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Published by Maestro Rolland, 2015-05-28 16:13:32

KABASH MÓDULO III

KABASH

ENERGIA VITAL Y EL
DESARROLLO DEL
AURA

Módulo III

Canalizar la fuerza de la mente y del espíritu para
alcanzar nuestras metas en todos los planos:
profesional, económico, físico, emocional, afectivo,
familiar y espiritual.

Coordinación. Gral.: Maestra, Ps. Alma Pochellú.
Maestra, Ps. Ana Paula Garrido

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KABASH

PROGRAMA

• INTRODUCCIÓN
Energía: Principio de Vida

• Qué es el Aura?
• NACE UNA SABIDURÍA...
• ¿Cómo Surge la idea de la Energía?
Los Tres Planos del Aura
• Positivismo y Negativismo
Cómo Proteger Nuestra Aura
• Energía vital y el Desarrollo del Aura

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KABASH

INTRODUCCIÓN

Energía: Principio de Vida

Desde el Antiguo Egipto hasta hoy, diversas civilizaciones y cultura manifestaron sus
conocimientos sobre la existencia de la energía en el ser humano. Muchas personas fueron
perseguidas y condenadas por ello. Por el contrario, otros han sido distinguidos por su gran
sensibilidad frente a las “manifestaciones divinas” y por su gran capacidad de ayuda.
Sin embargo, con diferentes símbolos o palabras, fueron muchos aquellos que a través de la
historia se refirieron a ese “brillo”, a esa “luz”, esos “colores” que emanan de todo ser vivo.
Los cristianos representaban esa luz en los halos de los santos, ese brillo dorado sobre la cabeza
de las figuradas consideradas más elevadas espiritualmente.
Dentro del judaísmo se conocían las dos bandas de luz que se proyectan saliendo de la frente de
Moisés. Los judíos Kabalistas hacen referencia a Shehina, considerada como una belleza y la
fuerza que emana de Dios y del espíritu del hombre. Como dice la biblia la “luz de Dios”.
Muy próximo a este concepto está el de los Antiguos Egipcios que hablaban de Shehin o Shehiká;
palabra que en el idioma arameo-caldeo se refiere a Mercurio, considerado por los egipcios el
astro de mayor importancia para el aura; conocido como el astro que regía su equilibrio por
estar más próximo al sol –el centro de vida y de energía para nuestro mundo.
Para el hombre primitivo, los fenómenos no tenían una explicación lógica; siempre lo atribuían a
lo desconocido, al Mundo trascendente.
Hoy, gracias al invento de la cámara Kirlian, hasta la misma ciencia ha reconocido la existencia de
lo que frecuentemente llamamos de aura o campo bioenergético. Ya no se consideran delirantes
aquellas personas que hablan del brillo, de la luz y de los colores que rodean a las personas.
Sin embargo, aún le falta aprender mucho a la ciencia a pesar de todos sus adelantos
tecnológicos.

¿Qué es el Aura?

El Aura representa nuestra alma, nuestro plano espiritual y físico; en esencia es la energía de
nuestra vida. Sin aura, es decir, sin energía, no hay vida. En cada ser vivo de cualquier especie,
existe aura; aunque para cada forma o manifestación de vida existan diferentes auras.
Continuando con el concepto de que el hombre es un microcosmos dentro de un macrocosmos,
comprendemos que hay un orden que une todas las manifestaciones de vida en el universo.
La permanente desintegración del Sol produce una emanación de calor que posibilita nuestra

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existencia; de la misma forma, cada célula que muere dentro de nuestro cuerpo libera una
energía vital.
Por lo tanto, el aura es fruto del desprendimiento de energía.
El brillo del sol es resultado de su muerte, es decir, libera energía durante su constante
desintegración. Lo mismo ocurre con el brillo que emana de nuestro cuerpo, resultado de la
energía que es liberada a partir de la muerte de millones de nuestras células a cada segundo. En
nuestro cuerpo a cada momento, mueren y nacen otras células, este es el ciclo de la vida.
Una vez más, un mismo concepto que nos une a la ley de igualdad entre un micro y un
macrocosmos y que nos permite comprender la existencia del aura o de la energía de vida en
cada uno de nuestros órganos. Podemos pensar que somos un pequeño sol.
Los tres centros más importantes del aura de nuestro cuerpo son:
En la mujer: en el tercer ojo

Entre los senos
En el ombligo

En los hombres: en el tercer ojo
En su sexo
En el ombligo

NACE UNA SABIDURÍA...

