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Oscar Wilde afirmaba: “Todo en la vida trata sobre el sexo, excepto el sexo”. En el mundo animal el sexo es casi universal, algo tiene que funciona. Pero ese casi se lo debemos a unos animalitos célebres para los que, paradójicamente, el sexo no es lo suyo. De hecho llevan aproximadamente 40 millones de años sin practicarlo. Se trata de los rotíferos bdeloideos, su clase en la clasificación taxonómica (ver imagen de entrada).

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Published by Cienciorama, 2020-06-07 20:25:44

Vivir sin sexo

Oscar Wilde afirmaba: “Todo en la vida trata sobre el sexo, excepto el sexo”. En el mundo animal el sexo es casi universal, algo tiene que funciona. Pero ese casi se lo debemos a unos animalitos célebres para los que, paradójicamente, el sexo no es lo suyo. De hecho llevan aproximadamente 40 millones de años sin practicarlo. Se trata de los rotíferos bdeloideos, su clase en la clasificación taxonómica (ver imagen de entrada).

Keywords: asexualidad, rotiferos, cromosomas, animales, reproducción, meiosis, evolucion

Variación morfológica de Bdeloidea. Observe sus mandíbulas. Esta y otras características permiten
diferenciar la especie. Imagen tomada de Wikipedia.

Vivir sin sexo

Iván de Jesús Arellano Palma

Resumen
Oscar Wilde afirmaba: “Todo en la vida trata sobre el sexo, excepto el
sexo”. En el mundo animal el sexo es casi universal, algo tiene que
funciona. Pero ese casi se lo debemos a unos animalitos célebres para los
que, paradójicamente, el sexo no es lo suyo. De hecho llevan
aproximadamente 40 millones de años sin practicarlo. Se trata de los
rotíferos bdeloideos, su clase en la clasificación taxonómica (ver imagen
de entrada).

Palabras Clave: asexualidad, rotiferos, cromosomas, animales,
reproducción, meiosis, evolución

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Vivir sin sexo / CIENCIORAMA

Junio 2020

Unos animales muy raros y ubicuos
Aunque probablemente no has visto ninguno, hay rotíferos flotando en
todos lados. Es probable que ahora estés respirando uno de ellos. El
naturalista inglés y gran promotor del microscopio Henry Baker fue un
gran estudioso de los rotíferos y seguramente la primera persona que los
vio. Este naturalista contemporáneo de Leeuwenhoek les dio el nombre de
rotíferos o animal rueda, ya que según él están dotados de un par de
instrumentos que tanto en forma como en función se asemejan a dos
ruedas, las patas que los ayudan a la locomoción.

Son ubicuos, podemos encontrarlos prácticamente en todas partes y
pueden resistir altos niveles de radiación ionizante. Además poseen una
característica que llamaba la atención de los científicos victorianos: la
capacidad de revivir o de sobrevivir a condiciones muy hostiles. Para
lograrlo su cuerpo simplemente se deseca (anhidrobiosis) contrayendo la
cabeza y la cola y cuando las condiciones del ambiente mejoran se
vuelven a hidratar y reviven. Esta capacidad es impresionante pues no
necesitan formar un quiste o un huevo especial para ello, simplemente
pierden toda su agua y listo.

Posiblemente su capacidad de revivir queda opacada por su cualidad de
ser una criatura asexual. En un mundo animal y vegetal donde el sexo es
lo general, ellos son la excepción. Se sabe hasta ahora que no hay machos
en sus poblaciones pues las hembras se reproducen por partenogénesis.
Resulta irónico que un organismo que prescinde del sexo nos recuerde su
importancia y nos explique tantas cosas sobre este fenómeno.

