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LIBRO VIRTUAL TEATRO BREVE 4ESO - Sant Jordi

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Published by scruz.photography, 2021-04-16 05:09:25

LIBRO VIRTUAL TEATRO BREVE 4ESO - Sant Jordi

LIBRO VIRTUAL TEATRO BREVE 4ESO - Sant Jordi

(Víctor se va y aparece Álex, que ha escuchado toda la
conversación).

ÁLEX: (Con tono furioso). ¿Conque eso es lo que piensas?
VALERIA: (Desconcertada). Te lo puedo explicar.
ÁLEX: (Triste y furioso a la vez). No quiero que me expliques

nada. Porque mientras tú para mí lo eres todo y lo
único que he pretendido siempre ha sido hacerte feliz,
tú eras feliz, pero con él.
VALERIA: (Tartamudea, mientras empieza a sollozar). Álex, de
veras que lo siento… Si pudiera… Si yo… Perdóname,
por favor…

(Álex le da la espalda y se va. Valeria entra a su casa
llorando. Se cierra el telón).

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El final de todo

Xènia Soriano Cardenas

ACTO FINAL

(El anochecer ilumina el cuarto de Aslan. Es un cuarto que
tiene lo básico: una cama, un armario con la ropa necesaria,

un escritorio con varias hojas desparramadas encima de
este... Lo más deslumbrante es el gran ventanal que contiene,
el cual incorpora un pequeño bordillo que deja espacio para

sentarse).

SHADOW: Sabes que tienes que irte de aquí.
ASLAN: No puedo...
SHADOW: ¿No puedes o no quieres?
ASLAN: Yo… (Tras una larga pausa). Yo, no lo sé…
SHADOW: Aquí está el problema de todo, no puedes

decidir lo que quieres.
ASLAN: Eso no es verdad…
SHADOW: Sabes que allí se estará mejor. Entonces ¿qué

es lo que te impide irte?
ASLAN: Aquí... Aquí tengo familia, amigos, mi vida...
SHADOW: Puede que así sea, pero allí tendrás TÚ todo.

Además, ¿qué han hecho ellos por ti? ¿Han estado a
tu lado cuando lo necesitabas? ¿Han cumplido sus
promesas? (Silencio. Shadow se queda mirando a Aslan

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como si este tuviese que decir algo). Ves como no… Así
que... ¿Por qué no das el salto y te vienes conmigo?

ASLAN: Aún no me atrevo a dar ni un paso… He aguantado
tanto tiempo así que… (Shadow le interrumpe).

SHADOW: Nada de “si he aguantado tanto tiempo”.
¡Justamente por eso es que tienes que largarte de
aquí!

ASLAN: ¡No es tan fácil como lo dices! (Con un tono más
relajado). ¿Qué van a pensar si me voy?

SHADOW: No importa lo que puedan o no llegar a pensar,
tú solo debes darte cuenta de lo que tienes en este
preciso instante. Ahora tienes la opción de levantarte e
ir a un lugar donde todo será mejor; y conmigo.

ASLAN: ¡Ese es el problema! Me aterra que, aunque me
vaya, no sea mi verdadero yo. Aquí, al menos, ya sé lo
que me espera. Me encantaría irme, pero el miedo que
le tengo me supera. Es obvio que quiero vivir sin
presiones, sin preocuparme de si lo que digo o hago
está bien visto por los demás o no. Pero, por
desgracia, no es tan fácil: si me voy contigo, aún
quedarán muchas cosas por zanjar aquí.

SHADOW: Seguir como estás ahora no puede ser bueno, y
sí, tienes razón, puede que estés evitando lo que
realmente tienes enfrente, pero ahora tienes tres
opciones. La primera, quedarte y seguir de idéntica
manera a como has estado haciendo todo este tiempo,
ocultándote de todos. También puedes cambiar eso;

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pero, siendo sinceros, tú y yo sabemos que eso no
pasará. O bien, tirarlo todo por la borda y vivir.
ASLAN: Creo… creo que ya sé lo que voy a hacer.
SHADOW: Confío en que la opción que elijas será tu mejor
decisión.
(Aslan se pone de pie sobre el alféizar de la ventana donde
había estado sentado todo el rato. Cierra los ojos y ya no

dicen nada más, ni él ni Shadow).
(Se cierra el telón).

