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Published by antoniette.sd, 2016-06-01 10:01:50

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CAPITULO 3
Primeros negocitos
Si por algo se caracterizan --nos caracterizamos-- los emprendedores es por no poder estar quietos. Como que siempre traemos una revolución en la cabeza y estamos viendo qué podemos hacer, y como ya te platicaba en el capítulo anterior, muchos lo empezamos a hacer desde chiquitos. Somos ejecutores, hacedores. ¿Por qué no canalizar toda esa en- ergía en algo productivo y emprender cuanto antes?
I
II
II


Es bueno empezar temprano y cuanto antes mejor
porque:
Eres más valemadres. No tienes falsas pretensiones, haces las cosas porque genuinamente te interesan, te gustan o porque quieres probar; tu miedo al riesgo es menor (lo peor que te puede pasar es que te quedes sin poder salir dos meses porque tu intento falló).
Eres más resiliente. O sea, si te caes, te puedes volver a levantar rápido, y eso desafortudamente muchos lo pierden con la edad. Tienes pocas responsabilidades; cuando estás en la prepa o en la uni, generalmente tienes menos presiones cuando no estás en exámenes o entregas; no tienes una responsabilidad tan grande como una familia o hijos que mantener.
Tienes toda la energía del mundo. Puedes enfocar todo tu tiempo y energía en trabajar o,
mejor aún, emprender un negocio Es un hecho que te puedes desvelar y hasta llegar en vivo a clase luego de salir en la noche y no te sientes como si te hubiera atropellado un camión o como cucaracha fumigada. Puedes aguantar el hambre y aún así tener pila. Bien dicen: “Juventud, divino tesoro”
No tienes ideas preconcebidas. Estás viviendo tantas cosas por primera vez, que tu mente ni siquiera ha tenido chance de hacerse a la idea de que hacer las cosas de un modo es bueno o malo.
Disponibilidad de horario. Si estás en la secundaria o en la prepa, vas a la escuela en la prepa, vas a la escuela en la mañana o en la tarde y no hay más, a menos que ya estés metido en algún
deporte o actividad extracurricular.


Y aún así, siempre hay tardes y fines de semana que quedan libres. ¡¿Y vacaciones de más dos meses?!
¿Cuándo vuelve a ocurrir eso en la vida? ¡Nunca!
No te preocupa tanto el dinero, ni tener cierto “estilo de vida”.
Lo más seguro es que comer sopa instantánea no represente un problema para ti. Puede que todavía cuentes con todo el apoyo de tus papás y sigas viviendo en tu casa. Esto quiere decir que lo más seguro es que los gastos de renta, luz, agua, gas, internet y teléfono no corran por tu cuenta. Es más, si tu mamá o tu papá tienen carro, es probable que te lo presten (aunque solo lo hagan bajo ciertas condiciones). Aparte están los suertudos a los que les regalan uno y les dan para la gasolina; a esas dos cosas, sin duda, pueden sacarle mucho provecho.
No importa la edad que tengas, la realidad es que nunca eres demasiado joven y nunca serás suficientemente experto. Cuando estás chavito te dicen que estás muy chico para empren- der, que tienes empuje y ganas, pero cero experiencia; cuando estás más grande, tienes mucha experiencia pero todo te lo pien- sas demasiado y te atreves menos. Haz a un ado esas voces, entre más pronto pongas manos a la obra, mejor. La cosa está en ver qué tienes a la mano, qué necesita la gente que tienes
Busca algo que te guste, que se te dé natural o en lo que seas bueno, y te pueda dejar dinero.
alrededor
y ver una
manera
de sacarle
jugo.
Para llevar a cabo tus primeros emprendimientos, no tienes
que inventar el hilo negro, solo debes identificar una
oportunidad que los demás están dejando pasar. ¡Todas las experi encias suman!
o
ocho?, ¿todo mundo chulea tus diseños?, ¿haces reír a los niños?, ¿te encanta algo que todos los demás odian hacer? Es momento de que veas qué puedes hacer con eso.
