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Published by periodicodesdeabajo, 2021-02-05 19:36:54

folletofinal212

folletofinal212

Desde Abajo

un proyecto de cara al presente
que somos y al futuro que ya llegó

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Entregamos en estas páginas las líneas gruesas de lo que
entendemos son los ejes de acción política de nuestro pro-
yecto. Ideas que extendemos desde la memoria de viejas
y actuales disyuntivas que han marcado la acción cotidiana de
la izquierda en nuestro país, las mismas que han terminado por
viciar su actividad y alejarla de un quehacer con voluntad de pro-
yecto propio, es decir, con voluntad de romper y trascender la
iniciativa del establecimiento.
Una ausencia de proyecto que lleva a las llamadas fuerzas alter-
nativas a actuar y responderle en todo momento a su contraparte
con el afán de la coyuntura, sin un sentido de construcción estra-
tégica ni calendarios propios. Un afán coyuntural que le impide
mostrarle a la sociedad en todo momento otra forma de ser y de
vivir, otros relacionamientos –entre iguales–, fundados en for-
mas solidarias, complementarias y no mercantiles. Una sociedad

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otra potenciada desde un sujeto social con capacidad de lideraz-
go nacional, portador de otra forma de gobernarnos y de asumir
el poder, con una ética de reciprocidad que valora y potencia lo
colectivo/común por encima de lo individual y de lo estatal co-
nocido entre nosotros –del lucro personal, y de la administra-
ción burocrática y sin participación social activa y vinculante–;
otra forma de ser y actuar que brinde soporte aquí y ahora a otra
sociedad posible y que rompa, por tanto, con las lógicas estado-
centristas dominantes.
Somos conscientes, entonces, en esta lógica de ser, de rectificar y
procurar base social, con alcance nacional y de región, y la dispo-
sición para actuar con audacia (recordar lo dicho por Daltón: “Au-
dacia, audacia, audacia”), que depende, del mejor conocimiento
posible de nuestra sociedad, sin dejar de lado sus expresiones cul-
turales, para poder jalonar iniciativas sociales, económicas, comu-
nicativas y políticas renovadoras. Audacia, con vivacidad e imagi-
nación, para propiciar rupturas en la disputa por la opinión pública
y en el qué hacer político en general; audacia para transformarnos
y ajustarnos con imaginación a los nuevos tiempo que vivimos y
las formas políticas cambiantes que exige) en la inmediata y en las
próximas coyunturas, que desde las fuerzas alternativas cargamos
con un error de ubicación a la hora de proyectar nuestro quehacer
político ya que en tanto lo trazamos alrededor y dependiente de
la acción del Estado –para su conquista– hemos terminado por
someter y encajonar nuestra actividad a la polaridad lucha arma-
da-elecciones, concentrando todas nuestras fuerzas alrededor de
una u otra, con prejuicio de la proyección y articulación de los
gérmenes sociales avanzados en la lucha e identidad popular.
Una polaridad que es todo un desafuero, pues el esfuerzo coti-
diano y la persistencia labrada durante años de constante labor
por parte de innumerables activistas, que con perseverancia esti-

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mulan o potencian la configuración de movimientos sociales de
diferente carácter, acción en la cual alcanzan incluso a prefigurar
otras formas de ser y vivir, otras formas de economía, contrario
a su dinámica de largo plazo, llegado un momento de su accio-
nar –buscando más impacto y un resultado más pronto y amplio
en sus acciones– en vez de ahondar en su ruta de autonomía,
deciden concentrar todo su acumulado en la acción electoral,
por ejemplo, buscando capturar la administración del municipio
donde habitan o donde sus acciones tienen mayor eco, o llevar a
alguno de sus dirigentes a un órgano de elección popular, en un
propósito que consume todas sus energías y que, además –re-
tomando múltiples experiencias conocidas–termina por dividir-
los, y en caso de ser electos y con el paso de pocos años, a insti-
tucionalizarlos, con lo cual terminan por perder el apoyo social
logrado tras años de esfuerzo y persistencia.
Es una pérdida de horizonte que también socava al foco original
de su proyecto social, ahora preocupado por cumplir con todas
las normas legales imperantes. Un resultado –a pesar del reco-
nocimiento alcanzado por algunos de sus activos como persona-
lidades cívicas o políticas–, que no logra quebrar las dinámicas
tradicionales de la politiquería ni marcar un rumbo de cambio
estructural para nuestra sociedad; un actuar como tal que ya es
percibido por las mayorías como “más de lo mismo”, por lo cual
su desinfle es cuestión de años.
Es un resultado causado por los errores conceptuales y orgánicos
de la izquierda, pero también por la lógica y la capacidad que
tiene la estructura estatal que, como un agujero negro absorbe
todo lo que entra en su órbita. Idéntico sucede a quienes con
igual vivencia alternativa –en términos de darle cuerpo a un mo-
vimiento social– y en igual afán de procurar resultados adminis-
trativos y de gobierno más prontos y expeditos, o más radicales y

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menos reformistas, optan por apoyar o impulsar una alternativa
armada. En la pérdida del foco original, de estimular la acción
social, resultan por igual: aislados, divididos, disminuidos en su
impacto comunitario. En esta experiencia el agujero negro no
los absorbe, sino que los repulsa, logrando su aislamiento social.
Es así como, y aunque parezca extraño, una y otra forma de lucha
terminan por parecerse en tanto ambas subsumen todas las ener-
gías de lo social alternativo. Y así sucede, no por buena o mala
fe de sus impulsores, sino por limitar todo su proceder a lo que
haga o deje de hacer el establecimiento. Capacidad con influjo y
“cooptación” también, que incide y troncha al movimiento social
y su franja social de influencia.
Entonces, al perder de vista la lectura propia de la realidad –el
imaginario social y las principales aspiraciones allí pulsantes–

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quedamos mirando, respirando y circulando alrededor, debajo, al
lado o encima del establecimiento y su aparato de control, el cual,
sin percatarnos del resultado final de nuestra actividad, en vez de
debilitarlo terminamos reforzándolo a través de la legitimidad que
le brindamos con nuestro accionar. No hay que olvidar, en todo
caso, que el Estado además de aparato es máquina, la que a pesar
de tener varios siglos encima posee capacidad de aprendizaje, por
lo cual termina por absorber y neutralizar todos aquellos procesos
y dinámicas sociales que –sin adoptar la autonomía necesaria y
la proyección estratégica con rumbo preciso en su accionar coti-
diano– pretenden llevarlo en dirección diferente a la del capital.
Dentro de las tensiones del capital, podríamos decir, no hay esca-
patoria, y más allá de nuestras pretensiones quedamos sometidos
o favorecemos todo aquello que suponemos confrontamos.
En esta lógica, y tras la ocurrencia de cambios sustanciales en el
mundo y la lucha contra el capitalismo –con ausencia de un refe-
rente mundial que por un lado lo confronte como única alterna-
tiva de organización social y por otra motive procesos sociales de
todo orden inyectando energías para la acción colectiva– que está
por entenderse en su profunda razón y significado, debemos tener
en cuenta, entonces, que la política tal y como la entendimos desde
nuestros primeros años de activismo –la política en relación a lo
público, es decir, al Estado y al gobierno–, es comprendida como
un molde, como algo rígido que no evoluciona, cuando el reto de
una propuesta social de cambio implica y demanda todo lo con-
trario: dinamismo, vivacidad, diferenciación programática con el
modelo económico, político y social hoy imperante, así como con
las propuestas que han tratado de sustituirlo, es decir, la política
como cambios que implican flujos, devenir.
Devenir que es el de la vida, como lo veremos un poco más ade-
lante, que es donde reposa hoy el sentido fuerte de la política –

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como lo resaltó con toda potencia el covid-19– y que es el mismo
proceder que nos permitirá conectarnos con el conjunto social
en tanto tracemos una agenda que despierte fuerte interés y pa-
siones para actuar en cada momento por el cambio social y la
consolidación territorial de un poder diferente.

[...] orientar nuestro quehacer en contra del
modelo cultural y de consumo imperante y, con
ello, contra el neoliberalismo como potenciador

del sistema capitalista.

Al cuestionar por tanto la forma de proceder, supuestamente
alternativa, que no toma en cuenta que el sentido y las formas
predominantes de la política han cambiado en los últimos años
producto de los efectos de la revolución industrial en curso, la
actividad que estamos en mora de desplegar es poner en marcha
un accionar a través del cual encaremos la construcción de un
liderazgo social-colectivo-autónomo, sin quedar amarrados a la
coyuntura oficial y, por ello, sin concentrar todas nuestras ener-
gías en realizar la guerra o en participar de procesos electorales
oficiales. Un proceder alternativo, plural en la convocatoria, pro-
cesos y formas organizativas, que propicie la configuración del
sujeto social múltiple y colectivo por emerger en el proceso de
cambio a que aludimos.

