13 Una faceta del amor que ayuda a los ancianos a edificar al rebaño es la empatía. Tener empatía significa ponerse en el lugar de los
demás, identificarse con sus pensamientos y sentimientos, y tener en cuenta sus limitaciones (1 Pedro 3:8). ¿Por qué es importante que
los ancianos tengan empatía? Sobre todo porque Jehová, el que ha provisto las “dádivas en hombres”, es un Dios de empatía. Cuando
sus siervos sufren, se pone en su lugar (Éxodo 3:7; Isaías 63:9). Tiene en cuenta sus limitaciones (Salmo 103:14). ¿Cómo, entonces,
pueden demostrar empatía los ancianos?
14 Cuando alguien desanimado acude a ellos, lo escuchan y toman en cuenta sus sentimientos. Procuran comprender los antecedentes,
la personalidad y las circunstancias de los hermanos. De ese modo, cuando los ancianos dan ayuda bíblica edificante, a las ovejas se
les hace fácil aceptarla porque procede de pastores que verdaderamente las entienden y se interesan por ellas (Proverbios 16:23). La
empatía también motiva a los ancianos a tener presentes las limitaciones ajenas y los sentimientos que estas pueden ocasionar. Por
ejemplo, tal vez algunos cristianos concienzudos se sientan culpables porque no pueden hacer más en el servicio de Dios debido a la
vejez o la mala salud. Por otra parte, es posible que otros necesiten que se les anime a mejorar su ministerio (Hebreos 5:12; 6:1). La
empatía hace que los ancianos hallen “palabras deleitables” y edificantes (Eclesiastés 12:10). Cuando se edifica y motiva a las ovejas
de Jehová, su amor a Dios las impulsa a hacer todo lo que pueden en Su servicio.
Hombres que promueven la unidad
15 En tercer lugar, se ha proporcionado a las “dádivas en hombres” para que “todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el
conocimiento exacto del Hijo de Dios” (Efesios 4:13). La expresión “unidad en la fe” no solo significa unidad de creencias, sino también
de creyentes. Esta es otra razón por la que Dios nos ha dado las “dádivas en hombres”: para promover la unidad en Su pueblo. ¿Cómo
lo logran?
16 Para empezar, deben mantener la unidad entre ellos. Si los pastores están divididos, es posible que descuiden a las ovejas. Quizá
dediquen innecesariamente tiempo valioso, que podrían emplear en pastorear al rebaño, a largas reuniones y debates sobre asuntos de
importancia secundaria (1 Timoteo 2:8). Los ancianos tal vez no concuerden automáticamente en todos los asuntos que tratan, pues
pueden ser hombres con personalidades muy diferentes. La unidad no significa que no puedan tener opiniones distintas o incluso
expresarlas de manera equilibrada durante una conversación imparcial. Estos mantienen la unidad escuchándose con respeto unos a
otros sin prejuicios. Y mientras no se viole ningún principio bíblico, todos deben ser flexibles y apoyar la decisión final del cuerpo de
ancianos. Su flexibilidad demuestra que están dirigidos por la “sabiduría de arriba”, que es “pacífica, razonable” (Santiago 3:17, 18).
17 Los ancianos también se esfuerzan por promover la unidad en la congregación. Cuando las influencias divisivas, como el chisme, la
tendencia a imputar malos motivos o las actitudes contenciosas amenazan la paz, ofrecen con presteza consejo útil (Filipenses 2:2, 3).
Por ejemplo, tal vez los ancianos vean que algunos hermanos son demasiado críticos o entremetidos en los asuntos ajenos (1 Timoteo
5:13; 1 Pedro 4:15). Los ancianos intentan ayudar a estos a reconocer que su proceder es contrario a lo que Dios nos ha enseñado y
que cada uno debe “[llevar] su propia carga” (Gálatas 6:5, 7; 1 Tesalonicenses 4:9-12). Les explican con las Escrituras que Jehová deja
muchas cosas a la conciencia individual, y nadie debe juzgar a otros por estos asuntos (Mateo 7:1, 2; Santiago 4:10-12). Para servir
juntos en unidad debe existir un ambiente de confianza y respeto en la congregación. Estas “dádivas en hombres” nos ayudan a
mantener la paz y la unidad ofreciendo consejo bíblico cuando es necesario (Romanos 14:19).
Protección del rebaño
18 En cuarto lugar, Jehová suministra a las “dádivas en hombres” para protegernos contra la influencia de “todo viento de enseñanza por
medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error” (Efesios 4:14). La palabra original que se traduce por
“tretas” significa “juego engañoso de dados” o “habilidad para manipular los dados”. ¿No nos recuerda eso la astucia con la que actúan
los apóstatas? Mediante hábiles argumentos manipulan las Escrituras para desviar de la fe a los verdaderos cristianos. Los ancianos
deben tener cuidado con esos “lobos opresivos” (Hechos 20:29, 30).
19 Las ovejas de Jehová necesitan además protección de otros peligros. En tiempos antiguos, el pastor David también protegió de los
depredadores a los rebaños de su padre (1 Samuel 17:34-36). Hoy pueden surgir, asimismo, ocasiones en las que los pastores
cristianos necesiten valor para proteger al rebaño de todo aquel que pueda maltratar u oprimir a las ovejas de Jehová, particularmente a
las más vulnerables. Los ancianos deben echar con prontitud de la congregación a los pecadores voluntarios que deliberadamente se
valgan de tretas, engaño e intrigas para perpetrar la maldad (1 Corintios 5:9-13; compárese con Salmo 101:7).
20 ¡Cuánto agradecemos estas “dádivas en hombres”! Podemos sentirnos seguros gracias a su cuidado amoroso, pues nos reajustan
con ternura, nos edifican con amor, mantienen la unidad de buena gana y nos protegen con valor. Pero ¿cómo deben ver su papel en la
congregación estas “dádivas en hombres”? Y ¿cómo podemos demostrar que las valoramos? Estas preguntas se contestarán en el
próximo artículo.
[Notas]
Este mismo verbo que se traduce por “reajustar” se utilizó en la Septuaginta griega en Salmo 17[16]:5, donde el fiel David pidió en
oración que sus pasos se asieran de los senderos de Jehová.
Por ejemplo, véase “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 15 de febrero de 1980, págs. 29, 30, y “Aborrezcamos lo que es
inicuo”, del número del 1 de enero de 1997, págs. 26-29.
* W13 15/7 págs. 16-18
7 ¿Qué papel cumplirían los apóstoles? A medida que se acercaba el Pentecostés del año 33, se hizo evidente que ocuparían un
“puesto de superintendencia” (Hech. 1:20). Sin embargo, ¿cuál sería su principal interés? Jesús, ya resucitado, lo dio a entender en una
conversación con el apóstol Pedro (lea Juan 21:1, 2, 15-17). En presencia de otros apóstoles le dijo: “Apacienta mis ovejitas”. Así indicó
que sus apóstoles estarían entre los pocos mediante quienes él alimentaría espiritualmente a los muchos. ¡Qué prueba tan
conmovedora del cariño que siente Jesús por sus “ovejitas”!
SE ALIMENTA A LOS MUCHOS DESDE EL PENTECOSTÉS EN ADELANTE
8 A partir del Pentecostés del año 33, Cristo resucitado utilizó a sus apóstoles como conducto para alimentar al resto de sus discípulos
ungidos (lea Hechos 2:41, 42). Los judíos y prosélitos que ese día llegaron a ser cristianos ungidos por espíritu reconocieron ese
conducto con total claridad. Plenamente convencidos, “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”. Según cierto erudito,
el verbo griego que se traduce “continuaron dedicándose” denota “una permanencia persistente y absoluta, una adhesión total de un
grupo orientado hacia un fin común”. Los nuevos creyentes tenían hambre de alimento espiritual y sabían exactamente dónde obtenerlo.
Con completa lealtad, escuchaban a los apóstoles mientras estos explicaban lo que Jesús había dicho y hecho y esclarecían el
significado de pasajes de las Escrituras relacionados con él (Hech. 2:22-36).
Párrafo 8: El hecho de que los nuevos creyentes “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles” implica que los apóstoles
les enseñaban con regularidad. Algunas de sus enseñanzas quedaron registradas en los libros inspirados que ahora forman parte de las
Escrituras Griegas.
MUCHA MALA HIERBA Y POCO TRIGO
13 Jesús predijo que la congregación cristiana sería blanco de ataques. Recuerde que, en una ilustración profética, advirtió que en un
campo recién sembrado de trigo (los cristianos ungidos) se sembraría después mala hierba (los cristianos falsos). Entonces indicó que
se dejaría que ambos grupos crecieran juntos hasta la siega, la cual vendría en “una conclusión de un sistema de cosas” (Mat. 13:24-
30, 36-43). No tuvo que pasar mucho tiempo para que sus palabras se cumplieran.
14 En el siglo primero hubo algunos brotes de apostasía, pero los fieles apóstoles de Jesús actuaron de “restricción” y mantuvieron a
raya la contaminación e influencia de las doctrinas falsas (2 Tes. 2:3, 6, 7). Sin embargo, cuando murió el último de los apóstoles la
apostasía echó raíces y se propagó durante un período de crecimiento que abarcó muchos siglos. En ese tiempo, la mala hierba se hizo
mucha pero el trigo fue escaso. No existía ningún conducto organizado que proporcionara alimento espiritual de manera constante.
Llegaría el momento en que eso cambiaría. Pero ¿cuándo?
Párrafo 13: Las palabras del apóstol Pablo que se hallan en Hechos 20:29, 30 muestran que la congregación sería atacada desde dos
ángulos. En primer lugar, cristianos falsos (“mala hierba”) “entrar[ían]” entre los verdaderos. Y en segundo lugar, algunos “de entre” los
cristianos verdaderos se harían apóstatas y hablarían “cosas aviesas”, o torcidas.
* 21-23 (referencia de más abajo)
¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN?
4 El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse en el Pentecostés del año 33, sino en este
tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las Escrituras a esa conclusión.
5 Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas” (Mat.
24:3). La primera sección de la profecía, registrada en Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los años que
transcurrieron desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos viendo en nuestros días. ¿Significa esto que
la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel también tendría dos cumplimientos? En realidad, no.
6 A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a sucesos que ocurrirían en nuestros días (lea
Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran tribulación, dijo que los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo sobre las
nubes del cielo”. Luego exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta con estas palabras: “No saben en qué día
viene su Señor [...], porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre”. En este contexto —al hablar de sucesos que
ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos concluir que sus palabras sobre ese
esclavo fiel solo empezaron a cumplirse después de 1914, cuando comenzaron los últimos días. ¿Por qué es lógica esta conclusión?
7 Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto[?]”. En el siglo primero no tenía
sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior, los apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así que
estaba claro que eran ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a preguntar quién había sido
nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo, en 1914 la situación era muy distinta. La temporada de la cosecha había
empezado ese año. Por fin era hora de separar la mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la temporada de la cosecha,
había muchos cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos seguidores de Jesús. Así que surgió esta cuestión fundamental:
¿cómo podría reconocerse el trigo, es decir, los cristianos ungidos? La ilustración de Jesús dio una clave. Los cristianos ungidos serían
aquellos que estuvieran bien alimentados espiritualmente.
¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO?
8 El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra. A ellos se les llama “un sacerdocio real”, y se les ha
encomendado que “‘declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por
esta razón resulta apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente en enseñar la verdad a sus hermanos en la
fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17).
9 ¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que no todos los ungidos participan en proveer
alimento espiritual a sus compañeros de creencia de todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son siervos
ministeriales o ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las instrucciones que recibimos
de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual a la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas
humildes que nunca intentarían asumir la función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3; 14:34).
10 ¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a muchos por medio de unos pocos, ese
esclavo está compuesto por un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento
espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el esclavo fiel han
estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los
Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está
en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma sus decisiones de manera
conjunta.
¿QUIÉNES SON LOS DOMÉSTICOS?
11 Debe destacarse que, en la ilustración de Jesús, el esclavo fiel y discreto recibe dos nombramientos distintos. En primer lugar, se le
pone a cargo de los domésticos, y en segundo lugar, de todos los bienes del amo. Puesto que la parábola se cumple exclusivamente en
este tiempo del fin, ambos nombramientos tendrían que producirse después de 1914, cuando comenzó la presencia de Cristo como
Rey.
12 ¿Cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos? Para averiguar la respuesta, debemos retroceder al año 1914, al
comienzo de la temporada de la cosecha. Como ya aprendimos, en ese entonces había muchos grupos que afirmaban ser cristianos.
¿De entre cuál de ellos seleccionaría y nombraría Jesús al esclavo fiel? La pregunta se respondió una vez que él y su Padre vinieron a
inspeccionar el templo —el sistema de adoración que Dios ha establecido—, lo que tuvo lugar desde 1914 hasta principios de 1919
(Mal. 3:1). ¡Cuánto se alegraron al ver a un pequeño grupo de leales Estudiantes de la Biblia que demostraban un profundo amor por
Jehová y su Palabra! Por supuesto, necesitaban pulirse en algunos aspectos, pero humildemente se dejaron moldear durante un breve
período de prueba y limpieza (Mal. 3:2-4). Aquellos fieles Estudiantes de la Biblia eran auténtico trigo. En 1919, año en que
experimentaron un resurgimiento espiritual, Jesús seleccionó de entre ellos algunos hermanos ungidos capacitados para que
compusieran el esclavo fiel y discreto y los nombró sobre sus domésticos.
13 ¿Quiénes, entonces, son los domésticos? Dicho sencillamente, los que son alimentados. Al comienzo de los últimos días, todos los
domésticos eran cristianos ungidos. Pero más tarde, el grupo de los domésticos llegó a incluir a la gran muchedumbre de otras ovejas.
Estas componen ahora la inmensa mayoría del “solo rebaño” que sigue a Cristo (Juan 10:16). Tanto los ungidos como las otras ovejas
se benefician del mismo alimento espiritual que el esclavo fiel proporciona “al tiempo apropiado”. ¿Y qué puede decirse de los miembros
del Cuerpo Gobernante que hoy componen ese esclavo fiel y discreto? Ellos también necesitan alimentarse espiritualmente, así que con
humildad reconocen que a nivel individual son domésticos como todos los demás cristianos verdaderos.
14 Jesús puso una seria responsabilidad sobre los hombros del esclavo fiel y discreto. En tiempos bíblicos, un esclavo de confianza, o
mayordomo, tenía a su cargo a todos los siervos de la casa de su amo (Luc. 12:42, nota). De igual modo, el esclavo fiel y discreto tiene
a su cargo a todos los siervos de Jehová. Entre sus deberes figura supervisar el uso de bienes materiales, la obra de predicar, la
preparación de asambleas y la producción de las publicaciones bíblicas que se emplean en el ministerio, en el estudio personal y en las
reuniones cristianas. Los domésticos dependen de todos los recursos espirituales que proporciona este esclavo compuesto
* W07 1/4 págs. 28,29 parrs 10-14
Cuatro razones para cooperar de buena gana
10 En Hebreos 13:7, 17, que ya hemos citado, el apóstol Pablo da cuatro razones para obedecer sumisamente a los superintendentes
cristianos. La primera es que nos “han hablado la palabra de Dios”. Recordemos que Jesús entrega “hombres” como “dádivas” a la
congregación teniendo en mira el “reajuste de los santos” (Efesios 4:11, 12). Él reajustó, o corrigió, la manera de pensar y comportarse
de los cristianos del siglo primero valiéndose de pastores fieles, algunos de los cuales escribieron cartas inspiradas a las
congregaciones. Mediante estos superintendentes nombrados por espíritu, guió y edificó a los primeros cristianos (1 Corintios 16:15-18;
2 Timoteo 2:2; Tito 1:5).
11 En la actualidad, Jesús nos dirige a través del “esclavo fiel y discreto”, representado por su Cuerpo Gobernante y los ancianos de la
congregación (Mateo 24:45). Por consideración al “pastor principal”, Jesucristo, seguimos este consejo de Pablo: “Respeten a los que
trabajan duro entre ustedes y los presiden en el Señor y los amonestan” (1 Pedro 5:4; 1 Tesalonicenses 5:12; 1 Timoteo 5:17).
12 La segunda razón para cooperar con los superintendentes cristianos es que ellos “están velando por [nuestras] almas”. Si perciben en
nosotros alguna actitud o comportamiento que ponga en peligro nuestra espiritualidad, enseguida nos darán el consejo necesario para
reajustarnos (Gálatas 6:1). El verbo griego traducido “están velando” significa literalmente “se abstienen de dormir”. Según un
comentario bíblico, “implica la vigilancia continua del pastor”. En muchos casos, dicha vigilancia lleva a los ancianos incluso a
desvelarse literalmente, preocupados por nuestro bienestar espiritual. En vista de que estos amorosos pastores hacen todo lo posible
por imitar el tierno cuidado de Jesucristo, el “gran pastor de las ovejas”, ¿no deberíamos colaborar de buena gana con ellos? (Hebreos
13:20.)
13 La tercera razón para cooperar de buena gana con los superintendentes es que velan por nosotros “como los que han de rendir
cuenta”. Estos pastores recuerdan que están al servicio de los Pastores celestiales, Jehová Dios y Jesucristo (Ezequiel 34:22-24).
Jehová es el Dueño de las ovejas, a las que “compró con la sangre del Hijo suyo”, y pedirá cuentas a los superintendentes, quienes
deben tratar a Su rebaño “con ternura” (Hechos 20:28, 29). En realidad, todos deberemos dar cuenta a Jehová por la manera en que
respondemos a la dirección divina (Romanos 14:10-12). Al obedecer a los ancianos, también daremos prueba de que nos sometemos a
Cristo, Cabeza de la congregación (Colosenses 2:19).
14 Pablo aportó una cuarta razón para ser humildes y someternos a los superintendentes cristianos: “Para que ellos lo hagan con gozo y
no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes” (Hebreos 13:17). Dado que tienen los serios deberes de
enseñar, pastorear, encabezar la predicación, criar a sus familias y atender los problemas que surgen en la congregación, los ancianos
llevan una gran carga (2 Corintios 11:28, 29). Si nos resistiéramos a seguir su dirección, les haríamos esa carga aún más pesada, lo
que los llevaría a suspirar abrumados. Nuestra actitud poco colaboradora desagradaría a Jehová y tal vez nos perjudicaría. Por otro
lado, cuando demostramos respeto y un espíritu de cooperación, los ancianos pueden desempeñar sus funciones con gozo. Como
consecuencia, todos estamos más unidos y participamos con más alegría en la predicación del Reino (Romanos 15:5, 6).
* Jl lección 17
Lección 17
¿Cómo nos ayudan los superintendentes de circuito?
Las Escrituras Griegas Cristianas mencionan frecuentemente a Bernabé y al apóstol Pablo. Estos hombres eran superintendentes
viajantes que visitaban a las congregaciones de aquel tiempo. ¿Qué los motivaba? El interés genuino en el bienestar de sus hermanos
espirituales. Pablo manifestó su deseo de volver a visitar a los hermanos para ver cómo les iba. No le importaba recorrer cientos de
kilómetros con tal de fortalecerlos (Hechos 15:36). El mismo sentimiento impulsa a los superintendentes viajantes del día actual.
Vienen a animarnos. Los superintendentes de circuito visitan unas veinte congregaciones y pasan una semana con cada una de ellas
dos veces al año. Podemos sacar mucho provecho de la experiencia de estos hermanos y de sus esposas, si son casados. Ellos
procuran conocer a jóvenes y mayores por igual, y están deseosos de ir con nosotros a predicar y a visitar a las personas a las que
damos clases bíblicas. Estos superintendentes realizan visitas pastorales con los ancianos; además, pronuncian discursos entusiastas
en las reuniones y asambleas con el fin de animarnos (Hechos 15:35).
Se interesan por todos. Los superintendentes de circuito están profundamente interesados en el estado espiritual de las
congregaciones. Se reúnen con los ancianos y los siervos ministeriales para analizar los progresos que se han hecho y para darles
consejos prácticos sobre el desempeño de sus deberes. Ayudan a los precursores a mejorar su ministerio y acrecentar los resultados, y
les da mucho gusto conocer a las personas que están empezando a reunirse con nosotros y saber que están adelantando
espiritualmente. Cada uno de estos hermanos se gasta de buen grado y es un “colaborador para [nuestro] bien” (2 Corintios 8:23).
Imitemos su fe y su devoción a Dios (Hebreos 13:7).
▪ ¿Con qué objetivo visitan las congregaciones los superintendentes de circuito?
▪ ¿Cómo puede usted sacar provecho de sus visitas?
* Km 8/86 pág. 1 párr. 4
ACTITUD MENTAL Y PREPARACIÓN APROPIADAS
4 Primero, deberíamos ‘fortificar la mente para actividad’. (1 Ped. 1:13.) Para hacer eso, es necesario tener el punto de vista correcto
tocante a la visita y hacer planes específicos a fin de tener una participación más amplia en el ministerio. ¿Puede usted ser precursor
auxiliar durante el mes de la visita del superintendente de circuito? ¿Podría ajustar su rutina diaria para trabajar en el servicio del campo
durante la semana? ¿Podría hacer arreglos para hacer revisitas o conducir un estudio bíblico por la tarde un día de la semana? El
superintendente de circuito gustosamente le acompañaría y hasta conduciría el estudio, si usted así lo desea.
* Km 6/89 pág. 3
Apoye la visita del superintendente de circuito
1 Desde el 15 de octubre de 1946, las congregaciones han estado organizadas en circuitos que gozan de las visitas de superintendentes
viajantes de tiempo completo. Ya por casi 43 años esta provisión teocrática ha beneficiado tanto a individuos como a congregaciones.
(Isa. 1:26.) Nuestro apoyo continuo a este arreglo redundará en muchas bendiciones adicionales. (Efe. 4:7, 8, 11.)
PREPÁRESE PARA LA VISITA
2 Una vez que se anuncie la visita del superintendente de circuito, podemos comenzar a prepararnos para esta y hacer ajustes en
nuestro horario a fin de dar apoyo pleno a la actividad especial durante esa semana. Algunos publicadores hacen planes para servir de
precursores auxiliares y así dedicar más tiempo al ministerio del campo. Otros quizás tomen uno o dos días de vacaciones para
participar en la predicación. Muchos publicadores hacen arreglos específicos para trabajar con el superintendente viajante en algún
rasgo del servicio. Nuestro apoyo de corazón al ministerio del campo durante esa semana resultará en muchos galardones.
3 Los informes de los superintendentes viajantes indican que hay lugar para mejorar con relación al apoyo que damos a la obra de hacer
revisitas y conducir estudios bíblicos por las tardes. ¿Podría usted programar revisitas o un estudio bíblico por la tarde durante la visita?
El superintendente de circuito gustosamente lo acompañará, y será para él un placer conducir el estudio si usted lo desea.
AYUDA PERSONAL
4 Una de las metas principales del superintendente de circuito es proveer instrucción adicional a cualquiera que esté procurando
alcanzar mayores privilegios de servicio. (1 Tim. 3:1.) ¿Tiene preguntas sobre sus asignaciones o responsabilidades específicas? ¿Le
gustaría mejorar sus aptitudes y su organización personal? ¿Le interesa el servicio de Betel, Galaad o la Escuela de Entrenamiento
Ministerial? ¿Le gustaría servir donde hay mayor necesidad de ayuda, sea en su circuito o en cualquier otro lugar de los Estados
Unidos? Sin importar cuáles sean sus metas espirituales, el superintendente de circuito con gusto las considerará con usted.
5 Si el superintendente de circuito es casado, su esposa también es una sierva devota de Jehová, y es muy probable que sea
precursora y pueda apoyar plenamente los arreglos para el servicio del campo. Gracias a su experiencia y participación regular en el
ministerio en diversos territorios, ella está capacitada en la obra de predicar, y está dispuesta a trabajar particularmente con otras
hermanas en el servicio de casa en casa y a acompañarlas a hacer revisitas y conducir estudios bíblicos en los hogares. Esta hermana
merece el mismo encomio amoroso que Pablo dio respecto a Febe. (Rom. 16:1, 2.)
6 No queremos pasar por alto el privilegio que tenemos de mostrar hospitalidad al superintendente viajante y a su esposa, si es casado.
Muchos hermanos atesoran los recuerdos, así como el ánimo que recibieron cuando invitaron a su hogar a estos ministros viajantes o
compartieron una comida con ellos y disfrutaron de su agradable compañerismo espiritual. (3 Juan 5-8.)
7 El pueblo de Jehová sigue beneficiándose de las visitas regulares de superintendentes viajantes maduros. Los beneficios que
recibamos personalmente de este arreglo dependerán de lo bien que nos preparemos para la visita y del apoyo que demos a esta.
Sigamos resueltos a apoyar de lleno la próxima visita de nuestro superintendente de circuito.
LECCION 7 (b)
* Lv pág. 54 párr. 8
8 ¿Qué es el “aire”, o espíritu, del mundo? Es la fuerza invisible que influye para mal en las personas. ¿Cómo? Incitándolas a
desobedecer a Dios y promoviendo “el deseo de la carne y el deseo de los ojos” (1 Juan 2:16; 1 Timoteo 6:9, 10). ¿Por qué tiene este
espíritu “autoridad”, o poder, sobre la humanidad? Porque apela a sus tendencias pecaminosas, es casi imperceptible, actúa
incesantemente y, como el aire, está por todas partes. ¿Y de qué manera “opera” en la gente? Favoreciendo el desarrollo gradual de
cualidades anticristianas, como el egoísmo, el orgullo, la ambición, la actitud de independencia moral y la rebeldía. En resumen, logra
que, poco a poco, las cualidades del Diablo crezcan en el corazón del hombre (Juan 8:44; Hechos 13:10; 1 Juan 3:8, 10).
* W13 15/1 págs. 14,15 parrs 11-15
LAS DIVERSIONES
11 La Biblia no nos condena al aburrimiento ni dice que divertirse sea una pérdida de tiempo. El apóstol Pablo le escribió a Timoteo que
“el entrenamiento corporal es provechoso” (1 Tim. 4:8). Además, la Biblia afirma que hay “tiempo de reír” y “tiempo de dar saltos”, y
recomienda descansar lo suficiente (Ecl. 3:4; 4:6). Pero si no tenemos cuidado, las diversiones podrían alejarnos de Jehová. Para que
eso no nos ocurra, hay dos aspectos que debemos tener en cuenta: el tipo de diversiones que elegimos y el tiempo que les dedicamos.
12 Comencemos analizando el tipo de diversiones. Seguro que podemos encontrar actividades sanas. Sin embargo, hay que admitir que
gran parte del entretenimiento disponible en la actualidad promueve cosas que Dios odia, como la violencia, el ocultismo o las
relaciones sexuales inmorales. Por lo tanto, evaluemos con detenimiento el tipo de diversiones que preferimos. Preguntémonos:
“¿Cómo influyen en mí? ¿Me contagian un espíritu violento, competitivo o nacionalista?” (Prov. 3:31). “¿Me hacen gastar demasiado
dinero? ¿Podrían ofender la conciencia de los demás?” (Rom. 14:21.) “¿Con qué clase de personas me llevan a relacionarme?” (Prov.
13:20.) “¿Crean en mí el deseo de hacer algo malo?” (Sant. 1:14, 15.)
13 Y ahora hablemos del segundo factor: el tiempo. ¿Dedicamos tanto tiempo a entretenernos que nos queda poco para participar en las
actividades espirituales, como la predicación o las reuniones? Si es así, nuestros ratos de ocio no serán tan agradables como podrían
ser. La realidad es que quienes mantienen a raya las diversiones las disfrutan más. ¿Por qué? Porque saben que ya han hecho “las
cosas más importantes”, de modo que no se sienten culpables cuando descansan (lea Filipenses 1:10, 11).
14 Es verdad que pasar mucho tiempo divirtiéndonos puede ser tentador, pero quizás ese camino nos distancie de Jehová. Una
hermana de 20 años llamada Kim lo aprendió por experiencia. “Me pasaba todos los fines de semana de fiesta en fiesta: viernes,
sábados y domingos —cuenta ella—. Pero ahora sé que hay muchas cosas más importantes que hacer. Por ejemplo, como soy
precursora me levanto a las seis de la mañana para predicar, así que no puedo estar divirtiéndome hasta la una o las dos de la
madrugada. Está claro que no todas las fiestas son malas, pero pueden ser una enorme distracción. Como en todo, en este asunto
también hay que ser equilibrados”.
* it-2 pág. 368 párr. 4
Jehová Dios no puede mentir (Nú 23:19; Heb 6:13-18) y odia una “lengua falsa”. (Pr 6:16-19.) La ley que dio a los israelitas exigía que
se hiciera compensación por los daños que resultaban del engaño o de la mentira maliciosa. (Le 6:2-7; 19:11, 12.) Además, si una
persona daba falso testimonio, tenía que recibir el mismo castigo que deseaba infligir a otro por medio de sus mentiras. (Dt 19:15-21.) El
punto de vista de Dios en cuanto a la mentira maliciosa que se reflejaba en la Ley no ha cambiado. Los que desean conseguir su
aprobación no pueden practicar la mentira. (Sl 5:6; Pr 20:19; Col 3:9, 10; 1Ti 3:11; Rev 21:8, 27; 22:15.) Tampoco pueden vivir una
mentira, como en el caso de los que alegan amar a Dios mientras que al mismo tiempo odian a su hermano. (1Jn 4:20, 21.) Ananías y
su esposa perdieron la vida por mentir y tratar de burlar al espíritu santo. (Hch 5:1-11.)
* Lv págs. 137-139 parrs 11-14
11 Chismes y calumnias. Los comentarios sobre las vidas ajenas pueden ser inofensivos si giran en torno a asuntos positivos o útiles,
como quién se acaba de bautizar o quién necesita ánimo. Los cristianos del siglo I también se interesaban mucho por sus hermanos y
hablaban de ellos sin ninguna malicia (Efesios 6:21, 22; Colosenses 4:8, 9). Lo que no está bien es hacer comentarios que distorsionen
la realidad o revelen detalles de la vida privada. Esa costumbre pudiera llevarnos incluso a algo más grave: la calumnia, que se define
como “acusación falsa hecha maliciosamente en contra de alguien con el fin de dañarlo o desprestigiarlo” (Diccionario del español usual
en México). Como ejemplo de claras calumnias, tenemos las mentiras que lanzaron los fariseos contra Jesús con la intención de
desacreditarlo (Mateo 9:32-34; 12:22-24). Un hecho innegable es que las calumnias generan muchas discordias (Proverbios 26:20.)
12 ¿Cómo ve Jehová a quienes se dedican a difamar o sembrar discordias? No los ve con buenos ojos. Lo que es más, odia a quienes
provocan “contiendas entre hermanos” (Proverbios 6:16-19). Recordemos que el término griego para “calumniador” es diábolos, el
mismo que se usa para presentar a Satanás como el “Diablo”, es decir, como el Calumniador que difama a Dios (Revelación 12:9, 10).
Desde luego, ninguno de nosotros querría convertirse en un “diablo” (o sea, en un calumniador). Ciertamente, en la congregación
no hay lugar para la calumnia ni para las obras de la carne que esta fomenta, entre ellas las “altercaciones [o riñas]” y las “divisiones”
(Gálatas 5:19-21). Así pues, antes de contar cualquier cosa sobre el prójimo, debemos preguntarnos: “¿Estoy seguro de que es cierto?
¿Sería una muestra de amor revelarlo? ¿Es necesario o conveniente que otros se enteren?” (1 Tesalonicenses 4:11).
13 Maltrato verbal. Como ya vimos, las palabras pueden hacer mucho daño. Y es cierto que la imperfección nos lleva a todos a decir
cosas que luego lamentamos. Pero la Biblia nos advierte que hay una forma de hablar que no es admisible ni en la congregación ni en
la familia. Pablo exhortó a los cristianos: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa” (Efesios 4:31).
Otras traducciones bíblicas vierten “habla injuriosa” como “insultos”, “ofensas” y “lenguaje insultante”. Esta forma de hablar —que
incluye las palabras humillantes, los comentarios ásperos y las críticas despiadadas— atenta contra la dignidad y la autoestima de las
personas. Y los niños, al ser más inocentes y tiernos, son especialmente vulnerables (Colosenses 3:21).
14 La Biblia condena tajantemente a los injuriadores y muestra que se encuentran en una situación muy peligrosa. ¿Qué futuro le espera
a quien tenga la costumbre de emplear expresiones insultantes, despectivas o humillantes? Primero recibirá varias oportunidades de
corregirse. Pero si no las aprovecha, terminará expulsado de la congregación. Y peor aún, hasta pudiera perder la vida eterna bajo el
Reino de Dios (1 Corintios 5:11-13; 6:9, 10). Queda claro, que mantenerse en el amor de Jehová es incompatible con las groserías, con
las mentiras, con los insultos y, en definitiva, con todas las palabras que derrumban al prójimo.
* W12 15/3 págs. 30-31
¿Puede un cristiano llegar tan bajo en el vicio de ver pornografía que termine siendo expulsado de la congregación?
▪ La respuesta es sí. Esto subraya la importancia de rechazar de plano cualquier clase de pornografía, ya sea en forma de texto o de
imágenes en revistas, películas, videos o Internet.
La pornografía ha llegado hasta el último rincón de este mundo. Internet la ha puesto al alcance de la gente como nunca antes, y
personas de todas las edades se han visto infectadas por esta terrible plaga. Hay quienes se han topado con páginas pornográficas sin
pretenderlo. Otros, sin embargo, han accedido a ellas a propósito, tal vez en el hogar o la oficina, donde les resulta más fácil leer o ver
pornografía en secreto. Este es un asunto que los cristianos debemos tomar muy en serio. ¿Por qué?
Jesús indicó una de las principales razones cuando advirtió: “Todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella
ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mat. 5:28). Por supuesto, las relaciones sexuales normales no tienen nada de malo
cuando sirven como fuente de placer dentro del matrimonio (Pro. 5:15-19; 1 Cor. 7:2-5). Pero la pornografía muestra relaciones
inmorales que estimulan los malos pensamientos condenados por Jesús. Dicho sin rodeos, quien lee o ve pornografía viola este
mandato divino: “Amortigüen [o “den muerte a”] [...] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación,
inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Col. 3:5; Traducción en lenguaje actual).
¿Qué hay si un cristiano ha mirado pornografía en una o dos ocasiones? En cierto sentido, se encuentra en una situación tan peligrosa
como la de Asaf, quien admitió: “En cuanto a mí, mis pies casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran”.
Si ha estado viendo imágenes pornográficas de hombres o mujeres desnudos o de una pareja teniendo relaciones, no puede tener la
conciencia tranquila ni estar en paz con Dios. Más bien, se sentirá como Asaf: “Llegué a ser plagado todo el día, y la corrección mía es
cada mañana” (Sal. 73:2, 14).
Si un cristiano ha caído en este pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita ayuda espiritual. La Biblia indica que
puede conseguirla en la congregación: “Aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que
tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a ti mismo” (Gál. 6:1).
En efecto, uno o dos ancianos pueden prestarle asistencia, lo que incluye orar con él teniendo fe en que Jehová “sanará” al enfermo
espiritual y “le perdonará” (Sant. 5:13-15). Quienes han buscado ayuda para romper con el vicio de la pornografía se sienten hoy como
Asaf, quien afirmó: “Acercarme a Dios es bueno para mí” (Sal. 73:28).
No obstante, el apóstol Pablo explicó que algunos no se arrepintieron “de su inmundicia y fornicación y conducta relajada [o
desvergonzada]” (2 Cor. 12:21). Según explica el lexicógrafo Marvin R. Vincent, el término griego traducido “inmundicia” en este caso
“se refiere a la impureza en su sentido más sucio”. La triste realidad es que ciertos tipos de pornografía son mucho peores que unos
cuantos desnudos o escenas de un hombre y una mujer cometiendo fornicación. En algunos casos se presentan actos tan sucios y
repugnantes como relaciones homosexuales, sexo en grupo, contacto sexual con animales, pornografía infantil, violaciones en grupo,
maltrato de mujeres y diversos tipos de sadomasoquismo. Según indicó Pablo, algunos que estaban “mentalmente [...] en oscuridad”
fueron “más allá de todo sentido moral, [y] se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez” (Efe.
4:18, 19).
Pablo también mencionó la “inmundicia” en Gálatas 5:19. Un teólogo británico señala: “En este caso, el término puede referirse más
especialmente a todos los deseos antinaturales”. Sin duda, ningún cristiano puede negar que los actos anteriormente citados son
“deseos antinaturales” sucios, repugnantes y depravados. En Gálatas 5:19-21, el apóstol dejó claro que “los que practican” este tipo de
inmundicia “no heredarán el reino de Dios”. Por lo tanto, ¿qué sucedería si un cristiano llevara cierto tiempo —tal vez un período
considerable— viendo pornografía repugnante y sexualmente degradante? Si no se arrepintiera y dejara ese vicio, tendría que ser
expulsado para conservar la pureza y el buen espíritu de la congregación cristiana (1 Cor. 5:5, 11).
Es bueno saber que algunos que han estado viendo estos tipos repugnantes de pornografía han pedido ayuda a los ancianos y han
hecho cambios drásticos. Jesús advirtió a ciertos cristianos de la antigua Sardis: “Fortalece las cosas restantes que estaban a punto de
morir, [...] continúa teniendo presente cómo has recibido y cómo oíste, y sigue guardándolo, y arrepiéntete. Ciertamente, a menos que
despiertes [...,] no sabrás de ningún modo a qué hora vendré sobre ti” (Rev. 3:2, 3). No hay duda de que es posible arrepentirse y
escapar del “fuego” de la pornografía (Jud. 22, 23).
No obstante, será mucho mejor si cada uno de nosotros toma la firme resolución de no correr el más mínimo riesgo en este campo. Por
lo tanto, ¡mantengámonos lo más lejos posible de cualquier tipo de pornografía!
[Nota]
Las diferencias entre inmundicia, fornicación y conducta relajada se explican en La Atalaya del 15 de julio de 2006, páginas 29 a 31.
LECCION 8 (a)
* W04 1/12 pág. 13 párr. 4
“He andado en mi propia integridad”
4 El término integridad comunica la idea de ser recto, irreprochable, justo e intachable. Ser íntegro no solo implica hacer lo que es justo,
sino manifestar rectitud moral o devoción a Dios con corazón completo. Satanás cuestionó los motivos de Job cuando le dijo a Jehová:
“Para variar, sírvete alargar la mano, y toca hasta su hueso y su carne, y ve si no te maldice en tu misma cara” (Job 2:5). En efecto,
además de actuar debidamente, hay que tener una motivación adecuada.
* lv pág. 51 parrs 3,4, pág. 52 recuadro
PERMANECER LEALES AL REINO Y NEUTRALES
3 En vez de involucrarse en las actividades políticas de su época, Jesús se dedicó a predicar el Reino de Dios, el futuro gobierno
celestial en el que ocuparía la posición de Rey (Daniel 7:13, 14; Lucas 4:43; 17:20, 21). Por este motivo, pudo afirmar ante el
gobernador romano Poncio Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Sus discípulos fieles siempre hemos seguido su
ejemplo. ¿Cómo? Siendo leales al Reino y a su rey Jesucristo, y anunciando este gobierno por todo el planeta (Mateo 24:14). Así, el
apóstol Pablo escribió: “Somos, por lo tanto, embajadores en sustitución de Cristo [...]. Como sustitutos [de] Cristo
rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’” (2 Corintios 5:20).
4 Los embajadores representan en el extranjero a un soberano o a un estado. Por ese motivo, asumen una actitud de neutralidad y
no intervienen en los asuntos internos del país donde realizan sus funciones. Sin embargo, velan por los intereses del gobierno al que
representan. Los cristianos ungidos, cuya “ciudadanía existe en los cielos”, adoptan la misma postura (Filipenses 3:20). Estos celosos
embajadores han estado predicando el Reino y, como resultado, han ayudado a reconciliarse con Dios a millones de las “otras ovejas”
de Cristo (Juan 10:16; Mateo 25:31-40). Bajo la dirección de los hermanos ungidos de Jesús, los cristianos de las “otras ovejas” actúan
como enviados de Cristo. Ambos grupos forman un solo rebaño unido que promueve la causa del Reino mesiánico y mantiene una
postura de estricta neutralidad ante las cuestiones políticas de este mundo (Isaías 2:2-4).
[Recuadro de la página 52]
LOS PRIMEROS CRISTIANOS ERAN NEUTRALES
Los primeros cristianos se mantuvieron neutrales en la política y se negaron a participar en las guerras. Así lo reconocen muchos libros
de historia. Uno de ellos dice que “los fundadores del cristianismo se resistieron tenazmente a albergar el más mínimo deseo de
intervenir de forma directa en el orden político de su tiempo” (The Beginnings of Christianity, George P. Fisher). Otra obra reconoce
igualmente que “se negaban a tomar parte activa en la administración civil”, que “era imposible que los cristianos fueran soldados,
magistrados o príncipes sin renunciar a un deber más sagrado” y que su actitud “los expuso al desprecio y a los reproches de los
paganos” (Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, Edward Gibbon).
Con referencia a la postura de los primeros cristianos ante el servicio militar también encontramos comentarios pertinentes. Por ejemplo,
un teólogo alemán escribió que “los cristianos condenaron y se resistieron a dicho servicio militar” (Historia de la Iglesia primitiva,
Norbert Brox). Y un ensayo religioso afirma que tras la muerte de Cristo, y durante un período considerable, sus discípulos “se negaron
a ir a [la guerra] sin importarles las consecuencias, sea que fuera la vergüenza, la cárcel o la muerte. Se trata de hechos innegables”
(An Inquiry Into the Accordancy of War With the Principles of Christianity, Jonathan Dymond). Otro escritor señala que comenzaron a
aparecer soldados cristianos únicamente cuando “ya se había corrompido el cristianismo”.
* it-1 pág. 783 párr. 8; pág. 784 párr. 1
Los llamados cristianos primitivos. Los primeros cristianos rehusaron servir en el ejército romano, ya fuera en las legiones o en las
auxilia, por considerar que ese servicio era totalmente incompatible con las enseñanzas del cristianismo. En su Diálogo con Trifón (CX),
Justino Mártir, del siglo II E.C., dice: “Nosotros, los que estábamos antes llenos de guerra y de muertes mutuas y de toda maldad,
hemos renunciado en toda la tierra a los instrumentos guerreros y hemos cambiado las espadas en arados y las lanzas en útiles de
cultivo de la tierra y cultivamos la piedad, la justicia, la caridad, la fe, la esperanza”. Cuando Tertuliano (c. 200 E.C.) consideró “si la
guerra les es apropiada de manera alguna a los cristianos” en su tratado De Corona (cap. XI), razonó bíblicamente sobre “la ilegalidad
aun de la vida militar en sí misma”, y concluyó: “Erradico de nosotros la vida militar”. (The Ante-Nicene Fathers, 1957, vol. 3, págs. 99,
100.)
“Hasta la década 170-80 después de Jesucristo no hay prueba alguna de cristianos dentro del ejército. [...] Parece más probable que la
Iglesia impidiera a sus miembros hacer el servicio militar que el permitirles servir sin reproche o penalidad algunos.” (Actitudes cristianas
ante la guerra y la paz, de Ronald H. Bainton, Madrid, 1963, pág. 64.) “Es evidente que la posibilidad de que haya habido un solo
soldado cristiano entre los años 60 y alrededor de 165 d. de J.C. es muy escasa; [...] al menos hasta el reinado de Marco Aurelio,
ningún cristiano se hizo soldado después de su bautismo.” (The Early Church and the World, de C. J. Cadoux, 1955, págs. 275, 276.)
“Hasta finales del siglo II [...] los cristianos condenaron y se resistieron a dicho servicio militar.” (Historia de la Iglesia primitiva, de
Norbert Brox, Barcelona, 1986, pág. 58.) El comportamiento de los cristianos era muy diferente del de los romanos [...]. Puesto que
Cristo había predicado la paz, ellos rehusaban hacerse soldados.” (Our World Through the Ages, de N. Platt y M. J. Drummond, 1961,
pág. 125.) “Los primeros cristianos creían que era incorrecto pelear, y se negaban a servir en el ejército aun cuando el Imperio
necesitaba soldados.” (The New World’s Foundations in the Old, de R. y W. M. West, 1929, pág. 131.) “Los cristianos [...] rechazaban
los puestos públicos y el servicio militar.” (“Persecution of the Christians in Gaul, A.D. 177”, de F. P. G. Guizot, de The Great Events by
Famous Historians, edición de Rossiter Johnson, 1905, vol. 3, pág. 246.) “Al paso que [los cristianos] estaban vertiendo máximas de
rendida obediencia, se desentendían de terciar en la administración y en la defensa militar del imperio [...]; mas no cabía que los
cristianos, sin quebrantar otra obligación más sagrada, viniesen a revestirse del carácter de militares, magistrados o príncipes.” (Historia
de la decadencia y ruina del imperio romano, de Edward Gibbon, vol. 2, cap. XV, pág. 75 [ortografía actualizada].)
* lv pág. 213 párr. 3
Votaciones políticas. El cristiano verdadero respeta el derecho de los demás ciudadanos a votar. No hace campaña contra las
elecciones ni tampoco se niega a colaborar con las autoridades que resultan elegidas. Ahora bien, toma la firme decisión de mantenerse
neutral en cuestiones políticas (Mateo 22:21; 1 Pedro 3:16). Pero ¿y si en su país es obligatorio votar o se respira un clima hostil hacia
quienes no acuden a las urnas? Si su conciencia se lo permite, podría ir a las cabinas electorales. Así, actuaría como Sadrac, Mesac y
Abednego, quienes, en circunstancias parecidas, hicieron acto de presencia en la llanura de Dura. Eso sí, para no violar su neutralidad,
el cristiano debe tener muy presentes estos seis principios:
* lv pág. 212 párr. 1 – pág. 213 párr. 2
El saludo a la bandera, las votaciones y el servicio civil
Saludo a la bandera. Los testigos de Jehová creemos que honrar la bandera con saludos y reverencias, a menudo mientras se entona
un himno, es un acto de culto que atribuye la salvación a la patria y a sus líderes, en vez de a Dios (Isaías 43:11; 1 Corintios 10:14;
1 Juan 5:21). Entre los reyes que recibieron una veneración así figura Nabucodonosor de Babilonia. Decidido a demostrar ante sus
súbditos su majestad y religiosidad, el poderoso monarca erigió una colosal estatua y ordenó que todos se inclinaran ante ella mientras
se interpretaba una especie de himno. Pero tres hebreos —Sadrac, Mesac y Abednego— se negaron a honrar la imagen, a riesgo de
sufrir la pena de muerte (Daniel, capítulo 3).
¿Qué puede decirse de hoy? En su obra El nacionalismo: una religión, el historiador Carlton Hayes habla del “ritual del nacionalismo
moderno” y dice: “La bandera nacional es el símbolo principal y objeto central de culto. [...] Los hombres se descubren a su paso; los
poetas dedican odas en su honor; los niños le cantan himnos”. Además, señala que el nacionalismo también tiene sus “días santos” —
como el 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos—, así como sus “santos y héroes” y sus “templos”, o lugares venerados.
De igual modo, el Diario Oficial de la Federación, de México, indica que “el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, son los Símbolos
Patrios” y exhorta a rendir “culto a los símbolos nacionales”. Y ya hace años, una obra de consulta mencionó que “la bandera, como la
cruz, es sagrada” (The Encyclopedia Americana).
En fecha más reciente, esa misma obra explicó que los himnos nacionales son “expresiones del sentir patriótico que suelen incluir
invocaciones para que Dios guíe y proteja a su pueblo o a sus dirigentes”. Así pues, los testigos de Jehová no somos extremistas al
opinar que las ceremonias patrióticas donde se saluda la bandera o se toca el himno son actos religiosos. En su libro Genio y figura del
norteamericano, el profesor D. W. Brogan habló de varios juicios que implicaron a alumnos Testigos que se negaron a rendir homenaje
a la bandera estadounidense y recitar el juramento de lealtad, subrayando el siguiente hecho: “La Suprema Corte ha afirmado al fin [en
varias sentencias] que estos ritos cotidianos son de tipo religioso”.
Los Testigos tenemos claro que aunque nosotros no participamos en tales actos, pues los consideramos contrarios a los principios
bíblicos, las demás personas están en su perfecto derecho de hacerlo. Asimismo, respetamos a las banderas como emblemas
nacionales y nos sometemos a los gobiernos legítimos, pues son las “autoridades superiores” que actúan colectivamente como el
“ministro de Dios” (Romanos 13:1-4). También obedecemos el consejo de orar “respecto a [los] reyes y a todos los que están en alto
puesto”. Sin embargo, lo hacemos con la intención de que nos permitan seguir “llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción
piadosa y seriedad” (1 Timoteo 2:2).
