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Colección Los Pequeños Platones - El Genio Maligno Del Señor Descartes - Basado En Las Meditaciones Metafísicas

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Published by @editorialsonar, 2021-03-19 18:57:29

Colección Los Pequeños Platones - El Genio Maligno Del Señor Descartes - Basado En Las Meditaciones Metafísicas

Colección Los Pequeños Platones - El Genio Maligno Del Señor Descartes - Basado En Las Meditaciones Metafísicas

51

El señor Descartes intentó aislarse de las cosas materiales. Se
metió en la cama, se escondió bajo la almohada, y se cubrió
las orejas, pero le fue imposible no sentir sus manos contra su
cabeza, el peso de las mantas y el olorcillo a pan recién hecho
que subía del puesto de un vendedor bajo su ventana.

52

Incluso si todas estas cosas no eran más que el
fruto de su imaginación, el señor Descartes no
podía ignorarlas completamente.

53

«Esto sí que es extraño. ¡Yo, cosa que piensa, no
consigo separarme completamente de este cuerpo
al que llamo mío! ¡Y parece incluso que este olor
a pan recién hecho hace nacer en mi mente una
cierta alegría!».

54

El señor Descartes vivía la unión de su alma y su
cuerpo, pero no conseguía comprenderla: ¿cómo
era posible que una emoción de su estómago, tan
diferente, por su naturaleza, de su mente, le hiciera
desear comer? ¿De qué manera una inclinación de
su cuerpo se ligaba a una representación de su alma?

55

56

El señor Descartes recordó una noche de batalla en la que había
visto soldados que, tras habérseles amputado una pierna o un
brazo, seguían sintiendo dolor en la parte que les habían cortado.

—¿Quién sabe lo que puede el cuerpo? —preguntó Baruch.

57

El señor Descartes conocía semejantes ilusiones: mientras dormía,
la máquina de su sueño le había parecido tan real como todo lo que
veía ahora. Definitivamente, no podía fiarse de sus sentidos.
«Por tanto, es mejor considerar como separados, por un lado, esta
mente que soy y que puedo visitar, y por otro, el cuerpo, en el que
suceden cosas confusas…».
Deslizándose fuera de la cama, pisó a Baruch, que andaba
de paseo y que le respondió con un picotazo.

58

59

¡Ayyyy!

60

Gravemente herido en el dedo meñique de uno de sus pies,
el señor Descartes se enfrentó a Baruch, que no había
desayunado y que no iba a dejar escapar una golosina
obtenida a tan buen precio.
El señor Descartes comprendió que no habitaba su cuerpo
como un piloto su navío, que estaba unido y mezclado a ese
cuerpo, de manera que si le herían en el pie sentía dolor,
a diferencia del capitán que ve romperse algo en su nave.
Juzgó entonces útil y razonable hacer lo posible para
expulsar lo dañino de su pie.

Teniendo en cuenta su meñique herido, el señor Descartes
comprendió que los sentidos le decían con más frecuencia
verdades que mentiras. Por otro lado, podía utilizar a varios de
ellos para examinar una misma cosa, y unir mediante su memoria
el conocimiento presente al pasado.

61

«Si Baruch apareciese y desapareciese de repente, como
hacen las imágenes cuando duermo, más que un loro
auténtico, sería un espectro o un fantasma formado
en mi cerebro.
Pero ahora sé que no estoy soñando, ya que mis
sueños nunca concuerdan unos con otros, como los
acontecimientos de mi vida cuando estoy despierto».

62

Baruch iba y venía tranquilamente frente a su amo, y el señor
Descartes podía relacionar esta bonita mañana con el resto
de su vida.
Prestando atención a los ruidos de la calle, disfrutando de la
tibieza del sol, reuniendo todos sus sentidos, su memoria y su
entendimiento, el señor Descartes no encontró ninguna cosa que
estuviese mal ligada a las otras, y ya no tuvo dudas de su verdad.

63

El genio maligno del señor Descartes
se terminó de imprimir en los talleres de Kadmos

en febrero de 2013.


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