Hace miles de años, los Antiguos Egipcios hay sabían de la existencia del aura.
Los Sacerdotes Hierofantes del Antiguo Egipto fueron de los que mayor importancia dieron al
tema energía. Decían que en todo existía aura, hasta mismo en una piedra.
Según ellos, el aura representaba el alma, la espiritualidad, la energía de la vida. Consideraban
que existían diferentes auras correspondientes a diferentes formas de vida: o sea que el aura de
un ser humano no es igual a la de una roca o de una hormiga.
Ellos crearon un profundo conocimiento de cómo desarrollar y conservar la energía del aura.
Al principio instintiva o intuitivamente pasaban las manos por el enfermo con el sincero deseo
de curarlo. Entonces percibían que su propio cuerpo desprendía mucho calor y que se podían

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ver “luces de colores” en sus manos. No entendían a que se debía aquella visión mágica y
atribuían esos fenómenos a su fe y a su Creador.
Ese fue el inicio de sus primeras experiencias: extendían sus manos en dirección al sol, buscando
cargarlas de energía; se concentraban con gran fe en sus oraciones mientras apoyaban sus
manos sobre el enfermo y entonces percibían como éste iba mejorando.
De esa forma, aparecieron sus primeras inquietudes y comenzaron a buscar explicaciones.
Comenzaron a entender que la fuerza del Creador también estaba en sus manos: al tocar una
persona con profundo sentimiento y deseo de curar, podían unirse a la gran energía cósmica, la
fuerza vital que existe en todos los seres y elementos de nuestro Universo.
Sin embargo, pensaban que la cura o la muerte de la persona dependía de la voluntad de Dios.
Fue a partir de la Dinastía XII, con el nacimiento de la Gran Escuela de Ptah Otep que surge el
primer esfuerzo hacia la organización del conocimiento. El hombre es llevado a tomar
consciencia y responsabilidad delante de la sabiduría y del enfermo. Se comienza a exigir a los
sacerdotes el conocimiento sobre el cuerpo humano y sobre como curarlo.
Dentro de su formación realizaban diversas prácticas de desarrollo de la sensibilidad mística,
donde buscaban ver el aura a través del “tercer ojo”; ese ojo invisible que está en la frente y que
busca, constantemente, una verdad desconocida para el intelecto y para la razón. Sabían que
con sólo interpretar los colores del aura podrían llegar a detectar una enfermedad que la
persona aún no sabía que tenía o un dolor futuro que aún no se había manifestado.
También aprendieron a distinguir las diferentes auras de acuerdo a los conceptos de Guf
(cuerpo, energía vital), Ba (mente, energía espiritual) y Ka (alma, energía astral). Tomaron
conocimiento sobre los diversos “centros de energía” que existen en el cuerpo, de esta forma,
consiguieron perfeccionar sus “pases” de energía con las manos, dando fuerza a la persona para
superar una enfermedad en el plano físico o espiritual.

¿Cómo Surge la idea de la Energía?

Para entender mejor la filosofía de los Antiguos Egipcios sobre la energía vital y el aura; vamos a
tomar como referencia una historia contada por el Maestro Rolland:
“Les voy a contar una historia muy poética e interesante sobre el aura. Ocurrió en el Antiguo
Egipto, en la Dinastía XVIII, período que estudié con dedicación y cariño para comprenderlo
mejor.
Esa historia nos cuenta que hubo en esa Dinastía un Faraón llamado Akenaton, cuyo médico
personal era Akenamum, que pertenecía a la escuela de Ptah Otep. En esa escuela Hermética se
aprendían la alta magia y la medicina de aquella época.
Ese médico, Akenamum, era un anciano que había sido médico de Amenofis III, padre de

