Ciudadanos armados o traidores a la patria

Irurozqui, Marta. Ciudadanos armados o traidores a la
bolivianas de 1870 y 1899. En publicacion: Iconos, Rev
Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Quito. Sept

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a patria? Participación indígena en las revoluciones
vista de Ciencias Sociales no. 26. FLACSO, Facultad
tiembre 2006. pp. 35-46. ISBN: 1390-1249

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CIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED
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¿Ciudadanos armados o traidores a la patria?
Participación indígena en las revoluciones
bolivianas de 1870 y 1899

Armed Citizens or traitors to the patria?
Indigenous participation in the Bolivian revolutions
of 1870 and 1899

Marta Irurozqui

Instituto de Historia - Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid

Email: [email protected]

Fecha de recepción: mayo 2006
Fecha de aceptación y versión final: julio 2006

Resumen
Mediante la comparación de la participación armada de los indígenas en las guerras civiles de
1870 y 1899, se analiza la naturaleza cambiante del acceso de esta población a la ciudadanía. La
alianza entre los indios y los estamentos armados incide en dos aspectos. Primero, muestra, en
primer lugar, cómo los primeros no sólo no vivieron de espaldas al proceso de construcción
nacional ni fueron ajenos a las concepciones, proyectos o empresas políticas decimonónicas, sino
que se constituyeron en sujetos sustanciales en la institucionalización/rearticulación territorial
del Estado gracias a asumir como propia la narrativa ciudadana de cooperación nacional en su
defensa grupal. Segundo, a través de la compleja figura del “soldado/nacional/ciudadano arma-
do” refleja la capacidad de los conflictos bélicos para generar cambios de percepción y adscrip-
ción ciudadanas y para influir en los procesos identitarios de desindianización y reindianización.

Palabras clave: ciudadanía, Estado, guerra civil, identidad

Abstract
This article compares the indigenous armed participation in the Bolivian civil wars of 1870
and 1899 paying special attention to this population’s changing access to citizenship. The
alliance between the indians and the militaries shows, in the first place, how indians were neit-
her alien to the process of national construction nor aloof from the political conceptions and
projects of the nineteenth century, but that they became, moreover, central subjects in the ins-
titutionalization and territorial rearrangement of the State insofar as they assumed the narra-
tive of citizenship and national cooperation as their own, on behalf of their own defense as a
group. Secondly, the complex image of the “soldier/nacional/armed citizen” suggests the capa-
city of armed conflicts to generate changes of perception about citizenship and citizen belon-
ging, and to influence the processes of indianization and reindianization of identities.

Keywords: citizenship, State, civil war, identity

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 26, Quito, septiembre 2006, pp. 35-46
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249

Marta Irurozqui

A través de diversos medios de comuni- Esa lectura estereotipada de lo indio res-
cación bolivianos e internacionales, ponde en gran medida a construcciones his-
la llegada de Evo Morales del toriográficas formalizadas en la segunda
Movimiento al Socialismo (MAS) a la presi- mitad del siglo XIX que han permeado, unas
dencia ha puesto en evidencia que la percep- veces acrítica y otras interesadamente, las
ción pública de lo indio/indígena en su pro- interpretaciones académicas del siglo XX y las
yección nacional sigue moviéndose entre dos acciones políticas consecuentes, dando lugar
estereotipos identitarios ahistóricos, simplis- a una visión de la historia nacional reducida a
tas y antagónicos. Por un lado, está aquel que un enfrentamiento entre víctimas y verdugos
se centra en la dimensión victimista e insiste del que sólo puede esperarse culpas y conde-
en la justa necesidad de que las sociedades nas (Barragán 2000b, Irurozqui 2006b).
indígenas tomen el poder político “después Frente a esa polaridad perversa, el propósito
de 500 años de marginación del mismo”. Por de este texto es incidir en la centralidad de la
otro, está el que hace hincapié en su primiti- población indígena en la definición guberna-
vismo y en una tradición prehispánica despó- mental a partir de la discusión de dos tópicos:
tica, responsables de hacerles encarnar cuali- la exclusión absoluta de los indígenas de la
dades poco propicias con respecto a la demo- sociedad y el desinterés de éstos en insertarse
cratización del país1. Es decir, la justificación en la nación e influir en el desarrollo de polí-
del derecho de la población indígena a ocupar ticas públicas. Tal cuestionamiento se realiza-
espacios políticos en el presente se resuelve rá mediante el estudio de la participación
con una exagerada dignificación de las virtu- armada india en las guerras civiles de 1870 y
des innatas de su identidad frente a las exclu- 1899, siendo su interés central ilustrar la
siones provocadas por las experiencias colo- capacidad de la violencia política no sólo para
niales; mientras que su negación se soluciona generar cambios en la identidad de los colec-
mediante una postura despreciativa hacia esta tivos que la ejercieron, sino también en la
población que, catalogándola de arcaica, fun- percepción pública de los mismos. Ello va a
damentalista e ignorante, cuestiona su condi- abordarse a través de una doble problemática
ción de sujetos políticos y la condena a la relacionada: la naturaleza cambiante del acce-
subordinación natural. Sin embargo, pese a so indígena a la ciudadanía y los procesos de
su oposición, ambos estereotipos identitarios, desindianización y reindianización de parte
indio víctima o indio premoderno, coinciden de la población boliviana.
en asumir al indígena o a lo indígena como
un “otro” inalterable en el tiempo que con Ciudadanía y violencia armada
paciencia acecha en la sombra para conquis-
tar su libertad o para subvertir la moderni- Al ser la ciudadanía históricamente percibida
dad. El resultado es una continua recreación como una facultad que debía ser aprendida y
y autorecreación maniqueas de un colectivo un privilegio que debía ser ganado, con inde-
llamado indio/indígena cuya identidad se pendencia de lo establecido en las leyes, su
naturaliza y cosifica, impidiéndose un relato adquisición y formalización públicas depen-
histórico compartido y conjunto con el resto dió del peso social que tuvieran sus dos com-
de la población nacional. ponentes básicos: los deberes y los derechos.
El dominio de los primeros dio lugar a la ciu -
1 Sobre ambas posiciones véanse Bolpress, La Prensa, dadanía cívica, constituida por sujetos colec-
Editores Asociados S.A. o El País, octubre 2005-enero t i vamente comprometidos con su medio,
2006.

