Indirectamente proviene de la continua influencia de la “suma”
rosacruz en la Europa protestante. Temas alquímicos, inspira-
dos en parte por las “clavículas de Salomón”, se encontrarán
en un arqueo-Rose Croix llamado Caballero del Águila Negra
Rose Croix en tres grados o Grado Sublime de la Verdadera Ro-
sa-Cruz de Alemania o Caballero de la ‘Águila Negra o Filósofo
Desconocido, practicado en Metz, Marsella y Lyon a mediados
del siglo XVIII.
De Rose-Croix, este grado solo tiene el nombre y algunos atri-
butos. El título también aparecerá en la Orden Herencia de Ki-
lwinning (la futura Orden Real de Escocia con la que Mathéus
entabló una relación) certificada desde 1741. La Orden tiene de
hecho un supuesto caballero de Rosa-Cruz, pero la fuente que
relaciona el rango con él, es un diploma masónico (ahora desa-
parecido) da fe de la existencia del rango desde 1757 y, a prin-
cipios de la década de 1760, se creó lo que varios autores tar-
díos denominan la Rosa-Cruz de Francia. El ritual más antiguo
conocido como el Caballero del Águila del Pelícano Rose-Croix
Mason of Heredom, Knight of Saint-André, Perfect Mason provie-
ne de Estrasburgo. Todos los rituales, bastante cercanos a esta
década, dan fe de la naturaleza profundamente cristiana del
rango. Así en 1765 en un ritual manuscrito (Biblioteca Histórica
de la Ciudad de París, colección general, ms. 23191), sobre la
iniciación a este rango, podemos leer: “El primer apartamento
representa el Monte Calvario [.. .]. Tanto el segundo apartamen-
to como el primero son para hacer alegórico lo que sucedió en
la muerte y resurrección de J.C. El 2º representa la tumba y el
momento de la Resurrección de J.C. [...]. Debe haber un tercer
apartamento pequeño, un poco lejos de los otros dos, destinado
a ser la imagen del infierno”.
El destinatario “vagando por el mundo, los bosques y las mon-
tañas, que desde la destrucción del templo ha perdido la Pala-
bra...” debe viajar durante “33 años” reducidos simbólicamente
“a siete veces alrededor del capítulo”. Descubre las “tres vir-
101
tudes [que lo guiarán] de ahora en adelante”: Fe, Esperanza y
Caridad. La Palabra Perdida se revela como “INRI o Jesús de Na-
zaret, Rey de los Judíos”. Se dice que el primer signo es “Buen
Pastor” y la contraseña es “Emmanuel”. La “ceremonia de la
mesa como [...] conmemoración de la Pascua y de la aparición
de Jesucristo a sus discípulos en Emaús” acentúa el carácter
“cristiano primitivo” del rango.
A partir de la década de 1770, los capítulos se multiplicaron
en toda Francia y, a menudo, se proclamaron como el máximo
órgano de gobierno de todos los demás altos rangos. Así, en
el artículo segundo de los Estatutos y Reglamentos adoptados
el 8 de abril de 1771 por el Primer Capítulo Soberano de Ro-
se-Croix creado en París el 1 de junio de 1769 podemos leer:
“Los caballeros de la Rose Croix tienen derecho a sostener el
mazo en todo logias, cuando hacen la cortesía de presentárse-
las, pero cuando se niegan, para no mover a nadie, tienen dere-
cho a pararse junto al maestro de logia, ante todos sus oficiales,
en caso contrario, por humildad, se colocan en último lugar en
la columna de aprendices”.
Los Estatutos y Reglamentos Generales del Grand Chapitre
Général aprobados el 19 de marzo de 1784 lo convierten en el
regulador de las altas esferas del Gran Oriente. El sistema vie-
ne en cuatro grados u Órdenes: Elegido Caballero Escocés del
Este y Rose-Croix. Se fija en 1786 en rituales escritos a mano co-
nocidos como el Rito Francés Moderno. Los Rose Croix se pre-
sentan como los herederos de una larga línea de antiguos ini-
ciados. La terminología cristiana se utiliza como mínimo. Jesús
es designado mediante fórmulas sustituidas como “el hijo del
Gran Arquitecto”. La Palabra redescubierta es siempre la base
“ideológica” del rango, pero la redacción de la época busca bo-
rrar las semejanzas demasiado chillonas con la liturgia romana.
En 1783, el manuscrito de Francken presenta algunas varia-
ciones en comparación con los rituales de las décadas de 1760
102
y 1770: no hay obligación de prestar por parte del nuevo ca-
ballero; se cambian las frases referentes a la Nueva Ley, por lo
que debería decirse: “Soy uno de los hermanos que buscan los
secretos de la Nueva Ley y los tres pilares de la mampostería”
en lugar de: “Yo soy uno hermanos que buscan la Palabra Ver-
dadera con la ayuda de la Nueva Ley y los tres pilares de la
mampostería” (manuscrito Kloss XXIV-3, 1760); inclusión en un
sistema de 25 grados donde el Rosacruz ya no es el último.
