecer y se me pasará? Eso no ha sucedido.
26
– Es una pena que te pasase aquello esa vez. Ya sabes que todo está enfocado a que sea lo más rapido
posible, por desgracia. Me gustaría saber que ocurrió esta última vez.
– Me recetaron por fin algo de medicación para al menos salir del paso hasta la evaluación psiquiátrica.
Y menos mal. Sabes que llevo meses intentándolo y nada. ‘Es que tú quieres una pastilla que te
solucione la vida, eso no va así’ ¡No me digas! ¿Dónde está cuando se la necesita la sociedad
sobremedicalizada que tanto denuncia la gente de mi edad? Hasta que no les he dicho que voy a
matarme no me han querido dar nada, yo estaba segura desde el principio de que algo me hacía falta.
– ¿Te mandaron algo más? ¿Ya te las estás tomando, no? Tardan en hacer efecto.
– Me dieron unas pastillas ‘para situaciones de emergencia’ y...
– ¿Cuáles?
– No recuerdo el nombre. Ansiolíticos.
– Me preocupa que entenderían por ‘situaciones de emergencia’ ¿Te importaría comunicármelo cada
vez que te tomes una? Para que lo tengamos en cuenta juntas.
– Sí, sí. Todavía no he tomado ninguna. Las otras por ahora, como sabes, no hacen que note nada nuevo
aún. Sí, fueron buenos conmigo en urgencias esta vez. Pero supongo que con eso no basta. Sigo
profetizando que darme muerte es algo totalmente inevitable. Es este sentimiento de inutilidad
profunda. Si al menos pudiese hacer algo. Tengo la creencia estúpida de que, algún día, para
compensar, me levantaré y lo haré todo.
– ¿El qué?
– Pues mira, no lo sé, porque no tengo ganas de nada. Es como un sentimiento súbito de superioridad
para compensar tanta autodestrucción, supongo. Sabes que hay veces en las que me siento capaz de
todo. Pienso que incluso puedo elegir cuándo explotar. Claro que eso no dura mucho porque,
efectivamente, exploto sin previo aviso. Las cosas no van así. Nadie se despierta un día y escribe un
libro, por decir algo, y lo dice todo, y lo hace todo de una vez. Para hacer cosas, hay que hacer algo
cada día. Y no soy capaz de verle sentido ya a las que hacía. En el pasado, el hecho de que no tuvieran
sentido podía ser hasta liberador, pero últimamente no se por qué eso mismo es motivo suficiente para
pensar en provocarme una sobredosis. Y, ¿sabes? no se si son las pastillas, pero estoy teniendo sueños
muy raros más o menos desde que las empecé a tomar. Sueño que, con la misma edad que tengo ahora,
estoy sentada en mi pupitre de la escuela. Todo está tal y como cuando yo iba con once años: nadie ha
crecido salvo yo. También hay una especie de tribunal de profesores y alumnos, indistintamente jueces,
y todos me declaran culpable. Esta tontería te la digo porque me perturba y porque muchas veces
quiero acabar con todo por lo culpable que me siento al ser así. Y es que con lo que suelo fantasear yo
es con intentar suicidarme. Me despiero en una camilla de hospital, todos comprenden que mi
problema es patente, y ya no tengo que demostrarlo nunca más con palabras que todos están hartos de
oír. Se hace explícito y material. A veces incluso pienso que tengo que darles a todos su merecido por
no querer entenderme. Pero entonces pienso: ‘¿y si no sufren? ¿y si no cambian sus rutinas un
milímetro, porque al fin y al cabo, he sobrevivido?’ Esto es absurdo y egoísta. Por eso empiezo a
sentirme culpable y directamente me digo: ‘No, tú tienes que matarte, no intentarlo... ¿A qué viene
darle ese susto tan gratuito a la gente para demostrar no se qué?’ Por eso el final de esta fantasía es
siempre borroso, pero estoy obsesionada con cumplirla.
– Esa es tu ira, es como beberse un veneno...
– Sí, y pretender que sean los demás los que acaben muertos. Conozco esa frasecita de Shakespeare. Sí,
solo me hago daño a mi misma. Es verdad. Pero está esa ‘intuición’ de no estar a salvo, sino
simplemente posponiendo lo inevitable penosamente. Depurándolo todo al límite, todos tienen algo que
hacer, algo a lo que dedicarle tiempo, y yo no, y no soporto sentir esto más.