Llévalo al siguiente nivel.
Ejemplo: si hablas perfecto inglés y quieres dar clases, aprende lo básico de cómo enseñar y empieza a dar tutorías.
Detecta aquello que nadie pela
y hazlo tuyo.
Si en tu casa tienes algo que nadie usa pero todavía sirve, ¿podrías desempolvarlo, tunearlo y
venderlo? ¿Tu abuelita tiene
arrumbada un montón de chatarra que ya no quiere pero nadie le
ayuda a deshacerse de ella?
Ponte una meta y cúmplela.
¿Quieres irte de viaje, comprar el nuevo Play Station, una Mac?, ¿quieres festejar en grande el cumpleaños de tu mamá? Encuen- tra una motivación concreta y haz cuentas para saber exactamente cuánto necesitas.
Suma tus ideas y multiplica lo
que ya tienes.
A veces una cosa te lleva a la otra, aprende a leer las necesidades de los demás, adáptate y encuentra una alternativa.
¿Has tomado clases de tenis desde que tenías
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Como podemos ver, el emprendimiento es una inquietud que muchos tenemos desde chicos; empezamos nuestros primeros “negocitos” de una forma muy natural, casual, casi, casi como juego. Algo que yo recuerdo de esa edad es que en unas vacaciones me puse a organizar a mis primos para montar una coreografía, yo coordiné desde los pasos hasta la impresión de boletitos, la venta de palomitas, el cobro y reparto de “utilidades”, ja, ja, a lo mejor nos tocaron como veinte pesos por persona, pero eran veinte pesos que no teníamos, y al final todos la pasamos bien.
De verdad pueden ser cosas tan sencillas, que te rep- resenten gastar muy poquito o nada de dinero, como lo que hizo Gerardo Sordo, fundador y director de BrandMe, quien cuando iba en la secundaria, era el único en su salón que tenía un quemador de CD’s en su casa, así que aprovechó eso y se puso a conseguir programas y quemar- los, los cuales vendía en $200 pesos. Un poco carero el muchachito, ¿verdad?
Otro ejemplo es el de Rodrigo Gutiérrez, fundador de STV, una empresa que produce stevia y la comercializa a la industria para ser procesada en varios productos finales , era de esos que por un lado no recibía “domingo” porque en su casa no tenían esa costumbre, aunque por el otro, en fechas como Navidad, su cumpleaños o algo especial, recibía dinero de toda la familia, lo que hacía que pudiera juntar una cantidad considerable para su edad. Fue así como al tener más lana [de golpe] que otros niños tuvo dos ideas: la primera fue que, a los 9 años, se le ocurrió comprar y vender celulares viejos
(¡¿recuerdan esos Nokia gigantescos?!) para luego vender- los a sus vecinos y amigos de la escuela. Eso le permitió a Rodrigo tener más dinero y ahí le vino la segunda idea: pensó que podría prestarle a los que necesitaran, pero con un interés. Por ejemplo, si alguien necesitaba 200 pesos, se los daba, pero se tenía que comprometer a regresarle 210. Tenía tres mil pesos cuando empezó con su banquito y como para cuando tenía unos trece había juntado 14 mil, así que con lo que ganó se pagó su boleto para ir a Europa a los 13 años. Sus papás no le inculcaron como tal, la cultu- ra de administrar el dinero, pero definitivamente sí estimu laron su capacidad de hacer más.
La ventaja de empezar así es que desarrollas el olfato para detectar dónde hay necesidades y oportunidades de negocio que tú fácilmente puedes cubrir con algo que ya tienes y te representa muy poquita o nula inversión de dinero y esfuerzo. Todo es ganancia: ganas dinero, te entre- tienes y hasta aprendes algo nuevo, y si te llega a ir mal no te echas a llorar amargamente por lo que perdiste; le das la
vuelta a la hoja y ya.
