Editora: Vanessa Ortiz Colaboradoras artísticas: Ilanit Edry y Maru Fusté Portada: Paulina Rodríguez (pintura) y Maru Fusté (diseño de portada)
Sonrisa engañosa Adrián Calderón (2024) Delgado, negro, robusto, de pelo como algodón dulce, de piernas largas y ojos brunos. Me escondo, me pinto, me arreglo, me mortifico y trato de contorsionarme dentro de la caja social. Me abro, me cierro, soy libre, atrapado, dentro de esta burbuja que no puedo reventar. Soy yo, el verdadero tú que te abrió los ojos, el tú que mudó la piel para ser el tú que querías. Rompes el tabú del espejo que te maldijo por 7 años. Te matas con la misma mirada que te ama, la misma mirada que te barre los pies, que poco a poco marchita tu amor. Tratas de maniobrar tu figura para que quepa dentro del recuadro que tanto deseas llenar. Te veo curioso, malicioso, extrovertido, amistoso, amigable, de buena cara, sonriente. Inteligente, de calle, mi pana, a fuego, un cabr*n. Diferente, amoroso, optimista, educado, tolerante y enfocado. Te la pasas gritando y jugando con tus panas, te ves alegre y eufórico, Te gusta ayudar; gracias por el compañerismo. La verdad es que tú eres mi amigo fiel, el que me alienta a ser el mejor yo. Eres el que más quiero ver, la mejor versión de ti, la misma que me hace ser lo mejor de mí. Cuando sacas ese verdadero tú, me alegro al ver que cambias el ánimo. Siempre hay viejeras, bachatas, salsa y merengue. Te mueves como un trompo cada vez que escuchas Tú con él de Frankie Ruiz. Sacas a pasear ese tú que les agrada a todos, esa versión que amo de ti, la versión tuya, real.
Delgado Sebastián Delgado (2024) Entra al mundo un chico exaltado Andando por las calles de Trujillo Alto Con actitud de monarca y pelo enrizado Su animal favorito es el elefante, pero el mundo lo llama pato Por querer ser feliz Por querer ser amado Por querer ser actriz Lo han dejado aislado No importa cuán gracioso sea O cuántas amigas tenga a su lado Donde sea que alguien lo vea Ese será su apodo asignado Le tratan de quitar su luz Pero esta estrella jamás se fundirá Siempre lleno de espíritu Él sabe que triunfará Encontró a los que lo aman por quien es Aquellos que lo aprecian y lo tratan bien Encontró a los que lo respetan por sus perfecciones Y por todas sus imperfecciones también
Melanie Sánchez (2024)
“RBF” Chloe Wittenberg (2024) Soy serena como el mar Pesada como un día lluvioso Etérea como el cielo Insuficiente para el envidioso Ante sus ojos siempre seré Reservada, sencilla, como un huevo sin sal Mas a ese huevo no le falta sal Es el “resting bitch face.” Un antifaz que oculta la dulzura Constantemente malinterpretada Recientemente justipreciada No soy irritable o miserable Ni sencilla ni tímida Soy fuerte y determinada Con una sonrisa que agrada Mis ojos estáticos defraudan Tras ellos oculto mis pensamientos Pensamientos enrevesados, retraídos y consolados Mirada silenciada, infeliz y fatigada Mi cara, cuerpo y pelo Son indiferentes a mi cerebro Solo con una interacción Verán mi concepción
Ojos salados Brianna Carlo (2024) Yo fui lo que decías que era. Me llamabas linda, Y yo, por ingenua, te tuve que creer. Admirabas mis ojos; Océanos que resaltaban en mi rostro. Aprendí a amarlos únicamente por persuasión. Al florecer, mis ojos parecían nunca ser suficientes, Tu hambre insaciable me empezó a devorar. Siempre deseabas más de mí. Y yo, por complacerte, trabajé mis dedos hasta el hueso. Yo era lo que esperabas de mí. Mis labios nunca parecían titubear, Eran cofre cerrado cuya llave aún no se había descubierto. Llegué a pensar que tus ojos críticos definían mi valor. Te ofrecí mi ser completo: Mis defectos al descubierto, mi carisma desabrigado. Pero elegiste solamente rozar la superficie de mi belleza. Me robaste mis ojos. Te largaste con mi belleza. Y te escapaste con mi confianza. Tus suposiciones me decepcionaron. Me marchité bajo el peso de tus expectativas, Mas sigo luchando para cumplir mis falsas promesas. Me llamas bonita, Pero si pudieras ver aquellos mismos ojos que has dejado hinchados, El lago que ahora inunda el suelo de mi cuarto, ¿Dirías lo mismo? Limpié los escombros de la niña que era, Los pedazos de un antiguo espejo que nunca mantendrá su forma original. La chica de los ojos azules Ahora es fría para escapar del dolor. Sus brazos, antes abiertos, ahora se han desfigurado en una gran muralla, Para escudarse de tu juicio, para protegerse de tu opinión. Ella nunca volverá a confiar plenamente. Solo adora a aquellos que le traen vida. Lentamente aprendió a apreciar sus ojos zarcos. Dos ventanas cerúleas llenas de añoranza. Los anillos de Saturno en sus ojos revelan sus raíces: El amor de su abuelo que siempre será parte de su ser.
Andrea Cabrer (2027)
Dos caras Diego Vázquez (2024) Tú, que tienes la autoridad, andas sin buscar que te den valor. Yo, que tengo seguridad, ando nadando para esquivar las corrientes del dolor. Yo mantengo la boca cerrada Para que mi aliento no atraiga ratas. Mantener el cuidado es una meta constante, Como las corrientes de las cataratas. Tú llevas una máscara de perfección, para no ser la escoria del mundo. Te vistes de luces por protección, Para lucir orgullo profundo. Tenemos varias caras, pero siempre dos. La primera busca colores nuevos, la segunda trata de ser omnisciente.
Sara González (2024)
El reflejo Paulo Colón (2024) Un día nuevo todas las mañanas Me levanto y me miro en el espejo ¿Quién es ese que veo ahí? Observo a un nene de rostro impasible mirándome de vuelta Inseguro, perdido, confundido, sin ningún destino Envidioso de su infancia En donde era libre, feliz, sin preocupaciones o problemas Ahora vive para sobrevivir Solo él y su madre en esta vida Para donde sea que vaya Sociable, simpático, juguetón y feliz me vas a ver a mí La mirada engaña Lo que ves es mi identidad falsa Prisionero de mi conciencia A punto de explotar Ya no puedo más Respiro hondo, me pongo a pensar Y me acuerdo de que tengo a mis 4 hermanos, mis guerreros Me calman, me mantienen cuerdo
La estafa del altruismo Melrose Pineau (2024) Creen que me conocen, pero no. A mal tiempo llevo buena cara; siempre con una sonrisa a flor de piel. Nunca podrán ver más allá de eso. Disimulo, para que no sientan piedad, y no me pregunten si estoy bien. Piensan que soy egoísta, pero priorizo a los demás, siempre. Daría todo, todo lo que me hace feliz, para que mis amigos fuesen felices. Dicen que soy malévola, pero nunca me han hablado. Si enjaulo mis experiencias, soy apática. Si libero mis emociones, estoy rogando por su afecto. Tienen opiniones sobre mis opiniones. Si yo viviera por ellas, no viviría.