202

El misterio del profesor de lengua

Lara Torh Giró

(Leopoldo se sitúa en medio de la clase. Está de espaldas,
escribiendo en la pizarra, se gira y ve que Paula tiene la

mano alzada).

LEOPOLDO: Dime, Paula. tu

PAULA: No entiendo el ejercicio siete.

LEOPOLDO: Bueno, pues pregúntaselo a
compañero, que yo no lo quiero explicar.

(Paula gira la silla para hablar con su compañero).

LEOPOLDO: Clase, ¿quién quiere salir a la pizarra?

MARCOS: ¿Puedo salir yo?

LEOPOLDO: No, mejor que salga Marina.

MARINA: Vale. (Se dirige a la pizarra).

LEOPOLDO: (Mira a Marina fijamente). Marina, ven, que te
doy clases particulares.

MARINA: Jajajajajajajaja, bueno, vale.

(Leopoldo se acerca excesivamente a Marina y está cinco
minutos hablando con ella).

LEOPOLDO: Paula, como veo que no lo has entendido,
puedes quedarte después de clase si quieres.

203

PAULA: No sé si podré.

LEOPOLDO: Yo te lo recomiendo, porque lo necesitas.

(Las clases han acabado. Paula y Leopoldo se encuentran
solos en el aula).

LEOPOLDO: Tienes que intentar entender las cosas,
Marina.

MARINA: Si yo lo intento, pero es que me cuesta.

LEOPOLDO: En mis clases no te mereces estar, exigen un
nivel demasiado alto para ti.

MARINA: Pero, Leopoldo, si no lo entiendo, ¿qué quieres
que haga?

LEOPOLDO: Haz lo que tengas que hacer, pero me frustro
cuando te tengo delante.

MARINA: Lo intentaré entender, pero ahora me tengo que ir
a casa.

LEOPOLDO: Tú de aquí no te vas hasta que lo hayas
entendido.

MARINA: ¿O qué?

(Es el día siguiente. Todos los alumnos están en sus
respectivas mesas. Entra la directora).

DIRECTORA: Queridos estudiantes, tenemos un
comunicado que transmitiros.

PAULA: Pero falta Marina, aún no ha llegado.

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DIRECTORA: De eso precisamente os quería hablar. El
cuerpo de vuestra compañera ha sido encontrado en el
lago del pueblo.

MARCOS: ¿Está muerta?
DIRECTORA: Efectivamente.

(Todos los alumnos empiezan a murmurar entre ellos.
Algunos lloran).

DIRECTORA: Debido a estas desafortunadas noticias, os
podéis ir del centro.

(Los alumnos se levantan de sus sillas. Se enciende un foco
que apunta a Marcos y Paula).

MARCOS: Oye, y Leopoldo, ¿crees que lo sabe? Él y
Marina se llevaban muy bien.

PAULA: No creo. Ayer, mis padres lo vieron en el coche irse
con un montón de maletas. Me parece que se ha
mudado a otro sitio.

MARCOS: Qué sospechoso.
PAULA: Marcos, no digas tonterías, no eres investigador.

TELÓN

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¿Dónde está el Profesor Hertmann?

Pol Vilaró Soriano

Cuadro V

(Se abre el telón).

(Altas horas de la noche. El novato investigador paranormal
David Herrero sale a escena junto a su instructor y mentor, el
profesor alemán Jasen Hertmann. Es un cementerio lúgubre y

oscuro, rodeado de tiniebla y de miedo).

DAVID: (Hablando consigo mismo en voz baja). Si lo llego a
saber, pido el traslado a otro departamento, esto no
puede acabar bien.
(El Profesor Hertmann lo escucha y lo trata de aliviar).

