nombre. El tema para la Era de Acuario es la conciencia grupal; la simple declaración:
«Todos estamos juntos en esto», expresa concisamente la lección que espera a la
humanidad, una lección necesaria para nuestra evolución espiritual y también nuestra
supervivencia física.
Ahora estamos entrando en la Era de Acuario. El signo de Acuario se relaciona con
el orden social, los amigos, los grupos y, como hemos visto, con la conciencia grupal. En
general, tomamos conciencia de que amanecía la Era de Acuario cuando oímos la letra
de Hair, aquella comedia musical de los años sesenta. Desde entonces, el término New
Age o Nueva Era se ha vuelto común, aunque aún no se lo comprende bien.
Es difícil determinar con exactitud cuándo se inicia la Nueva Era o Era de Acuario,
porque los signos zodiacales del cielo no tienen límites precisos. Una Era es
determinada por el signo astrológico en el que aparece la Estrella Polar en el momento
del equinoccio. Por un período de dos mil años, aproximadamente, la Estrella Polar
aparece en un signo dado y actúa como transmisor hacia la Tierra de las emanaciones
energéticas especiales producidas por ese grupo de estrellas interrelacionadas. Pasamos
de una Era a la siguiente a medida que la Estrella Polar pasa lentamente de un signo
zodiacal hacia otro. Algunos astrólogos aseguran que la Nueva Era se inició ya en la
década de 1850. Otros dicen que no comienza hasta bien entrado el siglo XXI. Muchos
aceptan el año 2000 como punto coyuntural aproximado. Y todos están de acuerdo en
que, decididamente, en estos momentos estamos en las convulsiones de la transición.
La Era de Piscis, también conocida como Era de la Fe, está llegando a su fin. En gran
parte del mundo, durante estos últimos dos mil años las religiones organizadas han
detentado una posición importante en la vida individual, a un punto que a muchos nos
parece hoy inconcebible. El objetivo de esta Era ha sido la transformación personal o la
salvación mediante la devoción a una deidad distante: principalmente, Buda en Oriente
y Jesucristo en Occidente. Estos dos grandes Seres corporizaron y enseñaron la lección
global de la Era: la compasión. Un Salvador que oró pidiendo perdón por los mismos
que lo crucificaban nos exhorta a amar tanto a nuestros enemigos como a nuestros
amigos. El cínico refrán: «Jesús nos dio la piedad; los griegos, todo lo demás», reconoce
cuando menos que, en verdad, impartió bien esta lección. Compasión, bondad y
paciencia eran las piedras basales que Buda destacaba en todas sus enseñanzas sobre el
vivir correctamente y hallar la salvación, librándose de fu-turas reencarnaciones.
Si estos dos mil años de guerras, barbarie, persecución religiosa y genocidio,
incluidos los horrores recientes del Holocausto y Vietnam, indican que aún tenemos
mucho camino por recorrer en el aprendizaje de la compasión, recordemos esto: hoy
son muchos los que, natural y automáticamente, expresan el mismo tipo de compasión
que antes era un ideal revolucionario y casi incomprensible. Hoy en día no nos
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sorprende la presencia de la compasión, sino su falta. Casi todos reconocemos, cuando
menos, el dolor y el sufrimiento ajenos; muchas personas realizan enormes sacrificios
personales a fin de aliviar el sufrimiento de otros, con quienes poco tienen en común,
aparte de la humanidad compartida. Aunque no todos hayamos aprendido esto de la
compasión, muchos la aprendimos bien. El Tibetano predijo que, hacia fines de la Era
de Piscis, la expresión de la compasión llegaría a ser exagerada. ¿Acaso no es exagerar la
compasión (hacer por otros lo que ellos podrían hacer por sí solos) lo que caracteriza a
muchos coalcohólicos o codependientes, que se encuentran en una importante relación
con un adicto? ¿No es ésa una falla muy común entre los padres de hoy, así como entre
muchos miembros de las profesiones asistenciales? Ahora algunos debemos aprender a
atemperar nuestra compasión exagerada con los rasgos acuarianos, igualmente
espirituales, del desa-pego y la impersonalidad, aprendiendo a respetar la
responsabilidad que cada individuo tiene sobre su propio sitio en el Camino.
Así como la Era de Piscis ha sido llamada también la Era de la Fe, así la Era de
Acuario se conoce bajo el nombre de Era del Hombre, no por el sexo masculino, sino
porque este ciclo verá florecer la capacidad humana de la creación. Según logremos un
mayor dominio de nuestras facultades mentales y emocionales, según aprendamos a
trabajar juntos en concierto espiritual, crearemos a conciencia los reinos emocional y
mental en que habitamos, así como hoy construimos nuestro ambiente físico.
Todo el énfasis acuariano sobre la conciencia grupal se equilibra, de algún modo,
por la enérgica influencia de Leo, el signo que ahora adquiere prominencia debido a su
oposición con respecto a Acuario. Leo insta a la independencia y la individualidad, a la
responsabilidad personal por todos los actos. Estos dos opuestos, Acuario y Leo a la vez,
nos guían hacia una mayor sensibilidad para con el bienestar del grupo, pero exigiendo
que, como individuos, sepamos valernos solos. ¡Qué rumbo poderoso y esperanzado el
de la humanidad, en la Era inminente!
En este planeta que no deja de empequeñecerse, cada uno de nosotros es ahora,
como nunca antes, el guardián de su hermano. Por primera vez, grandes cantidades de
personas en todo el mundo son psicológicamente astutas; tienen conciencia de los
sentimientos, la conducta y las motivaciones, propios y ajenos. Al mismo tiempo nos
afinamos psíquicamente, nos sintonizamos mutuamente y captamos otras dimensiones
de existencia. Se acerca el momento en que ya no podrá existir el aislamiento actual de
«mi pérdida», «tu necesidad», «el dolor de aquél», «el hambre de aquélla». Cada uno
sentirá más y más la carga del otro; es de esperar que se muestre dispuesto a ayudar con
el peso, reconociendo que es también la propia carga. Las bellas enseñanzas de la Era
Pisciana (amor, sensibilidad, compasión y perdón) nos serán muy útiles para aprender
a ofrecerlos, no sólo a los hermanos que tenemos cerca, sino a todos los demás, al
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cuerpo entero de la humanidad, de la que formamos parte.
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Índice 2
3
Portadilla 4
Créditos 5
Dedicatoria 6
Agradecimientos 7
Cita 8
Contenido 16
Introducción 31
1. ¿Por qué me ocurre esto? 41
2. ¿Qué trata de decirme mi cuerpo? 61
3. ¿Existe un cuadro más amplio que no llego a ver? 78
4. ¿Para qué sirve el dolor? 96
5. ¿Por qué mis relaciones son tan difíciles? 111
6. ¿Cómo vine a parar a esta familia? 130
7. ¿Adónde voy y cuándo llegaré? 150
8. ¿Cómo puedo ayudar a mi propia curación y a la de otros?
Epílogo
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