– Pronto empiezan de nuevo las clases. Podrías procurar, en la medida de lo posible, empezar a ponerte
pequeños objetivos en ese sentido para empezar.
– Luego terminarán las clases, ¿y qué? Matarme a estudiar me ‘compensaba’ antes, cuando sacaba
buenas notas, pero ya ni eso. Mi vida no son solo los estudios. No puedo refugiarme en ellos más. A
veces he pensado en abandonarlos, pero el problema no es que ahora quiera dedicarme a otra cosa.
Porque no quiero hacer nada. Si no puedo ni abrir ni un libro (efectivamente, no fui capaz de leer en la
sala de espera) ¿Cómo me voy a poner, por ejemplo, a trabajar? Eso si encuentro un trabajo.
27
No, no quiero ‘saber lo que es la vida’. Si por mi fuese hacía lo que la mayoría de la gente de mi edad, tener mi
pisito mantenido, posponer la irrupción del trabajo hasta donde se pueda. Cuando pienso en trabajar me
da rabia y les odio, porque digo ¿por qué yo sí y ellos no? ¡Con cuánta facilidad me dicen: ‘¡Vente a
vivir a la ciudad!’! Si les odio tanto es porque les envidio. Todos somos como una especie de
mantenidos sin fondo, los universitarios, pero ellos tienen al menos esa ilusión de independencia sin
mover un dedo.
– Pero por algo se empieza. Cuando tengas algo de tiempo y te encuentres algo mejor podrías buscar
alguna cosita que te ayude a empezar a ahorrar para ser independiente, como tú quieres. Todos no
parten de tus mismas circunstancias, y por ello no deberías compararte de esa manera.
– ¿Por algo se empieza? Hay padres que llevan años haciendo lo mismo, y solo han conseguido
cansancio, no más ganas de vivir. ¿Cómo puedo pensar que hay alguna salida? Me quejo mucho de mis
padres, pero es que es normal que se pasen el día viendo la televisión. ¿Qué van a hacer, leerse las
‘Meditaciones del Quijote’? Siempre están cansados. En fin, todo esto te lo digo para explicarte que ni
pienso en trabajar ahora mismo. Sí, luego me quejaré de que soy una eterna menor de edad. Pero te juro
que soy incapaz de cualquier cosa. Es como ‘bueno, yo abandono, no me interesa’ y entonces me voy.
¿Por qué no me voy? Sí, no lo quiero admitir, pero tengo fantasías con que alguien me diga ‘¡Espera,
no te vayas, quédate, perdóname!’ Soy realmente estúpida. Creo que ya ni quiero que alguien me
comprenda.
– Los demás no tenemos por qué comprenderte para ayudarte. Dicho de forma sencilla, ahora lo ves
todo negro, y a ti te cuesta pensar que los demás no lo ven así también. Entonces no se trata de que no
le importes a nadie, sino que no te comprenden, no saben como ayudarte tal vez, es normal, pero
pueden hacerlo.
– No lo sé. A veces solo quiero darles su merecido. Creo que soy mala persona.
28
Hugo Ortega (@sisifocansao)
del poemario El verdadero diario de la dimensión K.
I.
Soy el producto del amor odiado.
A ningún lado de la carretera he mirado.
Me hallo en el medio:
¿Cuándo he cruzado?
La arena me sube
y me hunde.
La ola me lleva
y me golpea.
La roca cae.
Quieto, sin saber lo que el golpe trae.
¿Cuándo he continuado?
Sigo parado,
Esperando al corte que no haya sanado.
Soy el huérfano del odio amado.
XIII.
Contempló la rosa,
pero solo notó las espinas.
Ando buscando la fosa
donde enterré algunas ruinas,
aquellas que las hice caer antes de construirlas.
XVIII.
Como una mirada
que has de mantener,
como un pie
hundido en el barro.
Así se apagaran las cerillas
que ya no tienen roce por el que brillar.
Pero que ya no buscan la mar
para su fuego ahogar,
aunque prefieran para su final
que un fuego fatuo las consuma.
