Los anarconarcoporrospunk
Manuel Guillén
©Manuel Guillén 2020
Los anarconarcoporrospunk
Por Manuel Guillén
I
Immanuel Wallerstein fue uno de los teóricos que con precisión narró el
surgimiento, trayectoria, fines y problemas de los llamados “movimientos
antisistémicos” del sistema-mundo capitalista, como él mismo llamó a nuestra
civilización. La historia que contó es larga y profusa y la trató en extenso en
obras como Después del liberalismo y en la colección de ensayos, Historia y
dilemas de los movimientos antisistémicos.
De manera sucinta, podemos decir que estos movimientos tuvieron un
propósito ideológico compartido, consistente en consumar los ideales políticos
y sociales de la Modernidad clásicai, resumidos en el empoderamiento efectivo
de la ciudadanía para obtener respeto a sus derechos fundamentales, una vida
económicamente digna y voz y voto en las decisiones políticas corrientes.
Wallerstein distinguió entre dos grandes clases de movimientos antisistémicos:
los sociales, que intentaban deshacerse de la concentración de poder en una
reducida clase privilegiada, y los nacionalistas, que buscaban dar cuenta del
poder político y militar de una potencia extranjera.
Ambos constituyeron la época sobresaliente de las revueltas, revoluciones y
guerrillas de la posguerra y que se extendieron, en África y Centroamérica,
hasta la década de los noventa del siglo pasado.
Pero el sociólogo fue enfático en lo que ocurrió con estos movimientos tras la
“revolución mundial” de 1968: allí se manifestó de manera contundente el
quebranto de la confianza popular en estos movimientos. Muchos de ellos
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habían alcanzado ya el poder, y muchos poderosos que no fueron derrocados
habían usado parte de las promesas de los movimientos para mantener la
lealtad de la población. Pero ni unos ni otros pudieron dar cumplimiento a las
demandas de la ciudadanía. La movilidad social era parcial e insuficiente, la
creencia en el progreso parecía carecer de fundamentos que no fueran
solamente ideológicos, y quienes arribaban o permanecían en el poder
únicamente velaban por sus intereses privilegiados.
La época que siguió a 1968 fue de desencanto, diseminación y de reacomodos
sociales en la lucha antisistémica. Dice Wallerstein:
La conclusión que las poblaciones del mundo derivaron del desempeño que
tuvieron esos movimientos antisistémicos clásicos en el poder fue negativa.
Dejaron de creer que estos partidos les traerían un futuro glorioso o un mundo
más igualitario, y dejaron de otorgarles la base de su legitimación; y al perder la
confianza en estos movimientos, también perdieron su fe en el Estado en tanto que
mecanismo de transformación. Esto no significa que grandes sectores de la
población no votaran ya más por dichos partidos en las elecciones; pero sí quiere
decir que éste se ha convertido ahora sólo en un voto defensivo, para reducir las
adversidades o infortunios, pero no ya como la afirmación de una ideología o de
ciertas expectativas.ii
A continuación, para el cierre del milenio, perpendicular a esto, se consolidó lo
que el sociólogo alemán Ulrich Beck ha llamado «La devaluación histórica de
las bases de la racionalidad». Es decir, ha comenzado a perder sustentación la
constitución jurídica, argumental e ideológica de lo él llama la primera
Modernidad, ubicada en el mundo paneuropeo de los siglos XVIII y XIX, y que
llegó quizá hasta el primer tercio del siglo XX. La idea de estados nacionales
fuertes, de ciudadanos comprometidos en solidaridad de masas y la posibilidad
de una seguridad jurídica nacional ante los peligros de la interacción social y
de la intervención internacional, ha quedado en entredicho.