103
El Rosacruz todavía ocupa el 18º “lugar” en el Antiguo y Acep-
tado sistema escocés de 33 grados. Una lenta descristianización
tuvo lugar durante el siglo XIX a partir de 1806, Chéreau sugiere
que la cruz está “formada por doce cuadrados, que representan
los doce signos del Zodíaco, o los doce meses del año solar”,
muy rápidamente INRIU significa Igne Natura Renovatur Integra
o Indefiesso Nisu Repellamus Ignotantiam (este trabajo se de-
sarrolla por Chemin-Dupontès, Nicolas des Étangs o Ragon); el
ritual de las logias capitales para la obra de los Caballeros de
la Rosa Cruz (1875) dice: “Fe, Esperanza, Caridad, estas pala-
bras, ni las cuatro letras lNRI, no representan ningún símbolo
religioso en particular; están ahí para recordarte los preceptos
que desarrollamos para ti en los grados anteriores, es decir:
Fe en el Gran Arquitecto del Universo; Esperanza y Justicia en
la vida futura, consecuencia de la inmortalidad del alma; Cari-
dad, aplicación del principio de fraternidad ”. La descristianiza-
ción continúa en el Grand College des Rites, con la versión laî-
comoralizadora de Amiable, mientras que el Consejo Supremo
de Francia permanece fiel al modelo desarrollado en el espíritu
del Convento universal del Antiguo y Aceptado Rito Escocés de
Lausana (1875).
Hoy, si el simbolismo del rango sigue siendo el mismo, su sig-
nificado puede variar un poco según las obediencias, pero si-
gue siendo un espíritu común. Así, podemos leer en el anuncio
“Rose Croix” del Grand College des Rites (1973):“Con los gra-
dos capitulares, pasamos a la construcción del segundo templo
por masones que son al mismo tiempo caballeros, ya que traba-
jan una mano armada con la espada, la otra con la paleta, sig-
nos de su ambivalencia. Pero con el 17° se perderá la Palabra al
mismo tiempo que se destruirá el segundo templo, por lo que el
18° tendrá un doble objetivo: la búsqueda de la Palabra perdi-
da y la reconstrucción del templo. Pero mientras que el primer
y segundo templos fueron fundados sobre la Ley Antigua con
voluntad de poder, el tercer templo será el templo místico de
la nueva ley en el que la justicia y la autoridad son templadas y
104
avivadas por el amor.”
Los rituales tienen un marco común: mismo título (el presi-
dente de un Capítulo Soberano siempre se califica como un
“Arthirsata muy sabio”, modo de recepción bastante cercano
(a menudo con solo una habitación en lugar de tres), batería
idéntica (“Hoschée”), signo de Orden llamado “Buen Pastor” y
una contraseña (“Emmanuel”) a la que se responde Pax vobis
(o “Paz profunda”) enmarcan el tema fundamental que es siem-
pre la búsqueda de Palabra perdida. Todos admiten la misma
palabra sagrada, INRI, cuyos significados son el cristiano Jesús
Nazareus Rex Judeorum y el alquimista Igne Natura Renovatur
Integra. También se llega a un consenso sobre el descubrimien-
105
to, durante la recepción del nuevo caballero, de las tres virtudes
Esperanza, Fe y Caridad,
En la segunda mitad del siglo XX, la reactivación de las 4 Órde-
nes del Rito Francés (desde la creación del capítulo Jean-Des-
aguliers hasta la “recreación” de un Gran Capítulo General
basado en el Gran Oriente de Francia) nos recuerda que el El
grado rosacruz mantiene su estatus de máximo en el régimen
francés.
ROSE-CROIX D’OR
Desde tiempos inmemoriales, las relaciones entre la maso-
nería y el rosacrucianismo se mencionan a menudo. Debe pres-
tarse especial atención a la fraternidad de la Rosa-Cruz de Oro,
que fue uno de los principales movimientos que florecieron
junto a la masonería. La Rose Croix d’Or es el resultado de un
renacimiento del rosacrucianismo original en los países alema-
nes. Iniciado a principios del siglo XVIII, fue, en muchos aspec-
tos, un fenómeno muy diferente al que se había desarrollado
bajo la égida de Christian Rosenkreutz.
106
La Rose-Croix d’Or debe su verdadero nacimiento a la publica-
ción de un libro en Breslau en 1710: Die Wahrhafte und volkom-
mene Bereitung des philosophischen Steins der Bruderschaft
aus dem Orden des Gulden und Rosen Creutzes (La verdadera
y perfecta preparación de la piedra filosofal de la fraternidad
de la Rosa-Cruz de Oro). Es básicamente un tratado de alqui-
mia y esto ya constituye una gran diferencia entre este nuevo
rosacrucianismo y el de sus orígenes, que se centró principal-
mente en proyectos de reforma social, intelectual y religiosa. En
éste, la alquimia no jugó un papel central. Al contrario, el tratado
publicado en Breslau otorga a las “prácticas de laboratorio” un
lugar esencial que conferirá la profunda originalidad de la her-
mandad de la Rose Croix d’Or.