Incertidumbre Diego Ariza (2024) Me pienso como un niño todavía; los demás dicen que no lo soy Pero vivo en mi infancia y no sé hacia dónde voy Tengo los privilegios de un adolescente, con la capacidad de un niño Soy juguetón y negligente; para ellos, responsable y maduro soy No entiendo sus palabras; comunican lo opuesto a mí, a quién soy Aparento ser tan tranquilo como el río, cuando soy tan impredecible como el mar ¿Confío en sus palabras? ¿Me conocen más que yo? Realmente no sé
La niñez interna Andrea Ávila (2023) Andrea, siento que me olvidas. Te miras al espejo y tienes diecisiete, pero dentro de ti vivo yo: tu eminente niñez. ¿Recuerdas cuando tenías mi edad? ¡Cómo vuela el tiempo! Ahora vistes con camisa negra y el pelo suelto. ¿Qué pasó con los lacitos y tu rostro risueño? Como ave sobre el mar, vuelo sin miedo de caer. No hay tormenta que me pueda detener. Pero tú le temes a las olas y, para protegerte de ellas, has construido una muralla. Vives desolada como Río Piedras; yo soy más Rincón en la madrugada. Soy la tranquilidad que se siente antes de una vaguada. Al conformarte con los estándares, tu esencia disminuye. Al verte en el espejo me pregunto, ¿por qué me huyes?
Crecimiento Franco Arco (2024) El que se ha vuelto simpático Para vencer su ser antipático Finalmente ha encontrado su confianza Y no ha dejado que la crítica lo perfore Es puro y dulce, Mas es visto como un tigre Por su ser impulsivo y arrogante Vive solo en su mundo Pero quiere ser rumboso Su ser engreído lo aguanta Callado como un mimo Excava para encontrar su liderazgo Para poder enfrentarse al mundo Para ganar sus batallas
Winnie (Yingni ) Liang (2027 )
La hija y su madre Brianna Carlo (2024) Se mantuvo sentada en la esquina de la cama mientras su madre le cepillaba el cabello. De vez en cuando se retorcía cuando el peine se atoraba en su pelo rubio. Para aliviar su dolor, las manos de su madre le acariciaban el rostro, ofreciéndole un beso en la frente como perdón. Mientras observaba a su madre por un pequeño espejo del cuarto, los ojos de la niña se volvían cada vez más inquietos. Su intriga parecía brotar de muy adentro y sus pensamientos deseaban escapar su boca para darle alivio, pero ella se detenía. —Mamá —exclamó la hija, con un ligero tremor en su voz. —¿Por qué estamos vivas? —Sus ojos se relajaron inmediatamente, portando una expresión de avidez. Su cuerpo sucumbió al alivio. Los ojos de su madre se volvieron adoloridos por tormento, mientras ella buscaba desesperadamente por una respuesta adecuada. Su madre bajó los ojos como para esconder su ignorancia. A través del pequeño reflejo en la pared, la hija observó a su madre bajo una nueva luz. No estaba segura si fue el miedo que vio en el rostro de su madre cuando le planteó la pregunta o las lágrimas que se acumularon en sus ojos una vez encontró una respuesta. Sin preverlo, hubo un cambio irreversible en ella. La hija nunca vería a su madre igual. La forma en que reaccionó al escuchar la pregunta le demostró a la hija que su madre buscaba la contestación a la misma pregunta. En ese preciso momento, su madre pareció volverse más humana. La hija finalmente comprendió que ella y su madre eran semejantes. —Mi hijita — Su voz calmante resonaba en el cuarto. —Para amarte — confesó la madre al atarle una cinta a la trenza. Su hija ya entendía que su madre solo deseaba complacerla y, por eso, ahora sus manos le acariciaban el rostro, ofreciéndole un beso en la frente en agradecimiento.
Aprender a amarse Melrose Pineau (2024) Ella y él se conocieron en el trabajo. Ella se enamoró de él a primera vista. Se reía de todos sus chistes y se interesaba en todo lo que él decía. Por un momento, pensó que él se sentía de la misma manera. Ella vivía cegada por todas sus excusas. Luchaba tenazmente para que la amara. Pasaba su poco tiempo libre pensando en él. Le dolía mucho saber que él nunca sería completamente suyo. Creyó que lo que tenían era mejor que no tener nada, aunque sabía que le causaría más dolor que felicidad. Era un día sí y otro no. Un día ella le preguntó si podían hacer algo juntos, y él dijo que sí. Pero cuando llegó el momento, no estaba allí. “Estoy muy cansado”- le dijo a ella. Y de inmediato, lo perdonó. Mientras trataba de ser suficiente para él, perdió su autoestima, su confianza y, sobre todo, se perdió a ella misma. Las cosas siguieron siendo así, pero, poco a poco, ella comenzó a ver lo negativo por vez primera. Se dio cuenta de que intentar de llevarlo a amarla era fútil. Al finalmente poder abrir sus ojos, supo que merecía estar con alguien que la hiciera sentir menos sola. Se merecía a alguien que la hiciera sentir digna, feliz, segura y amada. Sabía subconscientemente que debía dejarlo ir. Finalmente, decidió amarse a sí misma.
Mi abuela y yo Adrián Calderón (2024) Llegaba a la casa de abuela Chacha, cansado y abrumado, sin deseos de hacer algo. Sin embargo, ella siempre me pedía que la acompañara a leer el periódico. ¡Qué poco sabía yo de lo que estaba por venir! Mientras la acompañaba, me contaba historias de su vida. Nunca olvidaré cuando me contó que peleó con un hombre a sus 34 años. Hubo un día que un hombre vino a mi casa a buscar pelea, tirándole piedras a mi hogar. Yo salí, y empezamos a discutir. Luego, él me dio una cachetada y el resto es historia. ¿Quién hubiese imaginado cuán importante sería esta historia y las enseñanzas que me daría después en la vida? Al crecer uno madura y se da cuenta del valor de esos pequeños y sutiles momentos con las personas que ama. Esos momentos de escuchar a mi abuela contar sus historias valen más que el oro. La cosa más bonita era ver cómo ella sonreía de oreja a oreja; lo más triste fue ver cómo esa misma sonrisa se convirtió en tristeza. Con el paso del tiempo, mi doña empezó a olvidarse de las cosas y de su vida. Yo crecía mientras ella se desvanecía. Me ha dicho que cuando llegue su tiempo, mis lágrimas no deben tocar el suelo. Pero ella sabe que de estos ojos lo que saldrá será un río. Que libre de la vida se veía ella, el mundo se derrumbaba, pero su sonrisa no desmerecía. Ella no sabía que lo único que yo quería era ser su nietecito otra vez. La mirada y el amor se desvanecen mientras el tiempo y la edad transcurren, dejándome con ese sabor dulce amargo en la boca.