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cuyos derechos procedían del libre e indivi- rémora arcaica que impedía la riqueza nacio-
dual ejercicio de las obligaciones comunita- nal. Ello provocó que el indio pasase de ser
rias, mientras que el peso de los segundos concebido como un trabajador productivo,
constituyó la ciudadanía civil, integrada por generador de impuestos y de ganancia agríco-
consumidores o detentadores exclusivos de la, a ser considerado un individuo que debía
derechos, quienes para su disfrute no estaban ser incorporado humanitariamente a la socie-
obligados al cumplimiento de “cargas” colec- dad civilizada desvinculándole de sus tradi-
tivas o a la demostración de méritos comuni- ciones y prácticas, ya que se había demostra-
tarios (Irurozqui 2005). ¿Cómo afectó esa do que la conservación de éstas atentaba con-
variación ciudadana a los indígenas? tra el desarrollo del país.

En el contexto de la ciudadanía cívica se Como la mercantilización de las relaciones
perfilaron tres figuras de devoción y servicio a de autoridad y poder en nombre de construir
la causa pública como fuente de identidad una sociedad con “hombres libres e indivi-
ciudadana -contribuyente, trabajador pro- duales” amenazaba el entramado comunitario
ductivo y soldado/nacional armado- que no y su estructura regional, hubo rechazo indíge-
adquirieron la misma importancia a la vez. Si na a secundar las reformas agrarias, siendo tal
en las primeras décadas de vida republicana, actitud interpretada como procedente de una
el problema de cómo sanear la hacienda colectividad precivilizada, ignorante y bárba-
pública y lograr la estabilidad financiera con- ra y, por tanto, reafirmada la oferta criolla de
virtió al tributo indígena en un elemento cen- que había que transformar las formas de
tral tanto del proceso de institucionalización organización rurales para evitar el estanca-
del Estado como de definición del indio miento económico. Así, en la década de 1860
como ciudadano, a finales de la década de se discutió sobre las formas, mecanismos y
1850 la situación comenzó a variar. Mientras estrategias más eficaces para lograr la desapa-
en un inicio el Estado debía actuar de motor rición de las comunidades. Fue en este con-
transformador de la sociedad, en un segundo texto donde la figura del indio soldado cobró
momento sólo debía programar una oferta de importancia como categoría de revitalización
bienes y servicios útiles a tal fin y dejar que ciudadana. Esto sucedió tanto porque los
fuese esa sociedad la que dirigiera el bienestar indígenas había incorporado las claves de uti-
y el beneficio de toda la comunidad. Como a lidad y de cooperación de la ciudadanía cívi -
mediados del siglo XIX Bolivia no había ca y se reinventaban una función de servicio a
alcanzado las cotas de progreso esperadas tras la sociedad, como porque las reformas agra-
la independencia, aquellos colectivos a los rias amenazaban con minar la estrategia de
que se suponía que el Estado había otorgado institucionalización del Estado en el medio
mayores atenciones fueron culpados de local. Si en las primeras décadas republicanas
entorpecer la mejora nacional. Dado que los los indios ayudaban a reforzar la autoridad y
indígenas habían mantenido su privilegios la solvencia económica del Estado a través del
coloniales en lo relativo a la tierra y a la juris- tributo, en la segunda mitad del siglo XIX lo
dicción sobre la misma a cambio de ser tribu- hicieron mediante su intervención en conflic-
tarios y de hacerse cargo de la modernización tos civiles en calidad de fuerzas auxiliares. Tal
del agro, el hecho de que no se hubiera pro- ejercicio de patriotismo no sólo les mostraba
ducido la revolución agraria esperada hizo como “ciudadanos armados” benefactores de
que el dinero procedente del tributo dejase de la seguridad pública, sino que les hacía
verse como crédito industrial y que la estruc- desempeñar un objetivo institucional: la
tura comunitaria se asumiese como una “domesticación” de los poderes locales y la