El sexo es muy costoso
Algunos animales pierden la vida después del encuentro sexual, algunos
otros pierden la cabeza literalmente, otros más son comidos por su pareja
al término de la copulación, algunos dejan de comer por dos semanas para
poder copular, etcétera. El riesgo para la vida o la integridad que conlleva
tener sexo lo hace parecer, desde el punto de vista evolutivo, un gran
sinsentido. Piense en lo siguiente: si la evolución “premia” a los individuos

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Vivir sin sexo / CIENCIORAMA

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que más pasan su legado genético a las siguientes generaciones, ¿por qué
es tan universal el sexo si es una actividad que reduce a la mitad la
contribución genética en los descendientes, debido al proceso de meiosis?

Teóricamente, si no existieran los machos y todos los recursos disponibles
fueran para las hembras, las poblaciones clónicas crecerían al doble de
velocidad sin sexo, como en el caso de los rotíferos. Esta pérdida de la
mitad del material genético es el costo doble del sexo, como afirmaba el
biólogo y genetista John Maynard Smith.

Hay algunas razones que puedan echar luces sobre la persistencia del
sexo como a) la reparación del ADN ya que durante la meiosis –división en
células sexuales– el ADN es recombinado y reparado; b) la heterosis, es
decir, la diferencia entre los genes de los padres que hace que se anulen
los defectos en los hijos y se refuercen las características ventajosas como
lo demostraron en 2013 O’Neill y sus colaboradores en la revista The
Veterinary Journal respecto a la edad y velocidad a la que corren los
perros mestizos en comparación con los “raza pura” y c) la variabilidad
genética. Posiblemente esta última razón sea la más importante.

El sexo produce nuevas combinaciones genéticas que impiden que
cualquier enfermedad infecciosa producida por cualquier patógeno o
parásito, haga sucumbir a una población. A esta idea se le conoce como la
hipótesis de la reina roja, propuesta en 1978 por Jaenicke J. en un artículo
publicado en la revista Evolution Theory. Esta hipótesis explica que cada
linaje está obligado a seguir sin descanso o a cambiar su legado genético
para no moverse de sitio o no extinguirse. Esta es la razón fundamental
que explicaría la prevalencia del sexo. Aunque hay otras hipótesis sobre la
persistencia del sexo como la de crear y mantener lazos sociales como
sucede con los bonobós, pero eso es tema de otro artículo.

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El sexo es una manera de participar en el juego de la vida y de
mantenernos sanos. Las nuevas combinaciones genéticas que produce el
sexo impiden que parásitos hackeen nuestros sistemas de defensa y se
impongan. Pero también el sexo es un juego que si se pierde conduce
inevitablemente a la extinción de la especie como ha sucedido varias
veces en la naturaleza de manera natural o producida por el humano.
Un caso aleccionador fue el de los clones del plátano de los años 50
llamado Gros Michel atacados por un hongo parásito en la llamada
enfermedad de Panamá que los condujo al borde de la extinción que
supuestamente iba a superar. Aunque hoy estos plátanos siguen
existiendo se producen en cultivos muy controlados haciendo inviable su
exportación. Lo mismo está sucediendo con la variedad actual también

clon llamada Cavendish. Quizá una solución a estos problemas de clones,
sea la revolución verde de Bourlag. Aunque no dejó de subrayar que existe
mucha controversia sobre este tema.

Figura 1. Los plátanos Gros Michel sucumbieron y se han extinguido, lo
mismo le puede suceder al clon actual conocido como Cavendish.

Vivir sin sexo
¿Pero cómo se las arreglaron los animales rueda para escapar del sexo
desde hace 40 millones de años? Para intentar responder la pregunta

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debemos mirar a los rotíferos enfermos o mejor dicho la interacción entre
los rotíferos y sus patógenos.