Detallen que para quienes centran toda su actividad en lo elec-
toral la política se rige por un calendario que va de elección en
elección, en fortalecer o potenciar unos candidatos y, claro, en
responder en todo momento a las políticas gubernamentales.
¿Dónde queda el calendario, el proyecto propio? Y en este proce-
der político, la fortaleza descansa en los líderes, que para la po-
lítica electoral hasta ahora potenciada son personajes –figuras–,

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con lo cual no solo se refuerza el referente Estado –dependiente
de algunos seres “excepcionales”–sino también los valores cultu-
rales socialmente consolidados.
Para quienes toman como eje de su accionar lo armado sucede
igual, pero en este caso sin votos y sí con armas: todo su accionar
gira en torno a fortalecer un aparato armado, en salirle al paso a
las iniciativas oficiales –en este caso también militares–, renun-
ciando inconscientemente a una política propia, una que vaya
más allá del Estado y del gobierno, que empodere con autonomía
y liderazgo propio a las comunidades, tomando su destino en sus
manos, sin quedar como peones, fichas sometidas a las dinámi-
cas y las necesidades del aparato, proceder en el cual no hay que
olvidar ni la importancia de las tecnologías en ese camino. Una
pérdida de foco propio que, contrario a la deseada autonomía
y liderazgo social, a la construcción de otros mundos desde sus
necesidades y proyecciones, termina por limitarla, por desviarla
de su propósito central, sometiéndola a servir a las necesidades
del aparato armado y sus afanes de logística, avituallamiento, in-
teligencia de terreno, movilidad, todo lo cual termina por limitar
su propio desarrollo.
El proceder alternativo al que debemos darle cuerpo tiene, por
otro lado, contrario a la disyuntiva acá relacionada, y en procura
de otra sociedad posible, reconocer, sopesar y potenciar la acción
colectiva de inmediato y largo plazo, fundada en otros valores,
paradigmas, métodos, en otra estima del tiempo, como la única
capaz de transformar a fondo y de raíz, y que para ser tal, ade-
más, debe tejer un relacionamiento dinámico entre generaciones,
potenciando con ello lo mejor de cada una de estas, además de
lograr su complementariedad. En tal dinámica, acercar e integrar
los movimientos sociales por sector es una necesidad, con gene-
raciones que pueden actuar e interrelacionarse por conducto de

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iniciativas transversales para cuyo caso cualquiera de los temas
relacionados párrafos adelante pueden servirnos de pretexto.
En este marco, valga decir que la forma de la política tradicional
en la que hemos navegado por tantas décadas, es hija de la física,
específicamente de la mecánica clásica, a saber: a cada acción hay
una reacción. Como sabemos, la física moderna no crea posibi-
lidades mientras la biología sí. Los sistemas vivos crean incesan-
temente cambios, no cesan de adaptarse, no dejan de aprender
y van transformando el entorno de manera continua. La marca
de calidad de la naturaleza es el cambio: la física no sabe nada al
respecto, pero la biología sí. Se trata de posibilidades que están
teniendo lugar incluso si no los percibimos de manera conscien-
te o reflexiva, como lo evidencia la evolución de nuestra propia
especie. Es decir, y aquí percibimos una parte de nuestra crisis
como alternativa global, funcionamos con referentes heredados
de siglos atrás, los cuales nos maniatan en imaginarios y len-
guajes, debiendo trascenderlos a partir de saber retomar nuevas
expresiones derivadas de los procesos sociales de todo tipo en
marcha, y a partir de colocar al centro de nuestro hacer no el
Estado ni el gobierno sino la vida misma, para gozarla siempre
en dignidad.
Bueno, lo que llamamos a cambiar es precisamente esto, concita-
mos a tener proyecto propio, con proyección estratégica, el cual
transita hoy alrededor de un nuevo sentido de la política, la cual
no concentre su mirada en el Estado y el gobierno sino en la de-
fensa de la vida digna, que es el eje de ese nuevo sentido de la po-
lítica también potenciado por una crisis sistémica que rompe el
piso a las lógicas sociales hasta ahora dominantes. Como podrá
recordarse la razón de ser, última y central, de un buen gobierno
es la felicidad de la gente, pero esto no se cumple precisamente
porque la política tradicional está alejada de la vida y sí centrada

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en la acumulación –de poder, de riqueza, de fuerza, etc.– cuya
defensa implica la muerte.
Nuevo sentido que supera a la física y lleva a la política a integrar
y reconocer los conocimientos y determinaciones de la geografía
política, las memorias y culturas, así como de la triada ecología,
biología, ciencias de la salud y por esta vía, además de la vida, a
reencontrar naturaleza y cultura que deben dejar de ser dos cosas
diferentes para pasar a ser una sola y única unidad, la cual es la
trama misma de la vida. Trama que nos llama a dejar de utilizar
la naturaleza para aprender a vivir en armonía con ella: de ahí
la vitalidad que adquiere la ecología y todo lo que ella implica,
pues en su esencia está la lucha por la vida misma en dignidad,

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no solo de nuestra especie sino del conjunto de especies y seres
vivos que habitan este Planeta, por lo pronto, es decir, mientras
identificamos otras formas de vida más allá del mismo.
Si así procedemos, entonces, tendríamos la ventaja que nuestro ac-
cionar debería asumir temas cruciales para el conjunto global como
la lucha contra el calentamiento global, el modelo industrial vigen-
te, emisión de gases, transporte urbano, protección de bosques y
selvas, y en tal horizonte, en lucha contra el modelo de desarrollo
dominante y con ello contra la privatización de bienes públicos
estratégicos, el extractivismo minero energético, hidroeléctricas,
fracking, monocultivos y agricultura industrial en general, afec-
tación de páramos y zonas estratégicas de nacimiento de ríos, la-
gos y lagunas, uso de herbicidas que atentan contra la tierra, como
el glifosato, que envenenan todo lo que consumimos y potencian
nuevas enfermedades que producen en todo el mundo millones de
muertes por año, modelo de desarrollo impuesto desde los factores
de poder dominantes. Un modelo que, además, atomiza y divide
a las mayorías como estrategia fundamental de control y someti-
miento, a la par que concentra riqueza y difumina pobreza.
Al mismo tiempo, orientar nuestro quehacer en contra del mo-
delo cultural y de consumo imperante y, con ello, contra el neo-
liberalismo como potenciador del sistema capitalista, como eje
articulador o modelo de acumulación que ha terminado por im-
poner unos valores entre el conjunto social así como un sentido
de la ética sometida al utilitarismo, con una concreción cada vez
más manifiesta: la corrupción, o la privatización de lo colectivo
con beneficio privado o para un conglomerado específico –la di-
rigencia de un partido o movimiento.
Un proceder, en tanto cultural y político de nuevo tipo que debe
tomar en cuenta otros referentes que dentro del actual modelo

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económico-político y social dominante aportan al calentamien-
to global, como el modelo urbano imperante y en éste el pre-
dominio del espacio público para el uso del carro (acelerador
del intercambio mecantil y del consumo, es decir, acelerador del
proceso reproductivo del capital) y la potenciación de la propie-
dad privada –el comercio y sus ahora no lugares, como dicen de
los centros comerciales, espacios para el consumo y no para el
encuentro ni para la creación.
Al mismo tiempo, en tanto reivindicación y potenciación de la
vida, valoración de un sistema de salud integral que reconozca
al ser humano como su razón de ser; salud y vida digna como
derechos humanos sustanciales, que en el caso de la salud, como

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lo permitió visualizar con toda nitidez el covid-19, debe ser uni-
versal y gratuita, de acceso pleno para todos los integrantes de
una sociedad dada, salud preventiva como su sentido más lógico,
la que termina por encontrarse en confrontación, producto de su
mercantilización, con el mismo modelo de ciudad implementa-
do –y todas las consecuencias que tiene para el medio ambiente–,
con el modelo de desarrollo reivindicado por el capital y su nece-
saria confrontación, y con el modelo alimenticio dominante, el
que a su vez está totalmente intrincado con la política agraria im-
puesta por las multinacionales, manifiesta tanto en la potencia-
ción de políticas extractivas destructoras –minerales– como en
grandes sembrados de cereales, frutas y otros productos del cam-
po ahora sometidos a Organismos Genéticamente Modificados
(OGM) así como a su “protección” por medio de agrotóxicos.
Actuación alternativa tras el liderazgo y la autonomía social/co-
munitaria. Es así como la política encuentra en la biología par-
ticularidades sustanciales por apropiar y liderar en los tiempos
que vivimos –aspectos sustanciales para proteger la vida– como
la comprensión de todos los cambios que está propiciando el ca-
pitalismo actual en el cuerpo, desde su culto como templo del
consumo, hasta la transformación en marcha con la robótica o la
síntesis entre biología, chips –nanotecnología–, y otros compo-
nentes de la ciencia de punta ahora dominante.
Es en esta forma de hacer política, de pretender un relaciona-
miento dinámico y transformador con el conjunto social, y de
manera prioritaria con los excluidos y negados de la sociedad,
que podemos proyectar calendarios propios, entre los cuales una
primera galera debe estar reservada para la inserción territorial.
Volver a tejer interrelaciones directas, persuasivas y esperanza-
doras con nuestros vecinos y más allá de los mismos es un impe-
rativo para que la política no solo sea discurso.