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rearticulación de una administración nacio- hacía referencia a regímenes armados sino a
nal (Platt 1982, Irurozqui 2006). gobiernos representativos liderados por mili-
tares. La estructuración partidaria de la época
Ahora bien, ¿la conversión del indio en se caracterizaba por una fuerte imbricación
soldado significó lo mismo en 1870, momen- política entre civiles y miembros del ejército y
to en que dominaba la lógica del bien común, respetaba el principio de que mientras los
de la contribución colectiva y de los méritos nacionales estaban obligados a armarse para
locales propia de la ciudadanía cívica, que en salvar a la patria, los soldados profesionales
1899, momento en que los dictados de la ciu - debían de abstenerse de votar por ser un cuer-
dadanía civil imponían que la determinación po nacional, de manera que para un militar la
de si un sujeto era o no ciudadano dependie- presidencia implicaba una desmilitarización
ra de su grado de civilización en términos de identitaria en un entorno en el que la guerra
homogeneidad cultural? revolucionaria refrendaba la institucionaliza-
ción política. En 1899 la constitución interna
Los indios y la guerra de los partidos se mantuvo en los mismos tér-
minos, con la diferencia de que tras la Guerra
En las guerras civiles de 1870 y 1899 se die- del Pacífico (1879-1881) y desde las eleccio-
ron tres coincidencias. Se produjo un cambio nes de1884 la presidencia había recaído en
de gobierno favorable a los sublevados, el nacionales vinculados al control económico y
Departamento que articuló la trama revolu- financiero del país. Ello hizo que las fuerzas
cionaria fue el de La Paz y sus autores movili- del coronel Manuel Pando, jefe del Partido
zaron a la población aymara de Altiplano Liberal, se enfrentaron al ejército guberna-
como ejército auxiliar. Sin embargo, tales mental del presidente civil Severo Fernández
similitudes escondían conflictos de diferente Alonso (1896-1899). Y, aunque el triunfo fue
naturaleza. En primer lugar, lo sucedido en del primero, ello no redundó en la militariza-
1870 respondía a una regeneración de los ción de la escena pública, sino en el afianza-
hábitos políticos de los bolivianos, de ahí que miento de las instituciones democráticas.
fuera definida como una “guerra de civiliza-
ción” destinada al saneamiento de la adminis- En tercer lugar, aunque hubo una notable
tración pública y a la rearticulación institu- participación india a favor de las fuerzas
cional del territorio. En contraste, lo acaecido rebeldes, la coyuntura nacional hizo que su
en 1899 obedecía a un cambio intraelitario apuesta política y su intervención militar
de hegemonía regional que se sintetizó en un tuviesen objetivos y resultados grupales dis-
enfrentamiento entre unitarios -Partido tintos. En 1870 los aymaras del Altiplano se
Conservador- y federales -Partido Liberal-, convirtieron en nacionales armados con el
siendo éstos últimos los que iniciaron el con- doble propósito de conservar las tierras de
flicto al oponerse a la Ley de Radicatoria que comunidad y afianzar su poder jurisdiccional
fijaba la capital de la República en Sucre, al sobre las mismas a cambio de ser reconocidos
pedir una nueva constitución y al establecer públicamente como garantes del poder del
la Junta de Gobierno de La Paz. Estado en el agro. Aunque en 1899 las
demandas se reiteraron, hubo diferencias. A
En segundo lugar, en 1870 la sublevación partir de la década de 1880 la oposición libe-
del coronel Agustín Morales contra el gobier- ral centró su estrategia electoral para ganar la
no del general Mariano Melgarejo (1866- presidencia en el control del espacio munici-
1870) mostraba que el liderazgo en ambos pal y en el desarrollo de una retórica federa-
bandos era de índole militar. Tal expresión no lista. A partir de la experiencia de la Consti-

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tución de Cádiz de 1812 en el contexto inde- a cómo se organizó la colaboración entre las
pendentista, los indígenas habían considera- fuerzas rebeldes y la indiada, a quiénes inte-
do a los municipios como una fórmula repre- graban el ejército auxiliar indio y a cómo se
sentativa capaz de conciliar lo liberal con sus ejercía la autoridad militar, atestigua tanto la
demandas corporativas. Esa convicción unida importancia de su colaboración como el
a la campaña proselitista liberal en el agro y a carácter político de la misma, al tiempo que
la cercanía del municipalismo con los dicta- sugiere el protagonismo y autonomía indíge-
dos federales, les hizo tomar conciencia de nas a la hora de resolver cuestiones grupales
que su definitivo reconocimiento público mediante una acción militarizada (Demelas
nacional pasaba por volver a reinventar su 1981, Condarco 1983, Platt 1990, Irurozqui
utilidad al Estado en calidad de articuladores 1994, Mendieta 1999, Larson 2002).
locales. Pero esta vez la conservación de espa-
cios y privilegios grupales no dependería del En 18702 el llamado que los rebeldes
éxito de una hipotética rearticulación admi- hicieron a los indígenas para “ayudar al triun-
nistrativa estatal, sino que gestionarían tal fo de la santa causa que debe regenerar el
proceso en tanto miembros de municipios país” dio lugar a dos ofertas institucionales a
nacionales. Y, en cuarto lugar, tanto en 1870 esta población, siendo el desarrollo de una de
como en 1899 la presencia india en una gue- ellas coincidente con la etapa de guerra y de
rra civil tuvo como consecuencia inicial que la otra con la de paz. Respecto a la primera,
sus demandas e intereses comunitarios salie- ¿qué significado le dieron los revolucionarios
ran del ámbito de lo local para adquirir una a la participación de los indios y cuál fue la
dimensión nacional. Si bien ello supuso una oferta que creyeron estar haciéndoles? Los
relectura gubernamental de la importancia gerentes de la revolución de 1870 defendie-
política y pública de la población indígena y ron que este movimiento “interesa[ba] a los
una oportunidad de cambio en el modo en indios” por dos razones que les permitirían
que esta población era vista y asumida en ser asumidos colectivamente como nacionales
cuanto a su responsabilidad en la construc- productivos y, por tanto, legítimos merecedo-
ción de la nación boliviana, esto no ocurrió res de la ciudadanía. La primera era de índo-
de igual manera. En el primer caso su presen- le material. Su participación en el conflicto
cia armada otorgó a este colectivo la posibili- no sólo les posibilitaría “la recuperación de
dad de transformar en nacionales sus peticio- sus propiedades”, sino que la restitución de su
nes corporativas, mientras que en el segundo medio de vida -la tierra- les daría de nuevo la
sus exigencias nacionales se interpre t a ro n oportunidad de conformarse en individuos
como grupales y segregadoras (Iru rozqui útiles a la sociedad boliviana y contribuyentes
2003, 2005a). al progreso material de la nación.