Cuando el momento llega Giovanni Dávila (2024) Salía de la escuela y lo primero que hacía era ponerse los audífonos. Subía la música al máximo volumen, y se enajenaba de su alrededor. Cuando se montaba al carro, le daba un saludo, y paraba la música para responderle la pregunta que siempre venía: - ¿Cómo te fue en la escuela, mi amor? -Bien-decía él. Reanudaba su música y se volvía a trasladar fuera de su entorno mientras ella permanecía en el carro continuando sus preguntas, pero ya no vendrían respuestas. El único ser vivo al lado de ella estaba físicamente presente en el carro, pero su mirada era hacia al frente y no al costado. Sin embargo, podía notar los labios moviéndose, pero escogía continuar fuera de su mundo. No era hasta llegar a la casa que finalmente se quitaba los audífonos y lanzaba una respuesta a la siguiente pregunta que venía: - ¿Te vas a tu cuarto a estudiar? - -Sí - ¿Vas a comer en la mesa conmigo antes o te la llevas a tu escritorio? -Me la llevo. Entonces, se iba a su cuarto a comer, y luego a estudiar. Ya de tarde, habiendo oscurecido el cielo, terminaba sus trabajos de la escuela y se recostaba en su cama, a punto de descansar. Le llegaban unas llamadas en la noche y, antes de dormir, se quedaba tarde hablando por teléfono. Mientras hablaba, recibía una notificación en el celular con un mensaje que leía: -Recuerda no quedarte despierto tan tarde. Te quiero mi amor, buenas noches. - Y es ahí, en ese momento, que se despierta al escuchar la alarma de su celular. Se levanta de su cama para empezar su día. Se monta en su carro. Solamente escucha los sonidos de los carros en la carretera mientras guía. Después de un día largo, cuando llega a su dormitorio, se sienta en su escritorio a comer, y luego a estudiar. Pasa el tiempo, y ya de tarde, habiendo oscurecido el cielo, termina sus trabajos de la universidad y se recuesta en su cama, listo para descansar. Mira el celular una vez más a ver si tiene una llamada perdida o una notificación. Al no ver nada, se acuesta a dormir, y es ahí, cuando ese momento llega, que se da cuenta que todo ha cambiado.
La octava vida del gato Andrea Ávila Colón (2023) Un gato, ya en su octava vida, se encontraba hurgando por las calles del Viejo San Juan. Entre la música y las voces que resonaban por las calles, de repente, escuchó un leve chillido. Camuflado por los adoquines, un temeroso ratón surgió de la oscuridad. Al toparse con el gato, sus chillidos incrementaron, rogando por su misericordia. El gato maulló amenazadoramente en respuesta, imperturbable por el pequeño animal. El ratón corrió por su vida, logrando vencer el temor. Y el gato, ya sintiendo su estómago reverberar del hambre, se fue tras su merienda de medianoche. Luego de haber recorrido el Viejo San Juan en su totalidad, logró acorralar al ratón. Lo único que los separaba era una valla de metal. Tentado por su proximidad, el gato se impulsó y brincó sin percatarse del alambre de espino que cubría el tope de la valla. “¡Gato! ¡Detente!” advirtió el ratón. Pero el gato, aún confiando en su agilidad gatuna, lo ignoró.
Eva Calaf (2022)
El perro callejero Markus Cao (2024) El perro callejero caminaba por las calles de la ciudad buscando algo que comer. De repente, se topó con una caja de cartón abandonada en una esquina. El perro, curioso como era, se acercó a la caja y olió su contenido. El perro olía el aroma delicioso de un taco. El perro estaba tan emocionado que comenzó a devorar el taco en cuestión de segundos. Pero justo cuando estaba a punto de terminarla, se dio cuenta de que algo se movía en el interior de la caja. Con curiosidad, el perro abrió la caja y encontró a un gatito pequeño y asustado. El perro, sorprendido por la presencia del gato, decidió adoptarlo y cuidarlo como si fuera su propio hijo. Y así, el perro callejero encontró un amigo y compañero en el gato, gracias a un simple taco que había encontrado en la calle.
Diego Vázquez (2024)
El tucán vanidoso Diego Vázquez (2024) En la jungla, había una bandada de tucanes que tenía una vida rutinaria y tranquila. Una de las diligencias más grandes de la comunidad pajaril era buscar presas. Una que debía ser realizada en parejas. Sin embargo, en la bandada había un tucán que era sumamente vanidoso y ambicioso. Ese pájaro de gran vanidad siempre decidía cazar su presa sin pareja. Incluso, atrapaba a las más agresivas; desde murciélagos rabiosos a ratas veloces. Esto molestaba mucho a los otros tucanes, ya que con cada animal agresivo que traía, creaba un desorden que provocaba problemas y retos peligrosos para la comunidad de los tucanes. Cada consejo que ese tucán vanidoso recibía, él lo ignoraba y continuaba sus malos hábitos. Los tucanes intentaron convencerlo de que realizara otras tareas. Sin embargo, el tucán los volvía a ignorar y traer otros roedores salvajes y traviesos. Un día los tucanes decidieron averiguar cómo deshacerse del tucán vanidoso. Uno de los tucanes sugirió enviarlo a las partes oscuras de la jungla. Y así lo hicieron. Una noche le dijeron al tucán que había varios grupos de roedores en la parte oscura de la jungla. El tucán, como siempre, decidió salir a volar a donde dijeron que fuera. Cuando llegó, vio las hojas de un arbusto sacudirse con una sombra visible y desconocida. Listo para lanzarse, el tucán aceleró hacia el animal escondido. Después de unos días, ningún tucán supo qué le pasó al tucán vanidoso desde la noche en que se fue. No supieron que este tucán ahora se encontraba en la oscuridad del estómago de la anaconda.
El amigo de las seis Sebastián Delgado (2024) No me acuerdo cuando lo vi por primera vez, pero todos los días a las seis de la tarde me visitaba. Nos quedamos juntos un rato. De vez en cuando me cantaba canciones, otras veces simplemente se quedaba parado en uno de los cactus. Siempre me preguntaba por qué se paraba en el cactus. Parece que era su lugar favorito del jardín. Nunca fallaba. Siempre aparecía a las seis. ¿A dónde se habrá ido ese ser tan pequeño y frágil? No se pudo haber ido tan lejos. Revisé cada rincón de mi jardín. Incluso hasta le pregunté a mis vecinos si lo habían visto. Pero nadie parecía saber nada. Dieron las siete, las ocho, y no llegaba. ¿Habrá sido capturado? ¿Se habrá dado un largo viaje a un sitio más cálido? Nunca lo sabré. Mientras recordaba nuestros lindos recuerdos juntos escuché un crujido alrededor del cactus. Me acerqué y noté un nido con un colibrí recién nacido. Mi amigo colibrí me dejó a su sucesor. De ahí en adelante se convirtió en mi nuevo amigo, el que cargará su legado.
