Editora: Vanessa Ortiz Colaboradoras artísticas: Maru Fusté e Ilanit Edry Portada: Sara González (2024) 2023-2024
Le dedicamos este número de la revista al español boricua.
No son ñoñerías Johanna Estrella (maestra de español) Sin la eñe, el idioma español no existiría. Tan importante es la eñe que sin ella no se sueña, no se extraña, ni se da cariño. Aunque sin eñe no hay daño, resultaría dañino que en Puerto Rico no añoñáramos a nuestros seres queridos y que nos faltara el coñ… al recibir un mameyazo. Sin la eñe, al asistir a un concierto no tendríamos la ñapita del artista, ni nos bañaríamos en Peña Blanca, ni cenaríamos un plato hogareño de ñame con bacalao. Y aunque tampoco viéramos gente enfurruñarse, ni hubiera engaño ni regaño, ni una piña en tu cumpleaños, sin la eñe no existiría nuestra niñez, ni los sueños de un mejor mañana, contemplando nuestro sol caribeño. Sin la eñe, no levantaríamos nuestros puños firmes y sin ñangotarnos, dejando a un lado el ñeñeñé para celebrar con orgullo nuestra puertorriqueñidad. La eñe no es ninguna ñoñería más.
Piragua Mía Faigenblat (2028) Deliciosa, vistosa Refresca, alegra, divierte Sabrosa para el paladar Escarcha
Ivana Wu (2025)
Chiringa Ángel Cintrón (2028) Majestuosa, colorida Navegando, brillando, aterrizando Es tradición en marzo Cometa
Muralla Ana Laura Rivera (2028) Resistente, antigua Preserva, protege, provee Seguridad para nuestra isla Pared Juan E. Rueda (2026)
Fuerte Sarisabel Méndez Rodríguez (2028) Estupendo, histórico Inspira, protege, reconoce Sorprende con su hermosura Fortaleza
Garita Paolo Coronel (2028) Estática, paciente Esperando, velando, rezando que vuelva un galeón Faro José Carlos Olivera (2024)
Monumento Camila Grova-Cox (2028) Histórico, religioso Engaña, defiende, triunfa Los ingleses se retiran Rogativa
Capilla Sia Rodríguez (2028) Hermosa, misteriosa Cayó, se salvó, vivió Donde ocurrió un milagro Sagrario Víctor Bonmati (2024)
Princesa Miabelle Gillier (2028) Llamativa, vívida Mezcla, une, exalta Celebra lo que somos Soberana
Paseo Amanda Alameda (2028) Romántico, sereno Cantamos, paseamos, reflexionamos Trae armonía y reposo Camino
Puertas Aylani Bombalier (2028) Coloridas, creativas Reciben, invitan, atraen Presentan nuestra rica arquitectura Entradas
Casas Leah V. Semper (2028) Coloridas, alegres Admiro, exploro, disfruto Me encanta La Perla Viviendas
Cultura Beatriz Colom (2028) Antigua, vistosa Bailando, presumiendo, disfrutando de los vejigantes borinqueños Tradición
Beatriz García (2024)
Cabezudos Amalie Futch (2028) Únicos, festivos Expresando, representando, comunicando Máscaras que exaltan vidas Celebración
Crecimiento Alejandro Cestero (2024) Yo, el joven del que todos dudaron y tú, el niño escondido. Mientras te pintaban, te estaban guiando y yo, formando mi camino a través de lo malo. Tus pérdidas te debilitaron. Te dejaron atrás; pensando en tus errores. Las mías, me reformaron. Las usé para superar mis temores. Vivir una vida difícil es algo que no se quiere sentir. Hay que ver ambos lados, mas solo usar lo bueno para poder lucir. Me di cuenta que lo que hago me define. Mejorar fue lo único que predije. Comencé a ser responsable de mis acciones. Todo lo demás vino en fracciones. Yo, el hombre que hoy estoy representando es el mismo que todos estaban retando. Siempre dijeron que nunca lo lograría. Ahora soy yo quien va a tener la alcancía.