* lv pág. 55 recuadro
¿ME MANTENGO NEUTRAL?
Principio: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36)
Preguntas para meditar
▪ ¿Cómo explicaría yo que el saludo a la bandera es un tipo de idolatría? (Éxodo 20:4, 5; 1 Juan 5:21.)
▪ Cuando me toque explicar por qué no participo en determinadas ceremonias nacionales, ¿cómo demostraré que respeto a quienes
no comparten mis creencias? (1 Pedro 3:15.)
▪ ¿Cuáles son las razones por las que yo no respaldo a ningún partido político ni realizo ningún tipo de servicio militar? (Juan 13:34;
1 Juan 3:10-12.)
* yb04 págs. 219,220 recuadro
Entrevista con Godfrey Bint
Año de nacimiento: 1945
Año de bautismo: 1956
Otros datos: Graduado de la clase 47 de Galaad. Sirvió en el Congo diecisiete años. Actualmente es miembro del Comité de Sucursal
de Ruanda. Habla inglés, francés, lingala, swahili y tshiluba.
Cierto día de 1973 salí al servicio del campo en Kananga con un hermano congoleño. Mientras conducíamos un estudio bíblico en una
casa, llegaron las autoridades y nos arrestaron. Pasamos las siguientes dos semanas en prisión. Durante todo ese tiempo, mi
compañero misionero, Mike Gates, nos traía comida, pues en la cárcel no nos daban nada. Por fin nos pusieron en libertad. Al cabo de
tres meses, Mike y yo íbamos a tomar un avión para asistir a una asamblea internacional en Inglaterra, pero ese mismo día nos
enteramos de que habían detenido a todos los hermanos de una congregación cercana. Así que decidimos ir a llevarles algo de comer.
Para sorpresa nuestra, cuando solicitamos verlos, un magistrado ordenó que nos arrestaran. ¡Imagínense nuestra tristeza al oír
despegar el avión mientras esperábamos el autobús que nos llevaría a la prisión!
Al llegar a la cárcel, vi a muchos internos que había conocido allí tres meses atrás. Como mi compañero —que antes me había llevado
alimentos— también estaba preso, me preguntaron: “¿Quién les traerá comida ahora?”.
Les respondimos que lo harían nuestros hermanos, pero por el gesto que hicieron con la cabeza, nos dimos cuenta de que no se lo
creyeron. Sabían que no había Testigos europeos cerca. Al día siguiente quedaron sorprendidos al ver a los hermanos congoleños
llegar con tanta comida que la pudimos compartir con ellos. Aquella experiencia resultó en un maravilloso testimonio de nuestra
hermandad internacional y el amor que nos une. Nuestros queridos hermanos nos llevaron alimento pese al riesgo que corrían de
acabar entre rejas. Cinco días más tarde fuimos liberados y tomamos un avión que nos llevó a Inglaterra justo a tiempo para la
asamblea.
* km 2/94 pág. 4 parrs 11,12
11 Jamás debemos olvidar que el mensaje que proclamamos no procede de nosotros, sino de Jehová. (Jer. 1:9.) Debemos prestar
cuidadosa atención al mandato: “Invoquen su nombre. Den a conocer entre los pueblos sus tratos [...] en toda la tierra”. (Isa. 12:4, 5.) Él
ha tolerado el trato injusto de sus siervos por una razón específica, a saber, “para que [su] nombre sea declarado en toda la tierra”.
(Éxo. 9:16.) Estamos efectuando la obra que Jehová ha ordenado y es él quien nos da valor para hablar con denuedo. (Hech. 4:29-31.)
Esta es la obra más importante, benéfica y urgente que ha de llevarse a cabo en los últimos días del viejo sistema.
12 Comprender estas cosas nos da el valor que necesitamos para adoptar una actitud firme en contra de Satanás y de este mundo.
(1 Ped. 5:8, 9.) Saber que Jehová está de nuestro lado nos hace ser “animosos y fuertes”, y disipa todo temor hacia quienes nos
persiguen. (Deu. 31:6; Heb. 13:6.) Aunque siempre seremos discretos, razonables y prudentes en nuestro trato con los opositores,
mostraremos con claridad que estamos resueltos a “obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hech. 5:29.)
Cuando consideremos prudente hablar en nuestra defensa, lo haremos. (1 Ped. 3:15.) Sin embargo, no perderemos el tiempo
disputando con opositores testarudos que solo procuran desacreditarnos. En lugar de sulfurarnos o tratar de desquitarnos por sus
calumnias o acusaciones falsas, simplemente ‘los dejaremos’. (Mat. 15:14.)
* W11 15/1 pág. 29 párr. 15
15 A causa de su fe, Pablo tuvo que enfrentarse a muchas situaciones que pusieron en peligro su vida (2 Cor. 11:23-28). ¿Qué le ayudó
a no perder el equilibrio ni la estabilidad emocional? La oración y la confianza en Jehová. Durante un período de grandes pruebas, que
probablemente culminó en su martirio, escribió: “El Señor estuvo cerca de mí y me infundió poder, para que por medio de mí la
predicación se efectuara plenamente y todas las naciones la oyeran; y fui librado de la boca del león” (2 Tim. 4:17). De modo que el
apóstol sabía muy bien lo que decía cuando exhortó a sus hermanos: “No se inquieten por cosa alguna” (léase Filipenses 4:6, 7, 13).
* W10 15/11 págs. 12-15 parrs 20
Podemos mantenernos íntegros
20 Job se mantuvo fiel porque quería mucho a Jehová, y este le correspondió demostrándole su cariño y socorriéndolo. Por eso, el
patriarca le dijo: “Vida y bondad amorosa [o, según la nota, “amor leal”] has obrado conmigo; y tu propio cuidado ha guardado mi
espíritu” (Job 10:12). Pero Job también trató con amor leal a quienes lo rodeaban, pues comprendía que si no lo hacía, terminaría
perdiendo el temor de Dios (Job 6:14). Así es, las personas íntegras aman a Jehová y al prójimo (Mat. 22:37-40).
* W03 1/10 pág. 13 párr. 18
18 Por último, las pruebas y tribulaciones nos benefician personalmente. ¿De qué manera? Pues bien, el discípulo Santiago recordó a
otros cristianos: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que
esta cualidad probada de su fe obra aguante”. Así es, la persecución puede refinar nuestra fe y fortalecernos para aguantar. Por tanto,
no la tememos ni recurrimos a medios contrarios a las Escrituras para evitarla o hacer que cese. Más bien, obedecemos esta
exhortación de Santiago: “Que el aguante tenga completa su obra, para que sean completos y sanos en todo respecto, sin tener
deficiencia en nada” (Santiago 1:2-4).
* W85 15/11 págs. 12-15 parrs 6-26
Prepare la mente y el corazón
6 Es difícil prepararse físicamente para la persecución debido a que uno no sabe exactamente cuál será la situación. Hasta que ocurra
en realidad, uno no sabe si se pondrá en vigor una proscripción estricta o una sin trabas, o incluso qué se proscribirá. Quizás lo único
que se prohíba sea la obra de predicar de casa en casa, o tal vez las reuniones religiosas. A veces se disuelve la organización legal de
los testigos de Jehová o se encarcela inmediatamente a ciertos individuos. Podemos tener presentes varios lugares donde se pudiera
ocultar literatura si fuera necesario hacerlo. Pero aparte de eso, hay pocas cosas que podemos hacer para prepararnos en sentido
físico.
7 Sin embargo, usted puede preparar la mente y el corazón, y esto es mucho más importante. Fije el pensamiento en la razón por la que
se permite la persecución y por qué tal vez se le lleve ante gobernantes. “Para un testimonio”, dijo Jesús. (Mateo 10:16-19.) Si el
corazón suyo está completamente preparado para mantenerse fiel prescindiendo de lo que suceda, Jehová puede darle a conocer la
manera sabia de actuar cuando sea necesario. Por eso, ¿cómo podemos prepararnos en sentido espiritual para la persecución?
¿Cómo trata usted con la gente?
8 El apóstol Pablo dijo: “Me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones y dificultades, por Cristo”.
(2 Corintios 12:10.) ¿Disfrutaba Pablo de ser objeto de insultos? ¡Claro que no! Pero a menudo la persecución implica el recibir insultos,
y si esto era lo que se requería para alabar el nombre de Dios, entonces Pablo se alegraba de soportarlos.
9 Nosotros, también, podemos estar seguros de que en alguna ocasión tendremos que aguantar “insultos [...] por Cristo”. Tal vez se nos
maltrate de manera verbal o hasta física. ¿Soportaremos tal maltrato? Bueno, ¿qué punto de vista tenemos ahora de nosotros mismos?
¿Nos tomamos demasiado en serio y reaccionamos rápidamente ante insultos verdaderos o imaginados? Si así es, entonces, ¿por qué
no nos esforzamos por cultivar “gran paciencia, [...] apacibilidad, gobierno de uno mismo”? (Gálatas 5:22, 23.) Esto será un
entrenamiento excelente para la vida cristiana ahora, y podría salvarnos la vida en tiempos de persecución.
¿Qué punto de vista tiene usted del servicio del campo?
10 A menudo, la primera cosa que se restringe bajo una proscripción es la predicación pública de las “buenas nuevas”. Sin embargo, la
obra de predicar y hacer discípulos es vital en estos últimos días. ¿De qué otro modo aprenderá la gente acerca del Reino de Dios? Por
eso, la reacción apropiada a una proscripción de ese tipo es la que expresaron los apóstoles cuando los líderes religiosos judíos
trataron de proscribir su actividad de predicar. (Hechos 5:28, 29.) Debido a una proscripción, tal vez se obstaculicen algunos medios
utilizados para predicar. Pero hay que llevar a cabo la obra de alguna manera. ¿Tendría usted las fuerzas para continuar predicando
bajo la presión de la persecución?
11 Bueno, ¿qué punto de vista tiene usted ahora de la obra de predicar? ¿Permite que obstáculos insignificantes le estorben y le hagan
irregular en el servicio del campo? Si así es, ¿qué haría bajo una proscripción? ¿Teme usted a los hombres ahora? ¿Está dispuesto a
predicar de casa en casa en la calle donde usted vive? ¿Teme predicar a solas? En algunos países, el que dos personas trabajen juntas
en la predicación frecuentemente llama mucho la atención. Por eso, donde no sea peligroso hacerlo, ¿por qué no predica a solas de vez
en cuando ahora? Será buen entrenamiento.
12 ¿Participa usted en la obra con las revistas en las calles? ¿Tiene el valor y la iniciativa de crear oportunidades para dar un testimonio
informal? ¿Trabaja los territorios de negocios? ¿Tiene miedo de abordar a personas acaudaladas o influyentes? Si solamente participa
en ciertos rasgos de la predicación, ¿qué haría si, bajo proscripción, ya no se pudiera predicar así?
13 ¿Reconoce usted que tiene cierta debilidad en algún aspecto? Ahora es el tiempo de trabajar en ello. Aprenda a confiar en Jehová y
llegue a ser un ministro más capacitado. Entonces estará mejor equipado para predicar ahora y mejor preparado para perseverar en
tiempos de persecución.
¿Es usted confiable?
14 A través de las Escrituras Griegas Cristianas se hace mención de personas que eran firmes columnas de la congregación. Por
ejemplo, Onesíforo ayudó valerosamente a Pablo cuando este estaba encarcelado en Roma. (2 Timoteo 1:16.) Febe fue recomendada
debido a su duro trabajo en la congregación de Cencrea. (Romanos 16:1, 2.) Tales hombres y mujeres tienen que haber sido una
influencia estabilizadora cuando se desató la persecución. ‘Se mantuvieron despiertos, estuvieron firmes en la fe, se portaron como
hombres y se hicieron poderosos.’ (1 Corintios 16:13.)
15 Todos los cristianos, especialmente los ancianos, deben tratar de progresar y llegar a ser como los cristianos primitivos, que eran
firmes. (1 Timoteo 4:15.) Aprenda a mantener en secreto los asuntos confidenciales y a tomar decisiones basadas en principios bíblicos.
Aprenda a discernir cualidades cristianas en otras personas, a fin de que sepa quién podrá ser confiable bajo presión. Esfuércese, con
la fortaleza que Jehová imparte, por llegar a ser una columna de la congregación donde está, alguien que ayude a otros en lugar de
alguien que siempre necesite la ayuda de otros. (Gálatas 6:5.)
¿Se lleva usted bien con la gente?
16 El apóstol Pablo nos anima: “Vístanse de los tiernos cariños de compasión, bondad, humildad de mente, apacibilidad y gran
paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a los otros”. (Colosenses 3:12, 13.) ¿Es
esto fácil para usted? ¿O se irrita indebidamente por las imperfecciones de otras personas? ¿Se ofende o se desanima fácilmente? Si
así es, he aquí otro campo donde uno se puede preparar.
17 En los países donde las reuniones están proscritas, los cristianos se reúnen con regularidad en grupos pequeños. En tales
circunstancias, los defectos se hacen aun más evidentes. Por eso, ¿por qué no se prepara ahora para soportar las debilidades de otros,
así como ellos indudablemente están soportando las suyas? No critique a otras personas, pues esto las desanima muchísimo. Además,
adiéstrese y adiestre a sus hijos a respetar la propiedad de otras personas cuando asistan a los estudios de libro de congregación. Bajo
persecución, dicho respeto fomentará relaciones pacíficas.
¿Tiende usted a inquirir por curiosidad?
18 Por naturaleza, algunos de nosotros tendemos a inquirir mucho por curiosidad. No podemos resistir no “estar enterados”. ¿Tiene
usted tal tendencia? Si así es, considere lo siguiente: A veces, cuando se ha proscrito la obra de los testigos de Jehová, las autoridades
tratan de averiguar los arreglos de organización de los Testigos y los nombres de los superintendentes responsables. Si usted estuviera
enterado de estos datos, se le podría someter a maltrato físico en un esfuerzo por obligarlo a divulgarlos. Y si de veras los divulgara, la
obra de sus hermanos podría afectarse gravemente. Por eso a veces es más seguro saber sólo lo que uno tiene que saber, y nada más.
19 ¿Puede usted adiestrarse en eso ahora? ¡Claro que sí! Por ejemplo, si un comité judicial de la congregación estuviera atendiendo un
caso, las personas deberían quedar satisfechas con lo que los ancianos consideren que sea apropiado decir y no curiosear para
enterarse de algunos detalles. Ni las esposas ni los hijos de los ancianos deberían tratar de ejercer presión sobre estos para que
revelen asuntos confidenciales. En todos los aspectos, debemos aprender a no ‘entremeternos en lo que no nos atañe’.
(2 Tesalonicenses 3:11.)
¿Es usted un estudiante de la Biblia?
20 La Biblia es la base de la fortaleza espiritual del cristiano. Le da respuestas a sus preguntas más importantes y concede acceso a la
sabiduría de Dios mismo. (2 Timoteo 3:14-16.) Todos los cristianos reconocen esto en principio, pero ¿qué papel desempeña realmente
la Biblia en su vida? ¿La estudia con regularidad y permite que lo guíe en todo lo que usted hace? (Salmo 119:105.)
21 A menudo se restringe severamente el acceso a nuestra literatura bíblica cuando la obra está proscrita. A veces hasta las Biblias son
difíciles de conseguir. En tales circunstancias, el espíritu santo le hará recordar cosas que usted haya aprendido en el pasado. ¡Pero no
le hará recordar cosas que no haya aprendido! Por lo tanto, mientras más estudie ahora, más información almacenará en la mente y el
corazón, la cual el espíritu santo sacará a relucir en momentos de apuro. (Marcos 13:11.)
¿Ora usted?
22 Esta es una pregunta importante cuando pensamos en la persecución. La Biblia aconseja: “Persistan en la oración”. (Romanos
12:12.) La oración es comunicación directa con Jehová Dios. Mediante ella podemos pedir la fortaleza para aguantar dificultades y
tomar decisiones correctas, así como desarrollar una relación personal con Jehová Dios. Aunque los opositores nos quitaran la
literatura, las Biblias y la asociación de otros cristianos, nunca podrán quitarnos el privilegio de la oración. En la cárcel más fortificada, el
cristiano puede comunicarse con Dios. De modo que el aprovecharse plenamente del privilegio de la oración es una manera excelente
de prepararse para lo que el futuro encierre.
¿Confía usted en la autoridad?
23 El cultivar esta confianza es importante también. Los ancianos de la congregación son parte de la provisión de Dios para protegernos.
Los ancianos tienen que obrar de manera digna de confianza, y el resto de la congregación tiene que aprender a confiar en ellos. (Isaías
32:1, 2; Hebreos 13:7, 17.) Más importante aún, debemos aprender a confiar en “el esclavo fiel y discreto”. (Mateo 24:45-47.)
24 Los enemigos pudieran esparcir mentiras acerca de la organización de Dios. (1 Timoteo 4:1, 2.) En cierto país, algunos cristianos
fueron engañados para creer que el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová había abandonado el cristianismo, mientras que ellos
mismos todavía se mantenían fieles a este. Una buena manera de prepararse para resistir ataques como este es cultivando un fuerte
amor a sus hermanos y aprendiendo a confiar en el arreglo de cosas de Jehová. (1 Juan 3:11.)
Usted puede obtener la victoria
25 Después de haber sufrido persecución, el envejecido apóstol Juan nos dice: “Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta
es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. (1 Juan 5:4.) Usted no puede vencer por sus propias fuerzas. Satanás y su mundo
son más fuertes que usted. Pero no son más fuertes que Jehová Dios. Por consiguiente, si obedecemos los mandatos de Dios, pedimos
en oración que Su espíritu nos sostenga y confiamos completamente en él para que nos dé la fortaleza para perseverar, entonces
podremos salir victoriosos. (Habacuc 3:13, 18; Revelación 15:2; 1 Corintios 15:57.)
26 En todos los países hay cristianos que sufren persecución, ya sea por cónyuges opositores o de alguna otra manera. En algunos
países, todos los siervos de Dios están sufriendo debido a acciones oficiales por parte del gobierno de la localidad. Pero aunque usted
ahora mismo no esté sufriendo personalmente oposición o alguna dificultad extraordinaria, recuerde que eso podría ocurrir en cualquier
momento. Jesús dijo que la persecución de los cristianos sería parte de la señal del tiempo del fin; por lo tanto, siempre deberíamos
estar a la expectativa de ella. (Mateo 24:9.) Por eso, ¿por qué no se prepara para ella ahora? Resuélvase a que, prescindiendo de lo
que haya por delante, su conducta siempre traiga alabanza a su Padre celestial, Jehová Dios. (Proverbios 27:11.)
* W00 1/4 pág. 22 párr. 17
17 Nuestros enemigos luchan contra nosotros sin causa, pero no nos acobardamos (Salmo 109:1-3). Nunca permitiremos que los que
odian el mensaje bíblico nos intimiden ni nos hagan transigir. Aunque esperamos que nuestra lucha espiritual se intensifique, sabemos
cuál será el resultado. Al igual que Jeremías, experimentaremos el cumplimiento de las siguientes palabras proféticas: “De seguro
pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque: ‘Yo estoy contigo —es la expresión de Jehová— para librarte’” (Jeremías
1:19). En efecto, sabemos que los que pelean contra Dios no prevalecerán.
* W96 1/5 pág. 10 párr. 3
3 De igual manera, el Estado ejerce su autoridad solamente porque Dios, como Gobernante Soberano, se lo permite. (Juan 19:11.) En
este sentido puede decirse que “las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas”. Comparada con la
autoridad soberana y suprema de Jehová, la del Estado es mucho menor. Sin embargo, las autoridades civiles son ‘ministros de Dios’,
“siervos públicos de Dios”, por cuanto prestan servicios necesarios, velan por el mantenimiento de la ley y el orden y castigan a los que
obran mal. (Romanos 13:1, 4, 6.) Los cristianos, pues, deben entender que por el hecho de que Satanás sea el gobernante invisible de
este mundo, o sistema, no están sometiéndose a él cuando reconocen que deben sujeción relativa al Estado; más bien, están
obedeciendo a Dios. Todavía en este año de 1996 el Estado político forma parte del “arreglo de Dios”, un orden temporal cuya
existencia Dios permite y el cual sus siervos terrenales han de aceptar como tal. (Romanos 13:2.)
* W96 1/5 pág. 12 párr. 9,11
9 Poco antes de su muerte, Jesús dijo al representante especial del emperador romano en Judea: “Mi reino no es parte de este mundo.
Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el
caso, mi reino no es de esta fuente”. (Juan 18:36.) Hasta que su Reino acabe con la dominación de los gobiernos políticos, los
discípulos de Cristo imitan su ejemplo: obedecen a las autoridades establecidas, pero no interfieren en sus empresas políticas. (Daniel
2:44; Mateo 4:8-10.) Jesús formuló una pauta para sus discípulos cuando dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las
cosas de Dios”. (Mateo 22:21.) Anteriormente, en el Sermón de la Montaña, había dicho: “Si alguien bajo autoridad te obliga a una milla
de servicio, ve con él dos millas”. (Mateo 5:41.) El contexto indica que Jesús estaba ilustrando el principio de sumisión espontánea a las
exigencias legítimas, ya en las relaciones humanas, ya en los requerimientos gubernamentales que se conformen a la ley divina. (Lucas
6:27-31; Juan 17:14, 15.)
11 En consonancia con este principio, el apóstol Pablo exhortó a los cristianos de Roma poco más de veinte años después de la muerte
de Cristo: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores”. (Romanos 13:1.) Y aproximadamente diez años más tarde, poco
antes de su segundo encarcelamiento y martirio en Roma, escribió a Tito: “Continúa recordándoles [a los cristianos cretenses] que estén
en sujeción y sean obedientes a los gobiernos y a las autoridades como gobernantes, que estén listos para toda buena obra, que
no hablen perjudicialmente de nadie, que no sean belicosos, que sean razonables, y desplieguen toda apacibilidad para con todos los
hombres”. (Tito 3:1, 2.)
* W96 1/5 pág. 15 párr. 2
2 Por supuesto, la principal preocupación de los siervos de Jehová es pagar a Dios las cosas de Dios. (Salmo 116:12-14.) Pero no por
ello se olvidan de que Jesús dijo que debían dar ciertas cosas al César. Su conciencia enseñada por la Biblia requiere que analicen bajo
oración hasta dónde pueden llegar al dar al César lo que este pide. (Romanos 13:7.) Muchos juristas de tiempos modernos reconocen
que la potestad del Estado tiene límites y que los pueblos y gobiernos de todas partes están sometidos a la ley natural.
* W96 1/5 págs 16, 17 parrs 6-8
6 El apóstol Pablo también escribió: “Glorifico mi ministerio”. (Romanos 11:13.) No cabe duda de que debemos copiar su ejemplo. Tanto
si somos ministros de tiempo completo como si no, tengamos en cuenta que es Jehová mismo quien nos ha asignado nuestro
ministerio. (2 Corintios 2:17.) Siendo que algunas personas pueden cuestionar nuestra postura, es preciso que todo cristiano dedicado y
bautizado esté pronto a suministrar prueba contundente y positiva de que es en verdad ministro de las buenas nuevas. (1 Pedro 3:15.)
Además, su conducta da prueba de su ministerio. Como ministro de Dios ha de abogar por la sana moral y practicarla, defender la
unidad familiar, ser honrado y observar la ley y el orden. (Romanos 12:17, 18; 1 Tesalonicenses 5:15.) Las cosas más importantes en la
vida del cristiano son su relación con Dios y el ministerio que él le ha asignado. No puede renunciar a ellas a instancias del César, pues
es obvio que se cuentan entre las “cosas de Dios”.
“Las cosas de César”
7 Los testigos de Jehová saben que deben “sujeción a las autoridades superiores”, esto es, los dirigentes gubernamentales. (Romanos
13:1.) Por consiguiente, su conciencia educada por la Biblia les permite satisfacer las exigencias legítimas del César, o el Estado. Los
verdaderos cristianos, por ejemplo, figuran entre los contribuyentes más ejemplares de la Tierra. El periódico alemán Münchner Merkur
informó lo siguiente de los testigos de Jehová: “Son las personas más honradas y puntuales en el pago de impuestos de la República
Federal”. En Italia, el periódico La Stampa comentó: “No hay ciudadanos más leales: no tratan de evitar el pago de los impuestos
ni procuran lucrarse evadiendo leyes inconvenientes”. Los siervos de Jehová lo hacen “por causa de su conciencia”. (Romanos 13:5, 6.)
8 ¿Se circunscriben las “cosas de César” solo al pago de impuestos? No. Pablo incluyó otras, como el temor y la honra. En su Critical
and Exegetical Hand-Book to the Gospel of Matthew (Manual crítico y exegético del Evangelio de Mateo), el erudito alemán Heinrich
Meyer escribió: “Por [las cosas del César] [...] no hemos de entender meramente el impuesto civil, sino todo aquello a lo que el César
tenía derecho en virtud de su legítimo regir”. El historiador E. W. Barnes, en su obra The Rise of Christianity (La aparición del
cristianismo), comentó que el cristiano pagaría los impuestos que debiera y “aceptaría asimismo toda otra obligación impuesta por el
Estado, siempre y cuando no se le exigiera dar al César las cosas que fueran de Dios”.
* W96 1/5 pág. 19 párr. 15
15 Ahora bien, ¿qué hará el cristiano que vive en un país donde no se exime a los ministros religiosos? Entonces deberá tomar una
decisión personal siguiendo los dictados de su conciencia educada por la Biblia. (Gálatas 6:5.) Tomará en cuenta la autoridad del César
sin dejar de sopesar cuidadosamente lo que debe a Jehová. (Salmo 36:9; 116:12-14; Hechos 17:28.) Recordará que la marca del
cristiano genuino es el amor que le tiene a todos sus hermanos en la fe, incluidos aquellos que viven en otros países o son de otra tribu.
(Juan 13:34, 35; 1 Pedro 2:17.) Tampoco olvidará los principios bíblicos contenidos en pasajes como Isaías 2:2-4; Mateo 26:52;
Romanos 12:18; 14:19; 2 Corintios 10:4, y Hebreos 12:14.
* W96 1/5 pág. 20 parrs 20,22
20 Al efectuar su investigación, el cristiano debe tomar en cuenta varios principios bíblicos. Pablo dijo que debemos ‘ser obedientes a los
gobiernos y a las autoridades como gobernantes, estar listos para toda buena obra, ser razonables y desplegar toda apacibilidad para
con todos los hombres’. (Tito 3:1, 2.) Conviene asimismo que el cristiano examine el trabajo civil propuesto. De aceptarlo, ¿podrá
mantener la neutralidad cristiana? (Miqueas 4:3, 5; Juan 17:16.) ¿Lo involucrará con la religión falsa? (Revelación 18:4, 20, 21.) ¿Le
impedirá cumplir con sus deberes cristianos, o le impondrá límites excesivos al respecto? (Mateo 24:14; Hebreos 10:24, 25.) Por otra
parte, ¿le será posible seguir adelantando en sentido espiritual, quizás hasta participando en el ministerio de tiempo completo, mientras
presta el servicio exigido? (Hebreos 6:11, 12.)
22 Como cristianos que somos, no dejaremos de rendir “al que pide honra, dicha honra”. (Romanos 13:7.) Respetaremos el orden y
procuraremos ser ciudadanos pacíficos y observantes de la ley. (Salmo 34:14.) Incluso podremos orar “respecto a reyes y a todos los
que están en alto puesto” cuando estos funcionarios deban tomar decisiones que afecten nuestra vida y labor cristianas. Como
resultado de pagar al César las cosas del César, esperamos seguir “llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y
seriedad”. (1 Timoteo 2:1, 2.) Ante todo, seguiremos predicando las buenas nuevas del Reino como la única esperanza para la
humanidad, pagando escrupulosamente a Dios las cosas de Dios.
LECCION 8(b)
* Km 8/10 págs. 3,4
¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede!
1 ¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le sorprendería la respuesta. ¿Qué es la
predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a la gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al
ir de compras, al visitar a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos bautizados, el 40% conoció
la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método sumamente eficaz.
2 Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo, cuando atravesaba Samaria, Jesús le
predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de Jacob (Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del
libro de Isaías, Felipe inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?” (Hech. 8:26-38). Mientras
estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech. 16:23-34). Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a
todos los que venían a él” durante su arresto domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor
Jesucristo” (Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido. ¿Cómo?
3 Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño. Aun tratándose de un conocido, pudiéramos
sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a hablar de la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros
espirituales que nos ha dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el deseo de expresarnos (Jon.
4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que nos dé valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad:
“A menudo he hallado que la oración me ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en silencio una
corta oración (Neh. 2:4).
4 Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción formal o empezar leyendo un texto bíblico.
La meta incluso puede ser sencillamente entablar conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos
hermanos dicen que, después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas nuevas. Ahora bien, si la
persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase cortésmente y siga adelante.
5 Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los ojos y le sonríe. Si le devuelven la
sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha
con atención y trata de discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas publicaciones
en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6 Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo
un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un saludo o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando,
quizás usted vea oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad (Ecl. 11:6). A algunos les ha
dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la curiosidad de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo,
mientras espera su cita médica, podría decir: “¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7 También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan bien, podríamos elogiar a la persona y
preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de
trabajo y luego les entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró de que una
compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas para planear una boda. El resultado fue una
conversación sobre temas bíblicos.
8 Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos vean. Un hermano abre La Atalaya o
¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza a leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le
hace una pregunta o un comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar testimonio.
Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer que compañeros de trabajo o de escuela sientan
suficiente curiosidad como para hacer preguntas.
* Km 1/06 Pág. 1
Mostremos interés personal haciendo preguntas y escuchando
1 A la mayoría de las personas les gusta exponer sus puntos de vista, pero les desagrada que alguien las sermonee o las interrogue.
Por eso, los ministros cristianos debemos aprender el arte de usar las preguntas para que nuestros oyentes se expresen (Pro. 20:5).
2 Nuestras preguntas no deben intimidar a la persona, sino invitarla a expresarse. Al ir de casa en casa, cierto hermano pregunta: “¿Le
parece que llegará el día en que todos nos tratemos con dignidad y respeto?”. Dependiendo de la respuesta, prosigue diciendo: “¿Qué
cree usted que haría falta para lograrlo?”, o “¿Por qué cree usted eso?”. Otro hermano, cuando da testimonio informalmente o en
lugares públicos, pregunta a quienes tienen hijos: “¿Qué es lo que más le gusta de ser padre?”. Entonces pasa a decir: “¿Y qué es lo
que más le preocupa?”. Observe que estas preguntas permiten que los oyentes expresen sus opiniones sin sentirse presionados.
Puesto que las circunstancias varían, es importante hacer que el tema y el tono de las preguntas se adapten a aquellos a quienes
predicamos en nuestro territorio.
3 Cómo lograr que se expresen. Si las personas están dispuestas a expresarse, escuche con paciencia sin interrumpirlas
innecesariamente (Sant. 1:19). Agradézcales sus comentarios (Col. 4:6). Quizá baste con decir: “Esa es una opinión muy interesante”.
Encómielas con sinceridad siempre que pueda. De manera bondadosa, hágales otras preguntas para averiguar lo que piensan y por
qué opinan así. Busque un terreno común. Para dirigirlas a un texto bíblico, podría decir: “¿Ha pensado alguna vez en esta
posibilidad?”. No sea dogmático ni discuta (2 Tim. 2:24, 25).
4 La forma en que los oyentes respondan a nuestras preguntas bien puede depender de cómo escuchemos nosotros. Las personas
perciben si de verdad les estamos prestando atención. Un superintendente viajante señaló: “Demostrar que uno está dispuesto a
escuchar con paciencia ejerce una asombrosa atracción y es una magnífica manera de expresar afecto e interés personal”. El que
escuchemos a los demás los dignifica, y es probable que los impulse a prestar atención a las buenas nuevas que procuramos
transmitirles (Rom. 12:10).
* Km 2/01 pág. 1
Cómo persuadir a otras personas
1 El apóstol Pablo se ganó la fama de ser un ministro persuasivo (Hech. 19:26). Incluso el rey Agripa le dijo: “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano” (Hech. 26:28). ¿Qué hizo que el ministerio de Pablo resultara tan convincente? Razonaba con sus
oyentes de manera lógica basándose en las Escrituras y adaptando sus argumentos al auditorio (Hech. 28:23).
2 En imitación de Pablo, nosotros también debemos ser persuasivos en nuestro ministerio. ¿Cómo? Hablando y escuchando con
perspicacia (Pro. 16:23). Seguir estos tres pasos nos ayudará a lograrlo.
3 Escuchemos con atención. Mientras habla la otra persona, debemos buscar un terreno común sobre el cual elaborar nuestro
razonamiento. Si presenta una objeción, intentemos percibir la causa. Sería útil saber exactamente en qué cree, qué la convenció y por
qué (Pro. 18:13). Tratemos de obtener dicha información con tacto.
4 Hagamos preguntas. Si alguien nos dice que cree en la Trinidad, pudiéramos preguntarle: “¿Ha pensado siempre así?”. Y añadir:
“¿Ha estudiado alguna vez detenidamente lo que la Biblia dice al respecto?”. También pudiéramos plantearle el siguiente razonamiento:
“Si Dios fuera una Trinidad, ¿no esperaríamos que la Biblia lo indicase con claridad?”. Sus respuestas nos ayudarán a razonar con él
sobre lo que enseñan las Escrituras.
5 Empleemos razonamientos sólidos. Un Testigo le preguntó a una mujer que creía que Jesús era Dios: “Si usted quisiera ilustrar que
dos personas son iguales, ¿qué parentesco emplearía?”. Ella contestó: “Podría referirme a dos hermanos”. Entonces él añadió: “Puede
que hasta a gemelos idénticos. Pero al enseñarnos a ver a Dios como el Padre y a él mismo como el Hijo, ¿qué dio a entender Jesús?”.
La mujer captó la idea de que Dios es mayor y tiene más autoridad (Mat. 20:23; Juan 14:28; 20:17). El hermano pudo razonar con ella y
llegarle al corazón gracias al arte de la persuasión.
6 Por supuesto, sin importar lo lógica y exacta que sea nuestra presentación, no todo el mundo recibe la verdad con agrado. Aun así,
busquemos diligentemente, al igual que Pablo, a las personas sinceras de nuestro territorio y persuadámoslas a aceptar el mensaje del
Reino (Hech. 19:8).
* Km 6/96 pág. 7
Las conversaciones amigables pueden llegar al corazón
1 La conversación pudiera definirse como un “intercambio oral de impresiones”. Entablar conversaciones amigables sobre temas que
interesan a los oyentes puede captar la atención de estos y ayudarnos a llegar a su corazón con el mensaje del Reino. La experiencia
ha demostrado que es mucho más eficaz hablar amigable y tranquilamente con la gente que presentarle un sermón.
2 Cómo empezar una conversación amigable: Conversar con la gente no significa que tengamos que presentar una impresionante
serie de ideas y textos bíblicos. Implica sencillamente lograr que la otra persona hable con nosotros. Por ejemplo, cuando mantenemos
una conversación amena con el vecino, no estamos rígidos, sino tranquilos. No estamos pensando en lo que vamos a decir después,
sino que respondemos naturalmente a las ideas que exprese nuestro interlocutor. Mostrar interés sincero en lo que la persona dice tal
vez la anime a seguir conversando con nosotros. Lo mismo sucede cuando damos testimonio.
3 Para entablar conversaciones amigables podemos valernos de temas como el delito, los problemas de los jóvenes, las noticias locales,
las condiciones mundiales o incluso el tiempo. Los asuntos que afectan directamente la vida de la gente suelen despertar su interés.
Una vez que se haya empezado la conversación, podemos dirigir poco a poco la atención al mensaje del Reino.
4 Conversar tranquilamente no significa que no tengamos que prepararnos de antemano. Dicha preparación es necesaria. Sin embargo,
no tenemos que formular un bosquejo riguroso ni memorizar un sermón, pues eso resultaría en una conversación inflexible, y no se
adaptaría a las circunstancias que se presentaran. (Compárese con 1 Corintios 9:20-23.) Una excelente manera de prepararnos
consiste en seleccionar uno o dos temas bíblicos con el objetivo de conversar sobre estos. Repasar los que contiene el libro
Razonamiento puede resultarnos útil.
5 Cualidades esenciales para mantener una conversación amigable: Cuando hablemos con otras personas debemos ser afectuosos
y sinceros. Una sonrisa y un aspecto alegre ayudan a reflejar dichas cualidades. Tenemos el mejor mensaje del mundo, y es muy
atrayente para las personas de corazón honrado. Si perciben que nuestro interés en ellas está motivado por un deseo sincero de
comunicarles buenas noticias, tal vez se sientan impulsadas a escuchar. (2 Cor. 2:17.)
6 Conversar con otros debe ser una experiencia placentera. Por eso, debemos ser bondadosos y prudentes cuando presentemos el
mensaje del Reino. (Gál. 5:22; Col. 4:6.) Procuremos dejar una buena impresión en el amo de casa. Así, aunque no le hayamos llegado
al corazón durante la primera visita, quizás esté más dispuesto a escuchar a un Testigo la próxima vez.
7 Entablar una conversación amigable no es el resultado de dominar un sermón complicado. Simplemente es cuestión de despertar el
interés del amo de casa en un tema que le atañe. Una vez que nos hayamos preparado de antemano estaremos listos para conversar
de manera amigable con la gente. Procuremos llegar al corazón de las personas con quienes hablamos al comunicarles las mejores
noticias que existen, las de las bendiciones eternas del Reino. (2 Ped. 3:13.)
* Km 8/10 págs. 3-6
¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede!
1 ¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le sorprendería la respuesta. ¿Qué es la
predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a la gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al
ir de compras, al visitar a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos bautizados, el 40% conoció
la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método sumamente eficaz.
2 Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo, cuando atravesaba Samaria, Jesús le
predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de Jacob (Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del
libro de Isaías, Felipe inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?” (Hech. 8:26-38). Mientras
estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech. 16:23-34). Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a
todos los que venían a él” durante su arresto domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor
Jesucristo” (Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido. ¿Cómo?
3 Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño. Aun tratándose de un conocido, pudiéramos
sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a hablar de la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros
espirituales que nos ha dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el deseo de expresarnos (Jon.
4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que nos dé valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad:
“A menudo he hallado que la oración me ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en silencio una
corta oración (Neh. 2:4).
4 Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción formal o empezar leyendo un texto bíblico.
La meta incluso puede ser sencillamente entablar conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos
hermanos dicen que, después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas nuevas. Ahora bien, si la
persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase cortésmente y siga adelante.
5 Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los ojos y le sonríe. Si le devuelven la
sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha
con atención y trata de discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas publicaciones
en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6 Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo
un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un saludo o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando,
quizás usted vea oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad (Ecl. 11:6). A algunos les ha
dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la curiosidad de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo,
mientras espera su cita médica, podría decir: “¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7 También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan bien, podríamos elogiar a la persona y
preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de
trabajo y luego les entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró de que una
compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas para planear una boda. El resultado fue una
conversación sobre temas bíblicos.
8 Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos vean. Un hermano abre La Atalaya o
¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza a leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le
hace una pregunta o un comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar testimonio.
Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer que compañeros de trabajo o de escuela sientan
suficiente curiosidad como para hacer preguntas.
9 Hay que crear las oportunidades. En vista de la atención urgente que merece nuestra obra, es fundamental no ver la predicación
informal como algo que puede dejarse a la casualidad. Más bien, hay que buscar cómo crear oportunidades que nos permitan predicar
durante nuestras actividades cotidianas. Piense de antemano en las personas con quienes probablemente se encuentre y en lo que
puede decirles para entablar una conversación agradable. Tenga siempre a la mano una Biblia, además de algunas publicaciones para
entregarle a quien muestre interés (1 Ped. 3:15).
10 Muchos publicadores han encontrado formas ingeniosas de dar testimonio informal. Por citar un caso, una hermana que vive en un
edificio de alta seguridad se pone a armar rompecabezas de paisajes naturales en el área de recreación de las instalaciones. Cuando la
gente se detiene y alaba el hermoso paisaje, ella aprovecha y les cuenta de la promesa bíblica de “un nuevo cielo y una nueva tierra”
(Rev. 21:1-4). ¿De qué otras maneras se le ocurre que pueda crear oportunidades para predicar informalmente?
11 Atienda el interés. Si encuentra un buen oído, procure atender el interés. Para ello, si lo ve conveniente, podría decir: “Fue un placer
hablar con usted. ¿Dónde puedo localizarlo para seguir la conversación?”. Algunos hermanos simplemente le entregan su dirección y
número telefónico a la persona y le dicen: “Me gustó esta conversación con usted. Si desea saber más de lo que hablamos, aquí me
puede localizar”. Si considera que no podrá atender a la persona, entregue sin demora el formulario Sírvase visitar (S-43) al secretario
de su congregación para que la congregación correspondiente se encargue de darle seguimiento.
12 Ahora bien, se debe informar el tiempo de la predicación informal. Asegúrese de ir anotándolo, aunque solo sean unos cuantos
minutos en el día. Si cada publicador predicara informalmente cinco minutos por día, ¡en total serían más de diecisiete millones de horas
al mes!
13 Predicamos informalmente por las más nobles razones: el amor a Dios y al prójimo (Mat. 22:37-39). El profundo aprecio que sentimos
por las cualidades y los propósitos de Jehová nos impulsa a proclamar “la gloria del esplendor de su gobernación real” (Sal. 145:7, 10-
12). Por el genuino interés que tenemos por el prójimo, aprovechamos toda oportunidad apropiada para difundir las buenas nuevas
mientras todavía hay tiempo (Rom. 10:13, 14). Con un poco de previsión y preparación, todos podemos predicar informalmente... y
quién sabe, hasta podríamos tener la alegría de contribuir a que alguien de buen corazón conozca la verdad.
* Km 12/95 págs. 3,4
Que nuestra luz resplandezca continuamente
1 ¿Qué es la luz? Un diccionario la define como una “forma de energía que ilumina las cosas y las hace visibles”. Pero en realidad, pese
a los avances técnicos, el hombre no ha logrado aclarar plenamente la cuestión que Jehová planteó en Job 38:24. ¿Podemos vivir sin
luz? Sin ella no podríamos existir. La luz es esencial para la visión física, y la Biblia nos dice que en sentido espiritual “Dios es luz”.
(1 Juan 1:5.) Dependemos totalmente de Aquel que “nos da luz”. (Sal. 118:27.)
2 Si esto es cierto en sentido físico, lo es más en sentido espiritual. La religión falsa ha extraviado a muchísimas personas y las tiene en
la oscuridad, “palpando el muro justamente como ciegos”. (Isa. 59:9, 10.) Motivado por su amor y su compasión incomparables, Jehová
‘envía su luz y su verdad’. (Sal. 43:3.) Literalmente millones de personas han respondido, saliendo “de la oscuridad a su luz
maravillosa”. (1 Ped. 2:9.)
3 Jesucristo desempeña un papel fundamental en llevar esta luz al mundo. Él dijo: “Yo he venido como luz al mundo, para que todo el
que pone fe en mí no permanezca en la oscuridad”. (Juan 12:46.) Encauzó todo su tiempo, toda su energía y todos sus recursos a dar a
conocer la luz de la verdad. Viajó a lo largo y ancho de su país, predicando y enseñando en prácticamente toda ciudad y aldea. Soportó
persecución desde todo ángulo, y se mantuvo incólume en su comisión de difundir la luz de la verdad.
4 Jesús se concentró en seleccionar, preparar y organizar a los discípulos, con un objetivo específico. En Mateo 5:14-16 leemos las
instrucciones que les dio: “Ustedes son la luz del mundo. [...] Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos
vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”. Tal como Jesús, ellos debían ser “iluminadores en el
mundo”, y difundir por doquier la luz de la verdad. (Fili. 2:15.) Aceptaron con gusto esa responsabilidad, que consideraron su principal
objetivo en la vida. Poco después, Pablo pudo afirmar que las buenas nuevas “se [habían] predicado en toda la creación que está bajo
el cielo”. (Col. 1:23.) Toda la congregación cristiana realizaba unidamente esta gran obra.
5 Hoy debemos estar agradecidos de que podamos contarnos con los que se han ‘quitado las obras que pertenecen a la oscuridad’.
(Rom. 13:12, 13.) Podemos mostrar nuestra gratitud imitando el ejemplo de Jesús y los cristianos fieles del pasado. La necesidad de
que otros escuchen la verdad es hoy más urgente que en cualquier otro tiempo de la historia humana. Ninguna otra actividad puede
compararse con esta obra en lo que a urgencia y beneficios duraderos se refiere.
6 ¿Cómo podemos resplandecer como iluminadores? La principal forma de dejar que nuestra luz resplandezca es participando en la
obra de predicar el Reino. Toda congregación tiene un horario regular y organizado para predicar en su territorio asignado. Pueden
conseguirse una gran variedad de publicaciones en diversos idiomas. La educación que recibimos en las reuniones es muy amplia, y los
que tienen experiencia se ofrecen a ayudarnos personalmente. La oportunidad de participar en ellas está al alcance de hombres,
mujeres, personas mayores y hasta niños. A todos los miembros de la congregación se les invita a participar al grado que sus
habilidades y circunstancias personales se lo permitan. Todas las actividades de la congregación giran en torno de la predicación, y hay
provisiones para ayudar a todos los miembros de esta a participar de algún modo. Tener compañerismo estrecho y regular con la
congregación es la forma más segura de hacer que nuestra luz siga resplandeciendo.
7 Podemos resplandecer sin dar el testimonio verbalmente. Captamos la atención de quienes nos observan simplemente con nuestra
conducta. El apóstol Pedro tenía presente eso cuando exhortó: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que [...]
ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios”. (1 Ped. 2:12.) Muchas
personas juzgan una obra o una organización por la conducta de sus miembros. Cuando los observadores se dan cuenta de que dichas
personas son moralmente limpias, honradas, pacíficas y observantes de la ley, las consideran diferentes y concluyen que rigen su vida
por normas mucho más altas que las de la mayoría. Así pues, un esposo deja que su luz resplandezca cuando honra y respeta a su
esposa con amor; la esposa hace lo propio respetando la jefatura de su marido. Los hijos se destacan como personas diferentes cuando
obedecen a sus padres y evitan la inmoralidad sexual y el consumo de drogas. Al empleado que trabaja concienzudamente y es
honrado y considerado con los demás, se le tiene en alta estima. Al mostrar estas cualidades cristianas, dejamos que nuestra luz
resplandezca y recomendamos nuestra forma de vivir a los demás.
8 Predicar es hablar a los demás de lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios. Lo hacemos desde la plataforma o al tocar a las
puertas, pero de ningún modo se reduce a tales ocasiones. Nuestras actividades cotidianas nos ponen en contacto con decenas de
personas. ¿Cuántas veces al día habla con sus vecinos? ¿Con cuánta frecuencia toca alguien a su puerta? ¿Con cuántas personas se
encuentra cuando va de compras, viaja en autobús o efectúa su trabajo? Si eres un joven escolar, ¿puedes contar con cuántas
personas hablas durante el día? Las oportunidades de hablar a otros prácticamente son ilimitadas. Todo lo que necesitamos es
memorizar algunos textos, tener a mano la Biblia y algunos tratados, y tomar la iniciativa para hablarles cuando se presente la
oportunidad.
9 Aunque dar el testimonio de manera informal es sencillo, algunos titubean al respecto. Quizá vacilen por timidez o porque se pongan
nerviosos al hablar con extraños. Tal vez teman llamar la atención a sí mismos o recibir una respuesta áspera. Los que tienen
experiencia en dar el testimonio informal afirman que al hacerlo rara vez se han visto en aprietos. La gente es como nosotros; tiene las
mismas necesidades, las mismas preocupaciones y desean las mismas cosas para sí mismos y sus familiares. La mayoría responde
bien a una amable sonrisa o un saludo amigable. Para comenzar quizá deba ‘cobrar denuedo’. (1 Tes. 2:2.) Pero cuando lo haga, le
sorprenderán los resultados.