Félix Rodríguez (2023)
Desplome Viviana Méndez (2025) Los turcos vivían con mucha ilusión Los pájaros el signo de premonición La tierra rugió y desató el dolor Esa mañana empezó en conmoción Se olía la muerte, el polvo y el temor Montañas de cal, cemento y arena Buscar entre restos, diara faena Turquía toda, en trozos quedó De desesperación su gente lloró Pero un corazón de fénix afloró
Hunter Powers (2025)
Oda a mis queridos audífonos María Gloria González (2026) El poder de borrar mis mil asuntos Lo tienes tú y lo haces en segundos Tú eres la droga para mi pena Quien me sacas de alguna triste escena No importa si es noche o día Tú me acurrucas con tu melodía Eres mi nueva adicción Por simplemente curar mi corazón Me sacas del mundo y cualquier problema Por eso te dediqué este poema
Oda al lienzo Emilia Velasco (2026) Desde chiquita te he tenido a mi lado Me llenas de emoción y alegría Con tu sencillez y simplicidad Me prendes y activas la curiosidad Blanco, crema; siempre al natural Aguantas la multitud de colores Y me quitas todos mis dolores Por eso contigo no la paso mal Crezco junto a ti como artista Mi lienzo, nunca saldrás de mi vida
La guanábana Roni Lewy, Miranda Soto, Zoraiz Akram, Eduardo Villamil (2027) y Johanna Estrella El sol me abraza cada mañana. Su cariño se refleja en las hojas del árbol de guanábana que nos brinda frutos y vitaminas, sabiduría y esperanzas. Sus frutos llenos de raíces caribeñas provocan que los labios que tocan su dulzura sean provistos de la alegría de la Tierra. Las joyas que crecen de este árbol se pueden utilizar para hacer helados con sabor a paraíso y aroma tropical. La guanábana es como el sol tan potente y brillante que por una eternidad la puedo observar.
Sara González (2024)
El amanecer de maravillas Cristine Tacher Rodríguez (2028) El sol asoma por el horizonte, iniciando un nuevo día. El cielo se ilumina con tonos cálidos, en un espectáculo que nos hace suspirar. El cielo cambia de color, de azul oscuro a rosa pastel y luego a un naranja intenso, reflejando una fiesta de colores bajo el susurro del canto de las golondrinas. Las aves empiezan a cantar y el mundo entero despierta ante el espectáculo maravilloso de la aurora que nos sorprende con su única belleza. El mar y las montañas son cómplices ante tanta delicadeza, en donde su protagonista arropa con su sublimidad las maravillas de la naturaleza. El tiempo marca el atardecer, anunciando que pronto se asomará el brillo de las estrellas, no sin antes celebrar las maravillas del amanecer. ¿Qué nos presentará el nuevo día con su esencia? ¿Acaso será bajo el tierno azul del cielo? O nuevamente nos sorprenderá bajo el espectáculo de su prisma de colores, dando rienda a la sutileza.
Lara Carlo (2027)
El encuentro de Don Gonzalo de Berceo con Apolo en Delfos o el origen de los cultismos Sofía Corral (2023) En el aire de la Edad Media se respiraba la creencia versada de que el mundo estaba lleno de poderes ocultos y que quienes sabían invocarlos podían obtener beneficios extraordinarios. Entre estos poderes se encontraban las misteriosas palabras y símbolos del griego y el latín. Se creía que ayudaban a descubrir propiedades espirituales cuando se pronunciaban. Cuenta la leyenda que el poeta español Gonzalo de Berceo era una de esas personas conectadas a estos poderes metafísicos. Gonzalo era un hombre culto, versado tanto en latín como en castellano, y era conocido por su capacidad para transferir numerosos vocablos del latín con facilidad. Un día, durante una excursión misionera por la campiña del monte Parnaso, en Grecia central, Gonzalo de Berceo se topó con el templo de Apolo en Delfos. El templo había sido abandonado hacía mucho tiempo y estaba en un estado de deterioro, pero Gonzalo se sintió atraído por él. Al entrar en el templo, oyó una voz que le llamaba desde las sombras. "Gonzalo", le dijo la voz, "soy Apolo, dios del sol y de las artes. He estado esperando a alguien como tú, alguien que pueda entender el poder de las palabras y usarlas para el bien mayor". Tal vez era sólo su imaginación, o tal vez estaba siendo engañado por algún tipo de broma elaborada. Gonzalo había oído historias sobre los antiguos griegos y su creencia en numerosos dioses, pero siempre las había descartado como supersticiones paganas. Además, aunque fuera cierto que realmente estaba oyendo la voz de Apolo, Gonzalo no estaba seguro si debía confiar en un dios que no era el Dios al que adoraba. Se preguntaba si era una prueba para su fe, una forma de alejarlo de sus creencias. Gonzalo no sabía qué hacer. Por un lado, le fascinaba la perspectiva de trabajar con un dios, pero por otro, no podía conciliar sus creencias católicas con la idea de múltiples dioses. Decidió rezar y buscar la guía de su Dios, con la esperanza de encontrar una forma de resolver sus dudas y temores. “Deus, revela et concede mihi facultatem ut aliarum virium spiritualium existentiam iustificent”. Sentía tan fuertemente su palabra, que la pronunció en palabras que nunca han sido traducidas. “¡DIOS REVÉLAME Y CONCÉDEME LA CAPACIDAD DE JUSTIFICAR LA EXISTENCIA DE OTRAS FUERZAS ESPIRITUALES!” Mientras rezaba, Gonzalo sintió que le invadía una sensación de paz. Recordó las enseñanzas de su iglesia, que destacaban la importancia del amor, la compasión y el perdón. Se dio cuenta de que, si Dios amaba de verdad a todas sus creaciones, era posible que también existieran otros dioses. Con una nueva sensación de apertura, Gonzalo decidió aceptar la oferta de Apolo y trabajar con él para aprender el poder del lenguaje. Descubrió que el dios griego era un excelente maestro, paciente y sabio, con un profundo conocimiento de las formas en que las palabras podían utilizarse para influir en las mentes y los corazones de las personas. Mientras trabajaba con Apolo, Gonzalo empezó a apreciar la complejidad de la antigua religión griega. Vio que los dioses no eran meras figuras distantes a las que rendir culto, sino que estaban íntimamente involucrados en la vida de los mortales, guiándose y dando forma a sus destinos. A través de sus experiencias con Apolo, Gonzalo aprendió la importancia de tener una mente abierta y cuestionar las propias creencias. Vio que la iluminación no venía de aceptar ciegamente lo que a uno le habían enseñado, sino de buscar la verdad y la sabiduría a través de una exploración honesta y abierta del mundo.