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Un relacionamiento que debe darle paso a construir estructuras
cada vez más flexibles y abiertas, de ser posible, trazando entre
varias de ellas un tejido y soporte mutuo que le permita sentirse
a quienes se acerquen a las mismas en fortalecimiento, además
de construir lugares, espacios y dinámicas de acción donde la
imaginación y creatividad tengan espacio a plenitud. Estructu-
ras horizontales donde circule la palabra y las responsabilidades,
potenciando liderazgos de distinto tipo, impidiendo con ello el
culto al líder. Abrirle espacio a las asambleas territoriales y sec-
toriales –con participación de los no militantes– puede ser un
recurso que por momentos nos permita encontrar o reencontrar,
así como potenciar, lo mejor de cada una de las personas reuni-
das en las mismas. Un hacer que a su vez puede ser ventana para
romper prevenciones, apatías y eso que llaman apoliticismo.
Al mismo tiempo, y como ampliación de estas asambleas, más
deliberativas y regionales o locales, impulsar y darle cuerpo a las
Asambleas Ciudadanas como espacios con voz y voto para de-
liberar y decidir sobre temáticas específicas de interés nacional.
Asambleas que tomarán cuerpo a través de la deliberación ciuda-
dana en todo el territorio nacional, con elección de delegados/as
según la cantidad de quienes habitan un territorio dado y por de-
finir, elegidos que deberán cambiar según los temas por abordar
y decidir; son unas Asambleas y sus decisiones que no estarán
condicionadas para su funcionamiento e implementación de lo
que discutan y decidan en el Congreso de la República.
Proponemos, de esta manera, una renovación-ampliación del ór-
gano legislativo, con una estructura más flexible, directa y cone-
xión ciudadana, con deliberación una vez al año en la que se debe
tratar un tema específico, no más, sin sesiones genéricas, y cuyas
decisiones deben ser refrendadas por consulta popular. Estamos
ante un intento de renovación de la democracia formal, cada vez

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más participativa y en la cual deben jugar papel trascendental los
movimientos sociales, por su razón de ser, funcionamiento y com-
posición, con mayor posibilidad de aporte en estas sesiones delibe-
rativas que las personas que salgan elegidas por mérito individual.
Así, de esta manera, podemos hacer realidad y en proceso cons-
tructivo, una democracia efectiva, directa y radical, diferente a

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la realmente dominante, cuya práctica le de sentido al impulso y
concreción de la campaña Otra democracia sí, imperiosa tarea en
la lógica acá expuesta: una iniciativa que no deriva de ninguna
acción del establecimiento, y sí está en confrontación con el mis-
mo, dependiendo para ello de la participación de la comunidad
toda, iniciativa que desnuda al poder realmente dominante entre
nosotros, evidenciándolo en sus reales características, cualidades
y pretensiones.

Actuación alternativa tras el liderazgo y la
autonomía social/comunitaria. Es así como la
política encuentra en la biología particularidades
sustanciales por apropiar y liderar en los tiempos
que vivimos –aspectos sustanciales para proteger
la vida– como la comprensión de todos los
cambios que está propiciando el capitalismo [...]

Iniciativa esta de Otra democracia que sí es posible –y necesaria
de salir a construir– desprendida de la crisis global del capital y
en perspectiva de confrontarlo como un todo. Crisis que ganó
nuevos y desgarradores ribetes con el covid-19, al mostrarnos
este fenómeno infeccioso toda la mezquindad del capital, pero
también la fragilidad del ser humano, tan frágil que el poder lo-
gra arrinconarlo con la manipulación del miedo a la enferme-
dad, al dolor y a la muerte, en medio de sus políticas autoritarias.
Sin duda, otra política es necesaria y posible; como también otra
democracia y otro mundo es posible; y nuestro proyecto debe ser
consciente y consecuente con ello.

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Nuestro carácter

“[…] no hemos perdido las certezas,
pero sí hemos ganado las incertidumbres”.
Valga mirar un poco hacia atrás. Cuando surgimos asistíamos al
final de una utopía que había alimentado la lucha de millones de
personas a lo largo del mundo. La ilusión de renovar tal sueño
alimentaba nuestra actividad diaria la cual se vio pronto potencia-
da por la consigna “Otro mundo es posible”. Era una persistencia,
y un renovar del activismo que demandaba superar las visiones
vanguardistas, inyectando a nuestro proceder un actuar cada vez

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más abierto, con espacio para la crítica y la diferencia, creativo y
colectivo, un actuar que obligaba a interrelacionar los sucesos pla-
netarios con los locales, para lo cual los periódicos desdeabajo y Le
Monde diplomatique extendían el puente requerido.
Arrancamos, entonces, y vivimos nuestros primeros años, tra-
tando de renovar un discurso y unas prácticas que fosilizaban el
proyectado horizonte de otra sociedad necesaria y posible, re-
unidos en estructuras flexibles, con el ejercicio de una militan-
cia consciente y vivaz más que religiosa, pero en ese renovar no
logramos evitar la dispersión ni la atomización, tan fuertes en
ese momento de eclosión de diversidad de estructuras políticas
tradicionales. Algo que tampoco logramos superar en el tiempo
pues los activos nunca comprendieron el real significado de una
militancia ni dogmática ni esquemática.
Es decir, se trataba de superar un modo valorativo y normativo
de obrar anclado en tradiciones culturales e históricas propias de
la izquierda. Sin percatarnos estábamos germinando como un
proyecto histórico y cultural, el que luego desarrolló con gran
potencial el factor comunicacional.
Son estas, más otro conjunto de pistas desarrolladas en este do-
cumento, lo que nos permite afirmar que por Desde Abajo en-
tendemos un proyecto marcado con el sueño de otro mundo
posible, con vocación de país y de cambio radical del régimen
económico, político, social y militar que le caracteriza; un pro-
yecto sostenido y actuante desde varias piernas: 1. Política, 2. So-
cial, 3. Cultural, 4. Comunicacional. El énfasis o la prioridad que
le otorgamos y adquiere cada una de estas depende del análisis y
conclusiones que extraemos de las coyunturas, como del análisis
de periodos más extensos de la realidad nacional y global que
como sociedad(es) vamos atravesando.

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Es un análisis que nos permite concluir que en el actual momen-
to de crisis y ruptura que transita la sociedad global, y la nuestra
como parte de ella, el despliegue de la comunicación con un po-
tencial hasta ahora nunca visto –producto evidente de la cuarta
revolución industrial y sus derivaciones de todo orden–, al tiem-
po que las transformaciones culturales que también han tomado
forma en todo el cuerpo social, sintetizan y reflejan los mayores
retos por encarar por cualquier proyecto social y político que
tenga como parte de su ideario el propósito de cambio de la es-
tructura dominante. ¿Cuál entre las dos predomina o es determi-
nante? Ni una ni otra, entre ambas se determinan, al tiempo que
se alimentan: los cambios suscitados por la comunicación poten-
cian transformaciones culturales, las que a su vez inciden en las
mismas formas que va asumiendo la comunicación. Validos de
ambas, en el actual momento de la humanidad podremos liderar
un proyecto político que aporte con certeza y sin pretensiones
vanguardistas al giro que debe dar nuestra sociedad y en ella los
sectores que anhelan una realidad otra, en gran parte apegados
a viejas formas de la política la cual hoy gana nuevas manifesta-
ciones o formas de ser.
Apegados a esta realidad, y sabiendo propulsar el hecho comuni-
cacional como interpretar, retomar y ajustar nuestras formas de
acción a las cambiantes expresiones culturales, podemos hacer
de la política y de nuestra acción social verdaderos aportes para
facilitar el cambio que nuestro país requiere.
En esta dinámica es como hoy podemos decir que Desde Abajo
como la expresión múltiples ya relacionada, resume el esfuerzo
de un conjunto humano que anhela, sueña y se esfuerza por ha-
cer realidad en Colombia un país donde la justicia tome cuerpo,
la igualdad llegue a todos los espacios habitados por sus poblado-
res y la solidaridad sea cosa de cada día. Un país donde la demo-

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cracia formal liberal de paso a otra democracia, en esta ocasión
directa, radical y refrendataria; país guiado y potenciado por su
vocación internacionalista, donde las causas de los marginados y
excluidos por el sistema vigente, en cualquier parte del mundo,
sea su causa, y donde la construcción de una región latinoame-
ricana integrada es el gran sueño por concretar en el siglo XXI,
empezando para ello por darle cuerpo a la Patria Grande, lo que

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debe llevar nuestros esfuerzos de acción política y coordinación
por el cambio social a buscar y concretar contrapartes, como mí-
nimo en Ecuador, Venezuela, Perú, Bolivia y Panamá.
Entonces, podemos resumir, además de lo ya dicho, el carácter
de nuestro proyecto como: un esfuerzo social, político, cultural,
comunicacional, orgánico que entiende que sus posibilidades
históricas radican en el enraizamiento que alcance con las mayo-
rías de nuestro país; un proyecto que sabe y comprende que sin
valorar, apropiar y asumir las características y consecuencias de
la IV Revolución Industrial en marcha y la III Revolución Cien-
tífica vigente, no podremos aportar ni incidir de manera signi-
ficativa a la transformación nacional que nos motiva. Se trata
de un proyecto que asume como una de sus convicciones más
profundas el reconocimiento que en nuestro territorio nacional
ninguna organización por si sola podrá sacar avante un proyecto
de cambio radical. Consecuentes con ello, en el accionar diario
siempre debemos procurar la coordinación y complementarie-
dad de esfuerzos con otros procesos hermanos, a la par de es-
timular el liderazgo directo de las gentes, sin suplantarlas, sin
tratar de hablar ni actuar a su nombre, es decir, que en ningún
momento nuestro proyecto pretende suplantar a quienes deben
ser actores de su propio destino, para lo cual debe hacer realidad:
1. Escuelas permanentes de formación y liderazgo, 2. Espacios de
participación, tanto en los territorios como dentro de la estruc-
tura de que nos dotemos.
Es un proceso de acompañamiento y estímulo al surgimiento de
permanentes y renovados liderazgos sociales, priorizando siem-
pre los colectivos, abordados por Desde Abajo como uno de sus
retos y aportes sociales para lo cual se asume como una Alianza
entre experiencias comunitarias y procesos y/o liderazgos indi-
viduales de diverso tipo, reunidos bajo el ideario común aquí re-

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sumido, y para el fortalecimiento y liderazgo del cual cada quien
aporta de acuerdo a sus capacidades, potencialidades y compro-
misos que adquiera, sabiendo siempre que la convicción sobre la
necesidad de un país otro, así como de una sociedad global no
regida por el capitalismo, potencia las capacidades de cada quien
entregando sin reservas acumulados y saberes de todo tipo, así
como disponiéndose a participar de manera activa en todo lo
que definamos de manera colectiva.