10 Cuando nuestra luz resplandece, recibimos bendiciones: He aquí algunas experiencias que han sido el resultado de la
predicación informal: Cuando cierta mujer de 55 años intentaba cruzar la calle, una hermana la asió de la mano para evitar que un
automóvil la atropellara, y le dijo: “Por favor, tenga cuidado. Vivimos en constante peligro”. Después le explicó la razón de la
peligrosidad de estos tiempos. La señora le preguntó: “¿Es usted testigo de Jehová?”. Su hermana le había prestado uno de nuestros
libros y ella quería hablar con los testigos de Jehová. Esta conversación le presentó la oportunidad.
11 Una hermana empezó a conversar con una señora en la sala de espera de un consultorio médico. Esta la escuchó con atención, y
luego dijo: “En varias ocasiones los testigos de Jehová han intentado hablar conmigo; pero si en alguna ocasión me hago testigo de
Jehová, será por lo que usted acaba de decirme. Oírla ha sido como ver la luz en la oscuridad”.
12 Una acción bondadosa puede presentarnos la oportunidad de ayudar a otros a conocer la verdad. Dos hermanas que se dirigían al
servicio del campo observaron descender del autobús a una señora que parecía estar enferma. Se detuvieron y le preguntaron si
necesitaba ayuda. La señora se sorprendió tanto de que dos desconocidas se interesaran en ella, que quiso saber qué las motivaba a
ser tan amables. Esta acción les permitió dar el mensaje. La señora les dio con agrado su dirección y las invitó a que la visitaran. Se
comenzó un estudio. Pronto empezó a asistir a las reuniones, y ahora lleva la verdad a otras personas.
13 Una hermana mayor da el testimonio temprano por la mañana en una playa cercana. Habla con sirvientas, niñeras, empleados
bancarios y otras personas que hacen su caminata matutina por el paseo entarimado de la playa. Tiene algunos estudios, y los hace en
los bancos de la playa. Varias personas han conocido la verdad por medio de ella y ahora son testigos de Jehová.
14 En su empleo, una hermana escuchó a una compañera que hablaba sobre un partido político que, según ella, resolvería los
problemas mundiales. La hermana le habló sobre las promesas que el Reino de Dios hará realidad. La conversación que tuvieron las
llevó a un estudio regular de la Biblia en el hogar de la señora, y con el tiempo ella y su esposo se hicieron Testigos.
15 Nunca olvide que es Testigo: Cuando Jesús habló de sus discípulos como “la luz del mundo”, entendía que ellos ayudarían a otras
personas a beneficiarse de la iluminación espiritual de la Palabra de Dios. Si seguimos su consejo, ¿cómo debemos ver nuestro
ministerio?
16 Cuando buscan un empleo, algunas personas escogen un trabajo de media jornada. Limitan el tiempo y el esfuerzo que dedican a
trabajar porque prefieren utilizar la mayor parte de estos en otras actividades que consideran más provechosas. ¿Adoptamos un punto
de vista similar sobre nuestro ministerio? Prescindiendo de que nos sintamos obligados o deseosos de dedicar tiempo al ministerio,
¿deberían ser otros nuestros intereses primordiales?
17 Puesto que comprendimos que no podíamos ser cristianos de media jornada, hicimos nuestra dedicación ‘repudiándonos a nosotros
mismos’ y aceptando seguir a Jesús “de continuo”. (Mat. 16:24.) Queremos seguir sirviendo “de toda alma”, aprovechando toda
oportunidad de hacer que nuestra luz resplandezca para dar el mensaje a la gente en cualquier lugar. (Col. 3:23, 24.) Tenemos que
combatir las actitudes mundanas, mantener nuestro celo original y asegurarnos de que nuestra luz siga resplandeciendo con fulgor.
Algunos han permitido que su celo se apague y su luz se reduzca a un pálido resplandor, apenas perceptible a corta distancia.
Debemos ayudarlos a recuperar el fervor en el ministerio.
18 Es probable que algunos tiendan a retraerse porque nuestro mensaje es impopular para muchos. Pablo dijo que el mensaje acerca de
Cristo era “necedad para los que están pereciendo”. (1 Cor. 1:18.) Pero, dejando a un lado esas opiniones, dijo: “No me avergüenzo de
las buenas nuevas”. (Rom. 1:16.) La persona que se avergüenza siente cortedad o desconfianza. ¿Cómo podríamos sentir vergüenza
de hablar del Soberano Supremo del universo y de sus maravillosas provisiones para la felicidad eterna? Es inconcebible que podamos
tener cortedad o desconfianza cuando hablamos de estas verdades con otras personas. En vez de eso, deberíamos sentirnos
impulsados a hacer cuanto podamos para manifestar con convicción que ‘no tenemos de qué avergonzarnos’. (2 Tim. 2:15.)
19 La luz de la verdad resplandece actualmente en países de toda la Tierra brindando la esperanza de vida eterna en un nuevo mundo
paradisíaco. Demostremos que aceptamos de corazón la exhortación de dejar que nuestra luz resplandezca continuamente. Si lo
hacemos, tendremos motivos para regocijarnos, como los discípulos que todos los días “continuaban sin cesar enseñando y declarando
las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hech. 5:42.)
* Km 6/03 págs. 3,4
Seamos diligentes “dando testimonio cabal”
1 Al igual que Jesús y muchos otros siervos fieles del pasado, el apóstol Pablo era un predicador celoso de las buenas nuevas que
“[daba] testimonio cabal” en cualquier circunstancia. Incluso cuando estaba bajo arresto domiciliario, “recibía amablemente a todos los
que venían a él, predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor franqueza de
expresión” (Hech. 28:16-31).
2 Nosotros también podemos ser diligentes “dando testimonio cabal” en todo momento. Por ejemplo, podemos hacerlo en el viaje de ida
y vuelta a la Asamblea de Distrito “Demos gloria a Dios” y mientras estemos en la ciudad anfitriona (Hech. 28:23; Sal. 145:10-13).
3 ¿Testimonio incidental o informal? ¿Hay alguna diferencia? Sí. Algo que es incidental ocurre de forma inesperada, como si no se
hubiera planeado o fuera de poca importancia. Esta descripción no encaja con nuestro ministerio. Como en el caso de Pablo, dar gloria
a Dios mediante nuestro testimonio es importante para nosotros, y debe ser nuestra intención predicar dondequiera que sea apropiado
mientras viajamos este verano. Ahora bien, la manera como abordamos a la gente pudiera ser informal, es decir, más relajada,
amigable y no oficial. Dicho método puede producir buenos resultados.
4 Preparémonos para dar testimonio. Pablo tuvo que buscar oportunidades para predicar mientras se hallaba bajo arresto domiciliario
en Roma. Tomó la iniciativa en invitar a su casa a los dirigentes judíos de la localidad (Hech. 28:17). Aunque había una congregación
cristiana en Roma, el apóstol se dio cuenta de que la comunidad judía de esa ciudad contaba con poca información de primera mano
sobre la fe cristiana (Hech. 28:22; Rom. 1:7). No se retrajo de “[dar] testimonio cabal” acerca de Jesucristo y el Reino de Dios.
5 Piense en todas las personas con las que usted pudiera encontrarse mientras viaja y que saben muy poco de los testigos de Jehová.
Tal vez ni siquiera sepan que ofrecemos estudios bíblicos gratuitos a domicilio. Aproveche la oportunidad de predicar a quienes halle
mientras viaja, cuando se detiene en un área de descanso en la carretera o en las gasolineras, en las tiendas, en los hoteles, en los
restaurantes, cuando usa el transporte público, etc. Determine de antemano lo que puede decir para entablar una conversación y dar un
breve testimonio. Quizás en los próximos días le sea posible ensayar predicando informalmente a sus vecinos, parientes, compañeros
de trabajo y otros conocidos.
6 Necesitará publicaciones cuando predique informalmente. ¿Cuáles? Pudiera usar el tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia?
Destaque los primeros cinco párrafos, en los que se presentan varias razones para leer la Palabra de Dios. Muestre el cupón de la
última página, el cual se puede utilizar para solicitar un estudio bíblico gratuito. Cuando encuentre a una persona interesada, ofrézcale
el folleto Exige. Dado que pudiera toparse con gente que hable otro idioma, lleve consigo el folleto Buenas nuevas para todas las
naciones. En la página 2 se explica cómo usarlo para dar testimonio. Si viaja en automóvil, quizás pueda llevar otras publicaciones
básicas para quienes muestren interés sincero en el mensaje del Reino.
7 Preste atención a su apariencia y conducta. Debemos asegurarnos de que nuestra conducta, vestimenta y arreglo personal no den
una impresión errónea y hagan que la gente “[hable] en contra de” la organización de Jehová (Hech. 28:22). Esto es aplicable, no solo
cuando estamos en la asamblea de distrito, sino también en el viaje de ida y vuelta a esta, así como después que ha terminado el
programa del día. La Atalaya del 1 de agosto de 2002, página 18, párrafo 14, advirtió: “Nuestra apariencia no debe ser llamativa,
extravagante, provocativa, reveladora o condicionada a la última moda. Por otra parte, el atuendo que llevamos tiene que reflejar que
‘reverenciamos a Dios’. ¿No es cierto que esto nos da en qué pensar? No se trata de vestir apropiadamente en las reuniones de la
congregación [o en las sesiones de la asamblea de distrito] y entonces echar a un lado toda moderación en otras ocasiones. Nuestro
aspecto debe evidenciar una actitud reverente y honorable en todo momento, pues somos cristianos y ministros las veinticuatro horas
del día” (1 Tim. 2:9, 10).
8 Debemos vestir con modestia y dignidad. Si nuestra apariencia y conducta siempre reflejan nuestra creencia en Dios, nunca nos
retraeremos de dar testimonio informal porque nuestra vestimenta no sea digna de un ministro (1 Ped. 3:15).
9 El testimonio informal es productivo. Durante los dos años en que Pablo estuvo bajo arresto domiciliario en Roma vio el buen fruto
de su testimonio. Lucas dice que “algunos creían las cosas que se decían” (Hech. 28:24). Pablo mismo se refirió a lo provechoso que
había sido su “testimonio cabal”, cuando escribió: “Mis asuntos han resultado para el adelantamiento de las buenas nuevas más bien
que de lo contrario, de modo que mis cadenas se han hecho públicas en asociación con Cristo entre toda la guardia pretoriana y entre
todos los demás; y la mayoría de los hermanos en el Señor, sintiendo confianza a causa de mis cadenas de prisión, están mostrando
tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios” (Fili. 1:12-14).
10 El verano pasado, después de pasar un día en la asamblea de distrito, un matrimonio tuvo una buena experiencia al dar testimonio
informal a una camarera que les preguntó acerca de su tarjeta de solapa. Le hablaron de la asamblea y de la esperanza que ofrece la
Biblia respecto al futuro de la humanidad. Le entregaron el tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia? y le explicaron el sistema de
estudios bíblicos gratuitos. La señora expresó su deseo de que alguien la visitara, de modo que escribió su nombre y dirección en la
última página del tratado y pidió al matrimonio que se encargara del asunto. ¿Qué buenos resultados tendrá usted este año al ser
diligente en “[dar] testimonio cabal”?
11 Esforcémonos por dar adelanto a las buenas nuevas. Imagínese el gozo que sintió Pablo cuando oyó que sus compañeros
cristianos estaban imitando su ejemplo de celo. Hagamos cuanto podamos por dar adelanto a las buenas nuevas testificando
informalmente acerca de nuestras creencias bíblicas mientras también nos beneficiamos de la asamblea de distrito este verano.
* Km 10/12 pág. 3 párr. 7
7 Al dar testimonio informal. Es muy fácil predicar informalmente usando los tratados. Un hermano se asegura de llevar unos cuantos
en su bolsillo antes de salir de su casa. Entonces cuando habla con alguien, tal vez con el empleado de una tienda, le ofrece algo para
leer y le da un tratado. Una pareja que fue de paseo a la ciudad de Nueva York llevó consigo el folleto Naciones y varios tratados en
distintos idiomas, sabiendo que allí verían a personas de muchos países. A todos los que escuchaban hablar en otra lengua —sea que
estuvieran vendiendo artículos en la calle, descansando en el parque o comiendo en un restaurante— le ofrecían un tratado en su
propio idioma.
* Km 7/13 págs. 4-6
Nuevos programas de predicación pública
1 En el siglo primero, los cristianos predicaban de casa en casa, pero también solían hacerlo en lugares públicos (Hech. 20:20). Por
ejemplo, iban al templo, donde sabían que hallarían a muchas personas (Hech. 5:42). En Atenas, el apóstol Pablo predicaba todos los
días en la plaza del mercado (Hech. 17:17). Actualmente, nuestro método principal de difundir las buenas nuevas sigue siendo el
ministerio de casa en casa. Pero también predicamos en estacionamientos, negocios, parques y calles muy transitadas, es decir,
dondequiera que haya gente. Aunque se nos ha animado a todos a predicar públicamente donde sea posible, muchos tendremos ahora
la oportunidad de participar en dos nuevos y emocionantes programas de predicación pública. Veamos cuáles son.
2 Programa especial de predicación pública en áreas metropolitanas. Como se explica en las páginas 16 y 17 del Anuario 2013, en
noviembre de 2011 se puso en marcha un programa piloto de predicación pública en Nueva York (Estados Unidos). En puntos
estratégicos de la ciudad con gran circulación peatonal se colocaron mesas y exhibidores portátiles con llamativos carteles y con
publicaciones en diversos idiomas. Miles de personas los vieron a diario, incluyendo a quienes viven en edificios de apartamentos con
acceso restringido y a quienes casi nunca están en casa. Los resultados fueron espectaculares. En tan solo un mes se distribuyeron
3.797 revistas y 7.986 libros. Además, muchos transeúntes solicitaron un curso de la Biblia. Y como el objetivo era precisamente iniciar
estudios bíblicos, se enviaron los datos de las personas interesadas a las congregaciones correspondientes a fin de que un publicador
las visitara.
3 En vista de los excelentes resultados, se ha decidido implementar dicho programa en zonas urbanas densamente pobladas de todo el
mundo. Cada sucursal primero determinará en qué ciudades podría ser práctico. Por lo general, serán ciudades con mucha circulación
peatonal, tal vez porque haya centros de transporte o una gran cantidad de edificios de oficinas o apartamentos. Entonces, la sucursal
enviará instrucciones a las congregaciones que participarán. Aunque para este programa se suela elegir a precursores regulares y
especiales, en algunos casos también podrán colaborar precursores auxiliares.
4 Cómo se lleva a cabo la predicación. Los precursores que participan en este programa especial por lo general esperan a que
alguien se acerque a la mesa o al exhibidor portátil, y entonces lo invitan a llevarse cualquier publicación que desee. Además, le
responden sus preguntas con las Escrituras. Si la persona decide quedarse con alguna publicación, no le mencionan el sistema de
donaciones. Pero si pregunta cómo se sostiene nuestra obra, le explican que se pueden enviar donativos a la dirección correspondiente
que aparece en la publicación. Siempre que es posible, le preguntan: “¿Le gustaría que alguien lo visite?” o “¿Le interesaría anotarse
para recibir un curso bíblico gratuito?”.
5 Participar en este programa es muy gratificante. Un matrimonio escribió: “De pie, junto al exhibidor, viendo pasar a miles de personas,
te das cuenta del gran esfuerzo que se está haciendo por llegar a gente de todo el mundo. Pensar en el interés de Jehová por cada una
de esas personas nos ha convencido aún más de que la predicación debe ocupar el primer lugar en nuestra vida. Cuando la gente pasa
frente al exhibidor, nos imaginamos cómo Jehová debe estar escudriñando los corazones, determinando si son merecedores del
mensaje. Pocas veces hemos visto tan de cerca el apoyo de los ángeles”.
6 Programa de predicación pública organizado por la congregación. Además del programa ya descrito, en muchas congregaciones
los cuerpos de ancianos han estado organizando un programa de predicación pública. En este, los publicadores locales colocan dentro
del territorio de la congregación una mesa o un exhibidor portátil en un lugar muy transitado. Y esto es algo que lo distingue del
programa especial, en el que los participantes pertenecen a distintas congregaciones y comparten la misma zona de la ciudad elegida
por la sucursal (vea el recuadro “Se requiere cooperación”).
7 Los ancianos deben determinar si el territorio de la congregación cuenta con áreas por donde pasan muchos peatones y si sería
práctico organizar un programa local de predicación pública. Tal vez puedan colocarse mesas o exhibidores portátiles en centros de
transporte, plazas, parques, calles concurridas, centros comerciales, universidades, aeropuertos y lugares donde se celebran eventos
anuales. Por lo general, es mejor que el exhibidor esté los mismos días, en el mismo lugar y en el mismo horario. La experiencia
demuestra que es más productivo poner mesas dentro de los centros comerciales que frente a una tienda grande donde la gente se
limita a entrar, hacer sus compras y marcharse. En algunos lugares —como en aceras muy transitadas— es más aconsejable utilizar un
pequeño exhibidor portátil que una mesa. Existen unos archivos que se han preparado especialmente para la elaboración de carteles
para este tipo de predicación. Estos carteles anuncian las revistas La Atalaya y ¡Despertad! y el libro Enseña, y los ancianos pueden
bajar los archivos de nuestro sitio de Internet. Quienes participen en este tipo de predicación harán prácticamente lo mismo que quienes
participen en el programa especial de áreas metropolitanas, siguiendo al pie de la letra las instrucciones del superintendente de servicio.
Cuando obtengan la dirección de una persona interesada que viva fuera del territorio de la congregación, llenarán de inmediato el
formulario Sírvase visitar (S-43) y se lo entregarán al secretario.
8 Cómo puede incluir la predicación pública en su ministerio. ¿Y si su congregación no cuenta con zonas lo suficientemente
transitadas como para poner una mesa o exhibidor portátil? Aun así, quizá usted pueda incluir la predicación pública en su ministerio
personal. ¿Hay en el territorio alguna zona con muchos negocios, un centro comercial pequeño o una tienda muy concurrida? ¿Suele
reunirse la gente en un parque, una plaza u otro lugar público? ¿Se realiza cada cierto tiempo un evento multitudinario? En ese caso, tal
vez tenga la oportunidad de disfrutar de la predicación pública.
9 La voluntad de Jehová es que “hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Tim. 2:4). Por
ello, estamos tratando de llevar el mensaje del Reino a la mayor cantidad de personas posible antes de que llegue el fin (Mat. 24:14).
Muchas veces no es fácil hallar a las personas en casa, pero quizá podamos hablar con ellas en algún lugar público. En realidad, puede
que solo así tengan la oportunidad de oír las buenas nuevas. Por tanto, prediquémosle a la gente dondequiera que esté y efectuemos
nuestro ministerio plenamente (2 Tim. 4:5).
* Km 7/97 pág. 1
Demos testimonio dondequiera que haya gente
1 Reconociendo el papel que el espíritu de Dios había desempeñado en su ministerio, el apóstol Pablo dijo: “Dios siguió haciéndolo
crecer”. Asimismo admitió: “Somos colaboradores de Dios”. (1 Cor. 3:5-9.) Este es un privilegio maravilloso. ¿Cómo demostramos
públicamente que estimamos el ser colaboradores de Dios? Declarando las buenas nuevas a cuantos hallamos en la obra de casa en
casa y en cualquier otro lugar.
2 Se nos ordena hacer “discípulos de gente”. (Mat. 28:19.) Si solo nos ponemos en contacto con unas cuantas personas en el ministerio,
podemos cansarnos rápidamente y pensar que hemos logrado poco; en cambio, disfrutamos más del ministerio cuando encontramos
muchas personas y conversamos con ellas. Conseguirlo puede ser un poco difícil, pues requiere que tomemos la iniciativa de ir
dondequiera que haya gente para comunicarnos con ella.
3 Ejemplos prácticos: Podemos predicar en los mercados, los parques, las áreas de descanso y las terminales de transporte público.
Cuando utilizamos el transporte público, ¿vamos preparados para dar testimonio durante el viaje? Dos Testigos que se dirigían a la
reunión para el servicio del campo en un autobús atestado, conversaban sobre la lámina del Paraíso que se encuentra en el libro
Conocimiento y sobre las promesas de Dios para el futuro. Tal como esperaban que sucediera, un joven que estaba de pie cerca de
ellos quedó impresionado por lo que oyó. Antes de bajarse del autobús, aceptó un libro y pidió que alguien lo visitara en su hogar.
4 A muchos publicadores les encanta dar testimonio informalmente. Cierta hermana fue al centro comercial de su barrio una tarde y
abordó a las personas que ya habían hecho sus compras, pero que parecían no tener prisa. Distribuyó todas las publicaciones que
llevaba en el bolso. Un hombre que esperaba en su auto se alegró de recibir las revistas. Había asistido antes a las reuniones, y la
conversación con la hermana reavivó su interés.
5 Es un privilegio exaltar el nombre de Jehová. Al manifestar celo por la predicación, mostramos que no hemos pasado por alto el
propósito de la bondad inmerecida que Dios nos ha mostrado. Puesto que “ahora es el tiempo especialmente acepto” para ayudar a
otros, vayamos adondequiera que haya gente y démosle testimonio del “día de salvación” de Jehová. (2 Cor. 6:1, 2.)
* Km 9/96 pág. 4 parrs 14-16
14 Demos testimonio en el transporte público: Una mañana varios precursores decidieron dar testimonio a la gente que esperaba el
autobús cerca de una universidad. Aunque tuvieron algunas conversaciones agradables, había un problema: cuando estaban en plena
conversación llegaba el autobús, y el diálogo terminaba abruptamente. Para resolver el problema los precursores se subieron al autobús
y continuaron hablando con pasajeros mientras viajaban al otro lado de la ciudad. Al llegar al final, regresaron en otro autobús dando
testimonio. Después de varios viajes distribuyeron, en conjunto, más de doscientas revistas y empezaron seis estudios bíblicos. Algunos
pasajeros con gusto les dieron su dirección y número telefónico para que los visitaran en casa. La semana siguiente los precursores
volvieron a la parada de autobuses e hicieron lo mismo. Distribuyeron 164 revistas y empezaron otro estudio bíblico. En una de las
paradas se subió un pasajero y se sentó al lado de un precursor. Miró al hermano y dijo con una sonrisa: “Ya sé, tiene una Atalaya para
mí”.
15 Muchos publicadores dan un testimonio eficaz mientras viajan en autobús, tren u avión. ¿Cómo puede iniciar una conversación con el
pasajero que viaja a su lado? Un publicador de 12 años de edad sencillamente se puso a leer un ejemplar de ¡Despertad! en el autobús
con la esperanza de que suscitara la curiosidad de una adolescente que estaba sentada a su lado. Surtió efecto. Ella le preguntó qué
leía, y el joven respondió que estaba leyendo acerca de la solución a los problemas que afrontan los jóvenes. Agregó que le había
beneficiado mucho el artículo y que le ayudaría a ella también. La adolescente aceptó las revistas con gusto. Otros dos jóvenes oyeron
la conversación y también pidieron ejemplares de las revistas. Entonces, el conductor se estacionó al lado de la carretera y preguntó por
qué estaban tan interesados en esas revistas. Cuando le explicaron la razón, también aceptó unos ejemplares. Desde luego, esto
no habría sido posible si el joven publicador no hubiera llevado una buena cantidad de revistas para entregarlas a todos los que
mostraran interés.
16 Demos testimonio en los parques y estacionamientos: Dar testimonio en los parques y estacionamientos es una excelente
manera de hablar con la gente. ¿Ha intentado dar testimonio en el estacionamiento de un centro comercial? Siempre mire a su
alrededor un rato y busque a alguien que no tenga prisa o que esté esperando en un automóvil estacionado y trate de entablar una
conversación amigable. Si lo logra, hable del mensaje del Reino. Trate de predicar solo, pero que un compañero publicador esté en las
cercanías. No lleve un maletín grande ni nada que llame la atención a su obra. Sea discreto. Tal vez sea prudente predicar un rato en
un estacionamiento y luego ir a otro. Si alguien no quiere conversar con usted, despídase cortésmente y aborde a otra persona. Un
hermano que se valió de estos métodos de predicar distribuyó 90 revistas en un mes
* Km 6/11 pág. 2
Predicación eficaz en las calles
1 Durante su ministerio terrestre, Jesús no dudó en hablar con las personas que encontraba por el camino y en otros lugares públicos
(Luc. 9:57-61; Juan 4:7). Estaba deseoso de llevar su importante mensaje a tantos como pudiera. Actualmente, la predicación en las
calles es una singular forma de ayudar a la gente a adquirir la sabiduría divina (Pro. 1:20). Nuestro éxito será aún mayor si tomamos la
iniciativa y obramos con buen juicio.
2 Tomemos la iniciativa. Por lo general, conviene abordar a los transeúntes en lugar de quedarnos de pie o sentados en un solo lugar
esperando a que ellos vengan a nosotros. Sonría, establezca contacto visual y hable de forma serena y amigable. Si lo acompañan
otros publicadores, recuerde que lo mejor es abordar por separado a las personas. También hace falta iniciativa para cultivar el interés
hallado. Al final de la conversación, y si le parece oportuno, pregúntele a la persona cómo puede comunicarse con ella. Hay
publicadores que trabajan regularmente en la misma calle, lo que les permite hablar con la misma gente en repetidas ocasiones y así
avivar su interés.
3 Obremos con buen juicio. Sea prudente al elegir dónde trabajar y a quién abordar. No es preciso predicar a todo el que pasa. Sea
observador. Por ejemplo, si alguien va deprisa, es mejor no detenerlo. Si está predicando frente a un negocio, hágalo de forma discreta
para no incomodar al gerente. Por lo general, es mucho mejor hablar con las personas cuando salen del establecimiento que cuando
entran. Acérquese de manera que no asuste ni sobresalte a nadie. También es importante saber discernir a la hora de ofrecer las
publicaciones. Si alguien muestra poco interés, puede darle un tratado en vez de las revistas.
4 La predicación en las calles nos permite esparcir muchas semillas de la verdad en poco tiempo (Ecl. 11:6). Es probable que algunas
de las personas con que nos topemos sean las mismas que no hallamos en casa cuando vamos de puerta en puerta. ¿Por qué no hace
planes para participar en esta modalidad del servicio del campo, tan agradable y eficaz?
* Km 2/91 pág. 8
Presentando las buenas nuevas... mediante testificar en las calles
1 Proverbios 1:20 dice: “La sabiduría verdadera misma sigue clamando a gritos en la calle misma. En las plazas públicas sigue dando su
voz”. Estas palabras resultan veraces especialmente hoy, a medida que los siervos de Jehová predican con celo las buenas nuevas del
Reino dondequiera que hallen personas. Al igual que Jesús y los profetas de la antigüedad, el amor genuino que le tenemos a la gente
nos impulsa a hablar de la verdad a todos, en todas partes. (Jer. 11:6; Mar. 6:56; Luc. 13:22, 26.)
2 Aunque por lo general el hogar de la persona es el mejor sitio para hablar con ella sobre la verdad, no hallamos a muchas personas
cuando predicamos de casa en casa. Si encontramos a alguien en su hogar, por lo general es la misma persona con quien hablamos la
vez anterior, y no hablemos con otros miembros de la familia. Por lo tanto, el testificar en las calles debe tener un lugar definido en
nuestro ministerio. Puede que descubra que el testificar en las calles es como cierto precursor lo expresó: “un territorio interesante,
nuevo, donde sí hay personas”.
SEA AFECTUOSO Y POSITIVO
3 ¿Por qué no trata de testificar con regularidad en las calles de la misma zona? Cierta hermana que hace esto dice que se ha
familiarizado con la mayoría de los comerciantes y con otras personas que frecuentan “su” calle. Eso ha resultado en una buena
relación con ellos, abriendo el camino para muchas consideraciones bíblicas productivas. Un precursor auxiliar que disfruta plenamente
de testificar en las calles dijo que aborda a los que miran los escaparates, los que están sentados en sus automóviles, los que esperan
el autobús y hasta a los que en otras ocasiones han dicho que no. Se requiere valor y buen juicio para ser denodados y persuasivos,
pero no demasiado persistentes.
4 La clave para testificar eficazmente en las calles consiste en abordar a las personas de manera afectuosa, alegre y sincera. Sonría. Si
puede, trate de captar la atención de la persona; si no, abórdela de manera amigable. Observe las circunstancias y válgase de estas.
Cierta hermana observa a las señoras que llevan bolsas de víveres y les dice: “Veo que ha estado comprando comestibles. El costo de
estos realmente ha subido. ¿Le puedo dejar alimento estimulador para la mente y el corazón? He disfrutado de este artículo...”. A
alguien con hijos le dice: “Veo que tiene dos niños muy hermosos. ¿Sabía usted que la Biblia dice que los hijos son una bendición de
Dios? Permítame mostrarle...”. Al abordar a alguien que está pensativo le dice: “Veo que está pensando en algo. Hoy el mundo está tan
lleno de problemas, ¿no es cierto? ¿Cree usted que llegará el día en que...?”.
5 Si la persona tiene prisa, pudiera sencillamente entregarle un tratado y decir: “Aquí tiene algunas buenas nuevas para que las lea
cuando tenga la oportunidad”. Si la gente no parece tener prisa, ofrézcale las revistas y mencione el arreglo de donaciones. Siempre
que sea posible es bueno dejar literatura en manos de las personas.
6 Muchos publicadores que temían testificar en las calles ahora consideran esta actividad como su forma favorita de predicar. Por
supuesto, hay que ejercer buen juicio al trabajar en zonas peligrosas o a horas que no sean apropiadas. Aun en pueblos pequeños, por
lo general hay zonas donde hay mucho movimiento de personas, como por ejemplo, los centros de transportación pública o los
estacionamientos públicos, donde uno puede abordar a la gente con las buenas nuevas. Aproveche las oportunidades que se
presenten, y con sabiduría proclame las buenas nuevas en las calles y en las plazas públicas, para bendición de los que escuchen y
para la honra de Jehová. (Pro. 1:20.)
* W08 15/09 págs. 25,26
Predicación en la plaza del mercado
CUANDO estuvo en Atenas, el apóstol Pablo iba a diario a la plaza del mercado para predicar las buenas nuevas sobre Jesús (Hech.
17:17). Escogió ese lugar porque siempre estaba lleno de gente.
Casi dos mil años después, el pueblo de Jehová sigue difundiendo el mensaje del Reino de Dios en lugares donde puede hallarse a
muchas personas. Por ejemplo, algunos Testigos van a los mercados o a los centros comerciales. Tras obtener el permiso de la
administración, instalan un mostrador o un pequeño puesto para exponer allí sus publicaciones bíblicas.
Por ejemplo, en un centro comercial de Nueva Jersey (Estados Unidos) se preparó una atractiva exposición de publicaciones sobre el
tema “Cómo preservar los valores familiares”. ¿Cuáles fueron los resultados? En un solo día se distribuyeron 153 libros en seis idiomas.
Una mujer que se acercó al puesto de publicaciones escuchó atentamente la explicación que dio una de las hermanas. La mujer
reconoció que es importante tomar en cuenta a Dios tanto en la vida personal como en la vida familiar, y obtuvo las siguientes
publicaciones: Aprendamos del Gran Maestro, El secreto de la felicidad familiar y Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas.
A primera hora de la tarde, un señor que se dirigía a la tienda que estaba junto al puesto de publicaciones se quedó mirando el libro Los
jóvenes preguntan. La hermana que estaba en el puesto notó su curiosidad y le preguntó: “¿Le interesa alguno de estos libros?”.
Él dijo que sí y señaló el libro Los jóvenes preguntan. Ella le entregó un ejemplar. El hombre dijo que tenía tres hijos —dos de ellos
adolescentes— y mencionó que una vez a la semana se sentaba a conversar con ellos. Mientras hojeaba el libro, dijo que le podría
servir de guía durante algunas de estas conversaciones familiares. La publicadora también dirigió su atención a El secreto de la felicidad
familiar, asegurándole que él y su esposa encontrarían en esta publicación consejos muy útiles sobre cómo tomar decisiones familiares.
El hombre agradeció la sugerencia, hizo una donación y aceptó que alguien lo visitara en su hogar.
¿Cómo se sintieron los Testigos tras su día de predicación en el centro comercial? “Disfruté mucho de esta forma de predicar —
mencionó una hermana—. ¡Fue una experiencia muy bonita!” Otra hermana señaló: “Jehová promete que las buenas nuevas se
predicarán hasta la parte más distante de la Tierra. Hoy, en Paramus (Nueva Jersey), estas buenas nuevas han tocado el corazón de
personas que hablan diferentes idiomas. Fue maravilloso predicar de esta manera. Todo el que participó se sintió feliz. Nadie quería irse
al acabar el día”.
Nuestro método principal de predicación es ir de casa en casa (Hech. 20:20). Sin embargo, hay otras formas de dar a conocer las
buenas nuevas. ¿Le gustaría intentar alguna de ellas? Quizá usted también pueda predicar en la plaza del mercado o en el centro
comercial.
* Km 9/96 pág. 5parrs 18-26
18 Demos testimonio informal en los centros comerciales: Aunque en algunos lugares no se puede predicar formalmente de tienda
en tienda en los centros comerciales por ciertas restricciones locales a dichas actividades, algunos publicadores han creado
oportunidades para dar testimonio informal. Se sientan en un banco y entablan conversaciones amigables con las personas que se
detienen para descansar. Cuando perciben interés, ofrecen discretamente un tratado o una revista y procuran hacer planes para volver
a hablar con la persona. Después de dar testimonio durante unos minutos en cierta sección del centro comercial, pasan a otra y
empiezan a dialogar con otra persona. Claro está, deben procurar no atraer demasiada atención mientras dan testimonio de esta forma.
19 Cuando saludemos a la persona, empecemos la conversación con un tono amable. Si responde, hagámosle una pregunta y
escuchemos atentamente su respuesta. Interesémonos en lo que dice. Mostremos que valoramos su opinión. Concordemos con ella
cuando sea posible.
20 Una hermana inició una conversación muy agradable con una anciana sobre lo alto que está el costo de la vida. La anciana concordó
enseguida, y resultó en una conversación animada. La hermana logró obtener el nombre y la dirección de la señora y fue a visitarla esa
misma semana.
21 Prediquemos de tienda en tienda: A algunas congregaciones se les han asignado territorios que incluyen zonas comerciales. El
hermano encargado de los territorios puede preparar tarjetas de mapas especiales de estas secciones donde hay muchos negocios.
Las tarjetas de mapa de los territorios de viviendas que incluyan negocios deben indicar claramente que estos no se abarcarán como
parte del territorio. En otros territorios, los lugares de negocio pueden trabajarse junto con las viviendas. Los ancianos pudieran pedir a
publicadores capacitados que prediquen en los territorios comerciales regularmente para que no se descuide la predicación de tienda en
tienda.
22 Si a usted se le pide que participe en esta obra por primera vez, recuerde que una buena manera de ‘cobrar denuedo’ es predicar
primero en las tiendas pequeñas; después, cuando se sienta más confiado, predique en las más grandes. (1 Tes. 2:2.) Cuando predique
en las tiendas, vístase como si fuera a asistir a una reunión en el Salón de Reino. Si es posible, entre en la tienda cuando no haya
clientes esperando que se les atienda. Pregunte por el gerente o la persona encargada. Sea afectuoso, y sobre todo, breve. No es
necesario pedir disculpas. Muchos negocios están concebidos para atender las necesidades de los clientes y los que trabajan allí están
acostumbrados a que las personas los aborden.
23 Después de saludar al comerciante, pudiera decir: “Los comerciantes tienen horarios tan ocupados que casi nunca los
encontramos en casa, de modo que venimos a visitarlo en su lugar de empleo para dejarle un artículo que invita a la reflexión”.
Entonces haga uno o dos comentarios acerca de la revista que esté ofreciendo.
24 O pudiera intentar esta presentación al abordar a un gerente: “Hemos observado que los comerciantes procuran estar bien
informados. El número más reciente de La Atalaya (o ¡Despertad!) presenta un artículo que nos atañe a todos”. Explique de qué trata y
concluya diciendo: “Estamos seguros de que disfrutará de leerlo”.
25 Si hay empleados, y lo ve apropiado, pudiera añadir: “¿Me permite hacer la misma presentación breve a sus empleados?”. Si le
dan permiso, no olvide que prometió ser breve, y el gerente esperará que usted cumpla su palabra. Si algún empleado desea entablar
una larga conversación, sería mejor visitarlo en su hogar.
26 Hace poco, unos publicadores de un pueblo pequeño acompañaron al superintendente de circuito en la obra de tienda en tienda. Al
principio algunos de los publicadores sentían temor, dado que nunca lo habían hecho; pero pronto se tranquilizaron y empezaron a
disfrutar de ello. En menos de una hora hablaron con 37 personas y distribuyeron veinticuatro revistas y cuatro folletos. Un hermano dijo
que normalmente no hubieran podido hablar con tantas personas en un mes en la obra de casa en casa como lo hicieron de tienda en
tienda en ese corto período.
* Km 3/12 pág. 2
Prediquemos sin temor en los negocios
1 ¿Le resulta intimidante predicar en los negocios? Si así es, no se preocupe; usted no es el único. Hasta el apóstol Pablo, quien fue un
intrépido predicador, tuvo que armarse de valor para llevar a cabo su comisión (1 Tes. 2:2). A continuación hallará tres preguntas
frecuentes sobre la predicación en los negocios y algunas sugerencias prácticas.
2 ¿Sentirán los empleados que los estoy interrumpiendo? En muchos negocios, los empleados tienen el deber de dejar lo que están
haciendo a fin de atender al público. Además, por lo general serán corteses con usted, pues lo verán como un posible cliente. Si se viste
de manera digna y es amable, será más probable que lo traten con respeto.
3 ¿Tendré que predicar frente a muchos clientes? Sería conveniente escoger un horario en el que no haya tantos clientes, como
cuando se abre el negocio. Espere a que el gerente o el empleado esté solo y procure ser breve.
4 ¿Qué podría decir? Si en el negocio hay varios empleados, hable con la persona encargada. Podría decirle algo así: “Rara vez
encontramos a las personas de negocios en sus hogares, por eso las visitamos en el trabajo. Como sé que está ocupado, seré breve”.
A fin de que no lo confundan con un vendedor, tal vez sería mejor no pedir donaciones a menos que alguien quiera saber cómo se
financia nuestra obra. Dependiendo del tipo de negocio, podría preguntarle al encargado si puede hablar brevemente con el resto de los
empleados. Utilice la misma presentación. Si alguno de los empleados está muy ocupado, acorte la presentación y déjele un tratado.
Si no le es posible hablar con nadie más, pregunte si puede dejar publicaciones en el área de receso o en algún otro lugar.
5 Jesús y Pablo predicaron con valor en los lugares de trabajo de las personas, y usted también puede hacerlo (Mat. 4:18-21; 9:9; Hech.
17:17). Pídale a Jehová que le infunda tranquilidad y denuedo (Hech. 4:29). Predicar en los negocios es muy productivo, pues casi
siempre hallará personas. ¿Por qué no lo intenta?
* Km 7/04 pág. 4
La predicación en territorio de negocios
1 ¿Le gustaría predicar en un territorio donde por lo general las visitas son bien recibidas y casi siempre hay gente? Tal vez pueda
hacerlo en el propio territorio de su congregación. ¿Cómo? Visitando los negocios. Los publicadores que predican en los comercios a
menudo obtienen buenos resultados.
2 Los territorios asignados a algunas congregaciones comprenden zonas comerciales. El hermano encargado puede preparar tarjetas de
territorio especiales para estas áreas donde se concentran los negocios. En las tarjetas de territorio de viviendas que incluyan esas
mismas áreas habrá que indicar claramente que los comercios no deben visitarse. En otros casos, el territorio abarcará los negocios y
las viviendas. Si nunca antes ha predicado en negocios, comience en unos cuantos establecimientos pequeños.
3 Emplee una introducción sencilla. Para predicar en los negocios, vístase como si fuera a una reunión en el Salón del Reino.
También será conveniente escoger una hora en la que el comercio no tenga mucho trabajo. Si es posible, entre cuando no haya clientes
esperando a que los atiendan. Pida hablar con el gerente o la persona encargada y sea breve. ¿Qué podría decirle?
4 Al hablar con el propietario o el gerente, puede decir algo así: “Los comerciantes tienen horarios tan ocupados que rara vez los
encontramos en sus hogares, por eso lo visitamos en su lugar de trabajo. Nuestras revistas ofrecen una perspectiva global de los
sucesos actuales”. A continuación destaque brevemente un punto de la revista.
5 He aquí otra opción sencilla: “A muchas personas les gustaría aprender más de la Biblia, pero disponen de poco tiempo. Este tratado
describe un programa de estudio gratuito que le permitirá encontrar las respuestas a sus preguntas sobre la Biblia”. Luego muéstrele las
páginas 4 y 5 del tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia?
6 Si la persona que está al cargo parece estar ocupada, puede ofrecerle sin más el tratado y decir: “Pasaré en otra ocasión que no esté
tan ocupado. Me gustaría saber qué opina acerca de este tratado”.
7 Cultive el interés. En los territorios de negocios también se pueden dirigir estudios bíblicos. Un precursor especial le dejaba las
revistas regularmente a un comerciante. Cuando este manifestó interés por lo que leía, el precursor le demostró con el folleto Exige en
qué consistía el estudio bíblico. El estudio se estableció en el mismo lugar de trabajo, y, teniendo en cuenta las circunstancias de la
persona, el precursor limitaba cada sesión a 10 ó 15 minutos. Imitemos su ejemplo y sigamos buscando a los merecedores mediante la
predicación en territorios de negocios.
* Km 1/10 págs. 4-6
Ayuda para predicar por teléfono
Aunque correctamente le damos prioridad al método de casa en casa para predicar, reconocemos que la predicación telefónica también
es un medio eficaz para esparcir las buenas nuevas en el territorio de la congregación, sobre todo si hay muchos hogares a los que
no tenemos acceso (Luc. 10:5-7; Hech. 5:42; 20:20).
Este aspecto del ministerio es fuente de ánimo para cualquier hermano o hermana que tenga movilidad limitada y que pase mucho
tiempo en casa. Y los publicadores que se organicen y prediquen por teléfono con estos hermanos fieles recibirán mucho estímulo como
recompensa (Rom. 1:11, 12). Por otra parte, cuando hay tiempo inclemente, la predicación telefónica es una excelente opción para
todos. En términos generales, es mejor que los grupos de predicación sean pequeños, para que todos aprovechen bien su tiempo.
En las páginas 5 y 6 aparece una práctica guía para la predicación telefónica. Verá que hay espacio para escribir otras presentaciones
que le hayan dado buenos resultados en el territorio o que le gusten más. Siéntase en libertad de sacar una copia de la guía si prefiere
no escribir en el original. Le recomendamos sentarse a una mesa y tener la guía a la vista.
¿Qué más necesita para predicar por teléfono? Repase esta lista durante su preparación.
▪ Ejemplar personal de la Biblia
▪ Razonamiento a partir de las Escrituras
▪ Buenas nuevas para gente de todas las naciones
▪ ¿Qué enseña realmente la Biblia?
▪ Números actuales de las revistas y Nuestro Ministerio del Reino
▪ Variedad de tratados y folletos
▪ Hojas sueltas
▪ Registros de casa en casa y lápiz o pluma
NO LO PIERDA
GUÍA PARA LA PREDICACIÓN TELEFÓNICA
RECUERDE ESTOS PUNTOS:
▪ Tranquilícese. Sea usted mismo. Sea cortés, paciente y amigable.
▪ Hable despacio, con claridad y suficiente volumen.
▪ Sonría y haga ademanes como si tuviera a la persona de frente.
▪ Evite pausas innecesarias.
▪ Permita que la persona intervenga en la conversación y agradézcale sus comentarios.
▪ Si le hacen una pregunta, repítala en voz alta para que su compañero pueda ayudarle a encontrar la respuesta en la Biblia, el libro
Razonamiento o alguna otra publicación (por lo general, es mejor no usar el altavoz del teléfono).
▪ No mencione las donaciones, pues la persona podría pensar que se trata de una campaña telefónica para recaudar fondos. Después,
cuando haya conversado con la persona cara a cara, en un momento oportuno puede mencionarle que nuestra obra se sostiene
completamente mediante donaciones voluntarias.
INTRODUCCIONES
▪ “Hola, me llamo... Estoy llamando porque no puedo visitarlo en su hogar. Soy vecino de esta comunidad [puede decir el nombre de la
calle o del vecindario], y me gustaría saber su opinión sobre...”
▪ “Hola, me llamo... Participo en un servicio a la comunidad ayudando a las personas a responder sus preguntas de la Biblia. ¿Alguna
vez se ha preguntado...?”
▪ “Hola, me llamo... Esta no es una venta por teléfono; soy vecino suyo, y vivo en la calle... A muchos de nuestros vecinos les
preocupa...” [Mencione alguna noticia reciente de interés local.]
▪ [Escriba su propia introducción.]
[Luego siga con su presentación. Puede leer una de las sugerencias del libro Razonamiento o de Nuestro Ministerio del Reino
o algo que usted mismo haya preparado.]
▪ [Escriba su propia presentación.]
Para ofrecer un estudio de la Biblia en la primera llamada:
▪ “Hola, me llamo... Soy vecino suyo, y vivo en la calle... Lo llamo porque doy clases de la Biblia gratis y tengo algunos espacios en mi
horario. Estos son algunos temas que se tratarán con la Biblia que usted tenga [lea dos o tres títulos de los capítulos del libro Enseña].
¿Cuál le parece más interesante? [Permita que responda.] Lo que le leí son los títulos de algunos capítulos de un libro titulado ¿Qué
enseña realmente la Biblia? Me encantaría pasar por su casa y dejarle un ejemplar. No tiene que pagar nada.”
Si nota vacilación en la persona, podría decir:
▪ “Entonces tal vez podría llamarlo de nuevo para hablar un poco de lo que enseña la Biblia sobre el tema que le interesa. ¿Por lo
general está en casa a esta hora?”
▪ [Escriba su propia presentación.]
Si la persona dice...
“¿PARA QUIÉN TRABAJA?”
▪ “Soy testigo de Jehová”, y prosiga con su presentación.
“¿CÓMO CONSIGUIÓ MI NÚMERO?”
▪ “En el directorio telefónico”, y prosiga con su presentación.
“ESTOY EN LA LISTA ‘NO LLAME’.”
▪ “Como no estoy vendiendo nada, no tengo esa lista”, y prosiga con su presentación.
Si la persona pide que los testigos de Jehová no vuelvan a llamarla...
▪ “Tomaré nota y haremos cuanto esté a nuestro alcance por acatar su deseo”, y detenga su presentación [entonces coloque en el sobre
del territorio una nota fechada con el nombre de la persona].
Si le responde una contestadora automática...
▪ “Lamento no encontrarlo en casa. Mi nombre es... Lo llamé para invitarlo a un discurso bíblico con el tema ..... .
[Día y hora:] .
[Dirección:] .
No se hace ningún tipo de colecta.”
▪ “Mi nombre es... y llamo como parte de un servicio a la comunidad para ayudar a la gente a encontrar respuesta a sus preguntas
bíblicas. Volveré a llamar en otra ocasión.”
▪ [Escriba su propia presentación.]
CONCLUSIONES
▪ “Tengo conmigo una publicación con más información sobre el tema, y me gustaría que la viera. Con gusto puedo pasar por su hogar
para dejársela. No tiene que pagar nada.”
▪ “Fue un gusto hablar con usted. ¿Sería posible visitarlo (con mi esposo/esposa) en su hogar para hablar más de este tema? Tal vez
podríamos analizar la respuesta a la siguiente pregunta: ..... .”
▪ “Disfruté nuestra conversación. La próxima vez que lo llame, me gustaría tratar sobre la respuesta que da la Biblia a la siguiente
pregunta: ..... . ¿Es esta una buena hora para llamarlo?”
▪ [Escriba su propia conclusión.]
Si a la persona no le gusta le idea de que la visite en su casa, podría decir:
▪ “Si lo prefiere, puedo enviarle la publicación por correo.”
▪ “Entonces quizás podría volver a llamarlo para continuar con nuestra conversación. ¿Por lo general está en casa a esta hora?”
▪ “Me encantó la conversación. De hecho, quiero invitarlo a un discurso bíblico con el tema ..... .
[Día y hora:] .
[Dirección:] .
No se hace ningún tipo de colecta.”
▪ [Escriba su propia conclusión.]