Haz más con menos (o con prácticamente nada)
para saber más
www.stvcorporatiom.com


Bootstrapping.-
Ya ves que en Estados Unidos se inventan términos para todo. Con éste se refieren a todo aquello que puedes emprender invirtiendo lo menos posible o de plano nada, y sacarle provecho a lo que tienes a tu alcance.
Déjame decirte una cosa: no importa a qué edad inicies tu carrera como emprendedor, si lo haces con la idea bien puesta de que el dinero no es obstáculo, ya la llevas de gane. Como ya dijimos, no tienes que tener lana, lo que tienes que tener bien encendido es tu radar para identificar lo que ya te está dando tu entorno o tu familia de manera GRATUITA; lo que hay en tu casa y tienes a la mano, pero sobre todo si hay alguna necesidad latente. De esta manera te acostumbras primero a usar tu creatividad, tu poder de convencimientoy de negociación.
“ayúdame a repartir estas pruebas y luego yo te ayudo
con el proyecto de la escuela”
Carlos Camacho, fundador de la empresa Ecoshell, entre
otras empresas con las que cuenta hoy a sus 28 años , tam-
bién me platicó cómo sus 17 años decidió poner un local
de instrumentos musicales, y cuando le pregunté “¿y por
qué de instrumentos musicales?”, me contó que fue
porque su abuelo tenía una tienda de lo mismo en el
Centro de la Ciudad de México; de modo que él le daba el
equipo a consignación y no tenía que invertir en inventario.
Así fue como aplicó su primer bootstrapping en un negocio que duró 6 meses.
¿y si le ponemos un empaque más bonito a esas bolitas de nuez y las vendemos?
ándale, abuelita, regálamelo, a ti ni te sirve.
para saber más
www.ecoshell.com.mx


En mi caso, a los 16 años, a mí me gustaba la ropa como a cualquier chavita y sin tener idea de que existía ese concep- to de bootstrapping, lo empecé a aplicar. Mi mamá viajaba más o menos seguido a Estados Unidos, se iba de misiones médicas y siempre tenía un día libre, y yo, sabiendo que la ropa es más barata allá, se me ocurrió pedirle que me com- prara cosas para luego ofrecerlas entre mis amigas. Cada vez que regresaba con ropa nueva, invitaba a toda la bola de amigas para que fueran a escoger. Con la venta me iba muy bien: me daba para reinvertir y darme mis “lujitos”.
Ve por más
No dejes que tu mente pare. Cuando sientas que te has afianzado, que te está yendo bien, ¡disfrútalo! Siente la satisfacción de ser el o la que está haciendo algo diferente, por lo que tus amigos y familia te empiezan [hasta] a recomendar (ejemplo: “Karina toma unas fotos increíbles, contrátala para que te haga cosas decentes para subir en el facebook de tu negocio”). Pero no te quedes ahí, piensa cuál es el siguiente paso y de nuevo llévate la idea del bootstrapping.
En el tiempo en el que ya vendía ropa a mis amigas, me iba obligadamente con mis papás a Morelos todos los fines de semana. Eso, la verdad, era para mí una aburrición en extremo y una pérdida de tiempo porque en Axochia- pan no había nada que hacer. Pero resulta que me entero que mi papá tenía un local desocupado y aunque no estaba para nada bien ubicado, le pregunté si podía usarlo, y me dijo que sí. Como no iba pagarle renta, ahorré lo que pude y con el apoyo de él y mi mamá lo acondicioné para
convertirlo en una boutique, y como solamente iba a abrir sábados y domingo, decidí llamarla “Fashion Weekend Boutique”. Ahora que veo el nombre, ¡me da pena!
Fashion Weekend Boutique
Estaba de moda todo lo de Abercrombie, Hollister y marcas así. Para los siguientes viajes de mi mamá, lo que yo hacía era checar modelos y precios en las páginas de las marcas, y hacer una lista con lo que quería que me trajera. La cosa empezó a funcionar bien y contraté a alguien para que abri- era desde el viernes y estuviera al pendiente; le pagaba su sueldo base más comisiones, y ya cuando yo llegaba estaba ahí un rato y supervisaba que todo estuviera marchando en orden.