Dejando escapar mariposas Ignacio Somoza (2024) Tú eres naturalmente inteligente. Yo soy curioso. Hago preguntas sobre el mundo a mi alrededor. Yo me quedo hasta tarde estudiando y aprendiendo, o en la playa hasta las dos de la mañana. Tú te quedas en tu cuarto el día entero. Yo me quedo mirando las banderas y los mapas en las paredes, disfrutando las colecciones que he acumulado en el transcurso de 17 años. Tú estás siempre lleno de energía. Eres jocoso y amigable con todos, gustas decir idioteces. Yo solo quiero pertenecer al ambiente que habito, y ser aceptado. Tú, Ignacio, vas a cambiar el mundo. Yo me voy a quedar aquí, mirándote escapar.
Ella Álvarez (2027)
Con mi caballo, Quint María del Pilar Sanz (2024) Somos iguales y diferentes a la vez. Nuestras vidas van a velocidades distintas. Más ambas sentimos un badabum cuando montamos a Quint Ella es lo que la gente ve. La versión más filtrada. La que deja que la gente la mande. Sin él, su vida cotidiana pasaría lentamente. Esa vida se vuelve un día nublado sin esperanza de sol. Yo soy lo que no se ve. Soy la pureza de mi ser. Tal vez sea callada, pero también soy fuerte. Cuido a mi caballo con amor. En cambio, él me hacer brillar y llena mi mundo de vida. Mi vida con él es como un viaje. A pesar de ser diferentes, tenemos intereses iguales. Deseamos ser más transparentes. Aspiramos a ayudar a los que no lo pueden pedir, como el equino de nuestra vida nos ha ayudado. Queremos tener la seguridad que el resto tiene. Ambas sentimos una inmensa paz con nuestro Quint.
Dios Amir Trinidad Vidal (2024) Él no es Dios. Yo sí. Las hebras de su sabana africana han sido recortadas y escondidas. Mi cabeza sangra el rosita del triángulo invertido dentro de mí, coloreando mi pelo y revelando quién soy. Soy Dios. Él no. Sus ojos brillan de inocencia, con felicidad verdadera, tristeza superficial, y demasiada imaginación. Mis ojos han despertado a la madurez. Están rodeados por ojeras oscuras. Yo soy él, con solo 3,920 días dividiéndonos. Él tiene el triángulo invertido dentro de él. Igual que yo. Él es Dios. Yo soy Dios.
San Sebastián Isaac Carrión (2024) Ella vive de manera religiosamente inauténtica, entregada a sus falsedades. Pecadora fraudulenta es. Le dispara flechas a él, a san Sebastián, un condenado a muerte, un desangrado desafortunado: mártir de la mentirosa. Ella, embustera ejemplar, que intenta fingir ser algo que no es, ocultándose entre los pliegues de su mente. Es un animal de imperceptible inseguridad, eternamente enjaulado. Fuegos infernales le queman el alma con azules ardientes arropados por rosados rencorosos. Él se ha escapado valientemente. Un caballero de brillante armadura tan resplandeciente como el sol se opone a la cobarde cautelosa, hipnotizado por los vientos refrescantes de libertad: entrega total.
Dos mundos distantes Saleh Yassin (2024) Yo, el de la cocina, entre ollas y estufas. El aroma de la comida me inunda. Soy el hijo de la palma y el olivo. Tranquilo y callado; mi hogar es mi recinto. Las melodías de la salsa en el aire flotan. Mis manos crean platos, mientras los muecines cantan, al son de los cuchillos y la sartén que chispea. Disfruto de la vida; cada día es una nueva odisea. Tú, en el salón, rodeado de cuadernos y tizas, el rigor de las leyes, tus metas y premisas. La bata blanca denota tu compromiso al estudiar. Eres química y fórmulas; tu deseo es destacarte. Cada día te despiertas para bailar la misma danza; vas a la escuela sin mucha esperanza. Cuando las clases cesan, llega ese breve descanso, mas termina el receso, y yo avanzo. A primera vista parecen ser mundos distantes. Sin embargo, los dos se unen para formar una obra de arte. El tú y el yo siempre los llevo conmigo. Hacia adelante yo prosigo.
La veracidad del ser Natalie Dalmau (2024) Dicen que tú eres un rayo de sol, que estás en la cima del mundo. Tú eres el arcoíris que asciende después de un día tempestuoso. Yo soy las nubes inminentes, Mis pensamientos propician la tormenta que se avecina. Eres la risa curativa y los consejos de pura intención. Sigues tu camino sin tener que esforzarte. Tú eres un pez dentro de una escuela de peces; yo soy la tortuga marina que anda a solas en su majestad. Tú gustas de los sonidos crecientes de tus compañeros, y te maquillas para cubrir tu verdadero ser. Yo levanto mi propia voz para cantar una serenata diaria, y amar la verdadera aspereza de mi rostro. Tú eres inteligencia, enmascarada de ingenuidad. Yo soy intelecto que observa cada detalle a su alrededor. Tú eres una fachada falsa. Yo soy el interior hecho de puro candor.