* Km 8/93 págs. 3,4
La predicación telefónica: una manera de llegar a muchas personas
1 La prueba de que vivimos en “los últimos días” es abundante. (2 Tim. 3:1.) Sin duda queda poco tiempo para predicar el Reino y hacer
discípulos. Por consiguiente, todos debemos sentir la necesidad apremiante de ayudar al prójimo a adorar a Jehová Dios y recibir su
aprobación.
2 El apóstol Pablo sintió la responsabilidad de hacer declaración pública de su fe. (Rom. 10:10.) Sabía que la “voluntad [de Dios] es que
hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”. (1 Tim. 2:4.) Debido a que tenía conocimiento de la
verdad, Pablo se sentía endeudado con todos. Este sentimiento estimuló su deseo de predicar las buenas nuevas. Dijo: “Por mi parte
tengo vivo interés en declararles las buenas nuevas [...]. Porque no me avergüenzo de las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de
Dios para salvación a todo el que tiene fe”. (Rom. 1:14-17.)
3 ¿Sentimos personalmente esa misma clase de endeudamiento y mostramos un vivo interés como ese de comunicarnos con todas las
personas de nuestro territorio? Aunque preferimos compartir las buenas nuevas con los demás cara a cara, como al predicar de casa en
casa y en las calles, ¿por qué limitar nuestra actividad a estos rasgos del servicio? Es posible que muchas personas del territorio de la
congregación nunca hayan hablado con un testigo de Jehová. ¿A qué pudiera deberse?
4 Territorio que no se trabaja: ¿Hay en su territorio edificios de apartamentos vigilados por porteros? Quizás hay complejos
residenciales de alta seguridad en los que no puede efectuarse la obra de casa en casa. ¿Se ha negado a los publicadores la entrada a
una base militar o a una zona residencial del territorio para predicar las buenas nuevas? Es muy probable que algunos que viven en
esos sitios nunca hayan oído sobre las bendiciones del Reino de Dios. ¿Hay personas que nunca se encuentran en casa?
5 No debemos desistir de buscar a esas personas aunque sea difícil hallarlas. ¿Cómo ve Jehová la situación en que se encuentran? El
apóstol Pedro escribió: “Jehová [...] no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento.
Además, consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación”. (2 Ped. 3:9, 15.) Hay vidas de por medio, y a Jehová le importan
todas ellas. (Mat. 18:14.) ¿Cómo podemos reflejar la compasión y misericordia que Jehová manifiesta hacia estas personas?
Asegurándonos de que toda persona del territorio reciba el mensaje. (Hech. 20:20, 21; Rev. 14:6, 7.)
6 Organizados para hacer un trabajo concienzudo: En el pasado, la Sociedad ha animado a los que por razones de salud o
minusvalía se hallan recluidos en casa a usar de modo práctico el teléfono. Los que se encuentran en tal situación deben seguir
haciendo esa buena obra. Además, se han recibido informes de que algunos hermanos, entre ellos precursores regulares y auxiliares,
se han valido del teléfono para predicar de un modo que complemente su ministerio usual de casa en casa.
7 En algunas congregaciones se ha hecho un esfuerzo conjunto para predicar por teléfono. Cuando los ancianos llevan la delantera en
organizar los territorios y brindar apoyo, ya sea personalmente o valiéndose de otros publicadores, se han informado mejores logros. El
superintendente de servicio es el responsable de supervisar esa actividad. Sin embargo, el cuerpo de ancianos puede escoger a un
anciano capacitado o siervo ministerial responsable para que trabaje en colaboración con el superintendente de servicio en lo referente
a organizar esta obra.
8 Los publicadores que han superado el recelo inicial y han adquirido experiencia en la predicación telefónica se han dado cuenta de
que es un campo productivo. Al principio, quizás solo unos cuantos publicadores hagan estas llamadas. Después de acostumbrarse y
resultarles agradable esta forma de predicar, puede que su entusiasmo y sus experiencias animadoras motiven a otros a aprender a
participar en esta interesante faceta de la obra de predicar.
9 Por dónde empezar: Pueden conseguirse los nombres de los que residen en los apartamentos de un edificio en la recepción del
mismo. Después pueden buscarse los números de teléfono en el directorio telefónico. Puede que un directorio de la ciudad que se
consigue en una biblioteca presente los nombres de los ocupantes de cada hogar y apartamento de la comunidad. En algunas zonas
hay disponibles directorios especiales que alistan los números telefónicos por calles. Fotocopias de las últimas ediciones pueden servir
de territorios. Estos territorios deben ser razonablemente pequeños.
10 En todas las facetas de la obra de predicar deben mantenerse registros exactos. Lo mismo aplica a la predicación telefónica. Anote
cuidadosamente la información que sea útil en una hoja de registro de casa en casa, como el tema que trataron, las cosas que le
interesaron al amo de casa y el tema que tratarán la próxima vez. Indique si se hará otra llamada en una fecha posterior o si se hará
una visita personal.
11 Se necesita un horario personal: Hacer de ello una rutina cotidiana aumentará su confianza y atenuará el recelo. Es más
conveniente llamar a las personas cuando hay más probabilidad de hallarlas en casa, como en las primeras horas de la noche y los
fines de semana. Programe un tiempo cada semana para hacer estas llamadas. Algunos han notado que la hora que precede al Estudio
de Libro es muy productiva. Piense en lo que sea más conveniente en su territorio.
12 Cómo prepararse: Hable con los que disfrutan de esta faceta del servicio y pídales algunas ideas. Siempre sea positivo. Confíe en
Jehová como fuente de fortaleza y poder, y busque su dirección mediante la oración. (Sal. 27:14; Fili. 4:13.) Ponga todo su corazón en
esta faceta del servicio, tal como en los demás rasgos de la predicación. (Compárese con Marcos 12:33.)
13 La experiencia ha demostrado que el sentarse frente a un escritorio o una mesa puede ser útil. Sentarse en una silla con respaldo
vertical ayuda a pensar con claridad y a concentrarse. Tenga a la mano todo lo que pudiera usar en la predicación: los tratados, las
publicaciones que se estén ofreciendo, las últimas revistas o algunos números interesantes menos recientes, la Biblia, el libro
Razonamiento, una invitación a las reuniones con el horario de estas y la dirección del Salón del Reino, una pluma o un lápiz y hojas de
registro de casa en casa. Mantenga las publicaciones a su alcance, quizás abiertas en un artículo interesante. Ensaye cuidadosamente
la presentación. Tenga presente que el propósito de su llamada es dar el mensaje y hacer planes para visitar a la persona tan pronto
como sea posible.
14 Haga la llamada: Tranquilícese; compórtese con naturalidad. Para predicar por teléfono se necesita un tono de voz afectuoso y
agradable. Su sonrisa se reflejará en el tono de su voz. Hable despacio, con claridad y con buen volumen. Sea cortés, paciente y
amigable. No tema al rechazo. Acepte la posibilidad de que la persona no se interese en el mensaje. Siéntase como si estuviera
haciendo la obra normal de casa en casa.
15 En la introducción diga su nombre completo. Es mejor no decir que está llamando a todas las personas de cierto edificio o complejo
en particular, pues eso pudiera crear una barrera.
16 Muchas introducciones del libro Razonamiento pueden leerse de manera conversacional. Por ejemplo, pudiera presentarse de esta
manera: “Hola, mi nombre es ________. Le llamo porque no puedo visitarlo personalmente”. Entonces, sin pausar, diga: “Me interesa
saber si usted opina que la calidad de la vida mejorará algún día. A la mayoría nos alegra estar vivos, pero muchos se preguntan si
realmente es posible disfrutar de una vida feliz. ¿Qué cree usted al respecto? [Permita que la persona conteste.] ¿Cuál diría usted que
es en la actualidad uno de los mayores obstáculos para la felicidad?”. O después de presentarse como se sugiere arriba, podría decir:
“Participo como voluntario en una obra internacional y me gustaría saber qué opina sobre el significado de la vida. Con el paso de los
años nos damos cuenta de que la vida es muy corta. ¿Es esto todo lo que se puede conseguir de la vida? ¿Qué opina usted? (Véase el
subtema “Vida/Felicidad” de la página 14 del libro Razonamiento.) Un repaso de las sugerencias que se presentaron en la página 4 de
Nuestro Ministerio del Reino de julio de 1990, con relación al uso de introducciones y cómo vencer objeciones al predicar por teléfono, le
dará más información valiosa.
17 Use la Biblia lo antes posible. En algún punto de su conversación, cuando le parezca más conveniente, mencione que es testigo de
Jehová. Permita que el amo de casa participe en el diálogo. No se preocupe si la persona desea comunicarle sus ideas. Agradézcale
sus expresiones y observaciones. Aproveche toda oportunidad para animarlo. Sin embargo, si la persona empieza a querer imponer su
opinión o a discutir, con buen tacto ponga fin a la conversación. Deje que el espíritu de Dios dirija sus esfuerzos y le ayude a encontrar a
los que con un corazón recto lo buscan.
18 Es mejor que usted termine la conversación que dejar que lo haga el amo de casa. Puede concluir sencillamente invitando a la
persona al discurso público en el Salón del Reino y dándole la dirección y el horario de las reuniones. También pudiera preguntarle si es
posible visitarlo en su hogar para conversar más sobre el tema que trataron. Hasta pudiera ofrecer eficazmente publicaciones por
teléfono. Pudiera ofrecer las revistas con la meta de iniciar una ruta de revistas.
19 Disfrute de la predicación telefónica: ¿Conseguirá estudios bíblicos con todos sus interlocutores? No, pero sí con algunos de ellos.
Por ejemplo, una hermana hizo más de trescientas llamadas en un mes. Después de presentarse explicaba por qué llamaba a las
personas en vez de visitarlas. Enseguida hacía una presentación breve. Aquello resultó en doce conversaciones amenas. Aún mantiene
comunicación telefónica con tres personas y otras cuatro aceptaron que las visitara en su hogar. Una persona aceptó el libro Vivir para
siempre, y se le está visitando con regularidad.
20 Jesucristo mandó a sus discípulos que se esforzaran por predicar “hasta la parte más distante de la tierra”. (Hech. 1:8.) En algunos
lugares se necesita predicar por teléfono para cumplir con este mandato. Después de haber repasado la información anterior,
pregúntese: ‘¿Puedo hacer más para predicar en mi territorio las buenas nuevas a “hombres de toda clase”, entre ellos a los que viven
en lugares a los que nunca se ha llegado?’. Los hermanos que han seguido estas pautas han tenido resultados muy animadores. Se
han dado cuenta de que la predicación telefónica es una manera excepcional de ‘glorificar el ministerio’. (Rom. 11:13.) Que usted
también pueda experimentar el gozo que produce la predicación telefónica.
* yb06 págs. 52 párr. 1 – pág. 53 párr. 4
Venezuela. A una familia de Testigos le instalaron recientemente una línea telefónica y le dieron un nuevo número de teléfono. Debido
a un problema técnico comenzaron a recibir llamadas de gente que quería contactar con un canal local de televisión para hablar con
una astróloga. La familia decidió sacar partido a la situación. Valiéndose del libro Razonamiento, prepararon algunos temas y unos
cuantos textos bíblicos para hablar con quienes llamaran. Graciela, la madre, se volvió una experta. Cierto día, alguien llamó y dijo:
“Hola. ¿Es usted la diosa de los astros?”.
—Hola. Me llamo Graciela —contestó la hermana— ¿y usted?
—Carmen.
—Y dígame, Carmen, ¿por qué desea hablar con la diosa de los astros? ¿Necesita algún tipo de ayuda o consejo?
Carmen pasó a contarle a nuestra hermana un problema personal. Con amabilidad, Graciela le explicó dónde podemos obtener los
mejores consejos y le leyó varios textos de la Biblia. Luego le preguntó: “¿No cree que, si queremos tener guía confiable ahora y en el
futuro, deberíamos acudir a nuestro Creador?”. Carmen reconoció haber estudiado la Biblia con los testigos de Jehová en el pasado, así
que se tomaron medidas para que se reanudara el estudio. Con el tiempo, la familia de Graciela ha podido dar un buen testimonio a
otras personas que llamaban buscando ayuda, animarlas a escuchar a los Testigos cuando vayan a su puerta e invitarlas al Salón del
Reino local.
LECCION 10 (a)
* it-2 pág. 80
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron un cocreador de su Padre. El poder
para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la
vida, toda la creación animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un cocreador, fue el agente o instrumento por
medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt
19:4-6; véase CREACIÓN.)
Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo sobresaliente con la descripción de Proverbios
8:22-31. En este pasaje se personifica a la sabiduría, se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pr 8:1.) Muchos escritores
cristianos de los primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería simbólicamente al Hijo de Dios en su estado
prehumano. En vista de los textos ya analizados, no puede negarse que Jehová ‘produjera’ al Hijo “como el principio de su camino, el
más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás”, ni que el Hijo estuviera al “lado [de Jehová] como un obrero maestro” durante la
creación de la Tierra, como dicen estos versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo, cuyos sustantivos tienen género (como en
español), la palabra para “sabiduría” está siempre en femenino. El que se personifique a la sabiduría no cambia su género, pero
tampoco impide que se use figuradamente para representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para “amor” en la frase “Dios
es amor” (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino. Salomón, el escritor principal de Proverbios (Pr 1:1),
se aplicó el título qo·hé·leth (congregador) (Ec 1:1), aunque el género de esta palabra también es femenino.
La sabiduría solo se manifiesta cuando se expresa de algún modo. La sabiduría de Dios se expresó en la creación (Pr 3:19, 20)
mediante su Hijo. (Compárese con 1Co 8:6.) Del mismo modo, el propósito sabio de Dios concerniente a la humanidad también se hace
manifiesto mediante su Hijo, Jesucristo, y se sintetiza en él. Por eso el apóstol pudo decir que Cristo representa “el poder de Dios y la
sabiduría de Dios”, y que Cristo Jesús “ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y
liberación por rescate”. (1Co 1:24, 30; compárese con 1Co 2:7, 8; Pr 8:1, 10, 18-21.)
En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jn 1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9) no significa que las otras
criaturas celestiales creadas no sean hijos de Dios, puesto que también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin
embargo, por ser la única creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de todos los demás hijos de Dios, a los
que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra” era el “Hijo unigénito” de Jehová en un sentido
especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un sentido particular (su padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa
Sara). (Heb 11:17; Gé 16:15.)
* it-2 pág. 79
JESUCRISTO
Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.
El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma completa), que significa “Jehová Es
Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo. Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el
Nazareno”. (Mr 10:47; Hch 2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma·schí·aj (Mesías), que
significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros hombres anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y
David (Heb 11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa 22:51), el puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto,
cargo y servicio superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo singular “el Cristo, el Hijo del Dios
vivo”. (Mt 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.)
Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de
su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13; 6:38, 62; 8:23, 42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al
decir: “En el principio la Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era divina”, Sd; compárese con
An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia divina”, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el
principio con Dios”. Dado que Jehová es eterno y no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios desde el
“principio” debe referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la confirman otros textos que identifican a Jesús
como “el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios”. (Col 1:15; Rev 1:1; 3:14.) De modo que las Escrituras
identifican a la Palabra (Jesús en su existencia prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo primogénito.
Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o Aquel que dio vida a este Hijo primogénito, de
modo que este Hijo era en realidad una creación de Dios. Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del
Padre”. Según el contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él, de la misma manera que los
hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.)
Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a la realidad, la existencia de Jesús como
criatura celestial empezó miles de millones de años antes de la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se
valió de su Hijo primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col 1:16, 17), entre ellas los millones de otros hijos de la
familia celestial de Jehová Dios (Da 7:9, 10; Rev 5:11), así como el universo material y las criaturas que al principio se colocaron en él.
Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”.
(Gé 1:26.) Todas estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino también “para él”, como el Primogénito de Dios y el
“heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb 1:2.)
* W08 15/12 págs. 12,13 parrs 6,7
“La Palabra”
6 (Léase Juan 1:14.) ¿Por qué se le da a Jesús el título de “la Palabra” o el Logos? Por la función que ha desempeñado desde que
fueron creados los demás seres inteligentes. Jehová usó a su Hijo para dar información e instrucciones a los demás hijos espirituales,
así como para transmitir su mensaje a los seres humanos. El hecho de que Jesús es la Palabra, o Vocero de Dios, queda claro en lo
que les dijo a un grupo de judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la
voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo” (Juan 7:16, 17). Jesús siguió llevando el título
de “La Palabra de Dios” aun después de haber regresado a la gloria celestial (Rev. 19:11, 13, 16).
7 Pensemos por un momento en lo que implica ese título. Aunque Jesús es la criatura más sabia que existe, no confía en su propia
sabiduría y por eso solo transmite lo que su Padre le comunica. Tampoco dirige la atención a sí mismo, sino a su Padre (Juan 12:50).
¡Qué magnífico ejemplo! A nosotros también se nos ha encomendado el maravilloso privilegio de declarar “buenas nuevas de cosas
buenas” (Rom. 10:15). El ejemplo de humildad de Jesús debería impulsarnos a tener cuidado con lo que decimos. Cuando se trata de
comunicar el mensaje salvador de las Escrituras, no vamos “más allá de las cosas que están escritas” (1 Cor. 4:6).
* W98 15/6 pág. 23 parrs 1-4
El vocero de Jehová
Las palabras de Juan señalan otro privilegio de que disfrutó el Hijo de Dios, a saber, ser el vocero de su Padre. Desde el principio fue la
Palabra. De modo que cuando Jehová habló con Adán y más tarde con Adán y Eva, probablemente lo hizo a través de la Palabra. ¿Y
quién mejor para transmitir las instrucciones de Dios para el bienestar de la humanidad que aquel que estaba encariñado con ella?
(Juan 1:1, 2.)
¡Cuánto debió doler a la Palabra ver a Eva y luego a Adán desobedecer al Creador! ¡Y cuánto debió haber anhelado remediar los males
que la desobediencia trajo a sus descendientes! (Génesis 2:15-17; 3:6, 8; Romanos 5:12.) Jehová se dirigió a Satanás, quien había
instigado a Eva a rebelarse, y le dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella” (Génesis
3:15). La Palabra, que fue testigo de lo ocurrido en Edén, se dio cuenta de que, siendo la parte principal de la “descendencia” de la
mujer, se convertiría en el objeto de un odio despiadado. Sabía que Satanás era un homicida (Juan 8:44).
Cuando, tiempo después, Satanás cuestionó la integridad del fiel Job, a la Palabra debieron indignarle las acusaciones calumniosas
levantadas contra su Padre (Job 1:6-10; 2:1-4). De hecho, en su papel de arcángel, a la Palabra se la conoce por Miguel, nombre que
significa “¿Quién Es Como Dios?” e indica que lucha a favor de Jehová contra todo el que aspira a usurpar Su soberanía (Daniel 12:1;
Revelación 12:7-10).
Durante la historia de Israel, la Palabra observó los esfuerzos de Satanás por apartar a los seres humanos de la adoración pura.
Después del Éxodo de Egipto, Dios dijo a Israel mediante Moisés: “Voy a enviar un ángel delante de ti para mantenerte en el camino y
para introducirte en el lugar que he preparado. Cuídate a causa de él y obedece su voz. No te portes rebeldemente contra él, porque
no perdonará la transgresión de ustedes; porque mi nombre está dentro de él” (Éxodo 23:20, 21). ¿Quién fue ese ángel?
Probablemente, Jesús en su existencia prehumana.
* it-2 págs. 796-799
RECONCILIACIÓN
Acción de volver a la concordia, de atraer y acordar los ánimos desunidos. Las palabras griegas relacionadas con el término
reconciliación se derivan del verbo al·lás·sō, que significa básicamente “cambiar; alterar”. (Hch 6:14; Gál 4:20, Int.)
Por lo tanto, aunque la forma compuesta ka·tal·lás·sō significa esencialmente “cambiar” o “canjear”, adquirió el significado de
“reconciliar”. (Ro 5:10.) Pablo empleó este verbo al hablar de la mujer separada que debía ‘reconciliarse’ con su esposo. (1Co 7:11.) En
las instrucciones de Jesús registradas en Mateo 5:24 en cuanto a que se deberían ‘hacer primero las paces’ con el hermano antes de
presentar una ofrenda sobre el altar, aparece un término de la misma familia: di·al·lás·so·mai.
Reconciliación con Dios. Pablo utiliza los términos ka·tal·lás·sō y a·po·ka·tal·lás·sō (una forma intensificada) en la carta a los
Romanos y en otras varias, al tratar el tema de la reconciliación del hombre con Dios por medio del sacrificio de Cristo Jesús.
La reconciliación con Dios es necesaria porque ha existido un alejamiento, una separación, una falta de armonía y de relaciones
amistosas, más que eso, enemistad. Esta mala relación se produjo como consecuencia del pecado del primer hombre, Adán, y la
consiguiente pecaminosidad e imperfección que heredaron todos sus descendientes. (Ro 5:12; compárese con Isa 43:27.) Por esa
razón el apóstol podía decir que “el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta a la ley
de Dios, ni, de hecho, lo puede estar [debido a la naturaleza imperfecta y pecaminosa que ha heredado]. Por eso los que están en
armonía con la carne no pueden agradar a Dios”. (Ro 8:7, 8.) Existe enemistad porque las normas perfectas de Dios no permiten que Él
apruebe o tolere el mal. (Sl 5:4; 89:14.) En cuanto a su Hijo, quien reflejó las cualidades perfectas de su Padre, está escrito: “Amaste la
justicia, y odiaste el desafuero”. (Heb 1:9.) Por consiguiente, aunque “Dios es amor” y “tanto amó [...] al mundo [de la humanidad] que
dio a su Hijo unigénito” a favor de él, el hecho es que toda la humanidad ha estado enemistada con Dios, y Él ha manifestado al mundo
de los hombres el amor que se tiene a los enemigos, el amor que está fundado sobre los principios (gr. a·gá·pē) más bien que sobre el
afecto o la amistad (gr. fi·lí·a). (1Jn 4:16; Jn 3:16; compárese con Snt 4:4.)
Como la norma de justicia de Dios es perfecta, no puede tolerar ni aprobar el pecado, pues este consiste en la violación de su voluntad
expresa. Él es “benévolo y misericordioso”, y “rico en misericordia” (Sl 145:8, 9; Ef 2:4); pero no antepone la misericordia a la justicia.
Como se observa correctamente en la Cyclopædia, de M’Clintock y Strong (1894, vol. 8, pág. 958), la relación entre Dios y el hombre
pecaminoso es por ello una relación “legal, como la de un soberano en calidad de juez y un delincuente que ha infringido sus leyes y se
ha alzado contra su autoridad, y al que por tanto se trata como enemigo”. Esta era la situación en la que quedó la humanidad como
consecuencia del pecado heredado de su primer padre, Adán.
La base para la reconciliación. Únicamente puede haber una reconciliación completa con Dios por medio del sacrificio de rescate de
Cristo Jesús; él es “el camino” y nadie va al Padre sino por él. (Jn 14:6.) Su muerte sirvió de “sacrificio propiciatorio [gr. hi·la·smón] por
nuestros pecados”. (1Jn 2:2; 4:10.) La palabra hi·la·smós significa “medio de apaciguamiento; expiación”. Está claro que el sacrificio de
Jesucristo no era un “medio de apaciguamiento” en el sentido de que calmara los sentimientos heridos que Dios pudiera tener o le
aplacara, pues es patente que la muerte de su amado Hijo no produciría tal efecto. Más bien, ese sacrificio apaciguó o satisfizo las
exigencias de la justicia perfecta de Dios al sentar la base recta y justa para el perdón del pecado, a fin de que Dios “sea justo hasta al
declarar justo al hombre [pecaminoso por herencia] que tiene fe en Jesús”. (Ro 3:24-26.) Al suministrar el medio para la expiación o
compensación completa de los pecados y acciones ilícitas humanas, el sacrificio de Cristo creó una situación propicia para que a partir
de ese momento el hombre procurara y consiguiera restablecer una buena relación con el Dios Soberano. (Ef 1:7; Heb 2:17; véase
RESCATE.)
Así que, por medio de Cristo, Dios ha abierto el camino que le permite “reconciliar de nuevo consigo mismo todas las otras cosas,
haciendo la paz mediante la sangre que [Jesús] derramó en el madero de tormento”. Como resultado, los que en un tiempo estaban
“alejados y eran enemigos” debido a que tenían la mente fija en la maldad podían beneficiarse de la reconciliación, que se logra “por
medio del cuerpo carnal de [Jesús] mediante su muerte”, lo que permite que se les presente “santos y sin tacha y no expuestos a
ninguna acusación delante de él”. (Col 1:19-22.) A partir de ese momento, Jehová Dios podía ‘declarar justos’ a los que seleccionase
para ser sus hijos espirituales, quienes no estarían bajo ninguna acusación, pues ya estaban completamente reconciliados con Dios y
en paz con Él. (Compárese con Hch 13:38, 39; Ro 5:9, 10; 8:33.)
¿Qué podemos decir entonces de hombres que sirvieron a Dios antes de la muerte de Cristo? Por ejemplo: Abel, de quien se dijo que
“se le dio testimonio de que era justo, pues Dios dio testimonio respecto a sus dádivas”; Enoc, quien “tuvo el testimonio de haber sido
del buen agrado de Dios”; Abrahán, quien “vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”; Moisés, Josué, Samuel, David, Daniel, Juan el
Bautista y los discípulos de Cristo, a quienes Jesús dijo antes de su muerte: “El Padre mismo les tiene cariño”. (Heb 11:4, 5; Snt 2:23;
Da 9:23; Jn 16:27.) Jehová mantuvo una relación con todos ellos y los bendijo. Por tanto, ¿cómo es que tales personas necesitarían una
reconciliación por medio de la muerte de Cristo?
Estas personas obviamente se reconciliaron hasta cierto grado con Dios. No obstante, al igual que el resto del mundo de la humanidad,
todavía eran pecadores por herencia, como de hecho lo reconocían al ofrecer los sacrificios de animales. (Ro 3:9, 22, 23; Heb 10:1, 2.)
Es verdad que algunos hombres han pecado de manera más abierta o grave que otros, y hasta se han vuelto manifiestamente rebeldes;
pero el pecado sigue siendo pecado, sin importar su grado o alcance. Por lo tanto, como todos son pecadores, todos los descendientes
de Adán, sin excepción, necesitan la reconciliación con Dios que el sacrificio de su Hijo ha hecho posible.
La relativa amistad de Dios con hombres como los mencionados antes se basaba en la fe que ellos mostraron, fe que abarcaba la
creencia de que Dios proveería al debido tiempo el medio para librarlos por completo de su condición pecaminosa. (Compárese con
Heb 11:1, 2, 39, 40; Jn 1:29; 8:56; Hch 2:29-31.) Por consiguiente, la relativa reconciliación de la que disfrutaron estaba supeditada al
rescate que Dios proveería en el futuro. Como se muestra en el artículo DECLARAR JUSTO, Dios ‘contó’, ‘imputó’ o abonó en cuenta su
fe como justicia, y, sobre esa base, teniendo en mira la absoluta certeza de que proveería un rescate, podía considerarlos
provisionalmente sus amigos sin violar sus normas de justicia perfecta. (Ro 4:3, 9, 10; NM, Besson; compárese también con 3:25, 26;
4:17.) Sin embargo, las exigencias propias de su justicia con el tiempo tendrían que satisfacerse, de manera que se saldarían con el
pago real del precio de rescate requerido. Todo esto exalta la importancia del papel de Cristo en el propósito de Dios, y demuestra que,
aparte de Cristo Jesús, no hay ningún hombre que pueda alcanzar una posición de justo ante Dios por méritos propios. (Compárese con
Isa 64:6; Ro 7:18, 21-25; 1Co 1:30, 31; 1Jn 1:8-10.)
Pasos necesarios para conseguir la reconciliación. Dado que Dios es el ofendido y es su ley la que se ha infringido vez tras vez, el
hombre es quien debe reconciliarse con Dios y no Dios con el hombre. (Sl 51:1-4.) El hombre no está en un plano de igualdad con Dios,
y la norma de la justicia divina no está sujeta a cambios, enmiendas o modificaciones. (Isa 55:6-11; Mal 3:6; compárese con Snt 1:17.)
Por lo tanto, sus condiciones para la reconciliación no son negociables, no están sujetas a juicio o componenda. (Compárese con Job
40:1, 2, 6-8; Isa 40:13, 14.) Aunque muchas versiones traducen Isaías 1:18: “El Señor dice: Vengan, vamos a discutir este asunto” (VP),
o emplean expresiones parecidas (BJ, SA, Str), una traducción más adecuada y coherente es: “Vengan, pues, y enderecemos los
asuntos entre nosotros [“Vengan, para que arreglemos cuentas”, RH; véanse también CB, CI, EMN] —dice Jehová—”. La culpa de esta
falta de armonía con Dios la tiene exclusivamente el hombre, no Dios. (Compárese con Eze 18:25, 29-32.)
Este hecho no impide que Dios demuestre su misericordia tomando la iniciativa de abrir el camino para la reconciliación por medio de su
Hijo. El apóstol escribe: “Porque, de hecho, Cristo, mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al tiempo señalado. Porque
apenas muere alguien por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir. Pero Dios
recomienda su propio amor [a·gá·pēn] a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Mucho más,
pues, dado que hemos sido declarados justos ahora por su sangre, seremos salvados mediante él de la ira. Porque si, cuando éramos
enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más, ahora que estamos reconciliados, seremos
salvados por su vida. Y no solo eso, sino que también nos alborozamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, mediante quien
ahora hemos recibido la reconciliación”. (Ro 5:6-11.) Jesús, quien “no conoció pecado”, fue hecho “pecado por nosotros” y murió como
ofrenda humana a fin de librar a las personas de la acusación y la pena del pecado. Librados de tal acusación, tienen la oportunidad de
parecer justos a los ojos de Dios, y, por lo tanto, de “[llegar] a ser justicia de Dios por medio de él [Jesús]”. (2Co 5:18, 21.)
Además, Dios demuestra su misericordia y amor enviando embajadores a la humanidad pecaminosa. En la antigüedad se enviaban
embajadores principalmente en tiempos de hostilidad (compárese con Lu 19:14), no de paz, y su misión solía consistir en ver si podía
evitarse la guerra o en fijar las condiciones que propiciaran la paz cuando existía un estado de guerra. (Isa 33:7; Lu 14:31, 32; véase
EMBAJADOR.) Dios envía a sus embajadores cristianos a los hombres para que puedan aprender sus condiciones de reconciliación y
para que se valgan de ellas. El apóstol escribe: “Somos, por lo tanto, embajadores en sustitución de Cristo, como si Dios estuviera
suplicando mediante nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’”. (2Co 5:20.) Esta súplica no significa que
se debilite la posición de Dios o su oposición al mal; es una invitación misericordiosa a los ofensores para que busquen la paz y
escapen de las inevitables consecuencias de la justa ira divina, que sobrevendrá a los que persistan en oponerse a Su santa voluntad y
que supondrá su segura destrucción. (Compárese con Eze 33:11.) Incluso los cristianos tienen que cuidarse de ‘no aceptar la bondad
inmerecida de Dios y dejar de cumplir su propósito’, es decir, no buscar continuamente el favor y la buena voluntad de Dios durante el
“tiempo acepto” y el “día de salvación” que Él provee misericordiosamente, como muestran las siguientes palabras de Pablo. (2Co
6:1, 2.)
Al reconocer la necesidad de reconciliarse y aceptar la provisión de Dios para ello, a saber, el sacrificio de su Hijo, la persona debe
arrepentirse de su proceder de pecado y convertirse o volverse de seguir el camino del mundo pecaminoso de la humanidad. Apelando
a Dios sobre la base del rescate de Cristo, puede obtener perdón de pecados y reconciliación, y como resultado, “tiempos de
refrigerio [...] de la persona de Jehová” (Hch 3:18, 19), así como paz mental y de corazón. (Flp 4:6, 7.) Como ha dejado de ser un
enemigo con quien Dios está encolerizado, puede decirse que en realidad ha “pasado de la muerte a la vida”. (Jn 3:16; 5:24.) Después,
a fin de mantener la buena voluntad de Dios, ha de ‘invocarle en apego a la verdad’, ‘continuar en la fe y no dejarse mover de la
esperanza de las buenas nuevas’. (Sl 145:18; Flp 4:9; Col 1:22, 23.)
¿En qué sentido ha reconciliado Dios consigo mismo a un mundo?
El apóstol Pablo dice que “mediante Cristo [Dios] estaba reconciliando consigo mismo a un mundo, no imputándoles sus ofensas”. (2Co
5:19.) Estas palabras no deberían interpretarse mal y concluir que todas las personas se reconcilian automáticamente con Dios en virtud
del sacrificio de Jesús, pues seguidamente el apóstol continúa hablando de la obra de embajadores, que consiste en suplicar a los
hombres: “Reconcíliense con Dios”. (2Co 5:20.) Lo que en realidad se proveyó es el medio para que puedan reconciliarse todos los del
mundo de la humanidad que deseen responder. Por consiguiente, Jesús vino “para dar su alma en rescate en cambio por muchos”, y “el
que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. (Mt
20:28; Jn 3:36; compárese con Ro 5:18, 19; 2Te 1:7, 8.)
No obstante, Jehová Dios se propuso “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra”. (Ef
1:10.) Aunque es necesaria la destrucción de los que se niegan a ‘enderezar los asuntos’ (Isa 1:18) con Jehová Dios, el resultado será
un universo en completa armonía con Dios, en el que la humanidad volverá a disfrutar de Su amistad y de bendiciones continuas, como
ocurría al principio en Edén. (Rev 21:1-4.)
Jehová Dios puso fin a la relación que mantenía con la nación de Israel en virtud de Su pacto, debido a que fueron infieles y rechazaron
a su Hijo. (Mt 21:42, 43; Heb 8:7-13.) El apóstol debe referirse a este hecho cuando dice que el ‘desecharlos significó reconciliación
para el mundo’ (Ro 11:15), pues, como muestra el contexto, de este modo se abrió el camino para el mundo ajeno a la comunidad o
congregación judía. En otras palabras, las naciones no judías tenían la oportunidad de unirse a un resto fiel judío, con el que se había
hecho el nuevo pacto, y formar la nueva nación de Dios, el Israel espiritual. (Compárese con Ro 11:5, 7, 11, 12, 15, 25.)
Como pueblo de Dios, su “propiedad especial” (Éx 19:5, 6; 1Re 8:53; Sl 135:4), el pueblo judío había disfrutado de una relativa
reconciliación con Dios, aunque aún tenía la necesidad de una reconciliación plena por medio del predicho Redentor, el Mesías. (Isa
53:5-7, 11, 12; Da 9:24-26.) Las naciones no judías, por otra parte, estaban ‘alejadas del estado de Israel, eran extrañas a los pactos de
la promesa, no tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo’, pues no tenían una posición reconocida ante Él. (Ef 2:11, 12.)
No obstante, de acuerdo con el secreto sagrado relacionado con la Descendencia, Dios se propuso bendecir a personas de “todas las
naciones de la tierra”. (Gé 22:15-18.) El medio para hacerlo, el sacrificio de Cristo Jesús, abrió por tanto el camino para que personas de
las naciones no judías alejadas de Dios ‘estuvieran cerca por la sangre del Cristo’. (Ef 2:13.) No solo esto, sino que aquel sacrificio
también eliminó la división entre el judío y el que no lo era, pues cumplió el pacto de la Ley y lo quitó del camino, lo que permitió a Cristo
“reconciliar plenamente con Dios a ambos pueblos en un solo cuerpo mediante el madero de tormento, porque había matado la
enemistad [la división producida por el pacto de la Ley] por medio de sí mismo”. A partir de entonces, tanto el judío como el que no lo
era podía acercarse a Dios mediante Cristo Jesús, y con el tiempo se introdujo en el nuevo pacto como herederos del Reino con Cristo
a los que no eran judíos. (Ef 2:14-22; Ro 8:16, 17; Heb 9:15.)
* it-2 pág. 87 párr. 4, pág. 93 parrs 2-6; pag 723 parr 1
Su posición fundamental en el propósito de Dios. Jehová Dios tuvo a bien hacer que su Hijo primogénito fuese la figura central o
clave en el cumplimiento de todos sus propósitos (Jn 1:14-18; Col 1:18-20; 2:8, 9), la persona en la que convergería la luz de todas las
profecías y desde la que se irradiaría esta luz (1Pe 1:10-12; Rev 19:10; Jn 1:3-9), la solución a todos los problemas que había
ocasionado la rebelión de Satanás (Heb 2:5-9, 14, 15; 1Jn 3:8) y el fundamento sobre el que Dios edificaría todos sus preparativos
futuros para el bien eterno de su familia universal en el cielo y en la Tierra. (Ef 1:8-10; 2:20; 1Pe 2:4-8.) Debido a la función vital que
desempeña en el propósito de Dios, Jesús pudo decir apropiadamente y sin exageración: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie
viene al Padre sino por mí”. (Jn 14:6.)
‘Dar testimonio acerca de la verdad.’ A la pregunta de Pilato: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?”, Jesús contestó: “Tú mismo dices que yo
soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de
la verdad escucha mi voz”. (Jn 18:37; véase CAUSA JUDICIAL [El juicio de Jesús].) Como muestran las Escrituras, la verdad acerca de
la que dio testimonio no era solo la verdad en general, sino que se trataba de la verdad de máxima importancia en cuanto a lo que eran
y lo que son los propósitos de Dios. Esta verdad estaba basada en el hecho fundamental de la voluntad soberana de Dios y su aptitud
para cumplir dicha voluntad. Jesús reveló mediante su ministerio que esa verdad, contenida en el “secreto sagrado”, era el reino de Dios
con él mismo, el “Hijo de David”, sentado como Rey Sacerdote en el trono. Este fue también, en esencia, el mensaje que proclamaron
los ángeles antes de su nacimiento y una vez que este se produjo en Belén de Judea, la ciudad de David. (Lu 1:32, 33; 2:10-14; 3:31.)
Para que Jesús cumpliera en su ministerio con la comisión de dar testimonio acerca de la verdad, era necesario que no se limitase a
hablar, predicar y enseñar. Además de abandonar su gloria celestial para nacer como humano, tuvo que cumplir todo lo que estaba
profetizado acerca de él, entre lo que se contaban las sombras o modelos contenidos en el pacto de la Ley. (Col 2:16, 17; Heb 10:1.) A
fin de sostener la verdad de la palabra y las promesas proféticas de su Padre, Jesús tuvo que vivir de tal modo que esa verdad se
hiciera realidad, cumplirla de hecho y de palabra, tanto por su modelo de vida como por su muerte. Tenía que ser la verdad, de hecho,
la personificación de la verdad, como él mismo dijo que era. (Jn 14:6.)
Por esta razón, el apóstol Juan pudo escribir que Jesús “estaba lleno de bondad inmerecida y verdad”, y que aunque “la Ley fue dada
por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo”. (Jn 1:14, 17.) La verdad de Dios ‘vino a
ser’, es decir, llegó a su realización, por medio de estos hechos históricos: el nacimiento humano de Jesús, la presentación de sí mismo
a Dios mediante bautismo en agua, sus tres años y medio de servicio público a favor del reino de Dios, su muerte en fidelidad y su
resurrección al cielo. (Compárese con Jn 1:18; Col 2:17.) Por lo tanto, toda la vida terrestre de Jesucristo consistió en “dar testimonio
acerca de la verdad”, acerca de lo que Dios había jurado. De modo que Jesús no fue la sombra de un Mesías o Cristo, sino el verdadero
Mesías que se había prometido. No fue la sombra de un rey sacerdote, sino, en esencia y de hecho, el verdadero Rey Sacerdote que se
había prefigurado. (Ro 15:8-12; compárese con Sl 18:49; 117:1; Dt 32:43; Isa 11:10.)
Esta verdad sería la que ‘libraría a los hombres’ que demostrasen que estaban “de parte de la verdad” al aceptar el papel de Jesús en el
propósito de Dios. (Jn 8:32-36; 18:37.) Quien no haga caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre
cualquier otro fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí mismo, creerá una mentira y seguirá la
dirección del padre de la mentira, el adversario de Dios (Mt 7:24-27; Jn 8:42-47), lo que significará que ‘morirá en sus pecados’. (Jn
8:23, 24.) Por eso Jesucristo no se retuvo de declarar su lugar en el propósito de Dios.
Es verdad que dio orden rigurosa a sus discípulos de que no declararan a nadie su condición de Mesías (Mt 16:20; Mr 8:29, 30) y que
en muy pocas ocasiones se refirió a sí mismo directamente como el Cristo, excepto cuando estaba en privado con ellos. (Mr 9:33,
38, 41; Lu 9:20, 21; Jn 17:3.) Pero con denuedo y regularidad hizo notar que tanto las profecías como sus obras probaban que era el
Cristo. (Mt 22:41-46; Jn 5:31-39, 45-47; 7:25-31.) Cuando Jesús, “cansado del viaje”, habló con una mujer samaritana al lado de un
pozo, se identificó como el Cristo, quizás a fin de despertar la curiosidad de los ciudadanos y hacer que salieran de la ciudad para verle,
como por fin sucedió. (Jn 4:6, 25-30.) El mero hecho de que alegara ser el Mesías no significaría nada si no lo respaldaba con pruebas.
De todos modos, se requería fe de los que lo vieran y oyeran para aceptar la conclusión a la que esas pruebas señalaban
inequívocamente. (Lu 22:66-71; Jn 4:39-42; 10:24-27; 12:34-36.)
Como todas estas profecías se realizan en Jesucristo, lo que ratifica que son verdaderas, se entiende cómo fue que “la verdad [vino] a
ser por medio de Jesucristo”. “Porque no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él.” (Jn 1:17; 2Co
1:20; compárese con Lu 18:31; 24:25, 26, 44-46.) Pedro pudo decir con razón que “de [Jesús] dan testimonio todos los profetas”. (Hch
3:20-24; 10:43; compárese con 28:23.)
* it-2 pags 722 parr 3
Tan pronto como estalló la rebelión en Edén, Jehová Dios empezó este “testimonio de Jesús” dando su profecía concerniente a la
“descendencia” que finalmente ‘magullaría la cabeza de la serpiente’, el adversario de Dios. (Gé 3:15.) El pacto abrahámico profetizaba
que vendría esa descendencia, que por medio de ella se bendecirían todas las familias de la Tierra, y que obtendría victoria sobre el
adversario y la “descendencia” de este. (Gé 22:16-18; compárese con Gál 3:16.) Se predijo que la prometida descendencia, llamada
“Siló” (que significa “Aquel de Quien Es; Aquel a Quien Pertenece”), vendría de la tribu de Judá. (Gé 49:10.) Por medio de la nación de
Israel, Jehová reveló su propósito de tener un “reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éx 19:6; compárese con 1Pe 2:9, 10.) Los
sacrificios estipulados en la Ley dada a Israel prefiguraron el sacrificio del Hijo de Dios, y el sacerdocio, su sacerdocio real y celestial
(con sacerdotes asociados) durante su reinado de mil años. (Heb 9:23, 24; 10:1; Rev 5:9, 10; 20:6.) Por consiguiente, la Ley fue un
‘tutor que conducía a Cristo’. (Gál 3:23, 24.)
* it-2 pág. 88 parrs 1-3
“Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó su vida humana perfecta en sacrificio, lo que
hizo posible que sus seguidores escogidos pudiesen estar en unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de
dicho Reino. (Mt 6:10; Jn 3:16; Ef 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el “Agente Principal [“Príncipe”, ENP; Ga;
NC, 1981; Besson; “Caudillo”, BC] de la vida” para toda la humanidad. (Hch 3:15.) El término griego que se usa en este pasaje significa
básicamente “caudillo principal”, y es una palabra emparentada con la que se aplicó a Moisés (Hch 7:27, 35) en su papel de
“gobernante” de Israel.
Por tanto, en su función de “caudillo principal” o “pionero de la Vida” (Moffat [en inglés]), Jesús introdujo un elemento nuevo y esencial
para conseguir la vida eterna: su papel de intermediario o mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo
Sacerdote de Dios que puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos mortíferos de este (Heb 3:1, 2; 4:14; 7:23-25; 8:1-
3); es el Juez nombrado en cuyas manos se encomienda todo juicio, de modo que administra con prudencia los beneficios de su rescate
a las personas de la humanidad que merezcan vivir bajo su gobernación (Jn 5:22-27; Hch 10:42, 43); mediante él también se consigue
la resurrección de los muertos. (Jn 5:28, 29; 6:39, 40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así a su Hijo, “no hay salvación en
ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser
salvos”. (Hch 4:12; compárese con 1Jn 5:11-13.)
Como su “nombre” también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él sus discípulos, en calidad de representantes del
Agente Principal de la vida, podían curar a personas de sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían
levantar a los muertos. (Hch 3:6, 15, 16; 4:7-11; 9:36-41; 20:7-12.)
LECCION 10 (b)
* W09 1/6 pag 7
Consejos útiles para la gente de hoy
La Biblia nos proporciona principios sencillos y prácticos para la vida actual. Veamos varios ejemplos:
• Para llevarse bien con los demás
“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mateo
7:12.)
“El que se porta como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande.” (Lucas 9:48.)
“Sigan la senda de la hospitalidad.” (Romanos 12:13.)
• Para dejar los vicios y mejorar la personalidad
“El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal.” (Proverbios
13:20.)
“No llegues a estar entre los que beben vino en exceso.” (Proverbios 23:20.)
“No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera.” (Proverbios 22:24.)
• Para dar estabilidad al matrimonio
“Que cada uno de ustedes [...] ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a
su esposo.” (Efesios 5:33.)
“Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen
soportándose [...] y perdonándose liberalmente unos a otros.” (Colosenses 3:12, 13.)
• Para educar a los hijos
“Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él.” (Proverbios 22:6.)
“No estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.” (Efesios 6:4.)
• Para evitar las discusiones
“La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera.” (Proverbios 15:1.)
“En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera.” (Romanos 12:10.)
En asuntos económicos, se evitan problemas cuando los acuerdos, aunque sean entre amigos, se ponen por escrito. Así lo hizo el
profeta Jeremías, quien dijo: “Escribí en una escritura y le puse el sello y tomé testigos al ponerme a pesar el dinero en la balanza”
(Jeremías 32:10).
• Para tener una actitud positiva
“Cuantas cosas sean verdaderas, [...] amables, [...] de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de
alabanza, continúen considerando estas cosas.” (Filipenses 4:8.)
La Biblia recomienda no centrarse en las ideas negativas y censura a quienes siempre andan quejándose de “su suerte en la vida”.
Más bien, aconseja: “Regocíjense en la esperanza” (Judas 4, 16; Romanos 12:12).
Si ponemos en práctica estos principios, viviremos más felices y tranquilos, y nuestra forma de vida agradará a Dios. Además,
recibiremos grandes bendiciones, pues la Biblia promete: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”
(Salmo 37:29).
* W02 15/4 pag 19 parrs 4-6
Principios piadosos
4 ¿Qué son los principios? Se define principio como “regla de conducta. Verdad o idea que sirve de fundamento a otras o a un
razonamiento” (Diccionario de uso del español, de María Moliner). Un estudio detenido de la Biblia revela que nuestro Padre celestial
suministra directrices esenciales que abarcan diversas situaciones y aspectos de la vida, y lo hace teniendo presente nuestro beneficio
eterno. Esto armoniza con lo que escribió el sabio rey Salomón: “Oye, hijo mío, y acepta mis dichos. Entonces para ti los años de vida
llegarán a ser muchos. Yo ciertamente te instruiré aun en el camino de la sabiduría; ciertamente haré que pises en los senderos trillados
de la rectitud” (Proverbios 4:10, 11). Los principios fundamentales que suministra Jehová influyen en nuestra relación con él y con
nuestros semejantes, en nuestra adoración y en nuestra vida diaria (Salmo 1:1). Analicemos algunos de dichos principios esenciales.
5 Jesús dijo respecto a nuestra relación con Jehová: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con
toda tu mente” (Mateo 22:37). Además, Dios da principios que tienen que ver con el modo de tratar al semejante, como la Regla Áurea:
“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12;
Gálatas 6:10; Tito 3:2). Se nos da este consejo tocante a la adoración que rendimos: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al
amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos” (Hebreos 10:24, 25). En lo que se refiere a los aspectos de la vida cotidiana,
el apóstol Pablo dice: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de
Dios” (1 Corintios 10:31). En la Palabra de Dios hay una innumerable cantidad de otros principios.
6 Los principios son verdades vigentes y esenciales, y los cristianos sabios aprenden a amarlos. Jehová inspiró a Salomón a escribir lo
siguiente: “De veras presta atención a mis palabras. A mis dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu
corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne” (Proverbios 4:20-22). ¿En qué difieren los principios de las leyes?