Un día, Gonzalo decidió enfrentarse a su propio Dios, junto con Apolo y los demás dioses griegos. Se dio cuenta de que se había estado limitando a sí mismo al ver el mundo a través de una lente estrecha, y que había mucho que podía aprender de otras religiones y culturas. Ante los dioses, Gonzalo sintió temor y reverencia. Vio que cada uno de los dioses representaba un aspecto diferente de lo divino y que todos tenían algo valioso que ofrecer. Se dio cuenta de que la verdadera naturaleza de Dios estaba más allá de la comprensión humana y que el universo era mucho más de lo que había imaginado. En su viaje, Gonzalo comprendió el poder del lenguaje, la importancia de tener una mente abierta y la verdadera naturaleza de Dios. Gonzalo se dedicó a utilizar el poder de las palabras para el bien. Se hizo famoso como maestro de la palabra y era solicitado por reyes y príncipes de toda Europa. Su legado perduró al traducir las palabras de los dioses cristianos y griegos a un lenguaje que todos pudieran entender.
La hija de una caballota o cómo mi madre dejó su marca en mí Dra. María Martínez ¿Cómo aprendí a bregar a lo boricua sin olvidar la lucha cubana? Me remonto a mi Cuba natal. La lucha política entre Fulgencio Batista y Fidel Castro estaba agitada. Mi madre lo sabía…quería irse y alcanzar el “sueño americano”. Mami había sido compañera de estudios de la primera novia de Fidel Castro en la Universidad de la Habana. Ella ya se había topado con el genial abogado revolucionario. El mismo Fidel le había echado flores o piropos y al conocerla le dijo que las mujeres cubanas de Cienfuegos eran las más hermosas. Mami nunca confió en él como hombre ni como líder revolucionario. El 12 de julio de 1957 durante los inicios de la Revolución Cubana en la Cordillera de Sierra Maestra, Fidel Castro expuso los ideales revolucionarios que quería hacer llegar al pueblo cubano. De este modo, querían asegurarse el apoyo de este, al ser el exponente de la libertad tan ansiada por los cubanos, oprimidos por el régimen dictatorial de Fulgencio Batista (1952–1959). Aún recuerdo que en el televisor en blanco y negro salía Fidel hablando con elocuencia al pueblo y le prometía un helado a cada niño cubano cuando él derrotara a Batista. No tengo memoria de haber saboreado ese mantecado cubano antes de irme de allí. Era una niña de 4 años. Vivía en casa de mis abuelos en Cienfuegos, Cuba. Recuerdo que vivía rodeada de mar por tres partes. La casa amarilla hecha por mi bisabuelo español estaba en una punta llamada “Punta Gorda”. Hoy, la casa es Patrimonio o herencia histórica por su increíble ubicación y su estructura arquitectónica genial en madera realizada a principios del siglo XX, con estilo colonial español por el emigrante español Pedro Aurre, mi bisabuelo materno. Se llama ahora Villa las Estancias y la república de Cuba la ha denominado Patrimonio cultural, aunque mi bisabuelo Pedro Aurre no aparezca en la nueva historia de la Revolución cubana fidelista. Mi familia y yo somos testigos. Incluso, aún están labradas las puertas de cristal en el interior con las iniciales P. A. de su dueño original… Me uno al sentir del poeta José María Heredia y su Himno al desterrado: Cuba, Cuba, que vida me diste, Dulce tierra de luz y hermosura, ¡Cuánto sueño de gloria y ventura tengo unido a tu suelo feliz! Sus versos reflejan mi sentir. Pude regresar a mi cuna natal hace 5 años y reviví mis sueños de gloria y ventura al regresar. Logré visitar la Casa Amarilla, aunque ya habitada por otros propietarios. En Cuba hoy día se puede tener una sola propiedad. Vivo en Puerto Rico desde que mi madre tomó la decisión de seguir a Heredia y ser desterrada, voluntariamente, en su caso. Aún recuerdo el día que salí de Cuba… Iba con mi muñeca agarrada fuertemente a mis brazos. Mi madre me había dicho que los milicianos o militares fidelistas se podían quedar con cualquier pertenencia que quisieran o encontraran valiosa para la república. Ya sentada en el avión, le pregunté a mi madre, ¿todavía debo agarrar duro a mi muñeca? Y ella, me dijo, ya no. Estamos montadas y nos vamos de Cuba. Era mi primer viaje aéreo…Al mirar por la ventana algo muy grande sentí, no sabía bien qué…era una sensación liberadora al mirar desde lo alto mi isla cubana, pero al mismo tiempo un temor hacia el nuevo destino…Algo era cierto, me iba a vivir a un lugar desconocido. El mundo es ancho y ajeno…solía repetir mi madre. En ese instante empezó a tener sentido la trillada frase… Llegamos a Miami; ya mi tía vivía allí. Solo estuvimos dos meses hasta concretar el brinco hacia Puerto Rico. El español era el idioma de mis padres y Borinquen era el escenario ideal para comenzar la transición… Alcanzar el sueño americano no era tener un guiso fácil. Había que aguzarse en Puerto Rico. Mi madre lo supo desde que mi padre se aflojó con el “issue”de la salida de Cuba y el ajetreo del sueño americano. Levantar el patrimonio familiar en un país ajeno, no fue un vacilón o un flow al estilo del reguetón. Mi madre tomó las riendas. Aprendió a manejar un auto, tomó clases de inglés y empezó a trabajar…calle por
calle vendía productos Avon hasta que consiguió ser promovida a tiendas y terminó como ejecutiva de ventas de compañías como Estee Lauder y Elizabeth Arden. Hoy me inunda ese ejemplo materno de lucha cubana. Mami nos hizo memorizar el Himno de Cuba a mi hermana y a mí. Lo cantábamos aún en Puerto Rico: Ala combate corred... No temáis una muerte gloriosa Que morir por la patria Es vivir... Ella bregaba duro para traer dinero a la casa. Mi padre se iba apagando y ella tenía que meter mano dura. A fin de cuentas, ella tuvo la iniciativa de buscar esta oportunidad de vivir en una democracia. La democracia se enfoca en la libre elección del pueblo, pero no es así de simple. La libertad “gringa” requiere BREGA y LUCHA. Hacer dinero no es un guame facilito. Soñar a lo americano es tener agallas o dicho al modo del Conejo malo es tener coj… Mami lo puso en práctica y se convirtió en una CABALLOTA. Su patrimonio de amor ha calado tan hondo en mí que no habrá manera de borrarlo. Su carácter, coraje y autodominio me formaron. Por eso me hago eco de las palabras de Isabel Allende: “Me gustan las personas que tienen que luchar por obtener algo; los que teniéndolo todo en contra, salen adelante. Esta es la gente que me fascina, la gente fuerte”. Y como escribió la malagueña María Zambrano, resbalamos por la vida en lugar de agarrar con firmeza y sensatez las riendas de nuestra responsabilidad. Sigo aprendiendo a ser responsable a pesar de que resbalo todavía. Pero esta vida que todavía tengo es una deuda cara que solo puedo pagarle a mi progenitora con mi ejemplo.