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El mundo que siguió a la Segunda Guerra Mundial es uno de variadas
desregulaciones y de pérdida de controles políticos y jurídicos efectivos ante el
avance global de la tecnociencia y de la economía de mercado. En pocas
palabras, estas dinámicas sistémicas se han agigantado hasta el punto de
poseer una lógica propia auto regulatoria que rebasa las condicionantes
nacionales que pudieran existir para acotar su funcionamiento. De acuerdo
con Beck:
Las pautas colectivas de vida, progreso y controlabilidad, pleno empleo y
explotación de la naturaleza típicas de esta primera modernidad han quedado
socavadas ahora por cinco procesos interrelacionados: la globalización, la
individualización, la revolución de los géneros, el subempleo y los riesgos globales
(como la crisis ecológica y el colapso de los mercados financieros globales) … De
hecho, se colapsa la idea misma de controlabilidad, certidumbre o seguridad, tan
fundamental en la primera modernidad. Está constituyéndose un nuevo tipo de
capitalismo, un nuevo tipo de economía, un nuevo tipo de orden global, un nuevo
tipo de sociedad y un nuevo tipo de vida personal, todos los cuales difieren de
fases anteriores del desarrollo social.iii
Esta circunstancia histórica, ya ineludible, naturalmente ha propiciado la
emergencia de nuevas subjetividades políticas y de nuevas individualidades de
interacción en comunidad. A las que el teórico alemán llama «la generación del
“primero yo”, los hijos de la libertad». Concentra entonces su descripción sobre
estas nuevas subjetividades, en un segmento específico de la sociedad
contemporánea: el de aquellos herederos de la burguesía tradicional de la
Modernidad, que en el siglo XX incluyó también a los herederos de la clase
media acomodada e ilustrada:
Hemos asistido a una erosión global de la autoridad de los estados nacionales y a
una pérdida general de la confianza en las instituciones jerárquicas. Pero, al
mismo tiempo, la intervención activa de los ciudadanos se ha hecho más habitual
y ha roto las amarras de las convenciones pasadas, especialmente entre los
segmentos más jóvenes y educados de la población. Los espacios en los que las
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personas piensan y actúan de forma moralmente responsable se están haciendo
más pequeños y mayor la probabilidad de que impliquen relaciones personales
intensas. Sin embargo, se están haciendo más globales y difíciles de gestionar. Los
jóvenes se movilizan por cuestiones que la política nacional excluye en gran
medida. ¿Cómo puede evitarse la destrucción ambiental global? ¿Cómo se puede
vivir y amar bajo la amenaza del sida? ¿Qué significan la tolerancia y la justicia
social en la era global? Estas cuestiones se escapan a las agendas políticas de los
estados nacionales. La consecuencia es que los hijos de la libertad practican un
alejamiento de la política sumamente político.iv
Por supuesto, junto con estos jóvenes herederos de las ventajas educativas de
la primera modernidad, que hoy constituyen un conjunto global de intercambio
de opiniones instantáneas, vía las redes sociales, también han emergido en
esta “segunda modernidad” (el término que Beck prefiere en lugar de
“posmodernidad”) los hijos desarrapados del lumpen proletariado, que hoy se
activan de maneras políticamente chocarreras, más con furia que con certeza
en contra del sistema social que está a punto de sufrir modificaciones aún
impredecibles.
II
Hemos visto con Wallerstein que la semilla de los conjuntos de individuos
contestatarios del presente tiene su origen en la ya larga tradición de las
agrupaciones antisistémicas, que han proliferado en casi todo el sistema-
mundo capitalista desde el inicio de su afianzamiento decimonónico. Grupos
que, desde el siglo XIX, han oscilado en los márgenes del Estado con la
correcta creencia de que el sistema no cambiará gran cosa por medio de los
procesos institucionales creados por él mismo. Aunque con una diferencia
central entre entonces y ahora: el quebranto postmodernista de las grandes
ideologías.
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Si algo aprendimos de la obra de Lyotard hace ya más de cuatro décadas fue el
hecho de la acelerada desaparición de los grandes referentes ideológicos de los
siglos XIX y XX para dar lugar a regionalismos, fundamentalismos e
individualismos. «El gran relato ha perdido su credibilidad, sea cual sea el
modo de unificación que se le haya asignado: relato especulativo, relato de
emancipación».v Dejando sin duda un vacío de poder, como se constató con la
caída del bloque comunista hace tres décadas, pero sobre todo de legitimidad
política; circunstancia vigente en el mundo occidental hasta el día de hoy.
Es bajo estos parámetros que deben verse las explosiones “anarquistas” de lo
que va del siglo. En primera lugar, son instancias locales de los nuevos actores
contestatarios de la globalización de lo que Beck llama la subpolítica: «…por
definición ocupa un terreno de nadie entre el mercado y el estado pero que,
como tercera fuerza, obtiene cada vez más influencia y exhibe su potencia
política respecto a gobiernos, corporaciones internacionales y autoridades»vi.