Zara Akram (2024)
La voz de las almas Sara González (2024) Incierta de lo que era esa trabajadora mullida, uniformada de negro y amarillo, me aventuré a conocer su mundo. El sabio narrador, papá de mi padre, aclaró mi desconocimiento. Quedé prendada ante el oficio de la polinizadora en mi niñez. Conocí sus rasgos temibles pero su vitalidad hacia lo que nos nutre. Que me llevó a estimar más el jardín del sabio. Amé los racimos de plátano, el residuo dulce de la caña, el aire fresco que me llenaba los pulmones. Todo lo que crecimos en el suelo fue curativo a mis aburrimientos. Después llegaron los vientos con fuerza de 100 hombres y las lluvias abundantes. El jardín ahora dañado y mi polinizadora llorando. María destrozó el lugar favorito del sabio y yo. Mi narrador optimista me abrió los ojos de nuevo y, sin yo saberlo, me monstro El dulce, alto y cicatrizado árbol de papaya que dio esperanza a mi corazón. Y pues, la trabajadora regresó. El jardín renació. La perseverancia que reveló mi abeja y mi sabio la llevaré conmigo. Ante las nuevas etapas y los azotes que que estén por venir, siempre tendrá los cuentos que me narraba el sabio de la voz de las almas que es mi abeja.
Penélope Fuentes (2027)
Entre luces y sombras Alejandro Fernández (2024) Yo, estudiante, tranquilo y callado soy. Disfruto de los videojuegos a solas. Soy serio y antisocial; ni triste ni feliz. Estoy vacío de emociones como un maniquí. Tú, estudiante también, en la cancha y en la vida. Jugador de tenis eres, lleno de energía competitiva. Disfrutas los videojuegos con risa y diversión. Social y feliz, compartes tu emoción. En el silencio de mi mundo interior navego entre pensamientos profundos, alejándome de la realidad social. Mientras tanto, tú, en tu mundo de actividad constante, brillas como una luz frente a la gente. Te ríes y te mueves con mucha energía. Tú eres como un rayo, lleno de ánimo y destello.
Isabella Nieves (2026)
Perdonadora Sofía Abreu (2024) La miro en el espejo con grandes ojos llenos de esperanza y admiración. Ella me mira con ojos tiernos de hermana mayor. Yo hablo, hablo, hablo y hablo. Mi lengua es una criatura incansable. Ella siempre elige escucharme. Su corazón y sus oídos son imposiblemente compasivos. Yo tengo un déficit de pensamiento crítico. Tomo decisiones sin mirar atrás. Señalo con gozo desde la Torre de Marfil: hipocresía de mi ser Mientras, ella me regaña desde abajo, con los pies en la tierra de la racionalidad. Como madre impaciente, ella chasquea la lengua y me guía con susurros sensatos. Yo desaparezco en mi cuarto: mi negro, oscuro abismo reconfortante. Ella, gentil y benévola, me saca de mi escondite y me enseña la belleza cegadora del mundo, sin indecisión ni miedo. Aunque infinitamente culpable, ella siempre me perdonará.
Tú despierta y yo dormida: ambas soñando Angie Fortuño (2024) Yo soy más diligente que inteligente; tú, todo lo contrario. Tú les brindas una sonrisa a tus amigos y dices ay, yo casi ni estudié. A mí me saluda el amanecer en mi escritorio cubierto de cálculos que intenté una y otra vez, incapaz de parar hasta verlos perfectos. Tú eres extravagante, poco seria, alzando tu voz y decorándola de chistes para quien sea que esté escuchando; yo estoy tirada en mi cama con dolor de cabeza después de un largo día. Pondero lo que fue, es y pudiera ser. Tú bromeas, sobre todo, frenas incluso tu deseo de añadirle una broma a este poema. Yo considero cada posibilidad, no importa cuán improbable sea, con grave seriedad. Tú pretendes ser única; yo soy como todos los demás: un poco ansiosa, un poco nerviosa, siempre dispuesta a ayudar. Pero a las dos nos da trabajo confinarnos a 15 versos. Las dos hablamos demasiado y escribimos aún más. Nos vemos despertadas a sacudidas por el deseo de saber y hacer de todo. Alzamos los brazos hacia un futuro ambicioso y abierto; cegador y seguro.