El autor de la obra, que se conoce con el nombre de Sinceratus
Renatus, fue un pastor protestante de Silesia, Samuel Richter. Si-
107
lesia era entonces un antiguo y rico crisol de tradición mística
marcada por las influencias de Jacob Böhme, el poeta místico
Angelus Silesus y la corriente pietista. Richter pertenecía a este
último, él mismo fuertemente ligado al primer rosacrucianis-
mo. Los pietistas y los rosacruces tienen en común el deseo de
redescubrir una forma de cristianismo más pura y auténtica:
ponen especial énfasis en el sentimiento, la virtud personal y
la relación directa con la Divinidad. También hay un colorido
gnóstico entre los pietistas que apunta a basar la salvación en el
rechazo de la materia, sometida a las fuerzas del mal y alcanzar
un conocimiento superior de las realidades divinas. Viene de
la influencia ejercida sobre sus escritos por escritores místicos
como Böhme y los alquimistas. La práctica de la alquimia lo
es de hecho, también enraizado en la tradición gnóstica, y la
expectativa de elevación espiritual de los pietistas se muestra
análoga a la expectativa del paso de la materia básica a un es-
tado superior entre los alquimistas. Lo vemos en sus escritos
llenos de imágenes y metáforas alquimistas: hablan así de Dios
como el gran “fundador” y comparan al Espíritu Santo con una
tintura bendita o una quintaesencia. Algunos de ellos también
pensaron que el Espíritu Santo estaba presente en la materia en
la forma de los tres principios alquímicos de sal, azufre y mer-
curio. Por tanto, muchos fueron los pietistas que practicaron la
alquimia. Friedrich Oetinger escribió: “La alquimia y la teología
no son para mí dos cosas, sino una”, y Goethe tenía una amiga
pietista, la señorita von Klettenberg, que lo alentó a experimen-
tar con la alquimia. Esto tuvo una influencia importante tanto
en su vida como en su obra. Vemos, pues, cómo el pietismo, la
alquimia y el rosacrucianismo original interfieren en el contex-
to de la redacción del libro de Samuel Richter, alias Sinceratus
Renatus, para dar origen al movimiento de la Rosa Cruz de Oro.
Si no sabemos cuándo se estableció la Rose Croix d’Or, el do-
cumento más sólido sobre su existencia data de 1761: describe
una logia de esta orden en Praga, llamada La Rose Noire, y da
una lista de miembros.
108
Por otro lado, los manuscritos nos permiten arrojar luz sobre
las características profundas de la ideología de la hermandad
de la Rosa Cruz de Oro y sus relaciones con el movimiento ma-
sónico, porque muchos detalles sobre los principios, rituales y
organización de la Orden, están indicadas por la publicación de
las declaraciones de la Orden y por correspondencia inédita
entre los miembros.
El objetivo de la hermandad, claramente expresado, confirma
que sus creencias se basan en un sincretismo entre la alquimia,
el cristianismo revisitado por los pietistas y el rosacrucianismo
original. Se trata de “que la fauna emerja las fuerzas ocultas de
la naturaleza, de hacer brillar su luz, que fue enterrada profun-
damente por la maldición, y, de esta manera, procurar una luz
interior a cada hermano por la que podrá ver a Dios invisible
y acercarse a él con la fuente de luz original” (Starke Erweise
aus den eigenen Shriften des hochheiligen Ordens Gold- und
Rosenkreuzer, escritura anónima, probablemente atribuible a
Bode 1788). Encontramos el tema gnóstico de “la luz de la natu-
raleza sepultada por la maldición”, de la chispa divina atrapada
en el mundo de la materia, la visión de la alquimia también apa-
rece de manera simbólica y práctica: se suponía que los miem-
bros tenían su propio laboratorio y trabajaban diligentemente
en él. El progreso de cada miembro de la Orden, además, pre-
suponía que habían recibido secretos alquímicos cada vez más
importantes.
También conocemos con precisión los aspectos estructurales
de esta fraternidad. En su libro, Renatus da un número conside-
rable de detalles sobre la Orden en sí: se dice que tuvo 63 miem-
bros y un imperator elegido de por vida. Los hermanos adop-
taron un código especial para saludarse y reconocerse. Uno de
ellos dijo: Ave frater, el interlocutor tenía que responder: Rosae
y aurae. El primero luego agregó: Crucis.
La Rose Croix d’Or está organizada en círculos de 9 miem-
109
bros y tiene 9 grados. Estos están en orden ascendente: Junior
Theoreticus, Practicus, Philosophus Adeptus Minor, Adeptus
Major Adeptus Exemptus, Magister y Magus. Esta organización
jerárquica, generalizada por la Reforma de 1777, fue ampliada
a 10 grados en el siglo XIX por la sociedad oculta inglesa la
Orden Hermética de la Golden Dawn o, más tarde, por la Anti-
gua Orden Mística Rosacruz. La fraternidad era muy jerárquica
y el secreto regía las relaciones entre los propios miembros. Por
tanto, los miembros no tenían que conocer los nombres de los
hermanos por encima de su propio círculo.