Actores que, en la esfera de influencia cultural mexicana, compuesta por
aquellos individuos jóvenes herederos de la clase media que rozó aún los logros
del “milagro mexicano”, tuvo su principal modelo a seguir en los disturbios de
Seattle en 1999:
The organizers were a hodgepodge of groups -unions worried about competition
from cheap foreigner labor, environmentalists worried about the outsourcing of
polluting activities, consumer protection groups worried about unsafe imports,
labor rights groups worried about bad working conditions in other countries, and
leftists of various stripes simply venting their anger at capitalism.vii
En aquellos años, una de las agrupaciones decisivas fue el colectivo Ruckus
Society, ramificación esteticista y decididamente mediática de Greenpeace cuyo
foco de antagonismo fundacional fue explicado por su director, John Sellers,
para un reportaje de Rolling Stone al inicio del milenio:
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“We had human-rights people wanting to come to our camps”, Sellers says. “Then
labor. Then the free-Tibet folks… the combining theme was corporate audacity, the
unchecked spread of corporate globalism”. This combination of causes is what
makes the Ruckus Society a twenty-first century phenomenon. Global capitalism
in the post-Cold War era is hydra-headed target that cannot foreseeably be “ended”
the way a war can. It can, however, be badgered, heckled, bullyragged, boycotted,
shamed and legislated into reforming.viii
Con una membresía diversa y mayoritariamente intelectualizada, el trabajo
contestatario de Ruckus recuerda más la interpretación fílmica que de este tipo
de grupos hiciera Terry Gilliam en su ya clásica cinta distópica, Twelve
Monkeys, de 1996, que a las vandalizaciones de espacios públicos y privados
en las metrópolis latinoamericanas del presente.
Por ello, si para los anarquistas posmodernos mexicanos, organizaciones como
Ruckus Society han podido tener influencia en temas como la estrategia para
la toma de calles, plazas y edificios, así como en la viralización de sus actos («la
fantasía de la toma del poder como happening», como lo describió Carlos
Monsiváisix), su genética tiene un vínculo mucho más íntimo con el otro
acontecimiento fundacional de estas generaciones, ocurrido a la vuelta del
milenio: la huelga, toma y ocupación del campus de Ciudad Universitaria de la
UNAM.
Una vertiente que también influyó en aquella toma proto anarquista de Ciudad
Universitaria fue la corriente del anarquismo underground estadounidense, que
se opone al efectismo reformista de Ruckus Society. Para esta tendencia, las
demostraciones de violencia efectiva son mucho más contundentes y
provechosas para manifestar su repudio al corporativismo local y globalizado.
«Theft from corporations is an honorable means of survival, according to his
anarchist code».x
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Su naturaleza nodal, sin un vértice y un centro claros, los hace al mismo
tiempo menos poderosos, pero también posibles núcleos de resistencias
interminables. Su unión con otros actores al margen de la legalidad es clara y
recurrente, como Evan Wright lo recoge en su extenso y espléndido reportaje
cuya figura central es el paria anarconarco estadounidense simplemente
conocido como “Swamp”: «Swamp has supported himself for several years as a
pot and LSD dealer. He says he made 200 a day dealing acid in San Diego».xi El
autor recoge también el testimonio de otra anarquista, que se hace llamar
“Siren” y sus razones para unirse al movimiento:
She is estranged from her parents, who are, she says, Christian fundamentalists:
“My mother doesn't even listen to music. She is not human. She only listens to Dr.
Laura. My father is the ugliest man in the world. I can’t stand his smell”... Six
weeks ago, Siren ran off to Eugene [Oregon] and lived under a tarp by the river.
“Anarchists give me hope”, she says. “When I'm around them, I forget there is
racism and sexism”.xii
Una generación después, este patrón de vida debe ser el esquema básico de
enganche de decenas de adolescentes y jóvenes en el anarconarco vandálico
mexicano. Hay en ellos también el candor del fanático. La vida bajo esquemas
binarios que hacen sencilla la toma de decisiones y más aún la justificación de
las acciones. Además, proporciona una ficción moral para justificar una amplia
variedad de felonías:
They all agree they will try to hit as many Starbucks as possible, though no one
can think of a specific offense commited by Starbucks. “It doesn’t matter”, Siren
reasons. “There are really only six corporations that own everything in the world. It
doesn’t matter who you hit. It’s all the same”.xiii
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Con la información disponible, es empíricamente evidente que la gran mayoría
de estos jóvenes proceden de sectores marginales de la sociedad, o bien poseen
severos problemas mentales que a ellos mismos los han marginado. Muchos de
ellos, probablemente la mayoría, utilizan psicotrópicos de manera regular y
provienen de lugares plagados por la violencia. Su estructura de vida y su
adhesión a una causa, como la “causa anarquista”, es muy similar a la de las
padillas de los ochenta y noventa. Sobre ello, Ioan Grillo ha escrito de manera
precisa:
Los maras a los que encontró Lágrima [pandillero hondureño entrevistado por
Grillo] eran una clica llamada los Coronado Little Cyclos. Sus líderes habían
estado en Estados Unidos, y sus frases en inglés, su ropa y las historias de los
barrios de Los Ángeles lo impresionaron. Muy pronto estaba hablando de
Coronado, Hollywood y Leeward como si conociera esos lugares. Se aferraba a sus
palabras, y ellos disfrutaban su atención.