A fin de hacer más explícita esa diferencia La segunda razón afectaba a su percepción
a continuación se va a tratar de distinguir qué pública. Su apoyo “a la santa causa de la liber-
les deparó en cada caso su actuación como tad” implicaba ser reconocidos por la socie-
ejército auxiliar y cómo fue percibido y juz- dad como individuos que aceptaban cumplir
gado públicamente su comportamiento con el deber nacional de “la salvación de la
armado. A pesar de que en ambos aconteci- patria”. Este gesto, en la medida que presu-
mientos se conoce poco sobre las negociacio- ponía contribución a una causa nacional en
nes y acuerdos entre los revolucionarios y los
líderes indígenas, el material documental y 2 La documentación referente a los acontecimientos de
bibliográfico disponible hasta ahora, referido 1870-1871 pertenece en su mayoría al Archivo de La
Paz/CN. Expedientes Judiciales 1854/1898, ff. 1-230.

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términos de generosidad cooperativa, les ración definitiva de los resabios coloniales
brindaba una posibilidad de reincorporación que les impedían gozar del pleno bienestar
pública a través de su redignificación identi- nacional. La extirpación de “la tiranía” de
taria. Ésta consistía en volver a adquirir una Melgarejo, entonces, les ayudaba a establecer
perdida imagen grupal compatible con la uni- vínculos de hermandad con el resto de boli-
dad nacional que contradijese su fundamen- vianos y permitía que su despreciada identi-
talismo comunitario y que combatiese la dad grupal de indiada se transfigurara nomi-
heterogeneidad étnica que limitaba su absor- nalmente en la de “pueblos”. En tanto “pue-
ción nacional. blos combatientes” daban muestras de patrio-
tismo y ello les transformaba de nuevo en
Pese a que durante la Guerra de “habitantes de los pueblos” y de ahí en “el
Independencia y las primeras décadas repu- resto del pueblo”, “vecindario” o “vecinos de
blicanas los indios fueron reconocidos como los pueblos a su mando”. En suma, el ejerci-
“vecinos” y designados ciudadanos, en torno cio indígena de la violencia revolucionaria en
a 1870 las fuentes oficiales se referían a ellos favor de “la causa de los pueblos” les tornaba
con el sustantivo aglutinador de la indiada. en sujetos nacionales y, por tanto, en delega-
Sin entrar a discutir la dinámica y las razones dores de soberanía: primero como “pueblos
por las que este sector hubo podido experi- en armas” y luego como miembros de “pue-
mentar un posible proceso de “reindiani- blo nacional”. Tal mutación pública remitía a
zación” y la naturaleza del mismo, esa varia- una ciudadanía definida como una comuni-
ción nominal llevaba implícito un cambio en dad unitaria en la que la tradición y experien-
la forma en que era percibida su lealtad a la cia comunes no se concebían necesariamente
nación boliviana. En la medida en que el tér- como preexistentes, sino que podían adqui-
mino indiada se identificaba con una peligro- rirse a través de actos patriotas en los que la
sa colectividad de antiguo régimen con exi- violencia militar permitía el desarrollo de la
gencias particulares sobre el control del terri- lealtad nacional, siempre que fuera ejercida
torio y con sistemas de autoridad y justicia en términos de cooperación. En este sentido,
propios que dejaban fuera al Estado del pro- los actos bélicos indígenas expresaban una
ceso de su regulación, sus miembros adquirí- voluntad de homogeneización cultural basa-
an progresivas y acumulativas culpas en el da en la cohesión social de sus integrantes,
logro de la unidad nacional boliviana. Pero quedando ésta manifiesta en la asunción por
ese pecado de irredentismo comunitario que parte de los combatientes de una causa dife-
re p resentaba la indiada encontraba en la rente a la propia y en una autoinmolación
participación revolucionaria un medio de grupal al servicio de un proyecto general.
remisión. Cuando los sublevados decían a las
comunidades que su levantamiento ayudaría Respecto a la etapa de la paz y de la
“al triunfo de la santa causa que debe regene- reconstrucción nacional, ¿qué significaba
rar el país”, estaban brindándoles también la para el gobierno de Agustín Morales (1871-
oportunidad de autorregenerarse identitaria- 1872) que uno de los objetivos fundamenta-
mente frente al resto de la sociedad. A cambio les de la revolución hubiera sido “devolver a
de no permanecer indiferentes a la defensa de esos infelices sus garantías individuales y de
“la libertad y de la democracia” y de asumir a propiedad”? Para la resolución parcial de esta
la misma como un deber patriótico ante el interrogante hay que tener en cuenta que la
que sería válido cualquier sacrificio -donacio- revolución de 1870 fue presentada por sus
nes tributarias y de víveres y “hacer la guerra autores como una empresa moralizadora en
sin tregua al enemigo”- obtendrían una libe- contra del “caos administrativo”, financiada