Los principios constituyen el fundamento de las leyes. Las reglas, que suelen ser específicas, tal vez sean pertinentes para cierto tiempo
o situación, mientras que los principios son eternos (Salmo 119:111). Los principios divinos no se vuelven anticuados ni pierden
vigencia. Las palabras inspiradas del profeta Isaías resultan veraces: “La hierba verde se ha secado, la flor se ha marchitado; pero en
cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo indefinido” (Isaías 40:8).
* W02 15/4 pag 20 parr 9
9 Entender y aplicar los principios bíblicos no es tan sencillo como seguir un código legal. Los seres humanos imperfectos tal vez
rehuyamos el esfuerzo que exige razonar partiendo de principios, y prefiramos la comodidad de seguir una regla al tomar decisiones o
vernos ante una disyuntiva. Es posible que en ocasiones busquemos la dirección de un cristiano maduro —por ejemplo, un anciano de
congregación— con la esperanza de que nos dé una regla específica pertinente para el caso. Sin embargo, puede ser que ni la Biblia
ni las publicaciones que en ella se basan suministren una regla categórica, y aun si se nos proporciona una, no nos servirá en todo
momento ni en toda circunstancia. Quizá recordemos que cierto hombre hizo esta petición a Jesús: “Maestro, di a mi hermano que
divida conmigo la herencia”. En lugar de apresurarse a dictar una norma para resolver las disputas entre hermanos carnales, Jesús
enunció un principio más general: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia”. De ese modo suministró una
pauta que fue útil entonces y sigue siéndolo hoy día (Lucas 12:13-15).
* W06 15/6 pags 21,22
Cómo satisfacer nuestra necesidad espiritual
6 El ser humano fue creado con varias necesidades. Por ejemplo: para gozar de salud física es imprescindible tener alimento, bebida y
cobijo. Sin embargo, también hay que saciar la “necesidad espiritual”, ya que de lo contrario no se alcanza la verdadera felicidad (Mateo
5:3). Jehová dio tanta importancia a satisfacer esta necesidad innata que mandó a su pueblo que interrumpiera sus actividades
normales un día a la semana para dedicarlo por completo a los asuntos espirituales.
7 La ley del sábado subrayaba el valor de cultivar la espiritualidad. La primera vez que aparece la palabra sábado en la Biblia es con
relación a la dádiva del maná provista en el desierto. Se mandó a los israelitas recoger aquel pan milagroso durante seis días. En la
última jornada tenían que acumular “el pan de dos días”, pues no habría maná el séptimo día. Este sería “un sábado santo a Jehová”,
durante el cual cada uno habría de quedarse ‘sentado en su lugar’ (Éxodo 16:13-30). Uno de los Diez Mandamientos establecía, bajo
pena de muerte, que no se realizara ningún tipo de trabajo el sábado, pues era un día sagrado (Éxodo 20:8-11; Números 15:32-36).
8 La ley del sábado reflejaba el interés de Jehová por el bienestar físico y espiritual de su pueblo. “El sábado vino a existir por causa del
hombre”, dijo Jesús (Marcos 2:27). Esta disposición no solo permitía descansar a los israelitas, sino que también les daba la
oportunidad de acercarse a su Creador y demostrarle que lo amaban (Deuteronomio 5:12). Era un día dedicado exclusivamente a los
asuntos espirituales, en el que la familia podía adorar a Dios, orarle y meditar sobre su Ley. El sábado sirvió para evitar que los israelitas
emplearan todo su tiempo y energías en ir tras intereses materiales, pues les recordaba que su relación con Jehová era lo más
importante en la vida. Jesús reiteró este principio inmutable al decir: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de
toda expresión que sale de la boca de Jehová’” (Mateo 4:4).
9 El pueblo de Dios ya no tiene que guardar un descanso sabático literal de veinticuatro horas; con todo, tal disposición no es
simplemente una curiosidad histórica (Colosenses 2:16). ¿No es verdad que también nos recuerda a nosotros que debemos dar
prioridad a las actividades espirituales? No podemos permitir que los intereses espirituales queden eclipsados por las preocupaciones
económicas o por las diversiones (Hebreos 4:9, 10). De modo que cabría preguntarse: “¿Qué ocupa el primer lugar en mi vida? ¿Doy
prioridad a estudiar, orar, asistir a las reuniones cristianas y predicar las buenas nuevas del Reino? ¿O los dejo de lado por otros
intereses?”. Si ponemos los asuntos espirituales en primer lugar en nuestra vida, Jehová nos asegura que tendremos cubiertas las
necesidades básicas (Mateo 6:24-33).
10 Algo que nos ayudará a acercarnos a Jehová es dedicar tiempo a estudiar la Biblia y las publicaciones basadas en ella, y reflexionar
sobre su mensaje (Santiago 4:8). Susan, quien empezó a estudiar regularmente la Biblia hace unos cuarenta años, reconoce que al
principio no disfrutaba, sino que se aburría. Sin embargo, le fue gustando cada vez más a medida que leía. Ahora echa de menos su
estudio personal si por alguna razón tiene que suspenderlo. “El estudio me ha ayudado a conocer a Jehová y a verlo como un Padre —
dice—. Puedo confiar en él, apoyarme en él y orarle con toda libertad. Es impresionante ver lo mucho que Jehová ama a sus siervos,
cómo me cuida personalmente y lo que ha hecho por mí.” ¿Verdad que nos sentimos felices cuando satisfacemos nuestra necesidad
espiritual?
* W02 15/4 pag 22 parr 16
16 Al esforzarnos por obedecer a Jehová, es importante que tengamos presente que sus leyes se basan en principios fundamentales.
Por ejemplo, los cristianos han de huir de la idolatría, la inmoralidad sexual y el uso impropio de la sangre (Hechos 15:28, 29). ¿Qué hay
detrás de la posición cristiana respecto a estos asuntos? Que Dios merece devoción exclusiva, que debemos ser fieles a nuestro
cónyuge y que Jehová es el Dador de la vida (Génesis 2:24; Éxodo 20:5; Salmo 36:9). Comprender estos principios subyacentes facilita
el que obedezcamos las leyes relacionadas.
* it-2 pag 930
SANGRE
Fluido maravilloso que circula por el sistema vascular de los seres humanos y de la mayoría de los animales pluricelulares; en hebreo es
dam, y en griego, hái·ma. La sangre suministra nutrientes y oxígeno a todas las partes del cuerpo, se lleva los desechos y desempeña
un papel fundamental en proteger al cuerpo de las infecciones. Su composición química es tan sumamente compleja que los científicos
aún desconocen mucho sobre la sangre.
La sangre está tan enlazada con los procesos de la vida que en la Biblia se dice que el alma está en la sangre: “Porque el alma de la
carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo
que hace expiación en virtud del alma en ella”. (Le 17:11.) La Biblia relaciona aún de modo más directo la vida con la sangre al decir: “El
alma de toda clase de carne es su sangre”. (Le 17:14.) Está claro que la Palabra de Dios trata la vida y la sangre como algo sagrado.
Quitar la vida. Jehová es la fuente de la vida. (Sl 36:9.) El hombre no puede devolver una vida que haya quitado. “Todas las almas... a
mí me pertenecen”, dice Jehová. (Eze 18:4.) Por lo tanto, quitar una vida es quitar la propiedad de Jehová. Todo ser vivo tiene un
propósito y un lugar en la creación de Dios. Ningún hombre tiene el derecho de quitar una vida excepto cuando Dios lo permite y según
la manera como Él dice.
Después del Diluvio, se ordenó a Noé y sus hijos, los progenitores de toda la raza humana, que respetaran la vida, la sangre, de sus
semejantes. (Gé 9:1, 5, 6.) Por otra parte, Dios tuvo la bondad de permitirles añadir la carne animal a su dieta. Sin embargo, tenían que
reconocer que la vida de todo animal que mataran para comer pertenecía a Dios, y debían demostrarlo derramando la sangre en el
suelo como agua. Este era un modo de devolverla a Dios y no utilizarla para propósitos personales. (Dt 12:15, 16.)
El hombre tenía el derecho de disfrutar de la vida que Dios le había concedido, y cualquiera que le privara de esa vida sería
responsable ante Dios. Esto se mostró cuando Dios dijo al asesino Caín: “La sangre de tu hermano está clamando a mí desde el suelo”.
(Gé 4:10.) Incluso si alguien odiaba a su hermano hasta el grado de desear verlo muerto, o lo calumniaba o daba un falso testimonio
contra él con el objeto de poner en peligro su vida, se hacía culpable de la sangre de su prójimo. (Le 19:16; Dt 19:18-21; 1Jn 3:15.)
Debido al punto de vista de Dios sobre el valor de la sangre, se decía que la sangre de una persona asesinada contaminaba la tierra,
una contaminación que solo podía expiarse si se derramaba la sangre del homicida. Tomando esto como base, la Biblia autorizaba la
pena capital para el asesino, la cual se ejecutaba mediante la autoridad debidamente constituida. (Nú 35:33; Gé 9:5, 6.) En el Israel
antiguo no estaba permitido aceptar ningún rescate para librar de la pena de muerte a un asesino deliberado. (Nú 35:19-21, 31.)
En los casos en que no se podía descubrir al homicida a pesar de las investigaciones, se consideraba culpable de derramamiento de
sangre a la ciudad más cercana al lugar donde se había encontrado el cadáver. Para eliminar dicha culpabilidad, los ancianos de esa
ciudad tenían que efectuar el procedimiento requerido por Dios, negar rotundamente cualquier culpa o conocimiento del asesinato y orar
a Dios por su misericordia. (Dt 21:1-9.) Si un homicida involuntario no estaba seriamente preocupado por haber quitado una vida y
no seguía el procedimiento fijado por Dios para protegerse huyendo a la ciudad de refugio y permaneciendo allí, el pariente más
cercano del muerto, como vengador autorizado, estaba obligado a matarle para eliminar del país la culpa de sangre. (Nú 35:26, 27;
véase VENGADOR DE LA SANGRE.)
* W12 15/1 pags 16-21
Lecciones que aprendemos de “la armazón [...] de la verdad”
“Tienes en la Ley la armazón del conocimiento y de la verdad.” (ROM. 2:20)
GRACIAS a los libros que escribió Pablo por inspiración, captamos el significado de muchos aspectos de la Ley mosaica que, de otro
modo, serían difíciles de entender. Tomemos como ejemplo la carta a los Hebreos. Allí, el apóstol nos habla de Jesús en su función de
“sumo sacerdote misericordioso y fiel”, y nos aclara cómo pudo ofrecer de una vez para siempre un “sacrificio propiciatorio” que
resultará en la “liberación eterna” de todos los que muestren fe en él (Heb. 2:17; 9:11, 12). Igualmente, señala que el tabernáculo fue tan
solo una “sombra de las cosas celestiales” y que Cristo fue Mediador de “un pacto mejor” que el que introdujo Moisés (Heb. 7:22; 8:1-5).
En tiempos de Pablo, estas explicaciones acerca de la Ley fueron muy útiles para los cristianos. Y hoy lo siguen siendo, pues nos
ayudan a comprender mejor lo valiosas que son todas las medidas que Dios ha tomado para ayudarnos.
2 En su carta a los Romanos, Pablo dirigió algunos de sus comentarios a miembros de la congregación que eran de origen judío y
habían sido educados en la Ley mosaica. Él admitió que conocían muy bien aquel código divino y que, por eso, tenían la ventaja de
poseer “la armazón del conocimiento y de la verdad” acerca de Dios y sus justos principios. Aquellos cristianos venidos del judaísmo
comprendían y respetaban sinceramente esa armazón, o estructura general, de la verdad. Por ello, al igual que los israelitas fieles que
les habían precedido, podían guiar, enseñar e iluminar a las personas de otros pueblos, las cuales no estaban familiarizadas con la Ley
que Jehová había dado a Israel (léase Romanos 2:17-20).
SOMBRAS DEL SACRIFICIO DE JESÚS
3 La armazón de la verdad que mencionó Pablo sigue siendo muy necesaria para entender los propósitos de Dios. En efecto, los
principios en que se basa la Ley que recibió Israel no han perdido valor ni vigencia. Teniendo esto presente, concentrémonos en un
aspecto concreto de dicha Ley: las instrucciones sobre cómo debían hacerse los sacrificios y ofrendas. Observaremos cómo
contribuyeron a que los judíos humildes aceptaran a Cristo y entendieran lo que Jehová esperaba de ellos. Y también veremos de qué
forma nos ayudan dichas normas a analizar la calidad de nuestro servicio sagrado, dado que los requisitos básicos que Jehová fija para
sus siervos nunca cambian (Mal. 3:6).
4 En la Ley, los judíos de la antigüedad encontraban a cada paso indicaciones de que eran pecadores. Sirva como muestra la regla de
purificarse después de tocar un muerto. Al tercer y al séptimo día de haber estado en contacto con él, la persona impura tenía que ser
rociada con “agua de limpieza” ceremonial, la cual se elaboraba degollando una vaca roja sana, quemándola y disolviendo sus cenizas
(Núm. 19:1-13). Otra norma semejante exigía que las parturientas guardaran un período de impureza y luego ofrecieran un sacrificio de
expiación. Así se recordaba que los seres humanos transmiten en la reproducción el pecado y la muerte (Lev. 12:1-8).
5 En la vida diaria había muchas otras situaciones que requerían que los siervos de Jehová sacrificaran animales para expiar los
pecados. Sea que se dieran cuenta o no, tales ofrendas —que con el tiempo llegaron a realizarse en el templo— eran una “sombra”, o
modelo, que prefiguraba el sacrificio perfecto de Jesús (Heb. 10:1-10).
EL ESPÍRITU CON QUE DEBÍAN HACERSE LOS SACRIFICIOS
6 Cuando los israelitas sacrificaban a Jehová un animal, era imprescindible que este se encontrara totalmente sano: sin deformidades,
ceguera, heridas ni enfermedades (Lev. 22:20-22). Igualmente, cuando le presentaban frutos o granos, debían ser las “primicias”, o
primeros frutos, y “lo óptimo”, sí, lo mejor de la cosecha (Núm. 18:12, 29). Él no iba a aceptarles ofrendas de segunda categoría. ¿A qué
señalaba el requisito de entregarle únicamente animales sin defectos? Al hecho de que el sacrificio de Jesús sería perfecto, sin tacha
alguna, y que al proporcionar este medio para redimir a la humanidad, Jehová estaría dando lo mejor y lo que más quería (1 Ped.
1:18, 19).
7 Sin duda, el adorador que agradecía de corazón la bondad divina seleccionaba para Jehová lo mejor que tenía a su alcance. Cierto,
cada uno decidía si la dádiva sería de mayor o menor calidad. Pero nadie debía olvidar que si presentaba algo defectuoso daba a
entender que veía la ofrenda como un mero trámite e incluso una carga, por lo cual no complacería a Dios (léase Malaquías 1:6-8, 13).
Teniendo en cuenta este hecho, hacemos bien en preguntarnos: “¿Con qué espíritu le sirvo a Jehová? ¿Me convendría evaluar la
calidad de mi adoración y mis motivos al realizarla?”.
8 A veces, los israelitas ofrecían sacrificios voluntarios. ¿Por qué razón? Podía ser porque estaban agradecidos a Jehová o, como
sucedía con las ofrendas quemadas, porque deseaban su aprobación. En cualquiera de estos casos, no debía resultarles difícil
seleccionar para él los animales adecuados. ¡Con gusto le daban lo mejor! Hoy, los cristianos no le entregamos ninguna de las ofrendas
que estipulaba la Ley mosaica. Sin embargo, seguimos haciéndole sacrificios, ya que dedicamos a su servicio una buena parte de
nuestro tiempo, energías y recursos. El apóstol Pablo señaló que al efectuar la “declaración pública” de nuestra esperanza, al “hacer [el]
bien” y al “compartir cosas con otros”, estamos presentándole sacrificios que le complacen (Heb. 13:15, 16). El espíritu con el que
llevamos a cabo estas actividades revela hasta qué punto le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotros y todo lo que nos ha dado.
Como vemos, nuestros motivos y actitudes al participar en el servicio cristiano deben ser los correctos, igual que sucedía con los fieles
que hacían sacrificios voluntarios en la antigüedad.
9 Cuando los israelitas cometían determinados errores, la Ley mosaica les exigía presentar ofrendas tanto por el pecado como por la
culpa. Al tratarse de sacrificios obligatorios, ¿los harían con una disposición o actitud diferente, quizás hasta de mala gana? (Lev.
4:27, 28.) Si de verdad deseaban mantener una buena relación con Jehová, jamás actuarían así.
10 Hoy se producen situaciones similares. Tal vez nos demos cuenta de que sin querer hemos ofendido a un hermano al actuar de forma
desconsiderada o descuidada. O puede que hayamos cometido una falta y nos remuerda la conciencia. Si tomamos en serio nuestro
servicio a Jehová, haremos todo lo posible por arreglar las cosas. Quizás tengamos que disculparnos sinceramente o, si se trata de
pecados graves, pedir la amorosa ayuda de los superintendentes cristianos (Mat. 5:23, 24; Sant. 5:14, 15). Como vemos, para corregir
las faltas cometidas contra el prójimo o contra Dios hay que hacer “sacrificios”. Pero al pagar este precio, restablecemos la buena
relación con Jehová y con el hermano, y aliviamos nuestra conciencia. A su vez, esto nos confirma que actuar como pide Jehová es
siempre lo mejor.
11 La Ley mosaica también estipulaba que los fieles hicieran sacrificios de comunión como muestra de que estaban en paz con Jehová.
Tanto ellos como sus familias comían la carne de los animales, a menudo en los comedores del templo. También recibían porciones el
sacerdote que oficiaba y los demás que se hallaban de servicio (Lev. 3:1, nota; 7:31-33). Lo único que se pretendía con estos sacrificios
era gozar de una buena relación con Dios. Era como si el adorador, su familia, los sacerdotes y Jehová celebraran un banquete juntos y
en paz.
12 ¿Podía haber un mayor privilegio que, por decirlo así, invitar a Jehová a una comida y que él aceptara? Como es lógico, quienes
fueran los anfitriones querrían ofrecerle lo mejor a tan ilustre huésped. Los sacrificios de comunión, como parte de la armazón de la
verdad que hallamos en la Ley, apuntaban a una realidad mayor: gracias al sacrificio de Jesús, todos los seres humanos tienen la
oportunidad de entrar en una relación pacífica con su Creador. En la actualidad, quienes le sacrifican a Dios de buena gana sus
energías y recursos disfrutan de una estrecha amistad con él.
ADVERTENCIAS SOBRE LOS SACRIFICIOS
13 Como hemos visto, la Biblia indica que Jehová aprobaba las ofrendas prescritas por la Ley únicamente si se hacían con el espíritu y la
actitud que él pedía. De hecho, contiene ejemplos de sacrificios que Dios rechazó. Repasemos dos de ellos y notemos por qué
no fueron aceptados.
14 El profeta Samuel le señaló al rey Saúl que había llegado el momento de ejecutar la sentencia divina contra los amalequitas: tenía
que exterminarlos tanto a ellos como a sus rebaños. Sin embargo, una vez que los derrotó, permitió que sus soldados conservaran con
vida a Agag, el rey de Amaleq. Y lo mismo hizo con los mejores animales del rebaño, argumentando que podía sacrificárselos a Jehová
(1 Sam. 15:2, 3, 21). Pero ¿cómo se sintió Dios? Le indignó tanto la desobediencia de Saúl que lo destituyó de su cargo (léase
1 Samuel 15:22, 23). De este pasaje extraemos la siguiente lección: si no obedecemos a Jehová, él no aceptará nuestros sacrificios.
15 Encontramos un ejemplo parecido en el libro de Isaías. En tiempos del profeta, muchos israelitas cumplían con sus sacrificios pero
vivían entregados al pecado. Su mala conducta demostraba que sus sacrificios eran puramente mecánicos; así que carecían de valor.
Por eso, Jehová les dijo: “¿De qué provecho me es la multitud de sus sacrificios? [...] Suficiente he tenido ya de holocaustos de carneros
y de la grasa de animales bien alimentados; y en la sangre de toros jóvenes y corderos y machos cabríos no me he deleitado. [...]
Cesen de traer más ofrendas de grano que nada valen. El incienso... me es algo detestable”. Además, Dios les dejó muy claro cuál era
el problema al señalarles: “Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han llenado de derramamiento de
sangre. Lávense; límpiense; quiten la maldad de sus tratos de enfrente de mis ojos; cesen de hacer lo malo” (Isa. 1:11-16).
16 Jehová detestaba los sacrificios de quienes violaban sus normas sin mostrar ningún arrepentimiento. Pero aceptaba con gusto las
oraciones y ofrendas de quienes se esforzaban de corazón por cumplir sus mandatos. Gracias a la armazón de la Ley, aquellos fieles
comprendían que eran pecadores y necesitaban conseguir el perdón de Dios (Gál. 3:19). Les dolía haberlo ofendido con su conducta.
Nosotros también debemos reconocer hoy que necesitamos el sacrificio de Cristo, el cual puede expiar por completo nuestros pecados.
Si apreciamos este hecho, Jehová aceptará con deleite todo lo que le ofrezcamos en su servicio (léase Salmo 51:17, 19).
DEMOSTREMOS FE EN EL SACRIFICIO DE JESÚS
17 A diferencia de los cristianos, los israelitas tenían que contentarse con ver una simple “sombra” de los propósitos divinos (Heb. 10:1).
Aun así, las leyes sobre sacrificios los animaron a cultivar las actitudes necesarias para ser amigos de Dios. Los ayudaron a
manifestarle agradecimiento sincero, sentir el deseo de darle lo mejor y tener claro que necesitaban ser redimidos. Nosotros contamos
con mucho más: las explicaciones de las Escrituras Griegas. Gracias a ellas conocemos los beneficios del rescate. En el futuro, el
sacrificio de Jesús hará posible que Jehová elimine para siempre los efectos del pecado, pero ya en la actualidad nos permite disfrutar
de una conciencia limpia a sus ojos. ¡Qué regalo tan maravilloso es el rescate! (Gál. 3:13; Heb. 9:9, 14.)
18 Ahora bien, no basta con entender el rescate para beneficiarse de él. Recordemos las palabras de Pablo: “La Ley ha llegado a ser
nuestro tutor que nos conduce a Cristo, para que se nos declarara justos debido a fe” (Gál. 3:24). Así es, debemos demostrar fe, pero
una fe que se traduzca en obras (Sant. 2:26). En el siglo primero había muchos cristianos que conocían los principios básicos de la Ley
—la armazón del conocimiento—, y el apóstol los exhortó a ponerlos en práctica en su vida. Al hacerlo, su conducta estaría en armonía
con los principios que enseñaban (léase Romanos 2:21-23).
19 Aunque los cristianos ya no tenemos que guardar la Ley mosaica, aún tenemos que ofrecerle a Jehová sacrificios gratos a sus ojos.
En el próximo artículo veremos cómo podemos hacerlo.
* W97 15/10 pags 28-30
Percibir los principios refleja madurez
LAS malas compañías echan a perder los hábitos útiles. Se siega lo que se siembra. (1 Corintios 15:33; Gálatas 6:7.) Cada una de
estas declaraciones, en sentido físico o espiritual, es un ejemplo de una verdad fundamental —un principio—, y de cada una de ellas
pueden derivarse leyes. El carácter de las leyes suele ser temporal y específico. Los principios, por el contrario, son amplios y pueden
durar para siempre. Así, la Palabra de Dios nos anima a pensar, de ser posible, en función de principios.
El Diccionario de uso del español define “principio” como “verdad o idea que sirve de fundamento a otras o a un razonamiento”. Y el
Diccionario Esencial Santillana de la lengua española incluye la siguiente acepción: “Causa primitiva o primera de una cosa o aquello de
lo que procede algo”. Por ejemplo, a un niño se le puede dar la ley “no toques la cocina”. Pero para un adulto la advertencia “la cocina
está caliente” sería suficiente. Observe que la última es una declaración más amplia. Puesto que va a influir en la actuación —como
cocinar, hornear o apagar el fuego— en cierto sentido se convierte en un principio.
Los principios más importantes de la vida son, por supuesto, de naturaleza espiritual; rigen la adoración que damos a Dios y nuestra
felicidad. Algunas personas, sin embargo, prefieren evitar el esfuerzo que requiere razonar basándose en principios. Prefieren la
comodidad de una regla cuando tienen que tomar una decisión. Este no es el proceder de la sabiduría, y contrasta con el ejemplo que
dieron los hombres fieles de tiempos bíblicos. (Romanos 15:4.)
Hombres de principios piadosos
Entre los hombres imperfectos, podría llamarse a Abel el primer hombre de principios piadosos. Posiblemente pensó mucho en la
promesa sobre la “descendencia” y se dio cuenta de que la redención del pecado implicaría un sacrificio cruento. (Génesis 3:15.) Por
ello ofreció a Dios “algunos primogénitos de su rebaño”. La frase “aun sus trozos grasos” muestra que Abel dio a Jehová lo mejor que
tenía. Sin embargo, no fue hasta más de dos mil años después de la muerte de Abel que Dios explicó con detalle sus requisitos sobre
los sacrificios. A diferencia de Abel, hombre de principios y temeroso de Dios, su hermano Caín presentó una ofrenda de sacrificio por
pura formalidad. Pero su actitud dejaba mucho que desear; algo en su ofrenda indicaba que tenía un corazón falto de principios.
(Génesis 4:3-5.)
Noé también fue un hombre de principios piadosos. Aunque el relato bíblico dice que Dios le mandó específicamente construir un arca,
no leemos que le mandara predicar a sus coetáneos. De todos modos, a Noé se le llama “predicador de justicia”. (2 Pedro 2:5.) Aunque
es probable que Dios le indicara a Noé que debía predicar, sin duda su sentido de los principios y su amor al prójimo lo indujeron a
hacerlo. Puesto que vivimos en tiempos parecidos a los de Noé, imitemos su excelente actitud y ejemplo.
A diferencia de los líderes religiosos de su día, Jesús enseñó a la gente a pensar en función de principios. Su Sermón del Monte es un
ejemplo de ello. Todo él apela a los principios. (Mateo, capítulos 5-7.) Jesús enseñó de este modo porque conocía bien a Dios, como
también lo conocieron Abel y Noé antes que él. Aun de muchacho, respetó la verdad fundamental: “No solo de pan [...], sino que de toda
expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Deuteronomio 8:3; Lucas 2:41-47.) Sí, la clave para ser una persona de principios
piadosos es conocer verdaderamente a Jehová: sus gustos, sus aversiones y sus propósitos. Cuando estas ideas fundamentales en
cuanto a Dios dirigen nuestra vida, se convierten, de hecho, en principios vivos. (Jeremías 22:16; Hebreos 4:12.)
Los principios y el corazón
Es posible obedecer una ley a regañadientes, quizá debido al miedo del castigo que conlleva desobedecerla. Sin embargo, actuar en
consecuencia con un principio excluye tal actitud, pues, por la misma naturaleza de este, el corazón de la persona es lo que la motiva a
observarlo. Piense en el caso de José, quien, como Abel y Noé, vivió antes del establecimiento del pacto de la Ley mosaica. Cuando la
esposa de Potifar intentó seducirlo, este respondió: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. En
efecto, José conocía el principio de que el esposo y la esposa son “una sola carne”. (Génesis 2:24; 39:9.)
Hoy el mundo está falto de principios justos. Se alimenta con glotonería de violencia e inmoralidad. El cristiano corre el peligro de querer
mordisquear, quizá en secreto, el mismo alimento basura: películas, vídeos o libros. Qué loable es, pues, que, como José, rechacemos
el mal por principio, recordando que Dios conservará con vida a través de la venidera “gran tribulación” solo a aquellos que son leales.
(Mateo 24:21.) Sí, es fundamentalmente lo que hacemos en privado, no en público, lo que revela lo que en verdad somos en nuestro
interior. (Salmo 11:4; Proverbios 15:3.)
En consecuencia, si nos guiamos por los principios bíblicos, no buscaremos supuestas lagunas en las leyes de Dios ni intentaremos ver
cuánto podemos apartarnos de ellas sin violarlas. Este modo de pensar es contraproducente; a la larga nos perjudica.
Mire más allá de la ley
Por supuesto, las leyes desempeñan un papel esencial en la vida cristiana. Son como centinelas que nos ayudan a protegernos, y
encierran muchos principios importantes. Si no percibimos estos principios, el amor que le tenemos a una determinada ley puede
enfriarse. La antigua nación de Israel demostró este hecho.
Dios dio a Israel los Diez Mandamientos, el primero de los cuales prohibía la adoración a cualquier otro dios que no fuera Jehová. Una
verdad fundamental tras esta ley es que Jehová creó todas las cosas. (Éxodo 20:3-5.) Pero ¿vivió la nación en armonía con este
principio? Jehová mismo contesta: “‘Tú eres mi padre [decían los israelitas]’, y a una piedra [clamaban]: ‘Tú me has dado la vida’. Ellos
me dan la espalda, no la cara”. (Jeremías 2:27, Biblia de América.) ¡Qué estupidez más insensible y falta de principios! ¡Y cómo hirió el
corazón de Jehová! (Salmo 78:40, 41; Isaías 63:9, 10.)
Dios también ha dado leyes a los cristianos. Por ejemplo, deben evitar la idolatría, la inmoralidad sexual y el uso indebido de la sangre.
(Hechos 15:28, 29.) Pensando en ello, podemos ver principios subyacentes, como: Dios merece nuestra devoción exclusiva; debemos
ser fieles a nuestro cónyuge; y Jehová es quien nos ha dado la vida. (Génesis 2:24; Éxodo 20:5; Salmo 36:9.) Al percibir y apreciar
profundamente los principios tras estas directrices, nos damos cuenta de que son para nuestro propio bien. (Isaías 48:17.) Para
nosotros, los “mandamientos [de Dios] no son gravosos”. (1 Juan 5:3.)
Aunque los israelitas habían pasado por alto los mandamientos de Dios, para el tiempo de Jesús los “escribas, o doctores de la ley”, se
habían ido al otro extremo. Habían formulado una gran cantidad de reglas y tradiciones que obstaculizaban la adoración verdadera y
ocultaban los principios piadosos. (Mateo 23:2, Torres Amat.) La gente se había resignado al fracaso, a la desesperanza o a la
hipocresía. (Mateo 15:3-9.) Y muchas de estas reglas de los hombres eran inhumanas. Cuando iba a curar a un hombre que tenía la
mano seca, Jesús preguntó a los fariseos que había presentes: “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno?”. Su silencio equivalía a
un sonoro no, lo cual dejó a Jesús “cabalmente contristado por la insensibilidad de sus corazones”. (Marcos 3:1-6.) Los fariseos podían
ayudar en sábado a un animal doméstico que se había caído o estaba herido (pues era una inversión económica), pero nunca a un
hombre o una mujer, a menos que fuera cuestión de vida o muerte. De hecho, estaban tan obsesionados con las reglas y los
tecnicismos humanos que, como hormigas que corretean sobre una pintura, no eran capaces de ver todo el cuadro, es decir, los
principios divinos. (Mateo 23:23, 24.)
Hasta los jóvenes, cuando tienen un corazón sincero, pueden honrar a Jehová por su aprecio a los principios bíblicos. El profesor de
Rebecca, una joven de 13 años de edad, preguntó a la clase quiénes estarían dispuestos a jugar por dinero. La mayoría dijo que no.
Pero cuando se mencionaron varias situaciones, todos, excepto Rebecca, admitieron que jugarían de una manera u otra. El profesor le
preguntó a Rebecca si compraría un boleto de 20 centavos para una rifa en favor de una causa noble. Rebecca dijo que no, y presentó
las razones bíblicas de por qué eso sería una forma de juego. El profesor dijo entonces a toda la clase: “En mi opinión, Rebecca es la
única aquí que tiene lo que yo llamo ‘principios’ en el verdadero sentido de la palabra”. Sí, Rebecca podría haber contestado
sencillamente: “Mi religión me lo prohíbe”, pero su razonamiento fue más profundo; pudo explicar por qué el juego es impropio y por qué
no quería participar en él.
Ejemplos como el de Abel, Noé, José y Jesús nos muestran cómo podemos beneficiarnos de nuestra “capacidad de pensar” y “facultad
de raciocinio” al adorar a Dios. (Proverbios 2:11; Romanos 12:1.) Los ancianos cristianos hacen bien en imitar a Jesús al pastorear “el
rebaño de Dios bajo su custodia”. (1 Pedro 5:2.) Como bien ejemplarizó Jesús, los que aman los principios piadosos son los que
prosperan bajo la soberanía de Jehová. (Isaías 65:14.)
* W02 15/2 pag 5
Los principios divinos nos benefician
TODOS sabemos que los animales siguen su instinto, y que hay máquinas programadas para ejecutar determinadas funciones. Pero el
ser humano fue creado para que se guiara por principios. ¿Cómo podemos estar seguros de ello? Pues bien, Jehová, quien ha dado
origen a todo principio correcto, dijo lo siguiente cuando hizo a los primeros seres humanos: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,
según nuestra semejanza”. El Creador es un espíritu; no posee un cuerpo físico como nosotros. Por tanto, estamos hechos a su
“imagen” en el sentido de que podemos reflejar su personalidad, manifestando a cierto grado sus buenas cualidades. Tenemos la
facultad de regirnos por principios, es decir, obrar conforme a lo que creemos que es un código de buena conducta. Jehová se encargó
de que se pusieran por escrito muchos de ellos en su Palabra (Génesis 1:26; Juan 4:24; 17:17).
“Pero la Biblia contiene cientos de principios —tal vez diga alguien—. Me es imposible aprenderlos todos.” Y es verdad. Sin embargo,
pensemos en esto: aunque todos los principios divinos son buenos, algunos tienen mayor importancia. Sirva de botón de muestra Mateo
22:37-39, donde Jesús indicó que entre los mandamientos y principios correspondientes de la Ley de Moisés, unos eran de más peso
que otros.
¿Cuáles son estos? Los principios bíblicos clave son los que ejercen una influencia directa en nuestra relación con Jehová. Si los
obedecemos, el Creador resulta ser la fuerza dominante de nuestra brújula moral. Además, existen principios que influyen en las
relaciones con los demás. Si los ponemos en práctica, nos ayudarán a resistir el yoísmo, o como sea que lo llamemos.
Analicemos una de las verdades bíblicas esenciales. ¿Cuál es y cómo nos concierne?
“El Altísimo sobre toda la tierra”
Las Santas Escrituras dejan claro que Jehová es nuestro Magnífico Creador, el Dios todopoderoso. Nadie puede igualarlo o suplantarlo.
Esta verdad bíblica es clave (Génesis 17:1; Eclesiastés 12:1).
Uno de los escritores del libro de Salmos dijo de Jehová: “Tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”. El rey David de la antigüedad
afirmó: “Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo”. Y el renombrado profeta Jeremías se sintió
impelido a consignar: “De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es grande en poderío”
(Salmo 83:18; 1 Crónicas 29:11; Jeremías 10:6).
¿Cómo debemos aplicar tales verdades acerca de Dios en nuestra vida cotidiana?
Es obvio que el Creador y Dador de vida debe ocupar un lugar preeminente en nuestra existencia. ¿No sería apropiado, pues, resistir
toda tendencia a llamar la atención a nosotros mismos, tendencia que puede ser mayor en unos que en otros? Un sabio principio rector
es “ha[cer] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). El profeta Daniel fue un buen ejemplo de ello.
La Biblia nos cuenta que un sueño perturbó al rey Nabucodonosor de Babilonia, y que él pidió que se le explicara su significado .
A pesar del desconcierto general, Daniel informó con exactitud al rey lo que deseaba saber. ¿Se atribuyó por ello el mérito? No, sino
que glorificó al “Dios en los cielos que es un Revelador de secretos”. Y añadió: “No por ninguna sabiduría que exista en mí más que en
cualesquiera otros que estén vivos me es revelado este secreto”. Daniel era un hombre de principios. No sorprende que en el libro que
lleva su nombre, se le califique de “muy deseable” a la vista de Dios (Daniel 2:28, 30; 9:23; 10:11, 19).
Imitar a Daniel nos beneficiará. Para seguir su modelo, el factor clave es la motivación. ¿Quién debe recibir la honra por lo que
hacemos? Sin importar nuestra situación, tenemos la capacidad para actuar en armonía con este principio bíblico de vital importancia:
Jehová es el Señor Soberano. Si así lo hacemos, seremos “muy deseable[s]” a sus ojos.
Analicemos ahora dos principios básicos que nos sirven de guía en el campo de las relaciones humanas, ámbito de la vida
especialmente difícil ante el énfasis generalizado en el yo.
“Con humildad mental”
Los egoístas rara vez se sienten satisfechos. La mayoría anhela una vida cada vez mejor y la quiere en el acto. La modestia, para ellos,
es señal de debilidad. Creen que solo los demás deben tener paciencia y que, con tal de triunfar, todo vale. ¿Hemos de comportarnos
como ellos, o contamos con alguna otra opción?
Los siervos de Dios se enfrentan a esa actitud a diario, pero no debería influir en ellos. Los cristianos maduros aceptan el principio de
que “no el que a sí mismo se recomienda es aprobado, sino el hombre a quien Jehová recomienda” (2 Corintios 10:18).
Aplicar la norma de Filipenses 2:3, 4 nos ayudará, pues ese texto nos anima a no hacer “nada movidos por espíritu de contradicción
ni por egotismo, sino [a considerar] con humildad mental que los demás son superiores a [nosotros]”. Así no estaremos “vigilando con
interés personal solo [nuestros] propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás”.
Un hombre que mantuvo una actitud equilibrada de sí mismo y de su valía fue Gedeón, juez de los antiguos hebreos. Él no trató de ser
caudillo de Israel, y aun cuando se le designó para el cargo, dijo que no se lo merecía. “El millar mío es el más pequeño de Manasés, y
yo soy el más chico de la casa de mi padre”, argumentó (Jueces 6:12-16).
Por otra parte, tras la victoria que Jehová le dio, los hombres de Efraín trataron de pelear con él. ¿Cómo reaccionó Gedeón? ¿Se había
engreído por el triunfo? No. Evitó un desastre con una respuesta suave, a saber: “¿Pues qué he hecho yo en comparación con
ustedes?”. Gedeón tenía humildad mental (Jueces 8:1-3).
Claro está, aquellos incidentes ocurrieron mucho tiempo atrás, pero, aun así, es útil analizar el relato. Se observa que la actitud de
Gedeón era muy diferente de la que predomina hoy en día, y que le reportó beneficios regirse por ella.
La actitud actual, centrada en el yo, puede distorsionar el concepto que tenemos de nosotros mismos. Los principios bíblicos corrigen tal
distorsión y nos enseñan cuál es nuestra auténtica valía con respecto al Creador y al prójimo.
Cuando nos regimos por ellos, vencemos el yoísmo. Ya no nos dominan los sentimientos o nuestras inclinaciones personales. Cuanto
más aprendemos de los principios justos, mejor conocemos a Aquel que les dio origen. En efecto, vale la pena prestar especial atención
a los principios divinos siempre que leamos la Biblia (véase el recuadro).
Jehová hizo al hombre superior a los animales, los cuales siguen principalmente su instinto. Hacer la voluntad de Dios supone vivir
según sus principios. Así, mantendremos en óptimas condiciones nuestra brújula moral para que nos guíe hasta el nuevo mundo de
Dios. La Biblia nos da razón para esperar el cercano establecimiento de un nuevo sistema de cosas en el que “la justicia
habrá de morar” por toda la Tierra (2 Pedro 3:13).
Principios bíblicos útiles
En el círculo familiar.
“Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” (1 Corintios 10:24.)
“El amor [...] no busca sus propios intereses.” (1 Corintios 13:4, 5.)
“Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo.” (Efesios 5:33.)
“Esposas, estén en sujeción a sus esposos.” (Colosenses 3:18.)
“Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido.” (Proverbios 23:22.)
En la escuela, el empleo o los negocios.
“Una balanza defraudadora es cosa detestable [...]. El inicuo obtiene salario falso.” (Proverbios 11:1, 18.)
“El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro.” (Efesios 4:28.)
“Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (2 Tesalonicenses 3:10.)
“Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová.” (Colosenses 3:23.)
“Deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Hebreos 13:18.)
En la actitud hacia el dinero.
“El que se apresura a ganar riquezas no permanecerá inocente.” (Proverbios 28:20.)
“Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata.” (Eclesiastés 5:10.)
Al determinar nuestra valía personal.
“El que la gente ande buscando su propia gloria, ¿es eso gloria?” (Proverbios 25:27.)
“Alábete un extraño, y no tu propia boca.” (Proverbios 27:2.)
“Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar.” (Romanos 12:3.)
“Si alguien piensa que es algo, no siendo nada, está engañando su propia mente.” (Gálatas 6:3.)
LECCION 11 (a)
* W07 1/8 pags 4,5
La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?
EL APÓSTOL Pablo escribió: “La mente carnal es muerte, mas la espiritual, vida y paz” (Romanos 8:6, Versión Hispano-Americana).
Con estas palabras, el apóstol dio a entender que ser una persona de inclinación espiritual no es simplemente una cuestión de
sentimiento o elección propia. En realidad, es un asunto de vida o muerte. ¿Por qué puede decirse que la persona espiritual recibe “vida
y paz”? Porque, según la Biblia, en el presente disfruta de paz consigo misma y con Dios, y en el futuro será bendecida con vida eterna
(Romanos 6:23; Filipenses 4:7). Con razón Jesús afirmó: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3).
El hecho de que usted se encuentre leyendo esta revista demuestra que se interesa por la espiritualidad, y eso es digno de elogio. Sin
embargo, las opiniones sobre este asunto son tan diversas que tal vez se pregunte: “¿Qué es la espiritualidad realmente, y cómo se
cultiva?”.
“La mente de Cristo”
Además de señalar la importancia y los beneficios de tener inclinaciones espirituales, el apóstol Pablo habló extensamente sobre lo que
es la verdadera espiritualidad. Él explicó a los cristianos de la antigua ciudad de Corinto la diferencia entre el hombre físico —que se
deja llevar por los impulsos carnales— y el hombre espiritual —que valora las cosas espirituales—. Pablo afirmó: “El hombre físico
no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad”. Por otra parte, aclaró que las personas de inclinación espiritual se
caracterizan por tener “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:14-16).
Básicamente, tener “la mente de Cristo” significa manifestar “la misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús” (Romanos 15:5; Filipenses
2:5). En otras palabras, un hombre espiritual es aquel que piensa como Jesús y sigue sus pasos (1 Pedro 2:21; 4:1). Cuanto más se
parece la mente de alguien a la de Cristo, más profunda es su espiritualidad y más cerca está de obtener “vida y paz” (Romanos 13:14).
Cómo conocer “la mente de Cristo”
Sin embargo, para tener la mente de Cristo, primero hay que conocerla. De modo que el primer paso para cultivar espiritualidad es
familiarizarse con la forma de pensar de Jesucristo. Pero ¿cómo es posible conocer la mente de alguien que vivió en la Tierra hace dos
mil años? Pongamos un ejemplo: ¿cómo aprendió usted las hazañas de los personajes históricos de su país? Probablemente, leyendo
sobre ellos. De igual modo, una de las claves para conocer la mente de Cristo es leer la historia de su vida (Juan 17:3).
Existen cuatro relatos históricos muy gráficos sobre la vida de Jesús: los Evangelios, que fueron escritos por Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. Si los lee con atención, percibirá la manera de pensar de Jesús, la profundidad de sus sentimientos y los motivos que impulsaron
sus actos. Al reflexionar en lo que lea sobre él, se hará una clara imagen mental de la clase de persona que era. Incluso si considera
que ya está siguiendo a Cristo, leer estos relatos y meditar en ellos le ayudará a ‘seguir creciendo en la bondad inmerecida y en el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo’ (2 Pedro 3:18).
Con esto presente, analicemos algunos pasajes de los Evangelios para ver por qué era Jesús una persona tan espiritual. Luego veamos
cómo podemos imitar su ejemplo (Juan 13:15).
* it-1 pag 1164
El hombre espiritual. El apóstol contrasta al hombre espiritual con el hombre físico: “Pero el hombre físico [literalmente, “animal (de
índole de alma)”] no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad”. (1Co 2:14.) Este “hombre físico” no alude
meramente a alguien que vive en la Tierra, alguien con un cuerpo carnal, puesto que, obviamente, los cristianos en la Tierra tienen
cuerpos carnales. El hombre físico del que se habla aquí se refiere a alguien que carece de inclinación espiritual en su vida. Es “animal
(de índole de alma)” porque sigue los deseos del alma humana y excluye las cosas espirituales.
Pablo continúa diciendo que el “hombre físico” no puede llegar a conocer las cosas del espíritu de Dios “porque se examinan
espiritualmente”. Luego agrega: “Sin embargo, el hombre espiritual examina de hecho todas las cosas, pero él mismo no es examinado
por ningún hombre”. El hombre espiritual tiene entendimiento de lo que Dios revela; también ve la posición y el derrotero incorrectos del
hombre físico. No obstante, el hombre físico no es capaz de entender la posición, las acciones y el derrotero de vida del hombre
espiritual; tampoco puede ningún hombre juzgar al hombre espiritual, puesto que solo Dios es su Juez. (Ro 14:4, 10, 11; 1Co 4:3-5.)
Como ilustración y argumento, el apóstol añade: “Porque ‘¿quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, para que le instruya?’”.
Nadie, por supuesto. “Pero —dice Pablo de los cristianos— nosotros sí tenemos la mente de Cristo.” Los cristianos llegan a ser hombres
espirituales al conseguir la mente de Cristo, que les permite conocer a Jehová y sus propósitos. (1Co 2:14-16.)
* W12 15/11 pags 10-14
Jesús, nuestro modelo de humildad
“Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo.” (JUAN 13:15)
JESÚS está pasando la última noche de su vida en la Tierra con sus apóstoles en el piso superior de una casa en Jerusalén. Durante la
cena, Jesús se levanta, pone a un lado sus prendas de vestir exteriores y se ata una toalla a la cintura. Entonces vierte agua en un
recipiente y empieza a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla. Finalmente, se pone sus prendas exteriores. ¿Por
qué realizó esta acción tan humilde? (Juan 13:3-5.)
2 Él mismo explicó: “¿Saben lo que les he hecho? [...] Por eso, si yo, aunque soy Señor y Maestro, les he lavado los pies a ustedes,
ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes
también deben hacerlo” (Juan 13:12-15). Al estar dispuesto a llevar a cabo un trabajo tan servil, les dio a sus apóstoles una lección
magistral que nunca olvidarían y que los impulsaría a ser humildes por el resto de sus vidas.
3 Aquella no fue la primera vez que Jesús les enseñó a sus apóstoles la importancia de ser humildes. Anteriormente, cuando vio que
algunos de ellos manifestaban un espíritu competitivo, puso a un niño a su lado y les dijo: “Cualquiera que reciba a este niñito sobre la
base de mi nombre, a mí me recibe también, y cualquiera que me recibe a mí, recibe también al que me envió. Porque el que se porta
como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande” (Luc. 9:46-48). Consciente de las ansias de grandeza de los
fariseos, dijo tiempo después: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Luc. 14:11). Sin duda, Jesús
desea que todos sus seguidores cultivemos humildad, es decir, una actitud opuesta al orgullo, la vanidad y la arrogancia. A fin de
imitarle, examinemos su ejemplo de humildad y veamos cómo beneficia esta cualidad tanto a quien la muestra como a otras personas.
“NO ME VOLVÍ EN LA DIRECCIÓN OPUESTA”
4 El Hijo unigénito de Dios ya demostró que era humilde durante los millones de años que pasó en el cielo con su Padre antes de venir a
la Tierra. Hablando sobre la estrecha relación que tenía con él, el libro bíblico de Isaías explica: “El Señor Soberano Jehová mismo me
ha dado la lengua de los enseñados, para que sepa responder al cansado con una palabra. Él despierta mañana a mañana; me
despierta el oído para que oiga como los enseñados. El Señor Soberano Jehová mismo me ha abierto el oído, y yo, por mi parte, no fui
rebelde. No me volví en la dirección opuesta” (Is. 50:4, 5). Ansioso de aprender, Jesús escuchó con humildad lo que el Dios verdadero
le enseñaba. Y, sin duda, prestó mucha atención al ejemplo de humildad que Jehová dio al mostrarle misericordia a la humanidad
pecadora.