La base orgánica o el organismo básico de esta Alianza es diver-
sa, como lo son sus motores ya enunciados: organismos enfoca-
dos en la comunicación y, por tanto, asumidos por comunicado-
res de todo tipo y que encaran como su tarea prioritaria el hecho
comunicacional en la integridad de expresiones con que sueña
Desde Abajo manifestarse para lograr llegarle al país todo.

[...] el carácter de nuestro proyecto: un esfuerzo
social, político, cultural, comunicacional, orgánico
que entiende que sus posibilidades históricas
radican en el enraizamiento que alcance con las

mayorías de nuestros país.

Paralelo a ello, deben existir otros organismos de distinta factu-
ra: cultura, territoriales, de ciencia, ambientalistas, feministas, y
otros muchos, los cuales no deben estar segmentados y si inter-
comunicados de manera que su interdependencia sea uno de sus
factores relevantes.

La asamblea temática bimensual deberá ser el espacio plenario
donde se evalúan, reajustan y definen de manera colectiva sus
procederes. La Asamblea anual, el espacio donde se programa y
definen tareas de todo tipo y responsabilidades. De este espacio

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deberán también desprenderse los organismos de coordinación,
los que deben ser rotativos. El tiempo para este cambio lo deberá
definir la Asamblea anual.
Sin duda, todo proyecto social y político depende para su legi-
timidad y reconocimiento social de la convicción y capacidad
de hacer que exterioricen sus activos, así como del dinamismo
que proyecten sus actividades públicas. Como lo enseña nuestra
propia experiencia, pero sobre todo la vivida por infinidad de
organizaciones de diverso carácter a lo largo y ancho del mundo,
teoría sin acción no convalida la razón. Y entre nosotros la ac-
ción, cohesionada, colectiva, motivadora, es uno de los registros
que nos ha impedido ocupar y jugar un papel de mayor peso en
nuestra sociedad.
En ese proceder, no hay que olvidar que no nos proponemos ser
un proyecto más ni mucho menos intentar ser el “ombligo del
mundo”. Lejos de ello, debemos asumir como eje constitutivo de
nuestro ideario la búsqueda en todo momento, y actuar en con-
secuencia con ello, de la coordinación y, de ser posible la unidad
de las más diversas experiencias sociales, políticas, comunica-
cionales y de todo tipo que puedan existir en la variopinta expre-
sión alternativa colombiana pretendiendo con ello que en algún
momento su dispersión de paso a una alternativa plural, con el
suficiente y necesario reconocimiento social para poder animar
con sentido estratégico las necesarias luchas sociales, indispen-
sable para darle paso a una sociedad otra.
Es una convicción del adecuado proceder que debe caracterizar
a todo proyecto político-social con asiento en nuestro país. Una
convicción tal que debe llevar a los activos del proyecto Desde
Abajo, incluso, a considerar este proyecto como su estructura y
un ideario transitorio. Debemos existir para potenciar la supe-

23

ración de la dispersa, atomizada e ineficaz dispersión del campo
alternativo. Existencia fugaz para darle paso a una realidad orga-
nizativa, política y social, cualitativamente diferente a la que hoy
padecemos como sociedad.
Paralelo a lo anotado, y como parte sustancial de su carácter,
este proyecto, como porción de una agenda y esfuerzo histórico
mundial que ya cuenta con cerca de un siglo y medio de accio-
nes, triunfos y derrotas, estando hoy postrada su otrora capaci-
dad de concitar energías e imaginarios de todo tipo, se asume
como antiimperialista y poscapitalista.
De las raíces identitarias de Desde Abajo
Desde Abajo es un proyecto por la transformación social, políti-
ca, económica y militar de las estructuras estatales de Colombia,
con asiento en la esquina/puerta entre Centro y Sur América. Su
germen colombiano no lo lleva a renunciar a un profundo espí-
ritu internacionalista, el cual le hace propio, por un lado asumir
como suyas todas las causas de los pobres, marginados y oprimi-
dos contra el imperialismo y el capital nacional e internacional,
sino que además, de manera más puntual, a sentirse profunda-
mente latinoamericano.
De ahí que quienes integran este proyecto deban sentirse here-
deros de las luchas lideradas por los pueblos de Nuestra América
y del mundo en su sueño de libertad y soberanía. Luchas contra
el colonialismo, contra las guerras de control y exterminio, gue-
rras o batallas de estas en solidaridad con pueblos insurrectos
en procura de su libertad, pero también todas aquellas luchas
libradas en tiempos más recientes por el derecho y la soberanía
alimentaria, y su concreción en el derecho a la tierra para todos
los pobladores pobres del campo y, por tanto, en la protección de

24

la variedad de recursos naturales que caracteriza a muchas partes
del mundo.
Así mismo, solidario con aquellos pueblos que se rebelan con-
tra las sanciones impuestas por la banca multilateral contra los
países que no cancelan en tiempos estipulados la multitud de
compromisos impuestos por sus prestamistas, luchas contra las
multinacionales y sus Organismos Genéticamente Modificados
(OGM), así como pueblos en lucha por la igualdad entre mujeres
y hombres, por el derecho a la diversidad sexual, por el cuidado
y respeto del medio ambiente y en demanda de superar la crisis

25

ambiental a la cual está expuesta la humanidad –derivada de un
mal llamado modelo de desarrollo que terminó por consolidar
un falso imaginario sobre progreso, desarrollo y felicidad–, con-
tra la opresión y dominio cultural y, con esto, contra la homoge-
nización cultural procurada por el modelo neoliberal, entre otras
luchas y agendas que hoy caracterizan las luchas de resistencia en
diversas partes del mundo.
De ahí que Desde Abajo se sienta heredero y recoja el legado,
teórico como el ejemplo, de Beikós, Toussaint Louverture, Si-
món Bolívar, Manuela Saénz, Martí, Marx, Lenin, Mao, Emiliano
Zapata, Pancho Villa, Quintín Lame, María Cano, Gaitán, Che
Guevara, Fidel Castro, Camilo Torres Restrepo, Jaime Bateman y
otros muchos líderes y lideresas que han marcado con su actuar
y ejemplo, en unos casos parte de la historia de sus países y en
otros de la humidad por igualdad y justicia.
Al reconocer que heredamos lo enseñado por unos y otros esta-
mos comprometidos no solo en difundir su legado sino, también,
en concretar sus enseñanzas en cada una de nuestras acciones.
De nuestro proyecto para los tiempos que vivimos
Podemos resumir nuestro proyecto como Desde Abajo en pocas
palabras: la lucha por vida digna, la que al mismo tiempo es la
lucha por la protección de la naturaleza por ser el centro de todo,
sin la cual no podremos desenvolvernos, no solo nosotros sino
el conjunto de especies que la habitamos, de manera sana y pro-
metedora.
Al avanzar por esta vía, con un propósito de cambio total de nues-
tra realidad social, política, económica y militar, estamos abo-
nando semillas para la misma destrucción del Estado, el cual se

26

produce y reproduce a través de nuestras propias acciones cuan-
do están alimentadas por la ideología y realidad que lo sustenta
(el control social, el dominio de una clase sobre otra, la defensa
de la propiedad privada y en ella de los medios de producción, el
fortalecimiento de una máquina militar para oprimir a la mayo-
ría excluida, la competencia, la imposición, el hegemonismo, la
negación del otro/a, etcétera), como por su financiamiento.
De este modo, entendemos y concretamos que “[…] una buena
política es aquella que contribuye para que la vida tenga tantos
horizontes y esperanzas como sea imaginable. Entonces, para ser
consecuentes con esto, las ciencias políticas ya no son el único
camino para llegar a la comprensión de nuestro ser social y los
retos que nos implica su transformación, sino que ahora hay que
integrar de manera prioritaria a tal esfuerzo a las ciencias de la
salud, la biología y la ecología”.
Es esta nueva comprensión de los tiempos que vivimos lo que
nos permite afirmar que cultura y naturaleza conforman una
sola unidad, y que tal unidad es el tejido o la trama misma de la
vida. Es así como asumimos que parte sustancial de nuestro pro-
grama de lucha es la confrontación a la visión dominante –con
todas sus concreciones y consecuencias– de todo aquello que el
capitalismo entiende como desarrollo, para lo cual –por ejemplo,
con el extractivismo, los agrotóxicos y similares– no repara en la
destrucción de la naturaleza, en toda la extensión de la palabra.
Así las cosas, nuestro proyecto, como hijo de la Revolución in-
dustrial y científica en curso, al igual de los últimos coletazos de
su antecesora, debe abordar una nueva construcción semántica
de la política misma, para lo cual debe darle paso, a) al estudio
consciente de lo que significa e implica cada una de ellas, b) li-
berar la fantasía y la imaginación, ellas mismas soporte y herra-