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con el tributo indígena y “los donativos exigi- nal de reforzar la potestad estatal en el medio
dos a todos los empleados y servidores de la rural.
Patria”. La designación de Morales como “el
salvador de las instituciones de la patria” En la Guerra Federal de 18993 los indíge-
sugería que no se trataba simplemente de nas volvieron a participar en una guerra
resolver una crisis política con un cambio de nacional en calidad de ejército auxiliar del
titularidad del poder ejecutivo. Mediante la bando sublevado, pero con la experiencia en
m ovilización de recursos de carácter términos de ganancias y decepciones materia-
extraestatal en coordinación con instancias les e inmateriales que había significado ésta.
administrativas y militares se buscaba desde Si bien tras los acontecimientos de 1870 se
dentro del sistema de poder un reforzamien- sabe aún poco de los términos en los que se
to de las competencias estatales. Ese propósi- construyó la convivencia local en un contex-
to “nacionalizador” propició que el nuevo to definido por el valor de la homogeneidad
gabinete se interesara en el bienestar indio en (Quijada 2000), a lo largo de las décadas de
la medida en que su logro reafirmaba la auto- 1880 y 1890 la población indígena volvió a
ridad gubernamental y con ella la eficacia de desdibujarse identitariamente como la india -
las instituciones del Estado en adquirir pre- da. Como esta categorización ponía en duda
sencia territorial. No se trataba de negar radi- su compromiso nacional y, por tanto, la legi-
calmente a las fuerzas locales una modalidad timidad de su acceso a la ciudadanía, el con-
de gobierno en la circunscripción de un espa- flicto de 1899 puede interpretarse como un
cio y sobre el conjunto de sus habitantes, sino nuevo llamado nacional de redención para
de reglamentar esa delegación de la soberanía este colectivo. Su actuación como ejército
republicana. En este esfuerzo de penetrar y de auxiliar de los liberales les daría ocasión de
reestructurar la administración de lo público demostrar públicamente un esforzado senti-
local, el Estado requirió estratégicamente miento patriota y una disciplina cívica, sínte-
explicitar su preeminencia en el control de las sis de su compromiso con la patria. Sin
poblaciones a través de una alianza con el embargo, terminada la guerra no sólo no fue-
mundo indígena, visto como fuerza organi- ron reconocidos como “el pueblo armado”,
zada que le ayudase a equilibrar a su favor el sino que acusados de iniciar una “guerra de
ejercicio de la autoridad. Tal requerimiento razas” se les condenó pública y judicialmente
coincidía con la necesidad de las comunida- por traición a la patria.
des de un apoyo extralocal que les evitase
entrar en el ámbito de control privado de los ¿En términos de ciudadanía, qué había
organismos locales y ser gobernadas como cambiado? Si en 1870 la ciudadanía se enten-
“cosa particular” (Guerrero 2000). Por tanto,
la reivindicación indígena de sus derechos y 3 El material documental referente a los acontecimien-
propiedades fue potenciada y propiciada por tos de 1899: Alberto Rodríguez Forest, Documentos
el poder central siempre que ello supusiese para la Historia de la Guerra Civil 1898-1899, Sucre,
una demostración con éxito de la capacidad Gobierno Municipal de Sucre, 1999; ALP., Proceso
de injerencia y de arbitraje del Estado en el Mohoza (1901-194); Bautista Saavedra, Defensa del
mundo local. En este sentido, los indígenas abogado Bautista Sa a ve d ra pronunciada en la
ganaron presencia pública no sólo por parti- Audiencia del 12 de octubre de 1901, La Paz, Tip.
cipar como ejército auxiliar en un conflicto A rtística Ve l a rde, Aldazosa y Cª, 1902; Bautista
que les permitió ejercer de patriotas, sino Saavedra, “La criminalidad aymara en el proceso de
también por compartir el objetivo institucio- Mohoza”, El ayllu, La Paz, 1903; Natalio Fernández
Antezana, La hecatombe de Mohoza. La supuesta com -
plicación del cura Jacinto Escobar y la comprobación de
su inocencia mediante la defensa hecha por el doctor
Napoleón Fernández Antezana, La Paz, Tip. De la

Unión, 1905.

