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Published by mauroluri, 2022-06-22 07:08:18

Sueños_de_hormiga

Sueños_de_hormiga

SUEÑOS DE

HORMIGA

Rita Mabel Figueredo

GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE MISIONES Esta colección fue declarada de Interés
Gobernador Cultural por la Subsecretaría de Cultura de
Dr. Oscar Herrera Ahuad la Provincia de Misiones.
Vice-Gobernador Disposición N° 57/2015
Dr. Carlos Arce
Pres. de la Cámara De Representantes Ilustraciones
Ing. Carlos Eduardo Rovira Juan Carlos Núñes

SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO SAPEM Diseño y diagramación
Presidenta DG. Kozusny Andrea
Dra. Claudia Noemí Gauto
Vice-Presidente Selección y corrección de textos
Lic. Sergio Libutti Lic. Roxana Iberti
Directorio
Arq. Alejandro Rodríguez EDICIÓN: abril - 2022
CPN María Elena Cury SEGUNDA EDICIÓN: junio - 2022
Hernán Corrales Posadas - Misiones - Argentina
Derechos cedidos por el autor.
BIBLIOTECA PÚBLICA DE LAS MISIONES
Directora General
Arq. Iris Alejandra Gómez
Coordinadora Técnica
Lic. Lorena Leguizamón

EDITORIAL DE LAS MISIONES
Coordinadora
DG. Andrea Kozusny

SUEÑOS DE HORMIGA

Una hormiga definitivamente puede vencer a un
dinosaurio. ¿Cómo? Pues, podría meterse entre sus esca-
mas, subir a toda velocidad, llegar hasta la oreja, y morder
con fuerza. El dinosaurio caería al suelo y la hormiga...
—¡Ay! —¡no empujen!
—¡Estás atascando la fila!
Se armó una confusión de patas y antenas. Hojas,
pedazos de fruta, palos y migas se desparramaron por el
suelo del hormiguero, para disgusto de sus transportadoras,
que armaron una ronda poco amigable alrededor de la
culpable.
—¡Siempre lo mismo!
—¿No podés mirar por dónde caminas?
—La fiesta de inicio del invierno es el jueves y
todavía queda mucho trabajo por hacer.
—No sé por qué no la cambian de zona.
—Tendría que estar limpiando los pasillos.
Reproches, retos, gritos. Clementina no pudo evitar
perder el interés a la mitad. Volvió a imaginar. Esta vez, ella
era una hormiga de la época de las cavernas y tenía alas

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gigantes. Sobrevolaba un bosque. Los árboles desde arriba
parecían una alfombra pintada en distintos tonos de verde.
Pudo ver un arroyo que parecía una víbora gruesa, sobre la
tierra colorada.
Las compañeras de fila seguían quejándose y se
había detenido por completo el avance de las obreras.
Los guardianes abandonaron sus puestos, y se
acercaron a ver por qué tanto alboroto.
—¡Ella es el problema! —dijeron al unísono to-
das las cortadoras.
¡Qué injusto! En ese hormiguero no se podía ni
soñar tranquila. Sintió el calor subiendo por sus mejillas,
y con angustia notó cómo todo su cuerpo se iba tiñendo
de un intenso color escarlata. Eso le pasaba bastante a
menudo. Su piel era negra como la de todas sus com-
pañeras del tacurú, pero cuando estaba muy enojada,
(como ahora) se volvía roja como un picolé de frutilla.
Las demás se apartaron escandalizadas de
esa extraña colorada que parecía a punto de explotar.
Y una vez más, la llevaron frente a la reina,
como si fuera una intrusa en su propia casa.
La reina, que ya la conocía, con paciencia le
preguntó:

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—¿Por qué te enojaste esta vez, Clementina?
—Es que yo, estaba justo en medio de una
aventura y entonces...
No pudo terminar la explicación, porque la
reina levantó la pata derecha para pedir silencio.
—Esto no puede seguir así... la línea de producción
se interrumpe cada dos por tres por tus distracciones, es
hora de que...
¡Ay no! La iban a mandar a limpiar los pasillos.
Ya se veía, sucia y despeinada arrastrándose por los
túneles para evitar atascos y un día cualquiera, un
derrumbe y ella, tan joven...
— ...invierno... misión... importante... al exterior.
Te recomiendo que obedezcas a tu líder y que...
Se oía parte de lo que dijo la reina, pero había
escuchado clarito «exterior». ¡Iba a salir! Nunca le ha-
bían permitido asomar las antenas fuera del hormigue-
ro así que estaba súper contenta. Dijo a todo que «sí»,
«claro», «por supuesto», imaginando todas las aventu-
ras que podía vivir afuera y fue corriendo a prepararse.
La columna de exploradoras salió temprano al
día siguiente. El camino era difícil, lleno de obstáculos,