PROFESOR HERTMANN: (Con un acento alemán muy
marcado). Cálmate, chico, llevo 20 años investigando
casos de demonios y este no será un gran problema.
Si hubieras estado hace 15 años en el caso del
demonio Ardón Son Ramhem, entonces sí que lo
hubieras pasado mal, pero este tal Armael, el infeliz, no
nos causará problema alguno.

DAVID: Supongo que tiene razón, profesor, pero no debería
subestimarlo: van doce desapariciones desde que se
escapó del infierno el año pasado.

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PROFESOR HERTMANN: Chico, he matado cuanta
criatura demoníaca se puede matar, estoy demasiado
acostumbrado a este trabajo.

DAVID: Está bien, profesor, al fin y al cabo, tiene razón.

PROFESOR HERTMANN: Bien, dicho esto, chico,
separémonos para buscar a Armael y terminar antes
con este asunto, ¿llevas todos los abalorios contra
demonios en el cinturón?

DAVID: Sí, profesor, entendido, profesor.

(El dúo se separa y cada uno va por una parte del cementerio
para encontrar a ese tal Armael. David, sin éxito en su
búsqueda, y pasado un rato, vuelve al punto de reunión).

DAVID: (Alzando la voz, ya que está a una cierta distancia del
profesor). Oiga, Profesor, Armael no sale, deberíamos
irnos, debe de estar en otra parte.

PROFESOR: (También chillando). Yo tampoco lo he
encontrado, vámonos.

DAVID: (Ahora cerca del profesor). Bueno, parece ser que el
diablo tendrá que esperar a otro día. Por cierto,
profesor, ¿y sus gafas? Se me hace muy extraño verle
sin ellas.

PROFESOR HERTMANN: (Con un tono de voz tímido). Se
me han caído hace un rato y… y en la oscuridad no…
no las he encontrado…

DAVID: (Al fijarse en sus ojos). Profesor, ¿por qué sus ojos
son amarillos y su púpila ovalada…? (David saca una

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cruz y se la muestra). ¿Será posible? ¡Vete de este
mundo, demonio infernal!
(El profesor entonces se convierte en un enorme carmesí con

cuatro cuernos y un quidente).

ARMAEL: Eres un hijo de perra muy listo, sin duda, pero
esa crucecita no me hará nada.

DAVID: ¡Vuelve al abismo, monstruo!
ARMAEL: Pobre chico, tu primer gran caso y fracasas

estrepitosamente, como el viejo.
DAVID: ¡No insultes al Profesor! ¿Qué le has hecho?
AMAEL: Ahora lo verás, tendré que llevarte con él, si

simplemente no me hubieses descubierto… Pero,
bueno, prepárate para adentrarte en lo más profundo
del infierno.
(David saca una petaca de su bolsillo y se dispone a abrirla).

ARMAEL: ¿Qué es eso?, ¿para quitarte los miedos y
ahogar tus penas? Muajajaja.

DAVID: ¡Agua bendita! (David lleva en su petaca agua bendita
y se la tira a la cara a Armael).

ARMAEL: ¡Ah, maldito cabrón! ¡Te arrepentirás de esto!
(Armael se esfuma en el aire entre gritos debido a los daños
del agua).

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Quince días

Nora Zorrilla Peñaranda

(Entra Marina en el comedor mirando algo en su teléfono.
Celedonio está sentado en el sillón viendo el telediario).

MARINA: ¡Abuelo! Ya he reservado las entradas para mi
audición de piano, he reservado una también para la
abuela. ¿Crees que va a poder venir?

CELEDONIO: Ay, Marina… pregúntaselo, pero lo dudo.
Lleva unos días fatigada y con fiebre, así que no creo
que tenga muchas ganas.

MARINA: Ah, vale, bueno, recuerda: jueves que viene, a las
siete de la tarde, en el conservatorio, ¡no te olvides!

CELEDONIO: Que no...tranquila…
(Se ríen los dos).

CELEDONIO: Por cierto, hoy me ha llamado Carmen y me
ha dicho que…

MARINA: (Le interrumpe). ¿Qué Carmen?
CELEDONIO: Carmen, la vecina del pueblo.
MARINA: (Se lleva una mano a la frente). Ahh, sí, sí, la abuela

de Ana. ¿Y qué te ha dicho?