Yo al timón Robert Tanner (2024) En el laberinto de mis pensamientos, lento voy. Dudo si a otros complaceré con mi voz. Torpe me veo, en un mundo que no observo, El sarcasmo y la risa mi escudo son ¿Soy serio yo? Tímido y callado; los charlatanes me circulan. Pero he cambiado. Busco mi verdadero yo. Controlo el timón de mi vida. mi dirección la controlo yo. Ahora con rango de capitán, me trago el mundo alrededor. Aun con humor, ser serio no causa sudor. Lanzo mi corazón al infierno. Entro tierno y salgo con cuernos. Aunque el “no” es imposible de expresar, saco a los que no valoran mi estar. Hacia el futuro, mi yo independiente quiero ser; levantarme solo sin miedo a caer. Quiero apreciar lo que me rodea, crear risas y también ser sincero. Abrazo opiniones propias, sin dejarme confundir por otros. Quiero ser un oasis, sin ser drenado.
Costa Caribe Nicolás McDowall (2024) Ponce, pueblo pequeño al sur, de donde es mi familia: mi madre, mi padre y mis abuelos y, por eso, también yo. Costa Caribe, Ponce cerca de La Guancha está. Hogar de mi abuela. Mamá le decimos los nietos y nietas. Verde es el campo y azul es el mar. Caja de Muertos a la vista está. Mis perros corren frente al mar y la vista nunca está mal. Ponce es Ponce dicen mis papás.
Luca Fontanés (2025)
La mañana Alexander Tirri (2024) El sol sale y se refleja en el agua. Los pájaros cantan en la mañana. Camino por la grama descalzo. El olor de la comida de mi madre sale de la casa. La mañana es un tiempo de inocencia, un tiempo de paz. Un momento en el que puedes encontrarte y ser uno con la naturaleza. Te da un sentimiento de libertad para sentir el aire fresco en tu piel para ver la hermosa mañana. Los rayos del sol se filtran entre las hojas de los, árboles que pintan sombras danzantes en el suelo. Los hermosos azules y naranjas brillantes brillan en el cielo reflejando su resplandor pacífico sobre la grama mojada. Las hermosas flores comienzan a florecer, creando vida y belleza. En esta mañana serena y radiante encuentro mi refugio en la sencillez de la vida. Un momento para reflexionar y agradecer la belleza que nos rodea y la paz que podemos encontrar. En el abrazo de la mañana me sumerjo en el regalo de un nuevo día donde el sol, los pájaros y la naturaleza misma me acuerdan que la vida es algo que debemos valorar.
Rafael Marrero (2024)
Patio querido Zara Akram (2024) Tu hierba brilla con la luz del sol que ilumina cada brizna. El cielo arriba baila con tonos de rojo y amarillo. Tus flores crecen donde quieren, creando una sinfonía de dulces aromas florales. Tus árboles cantan una canción tan hermosa e íntima cuando el viento acaricia sus hojas. Una canción que parece haber sido escrita solo para mí. Mi amigo apreciado, uno que me ha cuidado desde la infancia hasta la adolescencia, que ha estado conmigo en momentos fáciles y momentos difíciles. ¿Cómo podría agradecerte todo lo que has hecho por mí? Mi amigo apreciado, me tengo que ir. Quiero que sepas que mi amor por ti es como una montaña, inamovible e innegable. Nunca te olvidaré y te amaré como tú me has amado. Mi amigo, mi amor, mi confidente, aunque estemos separados, siempre estaremos juntos. Nuestras vidas palpitarán en sincronía como el latido de dos corazones vueltos uno.