“Me trataban como mascota. Se divertían rapándome y vistiéndome a su estilo. Me
mandaban a comprar bebidas o conseguir comida. Yo estaba contento, porque
comía mejor que en casa. Y estaba con esa gente que eran casi gringos. Pensé que
estaba logrando algo”.xiv
Mutatis mutandis, es posible ver un patrón similar en el comportamiento de los
anarconarcoporrospunk del México contemporáneo. No intento aquí moralizar
(nada más lejano a mis intenciones), sino solamente hacer ver que el aura
romántica que algunos quieren ver en estas pandillas pseudo politizadas está
desencaminada, y verlos como libertarios desinteresados es una franca
ingenuidad.
III
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Con un tono apologético que llega incluso a ser candoroso (especialmente para
lo que uno esperaría de una tesis doctoral), en su trabajo “Memorias de la
Huelga”, que Marcela Meneses presentó para obtener el grado de doctora por la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, comenta, no obstante,
algo importante: «los movimientos sociales reciben la experiencia organizativa
de los movimientos anteriores, y está herencia se enriquece y transmite a los
movimientos posteriores».xv Vinculado con esta hipótesis de trabajo, en su
descripción del conjunto radical de aquella huelga, Meneses dice:
BUI (Bloque Universitario de Izquierdas): que agrupó a lo que después se conoció
como la ultra. Cabe señalar que no sobrevivió como bloque durante todo el
movimiento, dada la pluralidad de grupos que lo conformaron, sin embargo, al
paso del tiempo, resultó ser la corriente con mayor peso en el movimiento
estudiantil. Entre ellos estaba En Lucha por el Socialismo, que también provenía
del movimiento del 86 y se concentraba en la Facultad de Ciencias. El Partido
Obrero Socialista (POS)que a mediados de la huelga tomó una posición más
flexible; y diversos colectivos que después se identificarían como la megaultra,
principalmente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), entre ellos
Coalición Políticas, que luego se convertiría el Frente de Lucha Estudiantil Julio
Antonio Mella (FLE-JAM) y Conciencia y Libertad. Además de los Contracorriente
(o también conocidos como “krustys”), militantes de la Liga de los Trabajadores por
el Socialismo concentrados en la ENEP Acatlán y en la Facultad de Derecho. Ellos
se asumían como la mega ultra por apelar al autogobierno en la Universidad y por
impulsar la “alianza-obrero-estudiantil.que-no-se-limita-a-poner-en-jaque-al-
sistema-sino-que-busca-derrocarlo”.xvi
Estos grupos, al cabo de dos décadas, ya están prácticamente desactivados,
tanto de la vida pública como de la vida universitaria, pero su manera de
operar, tribalista y pandilleril, ha creado escuela tanto en el ámbito
universitario como en el conjunto lumpenizado que gravita en torno a ellos. La
tesista lo describe así:
Las fracturas entre grupos y corrientes llegaban a tal extremo que ya era común
ver la sangre brotar, dientes y otros tantos huesos rotos, mordidas, arañazos,
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patadas, puñetazos, jalones de cabello de hombres vs hombres, hombres vs
mujeres, mujeres vs hombres, mujeres vs mujeres; y por parte de la ultra la
portación de objetos para amedrentar a los moderados, como bats de beisbol,
cadenas, palos, tubos, bóxers, entre otros, a fin de utilizarlos en las batallas
campales, ya para entonces cotidianas.xvii
Sobre la expansión de la estructura sectaria y violenta de los movimientos
radicales que terminaron haciéndose con el Consejo General de Huelga,
Guillermo Sheridan afirmó en su momento: «El día en el que al CGH le pareció
simpático rodear la UNAM de alambre de púas y crear tribunales para expulsar
oponentes, no sólo criminalizó su propio movimiento: creó un Estado policiaco
para el que los disidentes eran criminales».xviii
Esta concatenación de movimientos, de manera cierta, ha dejado su impronta
en el bizarro mundo de las interrelaciones entre los herederos del lumpen
proletariado de hace una generación, los contestatarios con alguna instrucción
universitaria o preparatoriana, las guardias blancas citadinas mercenarias,
conocidas como “porros”, y las tribus de políticos profesionales con intereses
mafiosos.