La estructura de gobierno constaba de varios niveles. Había
directores de círculo, directores regionales a cargo de varios
círculos de Gran Prior y, al más alto nivel, los Superiores Desco-
nocidos. Probablemente fueron tres adeptos quienes constituían
la autoridad suprema. La organización todavía es comparable a
la de la Golden Dawn, pero los Superiores Desconocidos eran
personas reales aquí. Tenemos alguna razón para creer que uno
de ellos fue Schleiss von Lowenfeld, un físico de Sulzbach, Ba-
viera, que escribió un libro en defensa de la Rose Croix d’Or.
La Rose-Croix d’Or fue un éxito notable en la década de 1770
en toda Europa Central, en Berlín, Hamburgo, Frankfurt, Ratis-
bona, Munich, Viena, Praga... pero también en Polonia, Hungría
y Rusia. Uno de los centros más notables es el que se encuentra
en el castillo de Rajec, cerca de Brno. Incluye al Conde (y Prín-
cipe) Karl Josef von Salm-Reifferscheidt, una figura importante
cuyo interés se centró tanto en los filósofos franceses como en
la ciencia moderna, la alquimia y el espiritualismo. Reúne a su
alrededor un grupo ecléctico de individuos y participa activa-
mente en la formación de una comunidad científica organizada
en Moravia que tiene como objetivo adquirir el conocimiento
universal a través del recurso a la investigación científica y a
la antigua tradición alquímica y teosófica. El príncipe Salm-Rei-
fferscheidt probablemente conocía los manifiestos de la Ro-
se-Croix original: quería fundar un Colegio Invisible en conso-
110
nancia con la visión proclamada un siglo antes. La rama rusa
de la Orden también tuvo miembros notables: el escritor y pu-
blicista Novikov quien, junto con otra cruz rosa rusa, Lopuchin,
creó la Sociedad Tipográfica y dio a conocer las obras de Böh-
me al público ruso en la lengua vernácula, Silesius, Saint-Martin,
Madame Guyon y el místico inglés Pordage. Novikov transmitió
tanto las ideas progresistas de la Ilustración como las tradicio-
nes esotéricas. Creía que todo hombre lleva consigo una parte
del espíritu divino y que, por tanto, los individuos deben ser
tratados con respeto, independientemente de su condición so-
cial. Junto a los seguidores de la Rosacruz de Moscú, participa
en diversas organizaciones benéficas como el hospital y la Casa
de los Pobres. Novikov cayó en desgracia, Catherine II se opu-
so a la masonería, lo puso en prisión y no fue liberado hasta su
muerte cuatro años después.
La Rosa-Cruz de Oro finalmente tuvo una gran influencia en
Prusia, donde uno de sus miembros no era otro que el empe-
rador Federico Guillermo II. Durante su reinado, la Corte y el
gobierno fueron dominados por el “clan Rose-Croix”, en parti-
cular de Johann Christof Woliner y de Johann Rudolf von Bisho-
ffswerder. La historiografía a menudo ha dado una imagen ne-
gativa de estos hombres debido a la influencia que ejercieron
sobre el rey para fortalecer la ortodoxia religiosa luterana. Ellos
jugaron un papel en la campaña contra los Illuminaten ~ y los
Rosacruces se presentan generalmente como representantes
de los enemigos de Aufklärung. Es cierto que se oponían a la
medicina de la Ilustración. Sin embargo, hombres como el prín-
cipe Salm pueden considerarse acérrimos racionalistas.
El movimiento desapareció con la muerte del emperador en
1797 socavado por la oposición interna. Sin embargo, la ideolo-
gía de la Rose-Croix d’Or, pero también las supervivencias de
sus ramas, como los Hermanos Iniciados de Asia, tienen exten-
siones que muestran la importancia de su influencia. En el siglo
XIX, el romanticismo estuvo impregnado de temas y referentes
111
encontrados en la Fraternidad. Este es el caso de las obras de
Novalis y de las del pintor Friedrich Otto Runge.
Un poco más tarde el inventor de la homeopatía, Samuel Hah-
nemann (1755-1843), masón y muy probablemente Rose Croix,
testifica a su manera de la supervivencia de la cultura de la Rose
Croix d’Or: de hecho, la idea de que lo similar se ocupa de lo
similar es un desarrollo de la tradición alquímica (Paracelso).
La Fraternidad de la Rosa-Cruz de Oro fue un movimiento ori-
ginal que, aunque solo sea por la mención de varios iniciados a
los talleres masónicos (Wôliner, Goethe o Dr. Hahnemann) y el
establecimiento de una jerarquía de filas, tenía fuertes vínculos
con el movimiento masónico. Esto es tanto más evidente cuanto
que para ser admitido en la Orden uno tenía que haber pasado
por una logia masónica regular y ser iniciado en los tres grados
azules. También hubo aspectos rituales comunes. Sabemos que
el Rito Rosacruz se basó en logias de la Estricta Observancia
y que encontramos, en varios sistemas masónicos, evocaciones
del simbolismo Rosacruz.
RITO DE ADOPCIÓN
En la perspectiva del significado adquirido en el Siglo de las
Luces, la adopción, mostrado con el uso de este término que las
mujeres hacen suya la práctica masónica, designará una logia
femenina dirigida por un taller masculino.