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ramas caídas, piedras, charcos. Clementina trataba de
absorber las maravillas de ese mundo enorme, sin per-
der el paso. ¡No fuera cosa que la mandaran de vuelta!
Llegaron después de dos largos días de cami-
nata, cuando la hormiga soñadora ya comenzaba a ex-
trañar la seguridad de su cueva de tierra.
De pronto se detuvieron y la líder ordenó:
—¡En círculo! ¡Todas juntas! ¡Avancen!
Clementina hizo un esfuerzo por cerrar la boca
ante el tesoro maravilloso que se desplegaba ante sus
ojos: una manzana a medio masticar, ¡casi entera!, to-
davía roja y reluciente. La rodearon en formación y ata-
caron desde distintos frentes. La primera tarea fue des-
alojar a dos gusanos blancos que se habían adueñado
del festín. Luego comenzaron a cortar trozos pequeños
y a acumularlos para el traslado. Trabajaron todo el día.
Cuando el sol ya se escondía en el horizonte, la líder
reunió al grupo y con tono desolado dijo:
—Lo siento. Es imposible que logremos llevar
toda la manzana al hormiguero a tiempo. Vamos a des-
cansar hoy y mañana a primera hora volveremos con lo
que pudimos recolectar. Nuestra misión ha fracasado.

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Un murmullo de desilusión recorrió las filas,
pero obedientes, se acurrucaron en los rincones para
descansar.
Clementina trató de protestar, ¿rendirse? ¡No
podía ser! No pudo dormir. Pasó la noche imaginan-
do. Ella era la heroína que salvaba la colonia. En su
fantasía tenía súper fuerza o con su soplido hacía ro-
dar la carga o la transportaba en una nave espacial o
cientos de otras opciones, cada cual más descabella-
da. El cielo se iba pintando de los colores del nuevo
día, cuando de pronto, se le ocurrió una solución.
—¡Tengo una idea! —dijo sin preámbulo pre-
sentándose ante la líder del grupo de exploradoras.
—Clementina, no estoy de humor.
—Es que podemos hacerlo diferente, si sólo...
—¡He dicho que no! Siempre hemos recolecta-
do las provisiones de este modo, no vamos a cambiar
ahora.
Clementina no se rindió, mientras los guar-
dias la arrastraban para que dejara de importunar,
gritó con todas sus fuerzas, paso a paso, el plan que
se había ideado.

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—¡Alto! —ordenó a los guardias la líder. Tal
vez... Podría funcionar... Vale la pena intentarlo...
¡Hormigas! ¡Formación! Hagan lo que Clementina les
indique.
Con gran esfuerzo, las hormigas subieron el
enorme trozo de fruta a una hoja de banano, lisa
y brillante. Se organizaron en grupos para agarrar
entre todas las esquinas de la hoja y cuidando de
no cortarla con sus filosos dientes, arrastraron el
manjar hasta el hormiguero.
Esa noche hubo fiesta en el tacurú. ¡Había
comida suficiente para todo el invierno! A la derecha
de la reina, como invitada especial, estaba sentada,
orgullosa, Clementina.
Nadie volvió a regañarla por soñadora, de
hecho, crearon una oficina especial para ella, don-
de se dedica desde entonces simplemente a soñar
cómo hacer las cosas que se hicieron siempre, de un
modo distinto.

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Rita Mabel Figueredo

POESÍA:
Antología “Poetas Argentinos del Interior”
Editorial Tráfico Cultural. Bs. As. 1993.

CUENTOS:
“El Velorio de la Abuela” Publicado en la
Revista RUMBOS DIGITAL
“El misterio de la mujer de los ruleros”
Publicado en la Revista del Taller de Es-
critura Narrativa.
“La Pared” Publicado en la Revista del Taller
de Escritura Narrativa.
“Experimentos” Publicado en la Revista del
Taller de Escritura Narrativa.
“La boda” Publicado en la Revista del Taller
de Escritura Narrativa.
“Escondidas”. Publicación del Plan de Lectura
Provincial Misiones Lée 2018.
“El patito feo y la verdadera Belleza” Colección
IV- AILEIJuM.
“La plaza vacía” Colección V- AILEIJuM.

MATERIAL DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA - PROHIBIDA SU VENTA


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