5 Pero no todos los seres celestiales tuvieron esa misma humildad. Hubo un ángel que, en lugar de dejarse enseñar, permitió que lo
dominaran el orgullo y la vanidad. Tanto es así que se rebeló contra Jehová y se convirtió en Satanás, el Diablo. Jesús, en cambio,
nunca se sintió insatisfecho con su posición en los cielos ni tentado a abusar de su poder. “Cuando Miguel el arcángel [es decir, Jesús]
tuvo una diferencia con el Diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés”, no se excedió en su autoridad, sino que fue humilde y
modesto. Con gusto esperó a que Jehová, el Juez Supremo del universo, se encargara del asunto a su debido tiempo y manera (léase
Judas 9).
6 Sin duda, entre las cosas que Jesús aprendió en el cielo estuvieron las profecías sobre su vida humana. Por lo tanto, es muy probable
que antes de venir a la Tierra a vivir y morir como el Mesías prometido ya supiera las desagradables experiencias que le aguardaban.
Aun así, el Hijo unigénito de Dios aceptó la misión. ¿Por qué? Porque era humilde. El apóstol Pablo destacó este hecho cuando
escribió: “Aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. No; antes
bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres” (Filip. 2:6, 7).
“SE HUMILLÓ” DURANTE SU VIDA HUMANA
7 Pablo señaló que, durante su vida humana, Jesús “se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de
tormento” (Filip. 2:8). Ya desde niño fue un modelo de humildad. Aunque lo criaron José y María, que eran imperfectos, “continuó sujeto
a ellos” (Luc. 2:51). Los jóvenes pueden aprender mucho de él. Si imitan su buen ejemplo y son obedientes a sus padres, tendrán la
bendición de Jehová.
8 De adulto, Jesús demostró su humildad anteponiendo la voluntad de Jehová a la suya (Juan 4:34). Durante su ministerio empleó el
nombre divino y ayudó a las personas de buen corazón a conocer con exactitud las cualidades de Jehová y su propósito para la
humanidad. Además, vivió de acuerdo con lo que enseñaba sobre Dios. Por ejemplo, comenzó la oración modelo diciendo: “Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat. 6:9). De ese modo subrayó que lo principal es la santificación del
nombre de Jehová. Y él mismo predicó con el ejemplo. Por eso, hacia el final de su ministerio pudo decirle a su Padre celestial: “Yo les
he dado a conocer tu nombre [a los apóstoles], y lo daré a conocer” (Juan 17:26). Además, siempre le dio a Jehová el mérito por todo lo
que logró en la Tierra (Juan 5:19).
9 Zacarías profetizó sobre el Mesías: “Ponte muy gozosa, oh hija de Sión. Grita en triunfo, oh hija de Jerusalén. ¡Mira! Tu rey mismo
viene a ti. Es justo, sí, salvado; humilde, y cabalga sobre un asno, aun sobre un animal plenamente desarrollado, hijo de un asna” (Zac.
9:9). Estas palabras se cumplieron en el año 33, cuando Jesús entró en Jerusalén antes de la fiesta de la Pascua. La muchedumbre lo
recibió tendiendo sobre el camino prendas de vestir exteriores y ramas de palmera, y la ciudad entera se alborotó por su llegada. Pero
Jesús no perdió la humildad ni siquiera cuando fue aclamado como Rey (Mat. 21:4-11).
10 Con su muerte en el madero, Jesús culminó su trayectoria de humildad y obediencia en la Tierra. Así demostró más allá de toda duda
que los seres humanos pueden ser leales a Jehová aunque sean probados hasta el límite. Además, desmintió la afirmación de Satanás
de que los seres humanos solo sirven a Dios por interés (Job 1:9-11; 2:4). Su perfecto historial de integridad sirvió para defender la
legitimidad y la justicia de la soberanía universal de Jehová, quien ciertamente se regocijó por la lealtad inquebrantable de su humilde
Hijo (léase Proverbios 27:11).
11 La muerte de Jesús también sirvió para pagar el rescate de la humanidad (Mat. 20:28). De este modo, Jehová puede perdonar a los
seres humanos pecadores sin pasar por alto las normas divinas de justicia y darles la oportunidad de vivir para siempre. Pablo escribió:
“Mediante un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida” (Rom. 5:18). El sacrificio
de Cristo les dio a los cristianos ungidos por espíritu la esperanza de ir al cielo y recibir la inmortalidad, y a las “otras ovejas”, la
esperanza de disfrutar de vida eterna en la Tierra (Juan 10:16; Rom. 8:16, 17).
“HUMILDE DE CORAZÓN”
12 Jesús invitó a “todos los que se afanan y están cargados” a acudir a él. “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí —dijo—, porque
soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas.” (Mat. 11:28, 29.) Como era humilde y apacible, trató a
los seres humanos imperfectos con bondad e imparcialidad. No les pidió a sus discípulos más de lo que podían dar, sino que los elogió
y animó. No los hizo sentir inútiles ni indignos. Y, desde luego, no fue duro ni opresivo con ellos. Al contrario, les garantizó que si se
acercaban a él y seguían sus enseñanzas, se sentirían reconfortados, pues su yugo era suave y su carga, ligera. Las personas se
sentían cómodas a su lado sin importar su edad o sexo (Mat. 11:30).
13 Jesús se compadeció al ver la triste situación de la gente común de Israel y atendió con amor sus necesidades. Cerca de Jericó se
encontró con dos mendigos ciegos, uno de ellos llamado Bartimeo, quienes le pidieron ayuda con insistencia. Pero la multitud los
regañó y los mandó callar. Para Jesús habría sido muy fácil ignorar las súplicas de aquellos ciegos. Sin embargo, pidió que se los
trajeran y, llevado por la compasión, les devolvió la vista. Como vemos, Jesús imitó a su Padre, Jehová, siendo humilde y compasivo
con los más desfavorecidos (Mat. 20:29-34; Mar. 10:46-52).
“EL QUE SE HUMILLE SERÁ ENSALZADO”
14 La humildad que Jesucristo ha manifestado durante toda su vida es una fuente de gozo y de grandes beneficios. Jehová se regocijó al
ver a su amado Hijo someterse de buena gana a su voluntad. Los apóstoles y discípulos se sintieron revitalizados por la personalidad
llana y apacible de Jesús. Su ejemplo, sus enseñanzas y sus afectuosos elogios los impulsaron a progresar espiritualmente. La gente
común se beneficiaba de su humildad porque él les prestaba ayuda, les enseñaba y los animaba. Y todos los seres humanos
obedientes recibirán bendiciones eternas gracias a su sacrificio redentor.
15 ¿Y Jesús? ¿Se benefició de su propia humildad? Desde luego que sí. Él les dijo a sus discípulos: “El que se humille será ensalzado”
(Mat. 23:12). Sus palabras se cumplieron en él mismo, pues Pablo señaló: “Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le
dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el
cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es
Señor para la gloria de Dios el Padre”. Debido a que fue fiel y humilde durante su vida humana, Jehová lo ensalzó —es decir, lo elevó a
un puesto superior— al concederle autoridad sobre todas sus criaturas celestiales y terrenales (Filip. 2:9-11).
JESÚS CABALGARÁ “EN LA CAUSA DE LA VERDAD Y LA HUMILDAD”
16 En el futuro, el Hijo de Dios seguirá siendo humilde. El salmista predijo cómo actuará Jesús contra sus enemigos desde su elevado
puesto en los cielos: “En tu esplendor sigue adelante al éxito; cabalga en la causa de la verdad y la humildad y la justicia” (Sal. 45:4).
En Armagedón, Jesucristo cabalgará en defensa de la verdad y de la justicia, pero también de la humildad. ¿Y qué sucederá al final del
Reinado de Mil Años cuando el Rey Mesiánico “haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder”? Con su característica
humildad, le entregará “el reino a su Dios y Padre” (léase 1 Corintios 15:24-28).
17 ¿Qué hay de nosotros? ¿Seguiremos el ejemplo de humildad de nuestro Modelo? ¿Cómo nos irá cuando el Rey Jesucristo venga a
ejecutar la sentencia divina en Armagedón? La causa por la que cabalga exige que solo se salven quienes sean justos y demuestren
humildad. Por lo tanto, esta cualidad es esencial para sobrevivir. Además, tal y como la humildad de Jesucristo le benefició a él y a otras
personas, la nuestra puede producir diversos beneficios.
18 ¿Qué puede ayudarnos a imitar el modelo de humildad de Jesús? ¿Cómo podemos esforzarnos por ser humildes a pesar de los
obstáculos? Estas preguntas se responderán en el siguiente artículo.
* be pag 76
En vez de pensar en cuántos aspectos de la oratoria ha abarcado o qué tipo de intervenciones se le han asignado, reflexione en cómo
han mejorado sus sacrificios de alabanza a causa de la formación recibida. Puesto que la escuela nos capacita para que seamos más
eficaces en el ministerio, pregúntese: “¿Preparo lo que voy a decir en el servicio del campo? ¿He aprendido a mostrar interés en las
personas a las que predico? ¿Siento la base para visitas posteriores dejando pendiente una pregunta? ¿Procuro mejorar mi aptitud
docente de modo que llegue al corazón de quienes estudian la Biblia conmigo?”.
No evalúe sus logros tan solo por los privilegios de servicio que se le conceden. El progreso no depende del tipo de asignación que
recibe, sino de cómo la desempeña. Tras una intervención que le haya exigido enseñar, pregúntese: “¿Realmente he sido un buen
maestro? ¿He presentado la información de tal modo que influya de manera significativa en los oyentes?”.
La exhortación a utilizar sus dones implica que tome la iniciativa. ¿Invita a otros hermanos a trabajar con usted en el ministerio del
campo? ¿Piensa en la manera de ayudar a los nuevos, los jóvenes o los enfermos de la congregación? ¿Se ofrece para limpiar el Salón
del Reino o colaborar de diversas formas en las asambleas? ¿Podría ser precursor auxiliar periódicamente? ¿Le sería posible
emprender el precursorado regular o quizá servir en una congregación más necesitada de ayuda? Si es usted un hermano, ¿procura
reunir los requisitos bíblicos para ser siervo ministerial o anciano? Su disposición para ofrecerse y aceptar responsabilidades es otro
indicador de su progreso (Sal. 110:3).
* W11 15/12 pag 16
El espíritu santo produce buen fruto
16 La cuarta razón por la que necesitamos que nos guíe el espíritu de Dios es que produce en nosotros un excelente fruto (léase
Gálatas 5:22, 23). ¿Qué cristiano no desea crecer en el amor, el gozo y la apacibilidad? ¿A quién no le hace falta cultivar la gran
paciencia, la bondad y la benignidad? ¿Y quién no tiene que desarrollar la fe, la mansedumbre y el autodominio? La acción del espíritu
santo se traduce en una cosecha de excelentes cualidades que nos benefician tanto a nosotros como a nuestra familia y nuestros
hermanos en la fe. Pero el cultivo de este fruto es una labor que nunca cesa, pues siempre podemos y debemos producirlo en mayor
cantidad.
17 Conviene que nos preguntemos: “¿Muestran mis palabras y acciones que sigo la guía del espíritu santo y produzco su fruto?” (2 Cor.
13:5a; Gál. 5:25). Tal vez veamos que nos hace falta cultivar alguna de sus facetas. ¿Qué haremos en tal caso? Cooperar a mayor
grado con el espíritu santo para desarrollarlas. ¿Cómo? Estudiándolas en la Biblia y en nuestras publicaciones, analizando cómo
aplicarlas en nuestro diario vivir y esforzándonos por manifestarlas cada vez mejor. Al observar los resultados de la actuación del
espíritu santo en nuestro caso y en el de los demás hermanos, comprenderemos claramente por qué es tan necesaria su guía.
* W01 1/8 pags 15,16
Manifestemos “el fruto del espíritu”
12 Tan esencial como “alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto” es manifestar el fruto del espíritu de Dios en todo aspecto
de la vida. ¿Por qué? Porque, como hemos visto, la madurez no es algo interno o escondido, sino que se caracteriza por cualidades
claramente perceptibles que benefician y fortalecen a otras personas. Huelga decir que procurar el progreso espiritual es más que
esforzarse por tener modales refinados. Al crecer en sentido espiritual y seguir la guía del espíritu de Dios, nuestras actitudes y acciones
experimentarán una extraordinaria transformación. “Sigan andando por espíritu y no llevarán a cabo ningún deseo carnal”, dijo el apóstol
Pablo (Gálatas 5:16).
13 El apóstol pasó a hacer una lista de “las obras de la carne”, que son numerosas y “manifiestas”. Las costumbres del mundo moldean
la vida de las personas antes de que lleguen a valorar los requisitos divinos, y es posible que en ella sean evidentes algunas de las
cosas que mencionó Pablo: “fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo, enemistades, contiendas,
celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras, diversiones estrepitosas, y cosas semejantes a
estas” (Gálatas 5:19-21). Ahora bien, quien progresa en sentido espiritual va dominando poco a poco estas indeseables “obras de la
carne” y dando cabida al “fruto del espíritu”. Este cambio visible es un claro indicio de que está adelantando hacia la madurez cristiana
(Gálatas 5:22).
14 Fijémonos en dos expresiones: “las obras de la carne” y “el fruto del espíritu”. Las “obras” son el producto de nuestras acciones.
En otras palabras: cada una de las obras de la carne que Pablo menciona es el resultado o bien de un esfuerzo consciente, o bien de la
influencia de la carne caída (Romanos 1:24, 28; 7:21-25). Por otro lado, la expresión “el fruto del espíritu” implica que estas cualidades
no son consecuencia de un intento por desarrollar el carácter o mejorar la personalidad, sino de la actuación del espíritu de Dios en la
gente. Tal como los árboles dan fruto cuando están bien atendidos, manifestaremos el fruto del espíritu cuando el espíritu santo fluya
libremente en nuestra vida (Salmo 1:1-3).
15 Analicemos también el hecho de que Pablo utilice la palabra “fruto” para englobar todas las cualidades deseables que menciona.
El espíritu no produce diversos frutos para que escojamos el que más nos guste. Todas las cualidades citadas —amor, gozo, paz, gran
paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad y autodominio— son igual de importantes, y juntas hacen posible la nueva personalidad
cristiana (Efesios 4:24; Colosenses 3:10). Por consiguiente, aunque tal vez nos demos cuenta de que algunas de las cualidades son
más evidentes en nuestra vida debido a nuestra personalidad e inclinaciones, es fundamental que demos atención a todas ellas. Así
reflejaremos más plenamente la personalidad cristiana en nuestra vida (1 Pedro 2:12, 21).
16 La lección valiosa que nos enseña este análisis de Pablo es que nuestro objetivo al tratar de lograr la madurez cristiana no es adquirir
grandes saberes ni cultivar una personalidad refinada, sino conseguir que el espíritu de Dios fluya con libertad en nuestra vida. En la
medida en que nuestros pensamientos y acciones respondan a la dirección del espíritu santo, seremos maduros en sentido espiritual.
¿Cómo logramos este objetivo? Tenemos que abrir la mente y el corazón a la influencia del espíritu de Dios, lo cual implica asistir
fielmente a las reuniones cristianas y participar en ellas. También deberíamos estudiar con asiduidad la Palabra de Dios y meditar sobre
ella, así como dejar que sus principios guíen nuestra relación con el semejante y las decisiones que tomamos. No hay duda de que en
tal caso se verá con claridad nuestro adelantamiento.
* be pags 131-133
Lección 15
Buena apariencia
¿Qué implica?
Vestir con pulcritud y modestia. Ir bien peinado. Adoptar una postura que refleje interés.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Nuestro aspecto puede influir en la opinión que otras personas se formen de nuestras creencias cristianas y del modo de vida
que recomendamos.
SU APARIENCIA dice mucho de usted. Mientras que Jehová ve lo que hay en el corazón, los seres humanos normalmente basan sus
juicios en “lo que aparece a los ojos” (1 Sam. 16:7). Si su apariencia es pulcra, los demás quizá concluyan que es una persona con
amor propio y se muestren más dispuestos a escucharlo. La indumentaria apropiada también habla bien de la organización a la que
representa, y repercute de manera positiva en la opinión que tengan sus oyentes del Dios al que adora.
Pautas que seguir. Las Escrituras no dictan muchas normas en cuanto a la apariencia, pero contienen principios equilibrados que nos
ayudan a tomar buenas decisiones. Para ello, es fundamental que “[hagamos] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).
¿Qué principios son aplicables a este respecto?
En primer lugar, la Biblia nos anima a que tanto nuestro cuerpo como nuestra ropa estén limpios. En la Ley que Jehová dio al antiguo
Israel, se estipulaban ciertas pautas de higiene. Por ejemplo, los sacerdotes que estaban de servicio debían bañarse y lavar sus
prendas de vestir en determinadas ocasiones (Lev. 16:4, 24, 26, 28). Los cristianos no estamos bajo la Ley mosaica, pero los principios
que de ella se desprenden siguen vigentes (Juan 13:10; Rev. 19:8). De modo que debemos tener el cuerpo y la ropa limpios y evitar el
mal aliento, sobre todo cuando vamos a las reuniones o participamos en el ministerio del campo, a fin de que nuestra presencia
no resulte desagradable. Quienes pronuncian discursos o presentan demostraciones ante la congregación han de ser ejemplares en
este aspecto. Cuidar la apariencia es una muestra de respeto a Jehová y su organización.
En segundo lugar, la Biblia nos exhorta a cultivar la modestia y el buen juicio. El apóstol Pablo instó a las cristianas a adornarse “con
modestia y buen juicio, no con estilos de cabellos trenzados y oro o perlas o traje muy costoso, sino como es propio de mujeres que
profesan reverenciar a Dios” (1 Tim. 2:9, 10). Los hombres también deben reflejar modestia y buen juicio al vestirse y arreglarse.
La persona modesta no desea ofender innecesariamente a nadie ni llamar demasiado la atención. El buen juicio nos hace discretos y
sensatos. Si cultivamos estas cualidades y obedecemos las normas divinas, seremos equilibrados. Esto no significa que tengamos que
vestirnos de forma poco atractiva; más bien, subraya la necesidad de elegir nuestro atuendo con prudencia y evitar las modas
extravagantes (1 Juan 2:16). Debemos poner en práctica estos principios, sea que estemos en las reuniones, participando en el
ministerio del campo o realizando cualquier otra actividad. La modestia y el buen juicio son importantes incluso cuando llevamos ropa
informal. En la escuela y en el trabajo surgirán oportunidades de predicar; por tanto, aunque no vayamos vestidos como cuando
asistimos a las reuniones y asambleas, nuestra indumentaria debe ser modesta y estar limpia y cuidada.
Claro, ni todos vestimos igual ni se espera que lo hagamos, pues es natural que los gustos difieran. Sin embargo, siempre hemos de
obedecer las pautas bíblicas.
El apóstol Pedro indicó que aún más importante que el peinado o la ropa es “la persona secreta del corazón” (1 Ped. 3:3, 4). Cuando
nuestro corazón rebosa de amor, gozo, paz, bondad y una fe bien fundada, estas cualidades constituyen una vestimenta espiritual que
verdaderamente honra a Dios.
En tercer lugar, la Biblia nos insta a ir bien arreglados. En 1 Timoteo 2:9 se hace mención del “vestido bien arreglado”. Aunque el
apóstol Pablo se refería al atuendo femenino, este principio es aplicable al de los hombres, quienes también han de vestir con pulcritud.
Sin importar cuánto poseamos en sentido económico, podemos tener una buena apariencia.
Uno de los rasgos físicos que primero llaman la atención es el cabello, por lo que debe llevarse limpio y bien peinado. Tanto las
costumbres locales como los factores hereditarios guardan estrecha relación con nuestro estilo de peinado, aspectos que Pablo tuvo
presentes al dar el consejo recogido en 1 Corintios 11:14, 15. Sin embargo, un peinado que cause la impresión de que quien lo luce
intenta parecerse al sexo opuesto está en conflicto con los principios bíblicos (Deu. 22:5).
En el caso de los hombres, la buena apariencia incluye que vayan afeitados y con el bigote bien recortado, en las regiones donde
llevarlo esté bien visto.
En cuarto lugar, nuestra apariencia no ha de reflejar amor a este mundo y sus caminos. El apóstol Juan advirtió: “No estén amando ni al
mundo ni las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15-17). El sistema actual se caracteriza por un sinnúmero de deseos
pecaminosos. Entre ellos Juan menciona el deseo de la carne y la exhibición ostentosa de las posesiones. Las Escrituras también
hacen referencia al espíritu de rebelión y de desobediencia a la autoridad (Pro. 17:11; Efe. 2:2). Dichos deseos y actitudes a menudo se
evidencian en la forma de vestir y arreglarse de algunas personas, cuya apariencia es inmodesta, sensual, de mal gusto o desaliñada.
Puesto que somos siervos de Jehová, evitaremos las modas que no reflejen la personalidad cristiana.
En vez de imitar al mundo, sigamos el buen ejemplo de los hombres y mujeres maduros en sentido espiritual de la congregación. Los
jóvenes que en un futuro deseen pronunciar discursos públicos hacen bien en observar cómo visten quienes ya desempeñan esa
responsabilidad. Todos podemos aprender de los que llevan muchos años participando lealmente en el ministerio público (1 Tim. 4:12;
1 Ped. 5:2, 3).
En quinto lugar, al decidir qué es apropiado, hemos de tener en cuenta que “hasta el Cristo no se agradó a sí mismo” (Rom. 15:3).
El interés principal de Jesús era cumplir la voluntad de Dios. También antepuso la ayuda a los demás a su conveniencia personal. ¿Qué
haremos si determinado tipo de atuendo o arreglo personal supone una barrera entre nosotros y la gente del lugar donde ahora
servimos? Tomaremos una decisión sabia si imitamos la humildad de Jesús. El apóstol Pablo hizo constar el siguiente principio: “De
ninguna manera estamos dando causa alguna para tropiezo” (2 Cor. 6:3). Por esa razón no luciremos un peinado o una vestimenta que
despierte el prejuicio de las personas a quienes deseamos predicar.
* be pag 134 parrs 1-4
Equipo en buen estado. No basta con ir limpios y bien arreglados, sino que también las publicaciones y demás objetos que empleamos
en la predicación han de encontrarse en buenas condiciones.
Pensemos en nuestra Biblia. No todos podremos obtener una Biblia nueva cuando se deteriore la que tengamos. Sin embargo,
prescindiendo del tiempo que la hayamos utilizado, debe resultar obvio que ha recibido un buen trato.
Aunque hay, desde luego, muchas formas de preparar el maletín de la predicación, siempre ha de estar limpio y ordenado. ¿Ha visto
alguna vez papeles cayéndose de la Biblia cuando un publicador trataba de leer un pasaje al amo de casa o mientras un hermano
pronunciaba un discurso ante la congregación? Le distrajo, ¿verdad? Si los papeles que se guardan en la Biblia son una fuente de
distracción, ponerlos en otro lugar contribuirá a que su equipo luzca presentable. Tenga asimismo en cuenta que dejar en el suelo la
Biblia u otras publicaciones religiosas se considera una grave falta de respeto en algunas culturas.
La buena apariencia debe ser importante para nosotros, pues influye en cómo nos ven los demás. No obstante, la razón principal estriba
en que deseamos adornar “en todas las cosas [...] la enseñanza de nuestro Salvador, Dios” (Tito 2:10).
* ia pag 191 parr 13
13 De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta expresó lo que sentían muchos de los presentes: “Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Nos imaginamos a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba complacido,
sonriéndole con cariño? Luego le explicó que es Jehová —y no el hombre— quien revela esa importante verdad a sus siervos fieles.
En efecto, Jehová le había permitido a Pedro comprender una de las enseñanzas divinas más importantes que se hayan revelado
jamás: la identidad del Cristo, el Mesías prometido (lea Mateo 16:16, 17).
* ia pag 188-194
CAPÍTULO 22
Un hombre de gran lealtad
PEDRO mira con preocupación las caras de quienes están escuchando a Jesús. Se encuentra en la sinagoga de Capernaum, la ciudad
donde viven tanto él como sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. Su negocio de pesca también está allí, al norte del mar de
Galilea. Sin duda, Pedro desea que toda aquella gente comparta con él la emoción de escuchar al mismísimo Jesús, el mejor maestro
de la historia, hablándoles del Reino de Dios. Sin embargo, parece que las cosas están tomando otro rumbo.
2 De hecho, muchos han dejado de prestar atención. Algunos incluso están criticando descaradamente el mensaje de Jesús. Pero lo
que más inquieta a Pedro es que varios discípulos de Cristo tampoco parecen cómodos. Sus rostros ya no reflejan la alegría de estar
aprendiendo la verdad. Se los ve claramente molestos. Pero eso no es todo: muchos de ellos llegan a afirmar que el discurso de Jesús
es ofensivo, se niegan a seguir escuchándolo y se marchan de allí. Es más, a partir de ese momento dejan de seguir a Jesús (lea Juan
6:60, 66).
3 También a los apóstoles les cuesta asimilar las palabras de su Maestro. A decir verdad, tampoco Pedro las comprende por completo, y
hay que admitir que podrían resultar ofensivas si se tomaran al pie de la letra. ¿Qué decidirá hacer? No es la primera vez que se pone a
prueba su lealtad a Jesús, y tampoco sería la última. Veamos, pues, cómo la fe firme de este hombre le ayudó a superar las pruebas y
mantenerse leal.
Cuando los demás no fueron leales
4 En realidad, fueron muchas las ocasiones en las que las palabras y acciones de Jesús dejaron desconcertado a Pedro. Una de ellas
había ocurrido justo el día anterior. Después de que Jesús había alimentado milagrosamente a varios miles de personas, algunos
intentaron nombrarlo rey, pero él reaccionó de una forma que sorprendió a muchos: se fue de allí para evitarlo. Luego ordenó a sus
discípulos que subieran a una barca y se dirigieran a Capernaum. Esa misma noche, mientras navegaban, volvieron a quedarse
admirados al ver a Jesús caminando hacia ellos sobre las aguas del mar de Galilea en medio de una tormenta. En aquella ocasión,
Jesús le enseñó a Pedro una importante lección sobre la fe.
5 Por la mañana, los discípulos se dieron cuenta de que la multitud también los había seguido. ¿Qué hizo Jesús entonces? Él sabía que
no buscaban aprender verdades espirituales, sino recibir más comida milagrosamente, y por eso los reprendió (Juan 6:25-27). En la
sinagoga de Capernaum continuó hablando del asunto y les transmitió una compleja pero importante enseñanza, una enseñanza que
volvería a dejar sorprendido a más de uno.
6 Jesús quería que aquellas personas cambiaran su actitud materialista y comprendieran que tenían ante sí al enviado de Dios, quien
entregaría su vida para darle a la humanidad la posibilidad de vivir para siempre. Para lograrlo, Jesús se comparó a sí mismo al maná,
el pan que cayó del cielo en los días de Moisés. Como vio que algunos lo criticaban, añadió una gráfica comparación: explicó que para
obtener la vida era necesario comer su carne y beber su sangre. Es entonces cuando, como vimos al principio del capítulo, muchos se
molestan y dicen: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Incluso varios discípulos de Jesús deciden abandonarlo (Juan
6:48-60, 66).
7 ¿Cómo reacciona Pedro? Es probable que también se sienta confundido, pues aún no ha comprendido que Jesús tiene que morir para
cumplir la voluntad de Dios. Así y todo, no se va con aquellos discípulos que se ofenden con tanta facilidad. Sin duda, hay algo en lo
que Pedro es muy diferente a ellos. ¿De qué se trata? Sigamos analizando el relato.
8 Jesús les pregunta a los apóstoles: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?” (Juan 6:67). Aunque la pregunta va dirigida a los 12,
es Pedro quien responde. Solía ser así; tal vez la razón se debía a que, al parecer, era el mayor de todos o, sencillamente, a que era
incapaz de callar lo que sentía. Y su respuesta es una de las más memorables: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida
eterna” (Juan 6:68).
9 ¡Qué palabras tan conmovedoras las de Pedro! Es obvio que su fe en Jesús le había hecho cultivar una valiosa cualidad: la lealtad.
Pedro tenía claro que Jesús era el único Salvador que Jehová había dado y que su vida dependía de escuchar sus enseñanzas sobre el
Reino de Dios. Y aunque es cierto que no siempre entendía todo lo que Jesús decía, sabía que su Maestro era el único medio para
obtener el favor de Dios y recibir la vida eterna.
10 ¿Opina usted lo mismo que Pedro? Hoy día, muchas personas afirman que aman a Jesús, pero, por desgracia, no son leales de
verdad. Ser realmente leal a Cristo implica ver sus enseñanzas como las veía Pedro. Hay que esforzarse por aprenderlas,
comprenderlas y vivirlas, incluso cuando algunas de ellas nos sorprendan o no encajen con nuestras preferencias personales. La lealtad
es el único camino para recibir la vida eterna que Jesús nos ofrece (lea Salmo 97:10).
Cuando fue corregido
11 Poco después, Jesús partió con los apóstoles y otros discípulos en un largo viaje hacia el norte. La cumbre nevada del monte
Hermón, ubicado en la frontera norte de la Tierra Prometida, podía verse desde las azules aguas del mar de Galilea. La montaña iba
creciendo ante sus ojos a medida que se acercaban y subían por el camino que les llevaba hasta las aldeas cercanas a Cesarea de
Filipo. Y fue en este extraordinario lugar, con una inmejorable vista de la Tierra Prometida a sus pies, donde Jesús les planteó a sus
discípulos una cuestión importantísima.
12 “¿Quién dicen las muchedumbres que soy?”, les preguntó Jesús. No es difícil imaginarnos a Pedro clavando su mirada en los
bondadosos ojos de su Maestro, consciente de su extraordinaria inteligencia. Jesús quería averiguar qué pensaban de él las personas a
quienes había hablado. Así que los discípulos le contaron algunos de los rumores que circulaban sobre su identidad. Pero Jesús
deseaba indagar más: ¿habían creído aquellos falsos rumores sus discípulos más allegados? Por eso insistió: “Pero ustedes, ¿quién
dicen que soy?” (Luc. 9:18-20).
13 De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta expresó lo que sentían muchos de los presentes: “Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Nos imaginamos a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba complacido,
sonriéndole con cariño? Luego le explicó que es Jehová —y no el hombre— quien revela esa importante verdad a sus siervos fieles.
En efecto, Jehová le había permitido a Pedro comprender una de las enseñanzas divinas más importantes que se hayan revelado
jamás: la identidad del Cristo, el Mesías prometido (lea Mateo 16:16, 17).
14 Las Santas Escrituras se habían referido a Cristo como “la piedra que los edificadores rechazaron” (Sal. 118:22; Luc. 20:17).
Teniendo presentes esta y otras profecías, Jesús indicó que Jehová fundaría una congregación sobre la piedra (o masa rocosa) que
Pedro acababa de identificar como el Cristo. A continuación, le otorgó a Pedro un gran honor dentro de dicha congregación. No le dio un
puesto superior al de los otros apóstoles —como algunos afirman—, sino que le confió importantes responsabilidades. El relato indica
que le prometió “las llaves del reino” (Mat. 16:18, 19). En otras palabras, le encargó el privilegio de abrir las puertas de entrada al Reino
de Dios a tres grupos: primero a los judíos y prosélitos, luego a los samaritanos y, finalmente, a los gentiles (los no judíos).
15 Sin embargo, algún tiempo después, Jesús les advirtió a sus discípulos que se exigiría más de aquellos que recibieran más
responsabilidades, y Pedro no tardaría en comprobar cuánta razón tenía su Maestro (Luc. 12:48). Después de aquella conversación
sobre la comisión que tendría Pedro, Jesús les siguió explicando verdades sobre el Mesías, entre ellas, que pronto sería torturado y
asesinado en Jerusalén. Pero a Pedro le disgustó tanto escuchar eso que lo llevó aparte y lo reprendió: “Sé bondadoso contigo mismo,
Señor; tú absolutamente no tendrás este destino” (Mat. 16:21, 22).
16 De más está decir que Pedro lo dijo con la mejor intención del mundo. Por eso, debió quedarse helado cuando Jesús le dio la espalda
y, mirando a los demás discípulos —quienes posiblemente opinaban como Pedro—, exclamó: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres
un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:23; Mar. 8:32, 33). Todos podemos
aprender mucho de la respuesta de Jesús. Admitámoslo: es muy fácil que nuestra mentalidad humana desplace a la espiritual. Y si
no vigilamos nuestros comentarios, sin quererlo podríamos ponernos del lado de Satanás, aun cuando nuestra intención sea contribuir a
la voluntad de Dios. Pero volvamos al relato de Pedro y veamos cómo reaccionó ante aquella reprensión.
17 Pedro comprendía que Cristo no estaba hablando literalmente cuando lo llamó “Satanás”. A fin de cuentas, cuando Jesús se dirigió al
Diablo, lo hizo en otros términos. En cierta ocasión, por ejemplo, le dijo: “Vete”, mientras que a Pedro le dijo: “Ponte detrás de mí” (Mat.
4:10). Por lo tanto, no estaba rechazando a Pedro como apóstol suyo, pues veía su buen corazón y su potencial; sencillamente estaba
corrigiendo su forma de pensar. En otras palabras, el Maestro le estaba pidiendo que dejara de ponerse delante de él, estorbándole el
paso, y que, más bien, se colocara detrás de él para seguirlo y apoyarlo.
18 En lugar de ofenderse, enojarse o protestar, Pedro fue humilde y aceptó la corrección. ¡Cuánto podemos aprender los cristianos de
este hombre tan leal! Todos necesitamos que se nos corrija de vez en cuando, pero si queremos que esa corrección nos sirva para
acercarnos más a Jesucristo y a su Padre, Jehová, debemos aceptar con humildad la disciplina y aprender la lección (lea Proverbios
4:13).
Recompensado por su lealtad
19 Poco después, Jesús realizó otra sorprendente afirmación: “Hay algunos de los que están en pie aquí que de ningún modo gustarán
la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino” (Mat. 16:28). ¿Quiénes tendrían ese extraordinario honor?
Seguro que Pedro se moría de curiosidad. Pero después de la reprimenda que acababa de recibir, tal vez se preguntaba: “¿Estaré yo
entre ellos?”.
20 Sin embargo, una semana más tarde, Jesús se llevó a Santiago, Juan y Pedro “a una montaña encumbrada”, quizás al monte
Hermón, que se encontraba a unos cuantos kilómetros de distancia. Al parecer, era de noche, pues a aquellos tres hombres les costaba
mantenerse despiertos. Ahora bien, mientras Jesús oraba, ocurrió algo sorprendente, algo que, sin duda alguna, les quitó el sueño de
golpe (Mat. 17:1; Luc. 9:28, 29, 32).
21 De repente, la cara de Jesús comenzó a brillar, hasta hacerse tan reluciente como el Sol. Su ropa también se volvió de un blanco
deslumbrante. Entonces vieron aparecer a su lado dos figuras, que representaban a Moisés y Elías. Ambos conversaban con Jesús
sobre su “partida”, es decir, sobre su muerte y resurrección en Jerusalén. Desde luego, a Pedro no le quedó ninguna duda de que se
había equivocado al afirmar que Jesús no tendría que sufrir y morir (Luc. 9:30, 31).
22 Según parece, Pedro sintió el impulso de tomar parte de algún modo en aquella fascinante visión. Es posible que deseara que se
prolongara un poco más. En cierto momento, pareció como si Moisés y Elías estuvieran alejándose de Jesús, así que Pedro le dijo:
“Instructor, es excelente que estemos aquí; por eso, erijamos tres tiendas: una para ti y una para Moisés y una para Elías”. Aquellos
personajes no necesitaban tiendas de campaña, pues solo eran representaciones simbólicas de dos siervos de Jehová que habían
muerto mucho tiempo atrás. Está claro que Pedro no sabía muy bien lo que estaba diciendo, pero ¿verdad que nos conmueve la actitud
tan noble y entusiasta de este hombre? (Luc. 9:33.)
23 Aquella noche, Pedro, Santiago y Juan recibieron otro honor. Por encima de sus cabezas se formó una nube en la montaña, y de ella
salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, el que ha sido escogido. Escúchenle”. ¡Era la voz de Jehová mismo! Con eso concluyó la visión,
y los tres apóstoles volvieron a quedarse a solas con Jesús en la montaña (Luc. 9:34-36).
24 Pedro debió sentirse muy privilegiado por haber presenciado aquella visión de la transfiguración, y nosotros podemos sentirnos igual
por saber lo que ocurrió esa noche. Décadas después, el apóstol afirmó contarse entre los que fueron “testigos oculares de [la]
magnificencia” de Jesús. En efecto, tuvo el honor de verlo en su futuro puesto como glorioso Rey celestial. Esta visión confirmó muchas
profecías de la Palabra de Dios y fortaleció a Pedro para superar las pruebas a las que su fe sería sometida (lea 2 Pedro 1:16-19).
Si somos como Pedro, de seguro Jehová también nos bendecirá. Ahora bien, ¿cómo podemos imitar su ejemplo? Manteniéndonos
leales al Gran Maestro que Dios ha nombrado, aprendiendo de él, aceptando su corrección y siguiendo sus enseñanzas día tras día.
[Notas]
Llama la atención la reacción de estas personas, pues solo un día antes habían aclamado a Jesús como profeta de Dios (Juan 6:14).
Desde el mar de Galilea, situado a unos 210 metros (700 pies) bajo el nivel del mar, recorrieron unos 50 kilómetros (30 millas) por bellas
regiones hasta alcanzar los 350 metros (1.150 pies) sobre el nivel del mar.
LECCION 11 (b)
* W03 15/11 pags 13-18
Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino
“Agripa dijo a Pablo: ‘En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano’.” (HECHOS 26:28.)
EN EL año 58 E.C., el gobernador romano Porcio Festo recibió en Cesarea a sus invitados el rey Herodes Agripa II y Berenice, la
hermana de este, quienes llegaron “con mucha pompa, y entraron en la audiencia junto con comandantes militares así como varones de
eminencia de la ciudad”. Cuando Festo dio la orden, trajeron ante ellos al apóstol cristiano Pablo. ¿Cómo es que este seguidor de
Jesucristo llegó a estar de pie ante el gobernador Festo para ser juzgado? (Hechos 25:13-23.)
2 Hallamos la respuesta en lo que Festo dijo a sus visitantes: “Rey Agripa, y todos ustedes los varones que están presentes con
nosotros, ustedes contemplan a este hombre respecto de quien toda la multitud de los judíos junta ha recurrido a mí, tanto en Jerusalén
como aquí, diciendo a voces que no debe seguir viviendo. Pero yo percibí que él no había cometido nada que mereciera la muerte. Por
eso, cuando este hombre mismo apeló al Augusto, decidí enviarlo. Mas respecto a él no tengo ninguna cosa segura que escribir a mi
Señor. Por eso lo traje ante ustedes, y especialmente ante ti, rey Agripa, a fin de que, habiéndose efectuado el examen judicial, consiga
yo algo que escribir. Porque me parece irrazonable enviar a un preso y no significar también los cargos contra él” (Hechos 25:24-27).
3 De las palabras de Festo se desprende que sobre Pablo pesaban cargos de sedición, delito castigado con la muerte (Hechos 25:11).
Pero Pablo era inocente. Aquellas acusaciones se debían a los celos de los guías religiosos de Jerusalén, quienes se oponían a la obra
de proclamar el Reino que Pablo efectuaba y le habían cobrado profundo rencor por ayudar a otras personas a hacerse discípulos de
Jesucristo. Fuertemente custodiado, el apóstol fue trasladado de Jerusalén a la ciudad portuaria de Cesarea, donde apeló a César.
Desde allí fue conducido a Roma.
4 Imagine a Pablo en el palacio del gobernador ante un grupo en el que figura una persona que tiene a su mando una importante
sección del Imperio romano. El rey Agripa se dirige a Pablo y le dice: “Se te permite hablar”. Cuando el apóstol lo hace, algo
extraordinario ocurre. Sus palabras comienzan a hacer mella en el rey, hasta el punto de que este le dice: “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano” (Hechos 26:1-28).
5 ¡Figúrese! Con su hábil defensa, Pablo logró que el penetrante poder de la Palabra de Dios influyera en un gobernante (Hebreos 4:12).
¿Por qué fue tan eficaz su exposición? ¿Y qué podemos aprender del apóstol que nos ayude en nuestra labor de hacer discípulos?
Cuando analizamos sus palabras, dos elementos sobresalen claramente: 1) fue persuasivo y 2) empleó con habilidad su conocimiento
de la Palabra de Dios, como el artesano que maneja con destreza una herramienta.
Cultivemos el arte de la persuasión
6 En el libro de Hechos repetidamente se emplean en conexión con Pablo las palabras griegas que transmiten la idea de persuasión.
¿Qué relación tiene esto con nuestra labor de hacer discípulos?
7 En el idioma original de las Escrituras Griegas Cristianas, “persuadir” significa “prevalecer sobre o ganarse a”, inducir “un cambio de
manera de pensar mediante la influencia de la razón o de consideraciones morales”, explica el Diccionario Expositivo de Palabras del
Nuevo Testamento, de Vine. Aún más esclarecedor es un examen de su significado básico, el cual transmite la idea de confianza. Por
consiguiente, si persuadimos a alguien de que acepte una enseñanza bíblica, nos hemos ganado su confianza, de modo que pone fe en
la veracidad de esa enseñanza. Obviamente, para que crea y actúe en consecuencia no basta con decirle lo que la Biblia enseña.
La persona debe convencerse de que nuestras palabras son ciertas, ya se trate de un niño, un vecino, un pariente o un compañero de
trabajo o de estudios (2 Timoteo 3:14, 15).
8 ¿Cómo puede usted convencer a alguien de que lo que proclama de la Palabra de Dios es la verdad? Pablo se esforzó por inducir un
cambio en la manera de pensar de las personas a las que hablaba, y para ello se valió de razonamientos lógicos, argumentos sólidos y
súplicas sinceras. Por tanto, en vez de limitarse a afirmar que algo es cierto, usted debe aportar pruebas convincentes de ello. ¿Cómo
puede hacerlo? Pues bien, asegúrese de que sus palabras se basen por completo en la Palabra de Dios, no en opiniones personales.
A continuación, aporte las pruebas que respalden sus declaraciones sinceras y basadas en la Biblia (Proverbios 16:23). Por ejemplo, si
señala el hecho de que la humanidad obediente disfrutará de la vida en un paraíso terrestre, apoye tal enseñanza con un texto bíblico
como Lucas 23:43 o Isaías 65:21-25. ¿Cómo puede presentar pruebas que confirmen dicha verdad bíblica? Quizá recurriendo a
ejemplos que le resulten familiares al oyente. Podría recordarle el placer sencillo y sin costo que nos produce la belleza de una puesta
de sol, la fragancia de una flor, el delicioso sabor de una fruta o la contemplación de un ave que alimenta a sus polluelos. Ayúdele a ver
que tales placeres son prueba de que el Creador desea que disfrutemos de la vida en la Tierra (Eclesiastés 3:11, 12).
9 Al tratar de persuadir de cierta enseñanza bíblica a una persona, tenga cuidado de que su entusiasmo no lo haga parecer irrazonable
o dogmático, pues eso cerraría la mente y el corazón del oyente. El libro Benefíciese da esta advertencia: “Aunque recitemos una larga
lista de textos bíblicos, no es fácil que alguien reciba con agrado una declaración directa de la verdad en la que expongamos la falsedad
de una creencia que le sea muy preciada. Por ejemplo, si nos limitamos a condenar las celebraciones populares por su origen pagano,
es probable que no cambiemos el sentir de nuestros oyentes. Un enfoque que apele a la razón suele ser más provechoso”. ¿Por qué
debemos hacer un esfuerzo consciente por razonar con la persona? El mismo libro responde: “Un planteamiento que apela a la razón,
además de ser muy persuasivo, estimula el análisis imparcial, promueve la posterior reflexión de quien escucha y abre la puerta a
futuras conversaciones” (Colosenses 4:6).
La persuasión que motiva el corazón
10 Veamos ahora con más detenimiento la defensa de Pablo recogida en el capítulo 26 de Hechos. Fíjese en cómo inició su discurso.
A pesar de que el rey Agripa mantenía una relación escandalosa con su hermana Berenice, Pablo encontró una base justificada para
encomiarlo y la usó como introducción: “Acerca de todas las cosas de que soy acusado por judíos, rey Agripa, me considero feliz de que
sea ante ti ante quien haya de presentar mi defensa este día, especialmente por cuanto eres perito en todas las costumbres así como
también en las controversias entre los judíos. Por eso te ruego que me oigas con paciencia” (Hechos 26:2, 3).
11 ¿Ha observado que Pablo usó el título de rey para dirigirse a Agripa, reconociendo el puesto encumbrado de aquel personaje? Así le
demostró respeto y, con su acertada selección de palabras, le otorgó la honra debida (1 Pedro 2:17). El apóstol lo reconoció como un
experto en las complejas costumbres y leyes de sus súbditos judíos, y dijo que se consideraba feliz de presentar su defensa ante un
mandatario tan bien informado. El que Pablo fuera cristiano no hizo que se comportara como si se sintiera superior a Agripa (Filipenses
2:3). Más bien, rogó al rey que lo escuchara con paciencia, creando de ese modo un clima propicio para que tanto Agripa como los
demás oyentes aceptaran lo que iba a decirles. De este modo colocó un fundamento, un terreno común sobre el cual levantar sus
argumentos.
12 Al presentar el mensaje del Reino, trate de motivar el corazón de la persona desde el principio, como hizo Pablo ante Agripa. Lo
logrará si le muestra respeto sincero y se interesa por sus circunstancias particulares y modo de pensar (1 Corintios 9:20-23).
Usemos hábilmente la Palabra de Dios
13 Pablo deseaba motivar a sus oyentes a actuar en armonía con las buenas nuevas (1 Tesalonicenses 1:5-7). Para ello trató de llegar a
su corazón figurado, el asiento de los motivos. Volvamos a su defensa ante Agripa y observe cómo ‘manejó la palabra de Dios
correctamente’ al citar a Moisés y los profetas (2 Timoteo 2:15).
14 Pablo sabía que, aunque fuera de nombre, Agripa era judío. Apelando a los conocimientos que el monarca tenía del judaísmo, explicó
que con su predicación realmente no estaba “diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían
de efectuarse” en cuanto a la muerte y resurrección del Mesías (Hechos 26:22, 23). Entonces le preguntó directamente: “¿Crees tú, rey
Agripa, a los Profetas?”. Agripa se enfrentaba a un dilema. Si decía que rechazaba a los profetas, su reputación de judío creyente se
derrumbaría. Pero si concordaba con el razonamiento del apóstol, se pondría en una posición de público acuerdo con él y se arriesgaría
a que lo llamaran cristiano. Pablo respondió con habilidad a su propia pregunta diciéndole: “Yo sé que crees”. ¿Qué respuesta salió del
corazón de Agripa? “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano.” (Hechos 26:27, 28.) Aunque aquel rey no se convirtió al
cristianismo, parece que el mensaje de Pablo hizo alguna mella en su corazón (Hebreos 4:12).
15 ¿Se ha dado cuenta de que Pablo no solo proclamó las buenas nuevas, sino que también recurrió a la persuasión? Debido a que de
esa forma ‘manejaba la palabra de Dios correctamente’, algunos de sus oyentes dejaron de ser simples espectadores y se hicieron
creyentes. Así sucedió en la sinagoga de Tesalónica, donde el apóstol buscó a judíos y gentiles temerosos de Dios. Hechos 17:2-4
relata: “Según tenía por costumbre Pablo, pasó adentro a donde ellos, y por tres sábados razonó con ellos a partir de las Escrituras,
explicando y probando por referencias que era necesario que el Cristo sufriera y se levantara de entre los muertos [...]. Como resultado,
algunos de ellos se hicieron creyentes”. Pablo era persuasivo. Hacía razonar, explicaba y probaba con las Escrituras que Jesús era el
Mesías que tanto habían esperado. Gracias a ello, se estableció una congregación de creyentes.
16 ¿Puede usted hacerse más diestro en el arte de la persuasión cuando explica la Palabra de Dios? En tal caso, hallará más disfrute y
satisfacción personal en la obra de predicar el Reino de Dios y enseñar las verdades relacionadas con él. Esa ha sido la experiencia de
los publicadores de las buenas nuevas que han puesto en práctica las sugerencias ofrecidas para utilizar más la Biblia en la
predicación.