Si la masonería inglesa sigue vigente, mono sexuada hasta la
era victoriana de lealtad a ninguna mujer de las Constituciones
de Anderson de 1723 (artículo 111), apareció una masonería de
señoras en Francia en la década de 1740.
“Masona”, designan a las esposas de los hermanos, y a sus
logias prefieren llamarlas “clandestinas”, en el siglo XIX.
112
113
Formalmente, las pruebas tangibles de la presencia femenina
surgen alrededor de 1747-1749 y, en las décadas 1770 y 1780,
hay una cincuentena de orientes que tienen más o menos cons-
tantemente logias de damas, sin mencionar una docena de lo-
gias de señoras. Adopción en París, incluida La Candeur, y cinco
o seis más “tensos” en talleres militares.
Cada logia de mujeres está bajo la tutela de su homólogo
masculino y la ceremonia se lleva a cabo después de la reunión
masculina. Está dirigido por un colegio “mixto” compuesto por
un venerable maestro que preside el trabajo, una gran maestra
que la asiste, dos hermanos vigilantes, un orador, un inspector,
un tesorero, una hermana depositaria.
El ritual más antiguo que se conoce en la actualidad se llama
Masonería de las Damas o Masonería de adopción, por el Prín-
cipe de Clermont, Gran Maestre del Oriente de Francia, redu-
cido en solo cuatro grados (hacia 1763). A partir de entonces,
las logias de damas practicaron varios modos con cinco, ocho,
nueve o diez grados.
El modelo de adopción se fija, sin embargo, más o menos
con la publicación en 1779 de La Vraie Maçonnerie d’Adoption
(Louis Guillemain de Saint-Victor).
La obra conoce, bajo varios títulos, quince reediciones en diez
años. Todos los ritos tienen un simbolismo bastante similar, en
gran parte tomado del Antiguo Testamento aunque ciertos ran-
gos, como el de la Amazona inglesa, tienen un carácter más fe-
minista.
El trabajo consiste principalmente en ceremonias de recep-
ción y aumento de salario, y valiosas actividades caritativas. En
su asamblea general del 10 de junio de 1774, el Gran Oriente
decidió regularizar las logias de adopción y darles estatutos.
114
En 1775, el duque de Chartres (Orleans) nombró a su hermana
Louise Marie Thérèse Mathilde de Bourbon-Conde (1756-1830)
Gran Maestra de todas las logias de adopción. Sin embargo,
esta masonería se caracteriza por el aspecto ostentoso de las
prácticas caritativas e incluso cabe preguntarse si ciertas logias
de señoras, como La Candeur, no se fundaron simplemente para
compensar la deficiencia de las actividades de los hermanos.
Al mismo tiempo, el reclutamiento de estas logias confiere a
esta forma de sociabilidad un carácter más aristocrático, tan-
to en París como en las provincias. Estas logias de adopción,
totalmente desconocidas en la masonería británica o escandi-
nava, están presentes en casi toda la Europa continental, espe-
cialmente en Italia, Provincias Unidas, Alemania del Rin, Austria,
Polonia.
En Francia esta adopción I duró hasta alrededor de 1870 -Je-
rusalén de los Valles Egipcios-, con J.-S. Boubee, pareciendo ha-
ber sido el último taller en organizar regularmente conjuntos de
este tipo. Sin embargo, obtuvo una nueva vida en España en el
último tercio del siglo XIX.
A partir del siglo XIX, esta primera adopción cambió: se refe-
ría a la ceremonia de “aceptación” de los hijos de los masones
por una logia masónica. Fue a partir de la década de 1840 que
los atuendos adoptados se convirtieron en encuentros específi-
cos abiertos a las familias de los masones, más tarde denomina-
dos “tenidas blancos abiertos”.
Allí se practican bautismos (adopciones) de niños, matrimo-
nios y funerales masónicos. Al mismo tiempo, las logias parecen
seguir recibiendo hermanas en traje de adopción. El resultado
es, por tanto, el surgimiento de una masonería “mixta” que re-
úne a hermanas y laicos. El acta de la celebración conjunta de
cuatro logias parisinas en el Gran Oriente (19 de julio de 1850),
por la enumeración detallada de los participantes, lo atestigua:
115
la ceremonia reúne a 212 hermanos, 129 hermanas, 56 madres,
mujeres, hijas y sobrinas no “iniciadas” de masonas y 21 hijos.
Es posible que este tipo de adopción haya evolucionado hasta
convertirse en una criptomasonería femenina caritativa, como
lo demuestra la Société des Dames Humanitaires de l’Ere Nou-
velle (Saint-Denis). De todos modos, a partir de la década de
1880, el término “adopción” ya no designa ceremonias reser-
vadas a los miembros de las familias de los masones. El Tem-
plo de la Familia es una etapa intermedia entre la adopción y la
coeducación.
Luego viene la adopción Tipo III cuando la logia mixta La Nou-
velle Jerusalem, perteneciente a la decadente Gran Logia Sim-
bólica Escocesa pasa a la Gran Logia de Francia.