Sobre estos últimos, justamente al inicio de la llamada huelga de la UNAM, en
la primavera de 1999, una de las certezas que corrió entre opinólogos,
comunicadores y universitarios fue que el Partido de la Revolución Democrática
(PRD) fue uno de los instigadores iniciales del movimiento. A la huelga,
Guillermo Sheridan la llamó, «Un carnaval estrepitoso y costosísimo, con
boina». Y, en una evaluación diez años después, comentó:
Hay quienes dicen ya abiertamente que esa huelga fue causada por las tribus
perredistas, como Fernando Belaunzarán, no sólo miembro del PRD sino de su
directiva … el Dr. Ángel Díaz Barriga sostuvo que luego de la huelga la UNAM
decidió compartir el poder con el PRD. Esto lo dice un universitario serio, que se
dedica a estudiar a la UNAM y que la representó ante los huelguistas. Dice que a
raíz de la huelga se decidió (no dice quién) entregar varias direcciones de la UNAM
a personas (no dice quiénes) cuyos méritos no son tanto académicos como
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derivados de su militancia en el PRD. Se pensaría que fue la compra de un seguro
multimodal antihuelgas.xix
Sin embargo, el PRD fue una organización política de mediana relevancia al
cabo en aquel 1999, porque pronto fue marginada del devenir del Consejo
General de Huelga (CGH). No obstante, la intención de operar para manipular
un movimiento embrollado desde el inicio con la finalidad de obtener ganancias
sociales o electorales, ha sido una pauta de acción constante de diversos
actores políticos de entonces a la fecha.
IV
En las últimas actualizaciones disponibles del sitio
www.auditoriocheguevara.org es patente el recurrente apoyo que se pide para
personas presas que, por supuesto, son catalogadas como “presos políticos”.
Esto seguramente es un membrete edulcorante para generar simpatías a
criminales sin más. De hecho, el anuncio de una posada dice simplemente
“Posada solidaria por nuestros presos” y un par de nombres que poco o nada
dicen. En realidad, lo que esto pone de manifiesto es la socialidad forajida que
se ha conformado en este espacio público ocupado por esta estrambótica clase
de ciudadanos que se mantiene en constante vaivén dentro y fuera de la ley.
Algo que ha sido corroborado por las propias autoridades de la Ciudad de
México, quienes, de acuerdo con la nota de David Fuentes para El Universal
manifestaron que:
Investigan a por lo menos ocho grupos señalados como las organizaciones
principales de las marchas, protestas, desmanes y daños que se han ocasionado
durante los últimos días en la Universidad Nacional Autónoma de México... Se
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sabe que entre el ala más radical de estos grupos se encuentran exmilitares,
narcomenudistas, ciudadanos extranjeros, ladrones y hasta exprofesores de
Ciudad Universitaria.xx
Entre estos, destaca el “Okupa Che” que, de acuerdo con la nota que analiza la
información oficial, alberga a una célula criminal anarquista sudamericana
(proveniente de Chile y de Argentina):
…tienen su residencia en el Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y
Letras... cada que salen de Ciudad Universitaria son resguardados por medio
centenar de estudiantes y seguidores, lo que ha complicado la implementación de
un operativo en su contra, pues es conocido que siempre portan drogas y armas
para evitar que sean agredidos por grupos rivales que también se disputan el
control de los estudiantes a fin de realizar protestas.xxi
Si los movimientos subpolíticos de los que habla Beck abrieron el camino para
pautas de acción de alto impacto mediático en beneficio de la presión
ciudadana organizada (a veces de manera internacional) en contra de lo que se
interpreta como daños colectivos del orden institucional global, en México y el
resto del Tercer Mundo se encontraron con un ambiente social propicio para
una mutación problemática de su estructura y de su intención originales: los
enormes sectores depauperados de estas regiones del planeta en constante
mímesis con las mafias locales.