Como una mirada perdida,
como unos pies que no se posan.
29
XX.
quisiera rozar
más allá de la piel,
que está, al salpicar
de la lluvia.
XXI.
te hubiera regalado
cuchillas rotas
por san valentín
y nuestro fuego
se apagó
como un delfín en el acuático.
XXVII.
Los abedules se vuelven testigos de muerte,
mientras que el tren continúa sin vías.
Y los dedos comandados vuelven a las andadas.
Una vez más forzamos a la suerte
y el azar viene para castigar.
Doblados, sobre nuestras rodillas, riendo.
me equivoco de nuevo al intentar adivinar de qué hilo pendo.
Pero tan dificil es,
abandonar mi piel.
XXXIX.
Últimamente han sucedido cosas,
que seguían a otras sin mutuamente estamparse,
aunque momentáneamente suceden atropelladas.
Pero estas horas,
son el extremo opuesto que llega al mismo fin.
y múltiples preguntas se asoman a mí.
Pero de una manera u otra el silencio se impone a todas.
L.
Como dos ciervos ciegos,
jugando a encontrarnos,
nos perdimos en el proceso
encontrando piedras nuevas,
vestidas de polvo.
LII.
Hasta que arda la garganta
y quemen los labios.
como besos podridos
lanzados a la mar,
se desvanecerán las causas
y aparecerán las consecuencias.
30
Irati (@laxicaintensita)
31
32
Juno
([email protected])
AVISO DE CONTENIDO: PALABRAS EXPLÍCITAS
cama tumba
la cama es la tumba de mi enfermedad
agarra las raíces
hace de mis venas su carcasa de abedul
se extiende hasta la ventana
para poder ver la lluvia ácida de batería
que cae en mi boca pegajosa de sueño
se incrustan las legañas al pijama
se incrusta el pijama al hueso tibio
se diseccionan y disecan mis esperanzas
ubicadas en el omoplato
se rellena de algodón para que duela menos a la vista
se mecaniza el trayecto al baño
cuando la vejiga rebosante apremia
pienso en el pis caliente que abandona mi cuerpo
y pienso ojalá nada abandonase mi cuerpo
como un mapa de memoria histórica
todos mis dientes de leche se acumularían en edificios de marfil roto
todos los tactos serían estratos epiteliales acumulativos
recordaría cada pelo extraído de su folículo con dolor maternal
tú que eres mío
una parte de mí
recordaría cada mano que ha estado en mi interior
dejando sus huellas dactilares en mi órgano
resbalando en mi salvia de contracción
todo ello permanecería en mí suave e intacto
puro como un trapo mojado sobre la mente febril
la carne caliente obstinada que llama con su implorar el recuerdo sagrado
la memoria como sumo sacerdote
que se eleva entre todos y nos abandona sucios mojados y muertos
33
suda el cuerpo muerto la esperanza intransmisible
impenetrable
que lleva al vivo en arrebate
a buscar su final
de mí salva las palabras y la intención
que se pudra lo demás
satélites
vivir mes a mes
con la dulzura que se escapa entre los dedos
y las rodillas magulladas en las noches de silencio
el humo se escapa de las grietas que no dejamos tapar
tiembla mi cuerpo como un sismo
en la destrucción de las creencias
yo soy tierra y montañas
deseo y odio
todo habita en mí y a su vez nada permanece
soy cada rincón de cemento
cada ladrillo de esta ciudad
soy el polen que fecunda
y las catedrales que retumban en dolor cada domingo
cargo con la historia de mis entrañas como recordatorio
de su reincidencia
y cubro tu frío en mi llanto
cuando se viste el invierno de mayo
y sus ojos se empañan en culpa y pena
pues al caer la noche mi saliva cicatriza y perfora la almohada
y los niños juegan a romper satélites con la gravilla de sus zapatos
34
Kassia (@rip50miligramos)
35
AVISO DE CONTENIDO: MENCIONES A AUTOLESIONES Y TCA
¿de verdad quieres que te conteste?