María Pilar Sainz (2024)
La despedida a lo familiar y el abrazo a lo desconocido Catalina Hernández (2025) ¿Cómo llegué a tener la educación que recibo hoy? Desde mis tres años, estudiaba en el colegio Mater Salvatoris. Fue ahí donde conocí a mis primeros amigos, quienes nunca olvidaré y donde aprendí mucho de lo que conozco. Mater fue mi base académica. Sin embargo, en mi 8vo año, me di cuenta de que la calidad de la educación que recibía no llegaba a la altura de mis futuras aspiraciones. Pasé el 8vo grado demasiado fácil, no era retada académicamente como quería. Entonces, decidí hablar con mis padres para un cambio de escuela. Cuando le dije a mis padres sobre el cambio de escuela, no estaban de acuerdo conmigo. Pasaron muchos meses y ya estaba llegando el tiempo de solicitar para el nuevo año escolar. Me inspiré en las palabras de Susan Gale: “No te rindas. Los grandes cambios requieren tiempo y persistencia”. Esto me enseñó que, aunque mis padres dijeron que no, aún podía convencerlos mostrándoles las ventajas que ofrecería mi futura escuela. Después de mucha investigación decidí que quería venir a Saint John’s. Entonces, creé una “presentación” que incluía todo lo que ofrece este nuevo colegio. Al enseñarles la presentación a mis padres, quedaron asombrados. Automáticamente me dieron el permiso para cambiarme al Colegio Saint John’s, ya que no habían visto un colegio con tantas clases, electivas y actividades como éste. Cuando llegó el momento de solicitar al Colegio Saint John 's, no pensé que fuera a calificar. La lista para entrar a la escuela era de más de 50 estudiantes, y yo era la última. De repente, recibí un correo electrónico pidiéndome los documentos y pruebas para mi aplicación. Para entrar escribí un ensayo sobre el feminismo, y parece que les gustó. Entré a Saint John 's once días antes de que empezaran las clases. Me cogió de sorpresa ya que había perdido la fe o la creencia, confianza o asentimiento. Cuando llegó el primer día de clases, me sentía muy nerviosa, pero también emocionada en esta nueva etapa de mi vida. Al entrar por las puertas de mi nuevo colegio, quedé asombrada. Nunca había visto una escuela tan alegre, diversa e interactiva como esta. Sin embargo, al conocer a mis nuevos compañeros, me sentí sola, y fuera de lugar. Todos mis compañeros fueron muy buenos conmigo, pero todavía me sentía como una forastera ya que nunca había estado en una escuela que no fuese Mater. Entonces llegó el momento de ir a mis clases, me gustaron todas. Mientras iba pasando el tiempo, más difícil se me hacía la escuela, y más quería volver al Colegio Mater Salvatoris. El primer semestre del noveno grado me retó demasiado, y estaba a punto de rendirme. Cada día que pasaba, más me quería ir del Colegio Saint John 's. A pesar de esto, nunca me rendí. Usé mi autodominio para mantenerme fuerte y concentrada en mis futuras aspiraciones, y en el impacto que tendrá la educación de Saint John’ s en mi futuro. Me uní al sentir del ensayista Ralph Waldo Emerson cuando expresó: “El autodominio es la habilidad para hacer lo correcto en lugar de lo fácil”. Y así mismo, en un abrir y cerrar de ojos, terminó el primer semestre de noveno grado. Al empezar el segundo semestre, me sentía más feliz, cómoda e incluida; hice amigas que nunca voy a olvidar, y más importante, me mantuve enfocada en mis pasiones y objetivos. Saint John’ s no solo me dio una educación excelente, sino también mis amistades, mis experiencias como los viajes culturales, y la oportunidad de practicar mis deportes favoritos. En fin, Saint John’ s me enseñó la importancia del autodominio y el esfuerzo; me enseñó que nada en la vida llega fácil, y que hay que perseverar para cumplir los sueños. Por eso me uno a las palabras de José Maria Samaniego cuando expresó: “¿Has cumplido con tu deber?, Confía en el cielo que no te abandonará”.
Mi camino hacia el Spanglish Anthia Martínez (2024) Desde que nací hasta los 5 años viví en el pueblo de Trujillo Alto en Puerto Rico. Vivía con mis 2 hermanos, mis padres y nuestras mascotas las cuales eran varias. Ahora me pregunto, ¿cómo mis padres pudieron mantener a los 4 animales y a 3 hijos de 3 y 4 años? Mis hermanos y yo no éramos muy tolerables. No recuerdo muy bien mi infancia en Puerto Rico, pero sé que mi primera lengua fue el español porque es el que hablaba en la escuela y con mi familia. Antes de cumplir los 6 años mis padres tomaron la decisión de mudarse a Nueva York. A pesar de que era pequeña y no sabía mucho sobre lo que iba a pasar, sentí un dolor en mi corazón al saber que iba a dejar a toda mi familia, a quienes veía todos los días y quienes se pasaban conmigo y mis hermanos. Mis padres estaban enfocados en nuestra hermanita recién nacida y a veces nos sentíamos solos. Al llegar a Nueva York estuve bien confundida sobre lo que estaba pasando. Mi familia y yo tuvimos que quedarnos en un hotel por unos meses porque hubo un problema con la casa, así que en esos meses mis padres estuvieron bregando con la situación. Para ese tiempo era verano así que ir a la escuela y aprender el lenguaje no era algo que hice inmediatamente al llegar. Como no teníamos amigos y no sabía mucho el inglés, mi mamá nos llevaba a mis hermanos y a mí al parque que encontraba muy divertido porque tenía una chorrera. Después de unos meses, cuando finalmente nos mudamos a nuestra casa, empezamos la búsqueda de escuelas. En los Estados Unidos uno tiene que ir a la escuela que corresponde al distrito donde vives. El problema es que la escuela de nuestro distrito no ofrecía “ESL (English Second Language)”. La escuela que sí ofrecía “ESL” era un poco más lejos pero mi mama fue a hablar con la directora e hicieron la excepción. Nunca me voy a olvidar del primer día de clases en los Estados Unidos. Recuerdo que quería ponerme bien acicalá y mi mamá me pasó la plancha en el pelo y me compré un vestido nuevo. Bueno pues, llegamos tarde, y cuando llegamos, nos dieron un “tour” por la escuela. Mi mamá estaba preocupada porque era la primera vez que mis hermanos gemelos iban a estar en un salón aparte. Yo estaba bien nerviosa porque no sabía lo qué me iba a esperar. Llegó el momento de ir a mi salón, la directora me llevó y recuerdo que antes de entrar al salón ella me dijo “Sabes cómo preguntar para ir al baño” y yo le contesté “Yes, may I go to the bathroom” esa era una de las pocas cosas que sabía de la lengua inglés y recuerdo que mi mamá nos dijo esa frase antes de llegar a la escuela. Cuando entré y me senté en mi asiento asignado, había una niña que me dijo “hola”, y me empezó a hablar en español. En ese momento yo me sentí “relieved” al saber que no me iba a sentir fuera del lugar. Cuando la maestra empezó a hablar, no entendía nada de lo que estaba diciendo. Paola me miró y me dijo que no entendía nada tampoco. En un punto del día, vino una señora y me sacó del salón y me llevó a otro. Al llegar, me dijo que todos los días iba a estar un ratito en ese salón aprendiendo inglés. Mientras seguía yendo a las clases de inglés, me fui familiarizando más con la lengua ya que era la única que escuchaba en cada sitio que iba. Solo escuchaba el español en mi casa. Recuerdo que mi primera actividad fue un proyecto en donde tuve que investigar a Pocahontas. Nunca voy a olvidar esta cita de Pocahontas que me dijo mi maestra de inglés: “Sometimes the right path isn’t the easiest”. Esa cita es una en la que pienso todavía porque me hace recordar que no todo va a ser fácil en la vida como cuando estaba aprendiendo el inglés. Esto no fue fácil. Hubo muchas veces en que me enfogonaba. Con el tiempo entendí que eso era parte del proceso. Ya cuando terminé segundo grado, me volví “fluent” en inglés. Tenía muchas amigas con quienes podía compartir bochinches y salir para entretenerme. Mientras me seguía adaptando, no me sentía fuera de lugar. A veces pienso que después del primer año viviendo allá afuera, fui “whitewashed”, lo cual significa una persona que se olvida de sus raíces y se adhiere a la cultura de las personas a su alrededor. No hablaba español en absoluto. Además, me puse bien pálida. Ya no tenía esa piel “tan” que tenía cuando llegué. Poco a poco me fui adaptando a las normas de los “gringos”.