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día como una conquista individual que sólo se juzgó y condenó a los implicados en las
requería esfuerzo y disciplina y a la que podí- matanzas, sino a la población aymara en su
an aspirar todos los sujetos que estuviesen conjunto, siendo ésta la que quedó invalidada
dispuestos al sacrificio de sus ambiciones per- en sus actitudes públicas acusada de iniciativas
sonales por el bien público, en 1899, en un salvajes, brutales y sádicas, prueba de su falta
contexto marcado por pérdidas territoriales y de civilización.
bajo la influencia del pensamiento pseudo-
científico de jerarquización racial, el progreso La traición aymara a los liberales fue
nacional se interpretaba amenazado más que entendida también como venganza aymara
nunca por todo aquello que afectase la cohe- contra la sociedad, lo que hizo evidentes cua-
sión nacional. Ello provocó que dejase de con- t ro deficiencias que incapacitaban a esta
fiarse en el poder benéfico de la instituciones población para ser asumida como parte activa
republicanas y en la fuerza redentora del del pueblo boliviano. Primero, desconocían la
patriotismo para dignificar a la población, solidaridad entre individuos en la consecu-
asentándose la idea de que, a causa de taras ción de una causa que no fue la suya propia.
ancestrales y de un determinado origen étni- En el cuerpo procesal de Mohoza constaba
co, muchos habitantes de Bolivia resultaban que antes de que Lorenzo Ramírez fuera
refractarios a la civilización y, con ello, al pro- informado en Tolapampa de que el cura
greso moral y material del país. De ahí que en Escobar se había visto obligado a dar al escua-
1899 el ejercicio de violencia revolucionaria drón Pando un empréstito forzoso de 250
tornase a los indios en traidores de la patria - bolivianos para socorrer a la tropa, ya habían
condición legal de perdida de ciudadanía-, en sido asesinados los hermanos José y Santiago
contraste con lo ocurrido en 1870-1871 cuan- Hidalgo, vecinos de Mohoza responsables de
do los había conve rtido en patriotas. El deto- levantar a la indiada a favor de la causa fede-
nante de esta inversión identitaria fue la masa- ral. Su muerte sobrevino después de la discu-
cre de Mohoza, en la que el 29 y 30 de febre- sión mantenida con Lorenzo Ramírez acerca
ro de 1899 ciento veinte integrantes del bata- de quiénes lideraban las fuerzas indias y cuál
llón liberal Pando, varios vecinos del pueblo y era la autonomía de éstas en la toma de deci-
hacendados locales fueron victimados en esta siones, declarando el aymara que su causa no
localidad y en sus inmediaciones por un grupo era “la de Pando ni la de Alonso”, sino el
de indios liderado por Lore n zo Ramírez , exterminio de la raza blanca. Esta actitud de
lugarteniente de Zarate Villca. Aunque a raíz segregación grupal y de ruptura de los com-
de la matanza perpetrada por sus aliados el promisos intergrupales se había manifestado
coronel Pando trató de disminuir sus compe- también en la quema y robo de algunas casas
tencias militares, su ayuda siguió siendo solici- de los vecinos de los pueblos o en obligarles a
tada contra el enemigo y sólo después de ter- vestirse “con ropas de indio (…) ya que en el
minada la guerra se tomaron medidas policia- futuro las autoridades serían indias”. Por
les y judiciales contra ellos. El resultado fue la tanto, la presunta negativa indígena a aban-
anulación discursiva de los méritos bélicos que donar su fundamentalismo corporativo y a
en 1870 les había otorgado reconocimiento combatir el déficit de progreso que su hetero-
nacional, de manera que el atentado contra el geneidad racial ocasionaba en el país a ojos de
batallón liberal les hizo bolivianos indignos de la sociedad sólo podía reindianizarlos, asen-
participar en la construcción nacional. Los tándose identitariamente lo indio como antó-
procesos de Mohoza y Peñas acaecidos entre nimo de lo boliviano.
1901 y 1904 fueron un escenario donde no
Segundo, eran contrarios a la unidad
nacional. En la defensa realizada por el liberal