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CELEDONIO: Que ya casi tienen listos los preparativos
para las fiestas de Santa Gala y que todas las
chiquillas tienen muchas ganas de verte.

MARINA: (Con alegría). ¡Es verdad, las fiestas! El otro día
miré en el calendario en qué caían y caen en Semana
Santa, así que podré quedarme más días en el pueblo.

CELEDONIO: Anda, qué suerte tienes. A ver si tus padres
tienen suerte también y pueden bajar al pueblo, pero,
si no pueden, te vienes con nosotros, a lo mejor te lo
pasas bien, ¿no?

MARINA: ¡Y tanto, abuelo, con vosotros, siempre!

CELEDONIO: Pues, entonces, les preguntas cuando te
vengan a buscar, porque quedan cuatro días para
Semana Santa, como aquel que dice, y tendríamos
que comprar los billetes de tren, que yo ya no estoy
como para ir con el coche para arriba y para abajo.
Aunque a lo mejor para entonces no podremos salir,
porque cada vez hay más casos del virus ese.

MARINA: Abuelo… (Suspira). Demasiada televisión ves tú;
ya verás que no pasará nada.

(Hay una última hora en las noticias. Comparece el
presidente del Gobierno. A Celedonio le parece importante y
sube el volumen. Hace un gesto a Marina para que atienda).

PRESIDENTE: (Con un tono serio). Buenas tardes,
estimados compatriotas. En el día de hoy, acabo de
comunicar al jefe del Estado la celebración, mañana,
de un Consejo de Ministros extraordinario para

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decretar el estado de alarma en todo nuestro país, en
toda España, durante los próximos 15 días…
(Los dos se miran desconcertados, sin decir nada. Vuelven la

mirada al discurso).
PRESIDENTE: ...si lo hacemos unidos y cumpliendo cada

cual con nuestro deber. Este virus lo pararemos
unidos. Muchas gracias. Buenas tardes.
(Celedonio se lamenta gimoteando. Marina le intenta animar
acariciándole el brazo. Suena una notificación en el teléfono

de Marina, ella lo mira).
MARINA: Abuelo, tengo que bajar ya, mi padre no

encuentra sitio para aparcar. No te preocupes, que
todo irá bien. Al fin y al cabo, solo son 15 días, antes
de lo que esperas estaré aquí contigo, de nuevo.
Venga, anímate y dame un abrazo bien fuerte.
(Se abrazan y Marina va a despedirse de su abuela, que está

en la habitación. Luego se va).

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Amor a los quince

Laia Zurita Carbó

Cuadro VI

(Bianca se encuentra sola, sentada en una roca en lo alto de
la montaña, sumergida en sus pensamientos).

BIANCA: (A sí misma). Cómo cambia todo en un instante.
Tan pronto estás en la cima, como hundida y perdida.
Lo he perdido todo y ya es tarde para remediarlo. Tal
vez me lo merezca, pues nunca valoré lo que tenía y
jamás llegué a pensar que podría acabar, pero sí, todo
ha terminado. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Seguir
luchando? Me planteo diariamente estas cuestiones y
aún no he conseguido encontrar una respuesta, mas
cada vez me decanto más por abandonar, aunque mi
corazón no quiere. Estoy atrapada en un callejón sin
salida, pero el amor me hace pensar que sí la hay.
(Intentando aguantar el llanto). Estoy devastada por un
sentimiento incontrolable y, a día de hoy, aún me
pregunto cómo ese chico moreno con ojos verdes
consiguió dejar hipnotizada a la chica de pocos
sentimientos. Pero ya está, por mucho que prometiese
que su amor era eterno, todo es efímero. Me odio por
no haberle dicho nunca lo que realmente sentía, por no
haberle mirado lo suficiente a los ojos, por no haberle
sentido más entre mis brazos, por no haber compartido
más risas junto a él y por no haber estrechado su

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mano mientras veíamos, en este mismo lugar, cómo el
sol se desvanecía. Le quiero.

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