17 Por ejemplo, un superintendente viajante de los testigos de Jehová escribió: “Bastantes hermanos llevan ahora la Biblia en la mano
cuando van de puerta en puerta, lo que les ha permitido leer un texto bíblico a muchas de las personas que han encontrado. Esto ha
ayudado tanto al amo de casa como al publicador a asociar la Biblia, y no solo revistas y libros, con nuestro ministerio”. Claro está, el
hecho de que llevemos la Biblia en un lugar visible cuando predicamos dependerá de diversos factores, como las costumbres locales.
Sin embargo, deseamos adquirir la reputación de usar hábilmente la Palabra de Dios para persuadir a nuestro prójimo de modo que
acepte el mensaje del Reino.
Veamos el ministerio como Dios lo ve
18 Otra forma de llegar al corazón de quienes nos escuchan consiste en ver el ministerio desde el punto de vista de Dios y ser pacientes.
La voluntad divina es que hombres de toda clase “lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:3, 4). ¿Acaso
no deseamos nosotros lo mismo? Además, Jehová es paciente, y esta cualidad les da a muchos la oportunidad de alcanzar el
arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Por consiguiente, cuando encontramos a alguien que está dispuesto a prestar atención al mensaje del
Reino, quizá sea necesario visitarlo una y otra vez para cultivar su interés. Ver crecer las semillas de la verdad exige tiempo y paciencia
(1 Corintios 3:6). El recuadro titulado “Cómo obtener buenos resultados al hacer revisitas” ofrece sugerencias al respecto. Hay que
recordar que las vidas de las personas —sus problemas y circunstancias— cambian continuamente. Tal vez las encontremos en casa
solo después de muchos intentos, pero el esfuerzo vale la pena, pues queremos darles la oportunidad de oír el mensaje divino de
salvación. Por tanto, pidamos a Jehová Dios la sabiduría necesaria para desarrollar las aptitudes de persuasión al ayudar al prójimo a
aceptar el mensaje del Reino.
19 Una vez que hallamos a alguien que desea adquirir mayor conocimiento sobre el mensaje del Reino, ¿qué más podemos hacer como
trabajadores cristianos? Veremos la respuesta en el siguiente artículo.
* Km 7/8 pag 4
La preparación: esencial para hacer revisitas eficaces
1 Jesús se encargó de preparar bien a sus seguidores como predicadores de “las buenas nuevas del reino” (Mat. 4:23; 9:35). Aunque su
predicación se limitó a la zona de Palestina, antes de ascender al cielo Jesús les señaló que el ministerio cristiano se extendería a tal
grado que se harían “discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 28:19, 20).
2 Cumplir con aquella comisión implicaría volver a visitar a las personas que manifestaran interés en las buenas nuevas del Reino de
Dios para enseñarles a observar todas las cosas que Cristo había mandado. Por eso nosotros tenemos que estar bien preparados: para
hacer revisitas eficaces.
3 Trace un plan. Algunos publicadores procuran plantear una pregunta al final de la visita inicial y prometen volver con la respuesta.
Al regresar, hacen referencia directa a la información del libro Enseña y así logran comenzar el estudio.
4 Ahora bien, el que las revistas salgan una vez al mes no significa que tengamos que esperar un mes para volver. Más bien, podemos
estimular el interés de la persona analizando un tema de alguna revista que ya tenga.
5 Póngase un objetivo. Antes de volver a visitar a la persona, tome unos minutos para revisar sus registros y determinar qué es lo que
quiere lograr; por ejemplo, repasar algún punto de la publicación que le dejó o entregarle alguna otra publicación relacionada con un
tema que hayan tratado. Si usted planteó una pregunta la última vez, es seguro que querrá contestarla. Cuando mencione algún texto
que apoye su argumento, procure leerlo directamente de la Biblia.
6 Nuestro objetivo. Desde luego que nuestro objetivo es comenzar un estudio de la Biblia. Un señor rechazó el estudio que le ofreció
un hermano en la revisita. El hermano volvió después con las revistas más recientes y le dijo: “Aprovechando que estamos por aquí,
estamos contestando una pregunta bíblica a la gente”. Entonces dejó que el señor se expresara, y luego le leyó un texto de la Biblia y
un párrafo de una publicación que utilizamos para dar clases bíblicas. El resultado fue un estudio.
7 Vale la pena invertir tiempo en prepararnos para hacer revisitas: disfrutaremos más en nuestra obra y puede que tengamos el privilegio
de ayudar a alguien que ‘esté correctamente dispuesto’ a emprender el camino a la vida (Hech. 13:48).
* Km 4/98 pag 3,4 parrs 6-8.
6 Organícese mejor: Dado el número de revistas, folletos y libros distribuidos, no cabe duda de que se está diseminando una gran
cantidad de semillas. Estas semillas de la verdad que hemos sembrado poseen un enorme potencial para producir nuevos discípulos.
Ahora bien, ¿sentiría un agricultor o un jardinero verdadera satisfacción si continuamente plantara y, después de todos sus esfuerzos,
nunca sacara tiempo para cosechar? ¡Claro que no! Así mismo, es menester que dediquemos una parte de nuestro ministerio a cultivar
el interés de la gente.
7 ¿Aparta usted regularmente tiempo para hacer revisitas? No tarde en volver a visitar a todo aquel que muestre interés y propóngase
empezar un estudio bíblico. ¿Lleva un registro ordenado y actualizado de sus revisitas? Además del nombre y la dirección del amo de
casa, escriba la fecha de la primera visita, la publicación que dejó, una breve descripción del tema que trataron y un punto que pueda
desarrollar la siguiente vez. Deje espacio en su registro para añadir información después de cada visita.
8 Analice cómo hacer una revisita: ¿Cuáles son algunos puntos que han de tenerse en cuenta al volver a visitar a alguien interesado?
1) Sea afable, entusiasta y actúe con sencillez. 2) Hable de temas que le interesen al amo de casa. 3) Mantenga la conversación
sencilla y centrada en la Biblia. 4) En cada visita procure enseñar algo que él considere que le será de valor personal. 5) Cree
expectación por el asunto del que hablarán la siguiente vez. 6) No se quede demasiado tiempo. 7) No le haga preguntas que lo
avergüencen o lo pongan en apuros. 8) Sea perspicaz y no condene sus ideas equivocadas o malos hábitos antes de que haya
cultivado aprecio por las cosas espirituales (véase el suplemento de Nuestro Ministerio del Reino de marzo de 1997, donde hallará más
información útil sobre cómo triunfar en las revisitas y empezar estudios bíblicos).
* Km 3/97 pag 3 parr 1-9
Cobre denuedo para hacer revisitas
1 ¿Le gusta hacer revisitas? A muchos publicadores les encanta. Puede que usted haya sentido temor al principio, especialmente al
volver a visitar a los amos de casa que solo mostraron un poco de interés. Pero a medida que ‘cobra denuedo por medio de nuestro
Dios para declarar las buenas nuevas’ haciendo revisitas, quizás le sorprenda descubrir lo fácil y remuneradora que puede ser esta
obra. (1 Tes. 2:2.) ¿En qué sentido?
2 En realidad, hay una gran diferencia entre una revisita y la visita inicial. La revisita se hace a alguien a quien ya conocemos, no a un
extraño, y por lo general es más fácil conversar con un conocido que con un extraño. Una de las muchas recompensas de participar en
esta obra es que puede resultar en que empecemos estudios bíblicos productivos.
3 Cuando predicamos de casa en casa, visitamos vez tras vez a las personas que no han mostrado interés. ¿Por qué seguimos
visitándolas? Porque sabemos que las circunstancias cambian, y que tal vez aquella persona con quien hablamos antes y que pareció
indiferente o incluso opuesta, se interese la próxima vez que la visitemos. Teniendo esto presente, nos preparamos bien y pedimos la
bendición de Jehová para decir algo en esta ocasión que provoque la reacción favorable de la persona.
4 Si estamos dispuestos a predicar de casa en casa a personas que no han mostrado ningún interés, ¿no deberíamos estar más
dispuestos a visitar a las que sí han mostrado algún interés en el mensaje del Reino? (Hech. 10:34, 35.)
5 Muchos estamos en la verdad gracias a que un publicador pacientemente nos visitó varias veces. Si ese fue su caso, pregúntese:
‘¿Cuál fue la primera impresión que le causé al publicador? ¿Abracé el mensaje del Reino en cuanto lo oí por primera vez? ¿Di la
impresión de ser indiferente?’. Debemos alegrarnos de que aquel publicador que volvió nos haya considerado dignos de una revisita y
haya ‘cobrado denuedo por medio de Dios’ para visitarnos y enseñarnos la verdad. ¿Qué debemos hacer cuando las personas
muestran algún interés al principio, pero después parece que tratan de evitarnos? Es esencial que tengamos una actitud positiva, como
lo ilustra la siguiente experiencia.
6 Mientras daban testimonio en la calle temprano por la mañana, dos publicadoras hablaron con una joven que llevaba a un niño en un
cochecito. Ella aceptó una revista y las invitó a su hogar el domingo siguiente. Las hermanas llegaron a la hora acordada, pero la joven
les dijo que no tenía tiempo para hablar. Sin embargo, prometió atenderlas la siguiente semana. Las hermanas dudaban de que
cumpliera con la cita, pero la joven estaba esperándolas cuando volvieron. Se empezó un estudio, y su progreso fue asombroso. En
poco tiempo empezó a asistir regularmente a las reuniones y a participar en el servicio del campo. Ahora está bautizada.
7 Coloque el fundamento en la visita inicial: El fundamento para una buena revisita suele colocarse en la visita inicial. Escuche
cuidadosamente los comentarios del amo de casa. ¿Qué le comunican? ¿Le atrae la religión? ¿Le preocupan los temas sociales? ¿Le
interesa la ciencia?, ¿la historia?, ¿el medio ambiente? Al concluir la visita, plantee una pregunta que invite a la reflexión y prometa
volver para examinar la respuesta bíblica.
8 Por ejemplo, si al amo de casa le llamó la atención la promesa bíblica de una Tierra paradisíaca, sería apropiado volver y conversar
sobre ese tema más a fondo. Antes de despedirse, pudiera preguntar: “¿Cómo podemos estar seguros de que Dios cumplirá esta
promesa?”. Entonces agregue: “Tal vez pueda volver cuando toda la familia esté en casa para mostrarles la respuesta bíblica a esa
pregunta”.
9 Si el amo de casa no muestra interés en ningún tema en particular, puede utilizar una de las preguntas que aparecen en las
presentaciones de la última página de Nuestro Ministerio del Reino como base para la siguiente conversación.
* W12 15/10 pag 31 parr 15
15 Cumplir con nuestro voto de dedicación implica que también debemos ser fieles en otros asuntos importantes. Veamos algunos
ejemplos. ¿Está usted casado? Entonces debe seguir honrando su sagrado voto de amar y cuidar con ternura a su cónyuge. ¿Ha
firmado un contrato comercial o una solicitud para participar en algún privilegio teocrático? En tal caso, cumpla los compromisos que ha
adquirido. ¿Ha aceptado una invitación para comer en casa de alguien de escasos recursos? Si así es, no cambie de idea si surge lo
que le parece una mejor oferta. ¿O ha prometido a alguien que encontró en el ministerio de casa en casa que regresaría para darle más
ayuda espiritual? Entonces procure por todos los medios que su sí signifique sí, y Jehová bendecirá su servicio (léase Lucas 16:10).
* Be pag 159 parr 1
Ayude a entender el valor práctico. Cuando damos testimonio, debemos destacar el valor práctico de las buenas nuevas. Para ello es
necesario saber lo que piensan quienes viven en nuestro territorio. ¿Cómo puede determinarlo? Escuchando las noticias o leyendo los
titulares de los periódicos. También es importante lograr que las personas participen en la conversación y prestar atención a lo que
digan. Quizá se dé cuenta de que afrontan problemas graves, como la pérdida del empleo, el pago del alquiler, una enfermedad, la
muerte de un familiar, actos delictivos, las injusticias cometidas por quienes ocupan puestos de autoridad, la ruptura de su matrimonio o
el control de los hijos menores. ¿Puede ayudarles la Biblia? Por supuesto que sí.
* Km 4/00 pag 8 parr 2-4
2 Valoremos el privilegio. Debemos estimar profundamente el privilegio que tenemos de dar a conocer las buenas nuevas del Reino a
otras personas. Esta actividad alegra el corazón de Jehová y ayuda a quienes son de corazón sincero a conocer el camino de la vida
(Pro. 27:11; 1 Tim. 4:16). La regularidad nos permite acumular experiencia en el ministerio y resulta en una sensación de gozo y logro.
3 Informemos la actividad. Algunos salen al servicio del campo pero no llenan el informe puntualmente. Nunca pensemos que
no merece la pena informar nuestra labor (compárese con Marcos 12:41-44). Debemos hacerlo sin falta. Si seguimos en casa un
sistema de anotación de las horas dedicadas al ministerio (por ejemplo, apuntarlas en un calendario), contaremos con un recordatorio
constante de que debemos hacer un informe exacto en cuanto acabe el mes.
4 Demos la ayuda necesaria. Tal vez haya que mejorar el programa local para el beneficio de quienes necesiten ayuda para participar
con regularidad en el ministerio. El secretario de la congregación y los conductores de estudio de libro deben pedir a los publicadores
con experiencia que ofrezcan esa ayuda. Si tenemos hijos o estudiamos la Biblia con publicadores no bautizados, enseñémosles a
informar su actividad todos los meses.
* be pag 33-38
La investigación eficaz
EL REY SALOMÓN “meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente”. ¿Por qué? Porque
se interesó en escribir “palabras correctas de verdad” (Ecl. 12:9, 10). Por su parte, Lucas indagó “todas las cosas desde el comienzo
con exactitud”, a fin de narrar en orden lógico los sucesos de la vida de Cristo (Luc. 1:3). Ambos siervos de Dios llevaron a cabo una
investigación.
¿Qué es investigar? Es buscar con detenimiento información sobre un asunto concreto. Para ello es preciso leer, aplicar los métodos y
técnicas de estudio, y quizá preguntar a otras personas.
¿En qué situaciones se requiere investigar? He aquí algunos ejemplos: en su estudio o lectura personal de la Biblia le surgen incógnitas
que considera importantes; alguien a quien predica le formula una pregunta que usted desearía contestar aportando datos exactos, o se
le ha encomendado pronunciar un discurso.
Centrémonos en este último caso. La información que debe abarcar tal vez dé la impresión de ser muy general. ¿Cómo podría aplicarla
a las circunstancias locales? Enriquézcala investigando. Un aspecto en apariencia obvio resulta informativo y hasta motivador cuando lo
apoya algún dato estadístico o un ejemplo adecuado con el que se identifiquen los oyentes. Es posible que la información con la que
trabaja se haya publicado pensando en lectores de todo el mundo, pero usted debe ampliarla, ilustrarla y adaptarla a una congregación
o persona en particular. ¿Cómo lo logrará?
Antes de iniciar la investigación, piense en su auditorio. ¿Qué es lo que ya sabe? ¿Qué necesita saber? Luego determine su objetivo.
¿Es explicar, convencer, refutar, o motivar? Explicar significa ampliar la información a fin de esclarecer un asunto; aunque los hechos
fundamentales se entiendan, quizá tenga que indicar el cuándo o el cómo. Convencer requiere dar razones que muestren el porqué, e
incluye la exposición de los hechos correspondientes. Refutar exige un conocimiento exacto de los dos lados de una cuestión, además
de un análisis detenido de las pruebas. Claro está, no solo procuramos emplear argumentos de peso, sino también exponerlos con
tacto. Motivar supone tocar el corazón de los oyentes, incentivarlos, infundirles el deseo de actuar en consonancia con lo que se dice.
Para ello son muy útiles los ejemplos de personas que hayan obrado así pese a afrontar diversas dificultades.
¿Ya está listo para empezar? No del todo. Piense en la cantidad de información que necesita. El tiempo suele ser un factor importante.
Si va a hablar en público, ¿de cuánto dispondrá? ¿De cinco minutos? ¿De cuarenta y cinco? ¿Está la duración ya fijada, como en las
reuniones de la congregación, o es más flexible, como en un estudio bíblico o una visita de pastoreo?
Por último, ¿qué fuentes de información están a su alcance? Aparte de las que tiene en casa, ¿hay más en la biblioteca del Salón del
Reino? ¿Le permitirían los hermanos que llevan muchos años sirviendo a Jehová examinar las que poseen? ¿Existe alguna biblioteca
pública cercana con obras de consulta que podría utilizar?
Las Escrituras, nuestra principal fuente de información
Si desea investigar el significado de un pasaje bíblico, empiece por la propia Biblia.
Examine el contexto. Pregúntese: “¿A quién se dirige el texto? De acuerdo con los versículos que lo enmarcan, ¿qué circunstancias
provocaron lo que se declara? ¿Cuál fue la actitud de los implicados?”. Estos detalles suelen ayudarnos a entender el pasaje y añaden
interés a los discursos.
Tomemos como ejemplo Hebreos 4:12, citado a menudo para referirse al poder de la Palabra de Dios, que llega al corazón de la gente
e influye en su vida. Pues bien, el contexto nos permite entender mejor esta verdad, ya que habla de las experiencias de los israelitas
en sus cuarenta años en el desierto, antes de entrar en la tierra que Jehová había prometido a Abrahán (Heb. 3:7–4:13). Lejos de estar
muerta, “la palabra de Dios” —la promesa de conducirlos a un lugar de descanso en virtud de Su pacto con aquel patriarca— estaba
muy viva y se encaminaba a su cumplimiento. Los israelitas tenían sobradas razones para cifrar su fe en ella. Sin embargo, una y otra
vez demostraron falta de fe cuando Jehová los condujo desde Egipto al monte Sinaí y luego a la Tierra Prometida. Sus reacciones ante
la forma en que Dios cumplió Su palabra revelaron lo que había en su corazón. Hoy, de igual modo, las promesas de la palabra de Dios
ponen de manifiesto lo que hay en el corazón de los hombres.
Busque las remisiones. Algunas Biblias cuentan con referencias marginales. ¿Las tiene la que usted posee? Si es así, pueden serle
útiles. Observe un ejemplo tomado de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. En 1 Pedro 3:6 se pone a Sara como
modelo para las esposas cristianas. Refuerza la idea una remisión a Génesis 18:12, donde se indica que ella llamaba señor a Abrahán
“dentro de sí”, señal de que su sumisión era sincera. Las referencias marginales, además de arrojar luz sobre el texto bíblico, lo dirigirán
a versículos que muestran el cumplimiento de una profecía bíblica o un patrón del pacto de la Ley. No obstante, tenga en cuenta que
no todas las remisiones pretenden dar esta clase de explicaciones, ya que quizá se limiten a conducirlo a pensamientos paralelos o a
datos biográficos o geográficos.
Utilice las concordancias bíblicas. Estas listas alfabéticas de palabras que aparecen en la Biblia lo dirigirán a versículos que aportan
información útil sobre el tema de su investigación, y en los que encontrará ejemplos del “modelo” de la verdad expuesto en la Palabra
de Dios (2 Tim. 1:13). La Traducción del Nuevo Mundo contiene un “Índice de palabras bíblicas” básico. La Gran Concordancia, editada
en varios idiomas, es mucho más completa, pues indica todos los versículos en que figuran los términos principales de la Biblia.
Aprenda a buscar en otras fuentes
En el recuadro de la página 33 se enumeran otras obras de consulta facilitadas por “el esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45-47). Muchas
de ellas cuentan con un índice, y con frecuencia poseen en sus últimas páginas una lista de palabras que le ayudará a encontrar la
información deseada. Además, en las revistas La Atalaya y ¡Despertad! aparece al final de cada año un índice con los artículos de los
últimos doce meses.
Si conoce el tipo de información que aporta cada una de estas publicaciones, el proceso de investigación le tomará menos tiempo.
Digamos, por ejemplo, que desea analizar aspectos referentes a las profecías, las doctrinas, la conducta cristiana o la aplicación de
principios bíblicos. En ese caso, es probable que encuentre en La Atalaya lo que busca. ¡Despertad! trata de los sucesos actuales, los
problemas de nuestro tiempo, la religión, la ciencia y los pueblos de diversas partes del mundo. En El hombre más grande de todos los
tiempos se comentan en orden cronológico todos los relatos evangélicos. Publicaciones como Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica
culminación!, Prestemos atención a las profecías de Daniel y los dos volúmenes de Las profecías de Isaías, una luz para toda la
humanidad analizan versículo por versículo libros de la Biblia completos. En el manual Razonamiento a partir de las Escrituras se da
cumplida respuesta a centenares de preguntas bíblicas que suelen surgir en el servicio del campo. Si desea entender mejor otras
religiones, sus enseñanzas, origen y desarrollo, consulte El hombre en busca de Dios. El libro Los testigos de Jehová, proclamadores
del Reino de Dios refiere en detalle la historia moderna de los testigos de Jehová. En el último Anuario de los testigos de Jehová hallará
un informe reciente sobre la marcha de la predicación mundial de las buenas nuevas. La obra Perspicacia para comprender las
Escrituras es una enciclopedia y un atlas de la Biblia, una fuente magnífica si necesita datos adicionales sobre la gente, los lugares, los
objetos, los idiomas o los sucesos históricos relacionados con las Escrituras.
Índice de las publicaciones Watch Tower. Esta obra, editada en más de veinte idiomas, lo dirigirá a la información contenida en una
amplia variedad de publicaciones cristianas. Se divide en un índice de materias y otro de textos bíblicos. Para utilizar el primero, busque
en él una palabra que resuma el tema que quiere investigar. En cuanto al segundo, localice en la lista el texto que desea com prender
mejor. Si se ha publicado algo en su idioma respecto a dicho tema o texto bíblico en los años abarcados en el Índice, hallará una
relación de referencias que puede consultar. En sus primeras páginas se indica a qué publicaciones corresponden las abreviaturas
utilizadas (de este modo averiguará, por ejemplo, que w99 1/3 15 significa La Atalaya de 1999, número del 1 de marzo, pág. 15). Las
entradas principales como “Biografías de testigos de Jehová” y “Ministerio del campo” pueden serle útiles en la preparación de discursos
que motiven a la congregación.
Puesto que la investigación es una actividad muy absorbente, tenga cuidado de no desviarse de su objetivo; para ello, céntrese en él y
busque únicamente lo que necesita. Si el Índice lo conduce a cierta fuente, diríjase a las páginas citadas y válgase de los subtítulos y
las frases iniciales de los párrafos para encontrar la información que precise. Si indaga el significado de un versículo bíblico, empiece
por localizar la cita en la página indicada y luego examine los comentarios que la preceden y la siguen.
Watchtower Library en CD-ROM. Si dispone de computadora, podrá utilizar este disco compacto que contiene una gran cantidad de
nuestras publicaciones. El programa de búsqueda le permite localizar con facilidad palabras, combinaciones de palabras o citas bíblicas
en las obras incluidas en la Watchtower Library. En el caso de que no exista este programa en su lengua materna, tal vez conozca
algún idioma con difusión internacional en el que pueda consultarlo.
Otras bibliotecas teocráticas
En su segunda carta inspirada al joven Timoteo, Pablo le pidió que le llevara a Roma “los rollos, especialmente los pergaminos” (2 Tim.
4:13). El apóstol valoraba ciertos escritos y los guardaba, y usted puede hacer lo mismo. ¿Conserva sus ejemplares de La Atalaya,
¡Despertad! y Nuestro Ministerio del Reino, incluso después de estudiarlos en las reuniones de la congregación? Si así es, podrá
utilizarlos como fuentes de información junto con las demás publicaciones cristianas que haya adquirido. La mayoría de las
congregaciones disponen de una biblioteca teocrática en el Salón del Reino, accesible a todos los miembros de la congregación cuando
asisten a las reuniones que allí se celebran.
Lleve un archivo personal
Esté atento a los datos de interés que podría usar cuando hable en público o enseñe. Si en un periódico o revista encuentra una noticia,
estadística o ejemplo que crea útil para el ministerio, recorte o copie la información. Consigne la fecha, el nombre de la publicación, y
quizá el del autor o editor. En las reuniones de la congregación anote puntos e ilustraciones que podría utilizar para explicar la verdad al
prójimo. ¿Ha pensado alguna vez en una buena ilustración, pero no ha tenido ocasión de emplearla enseguida? Escríbala y guárdela en
un archivo. Cuando lleve algún tiempo en la Escuela del Ministerio Teocrático, ya habrá preparado varias asignaciones. Conserve las
notas de tales discursos, pues la investigación que ha realizado tal vez le sirva más adelante.
Hable con la gente
Las personas constituyen una valiosa fuente de información. Cuando Lucas recopiló su Evangelio, al parecer obtuvo muchos datos
hablando con testigos presenciales (Luc. 1:1-4). Es posible que un compañero cristiano lo ilumine sobre algún asunto que usted haya
tratado de indagar. Según Efesios 4:8, 11-16, Cristo emplea “dádivas en hombres” para que crezcamos “en el conocimiento exacto del
Hijo de Dios”. Los siervos de Jehová con experiencia tal vez le den ideas útiles. En la conversación con los demás también puede
aflorar lo que piensan, y ello le permitirá preparar intervenciones realmente prácticas.
Evalúe los resultados
Una vez cosechado el trigo, hay que quitarle la cáscara al grano. Lo mismo sucede con el fruto de nuestra investigación. Antes de
utilizarlo, debe separarse lo que es valioso de lo que resulta superfluo.
Si va a emplear la información en un discurso, pregúntese: “¿Realmente aporta algo este punto? ¿O, aunque es interesante, podría
desviar la atención del tema?”. Si piensa incluir sucesos o datos actuales de los cambiantes campos de la ciencia o la medicina,
cerciórese de que estén al día. Tenga presente, además, que algunos aspectos tratados en nuestras publicaciones menos recientes
quizá se hayan revisado, de modo que examine lo último que se haya publicado sobre el asunto.
En particular, sea cauteloso si recopila datos de fuentes seglares. No olvide que la Palabra de Dios es la verdad (Juan 17:17). Dado el
papel clave de Jesús en el propósito divino, Colosenses 2:3 declara: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento”. Evalúe los frutos de su investigación desde esta perspectiva. Respecto a la información que encuentre en
obras seglares, pregúntese: “¿Es exagerada, especulativa o estrecha de miras? ¿Está escrita con fines egoístas o comerciales? ¿La
apoyan otras fuentes autorizadas? Y, sobre todo, ¿armoniza con la verdad bíblica?”.
Proverbios 2:1-5 anima a buscar el conocimiento, el entendimiento y el discernimiento “como a la plata, y como a tesoros escondidos”.
Ello supone trabajo, pero también muchas recompensas. Aunque requiere esfuerzo, la investigación le permitirá averiguar lo que
Jehová piensa sobre los asuntos, corregir las ideas erróneas y afianzar su comprensión de la verdad. Además, dará sustancia y vida a
sus discursos, de modo que serán una fuente de placer tanto para usted como para su auditorio.
* Km 12/00 pag 1 parr 2
2 Estudio personal y asistencia a las reuniones. ¿Cómo fue que creció en nosotros el amor a Dios y al prójimo cuando conocimos la
verdad? ¿No fue por todo lo que aprendimos sobre Jehová al estudiar las Escrituras? (1 Juan 4:16, 19.) Entonces, para que nuestro
amor “abunde todavía más y más con conocimiento exacto y pleno discernimiento”, tenemos que seguir adquiriendo conocimiento
exacto, explorando “las cosas profundas de Dios” (Fili. 1:9-11; 1 Cor. 2:10)
* Km 11/11 pag 1 parr 4
4 Persevere. Satanás hará todo lo posible por “llev[arse] la palabra” que ha sido plantada en el corazón de la gente (Mar. 4:14, 15). Por
eso, si no vuelve a encontrar en casa a las personas interesadas, no se rinda. ¿Podría dejarles una notita o enviarles una carta? Cierta
precursora empezó un estudio bíblico con una señora en la puerta de su casa, pero no volvió a encontrarla; así que le envió una carta.
Cuando por fin la halló, la mujer le dijo que su amable gesto la había conmovido profundamente. Regar las semillas de la verdad nos
permitirá sentir la dicha de verlas germinar, crecer y dar “fruto de a treinta y a sesenta y a ciento por uno” (Mar. 4:20).
* Km 12/13 pag 1
1 Cuando vamos a una comida, por lo general quien nos invita prepara algo para abrirnos el apetito. De modo parecido, para despertar
en la gente el interés por el mensaje bíblico, debemos dedicar tiempo y esfuerzo a preparar buenas introducciones (Prov. 15:28).
La duración o el contenido de una introducción no es lo único que determina su eficacia. Entonces, ¿qué debemos tener en cuenta a la
hora de preparar una introducción?
2 Lo que le interesa a la gente. Si nuestra introducción no despierta interés, es posible que la persona ponga fin a la conversación. Así
que pensemos en qué temas le interesan a la gente de nuestro territorio. ¿Anhelan un mejor gobierno? ¿Desean tener una familia feliz?
¿Quieren ver el fin de la guerra? Como a muchas personas les gusta dar su opinión, convendría hacerles una pregunta que las mueva a
expresarse. Tal vez podamos adaptar una de las presentaciones que aparecen en Nuestro Ministerio del Reino. ¿Qué tal si practicamos
algunas introducciones en la Noche de Adoración en Familia?
3 La cultura y las creencias de las personas. En algunos lugares se espera que expliquemos enseguida el motivo de nuestra visita.
Sin embargo, en otros hay que cumplir primero con ciertas formalidades, como preguntarle a la persona qué tal está y conversar un
poco. En zonas donde la gente respeta la Biblia, quizá podamos referirnos a ella desde un principio (Hech. 2:14-17). Pero donde
no haya muchos cristianos o donde las personas no sean creyentes, tal vez sea preferible mencionar la Biblia en una visita posterior
(Hech. 17:22-31).
4 Las frases iniciales. Debemos elegir con cuidado las primeras palabras que pronunciemos. Lo mejor suele ser usar frases breves y
sencillas. Pero no solo hay que fijarse en lo que decimos sino también en cómo lo decimos. Seamos entusiastas y positivos.
Recordemos que una sonrisa cálida y sincera inspira confianza. Seguir estas sugerencias nos permitirá preparar introducciones que
abran el apetito por lo que hay en “la mesa de Jehová” (1 Cor. 10:21).
* Km 1/92 pag 8 parr 1-5
1 ¿Cuál es la parte más importante de su presentación de casa en casa? La mayoría de nosotros concordaría en que es la introducción.
Si uno no puede despertar el interés del amo de casa durante los primeros 30 segundos, es probable que este ponga fin a la
conversación.
2 ¿Qué factores debe considerar al preparar una introducción eficaz? Analice las costumbres y necesidades de las personas del
territorio. ¿Se acostumbra intercambiar saludos al principio de la conversación, o se espera que usted vaya al grano inmediatamente?
¿Hay muchos matrimonios jóvenes en su territorio? ¿Qué les interesa o preocupa a ellos? ¿Están las personas del vecindario al
corriente de los problemas a los que se encara la humanidad?
Puede que capte su atención al decirles algo como esto:
▪ “Buenos días. Me llamo ______. Me preocupa cuando leo acerca de personas que mueren de hambre o debido a guerras. ¿Cuál es su
opinión al respecto?”. Otras preguntas útiles para comenzar una conversación son: “¿Cuál es la solución a los problemas del mundo?”,
“¿cree usted que hay alguien que pueda eliminar de la Tierra los problemas de hoy?”, “¿qué hay si hubiera un gobernante con las
capacidades que se mencionan en Isaías 9:6, 7? [lea y comente sobre este texto] ”.
3 En algunos territorios las personas se preocupan más por su propia familia que por los asuntos del mundo, como la paz mundial.
Pudiera despertar el interés de ellas al preguntarles:
▪ “¿Cómo cree que será la vida de usted y de su familia en diez años? Lo que la Biblia dice en cuanto al futuro es muy animador porque
predice la venida de un gobernante que reinará de acuerdo con normas perfectas. Note lo que dice acerca de él Isaías 9:6, 7”.
4 ¿Vive usted en una zona donde la gente está muy preocupada por el delito y la seguridad? Algunos quizás escuchen el mensaje si
usted emplea la primera introducción bajo “Delito/Seguridad” en la página 11 del libro Razonamiento.
Usted podría decir:
▪ “¡Hola! Estamos considerando con la gente el asunto de la seguridad personal. Se cometen muchos delitos por todas partes, y eso
afecta nuestra vida”. Luego, una pregunta como: “¿Qué solución hay?” o “¿cree usted que hay alguien que pueda eliminar de la Tierra
estos problemas?” o “¿qué hay si hubiera un gobernante con la capacidad de hacer eso?” podría ayudar a entablar una conversación.
Entonces pudiera leer Isaías 9:6, 7.
5 Todos —incluso los jóvenes de edad escolar— podemos hacer estas presentaciones sencillas en las que se usa un texto bíblico. De
hecho, tal vez quiera usar una de estas al ofrecer las revistas. Recuerde, nuestra meta es determinar el grado de interés del amo de
casa antes de ofrecerle literatura. ¿No cree usted que esta presentación bíblica es una excelente manera de discernir si la persona
manifiesta interés genuino en el mensaje o no? Estamos seguros de que muchos disfrutarán de usar estas presentaciones en enero,
tanto al ofrecer las revistas como al presentar la oferta del mes.
1 Para ser eficientes en nuestro ministerio se requiere preparación, así, cuando visitemos de nuevo a las personas que inicialmente
mostraron interés en la verdad, podremos reavivar su interés y continuar con nuestra conversación. ¿Cómo pudiéramos hacer esto?
2 Puesto que los cristianos verdaderos se interesan sinceramente en otras personas, usted pudiera mencionar algo que haya aprendido
sobre el amo de casa en la visita anterior.
A alguien que haya expresado su preocupación por el aumento del delito, usted pudiera decir:
▪ “La última vez que hablamos usted mencionó que le preocupaba el notable aumento del desafuero. ¿Cree usted que el tener más
policías resolvería el problema?”.
Si alguien expresó inquietud debido a los acontecimientos recientes en la situación mundial, usted pudiera decir:
▪ “La última vez que hablamos usted dijo algo interesante sobre la falta de paz en el mundo. ¿Cree usted que los líderes del mundo
traerán un nuevo orden mundial?”.
A la persona a quien preocupe el egoísmo que ve en otros, usted pudiera decir:
▪ “La última vez que hablamos usted hizo resaltar un punto excelente sobre la avaricia que vemos en la gente en general. ¿Cómo cree
usted que Dios considera a los codiciosos? [Permita que responda.] Mire lo que la Biblia dice en Efesios 5:5”.
3 Otras declaraciones que han resultado eficaces son:
▪ “Disfruté mucho de la última conversación que tuvimos, así que busqué información sobre este breve pensamiento que muestra que
Jehová se da cuenta del aprieto en que se hallan los que no tienen hogar. Mire lo que dice Isaías 65:21-23”.
▪ “Disfruté de su comentario en cuanto a que la humanidad necesita mejor gobernación.”
▪ “Usted hizo una pregunta interesante en cuanto a si todas las religiones tienen la aprobación de Dios.”
▪ “Lo que usted dijo sobre la predestinación verdaderamente me hizo pensar.”
▪ “Reflexioné en la conversación que tuvimos y hay un punto en el libro El Hombre más grande de todos los tiempos que creo que le va
a interesar [puede mostrar al amo de casa puntos que haya seleccionado del libro].” Introducciones como esas muestran que valoramos
la conversación anterior y que nos interesa hablar otra vez con el amo de casa.
4 Antes de hacer la revisita, medite en lo que va a decir. Ajuste su presentación a cada persona.
5 Si la persona a quien visitamos está ocupada, todavía podemos ser eficientes mediante decir:
▪ “Sé que está ocupada, pero aquí hay un pensamiento en el que puede meditar mientras termina su trabajo [lea Mateo 5:3]”.
O, pudiera decir:
▪ “Apunté estos tres textos bíblicos para usted. Puesto que este no es el tiempo apropiado para hablar, permítame dejarlos, y cuando
regrese me gustaría tomar cinco minutos de su tiempo para considerarlos con usted”.
* Km 1/92 pag 8 parr 6
6 Si emplea eficazmente los primeros 30 segundos de su visita, tanto por su porte como por su introducción, es probable que logre la
meta importante de captar la atención del amo de casa
6 Introducciones negativas que se deben evitar: Por lo general, las preguntas que puedan resultar en respuestas negativas o que
incomoden al amo de casa no producen buenos resultados. Por ejemplo: “¿Leyó la información que le dejé?”, “¿tiene alguna
pregunta?”, “¿se acuerda de mí?”, “regresé para ver si usted todavía está interesado en hablar sobre el propósito de Dios para la
Tierra”.
* Km 9/90 pag1
Honre al Creador de todas las cosas
1 En el siglo XIX, Satanás tramó un ardid dañino para cegar a la humanidad... la teoría de la evolución. (2 Cor. 4:4.) Esa teoría niega por
completo el relato bíblico de la creación y de la caída del hombre en pecado. Haría que el sacrificio de rescate de Jesús y las
enseñanzas bíblicas sobre el Reino y la vida eterna no tuvieran significado alguno. Además, esa teoría prepara el camino para la
violencia, la guerra, la inmoralidad sexual y toda clase de desafuero. ¿Quién advertirá a la humanidad de los peligros de esa enseñanza
mortífera?
2 En septiembre podremos hacerlo, pues nos ocuparemos en proclamar a Jehová como Creador. Ofreceremos el libro La vida... ¿cómo
se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? en el ministerio de casa en casa, en la obra en las calles, durante los recesos en el
empleo seglar y en la escuela. Queremos que todos sepan cuánto deshonra al Creador del hombre la teoría de la evolución.
DÉ UN TESTIMONIO EFICAZ
3 Al testificar informalmente o de casa en casa, quizás desee comenzar una conversación por medio de citar informes periódicos
relacionados con la opinión enérgica de algunas personas sobre el tema de la evolución. Se han hecho numerosos comentarios con
relación a si se debería enseñar la teoría de la evolución en las escuelas públicas. Aunque alguien haya leído o escuchado mucho sobre
argumentos relacionados, y hasta debates acalorados sobre el asunto, sin duda hallará interesante una declaración franca de la Biblia
que tenga que ver con este tema. Luego, mencione lo que se declara en Hebreos 3:4. Lea el texto y comente brevemente sobre él.
4 Si al parecer la persona tiene inclinación religiosa, pudiera mencionar que personas religiosas, así como las que creen en la evolución,
a menudo atribuyen a una “Naturaleza” impersonal, o a la “Madre Naturaleza” personificada, la fuerza creativa detrás de todas las cosas
maravillosas que vemos a nuestro alrededor. Pero la Biblia no deja sin identificar a nuestro Magnífico Benefactor y Creador de este
asombroso universo. Dirija la atención a Revelación 4:11. Después de leer el texto, la persona tal vez desee expresarse al respecto.
Usted pudiera enlazar uno o dos puntos específicos del libro Creación y, si es apropiado, animarla a que lo lea.
EN LA ESCUELA
5 Al comenzar el nuevo año escolar, todos ustedes, siervos jóvenes de Jehová, querrán repasar el libro Creación y considerar diferentes
maneras de despertar el interés de sus condiscípulos y maestros. Algunos han hallado que el simplemente dejar la publicación sobre el
pupitre resulta en consideraciones. Otros han abordado a maestros y directores de escuela sobre el tema de la creación y han colocado
muchos libros de esa manera.
6 A todos nos regocija la perspectiva de vivir en un mundo donde todos honren a Jehová. En la Revelación, Juan vió a magníficas
criaturas de espíritu inclinarse ante Jehová y proclamar: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el
poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”. (Rev. 4:11.) ¡Que en septiembre
hagamos eco de esas palabras en nuestro ministerio!
Conozca mejor las nuevas publicaciones
1 Dos nuevas publicaciones, un libro y un folleto, se han añadido a nuestra abundante provisión de alimento espiritual. Estas nuevas
publicaciones, presentadas en las Asambleas de Distrito “Lenguaje Puro”, de seguro tendrán un gran impacto en nuestro ministerio del
campo, además de ayudarnos a todos a hablar el lenguaje puro con mayor claridad. (Sof. 3:9.)
2 Al presentar el nuevo folleto, el orador dijo: “En el ministerio del campo con frecuencia se nos pregunta por qué no aceptamos sangre.
Para ayudarles a contestar esa pregunta, es un gozo presentarles este nuevo folleto de tamaño de revista ¿Cómo puede salvarle la vida
la sangre?”. ¿Ha sacado provecho de esa información vital por medio de leerla cuidadosamente? Es importante que lo haga a fin de
fortalecer su fe y estar preparado para ayudar a otros a entender el punto de vista cristiano de la sangre. (Hech. 15:28, 29.)
3 La información del folleto, la cual se ha documentado a cabalidad, lo equipará aún mejor para explicar a cualquier médico su posición y
sus deseos al respecto. Sin embargo, este nuevo folleto no es para médicos o abogados únicamente. Se preparó y escribió
especialmente para el público. Notará que su doble propósito hace de él un instrumento muy valioso para usarlo en este tiempo. Se
sugiere que siempre lleve uno o dos ejemplares consigo en el campo. Use a plenitud esta valiosa información para su beneficio
personal y para ayudar a otros a mostrar el debido respeto por la sangre.
* Jr pag 38 parr 13,14
13 En ocasiones, Jehová ordenó a Jeremías que anunciara mensajes proféticos desde las puertas del templo o las de Jerusalén (Jer.
7:2; 17:19, 20). Así podría comunicar la palabra divina a más personas y, puesto que muchos —como los hombres prominentes de la
ciudad y los mercaderes— acostumbraban a entrar y salir por la misma puerta, podría hablar con algunos repetidas veces para
ayudarlos a comprender lo que habían oído antes. ¿No nos enseñan estos pasajes que debemos volver a visitar a las personas
interesadas?
14 Jeremías era consciente de que muchas vidas dependían de su labor como profeta de Dios. Cierta vez no pudo cumplir la orden
divina de hablar al pueblo; entonces mandó en su lugar a su amigo Baruc (léase Jeremías 36:5-8). ¿Cómo podemos copiar este
modelo? Cuando prometemos volver a visitar a alguien, ¿cumplimos nuestra palabra? Si no nos es posible acudir a una cita con una
persona interesada o con un estudiante de la Biblia, ¿enviamos a alguien en nuestro lugar? Jesús dijo: “Signifique su palabra Sí, Sí”
(Mat. 5:37). Cumplir nuestros compromisos es de suma importancia, pues representamos al Dios de la verdad y el orden (1 Cor.
14:33, 40).
* bt pag 90 parr 13
13 Nosotros también queremos ganarnos el interés de las personas a quienes predicamos. ¿Cómo podemos seleccionar temas que les
atraigan? Entre otras cosas, teniendo presente su formación religiosa. Por ejemplo, si conocen las Escrituras, podemos citarles pasajes
que les resulten familiares, e incluso pedirles que los lean de su propia Biblia. En todo caso, busquemos siempre la forma de tocar el
corazón de la gente.
* W03 15/11 pag 14 parr 5
5 ¡Figúrese! Con su hábil defensa, Pablo logró que el penetrante poder de la Palabra de Dios influyera en un gobernante (Hebreos 4:12).
¿Por qué fue tan eficaz su exposición? ¿Y qué podemos aprender del apóstol que nos ayude en nuestra labor de hacer discípulos?
Cuando analizamos sus palabras, dos elementos sobresalen claramente: 1) fue persuasivo y 2) empleó con habilidad su conocimiento
de la Palabra de Dios, como el artesano que maneja con destreza una herramienta.
* be pag 222 parr 2
Es posible obtener buenos resultados incluso cuando la brusquedad o hasta la grosería del amo de casa interrumpen la visita. Tenga
presentes los consejos de Mateo 10:12, 13 y Romanos 12:17, 18. Su respuesta apacible tal vez consiga que él cambie de opinión
respecto a los testigos de Jehová, lo que, ya de por sí, sería un magnífico resultado.
LECCION 13 (a)
* It-2 pag 1001 parr 5
Sobre todo después de la muerte y resurrección de Jesús, su título Señor cobró un gran significado. Por medio de su muerte
sacrificatoria, compró a sus seguidores, lo que lo convirtió en su Dueño. (Jn 15:13, 14; 1Co 7:23; 2Pe 2:1; Jud 4; Rev 5:9, 10.) También
era su Rey y Novio, a quien ellos estaban sujetos como su Señor. (Hch 17:7; Ef 5:22-27; compárese con Jn 3:28, 29; 2Co 11:2; Rev
21:9-14.) Para recompensar la fidelidad de su Hijo hasta el punto de morir una muerte vergonzosa en un madero, “Dios lo ensalzó a un
puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo, y reconozca
abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor, para la gloria de Dios el Padre”. (Flp 2:9-11.) El reconocer a Jesucristo como Señor
significa más que simplemente llamarle “Señor”. Requiere que se reconozca su posición y se siga un proceder de obediencia.
(Compárese con Jn 14:21.) Jesús mismo dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. (Mt 7:21.)
* cf pag 163-171
6 ¡Qué animador es saber que Jesús no perdió las esperanzas con sus apóstoles! Su paciencia terminó dando fruto, y estos fieles
hombres aprendieron la importancia de ser humildes y estar vigilantes (1 Pedro 3:8; 4:7). ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras
relaciones con otras personas? Los ancianos en particular han de ser pacientes con el rebaño. Por ejemplo, quizás un hermano aborde
con sus problemas a un anciano que esté agotado o absorto en sus propias preocupaciones. O puede que a veces quienes necesitan
ayuda tarden en aplicar el consejo. A pesar de todo, los ancianos pacientes instruyen “con apacibilidad” y “[tratan] al rebaño con ternura”
(2 Timoteo 2:24, 25; Hechos 20:28, 29). También los padres deben copiar la paciencia de Jesús, pues hay momentos en que los hijos
no siguen de inmediato sus consejos e instrucciones. Pero el amor y la paciencia les ayudarán a no darse por vencidos. Recuerden que
su paciencia puede rendir grandes frutos (Salmo 127:3).
Atendió sus necesidades
7 El amor se demuestra con actos generosos (1 Juan 3:17, 18). “No busca sus propios intereses.” (1 Corintios 13:5.) El amor impulsó a
Jesús a atender las necesidades físicas de sus discípulos, y muchas veces lo hizo incluso antes de que ellos se lo pidieran. Cuando vio
que estaban cansados, los invitó a ir “a un lugar solitario [para que descansaran] un poco” (Marcos 6:31). Cuando notó que tenían
hambre, tomó la iniciativa para alimentarlos a ellos y a millares de personas que habían ido a escuchar sus enseñanzas (Mateo
14:19, 20; 15:35-37).
8 Jesús también reconoció las necesidades espirituales de sus discípulos y las satisfizo (Mateo 4:4; 5:3). A menudo dirigió sus
enseñanzas a estos en particular. Así, pronunció el Sermón del Monte sobre todo para el provecho de ellos (Mateo 5:1, 2, 13-16).
Cuando enseñaba con ilustraciones y ejemplos, “privadamente explicaba a sus discípulos todas las cosas” (Marcos 4:34). A fin de que
estuvieran bien nutridos espiritualmente durante los últimos días, predijo que nombraría a un “esclavo fiel y discreto”. Este esclavo fiel,
constituido por un pequeño grupo de hermanos de Jesús ungidos por espíritu que viven en la Tierra, ha estado repartiendo “alimento
[espiritual] al tiempo apropiado” desde el año 1919 (Mateo 24:45).
9 El día de su muerte, Jesús demostró de manera conmovedora su interés por el bienestar espiritual de sus seres queridos. Imagínese
la escena. Jesús está clavado en el madero sufriendo un dolor sumamente intenso. Es muy posible que para tomar aire tenga que
empujarse hacia arriba con los pies, lo que sin duda le provoca un dolor terrible, pues el peso del cuerpo le desgarra las heridas de los
clavos en los pies y la madera le roza la espalda destrozada por los azotes. El acto de hablar, que le exige controlar la respiración, debe
de resultarle muy difícil y penoso. Pese a ello, justo antes de morir pronuncia unas palabras que demuestran el gran amor que siente
por su madre, María. Al verla a ella y a su lado al apóstol Juan, dice con voz suficientemente fuerte como para que los presentes lo
oigan: “Mujer, ¡ahí está tu hijo!”. Luego dice a Juan: “¡Ahí está tu madre!” (Juan 19:26, 27). Jesús sabía que el fiel apóstol cuidaría
no solo del bienestar físico de María, sino también de su bienestar espiritual.