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Bautista Sa a vedra de sus clientes Tomás ba confirmar que la fiebre homicida del los
Ramírez, Pedro Churqui y Domingo victimarios de Mohoza respondía a las taras
Guayraña, éste argumentó que eran autores idiosincrásicas de sus componentes. Éstas
de un crimen colectivo de carácter social y favorecían la ausencia de compasión por el
político a favor de “un plan preconcebido de sufrimiento de sus semejantes, “mucho más
sublevación indigenal” para el que la justicia por los que pertenecen a otra raza superior la
común no establecía penas. Con “astucia y que sólo le inspira odio y venganza”, y el
rencor” los indios habían intervenido en la dominio de la animalidad. De hecho, la natu-
guerra civil movidos por sus propios fines de raleza de la violencia ejercida por los indios
desencadenar una guerra de extinción de los confirmaba a la sociedad que éstos no se com-
blancos que les deparase “un gobierno y pre- portaban como soldados, sino como bárbaros
dominio autóctono”. Como de esta lucha de deshumanizados incapaces de hacer la guerra
razas, “perpetuo antagonismo factor de todo como gente civilizada. Presos del alcohol, con
progreso y civilización”, resultaba el triunfo crueldad y saña mutilaban, torturaban, asesi-
de “los blancos, porque somos más fuertes y naban y se comían a sus víctimas no siendo
más civilizados aunque seamos los menos”, capaces de respetar el espacio sagrado de una
los encausados debían ser amnistiados al igual Iglesia ni las convenciones de derecho inter-
que al resto de bolivianos que participaron en nacional. Paradójicamente, fruto de su dege-
el conflicto, porque en “una guerra no hay neración racial era también su naturaleza
delitos, sino estrategia, recursos, represalias, influenciable que les convertía en “bestias” al
venganzas, triunfos y descalabros, victoriosos servicio de pasiones mezquinas como mani-
y vencidos”. Es decir, la razón por la que festaba el hecho de que su enardecimiento
Saavedra pedía el indulto de los acusados contra el batallón Pando proviniese de las
también era el motivo por el que la raza indí- sugestiones realizadas por el corregidor Juan
gena debía quedar marginada de la construc- Belloq, el cura Jacinto Escobar y su hermana
ción nacional, ya que sus anhelos grupales Hilaria.
tanto amenazaban la cohesión del país y su
integridad territorial, como imposibilitaban Aunque esta triple incapacitación conte-
el sueño de convivencia de un cuerpo nacio- nía contradicciones -por un lado, se recono-
nal heterogéneo. cía a la indiada la autoría de un plan de sub-
versión preestablecido y, por otro, se le hacía
Tercero, con su comportamiento en la dependiente de las pasiones que otros levan-
guerra civil los indios no sólo habían demos- tasen en sus instintos-, implicaba también
trado su insolidaridad, corporativismo y sed que si lo primero les daba entidad política por
de venganza, sino también que eran “una raza contraria que fuera a los intereses nacionales,
atrofiada moralmente y degenerada hasta la su animalización, criminalización y atonta-
deshumanización” que no podía ser utilizada miento disminuía la entidad adquirida y
en las contiendas civiles. En su insistencia por degradaba su causa.
demostrar la inculpabilidad de sus clientes,
Saavedra argumentó que la asociación ayma- Consecuencia del juicio y la condena de
ra a favor del exterminio de la raza blanca era los implicados fue la desciudadanización dis-
un fenómeno de “muchedumbres” que cursiva de la población indígena. La ayuda
redundaba en la deshumanización de sus que ésta prestó a los liberales en su triunfo
componentes. Si bien esta afirmación impli- contra el gobierno quedó oficialmente olvida-
caba la imposibilidad de exigir responsabili- da al igual que negada la responsabilidad de
dades penales individuales, también significa- éstos en la movilización india. En su lugar se
erigió la matanza del batallón Pando como la

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síntesis de todo lo que podía llegar a ocasio- Conclusiones
nar los indígenas si tenían presencia política.
No importó el confuso conflicto rural entre Mediante la re f e rencia a la participación
militares, vecinos de los pueblos e indígenas aymara en los acontecimientos bélicos de
que encerraba la masacre, ni tampoco la 1870 y 1899 se ha tratado de mostrar cómo
coparticipación de los últimos en todos los los conflictos armados ejemplificaron los
sucesos. La matanza de Mohoza, interpretada cambios de percepción y adscripción ciuda-
no sólo como una traición al Partido Liberal, danas y cómo tales variaciones influyeron en
sino como una traición de los indios a los procesos identitarios de descorporatiza-
Bolivia, a cuya población odiaban y querían ción india y de reindianización de parte de la
masacrar en venganza a siglos de opresión, población boliviana. En ambos casos la
condenó a la población aymara a una cuaren- población indígena luchó en una guerra civil
tena y minusvalía públicas. Tachada de poco bajo la creencia de que no sólo la defensa de
confiable e inestable en sus afectos, quedó intereses nacionales le posibilitaría la restitu-
reducida a un colectivo no solidario, corpora- ción de recursos grupales y el fortalecimiento
tivo, atrofiado y deshumanizado y, por tanto, de espacios jurisdiccionales, sino que tal
carente del espíritu patriótico necesario para acción era compatible con lo nacional y lo
su individualización y el reconocimiento liberal bajo la lógica representativa municipa-
público de sus miembros como constructores lista. Pero si en la revolución de 1870 la con-
de la nación. Ante la amenaza que represen- versión del indio en soldado/nacional armado
taba su barbarie había que evitar en el futuro actuaba como un mecanismo de regeneración
su presencia en conflictos nacionales. De lo patriótica y consolidación ciudadana, expre-
contrario, su llamado a auxiliar a una de las sando ello el triunfo de los condicionantes de
fuerzas en conflicto sólo infundiría “al indio utilidad, solidaridad y servicio a la sociedad
el sentido de la fuerza y predominio sobre el contenidos en la ciudadanía cívica, la violen-
blanco” con la consecuente reiniciación de cia india ejercida en 1899 condenó a esta
una guerra de razas que interrumpiría el pro- población a la exclusión a causa de su dege-
greso del país. C o n ve rtidos discursivamente neración racial, animalidad y sectarismo e
en un colectivo bárbaro, sangriento, inasimi- ilustró el asentamiento de la ciudadanía civil
lable por la civilización occidental y, por al quedar vinculados los controles de recono-
tanto, necesitado de una tutela disciplinadora cimiento público al criterio de civilización en
de su potencial arcaico, los indios fueron términos de homogeneidad cultural.
objeto de una política de invisibilización
pública a través tanto de condenarles a una Sin embargo, con indiferencia de su resul-
criminalidad innata, explicitada en su deseo tado discursivo, los episodios bélicos mostra-
de una guerra de razas, como de convertirles dos inciden en que lo militar fue crucial en la
en una población eternamente infantil inca- visibilización pública de los indígenas. Lejos
paz de comprender el juego político. Ambas de poseer un carácter antidemocrático y
posturas, al acusar a la población india del represivo brindó a dicha población oportuni-
pecado de heterogeneidad cultural y respon- dades de existencia social y política a través de
sabilizarla de la ausencia de cohesión social y la figura del “ciudadano armado”, sostén de
tradición cultural, la negaban un papel activo un sistema representativo garante del bienes-
en la confección de la nación y dejaban reclui- tar nacional. La alianza entre los indios y los
da en una imagen esencialista y apolítica que estamentos armados revolucionarios y guber-
la tornaba en objeto de políticas públicas. namentales ha evidenciado que los primeros
no sólo no vivieron de espaldas al proceso de

