Cerca del sepulcro estaba la tumba de Gothig, muerto hacía
cuatro años. Volví a colocar algunas rocas, después añadí
unas cuantas más. Apretando mis pieles de serpiente para
protegerme del viento, me senté junto a la tumba y miré el
mar. Las inmensas olas seguían precipitándose hacia la costa
bajo la capa de nubes grises y negras. El hielo llegaría pronto.
Bajé la cabeza, observé mis manos arrugadas y llenas de
cicatrices y luego miré la tumba otra vez.
—No podía quedarme con ellos en la colonia, Jerry. No
me interpretes mal. La colonia es muy agradable.
Condenadamente agradable. Pero allí no dejo de mirar por
la ventana, de ver el océano, de pensar en la cueva. Estoy
solo, en cierto sentido. Pero es bueno. Sé qué y quién soy,
Jerry, y eso es todo lo que importa, ¿verdad?
Oí un ruido. Me incliné, puse las manos en mis arrugadas
rodillas y me levanté. El dracón llegaba del recinto adjunto a
la colonia, con un niño en sus brazos. Me rasqué la barba.
—Eh, Ty, ¿así que ése es tu primer hijo?
El drac asintió.
—Me sentiría complacido, tío, si tú le enseñaras lo que
debe ser enseñado: el linaje, el Talman y la vida en Fyrine IV,
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nuestro planeta, llamado «Amistad».
Cogí el bulto en mis manos. Unos brazos regordetes de
tres dedos se agitaron en el aire; luego asieron mis pieles de
serpiente.
—Sí, Ty, es un Jeriba. —Miré a Ty—. ¿Y cómo está tu
padre, Zammis?
Ty se encogió de hombros.
—Todo lo bien que puede esperarse. Mi padre te envía
sus mejores deseos.
—Y yo a él, Ty. Zammis debería salir de la cápsula de
aire acondicionado y volver a vivir en la cueva. Le haría
mucho bien.
Ty sonrió y bajó la cabeza.
—Se lo diré a mi padre, tío.
Clavé mi pulgar en mi pecho.
—¡Mírame! No me ves enfermo, ¿verdad?
—No tío.
—Dile a Zammis que eche a patadas a ese médico y que
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vuelva a la cueva, ¿has oído?
—Sí, tío. —Ty sonrió—. ¿Necesitas algo?
Contesté afirmativamente con la cabeza y me rasqué la
parte posterior del cuello.
—Papel higiénico. Sólo un par de paquetes. Quizá un par
de botellas de whisky… no, olvida el whisky. Esperaré hasta
que Haesni cumpla su primer año. Sólo el papel higiénico.
Ty inclinó la cabeza.
—Sí, tío, y que durante muchas estaciones te encuentres
bien.
Agité la mano con impaciencia.
—Así será, así será. No te olvides del papel higiénico.
Ty volvió a inclinar la cabeza.
—No me olvidaré tío.
Ty dio media vuelta y caminó por el bosquecillo en
dirección a la colonia. Gothig había proporcionado el dinero
y había trasladado todo el linaje, y todos los linajes afines, a
Fyrine IV. Viví con ellos un año, pero los abandoné y regresé
a la cueva.
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Recogía leña, ahumaba carne de serpiente, y resistía el
invierno. Zammis me había entregado al joven Ty para que
se criara en la cueva, y ahora Ty me había entregado a
Haesni. Miré al niño.
—Tu hijo se llamará Gothig y después… —Miré el cielo
y noté como las lágrimas se secaban en mi cara, después el
hijo de Gothig se llamará Shigan.
Bajé la cabeza y me dirigí a la grieta que nos conduciría
hasta el nivel de la cueva.
FIN.
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