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Akenaton y también esposo de la Reina Tyié.
Un día, estando Akenaton escupiendo sangre, lo que debería ser una tuberculosis, Akenamum le
dio un té de amapolas, que servía para calmar la tos, y cubrió su pecho con un paño con hierva
de mostaza para aliviar también su problema de bronquios – era una medicina muy antigua.
Simultáneamente a todo esto, Akenamum le dice:
Faraón, podemos unir nuestras auras, unir nuestras luces? Aceptaría usted unir el aura de un
anciano con la suya?
Akenaton escuchaba eso por primera vez:
-Cómo es eso? Explíqueme Gran Médico cómo es eso?
-La vida – dice Akenamum a Akenaton – es el resultado de vida y muerte. Existen nacimiento y
muerte dentro de nosotros en un abrir y cerrar de ojos. Es como se nacieran y murieran células
constantemente. Dentro nuestro existe un ciclo que se renueva sin cesar, existe el nacimiento y
la muerte de nosotros mismos. Y eso crea una luz. De esta forma, Gran Faraón, si usted toma
un pedazo de pan para quemar, este de desintegrará, pero gracias a la “muerte” de ese pan,
habrá luz. La muerte genera vida y la vida genera muerte: y el resultado es siempre la muerte,
pero la muerte es vida. Esa es la cadena que hizo el Creador, es su ley.
Por lo tanto, todo lo que se desintegra crea una luz. Cuando vemos que el petróleo se
desintegra, vemos el desprendimiento de una energía.
Dentro nuestro es ese calor, ese fuego que está quemando calorías, que crea una luz que no
vemos. Por qué no la vemos? Dónde está esa luz, la luz de la vida misma?
Hace muchos años yo hablaba del aura con los escépticos y ateos que no creían en ella. Para los
religiosos el aura era algo que rodeaba a los santos en las iglesias; esa luz, esa luminosidad, se
atribuía únicamente a los santos.
Entonces apareció un hombre llamado Kirlian que a través de un invento, de una máquina, podía
sacar la foto del aura. A partir de ello, ella pasó a ser una verdad.
Cuando la ciencia dijo que el aura existe, todo el mundo pasó a decir que ella existe. Hace miles
de años que los místicos dicen que ella existe y nadie les creyó.
Pero qué pasó con Akenamum y Akenaton? Tratemos de imaginar y entender esa escena:
“-Descálcese, gran Faraón, sáquese sus sandalias – él se las sacó. Ahora quédese en puntas de
pie delante mio – él se puse de frente al médico. Cierre sus ojos y apriete bien los puños y repita
conmigo una Dabraká:
-Qué es eso gran Médico? Es una oración para Aton? Una oración para el Gran Dios Aton?
-No, no es eso. Es una combinación de letras y sonidos. Cada sonido se une a otro, ellos se
“chocan” y liberan una energía. Como en los sonidos en todo puede haber un choque. En todo
hay energía, en todo hay vida. En el aire hay energía Gran Faraón, y es muy grande y no se ve.

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-Es parte de Dios?

-Puede ser parte de Dios, gran Faraón, puede ser. Pero también el agua es energía.

-Porque viene del Nilo? Preguntó Akenaton. Porque viene del Río Sagrado?

-Si, puede ser que sea porque viene del Río Sagrado.

-Dígame ahora que hago aquí descalzo? Qué tengo que hacer?

-Repita conmigo algunas combinaciones y jeroglíficos. Algunos de ellos, como digo, chocan
entre sí creando una polarización y liberan una energía, algunas femeninas, otras masculinas.
Algunos números son masculinos, otros son femeninos y cuando ellos se juntan también
desprenden energía como en la unión entre el hombre y una mujer. Ahora mi querido Faraón,
sabe la esencia de ello. Sabe que existen letras y jeroglíficos que son masculinos y femeninos.

Cuando unimos un masculino con un femenino, tenemos una energía dentro nuestro. Pero no
basta solo con pronunciar la palabra, tenemos que concentrarnos y así crear una corriente de
energía; y, si el Gran Faraón se concentra en los mismos jeroglíficos que yo, si nuestras mentes
estuvieran en ellos, nuestras almas estarían unidas. Vamos a unir ahora nuestras auras, uniendo
nuestras cabezas. Así voy a transmitirle energía para su salud que está decayendo.