27

mientas fundamentales del hacer político transformador y de la
investigación científica, c) asumir y saber relacionar la historia
y formación nacional, que marca nuestro ser social y determi-
na parte del ser cultural que somos con un presente cambiante
que transita sobre los rieles extendidos por las dos últimas re-
voluciones industriales a que hemos asistido como parte de la
humanidad. El pasado y el presente se interrelacionan en varias
coordenadas, debemos identificarlas y saber aprovecharlas.
En esta actividad remozada de la política y de la acción revolu-
cionaria, asumimos que no hay cambio posible desde la simple
contemplación crítica de lo que los demás hacen.
Por ello, con la imaginación y la fantasía que ello implique, Desde
Abajo visionó con cinco años de anticipación una crisis política
para Colombia en el 2019, y los hechos le dieron la razón, así no
sea en un ciento por ciento, al menos en un 70 u 80 por ciento.
Pero más allá del porcentaje, imaginemos lo alcanzado si como
proyecto que intentamos accionar conjuntamente con otros 4 de

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origen básicamente estudiantil hubiéramos logrado la necesaria
ascendencia para ello. Y esto es así, porque el resultado es clara-
mente diferente cuando: a) los simples hechos y realidades son
diagnosticados, b) si sobre tal realidad actúa la voluntad humana.
El proyecto comunicacional y la disputa de la hegemonía
En esta misma senda, el equipo humano que posibilita la existen-
cia de nuestro proyecto comprendió en su debido momento el
sentido y potencialidad de las comunicaciones, así como la pug-
na que debemos entablar por la opinión pública.
Sin hacerle culto a la prensa escrita, aunque valorándola en el
aporte que aún mantiene para un segmento de la sociedad, supi-
mos incursionar en la web, así como en la publicación de libros,
realización de los murales, producción de video e, incluso, ra-
dio. El producto final de este esfuerzo es lo que comprendemos
y ofrecemos al movimiento social como el germen de un Siste-
ma Nacional de Comunicaciones Alternativas (Snca). Una com-
prensión del devenir del capitalismo refrendado en su validez
en el curso de la pandemia potenciada por el covid-19: en estos
meses hemos demostrado con creces la razón de lo propuesto y
difundido por tantos años, así como comprobado el potencial
que representamos. Una mayor cohesión de nuestra fuerza hu-
mana nos situaría en lugar de privilegio en la lucha social, políti-
ca, comunicacional y cultural a que asiste nuestro país.
Pese a lo visualizado, a lo construido y a lo prolongado de este
esfuerzo, es necesario enfatizar que, aun así, no hemos logrado
que el conjunto humano que se siente parte de lo que conocemos
como Desde Abajo se comprometa de manera integral y cons-
tante con el desarrollo y cualificación del mismo, una mayoría
humana que se siente activa del proyecto pero no logra romper

29

con la contemplación, con realizar análisis o presentar tesis, y en
no pocos casos en criticar lo que hacen los demás, tanto en nues-
tro proyecto como por fuera del mismo, critica que llega hasta el
extremo de resaltar lo no hecho o lo realizado de manera inade-
cuada cuando ellos, pudieron actuar e incidir para que obrára-
mos de manera diferente, se han cogido de brazos.
Es un comportamiento que denota, en lo fundamental, una inse-
guridad con respecto a lo que somos y lo que deberíamos hacer
cada día, pero, al mismo tiempo, una débil vocación de poder
–entendido este como el necesario esfuerzo por desplegar si de
verdad aspiramos a que los sectores alternativos quebremos la
correlación de fuerzas y propiciemos que el país avance hacia
una nueva etapa en su confrontación con quienes le oprimen.
Es una realidad de poco compromiso y de una militancia cómo-
da que ha terminado por concentrar gran parte de nuestras acti-
vidades en un pequeño núcleo de personas, lo cual desdice de la
filosofía que hemos defendido pues en vez de descentralizar fun-
ciones y liberar la imaginación hemos terminado por concentrar
las primeras y reducir nuestra inteligencia llevándonos a lugares
comunes en muchas de nuestras prácticas.
Un proceder que, además, pone en riesgo nuestras posibilida-
des futuras, el aporte que pudiéramos extender al conjunto del
campo alternativo, pero que al mismo tiempo nos hace caminar
por la cuerda floja de las dependencias personales, tanto en lo
comunicativo, social, político como financiero.
Estamos ante las paradojas de un proyecto que propende por el
compromiso consciente, por la flexibilidad, por la creatividad,
pero que lo constatado en la práctica es que la inmensa mayoría
espera que le digan qué, cuándo y cómo hacer, bien para desapro-

30

bar, bien para hacer, una realidad que ha terminado por bloquear-
nos y reducirnos, de manera notable, a la acción comunicativa.
Son realidades que nos han bloqueado en nuestro potencial de-
sarrollo, pero también retos. En perspectiva de estos últimos, con
la mira puesta en la disputa de la opinión pública, nuestro aporte
al conjunto social organizado está ligado al logro de alianzas con
otros proyectos de comunicación, al tiempo que al despliegue de
una disputa estética y semántica que renueve lenguajes de todo
tipo, sin quedarnos en lo que hoy domina: titulares, narraciones
superficiales, descripción de un hecho, repetición de viejos con-
ceptos e imágenes –estereotipos–, potenciando en toda su signifi-
cación e implicaciones el Snca y dentro de éste el canal de televi-
sión y el diario virtual. Al mismo tiempo, a la apertura de debates
de diverso tipo para lo cual los libros hacen de corta hielos.
Es un aporte al conjunto social, que para lograr el reconocimiento
requerido y por su conducto la ruptura o superación en una u otra
estructura política conocidas en el escenario nacional de concep-
ciones superadas por la historia, demanda contar con cierto nivel
de presencia e incidencia política entre las estructuras tradiciona-
les para así poder, desde la autoridad que esto otorga, encontrando
oídos prestos a las necesarias críticas por hacer sobre la perjudicial
persistencia de formas de hacer política que nos alejan del país
nacional, así como plantear alianzas de carácter más amplias y
abiertas, al tiempo que lograr apoyos de todo tipo con los cuales
poder sobrellevar el costo del esfuerzo que asumimos tratando de
evidenciar que sin un ejercicio integral del hecho comunicativo no
es posible disputar en toda su significancia la opinión pública, re-
construyendo una esperanza de vida digna para el conjunto social.
En todo caso, debemos tener claro que en perspectiva de un me-
jor aporte por parte nuestra al conjunto nacional es indispensa-
ble que cohesionemos nuestro actuar, estructurando planes de

31

acción cada vez más colectivos y, en ellos, el necesario plan de
ventas, tanto de todos los libros de nuestro fondo editorial como
servicios de todo tipo. Una medida indispensable de implemen-
tar si queremos ser consecuentes con una visión autogestionaria
del proyecto que lideramos.

Una nueva cultura producto de la disputa abierta
con el neoliberalismo

Un primerísimo logro de persistir en el tiempo en la brega por
cualificar el núcleo cada vez más desarrollado del Snca es que
también aportamos referentes, lenguajes, estéticas, símbolos,
estimulamos ejercicios constantes de memoria, reconceptua-
lizamos en torno al papel de cada una de las clases y sectores
sociales en Colombia, sustentamos y validamos la necesidad de
un cambio económico, político, social y cultural para nuestro
país y nuestra región, etcétera, todo lo cual aporta para levan-
tar un dique ante dos realidades: 1. La desvalorización desde el
establecimiento de la necesidad de un cambio o revolución en
nuestro país, 2. La prolongación de un imaginario ya derrota-
do de izquierda, que centra su esfuerzo en una ideologización
del accionar político cotidiano, así como una visión trasnochada
del poder, identificado en al aparato y no en la insurgencia del
conjunto social, concepción y práctica que sigue defendiendo el
sector más tradicional de la misma. Para nosotros, concitar a la
movilización y al compromiso a diversos sectores sociales por
un nuevo país, sobre todo a las nuevas generaciones, demanda
e implica posicionar un renovado imaginario de izquierda, y en
ello tenemos un papel por jugar.