En México, no es desdeñable el eco antiguo de las padillas punk de los
ochenta, como Los Panchitos y una multiplicidad de grupos de Ciudad Neza.
Aquellas palabras de su manifiesto de principios de la década de los ochenta
aún son aplicables para los violentos desarrapados de la actualidad:
«Temblamos de frío y de odio, pero estamos juntos, y somos los mismos que
todos temen, no queremos a nadie».xxii Aunque, por supuesto, para determinar
si hay un vínculo social intergeneracional directo entre aquellos pandilleros
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punk y los “anarquistas” de hoy, más allá de una postura anti social común,
sería necesario un estudio antropológico pormenorizado que excede los
alcances del presente texto.
En el rastreo de las características de los auto denominados anarquistas de la
actualidad, Guillermo Sheridan ha ofrecido un panorama esclarecedor de ellos:
El anarquismo actual es un sazonado revoltijo de caos y las fantasías
emancipatorias punks; un recocido en el que caben lo mismo veganos santones
que idólatras de la droga y/o la pólvora y/o sangre. Y, desde luego, es inevitable
suponer que detrás de ello hay motivos como desigualdad, pobreza y racismo y,
sobre todo, la perfecta combinación de ignorancia y violencia. El neoanarquismo
aporta, para compensar, una instantánea tribu, camaradería internacional y, con
la atención de los medios, una rápida sensación de grandeza.xxiii
Por ello, no es de extrañar que hoy se manifiesten en contra del racismo, ayer
en favor del feminismo y quizá mañana en contra de la apropiación estatal de
los recursos para el retiro.
Aquí es importante clarificar que no parecen estar plegados con alguna
corriente gubernamental específica; son efectivamente independientes y
muchos jóvenes desclasados han encontrado allí un sentido de pertenencia e
identidad, muy similar al de las grandes padillas citadinas de los años ochenta.
No obstante, el ambiente de mafiopolítica mexicano (y latinoamericano) ha
permitido que sus cabecillas alquilen a estos grupos como contingentes de
choque al servicio de diversos sectores políticos, como fue clara su rentabilidad
para el morenismo durante todo el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Hay que subrayar que el estado de alquiler no implica necesariamente
cooptación orgánica. Una manifestación ejemplar de esto la tuvimos con las
imágenes virales que siguieron a una violenta protesta (el 5 de junio pasado)
ante el edificio de la Embajada de Estados Unidos en México, en la colonia
Cuauhtémoc de la capital del país, de una anarco activista fustigando primero
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a la policía de la Ciudad de México para, posteriormente, ser magullada por
elementos de esta corporación con algunos jaloneos y puntapiés y, finalmente,
el indulto de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, a toda acción cometida
por estos grupos vandálicos.
Esto revela el carácter fronterizo de estas agrupaciones: son lo suficientemente
independientes para ser reprimidos por la policía y, al mismo tiempo, son lo
suficientemente rentables para cuando el gobierno requiera de sus servicios
como para ser perdonados por la máxima autoridad de la ciudad más
importante del país.
Que los grupos vandálicos son autónomos y que solamente alquilan su
capacidad disruptiva a diferentes actores dispuestos a pagar lo ratifica lo
siguiente. De acuerdo con la columna, “En tercera persona”, de Héctor De
Mauleón en El Universalxxiv, las autoridades capitalinas engrosaron el
expediente que poseen sobre algunos de los cabecillas de estos grupos de
choque. Dice el periodista: «El documento del gobierno capitalino consultado
por el columnista indica que entre los actores principales de los saqueos y los
destrozos fueron identificados Raúl Antonio González Hernández, alias Teddy, y
Héctor Tlahtoani Vargas Enguilo, alias Chino». Personajes que, según detalla
De Mauleón, tienen ya un historial de destrozos y detenciones policíacas.
Similarmente, en los disturbios de Guadalajara del pasado 4 de junio, cuando
un individuo de estos anarco grupos prendió fuego a un policía de la ciudad.
Están suficientemente alquilados para causar caos ante un adversario político,
pero son suficientemente independientes para dar tienda suelta a su psicopatía
individual sin importar que esto pueda revertirse políticamente para su
arrendador.
Su flexibilidad para alquilarse hace pensar que, mientras se encuentran
disgregados, muchos de estos jóvenes han de servir como mulas, narco
menudistas y cobradores de extorsiones al servicio de los numerosos grupos
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del crimen organizado nacional. Un análisis antropológico de su circunstancia
cotidiana sin duda revelaría esto. De esta manera se genera un bucle por el que
pendulan entre lo antisistémico (la violencia con enarbolación de alguna causa)
y lo contrasistémico (el fomento de las dinámicas criminales anti
institucionales).