-Me entrego en cuerpo y alma –dice Akenaton a Akenamum. Mi Ka y mi Ba están contigo. Mi Ba
y mi cuerpo, todos sus miembros, están a su disposición gran Médico Akenamum. Quiero que
me ayude en mi enfermedad.

Ahí vemos una escena de vida, una escena de Sabiduría de una época tan remota que es de más
de 3500 años atrás.

De esta forma podemos comprender más profundamente el aura o campo bioenergético, es el
brillo o luminosidad que podemos “ver” en el desprendimiento de energía.

Sabemos que cada energía posee una frecuencia que produce una determinada coloración, por
eso el aura emana colores diferentes que solamente podemos percibir a través del “tercer ojo”,
ese “portal”, que se abra para otra dimensión de vida y puede captar aquello que está más allá
de los cinco sentidos básicos: olfato, tacto, gusto, visión y audición.

Podríamos entender el tercer ojo como la sede de nuestro “sexto sentido”.

De acuerdo a las leyes de la física, la corriente e energía surge a partir de los polos opuestos:
positivo y negativo. Así se produce la corriente eléctrica o misma la corriente generada por una
pila o una batería. Por lo tanto, de no existir la polarización, no habría flujo de energía y
consecuentemente, no habría vida.

El Cosmos está regido por la Ley de Polaridad: nuestro planeta gira sobre dos polos – norte y sur,
que a su vez responden a la influencia de dos polos: el Sol y la Luna. En toda la creación hay
oposición; y, de esta forma, el aura existe a partir de la polaridad, es decir, del choque entre dos
energías opuestas. También dentro de nuestro cuerpo, si no hay polarización, no hay vida.

En el hombre, esta polaridad se da desde sus células que también tienen sus polos y gracias a

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eso se puede dividir y crear el cuerpo humano. Cada uno de los órganos también tiene su
polaridad y, como enseñaban los antiguos Sacerdotes Hierofantes: equilibrio y salud; es decir,
que cuando un órgano no funciona bien, significa que sus polos no tienen la misma intensidad
energética. Entonces la enfermedad se refleja en una diferencia en el aura, inclusive con una
alteración en sus colores.
Un día antes de la muerte de una persona, su aura es maravillosa pues el proceso de
desintegración se intensifica, hay un mayor desprendimiento de energía y consecuentemente el
aura brilla más. Muchas veces, ese fenómeno hace pensar que esa persona se está
recuperando, pero en verdad lo que ocurre es lo que llamamos “la mejora de la muerte”.
El Aura también manifiesta los diferentes estados de ánimo en que vive la persona: su nivel de
estrés, su agotamiento físico, sus desilusiones afectivas y hasta su falta de integración y contacto
con la naturaleza.

Los Tres Planos del Aura

GUF: Cuerpo, Energía Vital
Si pudiésemos comparar el aura de aquellos sacerdotes de 3000 años atrás con la de un hombre
actual, ciertamente podríamos verificar cuánto se ha debilitado el aura humana en la sociedad
moderna.
Actualmente es difícil visualizar el aura física, eso ocurre debido a que todos los tejidos que
utilizamos son sintéticos y porque, prácticamente, no vivimos en contacto con las energías
provenientes de la naturaleza en nuestro diario vivir.
El Aura disminuye delante de la computadora y de la misma forma se deteriora cuando
utilizamos muchos elementos sintéticos en nuestras vestimentas o en nuestra alimentación. Es
indispensable para el equilibrio de nuestra aura que constantemente estemos en contacto con la
tierra y también con todos los elementos de la naturaleza, fundamentales para la vida de
nuestro planeta.
El Maestro Rolland siempre nos da el ejemplo del hombre que puso goma en las pezuñas de su
caballo para evitar lesiones. Pasado un tiempo el caballo tuvo un tumor.
BA – Mente, energía espiritual
El Aura Espiritual representa la energía anímica y afectiva de nuestra vida.
Cuando nos encontramos con personas que no tienen energía para nada, puede ser un
problema de aura anímica.
Las almas tienen una energía mística de atracción, es la energía del amor que provoca la unión
de sus almas.
Las auras de dos personas unidas a través del amor son maravillosas; un aura unidad a otra tiene