Las palmas al frente de casa Amir Trinidad Vidal (2024) A los 8 o 9 años, mi hermane y yo plantamos dos palmas al frente de casa a las cuales les entregamos nuestras almas. Las palmas eran semillas, pero con agua, ellas crecían. Eran el espejo donde nos mirábamos mi hermane y yo. Una un poco más alta que la otra, y un poco más fuerte que la otra. Pero las dos crecían unidas con esperanza inocente ante la vida. Esas palmas que bailan en el viento sin ningún arrepentimiento, sin preocupación, y con imaginación; ¿qué ha pasado con ellas? Dos palmas iguales, sus vidas tejidas con raíces profundas y promesas cumplidas. Pero el tiempo no se detiene. Como el río que fluye, el tiempo trajo una tristeza que nadie esperó. Mi palma se cansa y se inclina al suelo. El viento susurra un adiós, un duelo. Lloro; mi pérdida es real. La sombra que compartí ya no es igual. La vida viene y va como el viento. Pero el amor de mi hermane y yo es un fuerte cimiento. Aunque una palma se haya ido, en el corazón, el lazo entre mi hermane y yo continuará con devoción. Al frente de casa, entre luces y sombras, dos hermanes, dos palmas, dos almas solas. Aunque una palma se haya marchitado en su agonía, el amor entre nosotros continuará por toda la eternidad.
Tengo que llegar Ignacio Somoza (2024) Tengo que llegar; a la piscina, al mercado, a la cancha, al apartamento de Marc. Salgo del elevador, y me adentro en el bosque. Desde que el primer árbol me saluda, se disminuyen las voces y los pensamientos. Escucho el miau del gato, o a las hojas moviéndose con el viento, o la nada. El olor a humo y picaña llena el aire mientras los otros se sientan al lado de la parrilla; mi boca pide un bocado. Sigo caminando, sintiendo el crujido de las hojas y ramas bajo mis pies. Le arranco una hoja a un helecho; palpo con las yemas de mis dedos su patrón. El tiempo para. Me quedo ahí parado, mirando los coníferos menearse y a los gatos escapar. Respiro profundo, absorbiendo el olor humoso. Cierro mis ojos y escucho el silencio. Estoy en paz. Escucho el clang del metal y me levanto. Y ahí me acuerdo: tengo que llegar.
Montañas de Ein Yabrud Saleh Yassin (2024) En la sombra de Ramallah hay un poco de paz. Las erguidas y orgullosas montañas de Ein Yabrud son como siluetas en el horizonte. Son testigos de todos los eventos que han ocurrido. Una fiesta de árboles de olivo donde todos danzan con ovejas y pájaros que cantan. Al bajar la montaña, se escuchan pequeños riachuelos que reflejan el azul clarito del cielo. El aroma a especias y las flores me eleva, con la luna; la noche serena me despierta. En el silencio solo se escucha el susurro del viento. En lo alto, las estrellas brillan. Silwad, Yabrud, en sus faldas un recuerdo de sendas llenas de corderos. Desde los tiempos de antaño, hasta hoy en día, las montañas de Ein Yabrud siempre me han traído alegría.
En las montañas suizas María Pilar Sanz (2024) Mi memoria se quedó en las montañas entre la niñez y la adolescencia, la pureza y la pubertad. En momentos confusos, vino un invierno suizo y eterno. Gracias a mi familia conocí mi lugar natural. Miles de experiencias que no se me borrarán: esquiar y casi morir en la montaña; perdernos en las sendas sin darnos cuenta para empezar a entender quién soy en las montañas. Gracias, montaña, por darme memorias nuevas. Muchas primeras veces vi la nieve caer en mi rostro. Un frío caliente se grabó de por vida en mi mente. Todavía espero sentirlo en mi futuro. No compartir ese lugar precioso se ha vuelto una regla en mi corazón de por vida. Aun con el silencio dándonos la bienvenida, ese es mi lugar, en la cabaña y en el frío.
Una más Robert Tanner (2024) En un mar de nieve, blanco y vasto, el frío besa mi cara y el viento me abraza. No hay olores, solo el aire helado me rodea, junto con el zumbido constante del viento en mis oídos. Al esquiar, mi corazón salta, feliz y asustado. Tras las gafas, todo es borroso, pero el blanco todavía me envuelve en su belleza. Nadie me ve; anónimo voy bajo la máscara. Si tropiezo, en el blanco me escondo, riendo. Me siento libre, aunque mis pies protesten y en cada curva se quejen. Le digo a papá, "ya basta", pero él pide una más. En la nieve seguimos para otra más. Pero cuando él cede al cansancio, yo insisto en una más. Esa velocidad y el frío que entra traen recuerdos de estar en el auto con papá, volando sin freno. Miedo, alegría, en el aire se mezclan. Cada descenso, una memoria que se enlaza con la nieve. Mi niñez y alegría juegan eternamente.