En un artículo publicado en la revista Science en 2010 los investigadores
Christopher Wilson y Paul Sherman pusieron en aprietos a poblaciones de
rotíferos bdeloideos en cultivo infectándolos con hongos parásitos al
mismo tiempo que los secaban y rehidrataban en diferentes lapsos de
tiempo para ver qué sucedía. Los investigadores notaron que los animales
rueda pueden deshacerse de sus parásitos porque son más resistentes
que ellos, que en tiempos de sequía no son capaces de resistir tanto
tiempo sin agua como los rotíferos disecados y por lo tanto mueren.
Cuando los investigadores rehidrataban a los rotíferos se volvían a clonar
en un ambiente libre de parásitos hasta que los invadieran de nuevo. Pero
también cuando esto sucede los rotíferos tienen la capacidad de huir en
busca de nuevos aires, arrastrados por las brisas y así trasladarse a un
nuevo territorio donde una vez más podrán disfrutar de los beneficios de
la asexualidad, lejos de los parásitos, aunque sea por un tiempo.

Incluso, como los mismos investigadores demostraron en un artículo de
2013 publicado en la revista Proceeding Biological Science, los rotíferos en
condiciones de campo se dispersan tanto espacial como temporalmente,
independientemente de los hongos parásitos.

Por si fuera poco los animales rueda son más capaces que sus parásitos
de salir volando y colonizar otros espacios antes que los hongos. Entonces
estos animales asexuales persisten porque su ecología es una condición
clave que les da cierta invulnerabilidad y capacidad de dispersión. O sea
que pueden sacar ventaja de sus parásitos tanto espacial como
temporalmente.

Me gusta imaginar que estos animales siempre van un paso adelante que
sus hongos parásitos. Incluso llego a creer que no hay animal más capaz
que ellos. Pero no quiero que el lector tenga una idea falsa; con esto me
refiero a que pese a que millones de estos animales asexuados

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sucumbirán víctimas de sus parásitos o algunos otros morirán resecos al
no encontrar las condiciones adecuadas para revivir, muchos millones más
sobrevivirán y se encontrarán en los charcos o en el aire que respiramos.

Lo que el genoma cuenta
Juguemos al abogado del diablo: ¿cómo sabemos que no hay ningún
rotífero macho por ahí? ¿Cómo podemos estar seguros de que no ha
habido copulación durante tanto tiempo? Para esbozar una respuesta
tendremos que echar un vistazo al genoma de los animales rueda.

Normalmente los humanos y la mayoría de los animales contamos con dos
copias de cada cromosoma y por ende con dos copias de cada gen, uno
que proviene de la madre y otro del padre. A estos organismos se les
llaman diploides. Pero el genoma del rotífero bdeloideo es particular: los
cromosomas no aparecen por parejas. Es decir, el genoma del rotífero no
se puede alinear uno a uno ¡no se pueden alinear los cromosomas
provenientes de cada progenitor! Por ejemplo, en algunas ocasiones los
genes sí están presentes en copias, pero ambas copias ¡están en el mismo
cromosoma! O un cromosoma tiene una serie de genes que no aparecen
en el mismo orden en ningún otro lugar del genoma, por lo tanto no se
pueden emparejar ni combinar. No son organismos diploides. En resumen,
al prescindir del sexo el genoma del rotífero no está acomodado por pares
y se parece más al genoma de un organismo procarionte disperso por todo
el núcleo, desaparejado y esparcido de cualquier manera.

Pero la anterior no es la única sorpresa que guarda el genoma de los
rotíferos. En un artículo de la revista PLOS genetics publicado en 2012
Chiara Boschetti y colaboradores concluyen que los rotíferos podrían
haber tomado, como las bacterias, pedazos de ADN de otros ¡reinos! por
medio de un mecanismo llamado transferencia horizontal de genes. En
algún momento de su larga historia los animales rueda tomaron prestado
ADN de lo que seguramente eran sus presas de origen bacteriano, fúngico
o vegetal, y ahora entre 8 y 10% por ciento de su genoma procede de
esos reinos.

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Muchos de estos genes codifican enzimas, proteínas especializadas en
catalizar reacciones bioquímicas, para degradar toxinas o generar
antioxidantes. O sea que estos genes hacen una contribución notable al
metabolismo de los rotíferos que puede explicar el mecanismo por el que
los animales rueda se adaptan a entornos hostiles para la vida y que,
como ya argumentamos, es una condición de sobrevivencia en contra de
sus parásitos. Vale la pena hacer una síntesis causal para comprender
cómo sobreviven los rotíferos sin sexo.