¿de verdad quieres saber por qué lloro?
lloro porque salí de un vientre
lloro porque a los ocho años quería vestir de negro y mi padre no me dejaba
lloro porque no puedo vivir en aquel día a principios de los dos mil en el que mi tía Rosa bailaba
conmigo en la piscina
lloro porque a la hora del recreo nunca quise jugar a mamás y a papás y me iba a una esquina a
escribir cuentos
lloro porque mi primer amor fue a los trece años y nunca me quiso hasta los dieciséis cuando yo ya
no amaba a nadie pero entonces ya podría abrirme de piernas
lloro porque un día creí matarme y desperté en un hospital y no recuerdo haberme sentido tan
inútil jamás
lloro porque yo era una niña y un día me desperté y de pronto ya era vieja
para nada era sabia
lloro porque cada día me llevaba una cuchilla diferente al instituto y me encerraba en los baños a
dibujarme con ellas corazones en los muslos
lloro porque nunca me consideré suficiente para ser nada bueno
lloro porque ni siquiera me consideré enferma por no estar tan delgada como para merecer el
honor de ser llamada anoréxica
lloro porque creí firmemente en mis trastornos mentales cuando los escribieron en un papel
lloro porque los han escrito demasiadas veces
lloro porque tengo más de cien informes hospitalarios y de urgencias
lloro porque he apuñalado a mi madre mil veces en el pecho y ella aún me quiere y me acaricia el
pelo si lo necesito
aunque le diga que pare
lloro porque me han roto el corazón demasiado hombres como para contarlos
lloro porque todavía me sigo ilusionando
lloro porque voy de dura y de fuerte
pero no lo soy
porque estoy escribiendo un poema para que no me vuelvas a preguntar que por qué coño lloro
porque todo el mundo se ha marchado
al conocer las causas de mis llantos
36
Krmen (@krmencore)
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES A LA MUERTE Y PROBLEMAS DE AUTOIMAGEN
37
Laira (@lairaaa)
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES A LA MUERTE
He muerto y…
No soy capaz de llevarme flores
Mi cuerpo descansa en un ataúd azul como el color de sus ojos
No respira pero noto las miradas de los demás juzgando si es verdad
No les valió con ver cómo salía sangre a borbotones
No les valió hacer como si nada
Siguen pensando que todo es mentira
Que yo sola he montado un espectáculo
Que mi cuerpo respira
Que mi carne no está tan podrida
Persisten en ver que aún tengo vida
Porque no quieren asumir que cuando llegó el hambre fueron ellos los que se alimentaron de mi
carne
No quieren asumir que por su culpa he muerto y que ahora toca enterrarme
Noto sus manos frías recorriendo mi cara mis brazos mis piernas mi pecho y mi barriga
Comprobando si queda algún resquicio de calor
Abren mis párpados observando mis ojos marrones
Les oigo comentar «cómo puede ser que no aguante más golpes»
Les oigo comentar «quién guardará el dolor ahora»
Les oigo comentar «sellad el ataúd, que no se escape la culpa»
Y si…
y si el ánimo del ánima está anémico y son dos colillas tu último adiós
y si el cielo no fuera completamente blanco, desnudo, lleno de culpa y dolor
y si los ataúdes no fueran tan simples como los cuerpos que guardan
y si la muerte no se sintiera como un castigo hacia el alma
y si el ánimo del ánima está muerto y ya no quedan colillas ni fuego
y si el cielo se ha tornado negro, oscuro y ahora sólo transmite angustia
y si ese ataúd en el que descansa un simple cuerpo no significara pena
y si la existencia no doliera
y si la muerte no se sintiera como un castigo
38
Ego
Es el ego que arrastro el que tira de mí
el que trata de desvestirse de las manos frías que no se atreven a tocarte
Es el ego que arrastro el que insiste en vivir
en dejarle su voz a mi alma para gritar un poco
el que sigue insistiendo en coserme las heridas
Es el ego que arrastro el que no me permite vivir
es quien se queda conmigo por las noches para impedirme dormir
y escupir entre suspiros que no puede seguir dentro de mí