En esta misma senda, y como uno de los aportes no reconocidos
ni comprendidos en toda su significancia, incluso entre nosotros
mismos, tiene que ver con las nuevas o no tan nuevas temáticas

32

a las que les damos eco, como el feminismo, la economía solida-
ria, el mutualismo, el animalismo, la ciencia –con sus desarrollos
de punta–, la familia, el medioambiente, consumos, comunica-
ción abordada de manera integral y no como instrumento sino
como baluarte en la acción por la disputa de la opinión pública
y la sensibilización al conjunto social por el cambio de modelo
económico, social, político, militar, etcétera, así como el nuevo
sentido de la política y de los actores sociales. Y esto tiene que
ver, claramente, con aquello que entendemos por cultura(s), es
decir, ese contacto con la diversidad de olores, sabores, palabras,
colores, corporalidades, especialidades, estilos de vida, valores y
significados que los pueblos asignan a la cultura, lo cual nosotros
pretendemos retomar y ahondar como herramienta contra el
proyecto colonialista, concitando a ello a nuestra totalidad social
para que entre todos y todas aseguremos el “control de nuestro
propio destino”.
Al mismo tiempo y como un acápite de la cultura, desde el ejer-
cicio de memoria histórica tenemos un espacio y reto para ju-
gar y desplegar con respecto al país nacional cuyas mayorías,
producto de la educación impartida en los grados inferiores y
medios, ven con desdén tal ejercicio. Recuperar la memoria y
significancia de personajes como Quintín Lame, Gaitán, Ma-
nuel Zapata Olivella, Antonio García, Camilo Torres, Estanis-
lao Zuleta y otros muchos, así como el papel jugado por los
variados pueblos que somos, en su resistencia anticolonial y
contra los malos gobiernos, todo lo cual nos debe permitir hi-
lar otra historia sobre nuestro pasado inmediato y mediato, así
como sobre el presente, un ejercicio de repensarnos en nues-
tras raíces que debe afectar de manera notable la valoración
y significancia que tenemos del potencial desplegado por los
de abajo en diferentes coyunturas, incluidos por lo menos los
siglos XVIII-XXI.

33

Nuestro horizonte inicial: otra democracia, otra república
De nuevo el tiempo de bicentenario gana espacio en nuestra so-
ciedad –menguado por el temor oligarca a la memoria y a la ne-
cesidad de cambio que pueda concitar–; tiempo de bicentenario
que está vigente desde 2010/2013 “Grito de la independencia” e
inicio de la Campaña Libertadora, y que en esta etapa de la gue-
rra independencia le da cuerpo a la Primera República. Como
sabemos, esta celebración culminará en el 2024 con la efeméri-
des de la batalla de Ayacucho.
Esta Primera República nos invita a la memoria viva, a conocer y
reflexionar sobre cómo se dio y lo que implicó, con sus bondades
y limitantes, exhortándonos al mismo tiempo a valorar la posi-
bilidad de encarar la lucha social por una Segunda República,
como un propósito social por vida digna y patria grande. Para
así proceder, qué mejor que recurrir a aquel memorable discur-
so pronunciado por Bolívar en Angostura en febrero de 1819,
discurso que más que frases es el delineamiento de un proyecto
de estructura política y administrativa para un territorio y una
sociedad dividida en dos, Venezuela y la Nueva Granada. Eso fue
lo que presentó Bolívar en el momento de instalar el Congreso
de Angostura, visión de futuro recogida luego por los congresis-
tas allí reunidos en un proyecto de Constitución que finalmente
vería la luz en el Congreso de Cúcuta (30 de agosto de 1821) y
con el cual toma forma la Primera República, la misma que llega
hasta nuestros días.
Simón Bolívar, como quedó registrado en la historia, correspon-
dió a su época. Fue consciente y consecuente con el significado,
las demandas y los retos implicados en la necesidad de lograr la
independencia de España para estos territorios. En aras de ello,
el Libertador estuvo al tanto de las teorías más avanzadas de su

34

época, así como de los sucesos revolucionarios de la misma (la
independencia de Estados Unidos y su Constitución, la Revolu-
ción Francesa y el pensamiento iluminista, las campañas napo-
leónicas y las guerras europeas, la Revolución de Haití, la desco-
lonización y la libertad de los esclavos por obra de sus propias
manos, la Revolución Inglesa y las teorías jurídicas desprendidas

35

de la misma, etcétera). La capacidad militar de Bolívar, forjada
sobre el terreno, estuvo potenciada por su agilidad mental, la
iniciativa operativa, la astucia y el manejo de la sorpresa como
factor determinante en la contienda.

Consecuente con ello, y fiel al pensamiento liberal que sustentó
buena parte de estos sucesos, en contra del absolutismo, Bolívar
delineó una república sustentada en la división de poderes que
aún hoy conocemos. Limitado por ese pensamiento, no fue más
allá, por ejemplo, en asuntos de la democracia formal, y limitado
por la correlación de fuerzas no fue consecuente con la libertad
de los esclavos y las garantías plenas a los pueblos indígenas, de
suerte que no estuvieran sometidos en la servidumbre o sufrie-
ran el robo de sus tierras. Aunque anticolonialista, tampoco lo-
gró zafar al país del dominio que en la época impuso el imperio
inglés como contraprestación por sus servicios militares, en ofi-
ciales y soldados, así como armamento para enfrentar y derrotar
al ejército español. Empréstitos posteriores afinaron el dominio
del Imperio sobre la naciente República.

Seremos felices cuando la humanidad viva en justicia
y libertad, sin opresiones, soportada en la solidaridad

más desinteresada que podamos imaginar.

Dominado por el pragmatismo que impone la realidad en la gue-
rra, entre vencer o ser vencido, y limitado por las circunstancias
humanas, técnicas, financieras, etcétera, a que estuvo sometido,
pactó con los ingleses su reforzamiento de los ejércitos liberta-
dores. Tal pragmatismo fue para los americanos de esta parte del
continente una especie de herencia, con innegables consecuen-
cias para nuestro desarrollo como nación independiente y región
libre que debía integrarse como un solo territorio, en perspectiva

36

de un futuro luminoso, como quedó marcado en el fracaso del
Congreso Anfictiónico (Congreso de Panamá, junio 22 de 1826),
la ausencia en el mismo de Haití, así como la propia disputa in-
terna entre los criollos –extendida a lo largo del siglo XIX– los
terratenientes surgidos de la Colonia española, sin visión adecua-
da del presente que les correspondió vivir ni del futuro requerido
para las generaciones que heredarían sus acciones de gobierno.
Aquel colonialismo, primero inglés y luego, con nuevas formas,
se prolonga hasta nuestros días en el dominio estadounidense,
con todas las consecuencias que ello depara: ausencia de pro-
yecto propio como territorio (Venezuela, Ecuador, Panamá. Co-
lombia, Perú, Bolivia), integrado en una federación, proyectado
al mundo como un solo cuerpo humano que requiere libertad,
justicia, solidaridad, para todos, sin distinción geográfica, color
de piel, potencialidades humanas y naturales, género, etcétera. El
mundo, una sola especie, un solo reto, un sueño común.
Hoy –cuando miramos aquella quimera sustentada una y otra
vez por un visionario que terminó batido en sus ideas por sus
enemigos como por la época que le correspondió vivir– debemos
preguntarnos por la vigencia de aquellas ideas, las que sustentan
la Primera República, por el desarrollo o aplicación de aquellas
ideas en el curso del siglo XIX-XX-XXI, y por la realidad de la
república señorial diagnosticada por Antonio García, con su le-
gado de terratenientes, siervos –sin tierra–, monopolio del po-
der, antidemocracia, violencia, exclusión, control y sometimien-
to imperial, fracaso industrializador, especulación, mercaderes
y rentistas en general, oligarquía que irriga pobreza y niega la
felicidad de las mayorías.
Preguntarnos, además, por la necesidad de encarar el presente y
el futuro que nos corresponde vivir y visionar. La respuesta sería

37

que, en entre la tercera y cuarta década del siglo vigente, quienes
aquí habitamos debemos encarar el reto de darle cuerpo a una
nueva forma de gobierno, de convivencia regulada y de retribu-
ción de los bienes brindados por esta tierra generosa que nos co-
rrespondió por casa, y también al fruto del trabajo del conjunto
que la puebla. Una nueva forma de gobierno que resalta al frente
de sus propósitos y designios la vida como un todo, dejando a un
lado el antropocentrismo y todas sus ideas conexas.
Los millones congregados acá, desde La Guajira hasta el Amazo-
nas, cruzando por la Región Andina, el Pacífico, el Orinoco, San

38

Andrés y Providencia, los santanderes, con sus particularidades
que los hacen sentirse región, de ellos y de todos aquellos asenta-
dos en cualquier rincón de esta puerta que une al Sur con Centro
América, debemos avanzar hacia una Segunda República donde
la democracia no se restrinja a elegir y ser elegido sino que sea
plena, es decir, que garantice todos los derechos efectivos: eco-
nómicos, sociales, ambientales, políticos, culturales, a todos sin
excepción alguna; un país donde la justicia sea norma y por tan-
to nadie padezca la imposibilidad de acceder a lo indispensable
para vivir sin el afán del hambre, del frío por falta de techo, de
enfermedad por no poder ingresar y ser atendido en un centro
de salud, de ingresos dignos para cubrir sus necesidades básicas,
como mínimo; una “casa común” donde nadie sea perseguido
por sus ideas políticas y donde el encierro (bien la cárcel, bien
el centro hospitalario) sea el recurso último al que la sociedad
acuda para protegerse de quienes, luego de haber transitado por
distintas opciones de convivencia e integración, se nieguen a la
vida en común.
Se trata entonces de construir una Segunda República que, mi-
rando a los tiempos que corren, aborde la presidencia de la na-
ción como fruto de un ejercicio colectivo, asumido por un con-
glomerado humano elegido y delegado para ello por las mayorías
sociales –que en justa electoral los seleccionará para concretar
un programa de gobierno, el mismo que sustenten en debates
públicos diversos y al cual queden limitados. El Ejecutivo que de
allí resulte tendrá una vocería, la misma que deje de ser, como
hoy, representante y promotora de los intereses de los gremios
económicos y de los más ricos del país, para centrarse en la ad-
ministración de la cosa pública que le garantice vida digna al
conjunto humano acá reunido, entregando informes públicos de
su gestión cada tres meses, con poder de revocatoria en todo mo-
mento por mayoría destituyente.