Toma los retos
Cuando tantito creces es un hecho de que tendrás que enfrentarte a una nueva ola de problemas o dificultades. Si haces cupcakes deliciosos primero los vendes a tu familia, luego a tus amigos, y se te ocurre que puedes ofrecerlos en los cafés de tu zona. Te dicen que sí y todo está fantástico hasta que un día te hacen un pedido mucho más grande de


lo que has hecho jamás, te emocionas pero igual te freak- eas, porque la demanda te supera y estás que te quieres matar porque no hay modo de que, horneando en tu casa, puedas sacar todo el pedido.
No te desanimes; si se pone feo, saca valor y agarra el toro por los cuernos. Algunas veces hay que decir que no aunque quisieras decir que sí; otras más, cuando te avientas a decir que sí y quedas mal, tienes que disculparte y poner tu cara de vergüenza. Siempre habrá retos y obstáculos, situaciones que te pondrán en aprietos, pero de lo que tienes que estar conciente es que por todo lo que hagas y dejes de hacer habrá consecuencias; lo importante es no paralizarte ni dejar que tu barco se hunda solo: toma decisiones.
Con la boutique me fui enfrentando con varias piedri- tas en el camino. La primera fue tener que estar dando crédito, ya que en el pueblo como todos se “conocían”, pues se acostumbraba que te fueran pagando en paguitos, lo malo es que no era nada formal ni en montos estableci- dos, era a como fueran queriendo y lo peor: la mayoría de las veces tenías que ir a cobrarle a la gente a su casa. Llega- ba un punto en el que ya hasta me daba pena pero tenía que ir a tocarles y poner mi cara... ¡Todo para que me dieran cincuenta pesos de abono y me dijeran que regresara la próxima semana! Eso fue lo que más me costó trabajo, y nunca pude acostumbrarme. Otro problema fue que la ropa pasaba de moda muy rápido y para que no se me quedara toda ahí, tenía que estar liquidando mis inven- tarios. Tampoco faltaba la blusa que ya te mancharon de maquillaje y si alguien se la veía te regateaba.
Además, empezaron a meter ropa clonada o de imitación de las marcas que yo tenía, obviamente a un precio que ni siquiera era competitivo. Así que decidí moldear el negocio y lo segmenté diferente: como en Estados Unidos hay ropa de bebé preciosa a muy buenos precios y esa nunca pasa de moda, empecé a vender ropa de bebé, eso funcionó y extendió la vida de la boutique por un rato más.
Aprende, especialmente de lo que
no funcionó.
Lo bueno de emprender con poco o nada es que cuando te das cuenta de que el negocio no da para más, puedes pasar a otra cosa sin tirarte tanto al drama. Claro, puede ser una pérdida que duela en lo personal más allá del tema del dinero. Pero si vas dando tus brincos poco a poco, sin aven- tarte a lo loco y sin casco, se te va haciendo el cuero más duro y te vas haciendo más tolerante a la frustración.
A mí por ejemplo el tema de andar de “cobrona” me cansó, ya que por más que a la gente le ofrecía descuentos por pago de contado, no funcionaba, todos eran como adictos al crédito. Además que ya estaba en la universidad, y entre tareas, trabajos, reuniones de equipo, y el hecho de ya se me había metido en la cabeza emprender Fast Fruit Factory, ya no tenía tiempo para estar yendo cada fin a Axo- chiapan, así que decidí cerrar la boutique. Fue una pérdida costeable, pues arranqué con 7000 pesos (que son muy buenos y de hecho los recuperé, pero no fue una deuda que hubiera tardado años en pagar si no hubiera pegado el negocio); solo invertí en los letreros que mandé a hacer en


lona (muy baratos), pero me ahorré gastos, como por ejem- plo en el logo, que fue gratis porque me lo hizo un amigo, el local que también fue gratis, y los ganchos y muebles eran usados.