Tiene varias hermanas y pide crear una logia de adopción
para ellas. Después de muchas discusiones, la Gran Logia adop-
tó el principio el 5 de enero de 1907. El 31 de mayo, se encendió
oficialmente la logia de adopción n° 376, La Nouvelle Jerusalem,
ubicada en París.
El 23 de enero de 1912 se instaló (o más bien se reinstaló, la
logia de adopción n° 217, porque había funcionado de manera
“atrevida y peligrosa” de 1901 a 1903).
Así, podemos ver que esta nueva masonería, por su funciona-
miento, su relativa autonomía y su llamado ritual de adopción
(pero renovado), es en gran medida diferente de la masonería
de las damas del siglo XVIII que, sin embargo, reclama.
En el período de entreguerras, se erigieron nueve nuevas
logias de adopción. Se trata de las logias 246, La Tolérance,
en Périgueux en 1923;187, Union et bienfaisance en París, en
1925 (inactiva alrededor de 1930); 373, Babeuf y Condorcet, en
Saint-Quentin, en 1926; 540, Général-Peigne, en París, en 1931;
116
410, Minerve, en París en 1931; 404, La Philosophie Sociale, en
París; y 38, L’Olivier Ecossais, ubicado en Le Havre, tiene exis-
tencia efímera; 421, La République Sociale, en París; 347, The-
bah, en París, en 1935.
En 1934, E. Brault hizo balance de un artículo titulado “Masone-
ría femenina”, en una fecha en que la Gran Logia buscaba más
o menos deshacerse de sus logias adoptadas.
El Convento de 1935 “afirma su voluntad de hacer todo lo po-
sible por la creación y desarrollo de la Masonería femenina...”,
para evitar una medida de desalojo encubierta, las nueve logias
de adopción se organizan en un cada vez más autónomos, y ce-
lebraron el 8 de julio de 1936 su primer congreso anual.
Un Gran Secretariado de cinco hermanas, presidido por A.M.
Pedeneau-Gentily, luego G. Rheal es elegido. En 1939, esta aso-
ciación contaba con unas 300 hermanas.
A partir de esta estructura flexible, nació la Union Masonni-
que Féminine de France en 1945, transformada en 1952 en la
Gran Logia de Mujeres de Francia. Dentro de esta obediencia,
la logia Cosmos, luego de una vida “independiente”, por haber
rechazado la adopción por parte de las hermanas del Rito Esco-
cés Antiguo y Aceptado, regresa a la federación madre donde
aún practica el rito de adopción.
En conclusión, el Rito de Adopción es un rito masónico que
apareció en Francia en el siglo XVIII. Las logias de adopción
solían estar unidas a las logias artesanales regulares, pero ad-
mitían a las parientes femeninas de los masones en una logia
mixta con su propio ritual. El número de grados varió a lo largo
de su historia, pero los tres primeros llevaban los mismos nom-
bres que los grados de artesanía, aunque las contraseñas y los
temas del ritual eran bastante diferentes.
117
El Rito Nacional Mexicano
Del México colonial a la Independencia.
Posiblemente la masonería llega al México colonial en la se-
gunda mitad del siglo XVIII de la mano de emigrantes franceses
asentados en la capital, quienes serán acusados y condenados
por la Inquisición local. De igual modo, aún sin sustento docu-
mental, es muy probable que existiesen logias itinerantes en el
seno del ejército realista español destacado en la Nueva Espa-
ña. A su vez, es muy posible que en el movimiento criollo pri-
mero autonomista y posteriormente independentista, existieran
masones, vinculados a la Orden a través de las ideas ilustradas
de finales del siglo XVIII. Sin embargo, historiadores masones
y no masones, han apuntado reiteradamente que la masonería
latinoamericana ha construido su propia mitología.
La Guerra de Independencia.
Se afirma -sin documentación probatoria alguna-, la perte-
nencia a la masonería de ilustres autonomistas e independen-
tistas como Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón e Ig-
nacio Allende, quienes pronto echarían a andar el movimiento
que desembocaría en la independencia de México fueron ini-
ciados en la calle de las Ratas núm. 4 (hoy Bolívar núm. 73), en
la logia que allí funcionaba, “Arquitectura Moral”. Se dice que
importantes líderes independentistas como el mencionado Mi-
guel Hidalgo y José María Morelos fueron masones distinguidos.
Además menciona que el primer Emperador Mexicano quien
era Agustín de Iturbide fue asesinado por la logia masónica del
rito Escocés.
Otros masones distinguidos fueron Vicente Guerrero, así como
el fraile regiomontano Servando Teresa de Mier; este último se
incorporó al ejército español que combatió la ocupación fran-
118
cesa en la Península ibérica, al tiempo que en el puerto de Cá-
diz ingresó a la sociedad patriótica latinoamericana Caballeros
Racionales. Ambos hechos -su carácter de militar y su partici-
pación en la sociedad patriótica- alimentan la hipótesis de su
pertenencia a la masonería. En los juicios que la Inquisición em-
prendió contra los autonomistas e independentistas, el cargo de
pertenencia a la masonería era común, ya que garantizaba la
imposibilidad de probar la inocencia del acusado, dado el ca-
rácter clandestino de la orden. Así, los archivos de la Inquisición
no eliminan la incertidumbre sobre el tema.