10 Reflexionar sobre el ejemplo de Jesús es muy provechoso para los padres. El padre que de verdad ama a su familia le proporciona lo
necesario en sentido material (1 Timoteo 5:8). Además, de vez en cuando, los cabezas de familia equilibrados y bondadosos dedican
tiempo al descanso y el esparcimiento familiar. Pero lo más importante de todo es que satisfacen las necesidades espirituales de sus
hijos. ¿De qué manera? Estudiando la Biblia regularmente con ellos y haciendo que las sesiones de estudio sean animadoras y
agradables (Deuteronomio 6:6, 7). Con su palabra y ejemplo les enseñan que el ministerio es una labor muy importante, y que
prepararse para las reuniones y asistir a ellas es una parte esencial de las actividades espirituales (Hebreos 10:24, 25).
Estuvo dispuesto a perdonar
11 El perdón es una faceta del amor (Colosenses 3:13, 14). El amor “no lleva cuenta del daño”, dice 1 Corintios 13:5. En repetidas
ocasiones, Jesús enseñó a sus discípulos la importancia del perdón. Los exhortó a perdonar diciéndoles: “No te digo: Hasta siete veces,
sino: Hasta setenta y siete veces”, o sea, sin límite (Mateo 18:21, 22). Les enseñó que hay que perdonar al pecador que, tras una
reprensión, muestra que está arrepentido (Lucas 17:3, 4). Pero Jesús no era como los fariseos hipócritas, que enseñaban solo de
palabra; él también enseñaba con el ejemplo (Mateo 23:2-4). Veamos cómo mostró su disposición a perdonar incluso cuando un amigo
de confianza le falló.
12 Jesús tenía una relación muy estrecha con el apóstol Pedro, un hombre de carácter afectuoso, aunque a veces algo impulsivo.
Conociendo sus virtudes, Jesús le concedió privilegios especiales. Por ejemplo, junto con Santiago y Juan, Pedro fue testigo presencial
de algunos milagros que el resto de los doce apóstoles no vieron (Mateo 17:1, 2; Lucas 8:49-55). Y como mencionamos antes, estuvo
entre los que se adentraron con el Maestro en el jardín de Getsemaní la noche que lo apresaron. Sin embargo, esa misma noche,
cuando Jesús fue traicionado y arrestado, Pedro y los otros apóstoles lo abandonaron y huyeron. Más tarde, Pedro tuvo la valentía de ir
al lugar donde Jesús estaba siendo sometido a un juicio ilegal, y se quedó fuera. Pero el temor lo empujó a cometer un grave error:
¡mintió tres veces cuando afirmó que ni siquiera lo conocía! (Mateo 26:69-75.) ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Qué habría hecho usted si un
amigo íntimo le hubiera fallado de esa forma?
13 Jesús estuvo dispuesto a perdonar a Pedro. Sabía que este se sentía profundamente abatido por el peso de su pecado; de hecho, tan
desconsolado estaba el arrepentido apóstol que “rompió a llorar” (Marcos 14:72). El día de su resurrección, el Maestro se le apareció,
sin duda para consolarlo y tranquilizarlo (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5). Y menos de dos meses después lo honró permitiendo que fuera
él quien saliera a dar un testimonio a la multitud congregada en Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2:14-40). Recordemos,
asimismo, que Jesús no guardó resentimiento contra los apóstoles por haberlo abandonado. Al contrario: después que hubo resucitado,
siguió llamándolos “mis hermanos” (Mateo 28:10). ¿No es obvio, pues, que Jesús hizo más que solo enseñar de palabra a perdonar?
14 Como discípulos de Cristo, necesitamos aprender a perdonar. ¿Por qué? Porque a diferencia de Jesús, somos imperfectos, así como
también lo son quienes pecan contra nosotros. Todos tropezamos de vez en cuando, sea con palabras o con acciones (Romanos 3:23;
Santiago 3:2). Si perdonamos con misericordia cuando hay justificación para ello, abrimos el camino para que Dios nos perdone a
nosotros (Marcos 11:25). ¿Cómo, entonces, demostramos que estamos dispuestos a perdonar a los demás? En muchos casos, el amor
nos impulsará a simplemente pasar por alto sus pequeñas faltas (1 Pedro 4:8). Cuando alguien nos ofende pero se arrepiente con
sinceridad, como lo hizo Pedro, hacemos bien en imitar la disposición de Jesús a perdonar. En lugar de guardar rencor, es mejor
librarse del resentimiento (Efesios 4:32). Así contribuimos a la paz de la congregación y a nuestra propia tranquilidad mental (1 Pedro
3:11).
Confió en ellos
15 El amor y la confianza van de la mano. El amor “todas [las cosas] las cree” (1 Corintios 13:7). El amor motivó a Jesús a confiar en sus
discípulos pese a que eran imperfectos. Así lo hizo porque sabía que en el fondo amaban profundamente a Jehová y querían hacer la
voluntad divina. Y aun cuando cometieron errores, no les atribuyó malos motivos. Por ejemplo, cuando Santiago y Juan persuadieron a
su madre para que le pidiera a Jesús que los dejara sentar a su lado en su Reino, él no cuestionó la lealtad de ellos ni les retiró su
nombramiento como apóstoles (Mateo 20:20-28).
16 Como prueba de su confianza, Jesús delegó en sus discípulos varias responsabilidades. Así, las dos veces que multiplicó
milagrosamente los panes y los peces para alimentar a la muchedumbre, les asignó la tarea de distribuirlos (Mateo 14:19; 15:36).
Cuando preparaba su última Pascua, envió a Pedro y a Juan a Jerusalén para que lo dejaran todo listo. Ellos se encargaron, entre otras
cosas, del cordero, el vino, el pan sin levadura y las hierbas amargas. Este no era un trabajo servil, pues celebrar la Pascua
debidamente era un requisito de la Ley mosaica, y Jesús estaba obligado a obedecerla. Además, esa noche Jesús utilizó el vino y el
pan sin levadura como símbolos al instituir la Conmemoración de su muerte (Mateo 26:17-19; Lucas 22:8, 13).
17 Jesús consideró apropiado encomendar a sus discípulos responsabilidades aún mayores. Como ya hemos indicado, delegó en un
pequeño grupo de sus seguidores ungidos en la Tierra la gran tarea de suministrar alimento espiritual (Lucas 12:42-44). Recordemos
también que dejó en manos de sus discípulos la importantísima comisión de predicar y enseñar (Mateo 28:18-20). Aun ahora, pese a
ser invisible y gobernar desde el cielo, encarga el cuidado de la congregación a hombres espiritualmente capacitados que constituyen
verdaderas “dádivas” (Efesios 4:8, 11, 12).
18 ¿De qué manera podemos seguir el ejemplo de Jesús al relacionarnos con los demás? Tener confianza en nuestros hermanos
espirituales es una expresión de nuestro amor. No olvidemos que el amor se centra en lo positivo, y no en lo negativo. Cuando otros nos
decepcionen —lo que de seguro pasará alguna que otra vez—, el amor evitará que nos apresuremos a atribuirles malas intenciones
(Mateo 7:1, 2). Si vemos a nuestros hermanos de manera positiva, los trataremos de una forma que edifique y no que derribe
(1 Tesalonicenses 5:11).
19 ¿Cómo podemos imitar la disposición de Jesús a delegar? Es bueno que quienes dirigen la congregación deleguen en otros
hermanos tareas adecuadas y útiles, confiando en que estos pondrán todo su empeño en realizarlas. Así, los ancianos con experiencia
pueden dar la capacitación que es tan necesaria y valiosa a los jóvenes que están “procurando” ayudar en la congregación (1 Timoteo
3:1; 2 Timoteo 2:2). Dicha capacitación es esencial, pues a medida que Jehová siga acelerando el crecimiento de la obra del Reino,
será necesario preparar a más hermanos (Isaías 60:22).
20 Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo de cómo demostrar amor a otras personas. Aunque hay muchas formas en que podemos
seguirlo, la más importante es imitando su amor. En el siguiente capítulo hablaremos de su mayor expresión de amor por nosotros: su
disposición a entregar su propia vida.
* W09 15/9 pags 9-20
9 Jesús dijo que él era “humilde de corazón” y apacible, y la apacibilidad forma parte del fruto del espíritu santo de Dios. De modo que
necesitamos espíritu santo para imitar bien a Jesús; no basta con estudiar su ejemplo. Pidámosle a Jehová su espíritu y esforcémonos
por cultivar el fruto que este produce: “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad [y] autodominio” (Gál.
5:22, 23). Si seguimos el ejemplo de humildad y apacibilidad que nos dejó Jesús, contaremos con el favor de nuestro Padre celestial.
Jesús trató con bondad a la gente
10 Otro aspecto del fruto del espíritu es la bondad. Jesús siempre trató a la gente con bondad. Él “recibió amablemente” a todos aquellos
que querían acercarse a él (léase Lucas 9:11). ¡Cuánto podemos aprender de su ejemplo! La persona bondadosa es amable,
compasiva, generosa y amigable. Y así era Jesús. Él sentía compasión por las personas “porque estaban desolladas y desparramadas
como ovejas sin pastor” (Mat. 9:35, 36).
11 Pero Jesús no solo sintió compasión por las personas; también hizo mucho por ayudarlas. Veamos el ejemplo de una mujer que
llevaba doce largos años sufriendo hemorragias. Ella sabía que, de acuerdo con la Ley mosaica, su enfermedad la hacía
ceremonialmente inmunda a ella, así como a cualquiera que la tocara (Lev. 15:25-27). No obstante, lo que había escuchado sobre
Jesús y sobre su manera de tratar a los demás de seguro la convenció de que él la curaría. Pensó: “Si toco nada más que sus prendas
de vestir exteriores, recobraré la salud”. Armándose de valor, se acercó a él, lo tocó y de inmediato sintió que había sido curada.
12 Jesús se dio cuenta de que alguien lo había tocado y miró a su alrededor para ver quién había sido. La mujer, temiendo quizás que él
se hubiera enojado con ella por haber violado la Ley, cayó temblando a sus pies y le dijo toda la verdad. ¿La reprendió Jesús? Todo lo
contrario; la tranquilizó diciéndole: “Hija, tu fe te ha devuelto la salud. Ve en paz” (Mar. 5:25-34). ¡Qué aliviada debió de sentirse esta
pobre mujer al oír esas afectuosas palabras!
13 A diferencia de los insensibles fariseos, Jesús nunca usó su autoridad para imponer cargas a los demás (Mat. 23:4). En vez de eso,
les enseñó con cariño y paciencia las normas de Jehová. Sus discípulos veían en él a un compañero afectuoso, a un verdadero amigo
(Pro. 17:17; Juan 15:11-15). Hasta los niños se sentían a gusto con Jesús, y él con ellos. Nunca estuvo demasiado ocupado como para
dedicarles tiempo. En una ocasión, los discípulos, actuando con los aires de superioridad tan comunes entre los líderes religiosos,
trataron de impedir que los padres le trajeran sus hijos a Jesús para que él los bendijera. Pero a él no le gustó nada lo que hicieron, así
que les dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos, porque el reino de Dios pertenece a los que son así”.
Entonces, se valió de los niños para enseñarles una lección a sus discípulos: “En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios
como un niñito, de ninguna manera entrará en él” (Mar. 10:13-15).
14 Imagínese lo que algunos de esos niños sintieron años después, ya de adultos, al recordar que Jesús los había tomado en sus brazos
y los había bendecido (Mar. 10:16). Hoy día, los niños del pueblo de Dios reciben los cuidados y el interés sincero de los ancianos y de
otros miembros de la congregación, y cuando crezcan también recordarán con cariño toda esa atención. Lo que es más importante:
estos niños aprenden desde pequeños que el espíritu santo de Jehová está con su pueblo.
Seamos amables en un mundo cruel
15 En la actualidad, mucha gente cree que está demasiado ocupada para ser amable con los demás, lo cual promueve las actitudes
egoístas a las que nos vemos expuestos todos los días en la escuela, el trabajo, la calle y el ministerio. Aunque esas actitudes
seguramente nos hacen sentir mal, no deberían sorprendernos. Después de todo, Pablo advirtió por inspiración divina que en estos
“últimos días” los cristianos verdaderos tendrían que vivir entre quienes serían “amadores de sí mismos” y no tendrían “cariño natural”
(2 Tim. 3:1-3).
16 ¡Qué diferente es el ambiente que reina en la congregación cristiana! Todos los que imitamos a Jesús contribuimos a preservar dicho
ambiente. ¿De qué manera? Para empezar, damos ayuda y ánimo a los muchos hermanos que tienen que lidiar con enfermedades y
otras circunstancias difíciles. Aunque los problemas se están agravando en estos “últimos días”, en realidad no son nuevos. Ya en la
antigüedad, los cristianos tenían que enfrentarse a situaciones parecidas. Por eso era muy necesario que se ayudaran con bondad.
Pablo dio esta exhortación a sus hermanos: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, tengan gran
paciencia para con todos” (1 Tes. 5:14). Hoy día se espera que actuemos de la misma manera: que demostremos con obras nuestra
bondad.
17 Así como Jesús “recibió amablemente” a quienes lo seguían, nosotros tenemos la obligación de hacer lo mismo con nuestros
hermanos. Hemos de tratarlos como él lo hubiera hecho. Debemos interesarnos sinceramente por todos: por los que conocemos desde
hace tiempo y por los que acabamos de conocer (3 Juan 5-8). Jesús tomó la iniciativa y ayudó con compasión a la gente. Imitemos su
ejemplo y seamos una fuente de ánimo para los que nos rodean (Isa. 32:2; Mat. 11:28-30).
18 Una manera de actuar con bondad es haciendo cosas por el bien de los demás. Pero esto no se puede dejar a la casualidad: hay que
tomar la iniciativa. Pablo dijo: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven
la delantera” (Rom. 12:10). ¿Cómo podemos hacerlo? Siguiendo el ejemplo de Cristo, tratando a los demás con cariño y afecto, y
amándolos con un “amor libre de hipocresía” (2 Cor. 6:6). El apóstol describió así esa clase de amor: “El amor es sufrido y bondadoso.
El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha” (1 Cor. 13:4). En vez de guardarles rencor a nuestros hermanos, sigamos este
consejo: “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios
también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes”
19 Si actuamos con bondad y amabilidad en toda circunstancia, recibiremos grandes recompensas. El espíritu santo podrá operar sin
estorbos en la congregación, produciendo así su fruto. Si seguimos el ejemplo de Jesús y ayudamos a nuestros hermanos a hacer lo
mismo, la congregación estará más unida y feliz, y nuestro servicio alegrará a Jehová. Así pues, no dejemos nunca de imitar la
apacibilidad y la bondad de Jesucristo al tratar a los demás
Imitemos la obediencia y la valentía de Jesús
“¡Cobren ánimo!, yo he vencido al mundo.” (JUAN 16:33)
JESÚS siempre hizo la voluntad de su Padre celestial. La idea de desobedecer a Dios era absolutamente inconcebible para él (Juan
4:34; Heb. 7:26). Pero debido a las circunstancias que enfrentó en la Tierra, no le fue fácil ser obediente. Desde el principio de su
ministerio, sus enemigos, entre quienes se contaba Satanás mismo, intentaron convencerlo, presionarlo y entramparlo para que fuera
desleal (Mat. 4:1-11; Luc. 20:20-25). Todos ellos le causaron mucho dolor, tanto físico como emocional, y finalmente lo mataron
clavándolo a un madero de tormento (Mat. 26:37, 38; Luc. 22:44; Juan 19:1, 17, 18). Sin embargo, a pesar del terrible sufrimiento que
experimentó, Jesús fue “obediente hasta la muerte” (léase Filipenses 2:8).
2 Las experiencias que Jesús vivió en la Tierra le enseñaron cosas nuevas acerca de la obediencia a Dios (Heb. 5:8). Pero ¿qué más
podía aprender sobre este tema que no supiera ya? Después de todo, había pasado millones de años al lado de su Padre y había
colaborado estrechamente con él como su “obrero maestro” durante la creación (Pro. 8:30). Sin embargo, el sufrimiento que padeció
como ser humano lo puso a prueba, y al resistir fielmente demostró que su obediencia y su integridad eran absolutas. Todo esto ayudó
al Hijo de Dios a crecer aún más en sentido espiritual. ¿Qué nos enseña su ejemplo?
3 Aunque Jesús era perfecto, sabía que no lograría obedecer a la perfección por sus propias fuerzas. Por eso le pidió ayuda a Jehová
(léase Hebreos 5:7). Nosotros también necesitamos ser humildes y pedir siempre la ayuda de Dios para no desobedecer. El apóstol
Pablo exhortó así a los cristianos: “Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien [...] se humilló y
se hizo obediente hasta la muerte” (Fili. 2:5-8). El ejemplo de Jesús demostró que es posible ser obediente a pesar de vivir en un mundo
malvado. Pero ¿cómo podemos nosotros ser obedientes si, a diferencia de Jesús, somos imperfectos?
Obedientes a pesar de la imperfección
4 Adán y Eva eran criaturas inteligentes dotadas de libre albedrío. También sus descendientes poseemos esa capacidad. ¿Qué implica
esto? Que tenemos la libertad de elegir entre lo bueno y lo malo, entre obedecer a Dios y desobedecerle. Pero esa libertad que él nos
da conlleva responsabilidades y trae consecuencias. Así es, las decisiones que tomamos pueden afectar a quienes nos rodean e
incluso podrían significar vida o muerte para nosotros mismos.
5 Los seres humanos imperfectos no somos obedientes por naturaleza, por lo que a menudo nos resulta difícil seguir las normas de
Dios. El propio apóstol Pablo tuvo una lucha interna, como él mismo reconoció: “Contemplo en mis miembros otra ley que guerrea
contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom. 7:23). Por supuesto, es
relativamente fácil obedecer cuando no hay que hacer sacrificios ni soportar inconvenientes. Pero ¿qué hacemos cuando “el deseo de
la carne y el deseo de los ojos” crean un conflicto en nuestro interior? Esos deseos, que surgen debido a nuestra imperfección y al
“espíritu del mundo”, son muy intensos (1 Juan 2:16; 1 Cor. 2:12). De modo que para vencerlos tenemos que preparar el corazón, es
decir: antes de que surja una prueba o tentación debemos resolvernos a obedecer a Jehová pase lo que pase (Sal. 78:8). La Biblia
contiene muchos ejemplos de siervos de Dios que fueron fieles porque hicieron precisamente eso (Esd. 7:10; Dan. 1:8).
6 Una manera de preparar el corazón es estudiando con diligencia la Biblia y las publicaciones cristianas. Imagínese en la siguiente
situación. Usted está llevando a cabo su estudio personal en la noche que ha fijado para ello. Le ha pedido a Jehová que le dé su
espíritu y que le ayude a poner en práctica lo que aprenda en su Palabra. Suponga que al día siguiente van a pasar en la televisión una
película que quiere ver. Pero aunque las críticas son muy buenas, se ha enterado de que tiene algunas escenas violentas e inmorales.
7 Entonces reflexiona en el consejo del apóstol Pablo que se halla en Efesios 5:3: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la
avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas”. También recuerda la exhortación que dio el
apóstol en Filipenses 4:8 (léase). Y se pregunta: “Si expusiera mi mente y mi corazón a películas como la que planeo ver mañana,
¿estaría siguiendo el ejemplo de obediencia absoluta de Jesús?”. ¿Qué haría usted si se encontrara en esta situación? ¿Vería la
película a pesar de todo?
8 Sería un error rebajar nuestras normas morales y espirituales pensando que somos lo suficientemente fuertes como para resistir los
efectos de las malas compañías, aunque esas compañías sean los personajes de películas y programas violentos e inmorales.
Tenemos que protegernos a nosotros y a nuestros hijos de las dañinas influencias satánicas. Mucha gente hace todo lo posible por que
su computadora no se infecte con virus informáticos que pueden destruir información, provocar fallos en el sistema o incluso adueñarse
de este para atacar otras computadoras. ¿Deberíamos hacer menos por protegernos de “las artimañas del Diablo”? (Efe. 6:11, nota.)
9 Todos los días tenemos que decidir de una forma u otra si haremos las cosas a la manera de Jehová. Si queremos obtener la
salvación, debemos obedecerle y respetar sus justos principios. Para demostrar que nuestra fe es real, hemos de seguir el ejemplo de
Jesús y ser obedientes “hasta la muerte”, si es necesario. Jehová recompensará nuestra fidelidad. Jesús prometió: “El que haya
aguantado hasta el fin es el que será salvo” (Mat. 24:13). Claro, la obediencia exige valor, valor como el de Jesús (Sal. 31:24).
Jesús, el ejemplo de valor por excelencia
10 En vista de que estamos rodeados por un mundo corrupto, debemos ser valientes para no contaminarnos con sus actitudes y
conductas. Enfrentamos muchas presiones sociales, morales, económicas y religiosas que podrían alejarnos de Jehová. Numerosos
cristianos sufren la oposición de sus familiares. En muchos países, las instituciones educativas promueven con gran insistencia la teoría
de la evolución, y el ateísmo gana cada día más adeptos. Si queremos protegernos y resistir la presión, no podemos quedarnos con los
brazos cruzados: debemos actuar. El ejemplo de Jesús nos enseña cómo podemos vencer.
11 Jesús les dijo a sus discípulos: “En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo” (Juan
16:33). Él nunca se dejó influir por el sistema de cosas. Nunca permitió que este le impidiera cumplir su comisión de predicar o lo hiciera
rebajar sus normas morales y espirituales. Tampoco nosotros podemos permitirlo. Al orar a Dios, Jesús dijo de sus discípulos: “Ellos
no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:16). Si estudiamos el ejemplo de Jesús y meditamos en él,
tendremos el valor necesario para mantenernos separados de este mundo.
Imitemos la valentía de Jesús
12 A lo largo de su ministerio, Jesús demostró que era un hombre muy valiente. Con la autoridad que le daba el hecho de ser el Hijo de
Dios, “entró en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los
bancos de los que vendían palomas” (Mat. 21:12). La noche antes de morir, cuando un grupo de soldados vino a arrestarlo, se interpuso
entre ellos y sus discípulos y dijo: “Si es a mí a quien buscan, dejen ir a estos” (Juan 18:8). Y momentos después, cuando Pedro sacó
su espada, le dijo que la guardara, demostrando así que no confiaba en el poder de las armas, sino en el de Jehová (Juan 18:11).
13 Jesús denunció sin temor la maldad y las mentiras de los maestros religiosos. Les dijo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos,
hipócritas!, porque cierran el reino de los cielos delante de los hombres”. Y agregó: “Han desatendido los asuntos de más peso de la
Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad [...;] limpian el exterior de la copa y del plato, pero por dentro están llenos de
saqueo e inmoderación” (Mat. 23:13, 23, 25). Los discípulos de Jesús necesitarían tener ese mismo valor, pues en el futuro los líderes
religiosos los perseguirían e incluso matarían a algunos de ellos (Mat. 23:34; 24:9).
14 Ni siquiera los demonios hicieron que Jesús se acobardara. En cierta ocasión vino a su encuentro un hombre endemoniado tan fuerte
que nadie podía mantenerlo atado, ni siquiera con cadenas. Sin embargo, Jesús no se dejó intimidar y expulsó a los muchos demonios
que tenían dominado al hombre (Mar. 5:1-13). Hoy día, Dios no nos ha dado el poder de realizar ese tipo de milagros. No obstante, al
predicar y enseñar a la gente, estamos librando una lucha espiritual contra Satanás, quien “ha cegado las mentes de los incrédulos”
(2 Cor. 4:4). Tal como en el caso de Jesús, nuestras armas “no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas
fuertemente atrincheradas”, es decir, creencias falsas muy arraigadas (2 Cor. 10:4). ¿Cómo podemos usar esas armas espirituales?
Veamos cómo lo hizo Jesús.
15 La valentía de Jesús era real, no simple bravuconería. Nacía de su fe en Dios. Y así debe ser también en nuestro caso (Mar. 4:40).
¿Cómo podemos tener verdadera fe? De nuevo, Jesús fija el modelo a seguir. Él conocía a fondo los escritos sagrados y tenía plena
confianza en su contenido. Su arma no era una espada literal, sino la espada del espíritu, la Palabra de Dios. Vez tras vez hacía
referencia a ella para apoyar sus enseñanzas. De hecho, a menudo iniciaba sus declaraciones con la expresión “está escrito” y pasaba
a citar de las Escrituras.
16 Para que nuestra fe pueda resistir las pruebas que inevitablemente le sobrevienen a todo cristiano, tenemos que leer y estudiar la
Palabra de Dios todos los días y asistir a las reuniones. Así se nos quedarán grabadas en la mente las verdades que sustentan nuestra
fe (Rom. 10:17). Además, debemos reflexionar profundamente a fin de que esas verdades echen raíces en el corazón. Solo una fe viva
nos dará el valor que necesitamos para actuar (Sant. 2:17). Finalmente, debemos pedirle a Dios su espíritu santo, pues la fe es parte
del fruto de ese espíritu (Gál. 5:22).
17 Una joven cristiana llamada Kitty sabe por experiencia propia que la fe verdadera da valor. Desde pequeña, ella sabía que no debía
“aver[gonzarse] de las buenas nuevas” en la escuela; además, realmente quería predicarles a sus compañeros (Rom. 1:16). Año tras
año intentaba hablarles de la verdad, pero le faltaba el valor para hacerlo. Ya siendo adolescente, tuvo que irse a estudiar a otro lugar y
pensó: “Esta vez voy a recuperar todo el tiempo que he perdido”. Kitty le pidió a Jehová que le diera valor y prudencia, y que se le
presentara una buena oportunidad.
18 Llegó el primer día de clase, y los estudiantes tuvieron que presentarse ante sus compañeros. Algunos dijeron que tenían una
religión, pero aclararon que en realidad no la practicaban. Entonces Kitty se dio cuenta de que esa era la oportunidad que había estado
esperando. Cuando le llegó su turno, dijo con toda claridad: “Soy testigo de Jehová y siempre trato de actuar tal como manda la Biblia”.
A medida que siguió hablando, algunos de sus compañeros empezaron a poner cara de fastidio, pero hubo otros que prestaron atención
y más tarde le hicieron preguntas. El profesor puso a Kitty de ejemplo por defender sus creencias, y ella se sintió muy contenta de haber
imitado el valor de Jesús.
Sigamos el ejemplo de fe y valor que dio Jesús
19 Los apóstoles se dieron cuenta de que para ser valientes necesitaban fe; por eso le rogaron a Jesús: “Danos más fe” (léase Lucas
17:5, 6). La fe verdadera implica más que creer que Dios existe. Implica confiar plenamente en él, cultivar una relación con él como la
que tiene un niñito con su querido padre. Salomón escribió por inspiración: “Hijo mío, si tu corazón se ha hecho sabio, se regocijará mi
corazón, sí, el mío. Y mis riñones se alborozarán cuando tus labios hablen rectitud” (Pro. 23:15, 16). De igual modo, Jehová se alegra
cuando defendemos con valentía sus justos principios, y saber esto nos da más valor aún. Imitemos, pues, el ejemplo de Jesús y
defendamos con valor la justicia.
El amor de Cristo nos impulsa a amar
“Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” (JUAN 13:1)
JESÚS es el ejemplo perfecto de amor. Por todo lo que hizo, dijo y enseñó, así como por el sacrificio que realizó al morir por nosotros,
demostró la profundidad de su amor. Hasta el fin de su vida en la Tierra trató con cariño a todos, y en especial a sus discípulos.
2 Los cristianos tenemos en Jesús un magnífico modelo que seguir, un modelo que nos impulsa a tratar con amor a nuestros hermanos
y a toda otra persona. En este artículo veremos cómo pueden los superintendentes imitar a Jesús y tratar con bondad a los hermanos
que han cometido una falta, sea grave o no. También veremos cómo nos impulsa el amor de Jesús a ayudar a los hermanos que se
enfrentan a dificultades, enfermedades e incluso desastres naturales.
3 La noche antes de que Jesús muriera, Pedro, su propio apóstol, lo negó en tres ocasiones (Mar. 14:66-72). Pero Jesús había predicho
que Pedro se arrepentiría. Y cuando el apóstol así lo hizo, lo perdonó, y más tarde le confió serias responsabilidades (Luc. 22:32; Hech.
2:14; 8:14-17; 10:44, 45). ¿Qué nos enseña esto? ¿Qué aprendemos al observar la manera en que Jesús reaccionaba cuando alguien
cometía una falta grave?
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia quienes cometen un pecado
4 Hay muchas situaciones en las que es necesario tener la misma actitud que Jesús, pero una de las más difíciles y dolorosas es
cuando alguien de nuestra familia o de la congregación comete un pecado grave. Lamentablemente, cuanto más nos acercamos al fin
de este sistema satánico, más daño causa el espíritu del mundo. Los cristianos, sean jóvenes o mayores, pueden contagiarse de la
indiferencia y rebeldía de la gente hacia las normas morales, y eso podría debilitar su determinación de seguir en el camino estrecho
que lleva a la vida. En el siglo primero, algunos cristianos tuvieron que ser expulsados de la congregación, y otros fueron censurados.
Lo mismo sucede hoy (1 Cor. 5:11-13; 1 Tim. 5:20). Pero si los ancianos tratan con amor al hermano que ha pecado, pueden llegar a su
corazón.
5 Al igual que Jesús, los ancianos deben defender las justas normas divinas en todo momento. Pero al hacerlo, deben reflejar la
apacibilidad, bondad y amor de Jehová. Cuando los cristianos que pecan se sienten “quebrantados de corazón” y “aplastados en
espíritu”, es decir, están sinceramente arrepentidos, a los ancianos no les resulta muy difícil “reajustar[los] [...] con espíritu de
apacibilidad” (Sal. 34:18; Gál. 6:1). Pero ¿qué ocurre si el pecador tiene una actitud rebelde o muestra poco o ningún arrepentimiento?
6 Cuando un pecador rechaza los consejos bíblicos o trata de echarles a los demás la culpa, los ancianos y otros miembros de la
congregación tal vez se sientan indignados. Como saben el daño que dicha persona ha causado y ven su actitud, quizá se sientan
tentados a expresar su indignación. Sin embargo, enojarse no hace ningún bien ni refleja “la mente de Cristo” (1 Cor. 2:16; léase
Santiago 1:19, 20). Hubo ocasiones en las que Jesús reprendió enérgicamente a algunas personas, pero nunca dijo nada movido por el
odio ni con la intención de herir a nadie (1 Ped. 2:23). Al contrario, siempre dejó claro que los pecadores pueden arrepentirse y recobrar
el favor de Jehová. De hecho, una de las razones por las que Jesús vino a la Tierra fue para “salvar a pecadores” (1 Tim. 1:15).
7 ¿Cómo debería influir el ejemplo de Jesús en nuestra manera de ver a quienes reciben disciplina en la congregación? Para empezar,
debe ayudarnos a recordar que las medidas disciplinarias tienen el propósito de proteger al rebaño y motivar al pecador a arrepentirse
(2 Cor. 2:6-8). Aunque es muy triste ver que algunos son expulsados por su falta de arrepentimiento, es reconfortante saber que
muchos de ellos terminan regresando a Jehová. Si los ancianos se han esforzado por tener la actitud de Cristo al tratar con el pecador,
con el tiempo este quizá recapacite y decida volver a la congregación. Tal vez no recuerde todos los consejos bíblicos que le dieron,
pero lo que seguramente no olvidará es el amor y la dignidad con que lo trataron.
8 Incluso en las circunstancias más difíciles, los ancianos deben manifestar “el fruto del espíritu”, sobre todo el amor (Gál. 5:22, 23).
Jamás deben apresurarse a expulsar a quien ha cometido un pecado. Más bien, deben mostrar que su deseo sincero es ayudarlo. Así,
cuando el pecador se arrepienta —como sucede en muchos casos—, de seguro se sentirá profundamente agradecido a Jehová y a los
ancianos, las “dádivas en [forma de] hombres” que le hicieron más fácil recuperarse (Efe. 4:8, 11, 12).
El amor cristiano en el tiempo del fin
9 En el Evangelio de Lucas vemos una de las muchas muestras de amor de Jesús. Él sabía que en el futuro el ejército romano sitiaría
Jerusalén, una ciudad condenada por Dios, y que sus habitantes no podrían huir. De modo que dio esta advertencia a sus discípulos:
“Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado”. ¿Qué debían
hacer cuando llegara ese momento? Las instrucciones de Jesús fueron muy claras: “Los que estén en Judea echen a huir a las
montañas, y los que estén en medio de Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; porque estos son
días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas” (Luc. 21:20-22). El ejército romano sitió Jerusalén en
el año 66, pero levantó el sitio, y los discípulos fieles siguieron las instrucciones de su Maestro.
10 Mientras huían de Jerusalén, los cristianos tuvieron que mostrarse amor unos a otros, tal como había hecho Cristo con ellos, y
compartir las provisiones que tenían. Ahora bien, la profecía de Jesús tendría un cumplimiento mucho mayor en el futuro. Él predijo:
“Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder” (Mat.
24:17, 18, 21). Antes de la “gran tribulación” y durante esta, es posible que nosotros también pasemos por graves dificultades y
privaciones. Adoptar la actitud mental de Cristo nos ayudará en esos momentos tan críticos.
11 Cuando eso ocurra, tendremos que seguir el ejemplo de Jesús y velar con amor por el bien de los demás. Pablo dio este consejo:
“Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para la edificación de este. Porque hasta el Cristo no se agradó a sí
mismo [...]. Ahora, que el Dios que suministra aguante y consuelo les conceda tener entre sí la misma actitud mental que tuvo Cristo
Jesús” (Rom. 15:2, 3, 5).
12 Pedro, que fue objeto del amor de Jesús, también exhortó a sus hermanos a actuar con “obediencia a la verdad” y a tenerse “cariño
fraternal sin hipocresía”. Así es, tenían que amarse los “unos a [los] otros intensamente desde el corazón” (1 Ped. 1:22). Hoy más que
nunca necesitamos desarrollar esas cualidades cristianas, pues las presiones que sufre el pueblo de Dios ya están aumentando.
No podemos confiar en ningún elemento de este sistema moribundo, como bien lo demuestra la grave crisis financiera que está viviendo
el mundo (léase 1 Juan 2:15-17). Puesto que el fin está tan cerca, debemos acercarnos aún más a Jehová. Y también debemos
acercarnos a nuestros hermanos y estrechar nuestros lazos de amistad con ellos. Pablo dijo: “En amor fraternal ténganse tierno cariño
unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera” (Rom. 12:10). Pedro, por su parte, enfatizó este punto con
las siguientes palabras: “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados” (1 Ped.
4:8).
13 En todo el mundo se conoce a los testigos de Jehová por demostrar su amor con obras. Por ejemplo, en 2005, muchos de ellos
participaron en las tareas de socorro que se llevaron a cabo después de los terribles huracanes que devastaron amplias zonas del sur
de Estados Unidos. Inspirados en el ejemplo de Jesús, más de veinte mil Testigos se ofrecieron como voluntarios. Muchos incluso
dejaron sus hogares y empleos para ayudar a sus hermanos necesitados.
14 En cierto lugar de la costa, un huracán provocó olas de 10 metros (30 pies) de altura, y las inundaciones llegaron 80 kilómetros
(50 millas) tierra adentro. Un tercio de las construcciones que estaban en la ruta del huracán quedaron totalmente destruidas. Vinieron
voluntarios de diversos países con herramientas y material de construcción para ayudar en lo que hiciera falta. Dos hermanas carnales
que son viudas hicieron las maletas y recorrieron 3.000 kilómetros (2.000 millas) en camioneta hasta la zona del desastre. Una de ellas
se quedó a vivir allí, donde sirve de precursora regular y sigue colaborando con el comité de socorro.
15 Ya se han reconstruido o reparado más de cinco mil seiscientas viviendas de hermanos y de otras personas de la zona. ¿Cómo se
sienten los hermanos por toda la ayuda que han recibido? Una cristiana que perdió su vivienda tuvo que irse a una pequeña casa
remolque que tenía goteras y una cocina (estufa) que no funcionaba. Cuando los hermanos le entregaron la modesta pero acogedora
casa que habían levantado, ella no pudo contener las lágrimas. ¡Qué agradecida se sentía a Jehová y a sus hermanos por su nuevo
hogar! En muchos casos, los Testigos desplazados permanecieron en alojamientos temporales pese a que sus casas llevaban más de
un año reconstruidas. ¿Por qué no se mudaron? Para que los voluntarios tuvieran un sitio donde quedarse hasta que terminaran las
labores de socorro. No cabe duda de que estos hermanos han demostrado la actitud mental de Cristo.
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia los enfermos
16 Aunque relativamente pocos de nosotros hemos sufrido los efectos de un desastre natural, casi todos tenemos problemas de salud o
familiares enfermos. La actitud que Jesús tuvo hacia los enfermos también puede servirnos de ejemplo. Cuando le trajeron a quienes
sufrían padecimientos, su amor lo hizo compadecerse de ellos y curar “a todos los que se sentían mal” (Mat. 8:16; 14:14).
17 Hoy día no podemos curar a los enfermos de manera milagrosa, como hizo Jesús, pero sí podemos tratarlos con la misma compasión
que él. Por ejemplo, los ancianos imitan la actitud de Jesús al organizar y supervisar programas de ayuda para los hermanos enfermos
de la congregación, siguiendo el principio que se expone en Mateo 25:39, 40 (léase).
18 Claro, no hace falta ser anciano para hacer el bien a los demás. Veamos el caso de Charlene, una hermana de 44 años que padecía
cáncer y a la que los médicos le dieron tan solo diez días de vida. Viendo lo agotador que era para su esposo cuidar de ella, Sharon y
Nicolette, dos hermanas de la congregación, se ofrecieron para atenderla día y noche durante sus últimos días. Sin embargo, esos diez
días se convirtieron en seis semanas. Aun así, las dos mostraron su amor hasta el final. “Fue muy duro saber que Charlene no se iba a
recuperar —comenta Sharon—, pero Jehová nos ayudó a ser fuertes. Lo que vivimos nos acercó más a él y estrechó los lazos entre
nosotras.” El esposo de Charlene dice: “Nunca olvidaré la bondad y el apoyo de estas dos fieles hermanas. Sus esfuerzos sinceros y su
actitud positiva le hicieron más llevaderos sus últimos días a mi querida Charlene y me dieron el alivio físico y emocional que tanto
necesitaba. Les estaré siempre agradecido. Su abnegación fortaleció mi fe en Jehová y mi amor por toda la hermandad”.
19 En esta serie de tres artículos hemos analizado cinco cualidades de Jesús, así como diversas maneras de imitar su forma de pensar y
de actuar. Como él, seamos “de genio apacible y humilde[s] de corazón” (Mat. 11:29). Esforcémonos también por tratar a todos con
bondad, a pesar de sus imperfecciones. Y obedezcamos con valor las normas de Jehová aun ante las dificultades.
20 Además, amemos a nuestros hermanos como los amó Cristo: “hasta el fin”. Eso es lo que nos identifica a los verdaderos cristianos
(Juan 13:1, 34, 35). Por lo tanto, hagamos “que [nuestro] amor fraternal continúe” y actuemos con decisión: usemos nuestra vida para
alabar a Dios y para ayudar a los demás (Heb. 13:1). Jehová bendecirá todos nuestros esfuerzos.
* it-2 pag 95 parr 1, 6
Sin embargo, la cuestión que hizo surgir el adversario de Dios requería que ese Hijo, como Mesías prometido y futuro Rey del reino de
Dios, se sometiera a una prueba de integridad en medio de nuevas circunstancias. Dicha prueba y los sufrimientos que esta suponía
también eran necesarios a fin de que llegara a ser “perfeccionado” para ocupar su posición de Sumo Sacerdote de Dios sobre la
humanidad. (Heb 5:9, 10.) A fin de satisfacer los requisitos para ser instalado como el Agente Principal de la salvación, al Hijo de Dios
“le era preciso llegar a ser semejante a sus ‘hermanos’ [los que llegaron a ser sus seguidores ungidos] en todo respecto, para llegar a
ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel”. Tenía que aguantar dificultades y sufrimientos para que ‘pudiera ir en socorro de los que
fueran puestos a prueba’, a fin de poder compadecerse así de las debilidades como alguien que había “sido probado en todo sentido
igual que nosotros, pero sin pecado”. Aunque era perfecto y sin pecado, podía “tratar con moderación a los ignorantes y errados”. Solo
por medio de ese Sumo Sacerdote sería posible que los humanos imperfectos se acercaran con ‘franqueza de expresión al trono de la
bondad inmerecida, para que obtuvieran misericordia y hallaran bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado’. (Heb 2:10-18;
4:15–5:2; compárese con Lu 9:22.)
Seguía teniendo libre albedrío. Jesús mismo dijo que todas las profecías sobre el Mesías iban a realizarse, “tenían que cumplirse”. (Lu
24:44-47; Mt 16:21; compárese con Mt 5:17.) No obstante, esto no eximió al Hijo de Dios del peso de la responsabilidad, ni coartó su
libertad para escoger entre ser fiel o infiel. La cuestión no era unilateral, no dependía solo del Dios Todopoderoso, Jehová. Su Hijo tenía
que hacer su parte para que las profecías se realizaran. Dios aseguró la certeza de las profecías por medio de su sabia selección del
que tenía que llevar a cabo la asignación, el “Hijo de su amor”. (Col 1:13.) Es evidente que su Hijo retuvo su libre albedrío y lo ejerció
como humano en la Tierra. Jesús habló por propia voluntad, demostró que se sometía de manera voluntaria a los deseos de su Padre
(Mt 16:21-23; Jn 4:34; 5:30; 6:38) y trabajó conscientemente por el cumplimiento de esa asignación como estaba expuesta en la Palabra
de su Padre. (Mt 3:15; 5:17, 18; 13:10-17, 34, 35; 26:52-54; Mr 1:14, 15; Lu 4:21.) Por supuesto, Jesús no tenía el control del
cumplimiento de otros rasgos proféticos, pues algunos sucedieron después de su muerte. (Mt 12:40; 26:55, 56; Jn 18:31, 32; 19:23, 24,
36, 37.) El registro de lo que ocurrió la noche antes de su muerte revela de manera impresionante el intenso esfuerzo personal que tuvo
que hacer para someter su voluntad a la de Aquel que le superaba en sabiduría, su propio Padre. (Mt 26:36-44; Lu 22:42-44.) El registro
también indica que aunque era perfecto, reconocía que en su condición de hombre dependía de su Padre, Jehová Dios, para conseguir
fuerzas en momentos de necesidad. (Jn 12:23, 27, 28; Heb 5:7.)
Jesús fue para sus discípulos un ejemplo de hombre trabajador. Se levantaba temprano y trabajaba hasta bien entrada la noche. (Lu
21:37, 38; Mr 11:20; 1:32-34; Jn 3:2; 5:17.) Más de una vez pasó la noche orando, como la noche anterior a que pronunciara su Sermón
del Monte. (Mt 14:23-25; Lu 6:12–7:10.) En una ocasión, después de haber ayudado a otros hasta entrada la noche, se levantó mientras
todavía estaba oscuro y se fue a un lugar solitario para orar. (Mr 1:32, 35.) Aunque las muchedumbres a menudo interrumpían su
intimidad, ‘los recibía con amabilidad y les hablaba del reino de Dios’. (Lu 9:10, 11; Mr 6:31-34; 7:24-30.) Experimentó cansancio, sed y
hambre, y a veces hasta se privaba de comer debido al trabajo que tenía que hacer. (Mt 21:18; Jn 4:6, 7, 31-34; compárese con Mt 4:2-
4; 8:24, 25.)
Punto de vista equilibrado de las cosas materiales. Sin embargo, no era un asceta que practicaba la austeridad a un grado extremo,
sino que más bien obraba en consonancia con cada situación. (Lu 7:33, 34.) Aceptó muchas invitaciones a comidas, e incluso a
banquetes, y visitó las casas de personas de cierto nivel económico. (Lu 5:29; 7:36; 14:1; 19:1-6.) Contribuyó al disfrute de una boda al
convertir agua en buen vino. (Jn 2:1-10.) También apreció las cosas buenas que se hacían por él. Cuando Judas se indignó porque
María, la hermana de Lázaro, usó una libra de aceite perfumado (cuyo valor era de más de 220 dólares [E.U.A.], aproximadamente el
salario de un año de un trabajador) para ungir los pies de Jesús, y fingió preocupación por los pobres que podían haberse beneficiado
de la venta de ese aceite, Jesús dijo: “Déjala, para que guarde esta observancia en vista del día de mi entierro. Porque a los pobres
siempre los tienen con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. (Jn 12:2-8; Mr 14:6-9.) La prenda interior de vestir que llevaba
cuando lo detuvieron, “tejida desde arriba toda ella”, debió ser una prenda de calidad. (Jn 19:23, 24.) No obstante, siempre puso en
primer lugar lo espiritual; nunca se preocupó en demasía por lo material, como aconsejó a otros que hicieran. (Mt 6:24-34; 8:20; Lu
10:38-42; compárese con Flp 4:10-12.)
* W05 1/1 pag 10, 11 parrs 16-19
Bajo persecución
16 Jesús señaló otro aspecto en que sus discípulos habrían de imitarlo, diciendo: “Este es mi mandamiento: que ustedes se amen unos
a otros así como yo los he amado a ustedes” (Juan 15:12, 13, 17). Los cristianos tenemos muchas razones para amar a nuestros
hermanos. Pues bien, en esta ocasión en particular, Jesús estaba pensando en otra más: el odio de que serían objeto. “Si el mundo los
odia —aseguró—, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a ustedes. [...] El esclavo no es mayor que su amo. Si ellos me
han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán.” (Juan 15:18, 20.) Así es, los cristianos nos asemejamos al Maestro hasta en
el hecho de ser perseguidos. Por tanto, forjemos entre nosotros un fuerte vínculo de amor a fin de contrarrestar ese odio.
17 ¿Por qué odiaría el mundo a los cristianos? Porque, al igual que Jesús, “no son parte del mundo” (Juan 17:14, 16). Se mantienen
neutrales en cuestiones militares y políticas, y obedecen los principios bíblicos al respetar la santidad de la vida y al seguir elevados
principios morales (Hechos 15:28, 29; 1 Corintios 6:9-11). Sus prioridades son espirituales, no materiales, y aunque viven en el mundo,
“no lo usan a plenitud”, como escribió Pablo (1 Corintios 7:31). Es cierto que hay quienes han expresado su admiración por los elevados
principios de los testigos de Jehová. Pero debido a que estos no transigen a fin de ganar la aceptación o el aplauso de nadie, la mayoría
de la gente no los comprende, y muchos los odian.
18 Los apóstoles no solo comprobaron el intenso odio del mundo cuando Jesús fue arrestado y ejecutado, sino que también vieron cómo
reaccionó él ante tal odio. Cuando sus opositores religiosos fueron a apresarlo al jardín de Getsemaní, Pedro trató de protegerlo con su
espada, pero Jesús le ordenó: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada” (Mateo
26:52; Lucas 22:50, 51). Tiempo atrás, los israelitas habían combatido contra sus enemigos espada en mano, pero ahora las cosas
habían cambiado. El Reino de Dios no era “parte de este mundo”, y no había fronteras nacionales que defender (Juan 18:36). En breve,
Pedro iba a formar parte de una nación espiritual, cuyos miembros tendrían ciudadanía celestial (Gálatas 6:16; Filipenses 3:20, 21).
A partir de entonces, por lo tanto, los seguidores de Jesús se enfrentaron al odio y la persecución tal como lo hizo Jesús: con valor, pero
de forma pacífica. Dejaron los asuntos en manos de Jehová y confiaron en que él les daría la fortaleza necesaria para aguantar (Lucas
22:42).
19 Varios años después, Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y
atención. [...] Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que
siguió encomendándose al que juzga con justicia” (1 Pedro 2:21-23). Tal como advirtió Jesús, los cristianos han sufrido una persecución
feroz a lo largo de los años. Tanto en el siglo primero como en la actualidad han seguido el ejemplo de Jesús y se han labrado un
magnífico historial de fiel aguante, manteniéndose íntegros pacíficamente (Revelación [Apocalipsis] 2:9, 10). Que cada uno de nosotros
haga lo mismo cuando lo exijan las circunstancias (2 Timoteo 3:12).