Es el ego que arrastro quien me arrastra a mí
sobre la tierra mojada de ese cementerio
es quien busca desesperado una tumba sin nombre
para un cuerpo que a duras penas sigue vivo
Es el ego que arrastro quien me saca de quicio
el esquizo
el conflictivo
el impulsivo
quien golpea fuertemente mis piernas
y se hace arañazos en las costillas para hacerme respirar
Es el ego que arrastro
el mismo que extraño
el mismo que suena desde la primera vez con esa canción hace más de seis años
cuando empecé a caer al vacío
Es el ego que arrastro
y es lo único que permanece vivo
a pesar de que no puedo dejar de intentar matarlo
Es el ego que arrastro el que me provoca vómitos
el mismo que susurra «esos ojos no son tuyos»
el que me deja apática cuando lloro
Es él quien duerme
es él quien come
es él quien retumba en cada latido
y me ensordece
y me retuerce
y me hace desgarrarme el alma de dolor a cada minuto
Es el ego que arrastro
quien me arrastra a mí
y al fin y al cabo
sé que si lo mato
acabaré sin vida
Soy yo el ego que arrastro
soy yo quien tira de mí
39
Salir a respirar
Hoy decidí salir del refugio para respirar
Comprendí que ya no es refugio
Que nunca lo fue
Que huir no significa sanar
Que escapar es lo que abre más la herida
Que tengo que abrazar mi vacío
Asumir que jamás desaparecerá
No puedo llenarlo de culpa
No puedo llenarlo a base de golpes
Durante demasiado tiempo
Durante toda mi vida
Pensé que estaba condenada a arrastrar estas cadenas
Pensé que era Atlas mientras deseaba ser Ícaro
Pensé que siendo Ícaro el dolor moriría
A la vez que yo
No lo entiendes
Me moría de frío y solo quería tocar el sol
No me entiendes
Y ya no busco que lo hagas
Respiro porque respirar calma el cuerpo
Porque sigo siendo un cuerpo
Aunque no me sienta en mí
Aunque no sepa si soy
40
Litia (@Holitia_Laeti)
41
42
Lu
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES A LA MUERTE,
PENSAMIENTOS SUICIDAS Y AUTOLESIÓN
A mi madre por última vez
Quiero morir
pero no sola.
Quiero irme, pero
no me eches de menos.
Quiero volar porque ya es mi hora.
Quiero morir
sonriendo y sufriendo
para dar fin al sinsentido.
Quiero que me agarres de la mano,
que me digas que siempre me has querido,
que siempre me querrás.
Acaríciame el pelo
y por favor, perdóname.
Abrázame antes de irme
para poder sentirme en paz.
NO quiero que me añores.
Quiero que pienses en mí
como algo bonito que tuviste,
algo bonito que creaste,
como una botella de agua cuando hace calor:
que se acaba, pero que has disfrutado.
Quiero que pienses en todas las veces que
hemos sido felices juntas,
en que he sido feliz gracias a ti.
Quiero que pienses en cuando me escuchabas
cantar, tararear, tocar
y se te pegaba como el velcro.
Quiero que no me eches de menos,
que no llores en mi cama hasta dormirte
y que no huelas mi ropa.
Quiero que tengas una vida
y que dejes acabar la mía.
Dame la mano, ayúdame a cruzar
con tu mano morena
llena de anillos y pulseras doradas
con las uñas pintadas.
Dame la mano, ayúdame,
comprende que este es mi momento
y cuando me haya ido
simplemente suéltame.
43
El Fuego
Estoy cansada
de llorar tanto,
de sentir tanto
de ser todo y no ser nada.
Estoy muy cansada,
quiero cerrar los ojos:
dejar de reír,
dejar de llorar,
dejar de querer,
dejar de odiar.
Quiero cerrar los ojos
y que todo se desvanezca a mi alrededor
pero a la vez, que se quede en su sitio.
La gente que no lo entiende grita
a la hoguera, es una bruja,
pero nadie sabe que por dentro
es donde va mi hoguera
y tengo que ir muy concentrada
en que el fuego no me consuma
o en que el peso de toda esta quema
no me aplaste inhumanamente.
Es agotador no poder ser ni estar
cansada, como alguien normal.
No puedo ser una persona normal,
apenas puedo ser una persona.
No puedo ser nada ya:
todo este bagaje lo impide,
todo pesa demasiado
y yo estoy demasiado cansada
para luchar contra este fuego atronador.