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más energía.
Ese es uno de los motivos de sentirnos tan bien cuando estamos amando; por el contrario,
cuando esa unión se interrumpe (incluso en caso de muerte), el aura sufre una caída de energía
como se parte de su vida se hubiera desintegrado.
KA – Alma, energía astral.
El Alma es el motor, la esencia de vida. Tiene una forma abstracta y puede llegar a ver y sentir.
El Aura Astral no se mantiene con la energía terrestre, depende de los astros y cada color que
emana de ese plano de aura corresponde a la influencia de un astro diferente.
En el Antiguo Egipto, se creía que el aura astral coincidía en todos los seres que pudiesen habitar
diversos planetas y que a través de ella podían comunicarse. Decían que había un “fluido” que
unía todo el Universo llamado AXILUT.

Positivismo y Negativismo

Anteriormente hablamos que para que exista vida es necesario que haya una oposición entre
dos polos: uno negativo y otro positivo. Como resultado de la unión de opuestos, se forma el
neutro que es la propia vida, la Creación.
Todos nosotros poseemos una corriente negativa y una corriente positiva. Como diría Freud: la
convivencia entre Eros y Thanatos, Instinto de vida e Instinto de Muerte.
No existe un ser humano que no tenga una corriente negativa porque dejaría de ser humano.
Ni siquiera el hombre más santo, ni Santo Tomás de Aquino, ni Moisés, Ni Gandhi, ni el mismo
Papa pudieron salvarse de sus corrientes negativas.
Pero hay personas que tienen más de una corriente negativa y son considerados verdaderos
“Brujos”, como algunas veces nos referimos a algunas personas. Por otro lado, hay quienes
tienen más de una corriente positiva y son capaces de “ofrecer la otra cara” aunque hayan sido
lastimados.
Lo normal es que la persona tenga por lo menos una de cada corriente.
Los antiguos sacerdotes hierofantes de Kabash, enseñaban que era necesario buscar un
equilibrio en todo porque el equilibrio es salud en todos los aspectos. No podemos escapar de
la ley humana, de las corrientes negativas y positivas. No podemos negar la “materia prima” de
la que estamos formados: de amor, odio, envidia, nuestro deseo de hacer el bien o de hacer el
mal…
No podemos eliminar totalmente nuestra corriente negativa, sino seríamos semi-dioses, lo que
no es real y no sería normal. Sin embargo, podemos luchar para transformarnos en mejores
seres humanos cada día; ya sería maravilloso si nos preocupáramos por mejorar, si buscáramos
volvernos más elevados espiritualmente, ética y moralmente, si buscáramos desarrollarnos en el

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plano intelectual, cultural y también en el plano místico y astral…

Cómo Proteger Nuestra Aura
I) Influencias Externas

Muchas veces percibimos intuitivamente que estamos siendo influenciados por corrientes
negativas.
Vamos a aprender a defendernos de las malas influencias, de los malos pensamientos o
sentimientos de los otros en relación a nuestra persona, inclusive cuando nos sentimos
asediados por alguien que no nos deja en paz.
En la Dinastía XVIII del Antiguo Egipto, un sacerdote llamado Mish-Ta-Hi, un aficionado por la
pureza, que inclusive se pelaba porque decía que el cabello era impuro, enseñaba el MAGUEN;
un compendio de 18 formas diferentes de defensa.
MAGUEN es el escudo utilizado por los guerreros para defenderse del enemigo. Sin embargo,
algunas veces ese rival puede estar en nuestra propia familia…
Mish-Ta-Hi enseñó el MAGUEN al Faraón y le dijo que no podía tener solamente a los ejércitos
para defenderlo, porque el enemigo no estaba solamente en las fronteras. El Sacerdote decía:
“El Señor necesita defensas contra aquellos que están próximos porque quieren el poder y por
eso quieren que el poder del Faraón caiga”.
Una de las 18 Dabrakás de ese compendio es la propia MAGUEN. Podemos practicarla de la
siguiente manera:
1) De pie, con el puño izquierdo cerrado apoyado a la altura del corazón; para las mujeres debajo
del seno izquierdo. Mentalmente creamos un escudo en nuestra mente que nos protegerá
durante todo el día. También podemos meditar en reuniones o delante de ciertas personas
siempre discretamente, buscando no llamar la atención.
2) En casa, sentados delante de una mesa con la vela encendida. Apoyamos los codos sobre la
mesa y nuestros dedos pulgares en la frente; los otros dedos unidos formando una pirámide. En
esta posición pensamos en la persona que nos está haciendo daño y nos concentramos en la
Dabraká.