Culver Alejandro Cestero (2024) Todavía me acuerdo de esos días donde me ofrecías esa vitamina: un paraíso en forma de medicina. Cuando marchaba por tu campo plano en esos días de verano sentía las gotas de sudor como si estuviera en un sauna de vapor. También recuerdo cuando me adentraba a tu bosque y me tiraba al fango, o cuando me perdía mirando el gris de tu horizonte. Mi mente se quedaba en blanco por la belleza de la vista que me dejó pensando y me acordaba mi nombre, Alejandro. Recuerdo cuando navegaba mi velero y creía que era marinero, o los momentos en el lago, donde a veces terminaba siendo un náufrago. En todos esos veranos, lo más que recuerdo es el viento chocando contra mi rostro, en el lago hermoso de Culver, en Indiana.
Psicólogo de deporte Mauricio Román Pantoja (2024) Yo, un adolescente bautizado Mauricio, mas tú, solo me ves como un joven que hace ejercicio. Soy de piel trigueña, como la canela, y ojos oscuros llenos de escuela. Hijo único, con una madre maravillosa; para mí, la mujer más valiosa. Yo, un atleta del equipo de voleibol desde primer grado, mas tú me ves como cualquier atleta soñando. Yo cada día aprendo algo nuevo. Tú me consideras falso, pero yo sin miedo a poner un huevo. Yo, un apasionado del deporte, que busca que sea su profesión. Tú, dudando, porque tal vez no fui un atleta anfitrión. Yo quiero ser un psicólogo de esta gente. Tú, pensando en cómo se trabaja con los atletas mentalmente. Creyendo que es algo en lo que no me fajo. Yo te aseguro que estaré disfrutando de mi trabajo. Tú admiras a un psicólogo viajando, ayudando y disfrutando. Yo cumplo con tocar el cielo anhelado. Tú me ves queriendo ser un adulto. A mí no te lo niego, me llena de susto. Tú, que de mí no sabes nada, deja que pase el tiempo y me verás en portada.
Marcos River (2027)
La araña nos vio en el ático Isaac Carrión (2024) Quisiera poder regresar al momento en que te conocí y decirte desde entonces que te amaré por siempre, mi primer amor. Quisiera poder decirte que te extraño de una manera desesperada, que guardo nuestros recuerdos compartidos de piel color tierra y manos-hojas acariciadoras en las profundidades de mi corazón. En aquellas noches donde lo único que se oía era el cantar de los coquíes y la lluvia torrencial, danzábamos descalzos con los cucubanos convertidos en estrellas, despidiendo rayos de luz para alumbrar la oscuridad de tu cara. En aquellas noches donde el viento enviaba tus secretos susurrados a mis oídos, me enamoraba de ti más y más. Mil veces he repetido tu nombre como oración, y mil veces me has contestado de vuelta, liberando así el largo de tu nombre en mi boca, tan merecido de alabanza. Mil veces moriría y reencarnaría para poder estar contigo solo una vez más. Confieso que envidio a todo aquel que hoy se arropa bajo tus cielos azules, rosados. Te has adentrado en mí, dejándome tu beso verde en el alma, como mancha de plátano maduro. Y con tanto amor que hubo entre tú y yo, ¿cómo puedo superar no tenerte nunca más?
El ciclo Sofía Abreu (2024) Al contemplar ese paisaje y escuchar los murmullos del viento te darás cuenta que, aunque sean criaturas diferentes, el bosque y la hierba se visten de la misma inescapable tonalidad de verde. Ese verde que nunca se va a menos que te vayas tú. Afortunadamente para ti, esos frutos cuyos jugos dulces una vez bebiste, ahora te brindan pitorro y ron caña. Ahora, tu lugar no será tu verde, tu finca y tu sol. El sol caliente ya no acariciará tu piel, ya no sentirás el abrazo del olor de la madera mojada. No, tú ahora serás cortada, machucada por un machete y atrapada en la botella de cristal. Pero no todo está perdido. Peor es ser una de las frutas nunca cultivadas. Peor es ser una china que se vuelve muy pesada para su palo. Peor es pudrirse. Volverse descolorida, corrupta y amarga, demasiado suave al tacto. Peor es morirse en el cementerio que es el terreno debajo de ese palo. Y como esas cañas de azúcar, tu bebida traerá sonrisas, calorcito al estómago y amor. Quizás la botella sea necesaria, ¿cómo más te van a poder compartir? Además, ese sol será el mismo. Chica, no te angusties, que ese verde es inescapable.