44
Maria (@inclusioncriteria)
AVISOS DE CONTENIDO: MENCIONES A IDEACIÓN SUICIDA Y AUTOLESIÓN
Neurolépticos, Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina (ISRS), Ansiolíticos y Anticonvulsionantes.
Son palabras con las que crecí. Fármacos que pensé que nunca iba a precisar.
Hasta que llegó ese momento.
Desde que tengo uso de razón me considero una persona ansiosa, pero con 5 años no sabía que existiera(n) un(os)
trastorno(s) que definiera(n) mi sistema nervioso.
El primer ataque de pánico lo tuve en el colegio con 11 años.
En aquel momento era retraída, muy tímida, miedosa, diferente al resto.
El cóctel perfecto para que las personas más despiadadas desencadenaran un ataque continuo.
Por ello me sigo culpando. Por no tener las herramientas. Por no saber poner límites.
Porque no es justo que una serie de personas condicionen parte de tu desarrollo.
No es justo recibir un diagnóstico tardío de distimia infanto-juvenil.
Se me parte el corazón al pensar que hay niñxs deprimidxs.
Y pienso en mí.
Y me veo ahí…
Pasaron los años y en mi adolescencia explotó todo como en Hiroshima.
Y no pedí ayuda hasta ahí, porque realmente no sabía que tenía que solicitarla.
Trastorno de ansiedad generalizada y trastorno del estado de ánimo: así me definía la psiquiatría.
Sin embargo, yo me llegué a odiar a mí misma, solo pensaba en desaparecer para callar la enredadera que tenía por
mente que me autodictaba órdenes exigentes que debía cumplir.
De momento nadie veía un TLP (entre otros).
“Será una fase”. “Aún eres adolescente”. “Es pronto”. Lo que me animaba a que algún día dejaría esto atrás.
Los años fueron pasando y me vi consumiendo diferentes tipos de fármacos de forma prolongada, acorde con la
situación correspondiente en cada momento.
También me apoyé en la psicoterapia. La cognitivo-conductual hizo su función pero hasta cierto punto.
No estoy rota, no tengo que arreglar mi comportamiento para modificar mis emociones y sentimientos.
He de aprender a convivir con ello, he de poner más atención en el autocuidado, ser más amable conmigo misma.
Y así llegué a la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).
Casi al mismo tiempo llegué a darme cuenta que mi condición ya no era pasajera. Pero no me asustó. Lo asumí.
Hay cosas que siempre se quedaron, como las diversas fobias, el insomnio, las pesadillas, los terrores nocturnos, las
alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas.
Y la ideación suicida. Que no va más allá de eso.
Superé las autolesiones, porque no tenían ninguna utilidad para mí. A veces ciertos desencadenantes quieren que
abra esas viejas heridas. Pero me autocontrolo, porque esas heridas no tienen utilidad ni como autocastigo.
En salud mental están muy concienciadxs en no etiquetarte de una forma u otra pero para nosotrxs el diagnóstico es
importante.
Al menos para entender. Para identificarnos con otras personas y sus experiencias.
Muchas personas desconocen mis diagnósticos porque los trastornos evolucionan, así como nosotrxs mismxs.
Antes explicaba que tenía un trastorno de personalidad inestable.
“Ni siquiera sé cómo explicártelo”. “Pero no es límite, es inestable”.
Inestable, inestable, inestable.
(Creedme que pese a todo soy una persona emocionalmente bastante estable).
Y entonces llegó el día en que dejé de corregirme.
Llámame límite o borderline. O mejor no lo hagas. Porque yo soy una persona, más que una condición mental.
Tampoco me llames loca, suicida, “la que está mal del tanque” porque tal y como me formé, me enseñaron que eso
era estigmatizante.
No obstante, llevo unos cuantos años dándole vueltas al estigma.
Desde el profesor que me dejó llorando en su despacho “porque eso le pasa a todo el mundo y no es para tanto” al
día que no quisiste acompañarme a urgencias.
Después de muchos años manteniendo esto casi en secreto me resulta más estigmatizante que si decido contártelo,
mires hacia la pared.
Que pienses que requiero un ingreso inmediato en Xove. Que me enjuicies.
Que no te creas lo que te estoy contando.
45
Que no sepas ver que no juego en tu misma liga. Que siempre llevo una mochila a cuestas.