Afortunadamente no fue un drama ni nada porque no es que hubiera invertido la millonada; simplemente decidí liquidar todo el inventario, darle las gracias a la chava que atendía y cerrar.
Creo que a veces no es fácil, pero uno tiene que
aprender a identificar cuándo un negocio no te da para
más, cuándo acabó su momento y decirle bye. Yo con la
boutique tuve dos años en los que aprendí (y disfruté) lo
que era tener mi propio dinero y pensar en guardar una
parte para reinvertirlo. Nunca lo vi en mi mente como un
negocio que pudiera escalar ni nada así, más bien fue pro-
ducto de unas circunstancias a las que les pude sacar provecho.
¿Te caíste? Sóbate y levántate.
El cerrar un negocio no quiere decir que tu ciclo de emprendedor [ahí termina] ha terminado. Para nada. De hecho, en promedio un emprendedor tiene dos o tres negocios fallidos antes de darle al bueno (y a veces el número de fracasos puede ser más).
Lo que tenemos que entender es que emprender es un aprendizaje experiencial que no se aprende en los libros, sino en la vida real, viendo qué funciona pero también regándola, y es ahí donde está el verdadero siguiente paso.
¿Cómo saber si es el momento de pasar a otra cosa? Si ya intentaste renovar tu producto o servicio, o de adap- tarlo para encontrar nuevos clientes pero todo sigue igual, y has perdido completamente el interés, tal vez ha llegado la hora de decirle next.
En ese momento no lo sabía, pero haber emprendido la boutique sin meterme en una mega deuda y solo gastan- do lo menos posible, me ayudó a que el golpe de cerrarla no fuera tan duro. Finalmente creo que el fracaso es algo que todos hemos vivido en mayor o menor medida (caras vemos, fracasos no sabemos) y con lo que tenemos que aprender a enfrentarnos, pero pienso que al menos en los negocios, entre más pronto te caigas, y de menor altura, te será más fácil reponerte.
Basada en mi experiencia y en la de otros emprende- dores, lo que yo te recomiendo es que de la misma manera tú puedas empezar con emprendimientos que, en el caso de que no lleguen a funcionar o no sean lo que esperabas, puedan ser para ti pérdidas costeables, o sea, que te per- mitan seguir con tu vida sin que hayas empeñado hasta los zapatos y te dejen un trauma de por vida (cada quien sabe cuál es su umbral del dolor y sabe más o menos hasta dónde puede soportar). En inglés le llaman a esto afford- able loss; la primera vez que escuché este término fue gra- cias a mi profesor Sergio Ortíz, de la maestría de negocios del Tec de Monterrey --quien, sin que suene a barba, es de los mejores profesores de emprendimiento que he tenido-- porque cuando nos habló de esto, rompió muchos tabúes que tenía, como el del estereotipo del emprendedor como aquel que ama el riesgo.


Regresando a lo del concepto de affordable loss, en
mexicano diríamos que es calcular más o menos de qué
tamaño sería el madrazo que podrías tolerar si saltas y te
caes, a la hora de emprender. Por eso la recomendación es
que empieces asumiendo costos y riesgos tales que si la
cosa fracasa, puedas levantarte después del golpe
económico, social y emocional.
Affordable loss.-
Directo del inglés, “pérdida costeable”. En mexicano: darte un madrazo chiquito para sangrar poquito, en vez de aventarte de un quinto
piso y acabar todo fracturado y traumado.
Es conforme vas acostumbrando al cuerpo y a tus músculos que se van fortaleciendo, y cada vez logras cargar más y más. Lo mismo pasa con emprender: si te avientas a lo loco sin medir ningún riesgo, endeudándote y endeu- dando a toda tu familia hasta que casi, casi se quedaron sin casa, hay probabilidades de que te pegue... ¿Pero qué tal si no pega? ¿Qué tal si te aventaste desde muy alto, sin paracaídas y sin colchón abajo? ¡¿Te imaginas el tamaño de ese golpe?!