39

Será aquel un órgano administrativo para el cual los elegidos no
podrán ser reelectos de manera inmediata pero sí tras dos pe-
riodos, para evitar la concentración de poder, cohabitando con
un cuerpo congregacional que se conforme con las dos cámaras
que hasta ahora ha tenido, pero el que dará más participación a
las regiones y a las localidades, sesionando una o dos veces por
año, de manera abierta y por espacio mínimo de veinte días, con
lugar para toda aquella persona o comunidad que se inscriba a
tiempo y de acuerdo a las normas por definir, para participar en
el debate de los proyectos más urgidos por toda la sociedad. Los
representantes, de igual manera, podrán ser revocados cuando
las mayorías que los eligieron así lo convengan, y sus funciones
no podrán superar dos periodos consecutivos, con una remune-
ración máxima de siete salarios mínimos, habitación pagada por
el erario público para quienes provienen desde fuera de Bogotá,
y un pasaje por mes para viajar a su lugar de residencia. Tres
asesores pagos con dineros públicos serán su apoyo. No existirán
privilegios extras, como corresponde a unos trabajadores más.
El cuerpo judicial, por las particularidades de nuestra nación,
deberá ser examinado y rediseñado a plenitud, a fin de garanti-
zar su máxima imparcialidad, de manera que la justicia sea una
realidad de la que nadie dude.
El cuarto poder, el moral, las procuradurías y la Defensoría del
Pueblo, tendrán como misión prioritaria la garantía del cumpli-
miento pleno de los Derechos Humanos, para lo cual se soporta-
rán en los miles de órganos de poder popular que deberán tomar
cuerpo por toda la geografía nacional, los mismos que se darán
como razón de ser la convivencia social en igualdad y justicia.
Al mismo tiempo, las Fuerzas Armadas dejarán de ser un cuerpo
de ocupación del territorio nacional, como en la práctica ahora

40

lo son, y estarán sometidas al poder civil, dedicadas en lo fun-
damental a prevenir y no a reprimir, así como a la investigación
en biología, agronomía, ciencias del mar, astronomía, lo más de-
sarrollado de la química; navegación en aire, mar y río; y otras
áreas del saber que potencien al país hacia un futuro en el cual
todas nuestras bondades naturales sean recuperadas para benefi-
cio propio y de la humanidad. Para evitar así su actual misión re-
presiva, la integración de estos cuerpos armados a la comunidad
será el mecanismo idóneo para su control y su desmilitarización.
De esta manera, la base de la Segunda República deberá ser la
participación plena y permanente de todo el pueblo en el diseño
y la aprobación de todas y cada una de las normas que rijan su
convivencia. Los elegidos para los distintos órganos de represen-
tación permanente o transitoria serán temporales, y la delibera-
ción permanente será la norma por excelencia en veredas, corre-
gimientos, municipios, barrios, comunas, localidades, fábricas,
empresas, centros de estudio y de salud, etcétera. La política, de
esta manera, dejará de ser una profesión para ser un compro-
miso cotidiano de todo aquel que aquí habite, bien de manera
permanente bien de manera transitoria.
Reconocer el país de regiones que somos, valorando en su jus-
ta proporción las cualidades y las potencialidades de cada una
de ellas, será propósito central en la República por construir,
de manera que el centro burocrático y lleno de privilegios deje
de serlo, irrigando por el país los recursos que corresponden a
todos, y facilitando con ello la superación de la exclusión y de
las negaciones, fortaleciendo cada una de las regiones con sus
potencialidades en todos los campos, de cara al mundo. Sere-
mos felices cuando la humanidad viva en justicia y libertad, sin
opresiones, soportada en la solidaridad más desinteresada que
podamos imaginar.

41

Parodiando al Libertador, y con la vista puesta en las décadas por
recorrer de este siglo XXI, nos corresponde pedirle al pueblo de
Colombia que, respondiendo al reto que tiene ante sí, de confor-
mar una República del tamaño de las demandas de los tiempos
que vivimos y de los que están por venir, se conceda la gracia de
diseñar y poner en marcha un país blindado por una democra-
cia radical, participativa, directa y plebiscitaria, que garantice la
desaparición de la desigualdad social, en la que nada de lo que
competa al interés común pueda ser decidido a espaldas de las
mayorías, en un país en que los privilegios por clase, color de piel
y similares sean un mal recuerdo de épocas de opresión de las
mayorías por las minorías, donde por fin la preocupación por la
convivencia en paz sea un afán del conjunto social.
La imaginación y la audacia serán norma para que, como pueblo,
estemos a la altura de los tiempos que nos correspondió vivir.
La Segunda República deberá ser un formidable reto por encarar
por todos y por todas. Reto que inyecta de vitalidad a nuestra
propuesta, enrutando con norte claro el quehacer inmediato y
mediato. Un quehacer colectivo en el que, sin perder las fortale-
zas de lo individual, nos esforcemos por superar la etapa de culto
a los líderes, sabiendo descentralizar funciones, encarando con
decisión cada reto como grandes equipos sociales. Heredamos
de la república hoy moribunda el legado de los liderazgos indi-
viduales, pero los superaremos por medio de un mandar obede-
ciendo que será cada día más colectivo.
En desarrollo de estos propósitos, sabemos y reconocemos las
diferenciadas capacidades humanas, pero también las conse-
cuencias de un accionar centrado en las capacidades y liderazgo
de una persona. Multiplicar esas cualidades y capacidades a tra-
vés de lo colectivo deberá fortalecer, por ejemplo y como mani-

42

festación de transformación cultural, la participación cada vez
más activa de las mayorías sociales. Un tránsito que no se dará
por decreto, pero sí deberá tomar forma y legitimidad tras varias
décadas de consecuente actuar.
En pocas palabras, reconocemos el papel jugado por los indivi-
duos a lo largo del siglo XIX-XX, pero decidimos no postrarnos
ante ellos. Las potencialidades existentes en todos los campos del
conocimiento y el saber, así como las formas cambiantes que avi-
van la actual sociedad, nos permitirán dar ese salto de calidad. La
Segunda República será abocada, diseñada y dirigida de manera
colectiva o no será.

43

Guía para la discusión

Propuesta para la discusión del documento de Desde Abajo
Desde Abajo (DA) ha buscado ser un actor político, soportado
en un proyecto comunicativo, apuesta en curso desde hace más
de 25 años, que a punta de esfuerzo y compromiso cotidiano ha
logrado sostenerse todos estos años, ganando un reconocimien-
to como medio alternativo de comunicación y proyecto editorial.
En el año 2019, su equipo base elaboró un documento –como
herramienta para la difusión de su propueta, buscando con ello
ampliar su composición humana e influencia social territorial–
en el que explicita la perspectiva de interpretación de la diná-
mica de la sociedad colombiana, los elementos principales de la
apuesta comunicativa y los postulados políticos desde los cuales
busca se asiente el proyecto, de cara a la construcción de una
nueva sociedad en el país. Este documento fue discutido en el se-
gundo semestre de 2019 por el grupo de personas pertenecientes
al núcleo central y otras muy cercanas a este proyecto.
En su discusión, diversas observaciones fueron presentadas y que-
daron plasmadas algunas divergencias sobre aspectos de lo susten-
tado en el mismo. Con la pretensión de madurar esta discusión, se
ha releído y trabajado de nuevo el texto, cuya segunda versión es
la que ahora les llega, con la invitación, de igual manera, a retomar
la discusión, aspirando a que en esta ocasión tomemos decisiónes
que nos permitan avanzar con el objetivo planteado originalmente,
al tiempo que avanzar en otros que no estaban planteados en ese
momento pero que fruto de la discusión acá retomada emanaron
como necesarios en la ruta por potenciar el accionar presente y
futuro de Desde Abajo: pensar por dónde ha ido y por dónde pue-
de ir nuestro proyecto, cuál debe ser su especificidad en el aporte

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a un proyecto político de transformación de nación, con carácter
latinoamericano, el que a su vez permita seguir reconociendo y
construyendo las identidades y acuerdos entre aquellas y aquellos
que creemos y apostamos por el proyecto DA.
El documento está estructurado en tres apartados gruesos: uno
inicial referido a los ejes de acción política del proyecto; el se-
gundo que aborda su carácter y el tercero sobre el proyecto co-
municacional y la disputa de hegemonía.
Metodológicamente, se propone discutir el documento sobre la
base de un conjunto de preguntas.
En relación al primer apartado, surgen estas preguntas:
• ¿Existe acuerdo en que los enfoques zapatistas, ecológi-

co-ambientalistas y gramsciano son los que deben brindar
las bases teóricas del proyecto político y comunicacional
DA? ¿Son complementarios entre ellos, o hay contradiccio-
nes entre uno y otro?
• ¿La base del proyecto es lo comunicativo que se proyecta ha-
cia lo político, o viceversa? De serlo lo político ¿qué matices
le da al proyecto comunicativo?
• ¿Qué significa que el proyecto DA actúe con audacia?
En relación al segundo apartado, estas son las preguntas que
destacan:
• ¿Qué es realmente DA? Al parecer se definiría de acuerdo
a la coyuntura y queda entonces entre lo social, lo político,
lo cultural y lo comunicativo; ¿puede ser todo esto a la vez?
¿puede ser lo comunicativo lo que tenga jerarquía sobre los
otros aspectos?