La primera mitad del siglo XIX
A partir de la independencia en el año de 1821, buena par-
te de los gobernantes de México, hasta 1982, presumiblemente
pertenecieron a la masonería. Apenas se produjo la indepen-
dencia política, las pocas logias existentes salieron a la luz, mul-
tiplicándose rápidamente. Con la llegada oficial del agente y
ministro plenipotenciario estadounidense Joel R. Poinsett entre
1822 y 1823, la naciente masonería mexicana se divide en dos
corrientes políticas nunca definidas del todo. Poinsett promue-
ve la creación de logias del Rito York, proclives a los intereses
estadounidenses. Manuel Codorniu Ferreras (1855), promotor
del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en México.
Frente a la materialización de la doctrina intervencionista del
Destino manifiesto estadounidense, se oponen los masones más
cercanos al liberalismo español de Rafael del Riego y de la Re-
volución de 1820, reunidos en la denominada incipiente Logia
Escocesa del entonces joven Rito Escocés Antiguo y Aceptado,
encabezada en México por el médico barcelonés del último
Capitán General, Manuel Codorniu Ferreras, a través de su pe-
riódico El Sol. Codorniu fundaría la Compañía lancasteriana en
México, al tiempo que se opondría abiertamente a la monarquía
de Iturbide, defendiendo el proyecto republicano y la exclusión
de la Iglesia católica de la educación y de todas las esferas de
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la sociedad civil.
Así, alrededor de las logias yorkinas se reunirán los masones
cercanos al liberalismo estadounidense, al tiempo que quienes
permanecerán cercanos al liberalismo español, formarán las
denominadas logias escocesas. Al poco tiempo, los masones
que no veían con total simpatía ninguna de las alternativas exis-
tentes, optaron por una tercera vía consistente en la fundación,
en el año de 1825, de un rito de corte nacionalista que fue el Rito
Nacional Mexicano, cuyos integrantes pretendían la creación de
un modelo político y de gobierno propio de México.
El Segundo Imperio Mexicano.
Al llegar al país el emperador Maximiliano I de México en
1864, una comisión del Grado 33°, y miembros del Supremo
Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado se entrevistaron
con él, a fin de ofrecerle los títulos de Soberano Gran Comen-
dador del Supremo Consejo y Gran Maestro de la Orden. El mo-
narca acogió benévolamente la comisión, pero declinó los car-
gos, no obstante lo cual consintió en que se le proclamara Gran
Patrono o Protector de la Orden, títulos que de ninguna manera
implicaban pertenencia a la masonería. En cambio, nombró a
dos caballeros de su corte, poseedores de toda su confianza,
para que le representaran en los Altos Cuerpos. Estos caballe-
ros fueron iniciados y elevados al Grado 33° con extrema rapi-
dez por el Supremo Consejo.
Durante la ocupación militar francesa que sostuvo a Maximi-
liano I en el trono, arribaron a México diversas logias militares
francesas dependientes del Gran Oriente de Francia, mismas
que se disolvieron al tornar las tropas a su patria. Es muy pro-
bable que estas logias itinerantes trabajasen en el Rito Francés,
pero dada su condición de tropas invasoras finalmente derrota-
das, no dejaron huella ritualística alguna.
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La pertenencia a la masonería de Maximiliano I nunca ha sido
probada, aunque a partir de la hipótesis de su pertenencia a
la orden se desarrolla la curiosa leyenda de Justo Armas. Por
el contrario, a pesar del talante profundamente liberal de los
gobiernos de Maximiliano, tanto como virrey en el reino Lom-
bardo-Véneto como en su papel de emperador en México, los
miembros de la familia Habsburgo en la línea sucesoria de la
corona austriaca no podían ser masones de ninguna manera.
Esto era así ya que la utilización del distintivo de “emperador”
de la corona austriaca requería la expresa aprobación del Papa
romano. Maximiliano sólo renunció a la línea sucesoria austria-
ca en el momento de aceptar la corona de México. Este hecho,
de capital importancia política, no niega que los emperadores
austriacos de reconocida tradición liberal fuesen protectores
discretos de la masonería, sin ser ellos mismos masones. Otro
dato importante contradice su pertenencia a la Orden; cuando
estuvo preso en la ciudad de Querétaro pendiente del juicio su-
mario, fue visitado por el general republicano de origen alemán,
Carlos von Gagern, quien en repetidas ocasiones se identificó
como masón según los usos y costumbres de la Orden.
La Gran Dieta Simbólica
El único momento en que la masonería mexicana estuvo bajo
una sola institución fue entre 1890 y 1901, cuando el presidente
de la República, Porfirio Díaz, logró unificar las distintas obe-
diencias, en muchos casos por la fuerza. En 1878, el Supremo
Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de México había
desconocido a la Gran Logia Valle de México, ya que su flaman-
te Gran Maestro era el poeta y político liberal Ignacio Manuel
Altamirano, con quien Díaz tenía serias diferencias. Altamirano
formó entonces el Supremo Gran Oriente de los Estados Unidos
Mexicanos, separando los tres primeros grados simbólicos de
los 30 grados siguientes.