El mito de que el emprendedor ama el riesgo es eso:
un mito. A nadie le gusta quedarse sin un peso y poner en
jaque su estabilidad y la de su familia, al grado de que se
queden todos deprimidos y traumados para siempre. De-
finitivamente si quieres emprender, tienes que aventarte,
pero con los primeros saltos sugiero que lo hagas con
cuidado y, dentro de lo que cabe, calculando que si te
llegas a caer ¡sobrevivas! Vincent Speranza, director nacion-
al de operaciones de Endeavor, dice, y dice bien, que “el
emprendedor debe ser, más bien, un administrador de riesgo”.
No significa que cuando emprendas vayas a arrancar sintiéndote derrotado, pero es importante que tengas claro que existen altas probabilidades de que la primera idea no sea la que [te] pegue, o que probablemente la idea original que tuviste no iba por ahí y la tuviste que moldear. Tan solo veamos las estadísticas: según el Centro para el Desarrollo de la Competitividad Empresarial: CETRO-CRECE, en México el 75% de las nuevas empresas debe cerrar sus op- eraciones después de los primeros dos años en el mercado. Se puede poner una pequeña gráfica de pastel. (Sorry: primer madrazo mental)
para saber más
www.endeavor.org.mx www.crece.org.mx


“El libro del Fracaso”, que surge de la iniciativa de Fuck Up Nights y el Instituto del Fracaso, reúne muchas his- torias de gente que pidió prestada la millonada de la vida para poder formar su empresa y luego, ¡pum!, por malos manejos, por la crisis o porque las cosas simplemente no funcionaron como esperaban, quiebran y se quedan con una deuda de miedo que no les permite ni liquidar emplea- dos, ni pagarle a Hacienda, ni casi, casi regresar a su casa por problemas de embargo.
El tema del dinero está cañón, pero cuando fracasas ese no es el único golpe que duele; caer te afecta a nivel emocion- al, a nivel social, y como muchas veces vivimos del “qué dirán”, también afecta nuestro prestigio. Cuidamos tanto nuestra imagen, la cual hemos ido puliendo “cuidadosa- mente”, que cómo vamos a decir “Yo, Fulanita Pérez... fracasé un negocio”. Horror. No nos gusta ni pensarlo. Pero es real y te va pasar en algún punto. Tu negocio puede nunca despegar, o empezar bien y luego irse en picada, puedes fracasar en la relación con un socio o un trato comercial. Pero eso no te convierte en un looser de por vida. Si aprendes algo de eso, te haces un poco más exper- to; si rescatas lo mejor de las decisiones buenas y malas que tomaste, y piensas qué harías diferente la siguiente vez, todo habrá servido de algo. Si fracasas y solo te dedi- cas a llorar tu tragedia, sin reparar lo que puedes sacar de la experiencia, ¡cuidado! Ahí sí que fracasaste como
fracasado.
¿Te digo esto para asustarte y que mates tu sueño de em- prender? ¡Para nada! Te lo digo para que seas realista y tomes en cuenta todas las variables, para que te plantees no solo los mejores escenarios sino también, los peores,
para que te anticipes a las altas probabilidades de fracaso y hagas un plan de prevención y primeros auxilios. Así lo hacen y lo han hecho muchos de los que han revoluciona- do al mundo con sus ideas. Tan solo piensa en los her- manos Wright, que sabían que iba llevarles un tiempo el poder volar su avión y por eso buscaron un terreno seguro para poder practicar sus fracasos; no se arrojaron desde puentes o edificios, eligieron primero un terreno planito, una temporada con buen viento y practicaron el fracaso una y otra vez hasta el día que por fin consiguieron elevarse.
Volando bajo
(tips para tus primeros emprendimientos):
1
3
Detecta la información para poder generar valor.
2
Usa todo lo que tienes a tu alcance y piensa cómo puedes solucionar las cosas sin tener que invertir un peso o usando lo menos posible.
Planea tus ensayos y practica tus fracasos.
4
Finge tu negocio antes de aventarte.


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