II) Influencias Internas

Debemos tener claro que no siempre las influencias negativas son externas, muchas veces es
nuestra propia negatividad interna que se transforma en un obstáculo para nuestra vida.
Son nuestros impulsos autodestructivos que también debemos aprender a superar.
Lamentablemente, podemos ser nuestro peor enemigo…

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Hay personas que sienten culpa por todo, aún sin motivo aparente. Así, consciente o
inconscientemente, se auto castigan, no se permiten ser felices, hacer lo que realmente quieren
hacer, triunfar en la vida. Por qué? Porque inconscientemente sienten que no lo merecen…
Este sentimiento tan profundo puede destruirnos o puede hacer que nos transformemos en
nuestro propio juez y verdugo. Podemos hasta somatizar enfermedades.
Cuando nos sentimos con culpa surge en nosotros una gran agresividad que se vuelve contra los
otros y también contra nosotros mismos.
Tenemos que saber que dentro de nosotros existe una naturaleza constructiva, pero también
una naturaleza destructiva. Es en este sentido que Freud se refería a Eros y Thanatos, como
vimos anteriormente vivimos el conflicto interno entre el Instinto de vida que lleva a amar, a
crear y el Instinto de Muerte que lleva a la destrucción. Pero la vida debe prevalecer!!
Debemos aceptarnos, ser amigos de nosotros mismos, “limpiar” nuestro inconsciente de culpas
e instintos autodestructivos.
Para ello, vamos a aprender una Dabraká que podemos practicar en cualquier momento del día,
principalmente cuando sentimos el impulso de pelear, de romper una relación afectiva por nada,
cuando pensamos en abandonar lo que es tan importante para nosotros solamente porque
hubo un tropiezo en el camino.
También debemos practicar esa Dabraká cuando nos levantamos de mañana, se puede hacer
diariamente si fuera necesario. De pie, en dirección al Este, las manos con los dedos
enfrentados a la altura del centro del pecho, hace un movimiento para fuera como si
estuviésemos sacando “algo” de adentro. Los brazos se van extendiendo hasta abrirse
totalmente.
Realizamos este movimiento varias veces mientras nos concentramos en ANURISH

Energía vital y el Desarrollo del Aura

I) La Influencia de los cuatro elementos
Así como nutrimos nuestro cuerpo diariamente para mantenernos vivos, también debemos
saber que es necesario “alimentar” nuestra aura buscando una “unión energética” con las
fuerzas cósmicas a través de los cuatro elementos de la naturaleza fundamentales para la vida: el
agua, el fuego, el aire y la tierra.
Los cuatro elementos forman parte de la naturaleza y también de nuestro ser, forman parte de
nuestras energías y “alimentan” los diversos órganos y sistemas de nuestro organismo.

1) Agua
Todos sabemos que el agua es un elemento esencial para la vida, ya sea para nuestro planeta o
para nuestro cuerpo. Es interesante notar que la tierra y el ser humano tienen el mismo