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construcción nacional ni fueron ajenos a las una novedad histórica y la califican de desa-
concepciones, proyectos o empresas políticas gravio racial o de amenaza a la unidad nacio-
decimonónicas, sino que se constituyeron en nal. A partir de ello, ¿a qué responde la actual
sujetos sustanciales en la institucionaliza- indianización del espacio público boliviano: a
ción/rearticulación territorial del Estado gra- una refundación de lo nacional o a un discur-
cias a asumir como propia la narrativa ciuda- so étnico de ruptura del Estado-nación?
dana de cooperación nacional en su defensa ¿Generará tal indianización de la escena polí-
grupal. A comienzos del siglo XX tal tradi- tica un espacio de reconocimiento y convi-
ción intervencionista/cooperativa, aunque vencia nacionales o conducirá a nuevas y
fue desdibujada o falseada discursivamente, dolorosas segregaciones?
siguió manteniéndose a través de un progresi-
vo aumento de la presencia indígena en la Bibliografía
vida asociativa y en el sistema de partidos, ya
que, paradójicamente, su descalificación Barragán, Rossana, 2000a, “¿Categoría fiscal
social generó una mayor necesidad de con- o categoría social? La campesinización del
quista del espacio público nacional en calidad indio”, en Cuadernos de Historia
de legítimos miembros del mismo (Salmón Latinoamericana: Estado-nación, comuni -
1997, Irurozqui 2000). dad indígena, industria. Tres debates al final
del milenio. AHILA No. 8, Ridderkerk,
En este sentido, las colaboraciones mul- Holanda, p. 143-167.
tiétnicas y multiclasistas presentes en las gue-
rras han mostrado que la distancia entre los ————, 2000b, “Tramas, dramas, epope-
indígenas y el resto de los bolivianos respon- yas y mitos en las historias bolivianas del
dió en gran medida a relatos elitistas de iden- siglo XIX”, en Historias… de mitos de ayer
tidades irreconciliables, cuya intensidad y y hoy. Revista de la Coordinadora de
oportunismo generaron a lo largo del siglo Historia No. 4. La Paz, p. 51-94.
XX fracturas sociales y distancias culturales
asentadas en el tópico de la guerra de razas. Condarco Morales, Ramiro, 1983, Zárate. El
De ahí que el triunfo en las urnas de Evo “temible” wilka. Historia de la rebelión
Morales, con su cambiante adscripción iden- indígena de 1899, Renovación, La Paz.
titaria de cholo a indio, el apoyo multiétnico
a su candidatura y la trayectoria política del Demelas-Bohy, Marie Danielle, 1981,
MAS como movimiento social, muestre una “Darwinismo a la criolla: el darwinismo
realidad histórica boliviana en la que la inci- social en Bolivia 1880-1910”, en Historia
dencia de lo popular -con independencia de Boliviana No. 1-2, Cochabamba, p. 55-82.
su coyuntural catalogación étnica- en la defi-
nición histórica boliviana no es excepcional, Grieshaber, Erwin P., 1985, “La definición
sino consustancial a su desarrollo. Ello abre cambiante de un indio. Comparación de
varios interrogantes historiográficos: por un los censos bolivianos de 1900 y 1950”, en
lado, la trascendencia del juego de recreacio- Historia Boliviana No. 1-2, Cochabamba.
nes identitarias que conlleva la categoría indí-
gena y los usos políticos y públicos del mismo Guerrero, Andrés, 2000, “El proceso de iden-
(Grieshaber 1985, Barragán 2000a, Méndez tificación: sentido común ciudadano, ve n-
2001, Lavaud 2002); por otro, el sentido his- triloquía y transescritura”, en Andrés
toriográfico y político de las narrativas públi- Guerrero, compilador, Etnicidades,FLAC-
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