Justo esta presencia del crimen organizado a largo y ancho de la República es
fundamental para comprender el uso político de estos grupos con pago
(monetario o para legal) de por medio.
El componente de la violencia desbordada es la constante intergeneracional en
estos conjuntos marginales que convergen en vagas causas con supuestas
reivindicaciones sociales. Esto los hace propicios para que liderazgos
interesados los coopten como tropas de choque. A veces, dando alguna
gratificación monetaria; aunque la mayoría de las ocasiones, para los que
fungen como “tropa”, el ejercicio de la violencia es la gratificación en sí misma.
En la última década, digamos que desde las movilizaciones en apoyo al
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) hasta las recientes andanadas en
contra de la Embajada de Estados Unidos en México, ha habido suficiente
evidencia formal, y sobre todo informal, de que estos jóvenes son organizados
por células mercenarias de choque, conocidos desde hace décadas como
“porros”, al servicio de intereses políticos específicos.xxv Es decir, los jóvenes
antisociales realizan funciones de operarios; los porros, de supervisores, y
funcionarios gubernamentales y políticos electos, de gerentes.
El funcionamiento es evidente y ha habido manifestaciones en las que ya no se
ven ciudadanos de buena fe y contestatarios ingenuos que rodean a estas
vanguardias del golpeteo, sino que son exclusivas concentraciones de
contingentes con intereses específicos y violencia radical, como fue el caso del
referido ataque a la embajada estadounidense y su continuación en Casa
Jalisco, de la colonia Polanco.
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Ahora bien, si ha quedado establecido el vínculo de los anarkos con los
intereses políticos, con la mediación de mercenarios estables como son los
porros, es importante no olvidar la penetración del crimen organizado en la
estructura política nacional, que en diversas zonas de la República opera como
verdaderas oficinas de representación de las mafias, tanto locales como
nacionales. El investigador de la mafia y la corrupción internacional, Edgardo
Buscaglia, ha sido claro al respecto:
Los municipios que no dan cuenta patrimonial a nadie (Estado o sociedad); las
entidades federativas con sistemas judiciales feudales que no están sujetos a
sistemas de control de calidad en la provisión de servicios o de control patrimonial
de sus gobernadores; y la presencia de actores políticos de dudoso origen
compitiendo en los procesos electorales sin controles patrimoniales como los que
operan en algunos países: Todo este ambiente de baja gobernabilidad proporciona
un caldo de cultivo para la captura del Estado por parte de grupos criminales.
Esta fragmentación creciente del sistema político mexicano, ha dejado a los
municipios y a las entidades federativas a la deriva y a merced de la captura, cada
vez más desenfrenada, de grupos criminales en una pugna caracterizada por la
violencia y la corrupción.xxvi
En consecuencia, la opinión pública (tanto la fanatizada como la de buena fe)
debería ser más cauta antes de vanagloriar a los políticos como Enrique Alfaro
o Claudia Sheinbaum cuando, plenos de demagogia, se pronuncian a favor o
en contra de las acciones de los anarconarcoporrospunk, puesto que más allá
de las acciones delictivas de éstos, la totalidad de la clase política mexicana
está en entredicho, hasta que se demuestre lo contrario.
i De manera genérica, se establece que la “Modernidad clásica” o “primera modernidad”
comienza en el siglo XVII, en lo intelectual, y se consolida en los siglos XVIII y XIX, en lo
político y en lo social. El área geográfica donde alcanzó plenitud fue en Europa occidental y,
posteriormente, en sus ex colonias exitosas, como son Estados Unidos, Canadá, Australia y,
más tarde, Nueva Zelanda, lo que Wallerstein llama “el mundo paneuropeo”.
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ii Véase, Wallerstein, Immanuel, Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos,
Contrahistorias, México, 2008, p. 148.
iii Véase, Beck, Ulrich, La sociedad del riesgo global, Siglo XXI Editores, Madrid, 2006, pp. 2-3.
iv Ibíd., pp. 22-23.
v Véase, Lyotard, Jean François, La condición posmoderna, Cátedra, Madrid, 1989, p. 73.
vi Beck, Ulrich, ópera citada, p. 60. Como ejemplos de estos nuevos participantes en la zona
umbrosa, pero dinámica, de la política global, el autor dice: «Apenas es necesario seguir
esforzándose en demostrar que, en el campo de la política medioambiental global, hasta ahora
se ha logrado poca más, en el mejor de los casos, que proverbiales gotas de agua en el océano.