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porcentaje de agua en su composición física. Podemos soportar hasta cierto punto la falta de
alimentos, pero nunca de agua. Desde la antigüedad, es considerada un elemento de
purificación porque depura el organismo, purifica la mente y el espíritu de las corrientes
negativas.
Es una de las energías más importantes para que nuestra salud sea plena: mejora el
funcionamiento renal, hepático y hormonal. No existe ningún órgano o célula que pueda
sobrevivir sin ese elemento ya que sin él no hay energía; además de eso, mantiene la humedad
de las células, su frescura y vitalidad.
Debido a esa importancia, podemos comprender por qué muchas veces, nuestras carencias
energéticas se manifiestan a través de mucha sed, lo que significa que la “inteligencia” de
nuestro cuerpo nos pide agua para poder recuperar la energía que falta.
Para usufructuar todos esos beneficios, debemos realizar una práctica diariamente, a cualquier
hora, bajo la ducha, unimos nuestras manos sobre la cabeza en forma de pirámide y mientras
meditamos, dejamos caer el agua sobre nuestro cuerpo (no es necesario mojar la cabeza).
DABRAKA: MU-RET
También practicando esta misma Dabraká antes de comer, podemos asimilar mejor lo que
realmente necesitamos de cada alimento, principalmente las vitaminas; además, facilitamos la
eliminación de aquello que no es necesario. En este caso meditamos con las manos unidas
debajo del agua corriente.

2) Fuego
Es la energía que regula el equilibrio térmico del cuerpo. Es vital para el plano sexual, mejora el
funcionamiento de la mayoría de las glándulas y del corazón. También estimula el flujo
sanguíneo del cerebro y ayuda en los problemas venosos.
Para conseguir energía del fuego en nuestro cuerpo, realizamos una práctica en horarios a
distancia de las comidas, durante el día o la noche, como prefiéramos. Es ideal para los días de
ayuno.
a) durante el día: de pie, extendemos nuestros brazos y las palmas de las manos en dirección al
sol y meditamos con los ojos cerrados (puede ser al aire libre o frente a una ventana).
b) durante la noche: de pie, delante de una vela, extendemos los brazos y posicionamos las
palmas de las manos en dirección a la llama y nos concentramos en la Dabraká (lo mismo para
los dos casos)
DABRAKA: MEH MED REH

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3.Aire

Este elemento nos da una energía maravillosa de salud y juventud: agiliza el metabolismo y
fortalece el sistema inmunológico; aumenta la capacidad pulmonar y la oxigenación de la sangre.

Más oxígeno significa más belleza; la práctica que vamos a aprender mejora la piel y ayuda a
eliminar toxinas, estimulando la acción de las glándulas sudoríparas, dando un mejor aspecto a
nuestro semblante y más brillo a nuestra mirada.

Para oxigenar bien el organismo, podemos recurrir a la caminata y al ejercicio físico pero
también podemos canalizar el poder de nuestra mente unido a la propia inteligencia corporal y a
la Dabraká.

Vamos a aprender una práctica para generar energía vital a través del aire: Todas las mañanas
(exceptuando los sábados, cuando realizamos la práctica de noche antes de dormir); de pie en
dirección al este, comenzamos a levantar un poco nuestros brazos y vamos apoyándonos en
puntas de pie mientras inspiramos profundamente y nos concentramos en RUJ. Al inspirar,
vamos bajando los brazos y los talones hasta quedar completamente apoyados en el piso
mientras nos concentramos en MET. El movimiento completo se hace nueve veces, entonces
descansamos un momento, y lo repetimos nueve veces más.

DABRAKA: RUJ-MET

4. Tierra
Esta es la energía más importante para rejuvenecer: fortalece el sistema inmunológico y
equilibra los minerales en nuestro cuerpo. También nos da armonía en el plano emocional;
influye sobre el cerebro, estimulando la memoria y todas las funciones neurológicas;
fortaleciendo todo el sistema nervioso.
En esta práctica vamos a unir la energía de la tierra, el agua, el aire y el fuego, una maravillosa
combinación.
Por lo tanto, vamos a necesitar de una mesa para apoyar la vela, un pedazo de mármol y un
recipiente de cobre conteniendo agua.
Entonces, de pie frente a una mesa vamos a apoyar la mano derecha en el mármol y la mano
izquierda dentro de un recipiente ya preparado; la vela debe estar frente nuestro.
En esta posición, inspiramos profundamente mientras nos concentramos en BAH y al expirar en
NUT.
Repetimos por nueve veces y luego mantenemos la respiración por un momento y colocamos en
nuestra mente, con toda nuestra concentración, las dos combinaciones de letras:

DABRAKÁ: BAH-NUT

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