Y lo que me gustaría no es que tú cargaras con parte de esa mochila. Porque ya me las apaño yo. Me gustaría que la
observaras, que la identificaras y, sobre todo, que la aceptaras tal y como es. Porque es parte de mí.
Afortunadamente te encontré a ti y aceptaste mi mochila sin casi apenas darte opción a pensártelo.
Unas veces mi mochila va más cargada y otras veces me digo “no es para tanto”.
Pero sí es para tanto y es para mucho y no lo digo para autocompadecerme. Lo digo tal y como es.
Lo peor de este trastorno son las emociones repentinas: la angustia, la ansiedad, la tristeza profunda, el vacío
existencial, la fobia social y el miedo al rechazo. Por otro lado, las emociones que no puedo expresar o salen a la
superficie de forma errática. Dar 5000 millones de vueltas a una frase que pronunciaste por miedo a ser
malinterpretada. Dar otras 5000 millones de vueltas a una frase o un gesto que salió de ti y que me dañó hasta lo
más profundo. Tener que mantener relaciones no elegidas, no recíprocas y carentes de empatía. Los arranques de
ira interna desproporcionada. La falta de concentración constante, la nube mental, la pérdida de memoria brutal. Mi
incapacidad para reconocer rostros de algunas personas con claridad que incluso me generó rupturas de relaciones
y, de nuevo, incomprensión.
Y como consecuencia de todo ello, tener que haber rechazado proyectos. Tener que haber salido de varios grupos de
trabajo, darle la espalda a ese doctorado, no poder trabajar como me gustaría y que, para colmo, tenga que
aguantar que algunxs penséis que soy improductiva, que vagueo.
No. Se os olvida que llevo una mochila.
Y luego pasan cosas mucho más serias y graves:
Perder a tu padre en cuestión de 2 meses.
Y pese a lo horrible que es esto, la situación me permitió relativizar bastantes cosas.
Siempre creí que nunca llegaría a aprender a manejar esto y ahora siento que ese aprendizaje va mejorando.
En realidad no nos damos cuenta y hacemos mucho todos los días.
Nos enfrentamos a nuestra propia autoexigencia, que nunca fue una cualidad positiva, porque la tiranía está a solo
un paso. Y aún tenemos pendiente la exigencia extrínseca.
Pero si algo puedo decir después de muchos años, es que no es que con el tiempo esto mejore, ni te acostumbres,
pero desarrollas herramientas que te facilitan sobrellevar ciertas circunstancias y situaciones.
A veces te das cuenta que te sientes más despreocupadx que hace unos años.
Aunque quizá sea también efecto de la fluoxetina.
Que ahora elijes tú a las personas que te interesan y no te dejas elegir. Que si me faltas al respeto no te voy a dejar
pasar ni una.
Que se puede llegar a disfrutar de la soledad. E incluso necesitarla y buscarla.
Y que esto no se trata de una competición de “a ver quién consume más medicación”, “a ver quién lleva más
sesiones en psiquiatría o en psicología”.
No somos patologías. Somos pacientes que conviven con cierta(s) patología(s).
Nuestras emociones son nuestras y tenemos derecho a ellas.
Y no las elegimos.
Jamás permitáis que nadie trate de invalidarlas.
Cada unx conocemos nuestro propio dolor mental. “Si yo puedo, tú también puedes”. No. Eso no es cierto.
Que no te digan que finjes tu depresión por sonreír. Nadie más que tú sabe lo que tienes dentro.
Y que aprendas bien cuáles son tus valores y que siempre seas fiel a ellos. Porque la infidelidad a los mismos provoca
dolor. Así como sobrepasar tus límites.
Y que incluso, de vez en cuando, aunque solo sea de vez en cuando, te preguntes cómo serías sin tu TLP.
46
47
Marta Oliver (@martayjuanma)
A TI
Yazco en un páramo inhóspito y desierto
pero tu mirada me hace florecer.
Languidezco en un intrincado y recóndito laberinto
pero tu boca me susurra la salida.
Perezco en un bosque oscuro y enmarañado
pero de tus dedos nace la luz que me ilumina.
Porque de ti emanan hacia mí:
las risas, los pájaros, las sutiles fragancias,
el verano, la poesía, las flores y la luz.