Su genoma aporta las características que les permiten sobrevivir a
condiciones adversas (anhidrobiosis) y a sus parásitos. Al llevarles ventaja
a sus competidores ecológicos, los rotíferos prescindieron del sexo pues
cuando las condiciones son favorables (alimento, agua y pocos parásitos),
pueden clonarse velozmente por partenogénesis, que es la reproducción
asexual de una célula que desarrolla un nuevo individuo sin fecundación, y
así se recupera la población que haya sucumbido a los parásitos. Su
genoma guarda esta historia pues no se parece para nada al genoma de
los organismos sexuales.

¿Son los únicos?
Por supuestos los rotíferos no son los únicos organismos que han
coqueteado con la asexualidad, pero al parecer nadie está a su nivel.
Incluso las bacterias tienen su forma de hacer sexo ya que se las arreglan
para intercambiar ADN asimilando un pedazo de gen de una “hermana” y
viceversa, fenómeno ya citado y llamado transferencia horizontal de
genes. Sin embargo los organismos multicelulares que no han practicado
el sexo durante millones de años son en verdad escasos.

Animales como algunos ostrácodos o algunos ácaros pueden aspirar al
título de animales asexuados. Sin embargo tarde o temprano se ha
descubierto que algunos de ellos sí son organismos sexuales como
sucedió con una especie de ostracódo reportada en Nature en 2005, o
también sucede que los ancestros directos sí tuvieron relaciones sexuales,
como la pulga de agua Daphnia pulex.

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Figura 2. La pulga de agua. Organismo que coquetea con la asexualidad.
Tomado de Wikipedia.

Como hemos visto no es cosa fácil escapar del sexo ya que sin esa
variabilidad genética se puede caer en la historia ya conocida de la
extinción, es decir, que el animal o vegetal que coquetea con la
asexualidad sea víctima de esos patógenos que descifran su código y
provocan la hecatombe. Todos, excepto este animalito particular que se
les ha arreglado desde hace 40 millones de años para no tener que
cortejar a una pareja ni establecer relaciones de dominación ni reducir a la
mitad sus genes ni morir en el intento a la hora de copular. En pocas
palabras el sexo es algo a lo que para bien o para mal todos los demás
parecemos irremediablemente ligados.

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Bibliografía
Artículos especializados citados

Boschetti, Chiara, Carr, Adrian, Crisp Alastair y colaboradores, “Biochemical
Diversification through Foreign Gene Expression in Bdelloid Rotifers”, PLOS genetics,
8(11): e1003035. https://doi.org/10.1371/journal.pgen.1003035
O’Neill, D.G., Church, D.B., y colaboradores, “Longevity and mortality of owned dogs in
England”, The veterinary Journal, 198: 638-643
Wilson, Christopher, Sherman, Paul, “Anciently Asexual Bdelloid Rotifers Escape Lethal
Fungal Parasites by Drying Up and Blowing Away”, Science, 29 January 2010, Vol. 327,
pp. 574-576
Wilson, Christopher, Sherman, Paul, “Spatial and temporal escape from fungal parasitism
in natural communities of anciently asexual bdelloid rotifers”, Proceedings Biological
Sciences, 2013,
Para saber más:
Arellano Palma, Iván y Merino Benítez, Tatiana, La homosexualidad en el reino animal,
¿Saber más? Revista de Divulgación de la UMSNH, México, 2018
Estupinyá, Pere, S=EX2 La ciencia y el sexo, Debate, España, 2013
Howard, Jules, Sexo en la tierra. Un homenaje a la reproducción animal, Blackie Books,
España, 2015
Sparks, John, Fauna erótica. Informe sobre la sexualidad animal, Ed. Altalena, España,
1978

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