Después de cuatro años mis padres decidieron mudarse otra vez para Puerto Rico. Yo me puse muy triste porque no quería dejar a mis amigos y mis primos que se habían mudado cerca de nosotros. Fue algo bien difícil para mí que tuve que aprender a aceptar. Cuando llegué a Puerto Rico, estaba en negación y quería volver a Nueva York. Mis padres me pusieron en Saint John 's ya que era una escuela donde era todo inglés, ya que no me acordaba mucho del español. En esa primera semana de clases me fue bien, excepto en la clase de español. La maestra me mandó a leer la lectura de verano y, cuando me dio el libro, mi mente se quedó en blanco. Yo no podía leer el libro en español. Esto me estresó. Me sentí como Andrea Miranda cuando expresó: “Me alejé de mis raíces y de mi idioma”. Al migrar, mientras más me pasaba con la gente, salía y socializaba, fui adaptándome otra vez al español. Recuerdo que todos los veranos hasta que cumplí 6 años, iba con toda mi familia a España; nos quedábamos dos meses y medio en España, en la casa de mi abuela. Ese primer verano, después de mudarme, estuve un mes en España y ahí mis tíos hicieron una regla que solo podíamos hablar en español. Fue muy interesante porque también mezclé el español que hablaba mi familia española con el de mi familia boricua. Hoy en día hay palabras españolas que yo uso en mi vocabulario. Por ejemplo, yo uso la palabra “bañador” que significa traje de baño y me da risa porque yo digo esa palabra con mis amigos y muchos me dicen “que es eso” y yo les tengo que decir que es una palabra que usan en España. Finalmente, mudarme otra vez a Puerto Rico me hizo recordar lo que significaba ser boricua y española para estar orgullosa de mi cultura. Hoy lo que hablo es Spanglish y, aunque trate de solo hablar una lengua a la vez, pienso que nunca voy a poder dejar de hablar Spanglish.
Reencontrando mi identidad boricua Carla Zayas-Torres (2025) ¿Cómo aprendí que ser boricua no es algo bochornoso? Desde que tenía diez años, anhelaba irme de la isla para vivir en un lugar donde pudiera visitar Disneyland y disfrutar de la vida como los niños en las películas. Todo cambió cuando mi madre se casó con un hombre llamado Miguel Dalmau el 2 de abril de 2016. Antes de eso, nunca había experimentado nada más allá de mi relación con mi madre soltera. Pero después de la boda, mi vida cambió por completo. Tuve que compartir mis juguetes con mi nueva hermana y seguir las órdenes de mi padrastro. Pocos meses después, mi padrastro recibió una llamada de su empresa, AMGEN, diciendo que nos tendríamos que mudar a California por cuatro años. Al principio, mi familia estaba preocupada porque mi madre tendría que dejar su práctica médica y yo tendría que abandonar la escuela. Eventualmente, decidimos mudarnos a Thousand Oaks, en el oeste de California. Este cambio significó que finalmente podría vivir mi sueño de estar a solo veinte minutos de Disneyland y experimentar una vida nueva en Estados Unidos. Después de terminar el segundo semestre de tercer grado, mi madre y yo finalmente nos mudamos a nuestra casa en California. Miguel estaba allí esperándonos con todas nuestras pertenencias. Al llegar, tuvimos que acostumbrarnos a las costumbres diferentes de los estadounidenses en cuanto a la forma en que vestían, actuaban y hablaban. En julio, visitamos la escuela a la que asistiría en agosto, llamada Sycamore Canyon, y noté que era muy diferente a la escuela a la que estaba acostumbrada. Era estructuralmente grande, con cuatro canchas de baloncesto juntas y un puente que separaba la sección primaria de la secundaria. Los niños que conocí ese día eran diferentes, nunca habían conocido a alguien que no hablara inglés como primer idioma, y mucho menos a alguien que se había mudado de una isla completamente diferente. Me enseñaron muchas cosas que se hacían en la escuela, como recitar el Pledge of Allegiance cada mañana con la mano derecha en el corazón frente a la bandera estadounidense. Todavía recuerdo el himno escrito por Francis Bellamy que decía: “I pledge allegiance to the Flag of the United States of America, and to the Republic for which it stands…”. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que los próximos dos años serían muy diferentes a lo que estaba acostumbrada. En mi segundo año en California, me sentía similar a mis compañeros en todo, excepto por mi acento. Durante mi primer semestre en quinto grado, mi clase de inglés leyó el libro "Island of the Blue Dolphins". Cada semana, nuestra maestra nos daba una lista de vocabulario con palabras que parecían difíciles o extranjeras para una clase de quinto grado. Una de las palabras en esa lista era "yucca", que, en el contexto del libro, era un arbusto perenne que pertenece a la familia de las agaváceas. Sin embargo, no entendí la definición que nos dio la maestra y cuando llegó mi turno de usar la palabra en una oración, dije: "I ate very good yucca for dinner". Ni mi maestra ni mis compañeros entendieron lo que intentaba decir. Luego, la maestra me preguntó de dónde era. Al ser una niña tímida y callada, respondí que era de Puerto Rico. Me sorprendió cuando me preguntó de qué parte de México era Puerto Rico. Después de ese incidente, decidí no mencionar mi país de origen y adaptarme a las costumbres estadounidenses. Empecé a tomar clases de inglés para deshacerme de mi acento y me familiaricé con todo lo que era común en la cultura americana. Cuando aconteció la pandemia de COVID-19, ya llevaba cuatro años viviendo en California y estaba completamente adaptada a las costumbres de los ciudadanos de Thousand Oaks. Me había alejado de cualquier cosa relacionada con Puerto Rico o la isla. Sin embargo, el siete de junio, mi padrastro recibió una llamada diciéndole que su tiempo en California había llegado a su fin y que era hora de regresar a Puerto Rico. Al principio, me rehusé a la idea de mudarme de un lugar donde me sentía cómoda. No quería dejar a mis amigas, mis deportes y, sobre todo, a mi hermana que se quedaría en California con su madre. No quería volver a Puerto Rico y tener dificultades para expresarme en español. Sin embargo, un mes antes de mi regreso, contacté a mis amigas de Saint John's. Cuando finalmente regresé, salimos a comer juntas y recorrimos la isla. Me di cuenta de lo deliciosa que es la comida, lo cristalinas que son las playas y lo bueno que se siente estar rodeado de mi familia y la gente con la que crecí. Yo me deshice de todos los patrones que denotaban que era boricua y al regresar a Puerto Rico era una persona completamente diferente. Perdí mucho de mi orgullo puertorriqueño. Al acostumbrarme más a mi regreso aquí en la isla, me di cuenta de que soy bien afortunada de poder vivir en Puerto Rico. Puerto Rico