Porque tú alejas de mí:
la angustia, el miedo, los cuervos, las pesadillas,
la oscuridad, la soledad y las lágrimas de noche.
48
ABISMO
Me acerco a un precipicio asolador
pero tus brazos me sujetan.
Salto al vacío llameante
pero tus alas me sostienen.
¿Qué sería de mí sin ti?
Me caería por un oscuro y puntiagudo acantilado
Me sumergiría en un pozo hediondo e infinito
Me hundiría en un lodazal infestado de inmundicia.
Pero gracias a ti
me encuentro en un alegre prado de flores fragantes.
Me hallo en una blanca montaña festoneada de nieve.
Me observo desde un cielo claro y luminoso.
49
EL NIÑO QUE NO PODÍA VOLAR
Yo ejercía la medicina general en un centro médico de la ciudad.
Una tarde me trajeron un niño descalabrado: se había caído por un precipicio.
Cuando, para revisarlo, le quité la camisa, vi dos alas.
–¿Por qué no volaste al sentirte caer? – pregunté sorprendido al muchacho.
–Yo no puedo volar. Lo he intentado durante años, pero nunca lo he conseguido.
Me dispuse a examinarle las alas y descubrí que eran más pequeñas de lo que deberían ser
en un niño de su edad. Además, debajo de estas había dos protuberancias.
–Pensamos que era un defecto de nacimiento y como tal lo asumimos. Teo nunca ha
podido volar– aclararon los padres.
– En el colegio me pegan y me insultan porque no puedo volar como ellos. Además, como
no puedo jugar con ellos porque lo hacen en el aire, estoy siempre solo.
– ¿Tiene alguna curación, doctor? – Inquirieron los padres– Tenemos otro hijo que tiene las
alas normales y no nos explicamos que ha pasado con las alas de Teo.
–Estamos muy preocupados porque no sabemos qué va a ser de él en el futuro. Además,
no podrá trabajar en nada si no puede volar. Desde pequeñito invertimos mucho tiempo y
esfuerzo en enseñarle, pero todo fue inútil. Le han visto multitud de médicos y todos han
dicho lo mismo: Que no hay solución. ¿No podría ser operable, doctor?
–No, lo siento, señora. No hay solución. Deben aceptar que su hijo nunca volará, pero aun
así, podrá llevar una vida casi normal.
–¿Cómo normal? Doctor, esto se ha convertido en una pesadilla. Tiene múltiples
limitaciones.
–Bueno, pues a mí no me ha ido mal en la vida. Estoy felizmente casado, tengo dos hijos
con las alas normales, y el trabajo que yo deseé desde siempre.
–Ya, doctor, pero su caso no se puede comparar con el de Teo.
–¿Cómo que no? –dijo quitándose la bata y desabotonándose la camisa, dejando su
espalda al descubierto.
Entonces todos pudieron ver que sus dos alas eran raquíticas, y que al igual que Teo, debajo
de estas había también dos protuberancias.
–Pero, esto ¿qué es, doctor? ¿Una malformación genética?
–No. Es un síntoma de evolución genética. Debes saber, Teo, que los que poseemos las
dos alas más pequeñas y esas dos protuberancias estamos más evolucionados que el resto.
Pertenecemos a una raza superior que está mutando de tener únicamente dos alas a tener
cuatro. En un futuro todo el mundo tendrá dos pares de alas que es mucho más eficiente
que tener solamente dos alas. Teo, puedes explicarles esto a tus compañeros de colegio
cuando te peguen o insulten. Diles que es un rasgo de distinción tener esas dos
protuberancias y no un motivo de vergüenza.
–¡Hala! ¡Qué chulada!. ¡Cuánto voy a presumir en el colegio!
–Muchas gracias, doctor. Nos ha tranquilizado mucho. ¿Nos puede dar algún consejo para
Teo?
–Que no lo vean como una limitación, sino como una oportunidad para que haga cosas
diferentes en su vida. Si no se siente incapacitado, nunca lo será y podrá hacer todo lo que
se proponga, como hice yo.
Los padres más tranquilos y Teo, loco de alegría, abandonaron la consulta del peculiar
médico.
50