Obligado por la regularidad dictada por la Gran Logia Uni-
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da de Inglaterra, para 1883 el Supremo Consejo de México ha-
bía reconocido ya entre sus propias filas la separación de los
grados simbólicos de los filosóficos, creando la Gran Logia del
Distrito Federal para los grados simbólicos, y encabezada por
el propio Porfirio Díaz. De cualquier manera, con ello se prepa-
raba el terreno para una futura fusión.
Tras regresar Altamirano de la misión diplomática en Madrid
en 1889, Díaz ve la necesidad de unificar y reconciliar el pen-
samiento liberal. Por indicaciones de Porfirio Díaz, se acuerda
la fusión de los dos cuerpos más autorizados e importantes de
la República Mexicana. Así, en 1890, es convocado por primera
vez el que será el organismo que administre tanto los grados
simbólicos como los superiores o filosóficos de todos los ritos,
la Gran Dieta Simbólica, siendo proclamados Gran Maestro y
Gran Secretario respectivamente, el mismo Porfirio Díaz y Emi-
lio G. Cantón. De este modo, el jefe de Estado lograba por pri-
mera y única vez la unificación absoluta de la masonería mexi-
cana bajo su mando.
Dada la variedad ritualística y política de la masonería mexi-
cana de aquellos años, en los hechos, la administración única
para toda la masonería mexicana sólo puede mantenerse por
medio de la coacción del Estado. De este modo, para 1901 la
Gran Dieta Simbólica se autodisuelve.
Muchas logias, cuerpos y obediencias se crearon a lo largo
del siglo XIX. De igual modo, se introdujeron diversos ritos en
la República Mexicana, como el del Temple, el de San Juan y el
Reformado. No todos han sobrevivido hasta el día de hoy. Ac-
tualmente es abrumadoramente mayoritario el Rito Escocés An-
tiguo y Aceptado, pero son también numerosos el Rito York y el
Rito Nacional Mexicano. A principios del siglo XXI, han encon-
trado cobijo otros ritos más comunes en otras latitudes.
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El Rito Nacional Mexicano.
Recién estrenada la independencia de México, la división
entre los denominados yorkinos y escoceses se trasladó a la
política. Los enfrentamientos se hicieron cada vez más duros,
y llegaron a sucederse varios levantamientos militares. En ese
contexto, se constituyó el Rito Nacional Mexicano bajo el Supre-
mo Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano el 22 de agosto de
1825, con la finalidad expresa de unificar a los masones mexi-
canos y evitar al mismo tiempo la intervención extranjera en
la orden y en la política mexicana; el 26 de marzo de 1826 se
fundó la Gran Logia Nacional Mexicana “La Luz” (hoy conocida
como Gran Logia Nacional de México), con la conformación de
sus primeras cinco logias simbólicas. Sin embargo, los enfren-
tamientos no cesaron, por lo que el presidente Nicolás Bravo,
masón escocés, prohibió por un breve periodo las sociedades
secretas, prohibición destinada a las logias yorkinas y del Rito
Nacional Mexicano, todas ellas más liberales; pero, debido a un
rápido movimiento del Gran Maestro del Rito Yorkino, Lorenzo
de Zavala, las logias yorkinas abatieron columnas (se disolvie-
ron) y denunciaron a las escocesas, obligando de esta manera
al gobierno a disolverlas; el Rito Nacional Mexicano escapó a
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esta persecución, y siguió trabajando en secreto.
Para 1865, el Rito Nacional Mexicano dejó de trabajar “A la
Gloria del Gran Arquitecto del Universo”, y comenzó a dedicar
sus trabajos “Al triunfo de la verdad y al progreso del géne-
ro humano”. De igual modo, comenzó a usar un ejemplar de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en lugar
de la Biblia, y constaba ya de los actuales nueve grados, inclu-
yendo los tres primeros grados simbólicos.
Un miembro destacado de este rito fue Benito Juárez García,
político liberal que llegaría a ser presidente de México por el
largo periodo que va desde 1858 hasta su muerte, en 1872. No
está claro el origen de su iniciación; Martínez Zaldúa sostiene
que fue iniciado en el rito de York, en la logia “Espejo de las
Virtudes”, entre 1833 y 1834, en la ciudad de Oaxaca. Por el
contrario, Tenorio D’Alburquerque afirma que se inició el 15 de
enero de 1847, en la logia del Rito Nacional Mexicano “Inde-
pendencia” Núm. 2, en la Ciudad de México, días antes de partir
a la ciudad de Oaxaca, donde tomaría posesión de la guberna-
tura del estado del mismo nombre. Lo cierto es que alcanzaría
el más alto grado en el Rito Nacional Mexicano.
El Rito Nacional Mexicano se compone de 9 grados: aprendiz,
compañero, maestro, caballero del secreto, maestro perfecto,
caballero elegido de los nueve, caballero elegido de los quince,
gran maestro arquitecto y caballero del águila mexicana.
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