es una isla hermosa y llena de vida, con una cultura única y vibrante que enamora a cualquiera que la visite. Su gente es cálida y acogedora, siempre dispuesta a compartir su alegría y pasión por la vida. Desde sus playas de arena blanca y aguas cristalinas hasta sus montañas verdes y abundantes, Puerto Rico es un lugar mágico y especial que cautiva los sentidos y el corazón. Su música, su gastronomía y su arte son una muestra del rico legado cultural que sus habitantes han transmitido de generación en generación, y que hoy en día se celebra con orgullo en cada rincón de la isla. En definitiva, el nacer en Puerto Rico es un honor. Esto me acuerda a algo que mencionó el escritor Alberto Lista, quien dijo, “¡Feliz el que nunca ha visto más río que el de su patria y duerme, anciano, a la sombra donde pequeñuelo jugaba!”.
Tres ciudades bellas Emilio Solé (2025) Hace ya como dos semanas, tuve la oportunidad de viajar a tres ciudades impresionantes: Copenhague, Oslo y Estocolmo. Mientras recorría estas ciudades, la belleza de sus paisajes me hacía sentir como si estuviera en otro mundo. Estas ciudades son tan extraordinarias que diría que son más bellas que cualquiera ciudad en los Estados Unidos. Al caminar por los canales de Copenhague, me di cuenta de que su belleza venía de una combinación de limpieza y una conservación de lo antiguo. Durante mi viaje por Escandinavia, tuve la oportunidad de visitar Copenhague, una ciudad que se destaca por su arquitectura, cultura y estilo de vida. Al pasear por la ciudad, recordé las palabras de Miguel Ángel: "La belleza no es otra cosa que la promesa de felicidad". Y en efecto, la belleza de Copenhague me hizo sentir libre y feliz. Cuando visité la Plaza del Ayuntamiento, no pude evitar pensar en lo mucho que he visto esta ciudad a lo largo de los siglos. Después de pasar unos días en Copenhague, tomé un “ferry” hacia Oslo. La vista desde el ferry era impresionante: mar abierto, brisa fría. Me di cuenta de que la naturaleza es una parte esencial de la cultura noruega. Al llegar a Oslo, inmediatamente me di cuenta de la tienda de pianos Steinway and Sons. En ese momento me di vuelta hacia mi amigo y le dije “el segundo que tengamos tiempo libre, vienes conmigo a esa tienda”. Solo había tocado un piano Steinway una vez en mi vida, pero tocar uno nuevecito en la tienda, era algo mágico. Gracias al hombre de la tienda aprendí mucho sobre la compañía y los pianos. Como grupo, visitamos el Museo Munch, que alberga algunas de las obras más famosas de Edvard Munch, entre las que se incluyó: "El grito". Me sorprendió lo emocionante que fue ver la obra en persona después de haberla visto en los libros de arte tantas veces. Finalmente, llegué a Estocolmo. Cuando caminé por Gamla Stan, la ciudad vieja, me sentí transportado al Viejo San Juan en 1539. Las calles estaban llenas de adoquines y los edificios de colores brillantes. Pero también hay una gran cantidad de tiendas y restaurantes modernos en el centro de la ciudad, por lo que Estocolmo es la mezcla perfecta de lo antiguo y lo nuevo. Este viaje me hizo sentir libre y feliz. Me di cuenta de que hay belleza en todas partes, y que viajar es una excelente manera de experimentarla. La libertad es la capacidad de actuar, pensar y expresarse sin restricciones externas, y es un derecho fundamental de todo ser humano. Como dijo Da Vinci: “La belleza se trata de mejorar lo que ya tienes”. No solo pude sentirme libre en estas ciudades, pero también mientras apreciaba la naturaleza y la belleza pude de verdad entender lo que significa estar feliz con uno mismo. Estas tres ciudades tienen algo especial, y estoy agradecido por haber tenido la oportunidad de visitarlas.
Matteo de Marsily (2024)
Aguas nostálgicas Melrose Pineau (2024) Siempre has sido mi hogar. Desde que era una niña pequeña y descuidada, salpicando en tus olas, bailando en tus arenas. Por tus inmensas aguas viajé el mundo. Tu arena guarda mis mejores recuerdos. No importa si el cielo es gris o azul, si tus aguas son turquesas o marrones, tranquilas o agitadas, tu armonía no tiene límites. Tus olas rompen sobre mí, tus corrientes se apoderan de mí. El sol se acuesta en tu horizonte. Lo único que puedo oír son tus olas derrumbándose, Y, por un momento, me olvido de todo lo demás. Hoy ya madura, llena de preocupaciones, sigo bañándome en tu sol, bailando en tus arenas para no olvidar el tiempo que pasé contigo. Los días en donde todo era simple.
Princesa de la playa Andrea Ávila (2023) Pasé mi infancia construyendo un reino en la Playita del Condado. Un reino en plena zona urbana: Serenatas aviarias durante el día. Y, al anochecer, nuevas melodías surgían; risa y música resonaban en perfecta armonía. Un reino dulce y salado: Como arte de magia, el salitre del agua curaba cualquier herida, especialmente junto a la dulzura de “¡coco, parcha o piña!,” que te esperaba antes de tu salida. Un reino amoroso: Los rayos del sol besaban mi piel. Y, al caminar, la arena cálida acariciaba mis pies. Tratando de abrazarme, las olas me buscaban en la orilla, insistiendo que me sumergiera en sus aguas y me levantara de mi silla. Un reino eterno: Todavía sus aguas resplandecen como las joyas de la Corona y los cobitos andan por el suelo como caballeros con cascos coloridos. Aunque mis visitas son escasas, la belleza de esta playa nunca olvido.
Chloe Lawrence (2025)