Sin embargo, al mismo tiempo los diversos movimientos espectaculares de boicoteo que se han
desarrollado en todo el mundo trascendiendo la diversidad cultural han evidenciado que la
impotencia de la política para tratar con el bloque industrial es una impotencia referida al
escenario clásico, dado que han aparecido en escena poderosos actores de una globalización
desde abajo, especialmente organizaciones no gubernamentales (ONG) como Robin Wood,
Greenpeace, Amnistía Internacional o Terre des Homes. La ONU calcula que existen ahora
unos 50.000 grupos de este tipo en el mundo…»., pp. 59-60.
vii Véase, Smith, Noah, “The Dark Side of Globalization: Why Seattle's 1999 Protesters Were
Right”, The Atlantic.com, disponible en:
https://www.theatlantic.com/business/archive/2014/01/the-dark-side-of-globalization-why-
seattles-1999-protesters-were-right/282831/
viii Véase, Baum, Dan, “You say you want a Revolution?” en Rolling Stone #872, 5 de julio de
2001, p. 83.
ix En el artículo “La violencia del CGH” en Letras libres, marzo del 2001.
x Véase, Wright, Evan, “Swamp's Last Day on Earth”, en Rolling Stone #837, marzo del 2000, p.
46.
xi Ibídem.
xii Ibíd., p. 49.
xiii Ibíd., p. 50.
xiv Véase, Grillo, Ioan, Caudillos del crimen. De la Guerra Fría a las narcoguerras, México,
Grijalbo, 2016, p. 257.
xv Véase, Meneses Reyes, Marcela, “Memorias de la huelga estudiantil en la UNAM 1999-2000”;
tesis doctoral de la Universidad Nacional Autónoma de México para obtener el grado en
Ciencias Políticas y Sociales (orientación sociología), p. 55.
xvi Ibíd., pp. 71-72.
xvii Ibíd., p. 85.
xviii Véase, Sheridan, Guillermo, “La universidad como bastión” en Letras libres, marzo del
2000.
https://revistareplicante.com/quienes-son-los-anarkos/
©Manuel Guillén 2020
xix Véase, Sheridan, Guillermo, “Vuelta a Copilco”, en Letras libres en línea; disponible en:
https://www.letraslibres.com/mexico/vuelta-copilco
xx Véase, Fuentes, David, “Investigan a 8 grupos que dañan a la UNAM” en El Universal.com,
nota del 07 de febrero del 2020; disponible en:
https://www.eluniversal.com.mx/nacion/identifican-8-grupos-que-danan-la-unam
xxi Ibídem.
xxii Citado por Chantres, Jordi, “Temblamos de odio y de frío pero estamos juntos: ¡Mierdad
Punk!” en Agente provocador; disponible en:
http://www.agenteprovocador.es/publicaciones/temblamos-de-frio-y-odio-pero-estamos-
juntos-mierdas-punks
xxiii Véase, Sheridan, Guillermo, “Anarko pensamiento selecto: las damas” en El Universal en
línea; disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/guillermo-sheridan/anarko-
pensamiento-selecto-las-damas
xxiv “Vándalos debidamente reclutados y organizados” en El Universal en línea del 11 de junio
de 2020; disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/hector-de-
mauleon/vandalos-debidamente-reclutados-y-organizados
xxv Véanse, por ejemplo, Lara, Ricardo, “Porros instrumentos para autoridades y políticos” en
Milenio.com; disponible en: https://www.milenio.com/policia/partidos-politicos-nos-pagaban-
por-ir-a-mitines-ex-porros Y la intervención de Eduardo Guerrero en el programa “La hora de
opinar” de Leo Zuckerman, comentando sobre los desmanes de la Ciudad de México y de
Guadalajara; disponible en: https://youtu.be/lRQ7BL9gIw0
xxvi Véase, Buscaglia, Edgardo, “La paradoja mexicana de la delincuencia organizada: policías,
violencia y corrupción”, página 276; disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/273027336_La_paradoja_mexicana_de_la_delincue
ncia_organizada_Policias_violencia_y_corrupcion
https://revistareplicante.com/quienes-son-los-anarkos/