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• ¿Qué tipo de estructura debe asumir DA?
• ¿Cuál es su carácter organizativo: un equipo, un grupo, un

movimiento, una alianza…?
En relación al tercer apartado, surgen estas preguntas:
• Se plantean unos retos y esfuerzos para ganar más presencia

política, para plantear alianzas más amplias y abiertas. ¿Se trata
de avanzar hacia la configuración de un frente social y político?
• Es claro que una apuesta central es hacia la configuración del
SNCA ¿cuál es el lugar que ocupa esta propuesta en el desa-
rrollo que se proyecta de la propuesta política del proyecto
DA?, ¿cómo concretar este sistema?
• ¿No es una contradicción la apuesta bolivariana de una se-
gunda república, con la perspectiva zapatista de autonomías
territoriales?
• ¿Cuáles son los aportes del indigenismo, de lo afro, del femi-
nismo, del movimiento de diversidades, que nutren las lu-
chas de cambio de la sociedad con nuevas perspectivas y que
deberían ser tenidos en cuenta en el proyecto político?
• ¿Qué significa que hoy el país esté en una fase de narco-es-
tado y cómo se puede desmontar, dado su poderío políti-
co-institucional y militar?
• Se plantea no reproducir liderazgos personalizados, poderes
unipersonales, pero se ubican personajes de la historia como
salvadores, como el caso de Bolívar ¿cómo superar esta con-
tradicción?
Para avanzar en la discusión
• ¿Cuál es el balance del significado de más de 25 años de an-
dar del proyecto DA?

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• ¿Cuáles han sido los resultados de alianzas con otros proyec-
tos comunicativos?

• ¿Se ha ganado ser referente de una nueva izquierda? Si no ha
sido así, ¿Esto mantiene marginal al proyecto DA?

• ¿Quiénes realmente son o se sienten como activos y/o mili-
tantes del equipo de DA?

• ¿Cuál es la esencia de este proyecto y cuál debe ser su apuesta
central? (lo que tendría que definir su qué hacer y las estrate-
gias y apuestas centrales).

Ratificamos que lo pretendido con esta nueva versión del escri-
to, es reabrir la discusión, con su relectura critica, que posibilite
ver sus aportes, pero también sus contradicciones y vacíos, para
lograr avanzar en la discusión propuesta y llegar a un lugar que
contribuya a seguir impulsando nuestro proyecto, al definir más
claramente su carácter y sus apuestas.
Asumir este reto con total compromiso por parte de todas y to-
dos, es fundamental para ganar una mayor y mejor presencia en
el país y más allá del mismo en todas y cada uno de los campos o
áreas que definamos –y ojalá unidad–; un avance sin el cual no
podremos concretar el que debe ser uno de nuestros mayores y
vitales propósitos: contribuir a la coordinación de un conjunto
cada vez mayor de expresiones sociales y políticas, como condi-
ción sin la cual no será posible superar ni la dispersión que nos
caracteriza en el campo social, ni la marginalidad en el ejercicio
comunicativo y la misma disputa de la opinión pública en que
descansa ésta, ni el aislamiento de las mayorías del país que nos
marca, ni la debilidad para lanzar y sostener campañas de diver-
so orden así como ofensivas políticas.

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Anexo

Las propuestas presentadas a continuación tienen como an-
tecedente las pistas dejadas por un pasado, más lejano o
más cercano, en el que no hemos podido resolver distin-
tos cuellos de botella, entre ellos uno de primera importancia:
nuestro relacionamiento social, o la construcción de una base
territorial desde la cual y con la cual poder interlocutar con el
país como totalidad y con el conjunto del activismo en particu-
lar. Una base territorial que desde sus vivencias nos permitiera,
entre otros particulares, corroborar las propuestas de transfor-
mación social que propugnamos.

Bien, ahora, con las lecciones arrojadas por la pandemia susci-
tada por el covid-19* debiéramos concentrar esfuerzos tras un
liderazgo social de nuevo tipo, todo ello en pos de autonomía y
construcción de experiencias de vida propia, para cimentar refe-

* Entre ellas: la debilidad del proyecto de izquierda, sin convicción ni
vocación para adelantar, en el conjunto social, la disputa por la rup-
tura con el capitalismo; el avance del autoritarismo como vehículo
de control social; la existente y creciente desigualdad social y la ne-
cesidad de una propuesta alterna que lo desnude y atice las fibras
más profundas del cuerpo social para sublevarse contra la misma; la
debilidad de un proyecto comunicativo alterno desde el cual dispu-
tar la opinión pública al establecimiento; la necesidad de contar con
territorios autónomos desde los cuales ir cimentando experiencias
de otra economía posible, además de potenciar liderazgos de nuevo
tipo; la urgencia de colocar en el centro de la acción social la disputa
por democracias radical, directa, participativa y en ella la concreción
efectiva de los derechos humanos, entre ellos por salud plena, edu-
cación universal, gratuita en todos los niveles, e información como
bien social, con acceso a redes informáticas de libre acceso.

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rentes de otra sociedad posible, teniendo en cuenta en esta ruta
las profundas transformaciones que a todo nivel vive el Sistema
Mundo Capitalista.
Bien, retomando las lecciones dejadas por la pandemia aún en
curso, además de las lecciones de todas y cada una de las revolu-
ciones anticapitalistas triunfantes en el mundo, estamos ante el
reto de procurar y ganar un posicionamiento territorial concreto
y un relacionamiento social abierto, dinámico, plural, concentra-
do en unos actores sociales específicos pero todos y cada uno de
ellos abiertos y con vocación de país.
Es una ruta en la cual tampoco podemos olvidar las líneas grue-
sas de acción que hemos pretendido desde años atrás, entre ellas
luchar por vida digna, iniciativa emprendida en Ciudad Bolívar
durante el año 2010, el de unas comunicaciones como territorio
y en disputa de la opinión pública, la cimentación de una base
económica propia como garantía de autonomía cuyo ejemplo es
Difundir, y el despliegue de la totalidad del proyecto que somos
en cuya base anima una iniciativa cultural que rompe con la de-
pendencia informativa que mantienen los sectores alternativos
con respecto a los medios oficiosos. A continuación la propuesta
de ejes para la construcción territorial:
Pero antes de la propuesta, unas preguntas:
1. ¿Es posible que el conjunto de soportes del actual sistema social,
económico y político esté en crisis (sistémica) y la política, el go-
bierno –y la manera de gobernar– queden exentas de la misma?
2. Si aceptamos que la política está en crisis, es apenas lógico cues-
tionar aspectos relevantes de la misma, tal y como la conocemos,
entre ellas: a) participación en lo fundamental para delegar; b) la

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participación para institucionalizar; c) participación cada cierto
número de años (para el voto) y no de manera permanente; d)
participación para opinar pero sin posibilidad de decidir sobre
asuntos decisivos y/o transformadores de la vida cotidiana, que-
dando la economía, en sus aspectos estructurales, siempre exenta
del debate público; e) la crisis de los partidos, como una vieja ex-
presión de esta crisis es más que conocida y con ello el realce e im-
portancia de los movimientos sociales; f) participación por el con-
trol del gobierno como centro del poder, en un desconocimiento
de las lecciones foucultianas que le recordaron a la sociedad que
el poder ya no descansa en un centro sino que está disperso a lo
largo de una extensa y profunda red de micropoderes, con expre-
sión y concreción cotidiana en los entretejidos de la sociedad toda,
enseñanza que recuerda que la acción política debe ser, ante todo,
un ejercicio político y social con profunda manifestación cultural.
En contra de ello una política de nuevo tipo debe estar orientada
hacia: d) garantizar que la comunidad asuma de manera directa la
dirección de su destino; e) transformar en común lo que es público
pero que el Estado lo expropia a la sociedad a través de la buro-
cracia y del manejo –por ejemplo, de los SS.PP– como negocio
y no como derecho; f) desprofesionalizar la política para poder
acercarla cada vez más al conjunto social (un asunto de todos y
todas); g) descentralizar el manejo y administración de lo público,
para hacerlo común. Actuando en consecuencia con esto, concre-
tar una política que vaya más allá del Estado y de los gobiernos, y
sus rituales de participación y democracia formal, para erigirnos
como/en sujetos constituyentes en todo tiempo y lugar.
Antes de especificar el mecanismo por implementar para con-
cretar lo proyectado, para desarrollar una política de nuevo tipo
y propósitos, tener presentes las enseñanzas de la pandemia en el
campo de la política, entre otras:

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